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 CURSO : GEOGRAFÍA

 ESTUDIANTE : PAOLA CONTRERAS MORAN


 DOCENTE : ALBERTO RAMÍREZ ERAZO

2018- I
LA IGLESIA CRISTIANA EN LA EDAD MEDIA
La historia del cristianismo durante la Edad Media abarca los hechos relacionados con el
cristianismo desde la caída del Imperio romano de Occidente (c. 476) hasta la reforma
protestante (s. xvi), que es cuando se considera que comienza el cristianismo moderno.
Este período de la historia coincide con lo que se conoce como Edad Media.
Hace unos mil años casi toda Europa Occidental empezó a llamarse la cristiandad, porque
todos sus reinos acataban la autoridad del Papa y todos sus habitantes profesaban el
cristianismo. Todos los territorios cristianos se consideraban un único imperio y sus
figuras más importantes eran el Papa y el emperador. La Iglesia era entonces muy
poderosa; los obispos y los abades poseían grandes extensiones de tierra; los clérigos,
que eran casi las únicas personas cultas, se encargaban de educar a los jóvenes, socorrían
a los pobres y era los principales consejeros de los reyes.
En conclusión una de las características de esta época fue la profunda religiosidad,
aunque existían otros credos, en el siglo XI, Europa era en gran parte cristiana.
Más allá de las fronteras que separaban los reinos europeos nació un nuevo concepto de
unión: la cristiandad.
CRISTIANISMO vs. ISLAM

Término Cristianismo Islam

Seres creados; no son humanos, algunos de los


cuales cayeron en pecado y se convirtieron en Seres creados sin voluntad que sirven a Alá.
Ángeles
seres malignos. Son muy poderosos. Los ángeles Los ángeles fueron creados de la luz.
no caídos llevan a cabo la voluntad de Dios.
La respetada palabra de los profetas pero la
La Palabra inspirada e infalible de Dios (2ª Biblia ha sido corrompida a través de los
Biblia, La
Timoteo 3:16). siglos y sólo es correcta si está de acuerdo
con el Corán.
El lugar donde Dios habita. El cielo es el hogar Para los Musulmanes es el Paraíso, un lugar
final de los Cristianos que son salvos por la gracia de dicha (32:17), un jardín con árboles y
Cielo, El
de Dios. Es el cielo porque es el lugar donde está comida (13:35;15:45-48) donde los deseos de
(Paraíso)
Dios y los Cristianos disfrutarán de una relación los fieles Musulmanes se cumplen (3:133;
eterna con Él. 9:38; 13:35; 39:34; 43:71; 53:13-15).
La revelación final de Alá a toda la humanidad
La obra de Mahoma. No es inspirada ni tampoco
dada por medio del arcángel Gabriel a
Corán, El es Escritura. No hay verificación de que fuera
Mahoma en un período de 23 años. No tiene
verazmente transmitida desde los originales.
error y es guardada así por Alá.
Lugar donde Jesús expió los pecados del mundo. Jesús no murió en la cruz. Más bien, Dios
Es sólo a través de este sacrificio que cualquier permitió que Judas fuera parecido a Jesús y
Crucifixión, La
persona puede ser salva de la ira de Dios (1ª fue crucificado en reemplazo del mismo
Pedro 2:24). Jesús.
Ocurre en el día de la resurrección, en el cual
Ocurre en el día de la resurrección (Juan 12:48) Alá juzgará a todas las personas. Los
Día del Juicio, en el cual Dios juzgará a todas las personas. Los Musulmanes van al Paraíso (3:142, 183-185,
El Cristianos van al cielo; todos los demás al infierno 198). Todos los demás al infierno (3:196-197).
(Mateo 25:46). El juicio está basado en las obras de la
persona (5:9; 42:26; 8:29).
Iblis, un Jinn caído. Los Jinn no son ni
Un ángel caído que se opone a Dios en todas las
ángeles ni hombres, sino seres creados con
Diablo, El formas. Él busca destruir a la humanidad (Is
libre albedrío (voluntad). Los Jinn fueron
14:12-15; Ez 28:13-15).
creados del fuego (2:268; 114:1-6).
Dios es una Trinidad de personas: el Padre, el
Alá es el nombre del dios del Islam. Alá es
Hijo y el Espíritu Santo. La Trinidad no es tres
una persona, una estricta unidad. No hay otro
dioses en un solo dios ni tampoco es una persona
Dios dios en existencia. Él es el creador del
que toma tres formas. El trinitarismo es
universo (3:191), soberano sobre todo (6:61-
estrictamente monoteísta. No existe otro dios o
62).
dioses en existencia.
Espíritu La tercera persona de la Trinidad. El Espíritu El arcángel Gabriel que entregó las palabras
Santo, El Santo es Dios totalmente en naturaleza. del Corán a Mahoma.
El sacrificio de Cristo en la cruz (1ª Pedro 2:24) y
No existe obra expiatoria en el Islam. Su
a través del cual Su sangre se convierte en el
teología afirma que una sincera confesión de
Expiación sacrificio que aleja la ira de Dios (1ª Juan 2:2) del
pecado y arrepentimiento del pecador es
pecador cuando el pecador recibe (Juan 1:12) por
suficiente.
fe (Romanos 5:1), la obra de Cristo en la cruz.
Término usado para designar que Jesús en
Hijo de Dios, Literalmente, un hijo de Dios. Por lo tanto,
divino, aún cuando literalmente no es el Hijo de
El Jesús no puede ser el hijo de Alá.
Dios en un sentido material (Juan 5:18).
Hecho a imagen y semejanza de Dios (Génesis No es hecho a imagen de Alá (42:11). El
Hombre, El
1:26). Esto no significa que Dios tiene un cuerpo hombre es hecho del polvo de la tierra (23:12)
sino que el hombre es hecho como Dios en y Alá sopló aliento de vida en el hombre (32:9;
cuanto a habilidades (razón, entendimiento, etc.). 15:29).
El infierno es un lugar de castigo y tormento
eterno (14:17; 25:65; 39:26), en fuego (104:6-
Un lugar de tormento de fuego alejado de la
7) para aquellos que no son Musulmanes
Infierno, El presencia de Dios. No hay manera de escaparse
(3:131) así también como para aquellos que
del Infierno (Mateo 25:46).
sus obras y su fe no fueron suficientes (14:17;
25:65; 104:6-7).
Un profeta muy grande. Segundo después de
La segunda persona de la Trinidad. Él es la
Mahoma. Jesús no es el hijo de Alá (9:30) y
Jesús Palabra que fue hecha carne (Juan 1:1, 14). Él es
por lo tanto no es divino (5:17, 75)) y no fue
tanto Dios como hombre (Colosenses 2:9).
crucificado (4:157).
“En el principio era la Palabra, y la Palabra era
La orden de existencia de Alá de la cual
con Dios, y el Verbo era Dios…Y aquella Palabra
Palabra, La resultó en Jesús siendo formado en el vientre
se hizo carne, y habitó entre nosotros…” (Juan
de María.
1:1, 14).
Término usado para describir el efecto del pecado
de Adán sobre sus descendientes (Romanos No existe el pecado original. Todas las
Pecado 5:12-23). Específicamente, es nuestra herencia personas nacen sin pecado hasta que se
Original, El de una naturaleza pecadora debido a Adán y la rebelan contra Alá. El ser humano no tiene
cual es transmitida de los padres al hijo. Por una naturaleza pecadora.
naturaleza, somos hijos de ira (Efesios 2:3).
La resurrección corporal de todas las personas.
La resurrección corporal. Algunos irán all
La condenación para los no Cristianos y los
Resurrection paraíso, otros para el infierno (3:77; 15:25;
Cristianos que resucitarán para vida eterna (1ª
75:36-40; 22:6).
Corintios 15:50-58).
Un hombre no inspirado ni hecho a la imagen de El último y el más grande de todos los
Mahoma Alá. Nació en el año 570 en La Meca donde inició profetas de Alá, cuya obra, el Corán es la más
la religión Islámica. grande dentro del Islam.
Un regalo de Dios (Efesios 2:8-9) a la persona El perdón de pecados se obtiene por la gracia
que cree en Cristo y Su sacrificio en la cruz. Él es de Alá sin mediador. Los Musulmanes deben
nuestro mediador (1ª Timoteo 2:5). Ninguna obra creer que Alá existe, creer en las doctrinas
Salvación, La
hecha por el hombre es suficiente para merecer la fundamentales del Islam, creer que Mahoma
salvación ya que nuestras obras no son es el único profeta de Alá y seguir los
aceptables a Dios (Isaías 64:6). mandamientos dados en el Corán por Alá.
Un Dios en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu
Trinidad, La El Padre, Jesús y María.
Santo.
Los Cristianos estarán con el Señor en los cielos Hay una vida después de la muerte (75:12)
Vida eterna/ (Filipenses 1:21-24), en nuestros cuerpos experimentada para los Musulmanes fieles
Vida después resucitados (1ª Corintios 15:50-58). Los no como una vida ideal en el Paraíso (29:64) o el
de la muerte Cristianos serán arrojados al infierno para Infierno para aquellos que no son
siempre (Mateo 25:46). Musulmanes
CISMA DE ORIENTE
A pesar de estos logros, la cristiandad se vio profundamente afectada cuando en el año
1054, los obispos bizantinos negaron la autoridad del Papa provocando el llamado cisma
de Oriente., el cual hace referencia a un evento conflictivo de carácter religiosos en el
que se produjo la mutua separación y excomunión entre el máximo jerarca de la Iglesia
católica en Roma, el Papa u Obispo de Roma (junto con la cristiandad de occidente), y los
jerarcas eclesiásticos de la Iglesia ortodoxa (junto con la cristiandad de Oriente).
Desde entonces, el mundo cristiano europeo se dividió en dos: Oriente optó por la Iglesia
griega ortodoxa, mientras que Occidente se mantuvo fiel a la Iglesia católica romana.
En Occidente, la Iglesia se vinculó estrechamente a la sociedad feudal; la misma Iglesia
era un gran poder feudal, pues poseía la tercera parte de la propiedad territorial del
mundo católico y entre otras cosas, tenía derecho al diezmo, que era le décima parte de
las cosechas de toda la gente. Además, muchos miembros de la nobleza llegaron a ser
obispos. Ellos recibían su diócesis como concesiones de los reyes o de otros nobles y al
igual que cualquier otro señor feudal, disponían de feudos y de numerosos vasallos.
Como consecuencia de esto, la Iglesia se secularizó y sus costumbres se relajaron.

COMIENZO DEL CONFLICTO


Un precedente del Cisma tuvo lugar en el año 857, cuando el emperador
bizantino Miguel III, llamado el Beodo, y su ministro Bardas expulsaron de su sede en
Constantinopla al patriarca San Ignacio (conmemorado hoy en día como santo, tanto en
la Iglesia ortodoxa como en la Iglesia católica). Lo reemplazaron por un nuevo candidato
para dicho puesto, Focio, quien en seis días recibió todas las órdenes de la Iglesia. Focio
comenzó a entrar en desacuerdo con el Papa Nicolás y recibió la entronización.
Hay muchas perspectivas y opiniones referentes a la vida de dicho Obispo, tanto en pro
como en su contra. Para los que no le aprobaban en su primacía, fue descrito como "el
hombre más artero y sagaz de su época: hablaba como un santo y obraba como un
demonio"; en cuanto a su favor, fue reconocido como un "importante constructor de paz
de la época". Incluso el Papa Nicolás se refirió a él por sus "grandes virtudes y el
conocimiento universal". Poco tiempo antes de la muerte del Patriarca Ignacio, este
había abogado para que Focio fuera restituido como su sucesor después de su segundo
período, manifestando su alta estima y favor por este. Pero Focio fue destituido y
desterrado a un monasterio en el año 887. En todo caso, en su segundo período, obtuvo
el reconocimiento formal del mundo cristiano en un concilio convocado
en Constantinopla en noviembre de 879. Los legados del Papa Juan VIII asistieron,
dispuestos a reconocer a Focio como patriarca legítimo, una concesión por la que el Papa
fue muy censurado por la opinión latina.
En 1054, el Papa León IX quien, amenazado por los normandos, buscaba una alianza con
Bizancio, mandó una embajada a Constantinopla encabezada por su colaborador,
el cardenal Humberto de Silva Candida, y formada por los arzobispos Federico de
Lorena y Pedro de Amalfi. Los legados papales negaron, a su llegada a Constantinopla, el
título de ecuménico (autoridad suprema) al Patriarca Miguel I Cerulario y, además,
pusieron en duda la legitimidad de su elevación al patriarcado. El patriarca se negó
entonces a recibir a los legados. El cardenal respondió publicando su Diálogo entre un
romano y un constantinopolitano, en el que se burlaba de las costumbres griegas, y
abandonó la ciudad tras excomulgar a Cerulario mediante una bula que depositó el 16 de
julio de 1054 sobre el altar de la Iglesia de Santa Sofía. Pocos días después (24 de julio),
Cerulario respondió excomulgando al cardenal y a su séquito, y quemó públicamente la
bula romana, con lo que se inició el Cisma. Alegaba que, en el momento de la
excomunión, León IX había muerto y por lo tanto el acto excomunicatorio del cardenal de
Silva no habría tenido validez; añadía también que se excomulgaron individuos, no
Iglesias.
Existen múltiples conjeturas para definir dicha escisión, y una de ellas pretende suponer
que el cisma fue más bien resultado de un largo período de relaciones difíciles entre las
dos partes más importantes de la Iglesia universal: causas como las pretensiones de
suprema autoridad (el título de "ecuménico") del Papa de Roma y las exigencias de
autoridad del Patriarca de Constantinopla.
El hecho más resaltado fue que el Obispo de Roma reclamaba autoridad sobre toda la
cristiandad, incluyendo a los cuatro Patriarcas más importantes de Oriente. Este tema
lleva a interpretaciones contradictorias sobre lo que viene a ser "la sagrada tradición
apostólica" y "las santas escrituras": los Patriarcas y primados, en comunión plena con
estos, alegaban que el Obispo de Roma solo podía ser un "primero entre sus iguales" o
"Primus inter pares", dejando a la voluntad de Jesucristo la primacía infalible en toda la
Iglesia y negaban toda estructura piramidal sobre las Iglesias hermanas. Por su parte,
varios de los Papas contemporáneos a dicha fecha, pretendían sostener sus preceptos
religiosos, por ejemplo, en los escritos del obispo Ireneo de Lyon (santo padre
apostólico), el cual decía que "es necesario que cualquier Iglesia esté en armonía con la
Iglesia hermana, por considerarla depositaria primigenia de la Tradición apostólica".
Dichos pontífices interpretarían como dicha "Iglesia hermana" a Roma en su caso.
El Gran Cisma también tuvo gran influencia en las variaciones de las prácticas litúrgicas
(calendarios y santorales distintos) y en las disputas sobre las jurisdicciones episcopales y
patriarcales.
El Papado y la dinastía carolingia
En el 739, el pontífice Gregorio III promueve las negociaciones para dar lugar a una
alianza con Carlos Martel, un franco que une su suerte y la de sus descendientes al
Pontificado durante más de un siglo cuando en el 732 derrote a los musulmanes en la
Batalla de Poitiers* (Batalla de Tours) acontecimiento de gran importancia histórica, al
haber impedido la invasión de Europa por parte de los musulmanes y preservado el
cristianismo como la fe dominante durante un periodo en el que el islam estaba
sometiendo gran parte de los territorios del Imperio romano de Oriente y había acabado
por conquistar al Imperio persa sasánida, Esta victoria ha sido interpretada como el fin de
la expansión islámica en Occidente.
*La Batalla de Poitiers
Carlos Martel situó a su ejército en un lugar por donde esperaba que pasara el
ejército musulmán, en una posición defensiva. Es posible que su infantería conjuntada,
armada con espadas, lanzas y escudos, presentara una formación del tipo falange. Según
las fuentes árabes, se dispusieron formando un gran cuadro. Ciertamente, dada la
disparidad entre los dos ejércitos —los francos eran casi todos soldados de infantería, en
tanto que los musulmanes eran tropa de caballería, ocasionalmente con armadura—,
Carlos Martel desarrolló una batalla defensiva muy brillante.

Durante seis días, los dos ejércitos se vigilaron con sólo escaramuzas menores. Ninguno
de los dos quería atacar. Los francos estaban bien equipados para el frío y tenían la
ventaja del terreno. Los árabes no estaban tan bien preparados para el frío, pero no
querían atacar al ejército franco. La batalla empezó el séptimo día, puesto que al-Gafiki
no quería posponer la batalla indefinidamente.

Al-Gafiki confió en la superioridad táctica de su caballería, y la hizo cargar repetidamente.


Sin embargo, esta vez la fe de los musulmanes en su caballería, armada con sus lanzas
largas y espadas, que les había dado la victoria en batallas anteriores, no estaba
justificada. En una de las raras ocasiones en las que la infantería medieval resistió cargas
de caballería, los disciplinados soldados francos resistieron los asaltos, pese a que, según
fuentes árabes, la caballería árabe consiguió romper varias veces el exterior del cuadro
franco. Pero a pesar de esto, la fuerza franca no se rompió.

Según una fuente franca, la batalla duró un día —según las fuentes árabes, dos. Cuando
se extendió entre el ejército árabe el rumor de que la caballería franca amenazaba el
botín que habían tomado en Burdeos, muchos de ellos volvieron a su campamento. Esto le
pareció al resto del ejército musulmán una retirada en toda regla, y pronto lo fue.
Mientras intentaba frenar la retirada, al-Gafiki fue rodeado y finalmente muerto. En lo
que fue la carga definitiva de la caballería del Duque Odón, que aguardaba oculta en los
bosques al norte de la posición del cuadro de Carlos Martel, resultando un movimiento
envolvente a la manera de los ejércitos francos, como si de un martillo contra un yunque
se tratara, acabando con toda posibilidad de reagruparse del ejército enemigo. Los
musulmanes supervivientes regresaron a su campamento.

Al día siguiente, cuando los musulmanes abandonaron la batalla, los francos temieron
una emboscada. Sólo tras un reconocimiento exhaustivo del campamento musulmán por
parte de los soldados francos se descubrió que los musulmanes se habían retirado
durante la noche.

CRUZADAS
Las cruzadas fueron una serie de campañas militares impulsadas por el papa y llevadas a
cabo por gran parte de la Europa latina cristiana, principalmente por la Francia de los
Capetos y el Sacro Imperio Romano. Las cruzadas, con el objetivo específico inicial de
restablecer el control apostólico romano sobre Tierra Santa, se libraron durante un
período de casi doscientos años, entre 1096 y 1291. Más adelante, otras campañas en
España y Europa Oriental, de las que algunas no vieron su final hasta el siglo XV,
recibieron la misma calificación. Las cruzadas fueron sostenidas principalmente contra los
musulmanes, aunque también contra los eslavos paganos, judíos, cristianos ortodoxos
griegos y rusos, mongoles, cátaros, husitas, valdense, prusianos y contra enemigos
políticos de los papas. Los cruzados tomaban votos y se les concedía indulgencia por los
pecados del pasado.
Acerca de los motivos:
Las cruzadas fueron expediciones emprendidas en cumplimiento de un solemne voto
para liberar los Lugares Santos de la dominación musulmana. Se iniciaron en 1095,
cuando el emperador bizantino Alejo I solicitó protección para los cristianos de oriente al
papa Urbano II, quien en el concilio de Clermont inició la predicación de la cruzada. Al
terminar su alocución con la frase del Evangelio «renuncia a ti mismo, toma tu cruz, y
sígueme» (Mateo 16:24), la multitud, entusiasmada, manifestó ruidosamente su
aprobación con el grito Deus lo vult, o Dios lo quiere.

PRIMERA CRUZADA
Gregorio VII fue uno de los papas que más abiertamente apoyó la cruzada contra el islam
en la península ibérica13 y quien, a la vista de los éxitos conseguidos, concibió utilizarla
en Asia Menor para proteger a Bizancio de las invasiones turcomanas.14
Su sucesor, Urbano II, fue quien la puso en práctica. El llamamiento formal tuvo lugar en
el penúltimo día del Concilio de Clermont (Francia), el martes 27 de noviembre de 1095.
En una sesión pública extraordinaria celebrada fuera de la catedral, el papa se dirigió a la
multitud de religiosos y laicos congregados para comunicarles una noticia muy especial.
Haciendo gala de sus dotes de orador, expuso la necesidad de que los cristianos de
Occidente se comprometieran a una guerra santa contra los turcos, que estaban
ejerciendo violencia sobre los reinos cristianos de Oriente y maltratando a los peregrinos
que iban a Jerusalén. Prometió remisión de los pecados para quienes acudieran, una
misión a la altura de las exigencias de Dios y una alternativa esperanzadora para la
desgraciada y pecaminosa vida terrenal que llevaban. Deberían estar listos para partir al
verano siguiente y contarían con la guía divina. La multitud respondió apasionadamente
con gritos de Deus lo vult ('¡Dios lo quiere!') y un gran número de los presentes se
arrodillaron ante el papa solicitando su bendición para unirse a la sagrada campaña… La
primera cruzada (1095-1099) había comenzado.
La predicación de Urbano II puso en marcha en primer lugar a multitud de gente humilde,
dirigida por el predicador Pedro de Amiens el Ermitaño y algunos caballeros franceses.
Este grupo formó la llamada cruzada popular, cruzada de los pobres o cruzada de Pedro
el Ermitaño. De forma desorganizada se dirigieron hacia Oriente, provocando matanzas
de judíos a su paso. En marzo de 1096 los ejércitos del rey Colomán de Hungría (sobrino
del recientemente fallecido rey Ladislao I de Hungría) repelerían a los caballeros
franceses de Valter Gauthier quienes entraron en territorio húngaro causando
numerosos robos y matanzas en las cercanías de la ciudad de Zimony. Posteriormente
entraría el ejército de Pedro de Amiens, el cual sería escoltado por las fuerzas húngaras
de Colomán. Sin embargo, luego de que los cruzados de Amiens atacasen a los soldados
escoltas y matasen a cerca de 4000 húngaros, los ejércitos del rey Colomán mantendrían
una actitud hostil contra los cruzados que atravesaban el reino vía Bizancio.

La cruzada de los príncipes


Mucho más organizada fue la llamada cruzada de los Príncipes (denominada
habitualmente en la historiografía como la primera cruzada) cerca de agosto de 1096,
formada por una serie de contingentes armados procedentes principalmente de Francia,
Países Bajos y el reino normando de Sicilia. Estos grupos iban dirigidos por segundones de
la nobleza, como Godofredo de Bouillón, Raimundo de Tolosa y Bohemundo de Tarento.

Durante su estancia en Constantinopla, estos jefes juraron devolver al Imperio Bizantino


aquellos territorios perdidos frente a los turcos. Desde Bizancio se dirigieron hacia Siria
atravesando el territorio selyúcida, donde consiguieron una serie de sorprendentes
victorias. Ya en Siria, pusieron sitio a Antioquía, que conquistaron tras un asedio de siete
meses. Sin embargo, no la devolvieron al Imperio Bizantino, sino que Bohemundo la
retuvo para sí creando el Principado de Antioquía.

Con esta conquista finalizó la primera cruzada, y muchos cruzados retornaron a sus
países. El resto se quedó para consolidar la posesión de los territorios recién
conquistados. Junto al Reino de Jerusalén (dirigido inicialmente por Godofredo de
Bouillón, que tomó el título de Defensor del Santo Sepulcro) y al principado de Antioquía,
se crearon además los condados de Edesa (actual Urfa, en Turquía) y Trípoli (en el actual
Líbano).

Tras estos éxitos iniciales se produjo una oleada de nuevos combatientes que formaron la
llamada cruzada de 1101. Sin embargo, esta expedición, dividida en tres grupos, fue
derrotada por los turcos cuando intentaron atravesar Anatolia. Este desastre apagó los
espíritus cruzados durante algunos años.

