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En
la
Evangelización
del
Mundo
Estos
tiempos
son
emocionantes
para
los
seguidores
de
Cristo.
El
Espíritu
mueve
por
todo
el
mundo
trayendo
arrepentimiento
y
fe
en
nuestro
Señor,
quien
es
rey.
El
Espíritu
obra
en
lugares
de
abundancia
y
en
lugares
de
persecución.
Regocijamos
cuando
escuchamos
noticias
de
renacimientos
religiosos,
y
rezamos
para
que
se
difundan
más.
Las
conversiones
en
números
grandes
es
sólo
el
comienzo
de
la
expansión
del
evangelio
en
una
nación.
No
sólo
tiene
que
ser
impulsado
por
iglesias
llamados
por
la
Biblia
pero
también
por
ministerios
multigeneracionales
de
la
familia
cristiana.
Europa
ha
caído
Hace
quinientos
años,
renacimientos
religiosos
se
expandían
por
toda
Europa.
Naciones
enteras
fueron
formadas
por
creyentes
apasionados
que
habían
regresado
a
las
verdades
de
sólo
la
Escritura,
sólo
la
gracia,
sólo
la
fe,
sólo
Cristo,
y
todo
para
la
gloria
de
Dios.
Iglesias
fueron
fundadas
y
misioneros
fueron
enviados.
El
mundo
cambió
por
completo.
Pero
considere
el
estado
espiritual
de
Europa
hoy
en
día.
Se
estima
que
1-‐2%
de
la
población
son
cristianos
nacidos
de
nuevo.1
Durante
el
viaje
misionero
a
Francia
que
tomé
con
mi
familia
en
2008,
hablamos
con
misioneros
sobre
la
condición
espiritual
que
existe
allí.
Ellos
nos
dejaron
saber
sus
preocupaciones
por
el
aumento
del
Islam
en
el
país
y
cómo
musulmanes
radicales
llenaban
a
Francia
simplemente
por
tener
muchos
hijos
e
inculcarles
seguir
a
Allá.
Yo
les
pregunté,
“¿Hay
pastores
cristianos
alentando
a
los
creyentes
jóvenes
para
perseguir
un
matrimonio
basado
en
Dios
y
criar
a
sus
hijos
para
que
afecten
la
nación
por
Cristo?
Nunca
olvidaré
lo
que
me
dijeron.
“Sólo
hay
unos
pocos
creyentes
jóvenes
aquí
que
podemos
alentar.”
¿Cómo
pudo
haber
pasado
esto?
¿Cómo
sucedió
que
un
continente
entero
se
fue
de
la
vitalidad
espiritual
a
la
desolación
espiritual?
Muchos
factores
ayudaron
a
que
esto
pasara,
pero
la
respuesta
es
simple.
Los
creyentes
de
Europa
perdieron
las
almas
de
sus
hijos,
generación
tras
generación.
Si
no
“hacemos
discípulos”
de
nuestros
propios
hijos
y
nietos
el
declive
es
inevitable.
América
del
Norte
está
cayendo
La
iglesia
en
Norteamérica
está
siguiendo
el
mismo
camino
trágico.
Desde
1900,
el
porcentaje
de
cristianos
creyentes
en
la
Biblia
ha
estado
en
descenso.
El
investigador
Tom
Rainer
afirma
esta
realidad
desgarradora.
Èl
realizó
un
estudio
para
determinar
qué
porcentaje
de
estadounidenses
dicen
ser
cristianos
basado
en
haber
puesto
su
fe
en
Cristo.
En
otras
palabras,
¿qué
porcentaje
de
estadounidenses
se
identifican
como
cristianos
y
entienden
que
ser
cristiano
significa
que
hay
que
poner
la
fe
sólo
en
Cristo
para
la
salvación?
Esto
es
lo
que
encontró.
Entre
los
estadounidenses
que
nacieron
antes
de
1946,
65%
se
identificaron
como
cristianos
y
pudieron
articular
los
fundamentos
del
evangelio.
Para
los
que
nacieron
entre
1946
y
1964,
el
número
bajó
hasta
35%.
Para
los
que
nacieron
entre
1965
y
1976,
disminuyó
hasta
15%.
Por
fin,
entre
los
estadounidenses
que
nacieron
entre
1974
y
1994,
sólo
4%
de
la
población
se
identificó
como
cristiano
y
confió
sólo
en
Cristo
para
la
salvación.
2
El
evangelismo
y
el
discipulado
están
en
una
crisis
desesperada
y
es
una
crisis
generacional.
Perdemos
más
de
nuestros
propios
hijos
al
mundo
que
ganamos
conversos
adultos
a
la
fe
en
Cristo.
Como
resultado,
el
porcentaje
de
cristianos
que
cree
en
la
Biblia
en
los
Estados
Unidos
está
en
una
disminución
constante.
¿Cómo
podría
pasar
esto?
Esta
es
la
época
de
las
mega-‐iglesias,
mega-‐programación,
mega-‐
presupuestos,
mega-‐congresos
y
mega-‐entrenamientos
para
ser
líder.
Tenemos
libros
cristianos,
DVDs
y
un
currículo
para
cada
edad
sobre
cada
tema.
Nuestros
eventos
de
compromiso
con
la
comunidad,
días
de
servicio,
retiros
y
viajes
misioneros
a
corto
plazo
son
interminables.
Hacemos
más
que
nunca
jamás,
pero,
¿hacemos
discípulos
más
que
nunca
jamás?
Estoy
convencido
que
la
respuesta
es
no.
Cuando
se
trata
del
ministerio
a
los
jóvenes
y
a
los
niños,
tenemos
que
reconocer
que
el
“nuevo
experimento”
ha
fracasado.
El
nuevo
experimento
está
segregado
por
la
edad
y
basado
en
el
edificio
de
la
iglesia,
el
evangelismo
y
“enseñarles
a
los
niños
a
ser
discípulos.”
Los
padres
los
entregan.
Los
partimos
por
edad
en
aulas
diferentes
en
el
edificio
y
“los
enseñamos
a
ser
discípulos.”
Con
respecto
a
la
historia
del
cristianismo,
esta
es
una
idea
completamente
nueva.
Lentamente
pero
seguramente,
abandonamos
el
modelo
bíblico
de
ser
discípulos
entre
nuestra
familia
y
delegamos
el
entrenamiento
espiritual
de
nuestros
hijos
a
“profesionales”
en
la
iglesia.
Yo
conduje
este
modelo
en
una
iglesia
grande
por
más
de
una
década.
Una
de
las
consecuencias
no
intencionadas
de
mi
estrategia
ministerial,
la
que
sistemáticamente
separó
a
los
niños
de
sus
padres,
era
que
los
padres
estaban
libres
para
quedarse
espiritualmente
pasivos
en
la
casa.
Después
de
todo,
estaban
asegurando
que
su
hijo
o
su
hija
era
involucrado
en
un
“gran
grupo
de
jóvenes.”
Nuestro
modelo
nuevo
es
una
salida
dramática
de
la
estrategia
de
la
iglesia
antigua
y
la
reformación.
Era
común
para
los
líderes
de
la
iglesia
en
el
siglo
XVII
que
visitaran
regularmente
la
casa
de
cada
familia
en
la
iglesia
para
evaluar
si
los
padres
disciplinaban
a
sus
hijos
por
la
práctica
regular
de
la
alabanza
familiar.
En
1647,
los
creyentes
en
Escocia
publicaron
el
Directory
for
Family
Worship
(Guía
para
alabanza
familiar)
en
la
que
escribieron:
La
asamblea
requiere
y
designa
ministros
para
hacer
una
búsqueda
diligente
e
investigación
si
hay
entre
ellos
una
familia
o
unas
familias
que
no
cumplan
con
el
deber
de
la
alabanza
familiar.
Si
se
encuentra
tal
familia,
el
encargado
de
la
familia
debe
ser
amonestado
privadamente
para
corregir
su
falta;
y
en
caso
de
que
continúe
en
la
acción,
él
debe
ser
reprendido
grave
y
tristemente
por
la
sesión;
después
de
la
reprimenda,
si
todavía
se
encuentra
a
desatender
la
alabanza
familiar,
déjalo
estar,
por
su
obstinación
en
esta
ofensa,
suspendido
y
prohibido
de
compartir
en
la
Santa
Cena,
hasta
que
corrija
su
falta.3
La
alabanza
familiar
era
una
gran
cuestión
de
la
disciplina
de
la
iglesia.
¿Por
qué
lo
tomaron
tan
seriamente
estas
iglesias?
¿Por
qué
invirtieron
tanto
tiempo
en
ir
de
casa
a
casa
para
animar
y
asegurar
que
la
alabanza
con
la
familia
tomaba
lugar?
La
alabanza
familiar
era
una
prioridad
principal
porque
estaban
apasionados
sobre
la
Gran
Comisión.
Sabían
que
Dios
había
hablado
claramente
en
la
Biblia
que
los
padres
y
los
abuelos
deben
ser
los
líderes
del
entrenamiento
espiritual
de
sus
hijos
y
sus
nietos.
Para
ellos,
una
iglesia
no
sería
sobre
la
Gran
Comisión
si
no
fuera
sobre
la
alabanza
familiar.
Charles
Spurgeon
estaba
profundamente
preocupado
por
los
cambios
que
estaban
ocurriendo
en
la
cultura
cristiana
durante
la
última
parte
del
siglo
XIX.
En
su
artículo,
“The
Kind
of
Revival
We
Need”
(El
tipo
de
renacimiento
que
necesitamos),
escribió:
Profundamente
queremos
un
renacimiento
de
la
religión
familiar.
La
familia
cristiana
fue
el
bastión
de
la
justicia
en
los
días
de
los
puritanos,
pero
en
esta
época
de
maldad,
cientos
de
familias
de
supuestos
cristianos
no
tienen
alabanza
con
la
familia,
ni
la
restricción
de
los
hijos
en
crecimiento,
ni
la
sana
instrucción
ni
disciplina.
¿Cómo
podemos
esperar
que
el
reino
de
nuestro
Señor
avance
cuando
sus
propios
discípulos
no
enseñan
el
evangelio
a
sus
propios
hijos?
Ay,
hombres
y
mujeres
cristianos,
¡sean
meticulosos
en
lo
que
hacen
y
saben
y
enseñan!
Dejen
que
sus
familias
sean
entrenadas
en
el
temor
de
Dios
y
sean
‘santidad
al
Señor’
para
que
se
mantengan
de
pie
como
una
roca
entre
las
olas
de
la
equivocación
e
injusticia
que
nos
arrasan.4
¡Desesperadamente
se
necesita
el
mensaje
de
Spurgeon
hoy!
Hombres
y
mujeres
piadosos
en
iglesias
en
crecimiento
reciben
el
llamamiento
constante
para
involucrarse
en
el
“ministerio.”
A
menudo,
el
“ministerio”
es
sinónimo
con
“brindarse
en
un
programa
de
la
iglesia.”
Spurgeon
entendió
el
ministerio
porque
“ver
que
el
reino
de
nuestro
Señor
avance”
necesita
empezar
en
casa.
El
desafío
global
Hoy
en
día,
hay
muchos
países
que
están
experimentando
una
explosión
de
nuevos
conversiones
y
establecimientos
de
iglesias.
¡Gloria
a
Dios!
Pero
Satanás
no
se
va
a
dar
por
vencido.
Cuando
él
pierde
una
generación
a
Jesús,
lo
hace
su
suprema
prioridad
guardar
por
sí
mismo
la
próxima.
El
primer
trabajo
del
discipulado
con
un
nuevo
creyente
no
es
animarle
a
compartir
a
Cristo
con
un
amigo.
Su
primera
<<Gran
Comisión>>
es
compartir
a
Cristo
con
su
esposo(a),
padres,
hermanos,
hijos
y
abuelos.
Para
los
que
son
padres,
las
almas
de
sus
hijos
deben
ser
su
primera
prioridad
espiritual.
Imagine
si
llevamos
a
todos
nuestros
amigos
a
Cristo,
pero
perdemos
al
mundo
nuestros
hijos.
¿Qué
pasa
a
la
iglesia?
Cuando
morimos
nosotros,
ella
también
muere.
Una
de
mis
grandes
preocupaciones
es
que,
por
nuestro
fervor
de
preparar
y
enseñar
a
los
pastores
en
estas
nuevas
iglesias,
les
daremos
el
modelo
del
Oeste,
que
está
roto,
segregado
por
edades,
y
basado
en
la
acción
de
construir
edificios.
La
misión
de
hacer
discípulos
no
se
ha
dado
a
los
líderes
profesionales
de
la
iglesia,
sino
a
cada
creyente.
A
Satanás
le
encantaría
ver
naciones
como
China
seguir
el
modelo
de
Europa
y
Norteamérica.
Si
queremos
ver
que
el
evangelio
prospere
100
años
de
hoy,
la
iglesia
debe
seguir
el
modelo
de
la
antigua
iglesia,
que
mantenía
junta
la
familia
y
preparaba
a
los
padres
para
hacer
discípulos
de
sus
hijos
en
el
hogar.
Hacia
una
teología
de
la
familia
La
siguiente
es
la
pregunta
fundamental:
¿Cuál
es
la
relación
bíblica
entre
la
Gran
Comisión
y
la
institución
de
la
familia?
Hace
diez
años,
yo
no
habría
tenido
respuesta
ninguna.
Cuando
pensaba
en
la
Gran
Comisión,
pensaba
solamente
en
la
institución
de
la
iglesia
local,
y
como
consecuencia,
tenía
una
pobre
concepción
de
la
estrategia
de
redención
de
Dios.
Dios
ha
creado
dos
instituciones
fundamentales
para
difundir
su
reino—la
iglesia
local
y
la
familia
cristiana.
En
la
Biblia,
Dios
da
roles,
responsabilidades
y
jurisdicciones
únicas
a
cada
institución.
Por
todas
las
Escrituras,
Dios
hace
enlace
entre
su
plan
para
el
mundo
con
su
creación
de
la
familia.
Los
siguientes
son
algunos
ejemplos.
El
primer
mandamiento
Dios
creó
a
Adán
y
a
Eva
y
les
dio
una
instrucción
en
Génesis
1:28:
<<Sean
fructíferos
y
multiplíquense;
llenen
la
tierra
y
sométanla>>.
¿Cuándo
fue
la
ultima
vez
que
oyó
Ud.
un
sermón
sobre
este
tema?
Desde
el
principio
Dios
nos
dice
lo
que
quiere.
Él
desea
llenar
el
mundo,
y
últimamente
el
Nuevo
Mundo,
con
personas
que
lo
aman,
lo
adoran
y
le
dan
la
gloria.
Su
plan
necesita
miles
de
años
para
cumplir.
Será
una
misión
multigeneracional,
y
se
realizará
por
la
bendición
del
matrimonio,
el
tener
hijos
y
el
discipulado
generacional
y
familiar.
La
misión
de
Dios
para
Abraham
En
Génesis
18,
encontramos
una
clara
articulación
de
los
propósitos
de
Dios
para
Abraham.
Génesis
18:18,
<<Es
un
hecho
que
Abraham
se
convertirá
en
una
nación
grande
y
poderosa,
y
en
él
serán
bendecidas
todas
las
naciones
de
la
tierra.>>
Este
versículo
resuena
del
deseo
de
Dios
en
Génesis
12
y
15,
donde
descubrimos
el
plan
de
Dios
de
bendecir
a
Abraham
para
que
sea
una
bendición
a
las
naciones.
Pero,
¿qué
quería
Dios
que
Abraham
hiciera
en
respuesta
a
esta
visión
global?
¿Cuál
fue
el
llamamiento
específico
de
Dios?
Génesis
18
sigue
con
el
versículo
19,
<<Yo
lo
he
elegido
para
que
instruya
a
sus
hijos
y
a
su
familia,
a
fin
de
que
se
mantengan
en
el
camino
del
SEÑOR
y
pongan
en
práctica
lo
que
es
justo
y
recto.
Así
el
SEÑOR
cumplirá
lo
que
le
ha
prometido>>.
Dios
viene
a
Abraham
con
el
mensaje
(aquí
yo
parafraseo),
<<Voy
a
llenar
el
mundo
con
la
adoración,
y
tu
tarea
es
hacer
tu
familia
un
centro
de
discipulado.
Tu
trabajo
es
impresionar
un
amor
para
mí
en
los
corazones
de
tus
hijos
y
todos
de
tu
casa.
La
acción
de
bendecir
el
mundo
empieza
con
bendecir
a
tu
familia>>.
El
gran
mandamiento
En
Mateo
22:35-‐36
Jesús
se
enfrenta
con
una
pregunta
poderosa.
Un
líder
religioso
le
pregunta,
<<¿Cuál
es
el
mandamiento
más
importante?>>
Jesús
respondió
por
citar
a
Deuteronomio
6:5;
<<
Ama
al
SEÑOR
tu
Dios
con
todo
tu
corazón
y
con
toda
tu
alma
y
con
todas
tus
fuerzas.>>
Según
Jesus,
nada
es
más
importante
que
conocer
y
amar
a
Dios.
Pero,
¿qué
debemos
hacer
con
este
mandamiento?
¿Cómo
empezamos?
¿Cómo
obedecerás
el
Gran
Mandamiento
hoy?
En
los
próximos
versículos
Dios
les
da
una
misión
específica
a
los
que
buscarían
amarlo.
“Grábate
en
el
corazón
estas
palabras
que
hoy
te
mando.
Incúlcaselas
continuamente
a
tus
hijos”.
–
Deuteronomio
6:6-‐7a
Aquí
encontramos
la
primera
tarea
para
la
comunidad
de
fe
en
respuesta
al
Gran
Mandamiento.
Los
que
aman
a
Dios
son
llamados
ante
todo
para
hacer
todo
lo
que
puedan
para
llevar
a
sus
hijos
a
amar
a
Dios
aún
más.
El
meollo
del
Gran
Mandamiento
es
el
discipulado
familiar.
Los
padres
necesitan
ser
los
entrenadores
espirituales
primarios
de
sus
hijos.
¿Cómo
pasa
esto?
Soy
un
pecador,
así
¿cómo
puedo
transmitirles
a
mis
hijos
la
fe
y
el
amor
por
Dios?
No
existe
una
fórmula
mágica,
pero
Dios
nos
da
un
punto
de
partida
en
el
próximo
versículo.
“Háblales
de
ellas
cuando
estés
en
tu
casa”
(Deuteronomio
6:7b)
¿Cómo
pueden
empezar
los
padres?
¡Por
hablar!
Específicamente,
Dios
llama
a
los
padres
a
unir
a
la
familia
en
el
hogar
para
hacer
la
que
se
le
ha
llamado
por
los
cristianos
a
través
de
los
siglos
“la
alabanza
familiar”.
Esta
alabanza
consiste
en
reunirse
como
familia
para
orar,
leer
las
Escrituras
y
animarse
espiritualmente.
Hoy
en
día
en
la
iglesia
del
oeste
muchos
hablan
de
la
importancia
del
discipulado
en
grupos
pequeños.
Has
escuchado
estas
frases
comunes.
“Tenemos
que
hacer
juntos
la
vida”.
“El
discipulado
pasa
en
el
contexto
de
relaciones”.
“Tenemos
que
volvernos
a
la
comunidad
auténtica”.
A
Dios
le
gusta
también
el
discipulado
en
grupos
pequeños.
Pero
los
llama
algo
diferente.
Los
llama
familias.
Quiere
que
cada
persona
nazca
en
el
grupo
pequeño
último
de
discipulado—una
familia
cristiana.
Dios
creó
a
la
familia
para
formar
nuestros
corazones
y
los
de
nuestros
hijos
con
un
profundo
y
duradero
amor
por
Cristo
y
por
su
Palabra.
Una
visión
para
el
ministerio
generacional
Salmos
78:1-‐7
nos
da
una
imagen
del
poderoso
impacto
que
tienen
las
familias
en
el
avance
del
reino
de
Dios.
“Pueblo
mío,
atiende
a
mi
enseñanza;
presta
oído
a
las
palabras
de
mi
boca.
Mis
labios
pronunciarán
parábolas
y
evocarán
misterios
de
antaño,
cosas
que
hemos
oído
y
conocido,
y
que
nuestros
padres
nos
han
contado.
No
las
esconderemos
de
sus
descendientes;
hablaremos
a
la
generación
venidera
del
poder
del
Señor,
de
sus
proezas,
y
de
las
maravillas
que
ha
realizado.
Él
promulgó
un
decreto
para
Jacob,
dictó
una
ley
para
Israel;
ordenó
a
nuestros
antepasados
enseñarlos
a
sus
descendientes,
para
que
los
conocieran
las
generaciones
venideras
y
los
hijos
que
habrían
de
nacer,
que
a
su
vez
los
enseñarían
a
sus
hijos.
Así
ellos
pondrían
su
confianza
en
Dios
y
no
se
olvidarían
de
sus
proezas,
sino
que
cumplirían
sus
mandamientos”.
¡Qué
maravillosa
es
esta
visión!
Quiero
ser
padre
como
describen
estos
versículos.
Quiero
hablarles
a
mis
hijos
de
las
maravillas
que
Dios
ha
realizado,
para
que
les
digan
a
sus
hijos
que
todavía
no
han
nacido.
El
meollo
del
avance
del
evangelio
es
la
llamada
a
los
padres
para
inculcar
a
sus
hijos
con
un
amor
por
Dios
y
por
su
Palabra.
La
iglesia
fundada
en
una
visión
multigeneracional
Los
discípulos
entendían
que
el
primer
paso
de
acción
del
evangelio
era
inculcarles
a
sus
hijos
con
un
amor
por
Dios.
En
Hechos
2,
Dios
funda
su
iglesia,
y
Pedro
predica
un
magnífico
sermón
evangélico.
Termina
de
la
siguiente
manera
en
Hechos
2:38-‐39,
“Arrepiéntase
y
bautícense
cada
uno
de
ustedes
en
el
nombre
de
Jesucristo
para
perdón
de
sus
pecados.
Y
recibirán
el
don
del
Espíritu
Santo.
En
efecto,
la
promesa
es
para
ustedes,
para
sus
hijos
y
para
todos
los
extranjeros,
es
decir,
para
todos
aquellos
a
quienes
el
Señor
nuestro
Dios
quiera
llamar”.
¡Usted,
sus
hijos
y
el
mundo!
Esto
es
el
avance
del
evangelio
en
tres
partes,
el
que
encontramos
de
principio
a
fin
en
las
Escrituras.
Hemos
excluido
la
mayor
prioridad
de
la
vida
cristiana,
la
que
es
servir,
atender
a
y
hacer
discípulos
de
nuestros
propios
hijos
y
parientes.
Como
resultado,
tenemos
muchos
cristianos
con
buenas
intenciones
que
se
dedican
a
los
programas
de
la
iglesia
y
de
la
comunidad,
pero
nunca
se
sientan
para
leer
la
Palabra
de
Dios
en
casa
con
sus
propios
hijos.
Conozco
bien
este
tipo
de
cristiano.
Solía
ser
yo.
Me
dedicaba
completamente
a
mi
ministerio
pastoral
en
la
iglesia,
y
mi
esposa
e
hijos
recibían
el
poco
que
permanecía.
Vivía
como
cristiano
vacío
y
antibíblico
mientras
que
recibía
elogio
por
mi
ministerio
público.
He
hablado
con
muchos
pastores
y
misioneros
a
través
de
los
años
que
han
creado
discípulos
de
centenares
de
personas
al
costo
de
las
almas
de
sus
hijos.
A
algunos
les
dijeron,
“¡Confía
a
tus
hijos
al
Señor!
Tienes
que
enfocar
en
tu
ministerio”.
En
las
Escrituras,
Dios
nunca
manda
a
los
padres
abdicar
del
entrenamiento
espiritual
de
sus
hijos
para
que
puedan
“enfocar
en
el
ministerio”.
En
lugar
de
esto,
Dios
llama
a
su
pueblo
para
empezar
su
ministerio
del
reino
de
Dios
en
el
hogar.
