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EL SER ES UNO, Y UNO EL SABER

Apremia, pues, el hacer paz entre naturaleza,


hombre y máquina, si es que deseamos devolver
a nuestra existencia su vital unidad, dignidad
y condición, o lo que es igual, vivirla en términos
o función de cultura.
ALFONSO BORRERO

En las primeras décadas del siglo XXI, asistimos a un vertiginoso


proceso de surgimiento de cada vez mayores subdivisiones y espe-
cializaciones del saber científico. Las investigaciones científicas es-
pecializadas han propiciado el desmembramiento de la unidad del
conocimiento humano: cada una de las partículas de ciencia tiende
siempre a presentarse como entidad autónoma e independiente.
Tal parece que se hubiera olvidado el ideal griego de Paideia.

Para los griegos el término Paideia tenía un significado integrador:


expresaba la unidad del saber. La técnica, el arte, la ciencia, la cul-
tura, y hasta la misma moral, formaban parte insoluta de este voca-
blo. En la Paideia tenía cabida la Empeiria (conocimiento inmediato
producto de la relación directa con las cosas), la Techné (habilidad
o pericia para hacer bien las cosas), la Episteme (ciencia o demos-
tración de los fenómenos desde sus principios) y las Ars (las artes,
o las diferentes maneras de hacer algo creativo).

Con el advenimiento de Roma y el cristianismo, las cosas no varia-


ron mucho: los ideales helénicos fueron epicentro de las realizacio-
Cátedra Universitaria José Gabriel Coley

nes del imperio. También el mundo, para el hombre del medioevo, Desde entonces, la ciencia no ha dejado de multiplicarse y super-
era interpretado en unidad. Ellos concibieron el mundo como un especializarse autárquicamente. Este acelerado proceso llevó a la
“libro inmenso escrito por la mano de Dios” o “una idea de Dios deshumanización o fetichismo, creándose una especie de idolatría
realizada por el verbo”. La ciencia consistía en contemplar la obra del hombre por la máquina. La unidad inicial de la técnica, ciencia,
de Dios: “quien lee la naturaleza, lee el pensamiento de Dios”. En arte, cultura y moral se ha perdido, al parecer, definitivamente. La
el campo humano sobra decir que, para el medieval, el hombre fue ciencia ya no es antropológica. Tal es el origen del derrumbe ético
en que nos debatimos. Es menester recordar con apremio el mensa-
hecho “a imagen y semejanza de Dios”.
je de Ortega y Gasset: “Si antes la ciencia puso orden a la vida, ahora
la vida tendrá que poner orden a la ciencia”.
No obstante, la ciencia como hoy la entendemos comenzó con el Re-
nacimiento. El teocentrismo es desplazado por el antropocentris-
Dentro de este panorama, nuestra Universidad no escapa a la uni-
mo; la fe, por la razón. Se reivindica la absoluta libertad del hombre lateralidad, a la unidimensionalidad. Es posible que la estricta seg-
y su plena capacidad para regir su propio destino. mentación, casi que infinita de las franjas del conocimiento, hubie-
sen determinado como mecanizantes las tareas académicas y la
Transcribamos el retrato que Pico de la Mirandola hace de la época investigación se circunscribiera a la aplicación de esquemas meto-
en su Oración sobre la dignidad del hombre: “Tú, que no estás res- dológicos positivos y pragmáticos, sin tener en cuenta la libertad
tringido por estrechos lazos, según tu propia y libre voluntad, defi- del investigador, la interdisciplinariedad y el valor humano, social,
nirás tu naturaleza por ti mismo […] tendrás poder para descender de lo descubierto.
hasta las bestias o criaturas inferiores. Tendrás poder para renacer
entre los superiores divinos, según la sentencia de tu intelecto”. Se hace imperativo rescatar el norte humano, pues la incesante bús-
queda de nuevos conocimientos, pero integrados en la totalidad,
Las actividades humanas ya no se subordinan a la moral. La política, solo se justifica si se nos permite ser cada vez más libres y menos
esclavos. La Universidad no debe perder de vista, en aras del reduc-
las artes, las ciencias y las letras toman rumbos distintos. Empieza
cionismo, el valor formativo de la cultura. La cultura –dice White-
el desmembramiento de la unidad del saber. Autonomía, libertad,
head– es “actividad del pensamiento y la receptividad a la belleza
individualidad, eran las consignas.
y sentimientos humanos. Los fragmentos de información no tienen
nada que ver con ella; un hombre simplemente bien informado es
El Renacimiento condujo a una revolución en las ciencias natura- lo más fastidioso e inútil que hay sobre la Tierra. Lo que debemos
les. Galileo, Descartes y Bacon inauguraron los nuevos métodos del tratar de producir es hombres que posean al mismo tiempo cultura
conocimiento y los descubrimientos terminaron de resquebrajar el y un conocimiento experto en determinadas especialidades. Sus co-
mosaico. Lo que vino después es prácticamente lo de ahora: el Siglo nocimientos especializados les servirán de puntos de partida y su
de las Luces, la forma definitiva de los Estados y la vida social. cultura les hará profundizar con la filosofía y elevarse con el arte”.
Cátedra Universitaria

Es por esto que creemos hay que volver al ideal griego de la Pai-
deia. Pero no como el eterno retorno cíclico que nos pondría en el
comienzo, sino de manera dialéctica, superior. A modo de espiral,
no de círculo.

El deber-ser es lograr el equilibrio necesario, con sus respectivas


concomitancias, entre técnica, arte, ciencia y cultura, pero sin dejar
de lado la moral como clave de vivir y el con-vivir para poder mo-
vernos armoniosamente entre los hombres y las cosas.

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