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Darío I, sucesor de Ciro, gobernó las ciudades griegas con tacto y procurando ser
tolerante. Pero, como habían hecho sus antecesores, siguió la estrategia de dividir
y vencer: apoyó el desarrollo comercial de los fenicios, que formaban parte de su
imperio desde antes, y que eran rivales tradicionales de los griegos. Además,
los jonios sufrieron duros golpes, como la conquista de su floreciente suburbio
de Naucratis, enEgipto, la conquista de Bizancio, llave del mar Negro, y la caída
deSíbaris, uno de sus mayores mercados de tejidos y un punto de apoyo vital para
el comercio.
De estas acciones se derivó un resentimiento contra el opresor persa. El
ambicioso tirano de Mileto, Aristágoras, aprovechó este sentimiento para movilizar
a las ciudades jónicas contra el Imperio persa, en el año499 a. C. Aristágoras pidió
ayuda a las metrópolis de la Hélade, pero sóloAtenas, que envió 20 barcos
(probablemente la mitad de su flota) yEretria (en la isla de Eubea), acudieron en
su ayuda; no recibió ayuda de Esparta. El ejército griego se dirigió a Sardes,
capital de la satrapía persa de Lidia, y la redujo a cenizas, mientras que la flota
recuperaba Bizancio. Darío I, por su parte, envió un ejército que destruyó al
ejército griego en Éfeso y hundió la flota helena en la batalla naval de Lade.
Tras sofocar la rebelión, los persas reconquistaron una tras otra las ciudades
jonias y, después de un largo asedio, arrasaron Mileto. Murió en combate la mayor
parte de la población, y los supervivientes fueron esclavizados y deportados
a Mesopotamia.
En la batalla de Maratón, las alas de los griegos (en azul) envuelven los flancos
persas (en rojo) mientras que su centro realiza un ataque en retroceso que llena el
vacío dejado por lo griegos.
Las bajas persas ascendieron a más de 6000 hombres, mientras los griegos sólo
perdieron 192, incluido el polemarco Calímaco. Milcíades ordenó dirigirse de
inmediato a Atenas y envió por delante a su mejor corredor-mensajero, Filípides,
para levantar la moral combativa de la ciudad. Filípides dio la sensacional noticia
de la victoria y cayó muerto por el esfuerzo, según la tradición, aunque algunos
autores apuntan que fue por consecuencia de las heridas recibidas en el combate.
Las tropas llegaron horas después, a marcha forzada, y se fortificaron en el Pireo
y la propia Atenas. Ante el evidente despliegue defensivo de los griegos y la
desmoralización de las multitudinarias tropas persas, Artafernes no se decidió a
desembarcar y dirigió las naves hacia el Asia Menor.
Tres días después de la batalla, los espartanos mandaron 300 hombres al mando
de uno de sus generales, pero en la llanura de Maratón sólo yacían los restos de
los caídos de ambos bandos, pues los atenienses, en la precipitación de su
retorno a su ciudad, no habían tenido tiempo de sepultar a sus hombres.
La derrota de los persas se debió a dos factores fundamentales. En primer lugar, a
las tácticas griegas de aprovechar al máximo las particularidades del terreno para
favorecer un estilo de combate a corta distancia unido a la audacia militar y el
aprovechamiento del factor sorpresa. En segundo lugar, a la organización
estratégica persa, que hacía combatir a sus hombres agrupados por
nacionalidades, no por armas, lo que debilitaba militarmente a sus fuerzas pero
era necesario para mantener la disciplina en un ejército que combatía en su mayor
parte (con la excepción de medos y persas propiamente dichos) para un monarca
invasor de su propio país, invadiendo otro país extraño.
También se ha destacado un factor psicológico sobre la elevada moral de combate
de los Atenienses y Platenses, quienes estaban animados por un inusual sentido
de compromiso muy poco conocido en aquella época: su fuerte sentido de
identidad cultural y libertad nacional que podríamos denominar "patriotismo".
