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Buenos días profesora y compañeros, en este discurso hablaré sobre un tema muy relevante para

todos nosotros, sobre todo considerando la etapa de vida en la que nos encontramos y las
presiones a las cuales estamos sometidos en este periodo, particularmente me referiré al estrés
que genera la Prueba de Selección Universitaria (PSU) y los factores de desigualdad presentes en la
prueba que agudizan este estrés en miles de jóvenes que la rinden año a año, viéndose así
perjudicada tanto nuestra salud física como mental y psicológica.

Para muchos de nosotros rendir la PSU es el cierre de un ciclo y el inicio de la vida universitaria en
el cual está presente una presión significativa sobre nosotros ya que en gran parte nuestro futuro
depende de los resultados de esta prueba, esto debido a que vivimos en un país en donde esta
prueba define la mayor parte de nuestro futuro como profesionales. Esta situación debe cambiar,
para esto, es necesario que se implementen mejoras en los instrumentos de medición
estandarizados para seleccionar la entrada a la educación universitaria, ya que la forma actual
tiene muchos sesgos que hace que muchos jóvenes y adultos no puedan acceder a esta, ya que se
encuentran en una situación de desventaja en relación a otro sector de la sociedad, aumentando
así los niveles de estrés de este grupo, me refiero a los estudiantes de colegios y liceos
municipalizados, quienes se ven notoriamente perjudicados en esta prueba, ya que los sesgos
sociales, económicos e incluso de género están fuertemente presentes, evidenciándose año a año
en los dispares resultados que obtienen los colegios privados por sobre los municipales. Es así
como, por ejemplo, en la PSU 2017, el 70% de los puntajes nacionales provienen de colegios
particulares, y solo un 20% proviene de colegios municipales dejando un 10% correspondiente a
colegios particulares subvencionados, lo que da cuenta de que el origen económico de un alumno
predetermina de gran manera el desempeño en esta prueba, ya que no todos los colegios cuentan
con los mismos recursos de preparación de pruebas DEMRE, además de que el acceso a
preuniversitarios es restringido también por esta variable económica, es así como una persona
que pertenezca a los colegios de mayores ingresos del país, tiene más probabilidades de asistir a la
universidad que un alumno que salga de un colegio municipal, como el nuestro. Además del
clasismo, la prueba deja ver un fuerte centralismo, evidenciándose así en la última PSU, solo un
37% de puntajes nacionales de colegios de regiones, concentrándose la mayoría de los puntajes
nacionales en colegios de la región metropolitana. Sumado a esto, prueba deja entrever también
una gran brecha de género, reproduciendo de esta manera las desigualdades sociales asociadas al
sexo, en donde en la última PSU solo 44 mujeres obtuvieron un puntaje nacional de un total de
166 alumnos.

Otra de las causas del estrés entre este tipo de evaluaciones es cumplir las expectativas sociales
que están intrínsecas en las familias directas, de esta manera, muchas veces los padres toman a
sus hijos como los depositarios de sus sueños y proyectos truncados donde los jóvenes serían los
“elegidos” para resolver sus frustraciones. Otras veces ante padres muy exitosos los hijos tienen
sentimientos de minusvalía y sienten que no están a la altura. Además de esto se añaden también
las presiones sociales propias de nuestra cultura de progreso, en donde frecuentemente se utiliza
la frase “si quieres, puedes” siendo una idea aparentemente motivadora, pero que en el fondo
contrae mucha exigencia y presión, ya que una persona puede desear mucho ingresar a la
universidad, pero llegar hasta ello puede sortear todas estas barreras anteriormente nombradas
que tiene la PSU, como lo son las barreas sociales, económicas, de colegio de origen y de género.
Aludiendo a esto último, la directora del DEMRE señala que, en el caso de las mujeres, el estrés de
la PSU perjudica a las mujeres ya que “se tiende a reproducir una conducta estereotipada de que
las mujeres son malas para actuar bajo presión, y para desempeñarse en áreas como las
matemáticas y ciencias “, lo cual genera un efecto adicional al estrés ya experimentado.

Otro agente estresante que todo el mundo que egresa de la enseñanza media comparte es que se
abandona una forma de enfrentar la vida en general y la educación en particular. De esta manera
tenemos que enfrentarnos a abandonar un grupo de personas que nos acompañaron y crecieron
con nosotros durante años, a veces desde primero básico. Otro elemento central es tener que
hacer el necesario tránsito a un mundo con reglas adultas, ya sea en educación superior o el
mundo del trabajo, como lo relata el director de la carrera de psicología de la Universidad Santo
Tomás de Los Ángeles.

Todos estos datos hacen inevitable preguntarnos ¿no constituye esta situación una de las más
grandes injusticia del sistema, siendo el gobierno incapaz de garantizar un justo acceso a la
universidad?

En conclusión, La PSU es una prueba clasista, centralista y sexista, y es urgente reformarla, ya que
todos estos sesgos que predefinen en gran manera el desempeño en la prueba añaden estrés a
una situación que de por si es estresante, ya que con solo 17 o 18 años debemos tomar una
decisión que nos afectará durante el resto de nuestras vidas, no solo a nosotros sino que también
a nuestras familias, que son quienes están detrás de nosotros y quienes la mayoría de las veces
deben sostener económicamente una carrera universitaria. Siendo una decisión de tal magnitud
en nuestras vidas y las de nuestras familias, es necesario entonces que el gobierno sea capaz de
asegurar un instrumento de selección que de respuestas a todos los sesgos presentes en la prueba
que hacen que los desempeños sean desiguales favoreciendo a unos pocos privilegiados por sobre
la mayoría, siendo así el haber nacido Hombre, de situación socioeconómica solvente y vivir alguna
comuna de la región metropolitana un factor que predispone de por si tener un mejor
rendimiento que alguien como muchos de nosotros, que es mujer, de un liceo municipalizado y de
la comuna de Talca, esto independiente de los esfuerzos individuales que ambos hagan. El
garantiza la eliminación de estas brechas a su vez contribuye a disminuir gran parte del estrés al
que nos vemos sometidos al enfrentar a esta prueba, ya que la mayoría de los factores que
producen este estrés son producto de estas desigualdades existentes en la prueba y de la presión
social y cultural a la que estamos sometidos para la elección de un proyecto de vida acorde a lo
que la sociedad espera.

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