SEGUNDA CRUZADA
Gracias a la división de los Estados musulmanes, los Estados latinos (o francos, como eran
conocidos por los árabes), consiguieron establecerse y perdurar. Los dos primeros reyes de
Jerusalén, Balduino I y Balduino II fueron gobernantes capaces de expandir su reino a toda la
zona situada entre el Mediterráneo y el Jordán, e incluso más allá. Rápidamente, se adaptaron al
cambiante sistema de alianzas locales y llegaron a combatir junto a estados musulmanes en
contra de enemigos que, además de musulmanes, contaban entre sus filas con guerreros
cristianos.

Sin embargo, a medida que el espíritu de cruzada iba decayendo entre los francos, cada vez más
cómodos en su nuevo estilo de vida, entre los musulmanes iba creciendo el espíritu de yihad o
guerra santa agitado por los predicadores contra sus impíos gobernantes, capaces de tolerar la
presencia cristiana en Jerusalén e incluso de aliarse con sus reyes. Este sentimiento fue
explotado por una serie de caudillos que consiguieron unificar los distintos estados musulmanes
y lanzarse a la conquista de los reinos cristianos.

El primero de estos fue Zengi, gobernador de Mosul y de Alepo, que en 1144 conquistó Edesa,
liquidando el primero de los Estados francos. Como respuesta a esta conquista, que puso de
manifiesto la debilidad de los Estados cruzados, el papa Eugenio III, a través de Bernardo, abad
de Claraval (famoso predicador, autor de la regla de los templarios) predicó en diciembre de
1145 la segunda cruzada.

A diferencia de la primera, en esta participaron reyes de la cristiandad, encabezados por Luis VII
de Francia (acompañado de su esposa, Leonor de Aquitania) y por el emperador germánico
Conrado III. Los desacuerdos entre franceses y alemanes, así como con los bizantinos, fueron
constantes en toda la expedición. Cuando ambos reyes llegaron a Tierra Santa (por separado)
decidieron que Edesa era un objetivo poco importante y marcharon hacia Jerusalén. Desde allí,
para desesperación del rey Balduino III, en lugar de enfrentarse a Nur al-Din (hijo y sucesor de
Zengi), eligieron atacar Damasco, estado independiente y aliado del rey de Jerusalén.

La expedición fue un fracaso, ya que tras solo una semana de asedio infructuoso, los ejércitos
cruzados se retiraron y volvieron a sus países. Con este ataque inútil consiguieron que Damasco
cayera en manos de Nur al-Din, que progresivamente iba cercando los Estados francos. Más
tarde, el ataque de Balduino II a Egipto iba a provocar la intervención de Nur al-Din en la
frontera sur del reino de Jerusalén, preparando el camino para el fin del reino y la convocatoria
de la tercera cruzada.

TERCERA CRUZADA
La tercera cruzada (1187-1191), también conocida como la Cruzada de los Reyes, fue un intento
de los líderes europeos para reconquistar la Tierra Santa de manos de Salah ad-Din Yusuf ibn
Ayyub, conocido en español como Saladino. Fue un éxito parcial, pero no llegó a su objetivo
último: la conquista de Jerusalén.

Tras el fracaso de la segunda cruzada, la dinastía Zengida controló una Siria unida y
comprometida en un conflicto con los gobernantes fatimíes de Egipto, que finalmente dio lugar
a la unificación de las fuerzas egipcias y sirias bajo el mando de Saladino, que los empleó para
reducir la presencia cristiana en Tierra Santa y recuperar Jerusalén en 1187. Estimulado por el
celo religioso, Enrique II de Inglaterra y Felipe II de Francia pusieron fin a su conflicto para llevar
una nueva cruzada, aunque la muerte de Enrique en 1189 dejó a los ingleses bajo el gobierno de
Ricardo Corazón de León en su lugar. El emperador del Sacro Imperio Romano Germánico
Federico Barbarroja respondió a la llamada a las armas y dirigió un ejército poderoso a través de
Anatolia, pero se ahogó antes de llegar a la Tierra Santa. Muchos de sus soldados desanimados
volvieron a sus casas.

Después de expulsar a los musulmanes de Acre, el sucesor de Federico, Leopoldo V "el


Virtuoso", y Felipe salieron de Tierra Santa en agosto de 1191. Saladino no pudo derrotar a
Ricardo en ningún enfrentamiento militar, que aseguró varias ciudades costeras más
importantes. Sin embargo, el 2 de septiembre de 1192, Ricardo firmó un tratado con Saladino
por el cual Jerusalén permanecería bajo control musulmán, pero también se permitiría a los
peregrinos cristianos visitar la ciudad. Ricardo salió de Tierra Santa el 9 de octubre. Los éxitos de
la tercera cruzada permitirían a los cruzados mantener un reino considerable con su sede en
Chipre y la costa de Siria. Sin embargo, su incapacidad para recuperar Jerusalén daría lugar a la
petición de una cuarta cruzada seis años más tarde.
CUARTA CRUZADA
La cuarta cruzada (1202-1204) fue una expedición militar organizada como una cruzada para
reconquistar Tierra Santa, pero que varió su rumbo, terminando con la conquista y el saqueo de
Constantinopla, capital del Imperio bizantino, que pasó a llamarse entonces Imperium
Romaniae.
Tras atacar sin éxito las ciudades de Calcedonia y Crisópolis, en la costa asiática del Bósforo, el
ejército cruzado desembarcó en Gálata, al otro lado del Cuerno de Oro. Sus primeros intentos
de conquistar Constantinopla no tuvieron fruto, pero el 17 de julio los venecianos lograron abrir
una brecha en las murallas. Creyendo inminente la caída de la ciudad, el emperador Alejo III
decidió huir, llevándose consigo a su hija favorita y una bolsa llena de piedras preciosas, y se
refugió en la ciudad tracia de Mosinópolis. Los dignatarios imperiales, para resolver la situación,
sacaron de la cárcel al depuesto emperador Isaac II Ángelo, padre de Alejo, y lo restauraron en
el trono. Tras unos días de negociaciones, llegaron a un acuerdo con los cruzados por el cual
Isaac y Alejo serían nombrados coemperadores. Alejo IV fue coronado el 1 de agosto de 1203 en
la iglesia de Santa Sofía.

Para intentar cumplir las promesas que había hecho a venecianos y cruzados, Alejo se vio
obligado a recaudar nuevos impuestos. Se había comprometido también a conseguir que el
clero ortodoxo aceptase la supremacía de Roma y adoptase el rito latino, pero se encontró con
una fuerte resistencia. Confiscó algunos objetos eclesiásticos de plata para pagar a los
venecianos, pero no era suficiente. Durante el resto del año 1203, la situación fue volviéndose
más y más tensa: por un lado, los cruzados estaban impacientes por ver cumplidas las promesas
de Alejo; por otro, sus súbditos estaban cada vez más descontentos con el nuevo emperador. A
esto se unían los frecuentes enfrentamientos callejeros entre cruzados y bizantinos.

El yerno de Alejo III, también llamado Alejo, se convirtió en el cabecilla de los descontentos y
organizó, en enero de 1204, un tumulto que no tuvo consecuencias. En febrero, los cruzados
dieron un ultimátum a Alejo IV, quien se confesó impotente para cumplir sus promesas. Estalló
una sublevación que, tras algunas vicisitudes, entronizó a Alejo V Ducas. Alejo IV fue
estrangulado en una mazmorra, y su padre Isaac II murió poco después en prisión.

Luego de estas cruzadas se desarrollaron otras 5 posteriormente pero recibieron la


denominación de Cruzadas Menores en comparación a las que las precedieron.

LA INQUISICIÓN

El término Inquisición o Santa Inquisición hace alusión a varias instituciones dedicadas a la


supresión de la herejía mayoritariamente en el seno de la Iglesia católica. La herejía en la era
medieval europea muchas veces se castigaba con la pena de muerte y de esta se derivan todas
las demás.
La Inquisición medieval se fundó en 1184 en la zona de Languedoc (en el sur de Francia) para
combatir la herejía de los cátaros o albigenses. En 1249 se implantó también en el reino de
Aragón, siendo la primera Inquisición estatal; y en la Edad Moderna, con la unión
de Aragón con Castilla, se extendió a ésta con el nombre de Inquisición española (1478-1821)
bajo control directo de la monarquía hispánica, cuyo ámbito de acción se extendió después a los
territorios colonizados en lo que se denominaría América, la Inquisición portuguesa (1536-1821)
y la Inquisición romana (1542-1965). Sus víctimas eran seres humanos, e incluso animales,
acusados de brujeria, los homosexuales, los blasfemos, los herejes (cristianos que niegan
algunos de los dogmas instituidos por la Iglesia romana) y los acusados de judaizar en secreto.
Para lograr información los inquisidores torturaban a los acusados; los castigos variaban según
el pecado: desde pasear a lomo de un burro con una soga en el cuello y un gorro puntiagudo
llamado sambenito hasta ser quemado en la hoguera.
Aunque en los países de mayoría protestante también hubo persecuciones, en este caso contra
católicos, contra reformadores radicales como los anabaptistas y contra supuestos practicantes
de brujería, los tribunales se constituían en el marco del poder real o local, generalmente
adecuado para cada caso concreto y no constituyeron una institución específica.

Primeros Indicios
La represión sangrienta de la herejía no arranca de los Pontífices, sino de los príncipes seculares;
no del Derecho canónico, sino del civil.
Un emperador pagano, es el primero que ataca la herejía y se le puede considerar como el
iniciador de la Inquisición. Diocleciano, así como perseguidor sañudamente a los discípulos de
Cristo, del mismo modo trató de exterminar a los maniqueos con un decreto del año 287,
registrado en el Código teodosiano, según el cual "los jefes serán quemados con sus libros; los
discípulos serán condenados a muerte o a trabajos forzados en minas". Este decreto lo agravará
en cierto modo Justiniano, al decretar, en 487 o 510, pena de muerte contra todo maniqueo
donde quiera que se le encuentre, siendo así que el Código teodosiano tan sólo condenaba al
ostracismo.
Constantino el Grande les confisco los bienes a los donatistas y los condenó al destierro en 316;
al hereje Arrio y a los obispos que rehusaron suscribir el símbolo de Nicea los desterró. El gran
Teodosio amenazó con castigos a todos los herejes en el 380, prohibió sus conventículos en el
381, quitó a los apolinaristas en 388, a los eunomianos y maniqueos en el 389, el derecho de
heredar e impuso la pena capital a los encratitas y a otros herejes en el 382, leyes confirmadas
por Arcadio en el 395, por Honorio en 407, por Valentiniano III en el 428, a las que Teodosio II,
Marciano y Justiniano I añadieron otras, declarando infames a los herejes y condenándolos al
destierro, privación de los derechos civiles y confiscar sus bienes.
Los emperadores bizantinos del siglo IX dictaron severísimas leyes contra los paulicianos; y Alejo
Comneno al fin de su reinado, mandó buscar al jefe de los bogomilos, Basilio, y a sus secuaces;
muchos de éstos fueron encarcelados y aquél quemado en la hoguera.
En Occidente, tal vez porque no surgieron sectas de tipo popular y sedicioso hasta el siglo XI, no
tuvieron que padecer mucho los herejes.
Justificación de la Inquisición
Según Villoslada, los príncipes y reyes vivían profundamente la fe religiosa de sus pueblos, los
cuales no toleraban la disensión en lo más sagrado y fundamental de sus creencias. Y esto no se
atribuye a fanatismo propio y exclusivo de la Edad Media.
Todos los pueblos de la tierra, mientras han tenido fe y religión, antes de ser victimas del
escepticismo o del indiferentismo, igual en Atenas que en Roma, en las tribus bárbaras que en
los grandes imperios asiáticos, han dictado la pena de muerte contra aquellos que blasfeman de
Dios y rechazan el culto legítimo.
Algunos cronistas medievales refieren muchos casos en que el pueblo exigía la muerte del
hereje y no toleraba que las autoridades, por ejemplo aquel que cuenta Guillermo Norgent:
descubiertos en Soissons en 1114 algunos herejes, y no sabiendo qué hacer el obispo Lisardo de
Chálons, dirigiéndose en busca de consejo al concilio de Beauvais; en su ausencia asaltó el
pueblo la cárcel y, "clericales veneres mollitiem", sacó fuera de la ciudad a los herejes detenidos
y los abrasó entre las llamas
LA REFORMA PROTESTANTE
Se conoce como Reforma protestante, o simplemente la Reforma, al movimiento
religioso cristiano, iniciado en Alemania en el siglo XVI por Martín Lutero, que llevó a un
cisma de la Iglesia católica para dar origen a numerosas iglesias agrupadas bajo la
denominación de protestantismo.

La Reforma tuvo su origen en las críticas y propuestas con las que diversos religiosos,
pensadores y políticos europeos buscaron provocar un cambio profundo y generalizado
en los usos y costumbres de la Iglesia católica, además de negar la jurisdicción del papa
sobre toda la cristiandad. El movimiento recibirá posteriormente el nombre de Reforma
protestante, por su intención inicial de reformar el catolicismo con el fin de retornar a un
cristianismo primitivo, y la importancia que tuvo la Protesta de Espira, presentada por
algunos príncipes y ciudades alemanas en 1529 contra un edicto del Emperador Carlos V
tendiente a derogar la tolerancia religiosa que había sido anteriormente concedida a los
principados alemanes.

Este movimiento hundía sus raíces en elementos de la tradición católica medieval, como
el de los Alumbrados y la reforma del Cardenal Cisneros en España,1 y también el
movimiento de la Devoción moderna en Alemania y los Países Bajos, que era una piedad
laica antieclesiástica y centrada en Cristo. Además, la segunda generación del humanismo
la siguió en gran medida. Comenzó con la predicación del sacerdote agustino Martín
Lutero, que revisó la doctrina de la Iglesia católica según el criterio de su conformidad a
las Sagradas Escrituras. En particular, rechazó la teología sacramental católica, que, según
Lutero, permitía y justificaba prácticas como la «venta de indulgencias», un secuestro del
Evangelio, el cual debía ser predicado libremente, y no vendido.

La Reforma protestante dependió del apoyo político de algunos príncipes y monarcas


para poder formar Iglesias cristianas de ámbito estatal (posteriormente Iglesias
nacionales). Los principales exponentes de la Reforma protestante fueron Martín Lutero
y Juan Calvino.

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