También destaca su autoestima como "hombres libres", particularmente en Atenas
gracias a los logros políticos de la democracia ateniense donde desde las
reformas de Clístenes se había logrado que muchos de sus habitantes fueran
ciudadanos libres y con derechos políticos, pero también en Esparta y otras
ciudades-estado gracias a su noción de pertenencia a una polis independiente y
regida por sus propios ciudadanos.
Tras la muerte de Darío, su hijo Jerjes subió al poder, ocupándose los primeros
años de su reinado en reprimir revueltas en Egipto yBabilonia, y preparándose a
continuación para atacar a los griegos. Antes había enviado a Grecia embajadores
a todas las ciudades para pedirles tierra y agua, símbolos de sumisión. Muchas
islas y ciudades aceptaron, pero no Atenas y Esparta. Se cuenta que los
espartanos, al igual que sucedió en Atenas, ignorando la inmunidad diplomática,
respondieron a los embajadores: «Tendréis toda la tierra y el agua que queráis», y
los tomaron y arrojaron a un pozo. Era una declaración de intenciones hostiles
definitiva.
Sin embargo, en Esparta se empezaron a dar augurios nefastos, causados por la
ira de los dioses debido a este acto de insolencia. Se llamó a los ciudadanos
espartanos para solicitar si alguno de ellos era capaz de sacrificarse para
satisfacer a los dioses y aplacar su ira. Dos ricos espartanos ofrecieron entregarse
al rey persa, y se encaminaron hacia Susa, donde los recibió Jerjes, quien quiso
obligarles a postrarse ante él. Sin embargo, los emisarios espartanos se
resistieron, y le respondieron: «Rey de los medos, los lacedemonios nos han
enviado para que puedas vengar en nosotros la muerte dada a tus embajadores
en Esparta». Jerjes les respondió que no iba a hacerse reo del mismo crimen, ni
creía que con su muerte los liberaría de la deshonra
.
Las Termópilas
Temístocles.
Durante esta época los atenienses y los espartanos fundan la Liga Ático-Délica en
memoria de la simaquia, que tendría como principal objetivo el proteger a Atenas y
las colonias jonias del Asia Menor. Esta liga estaría totalmente comandada por
Atenas, llevando así las directrices en todos los aspectos posibles, por lo que de
esta manera se convierte en el mayor pueblo de Grecia política, económica,
social, cultural y militarmente, sobrepasando a la propia Esparta.
En este momento Temístocles es mal visto por el pueblo ateniense y es exiliado,
de modo que huye a las fronteras delImperio aqueménida, y allí se pone bajo el
mando del nuevo soberano persa, Artajerjes I, que junto a sus influencias y el
acérrimo odio que ambos sentían por la cultura griega, se decide avanzar hacia
las costas griegas para someterla definitivamente bajo el dominio persa.
Cimón, hijo de Milcíades, enterado de las intenciones de Artajerjes I, avanza hasta
la actual Turquía y derrota al ejército persa en la batalla del río Eurimedonte en
el 467 a. C.
Tras esta gran victoria, Cimón decide que se debe de nuevo promulgar la amistad
y paz con el pueblo espartano, pero los atenienses no consideran esa opción de
igual manera y los destierran por orden de Efialtes, cuyo mandato no duró mucho
y fue sucedido por Pericles, que dominó Atenas hasta su muerte en
el 429 a. C. Pericles continúa la guerra contra Persia, en la que destacan dos
decisiones que realizó, la primera la de solicitar a Cimón su vuelta del destierro y
la segunda, la firma de un tratado de paz con Artajerjes I, el cual lo acepta,
llamado Paz de Cimón en el 448 a. C. que estipula ciertas condiciones para
ambos pueblos y que es presidido por éste, razón por la que fue mandado de
vuelta del exilio, aunque realmente demostrado que fue presidido por Calias, ya
que en el año del tratado, Cimón ya había muerto, por lo que se piensa fue
realizado en su honor y recuerdo.
Las guerras médicas llegan a su fin mediante las condiciones impuestas por los
griegos a los persas, a saber: