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el mundialismo
moderno
Carlo Terracciano
“...Y aunque no se verifique la catástrofe temida por algunos en relación al
uso de las armas atómicas, al cumplirse tal destino, toda esta civilización de
titanes, de metrópolis de acero, cristal y cemento, de masas pululantes, de álge-
bras y máquinas que encadenan las fuerzas de la materia, de los dominadores
de los cielos y los océanos, aparecerá como un mundo que oscila de su órbita
para perderse definitivamente en los espacios, donde ya no vea más ninguna
luz, fuera de aquella que produce la aceleración de su propia caducidad...”
En Alemania, Hitler, recién nombrado Canciller del Reich, se apresta a gestar las
bases de una renovada potencia alemana mitteleuropea, dispuesta a conseguir
ese “Lebensraum” necesario, aun a costa de incendiar de nuevo el continente,
esa Europa que todavía representaba, geopolíticamente hablando, el motor de la
política mundial.
Al este, el “Hombre de Acero”, Stalin, liquidaba, purga tras purga, los residuos
cosmopolitas de una revolución trotskista que había intentado utilizar el Impe-
rio Ruso como trampolín del marxismo mundial, transformando, a la inversa, al
bolchevismo en la bandera del patriotismo y el expansionismo político y militar
de la Rusia Soviética en Eurasia y otros lugares. Con acero y sangre, el Padrecito
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de la Santa Rusia Roja daba a luz las bases de la industrialización y la moderniza-
ción de un imperio elevado al rango de co-potencia mundial, capaz de disputar el
mundo entero durante medio siglo al vencedor final.
Pero he aquí que, protegida por la anchura de los dos mayores océanos del globo,
la joven nación americana observaba y aguardaba, y al final será ella quien impon-
drá al planeta entero el dominio de su propia potencia militar y política, de la tec-
nología, de la propia moneda, de la lengua inglesa, del “way of life” americano, en
fin, del control mediático sobre los instrumentos de comunicación de masas; en
una sola palabra condensada: GLOBALIZACIÓN.
“Mundo moderno y mundo tradicional son aquí considerados como dos tipos
universales, dos categorías apriorísticas de la Civilización”.
Con esta afirmación, por inciso, se quería decapitar de golpe toda la polémica
sobre las relaciones entre hombre y máquina, entre ser hombres de la Tradición
y usar la tecnología más avanzada.
“Se afirmaba una nueva filosofía de la Historia: la idea de que el camino de la huma-
nidad tenía un sentido. A este sentido le fue dado el nombre de globalización”.
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Determinismo y globalización
En sus líneas generales, esta idea es parte de aquel creacionismo que se mani-
fiesta en la perfección de un Edén originario, en el cual el Hombre, que es la
criatura por antonomasia, pasando por una Caída (en el pecado original, en la
división del trabajo, en la ruptura del Pacto con Dios etc...), y a través de una
redención (Cristo, Marx, el Mesías...), accede de nuevo a la perfección, mediante
el trámite de una catarsis purificadora (del Holocausto, de la Lucha de Clases, del
Juicio Universal...).
Quien se opone a ellos se opone al mismo Dios, y es entonces más que un crimi-
nal, es el Mal personificado, o cuando menos su instrumento en el mundo, en
contraste con los “predestinados” del Segundo Israel: los EEUU. Acusando una
vez y otra a los enemigos demonizados de turno, Hitler o Stalin, Mao o Jomeini,
Saddam Hussein o Milosevic, nazi-fascismo, comunismo o islamismo, de que-
rer “conquistar el mundo”, las élites económicas, políticas e intelectuales esta-
dounidenses logran precisamente la justificación de aquello que dicen combatir...
CONQUISTAR EL MUNDO.
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también representa una derrota ideológica determinada por la asunción acrítica
de la visión del mundo del adversario.
Quien da por descontado los axiomas que pertenecen al otro, aun cuando se pre-
senten laicizados e historizados, ya está preso antes de comenzar a luchar, porque
realmente pertenece al otro. Si se implantan mentalmente los axiomas ideoló-
gicos del enemigo contra el que se quiere combatir, la batalla está perdida de
antemano; y el primero de estos axiomas es la utopía igualitaria y absolutamente
niveladora, exactamente funcional a los proyectos de globalización total del Capi-
talismo, al término de su proceso expansivo.
