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Las personas que observasen peligro de destrucción o deterioro de un bien integrante del
Patrimonio Cultural de Cantabria deberán, en el menor tiempo que les fuera posible,
ponerlo en conocimiento de la Comunidad Autónoma de Cantabria, que comprobará el
objeto de la denuncia y actuará con arreglo a lo dispuesto en esta Ley.
2) las paredes del edificio sirven para albergar numerosas pintadas y rayones que desvirtúan
por completo el sitio histórico. Pintadas de gran extensión han terminado por sumir los
grabados navales en la última fase antes de su completa desaparición, la cual se hará
finalmente efectiva cuando la techumbre se desplome o en cualquier momento en que alguien
decida seguir atentando con más pintadas o agresiones físicas. Este ciudadano considera
extremadamente grave, con la Ley de Patrimonio en la mano, que los grabados navales de
incalculable valor queden sepultados bajo multitud de pintadas. Justo debajo de una pintada
de dos metros de longitud que reza "Comeme el chichi", encontramos la mayor concentración
de grabdos históricos. Es una tristísima metáfora (muy real) de lo que estamos consintiendo
en la Batería de la Cueva. Resulta que nadie se ha preocupado de dar a conocer los grabados.
Resulta que promocionamos intensamente inmuebles como éste, sin embargo la realidad da
un golpe a los sentidos brutal al que se atreva a asomarse al lugar formalmente protegido.
3) vertedero, envases de todo tipo adornan el interior del alojamiento. También citamos la
presencia de vertidos voluminosos en las áreas removidas por las excavadoras siguiendo
órdenes del titular en 2001. Para recomponer los efectos del ataque de la maquinaria pesada
se emplearon vertidos de todo tipo. La zona está actualmente cubierta de maleza. Cuando el
ayuntamiento realiza labores de desbroce para realzar, no la Batería de la Cueva, sino la
adyacente zona de barbacoas, en el lugar asoma un vasto vertedero compuesto por objetos
voluminosos de todo pelaje: neumáticos, cajas de madera, hierros, un depósito de gasolina de
camión, bolsas y envases fundidos con la cubierta de tierra, etc. Muchos de estos restos
corresponden a la ocupación agropecuaria que padeció la fortificación hasta los años ochenta
del siglo pasado. Dichos restos asoman entre la vegetación y componen un panorama
difícilmente comprensible en un bien de tal consideración y protección legal, lo cual, dicho
sea de paso, no sorprende una vez tenido en cuenta el resto de situaciones y realidades aquí
descritas.
Los referidos usos sociales y el abandono absoluto por parte del titular y las
administraciones responsables de proteger, defender y realzar el inmueble terminan por
explicar el estado de ruina. De las tres estancias del edificio compartimentado sólo una
cuenta con una porción de techumbre. El suelo de las otras dos es una montonera de techos
desplomados, vegetación que hace años nadie elimina y abundante inmundicia en constante
aumento (sobre todo envases, papel higiénico y excrementos). La techumbre de la estancia
central se ha venido abajo en parte. El resto es un techo formado por ladrillos que presenta
considerables grietas en todas sus secciones. Hago notar que estos ladrillos se sostienen sobre
los mencionados raíles de tren adquiridos en 1864, no obstante, sólo uno de los tramos de
hierro alcanza de una pared a la opuesta. Todos los demás se hallan en proceso avanzado de
oxidación y lucen grandes agujeros, o bien sólo suponen un mínimo recuerdo del raíl original.
No sostienen la techumbre, más bien están adheridos a ella. Hago notar que el riesgo de
colapso puede perfectamente sobrevenir cuando un ciudadano se encuentre defecando en el
interior. No pretendo crear una imagen tristemente cómica. Este ciudadano certifica (y los
incontables excrementos dan fe de ello) que gran parte de las personas que se adentran en el
edificio simplemente buscan un lugar cobijado en el que defecar con sosiego.
El tramo superviviente de techo va a desplomarse, si nadie lo evita, en fechas
próximas, extremo éste que se hace bien patente a ojos de cualquier visitante.
He de denunciar finalmente que el titular de la fortificación, Centro Penitenciario El
Dueso, ha efectuado una serie de labores en respuesta a la aparición en el Diario Montañés de
la información facilitada por este ciudadano en relación a la primera denuncia interpuesta.
Afortunadamente el titular instaló una cadena que ha impedido el paso a vehículos durante
todo el verano (eso significa que se le han quitado al inmueble decenas de coches y
furgonetas cada día). Por desgracia, las demás acciones del titular no han sido tan acertadas.
Por un lado, se han colocado dos carteles de peligro en la fachada del alojamiento, medida
que dudosamente puede impedir el colapso del techo y simplemente responde, a mi entender,
a un intento de salir del paso ante la repercusión mediática. La otra medida directamente es
ilegal. El acceso peatonal desde la zona de barbacoas se quiso cortar con "piedras".
Finalmente se amontonaron unas cuantas a modo de barrera, lo cual obviamente no ha
impedido el paso de nadie y ha permitido que la gente siga accediendo a su retrete
patrimonial. Si digo que esta medida es ilegal es porque esas "piedras" corresponden al
yacimiento arqueológico. Como sabrán, la medida se ejecutó sin el permiso preceptivo (art.
129e). Este ciudadano se sorprende de que el listado de infracciones leves, graves y muy
graves que concurren en la Batería de la Cueva no haya motivado aún la acción de los
organismos competentes. Deseo ceñirme literalmente al art. 9.1 que cité al comienzo de esta
denuncia. Es decir, ser un ciudadano preocupado por el patrimonio que con urgencia pone en
conocimiento de la administración autonómica el grave deterioro que sufre el patrimonio de
todos. Pido respeto al texto legal. No deseo llegar a la conclusión de que los organismos
encargados de proteger el patrimonio no actúan si no es con medios de comunicación y ruido
de por medio. Ruego encarecidamente que se respete, tanto la Ley de Patrimonio, como la
buena intención del ciudadano. Lo contrario será una lamentable demostración de que el
patrimonio no interesa siquiera a los garantes de su conservación. De cualquiera de las
maneras, mantengo mi buena fe hasta que se haga insostenible ante la falta de respuesta.
Llegado ese caso, el ciudadano recurrirá a medios de comunicación nacionales y regionales y
se reserva todo tipo de acción que haga bien visible la vergüenza que supone consentir en
silencio que un bien como la Batería de la Cueva esté al límite de la ruina y lleve décadas en
situación de total abandono. No es aceptable que en los últimos diez años, mientras el edificio
ha ido muriéndose imparablemente, las administraciones responsables hayan llevado a cabo
dos acciones: 1 intentar su demolición con maquinaria pesada y 2 colocar un cartel impecable
que no hace más que amplificar la vergüenza. En función de la respuesta obtenida, acudiré a
tribunales, medios de comunicación, Defensor del Pueblo y organismos europeos.
nota: con fecha 19-9-2010 compruebo que la cadena que el titular instaló en junio de este año
(la cual ha impedido el aparcamiento sobre el espacio de la batería, sus rampas y plataforma,
de centenares de vehículos a lo largo de todo el verano) ha desaparecido. Hoy mismo
compruebo que la cadena ha sido retirada y los primeros vehículos vuelven a utilizar esta
muestra patrimonial como aparcamiento. Lo cierto es que debe ser todo un lujo aparcar el
coche y la furgoneta sobre estas piedras, habida cuenta de que el sitio ofrece un mirador
incomparable sobre la playa de Berria, si bien este ciudadano desea reclamar contundencia en
la protección de la fortificación. No es un aparcamiento, no es un retrete, no es un vertedero.
Debiera estar de más mencionar estas obviedades, sin embargo se hace urgente e
imprescindible decirlo.
SOLICITO
el cumplimiento del artículo 9.1 de la Ley de Patrimonio Cultural de Cantabria, que la
Comunidad Autónoma de Cantabria compruebe el objeto de la denuncia y actúe con arreglo a
lo dispuesto en esta Ley. Que los técnicos de los que el Gobierno de Cantabria dispone se
personen y efectúen el preceptivo informe. Que se abra expediente sancionador contra el
titular y contra la administración local en respuesta a la total desatención de sus obligaciones
con el inmueble. Que se ponga remedio con carácter de urgencia al inminente colapso. Que
con el mismo carácter de urgencia se protejan los grabados navales y no se sigan
consintiendo pintadas y demás usos incompatibles con el más básico respeto a la ley y la
conservación del patrimonio. Que se impida el acceso de vehículos de manera permanente.
Es inevitable que la fortificación esté expuesta a temporales y al paso del tiempo, pero es
imprescindible que quede protegida de la agresión diaria debida a la mano del hombre y que
los responsables de su protección recuerden que la batería existe y muestren de una vez
voluntad de cumplir la ley.
Deseo llamar la atención sobre la inconveniencia de efectuar una hipotética futura
restauración que no tuviese en cuenta ni los grabados, ni las características esenciales del
edificio. Es deseable una protección y cuidado que detenga el lamentable estado actual, sin
embargo, tal como explicita la Ley de Patrimonio Cultural de Cantabria, la Batería de la
Cueva bien haría en preservarse de toda intervención exagerada que termine por borrar la
esencia del edificio casi tanto como lo puede borrar el cercano colapso y el abandono y
desidia de décadas. Toda intervención futura debiera ser contenida y equilibrada, también
abierta a ideas. Lejos de ello, el proyecto presentado en 2009 por las autoridades locales
(creación de un centro orientado a explicar proyectos de energía de las olas) no hace mención
a los grabados militares. De acuerdo a la ley y a lo que este ciudadano entiende por sentido
común, no desearía que nuevamente el patrimonio histórico de Santoña termine
desvirtuándose a base de muros de sillería aislados térmicamente por una capa de cuatro
centímetros de espesor, por citar un ejemplo gráfico y real acaecido en el Monumento y B.I.C
de la Batería Alta de San Martín. Aparte del valor que reconoce la ley, la Batería de la Cueva,
y lo mismo se extiende a las demás fortificaciones contenidas en el Monte Buciero, cuenta
con un impacto poderoso e inmediato que conmueve al visitante. Sus piedras son la historia
misma. El entorno, las rampas de acceso, la plataforma destinada a albergar cuatro cañones,
los grabados navales, los restos de sillería del Fuerte Imperial sobre la playa, todo el
conjunto, en definitiva, merece una respuesta urgente y tajante. Este ciudadano ha cumplido
su parte. Pese a los meses transcurridos desde la interposición de la primera denuncia, nada
ha sucedido. Nada más que una tímida respuesta por parte del titular que precisamente
incumple la ley y ha dañado el yacimiento arqueológico sin ningún tipo de persmiso, ni
miramiento, ni sensibilidad. La realidad de la Batería de la Cueva demanda una actuación
urgente y una respuesta seria y responsable que voy a reclamar por todos los medios. Espero
encarecidamente su actuación.
Dar a conocer realmente la batería a los ciudadanos, locales y visitantes, redundaría
en su preservación futura. Responder a las situaciones aquí denunciadas redundaría en
beneficio de un patrimonio singular que concentra un pedazo aún vivo de historía.
Ruego, como digo, una intervención de emergencia que detenga tanto los usos
sociales que se le vienen aplicando a la batería como el colapso. Que se realice una notable
llamada de atención a ciudadanos y autoridades sobre la importancia de un lugar que a fecha
de hoy sigue sumido en el desconocimiento y en un proceso destructivo que se acepta con
normalidad. Que se preserve con inmediatez a la fortificación de más agresiones vergonzosas.
Ya que no contamos la historia a ningún visitante, ya que el inmueble sólo sirve para ser
promocionado dentro del Parque Cultural Monte Buciero, mientras permitimos que esté
plagado de excrementos y la ruina continúe, solicito con toda la firmeza posible que ustedes
fijen su atención en la Batería de la Cueva.