Proceso degenerativo que hoy día se identifica con la destrucción de las econo-
mías subalternas, de los recursos energéticos y con el ecosistema en su conjunto:
etnocidio es igual a genocidio, tout court.
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el jefe de la tribu de los Masai al contemplar los efectos de la implacable sequía y a
la desertificación que arrasa el África, causadas por los cambios climáticos.
Y los maquinistas responsables del futuro desastre preparan las armas para
defenderse de la reacción de los pueblos, pensando ingenuamente que la supuesta
inexpugnabilidad de la fortaleza continental norteamericana podrá preservarles
del desastre.
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La Banca, las instituciones financieras, los lobbies industriales y los supergobier-
nos mundiales sólo de demuestran “humanos” con aquello en donde ven coinci-
dir sus intereses.
El débito total de las naciones en vías de... “subdesarrollo” ha superado con lar-
gueza la astronómica cifra de 2.500 millardos de dólares, pero... esto no es un
“don humanitario” de los gobiernos sino una necesidad vital de la Banca Mundial
que determina las políticas interiores y exteriores. El crédito en verdad, lo sabe
la banca, es inexigible, aunque sólo sea en sus intereses acumulados, dadas las
condiciones desastrosas de las economías al Sur del Mundo.
La condonación “humanitaria” del débito no tiene otro fin que evitar escenarios
apocalípticos para la Alta Finanza Mundial, y su contrapartida es la aceptación
por parte de los estados deudores de vínculos ulteriores, también políticos, y el
compromiso de abatir toda defensa contra la liberalización de los mercados, que
es la causa primera que ha determinado su miseria y sus deudas.
Debe quedar bien claro al Norte del mundo que una más justa redistribución
de bienes y servicios en el mundo para solamente a través de un proceso revo-
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lucionario, local y general, que derribe los parámetros culturales y económicos
de referencia también en los países ricos; revolución que habrá de renunciar a la
“riqueza” en términos consumistas para dar fórmula a modos más “espartanos”
en el vivir, pero también más libres de los potentados mundiales, bajo el fondo
de la renovación de las relaciones armoniosas con la naturaleza desde las propias
comunidades de pertenencia.
En términos políticos son los reformistas internos del Sistema Global y no los
revolucionarios a él opuestos.
Mundialismo y globalización
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La globalización, lejos de ser una “fatal necesidad”, una etapa irreversible del
“camino del progreso”, no es sino el efecto de una causa, o si se quiere menos
genéricamente determinista, el instrumento de una estrategia mundial condu-
cida, CONSCIENTE Y VOLUNTARIAMENTE durante decenios cuando no por
siglos.
La globalización de los mercados no hubiera podido realizarse sin una obra pre-
ventiva preparatoria política y cultural, impuesta por el uso de las armas y las
invasiones militares: en el pasado se dieron dos guerras “mundiales” y decenas
de decenas de guerras locales, golpes de estado, estragos y genocidios, que termi-
naron por realizar el “One World” americanocéntrico.
Nosotros definimos ya a este proceso de dominio planetario, desde sus inicios con
el nombre de MUNDIALISMO.
Una de las más completas explicaciones de este término es la que ofrece Giuseppe
Santoro en su obra “Dominio global. Librecambismo y globalización”, volumen
de un centenar de páginas que debiera ser el “libro rojo” de todos los verdaderos
revolucionarios antimundialistas.
Escribe Santoro:
“El Mundialismo, en síntesis, es una ideología (y una praxis cultural, social y polí-
tica) universalista promovida por instituciones internacionales político-militares
(principalmente la ONU y la OTAN), por consorcios privados (Council on Foreign
Relations, Trilateral, Bilderberg, masonería etc..), asociaciones religiosas (la
“capilla” vaticana del Opus Dei, el Consejo Mundial Judío, las numerosas sectas
protestantes...) y por una compleja y amplísima red de lobbies y organizaciones
internacionales de “presión” política-social-cultural-massmediática (agencias de
información, industria cinematográfica, etc.), cuya base principal táctica se loca-
liza en el territorio de los Estados Unidos”.
Y sigue:
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de la doctrina de los “Derechos Humanos”) y un único conjunto de costumbres y
estilo de vida (el consumismo) extendidos a toda la Tierra sobre el dominio abso-
luto de todas las fuerzas políticas, económicas y culturales que lo encarnan: las
élites de la finanza mundial”.
Del resto, daremos un solo ejemplo, también en términos de crédito; pocos son
los supercapitalistas que poseen fortunas en mucho superiores a múltiples esta-
dos: los americanos Bill Gates, Larry Hallison Warren Buffet y Paul Allen son
propietarios de fortunas que equivalen a la de las 42 naciones más pobres del
planeta, y que abarcan una población de 600 millones de almas, un sexto de los
habitantes del planeta.
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La raza de los amos no tiene patria, sólo pasaportes, uno para cada rincón que
visitan. Su patria es el mundo.
Son exhibidores del lujo, cosmopolitas por vocación e interés, antiguos parias
que, en la época de la caída de las castas, se elevaron a los vértices de la pirámide
política y social. Son los anfitriones de las mansiones donde se celebran las reu-
niones del Bilderberg, de la Trilateral, del CFR. Algunos han guiado directamente
estados y gobiernos, como los Kennedy y los Windsor. Para ellos todo está permi-
tido, desde las guerras y las crisis económicas y financieras provocadas, hasta los
más prosaicos homicidios por motivos de faldas (¿quién recuerda el caso Palme?).
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A nosotros nos toca añadir que el “Senado Virtual”, para domeñar a los pueblos y
los gobiernos, posee otras armas además de las financieras: desde los mass media
a la informática, pasando por los golpes palaciegos y militares, hasta la guerra
declarada con el uso de “armas inteligentes”.
Regresemos de nuevo a Santoro, quien nos ofrece un juicio más neto sobre la
“impersonalidad” del proceso histórico que estamos viviendo:
Simple, ¿no?...
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“apolitización” y la desidia (el pasotismo), a la no-acción. Algo que ya denunciara
Evola en obras como “El arco y la maza” y “Cabalgar el tigre”.
Pero en esta nueva versión tenemos el agravante que esta fuga incapacitante del
mundo ya no se dirige a los establos ni los pueblos abandonados, sino a los pala-
cios de cristal y las torres de marfil de los complejos residenciales del extrarradio:
comunitarismo sin comunidad, abierto sólo a los pocos elegidos que han podido
entenderlo todo (?) y no han hecho nada (!). Aquí crecen y se propagandan las
religiones del egoísmo y la falsificación del espíritu: desde la “new age” hasta la
contemplación apática del Nirvana... sin cojones para entrar en él.
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otros muchos, se abandonó bien pronto a la NO COMPRESIÓN del fenómeno y a
subirse al barco de los ganadores (siempre fue así su proceder), en una regresión
política e ideológica respecto a los análisis y las acciones políticas anticipadoras
de los años 70 y 80.
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anarcoide (armado y desarmado), son la expresión de diferentes factores de
impotencia política y social, mientras el mundo cambiaba vertiginosamente mar-
ginalizando cada vez más a la extrema derecha en los ghettos construidos por sus
propias manos. El nostalgismo neofascista es la NEGACIÓN MISMA DEL FAS-
CISMO histórico como movimiento de movilización revolucionaria de las masas,
trampolín de las juventudes revolucionarias de toda Europa, basado en el ímpetu
vitalista de la mirada puesta en el futuro, en la fanática determinación de morir o
vencer en su COMPETENCIA REVOLUCIONARIA con el comunismo bolchevi-
que también revolucionario.
Ambos tienen como referencia el mundo de la primera mitad del siglo pasado. Y
consideremos también que estamos hablando de las mejores partes de la derecha
y de la izquierda, de aquellas minorías que jamás aceptaron “tout court” alinearse
junto al Sistema, convertirse en los guardias de la porra del orden constituido.
Pero aquí y ahora, en los inicios del III Milenio, derecha e izquierda han enten-
dido perfectamente en qué dirección marcha el mundo, y simplemente han aban-
donado toda batalla histórica y cultural para pasarse al campo del adversario, del
Liberal-Capitalismo, de América, del Sionismo y del Mundialismo.
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Todo a mayor gloria de la raza de los amos que traza los destinos de Italia y de
Europa, del mundo entero.
Europa, orgullosa, ocupaba el centro del mundo, con sus imperios coloniales, su
cultura decadente, su burguesía.
Pero aquellos que se atrevan a releer las páginas de Evola descubrirán de golpe la
actualidad de sus análisis, especialmente los apuntados en la segunda parte de la
obra, la titulada “Génesis y rostro del mundo moderno”.
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Sus conclusiones sobre la “decadencia de Occidente”, al igual que aquellas de
Spengler, sus juicios categóricos sobre Rusia como patria del capitalismo de
Estado y América como hogar del marxismo social realizado, simplemente, apa-
recen más como profecías que como aserciones, más si tenemos en cuenta que
sus profecías no tienen nada de mágico en el sentido banal del término, pero son
fruto de un Conocimiento que se funda en los solas cimientos de la Tradición, en
la concepción cíclica de la historia.
Esa concepción según la cual nuestro futuro ya está escrito en el más remoto
pasado, según la cual nuestras espaldas no están detrás, sino DELANTE de noso-
tros, en un a-venir más próximo al fin que al inicio de nuestro actual ciclo de exis-
tencia, cuya conclusión y cierre determinará un nuevo y radical Inicio.
Tradición y revolución
La verdadera Tradición no tiene nada que conservar, sino que desea destruirlo
todo para dar a sí cumplimiento “revolucionario” del ciclo, para preparar un
nuevo inicio, una nueva Edad de Oro.
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Comenzando por cuanto de fosilizado hay en instituciones de un pasado ape-
nas distante, que no fueron sino frutos del modernismo de su tiempo: desde los
nacionalismos gestados por la “Revolución” Francesa y por los “Inmortales Prin-
cipios” del 89.
La subversión, en el mismo momento que pretende destruir las formas del pre-
sente (y este es su aspecto más positivo), lo hace en nombre y bajo el signo de la
“modernidad”, como categoría mental y espiritual.
Conservación y Subversión son funcionales la una con la otra en la actual fase del
ciclo; también cuando desde un elevado punto de vista metahistórico, el cumpli-
miento revolucionario de la última fase cíclica está escrito en el Destino: como
siempre, “fata volentes ducunt, nolestes trahunt”.
Las consecuencias de estas dos actitudes mentales son diversas y comunes, para
los que no quieren ser simples espectadores comunes de los eventos, quienes
observan en su misma naturaleza la marca de una impersonalidad activa, la fie-
reza del guerrero de la Tradición que hoy no puede sino manifestarse en el com-
batiente político revolucionario.
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toda destrucción del pasado y del presente es propedéutica al cumplirse el mismo
ciclo histórico.
Quien tenga más claros los términos políticos y metapolíticos del combate pla-
netario es también quien tendrá una mayor panorámica del campo de batalla y
sabrá mejor conducir una lucha más radical y determinada.
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Los Imperios tradicionales de Europa, después de haber sido la máxima expresión
de las formas político-sociales del mundo tradicional, manifestación de la metafí-
sica en el plano físico, se transformaron al final de su ciclo vital en imperialismos
y nacionalismos coloniales, invadiendo e infectando el mundo. Ahora, la ley del
contrapeso ha querido que sea Europa la vencida y sometida por un veneno que
se ha instalado en su seno: América ha vencido a Europa, a toda Europa, también
a la de los aliados de ayer, la ha privado de su poder y sus colonias, sustituyendo
un neoimperialismo político, económico y mediático.
“Los Estados Unidos son los grandes defensores de la globalización, y allí donde
ésta se ha puesto en práctica, como en las relaciones con México, han aportado
un gran bien (...) Pienso que los Estados Unidos son los primeros en beneficiarse
de la globalización, desde el punto de vista de la concurrencia, desde una posición
más fuerte respecto a los demás”.
Son palabras de Henry Kissinger, “el judío errante” de las administraciones repu-
blicanas, premio Nóbel de la paz (después de haber provocado la guerra Irán-Iraq,
con un millón de muertos; o la invasión de Timor Oriental, con el exterminio de
un tercio de la población local), autor del reciente libro “¿Tiene América necesi-
dad de una política exterior?”, y sponsor del actual ministro de exteriores italiano
en el gobierno Berlusconi.
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En el fondo son un eco de las manifestaciones de su compadre literal, George
Soros, judío de origen húngaro, especulador capaz de hundir en una sola opera-
ción bursátil la economía de países enteros (en el 92 le costó a Italia una pérdida
de 40 millardos de liras) y actual co-presidente del World Economic Forum di
Salsburgo (“hermano menos estival del Foro de Davos”):
Del resto, es preciso anotar que uno de los instrumentos que tiene América para
imponer su política económica al mundo, además del dólar, es la llamada GLO-
BALIZACIÓN ASIMÉTRICA, que mientras impone a las economías más débi-
les (comprendidas también las de los “partners” ricos del Norte del mundo) el
liberalismo absoluto en los intercambios internacionales, aplica por el contrario
fortísimas tarifas a las mercancías extranjeras más competitivas en el mercado
interno estadounidense, en defensa de los intereses lobbisticos de los producto-
res americanos. Una política económica que aplicada a los productos del Tercer y
Cuarto Mundo resulta devastadora para las economías más débiles, obligándolas
a importar productos made in USA sobre los cuales América se niega a pagar
impuestos.
Los alegres muchachos de Robin Hood robaban a los ricos para dárselo a los
pobres. Amerika roba a los pobres para dárselo a los ricos.
Pero existe un nuevo peligro, que viene acentuándose en los hechos recientes de
la nueva Administración republicana de Bush II: el relanzamiento de la carrera
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armamentista para sostener el gigantesco complejo militar-industrial de los
EEUU.
Esta es una deuda que busca sobre todo favorecer a los lobbies bélicos y al Pentá-
gono, que han abastecido de personal al nuevo Bush con el viejo staff republicano
del padre y otros predecesores.
Se busca así prescindir de los riesgos evidentes de una política de paz y estabili-
dad internacional, el riesgo de hacer colapsar una economía que estaba en plena
crisis, con la creación de un arsenal costosísimo e hipertrófico, a más de comple-
tamente inútil en un sistema internacional que ve en los EEUU al día de hoy la
única superpotencia mundial.
Esta es la tesis de Chalmers Johnson en su obra “Los últimos días del imperio
americano”.
En este libro se proyecta un posible fin de los Estados Unidos muy similar al
colapso implosivo de la URSS, en el momento en que se hizo evidente que su
esfuerzo militar no era compatible con las estructuras económicas internas y se
había demostrado inadaptado a la estrategia contemporánea (derrota en Afganis-
tán, Polonia, Medio Oriente, etc.).
La caída del imperio americano no sería ciertamente una pérdida para el resto del
mundo, sino al contrario el inicio de un nuevo renacimiento de los pueblos y de
las naciones, si no fuese por el hecho que la globalización americanocéntrica lo ha
vinculado todo a la economía y a la política estadounidense, hasta el punto que la
crisis general del capitalismo USA representaría contemporáneamente LA Crisis
Mundial por antonomasia, frente a la cual aquella del 29 sería una tempestad en
un vaso de agua.
El libro de Johnson había anticipado la crisis con China por la cuestión crucial de
Taiwán y el control del Pacífico Nororiental.
2 Profético, si se considera que este artículo tiene una fecha de redacción de pocos meses
antes de los sucesos del 11 de septiembre.
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En estos momentos, una vuelta al imperialismo militarista e intervensionista
sería la válvula de escape del capitalismo en su fase extrema y más agresiva, con
la variante que esta vez sería la Alta Finanza quien conduciría el juego y el teatro
sería más o menos todo el planeta en su conjunto, planeta que amenaza con la
caída en el completo caos seguido de la caída del imperio americano.
Una Europa Unida que retorne a sus raíces más profundas, a sus orígenes pola-
res, que encuentre en su Tradición las fuerzas para levantar la bandera de la libe-
ración continental y planetaria contra el Mundialismo. Y que tenga en la visión
GEOPOLÍTICA, es decir, en la conciencia histórica y geográfica de sus élites y de
sus pueblos, el arma con la que combatir las utopías del mundo moderno y las
amenazas de los potentados mundiales.
Una Europa similar ciertamente no tiene nada que compartir con la actual Unión
Europea, apéndice atlántico de la talasocracia americana; la geopolítica, la histo-
ria, la ideología de nuestros actuales ocupantes son necesariamente conflictivas y
antagonistas con las de Europa.
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complementariedad en los aspectos económicos: la potencialidad del ESPACIO
VITAL.
La Europa desde Brest, desde Lisboa y desde Reykiavik hasta Vladivostok, Desde
Thule, en Groenlandia, hasta Bering, en la punta extrema oriental de Siberia, con
eventuales bases avanzadas más allá del estrecho, no es una Utopía, sino una
simple necesidad para garantizar nuestra misma existencia.
Sólo entonces tendremos la ocasión de verificar una reacción vital de los pueblos
europeos. Y ciertamente no es quizás de Occidente, sino de Oriente y de Rusia
de donde puede llegar la esperanza; y por la otra parte Rusia es impotente sin el
concurso de Europa Occidental, única salida a los mares cálidos de la potencia del
Heartland continental. Estamos unidos en una misma suerte.
El “One World” que se proyecta como el mejor de los mundos posibles tiene un
centro: el ombligo del mundo unificado está en los EEUU. En particular, el finan-
ciero y político en la franja costera que va desde Nueva York a Washington; el
cultural entre Los Angeles y San Francisco; y el económico-industrial en la región
de los Grandes Lagos de Chicago y el Texas.
La nueva Tricontinental
Europa, para ser libre, deberá ponerse a la vanguardia de las luchas de liberación
del Sur del mundo: de América Latina, hoy reducida a patio trasero del imperia-
lismo gringo; del África “negra” Subsahariana; del Asia Exterior “amarilla”, con
China a la cabeza; del Subcontinente Indoario; de la Umma Islámica.
Por lo tanto es también nuestra la lucha del pueblo palestino, árabe, contra la
presencia sionista en Palestina y en Medio Oriente.
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Israel es el portaviones armado del imperialismo talasocrático USA en el mismo
corazón de la masa continental eurasiático-africana, en la confluencia de los
estrechos de los mares internos y de las rutas del oro negro de la energía mundial.
Mario Vargas Llosa, por otra parte uno de los grandes intelectuales orgánicos
apologistas de la globalización, ha afirmado recientemente:
Añadiremos por nuestra parte que los mismos “fascismos” y “comunismos” deben
en gran parte su derrota al hecho de nunca haber comprendido en su plena tota-
lidad la globalidad de la lucha, ni las intenciones reales de la potencia americana
en el mundo. Acabaron destruyéndose entre sí, permitiendo al imperialismo USA
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batirse, en tiempos separados y con instrumentos diversos, con el único objetivo
histórico de dominar la tierra.
“Los límites políticos serán rediseñados afín de que coincidan con las grandes
áreas de civilización. Las comunidades culturales sustituirán a los bloques de la
Guerra Fría y las puntos donde se intercepten las líneas entre las civilizaciones
estarán los puntos conflictivos de la política global”.
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Geopolítica y lucha de liberación
En un contexto tal, TODOS los ejércitos y policías, TODOS los servicios y las
estructuras políticas de las naciones europeas están al servicio de Washington,
estructurados y armados en función de los intereses estratégicos de intervención
rápida del imperialismo americano en todos los ángulos del mundo.
Y como tal deben ser considerados por todo verdadero revolucionario y patriota
europeo: como COLABORACIONISTAS DEL ENEMOGO OCUPANTE; y trata-
dos como tales.
La experiencia de las guerras balcánicas y el ataque criminal a Serbia son sólo los
últimos trágicos hechos expuestos a los ojos de todos. Y la vergüenza del Tribunal
Internacional que La Haya consiste en procesar a los vencidos en nombre de los
verdaderos criminales de guerra mundiales, como no otra cosa representó la otra
vergüenza histórica de los tribunales de Nuremberg y Tokio.
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del Pentágono: ayer fueron Hitler, Mussolini, Stalin y el Japón; hoy son Irán,
Libia, Corea o más simplemente Saddam Husein, Milosevic o Bin Laden.
La globalización
Por otra parte, la natural resistencia de los hombre sanos y de los pueblos todavía
vitales va en el sentido aparentemente opuesto: el localismo, el retorno a los valo-
res de la tierra, cuando no de la sangre.
El teórico de esta tendencia “localista”, junto a los varios Iván Illich, Vandana
Shiva o Bové, es el ecologista inglés Edward Goldsmith, autor del ensayo “Gloca-
lismo”, donde apunta la tendencia global al localismo en el mundo.
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En una reciente entrevista (“La Stampa”, 15/7/2001), el teorizador de las comu-
nidades estables, territoriales, tradicionalistas, autorreguladas y con tendencia al
crecimiento cero, afirma:
“Se quiere crear un paraíso para las multinacionales, disolviendo las reglas y leyes
que protegen a los pobres y a las comunidades locales. El G8 lo hace sistemática-
mente... Creo en los deberes hacia la familia y hacia la comunidad de pertenencia,
el las ideas de religión y de tradición. Me parece Horrible la sociedad individua-
lista, atomizada, masificada. No existe libertad que pueda oponerse al consumo
de Coca-Cola, a los organismo genéticamente modificados, al MacDonald´s”.
Y sigue:
Habrá que ver cómo conciliar las ideas de Goldsmith con las de los globalizado-
res de lo bajo, los postmarxistas, los internacionalistas y los cristianos de base,
es decir, con las ideologías internacionalistas y mundialistas por excelencia... Y
también con las de Bové o del subcomandante Marcos, llegado como revolucio-
nario desde la selva lacandona de Chiapas con “El Capital” bajo el brazo... para
convertirse a las visiones del “Popol-Vuh”, el texto sagrado de los mayas.
Es noto que, entre los padres nobles del movimiento antiglobal, se insertan tam-
bién nombres bastardos, viejos y nuevos, en un “totum revolutum” de Marx a Key-
nes, de Rousseau a Russell, de Morel a Marcuse, de Tolstoi a Trostki, hasta acabar
con los más actuales McLuhan y Jeremy Rifkin, quien ha popularizado el término
“Ecocidio”, Vandana Shiva Luther Blisset y, obviamente Noam Chomsky y Naomi
Klein, la iluminada autora del libro y de la campaña contra los “copyrights”, “No
Logo”.
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ras preferidas en las franjas duras del anarco-insurreccionismo del movimiento
antagonista; un sufí que propone una lectura anarco-nihilita del materialismo
marxista pero también de... la diosa Kali, bajo el signo de la destrucción total de
todo aquello que el pensamioento tradicional define como el “Kali-Yuga” la Era
de Kali, esposa de Shiva, destructora pero también restauradora3.
3 Carlo Terracciano nos relata que estos datos han sido extraídos del forum telemático de
Luigi Leonini, donde se dio nota de las críticas del “izquierdista” Blisset a Hakim Bey, considerado
casi un “nazifascista”.
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La solución al problema de superar la Globalización Mundialista, de la defensa
de las particularidades locales frente a la homologación planetaria final del capi-
talismo, no puede ser otra sino la Europa Unida del Atlántico al Pacífico, del Polo
Norte al Mediterráneo, de Brest a Vladivostok y de Narvik a Gibraltar; la Europa
de las cien banderas y de las estructuras sistémicas de las comunidades particula-
res, de la familia a la ciudad, de la ciudad a la región, de la región a la nación y de
la nación al Imperio, en una Europa unitaria en sus raíces étnicas y espirituales,
ocupando un vasto espacio geopolítico delineado y económicamente autárquico,
dotada de los medios de defensa necesarios para garantizar su soberanía.
Esta es la esencia del IMPERIUM tradicional, descrito por Evola y conocido por
todas las auténticas Civilizaciones.
Porque la unidad del Imperio viene ante todo dada por las élites espirituales,
políticas y militares de los pueblos componentes del mismo Imperio, portadoras
de una visión anagógica, espiritual, geopolítica, metapolítica y metafísica, que
compenetra y supera los intereses de los pueblos comprendidos en los confines
imperiales, cada uno dotado de su propio DOMINIUM, de sus modos y vidas y de
su propio espacio geográfico particular subsidiario.
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geopolítico europeo y en una perspectiva de guerra total Mundial-Tricontinental
de los pueblos contra el imperialismo americano.
Pero antes de toda acción en el campo práctico será necesario aclarar inequívo-
camente los términos del problema, los actores reales sobre la escena nacional
y mundial diferenciándolos de los ficticios, los hombres y las instituciones, los
partidos y movimientos que están al servicio del proyecto mundialista.
El que ahora se utilicen con fines polémicos y/o apologéticos, sólo tienen la finali-
dad de desviar la atención de la realidad actual, de las perspectivas de agregación
y de la lucha del mañana.
Estemos siempre atentos frente a aquellos que niegan la existencia de los “mitos
capacitantes”, como anuncian los hombres incapaces de actualizar una Reali-
dad precisamente por su propia naturaleza atemporal y metapolítica, aquellos
cuyo limitado horizonte mental les resguarda en un estéril nostalgismo y en la
impotencia política, cuando en la defensa de las instituciones del pasado. Estas
limaduras de hierro preceden a la calamidad cuando no saben ejercitar su fuerza
natural atractiva.
Y aquí hay que incluir a todos los que exaltan un pasado lejano del cual son indig-
nos representantes, pues lo niegan en los hechos llevando agua y energías al
molino de un enemigo secular, el mismo de ayer, de hoy del próximo mañana.
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No son útiles los partidarios de una contestación humanista, reformista cristiano-
laico-progresista, en cuyos últimos principios ya se manifiestan claramente los
gérmenes y las patologías del mal que se quiere combatir.
También si, en este casi, las convergencias tácticas son posibles y auspiciadles,
pero sin retar la propia identidad política y Cultural en sentido lato.
Si las derechas del Sistema forman parte del frente enemigo del Mundialismo en
el poder, los antiglobalizadores, en sus variantes de todos los colores del arcoiris,
representan una contestación INTERNA al Sistema globalista, lo cual no es pro-
piamente una contestación.
Para los que son conscientes de todo esto se trata ahora de asumir una posición lo
más firme y RADICAL contra todas las expresiones políticas, sociales, científicas,
espirituales... del moderno mundo globalizado. Un tradicionalista revoluciona-
rio, lo repetiremos hasta la nausea, no tiene nada que salvar del mundo moderno,
sino todo que destruir, comenzando por los residuos y las ruinas de un pasado
que no pertenece al mundo de la Tradición sino a una fase precendente y ya supe-
rada de la decadencia.
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carse a la vanguardia y no en la cola de la guerra contra la globalización, en todas
sus formas de manifestación, que obviamente no son sólo económicas y políticas,
sino también existenciales, espirituales y naturales.
Hemos de dar respuestas y propuestas a todas las protestas, en todos los cam-
pos: en la salud ambiental, en el mundo laboral, en la inmigración y en el débito
mundial, en la alimentación y en el comercio, en la genética y en la ecología, en
la informática y en la etología, en el animalismo y en mil campos más... en todos
en su conjunto y en la visión del mundo en general. Sin seguir histéricamente al
último capitoste que aparezca en escena, porque los líderes deben ser pasar los
firmes y férreos procesos de selección antes de ser reconocidos como portadores
de la “potestas”.
Quien sepa portar en sí mismo tal determinación puede estar seguro de verse
acompañado de un número siempre creciente de jóvenes y menos jóvenes, que
verán en él un signo, un impulso, una bandera por la cual lanzarse a la batalla.
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derrumbarse inmediato, más veloz que ese gigante con pies de barro que fue la
extinta URSS al finalizar el pasado milenio.
“Se trataría de asumir, con una especial orientación interior, los procesos más
destructivos de la era moderna para usarlos a los fines de una liberación, como en
una acción de retorcer el veneno en contra de sí mismo o en un “cabalgar el tigre”.
¿Y qué puede ser más radical y toral en la lucha contra el mundialismo moderno
que tener un firme punto de referencia, bien diferente de las contingencias histó-
ricas del momento?
Aquel que no se resguarda entre los confines del espacio y del tiempo, sino que se
percibe como un anillo de la cadena ininterrumpida de la una concepción circular
de la Historia, ése sabrá siempre ser la VANGUARDIA de las nuevas generacio-
nes que, justo en el momento de las mayores tinieblas de la homologación y de la
aniquilación, sientan ahora la llamada de la “Rebelión...”, la necesidad ética del
empeño en la defensa de los oprimidos, la necesidad física de vivir para luchar y
luchar para vivir.
Ezra Pound definió al comunismo como una ética y al fascismo como una esté-
tica, y al capitalismo como una práctica.
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Ahora sen trata de fundir ética y estética en la lucha contra el capitalismo, redefi-
nido como una “práctica” suicida para todos, también para aquellos que lo defien-
den, sea consciente o inconscientemente.
Como bien dijo uno de los verdaderos revolucionarios del siglo XX, Ernesto “Che”
Guevara:
“Necesitamos sentir como si fuese en el propio rostro el bofetón dado a todos los
hombres, y obrar en consecuencia”.
Hombres como Julius Evola, como Friedrich Nietzsche y tantos otros que nos
han dado los instrumentos de estudio, de análisis del mundo actual, pueden ser
transformados en armas válidas de lucha y victoria.
“Propiciar –escribía Evola- experiencias de una vida superior, una superior liber-
tad... Es la prueba”.
“Y que ella sea completa, resolutiva, es lo propio de una vocación heroica, capaz
de afrontar la ola más alta sabiendo que dos destinos posibles están a igual dis-
tancia: el de los que terminarán con la misma disolución del mundo moderno, y
el de quienes verán el surgir de la nueva corriente”.
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