Llamamiento
a
padres
Dios
da
su
llamamiento
a
padres
en
Efesios
6:4,
“
Y
ustedes,
padres,
no
hagan
enojar
a
sus
hijos,
sino
críenlos
según
la
disciplina
e
instrucción
del
Señor”.
Dios
dice
que
los
padres
no
deban
despertar
enfado
profundo
en
los
corazones
de
sus
hijos,
y
les
da
un
remedio
para
que
no
pase.
Críe
a
sus
hijos
con
el
entrenamiento
y
la
instrucción
de
Dios.
El
entrenamiento
se
refiere
a
ejercicio
espiritual
–
las
prácticas
espirituales
de
la
fe
cristiana.
Padres
necesitan
orar
con,
servir
con
y
alabar
con
sus
hijos.
La
instrucción
se
refiere
a
las
palabras
que
padres
les
dicen
a
sus
hijos.
¡Las
palabras
que
padres
y
esposos
dicen
en
el
hogar
sobre
cosas
espirituales
tienen
poder
tremendo!
¿Desea
usted
ver
que
los
hombres
empiecen
a
dirigir
su
iglesia
con
humildad,
rectitud
y
con
doctrina
buena?
¿Desea
usted
ver
que
los
hombres
empiecen
a
tener
un
impacto
en
su
comunidad
y
mundo
por
Cristo?
Entonces,
llámelos,
entrénelos,
prepárelos
y
exija
que
participen
en
la
oración
privada,
el
estudio
de
las
Escrituras,
y
el
liderazgo
de
la
alabanza
familiar
en
sus
hogares.
Si
queremos
maximizar
el
impacto
de
un
hombre
en
el
mundo,
primero
tenemos
que
maximizar
su
impacto
en
el
hogar.
El
discipulado
familiar,
el
pastor,
el
anciano
Un
prerrequisito
del
liderazgo
espiritual
dentro
de
la
iglesia
local
es
el
liderazgo
espiritual
efectivo
en
el
hogar.
En
la
iglesia
antigua,
si
un
hombre
era
padre
y
tenía
el
deseo
de
ser
pastor/anciano,
el
tenía
que
demostrar
que
era
el
pastor
de
sus
hijos,
antes
de
que
se
permitiera
pastorear
el
cuerpo
más
grande.
“Debe
gobernar
bien
su
casa
y
hacer
que
sus
hijos
le
obedezcan
con
el
debido
respeto;
porque
el
que
no
sabe
gobernar
su
propia
familia,
¿cómo
podrá
cuidar
de
la
iglesia
de
Dios?”
-‐1
Timoteo
3:4-‐5
Cuando
el
texto
refiere
a
“gobernar
su
familia”,
no
refiere
a
pagar
las
cuentas
y
cortar
el
césped.
Aquí,
el
contexto
es
uno
del
liderazgo
espiritual.
En
otras
palabras,
si
un
hombre
no
ha
tomado
ya
la
iniciativa
de
animar
fe
en
los
corazones
de
su
esposa
e
hijos,
él
no
es
cualificado
para
el
puesto
de
pastor/anciano
de
la
iglesia.
Dios
reitera
este
principio
más
fuertemente
en
Tito
1:6
donde
encontramos
cualificaciones
adicionales
para
los
hombres
que
quieren
ser
pastor/anciano.
“El
anciano
debe
ser
intachable,
esposo
de
una
sola
mujer;
sus
hijos
deben
ser
creyentes,
libres
de
sospecha
de
libertinaje
o
de
desobediencia.”
En
mi
experiencia
he
recibido
poca
enseñanza
de
esta
frase,
“sus
hijos
deben
ser
creyentes.”
Algunas
personas
interpretan
que
esta
frase
se
trate
solamente
de
los
hijos
en
el
hogar,
y
si
un
hombre
tiene
hijos
adultos
que
no
siguen
al
Señor,
no
lo
descalifica.
A
pesar
de
la
interpretación
de
una
persona,
es
un
texto
poderoso
que
tenemos
que
tomar
en
serio.
¿Por
qué
diría
Dios
que
un
hombre
no
podría
servir
como
pastor/anciano
si
sus
hijos
no
fueran
creyentes?
Creo
que
es
porque
si
un
hombre
tiene
un
hijo
o
hija
que
no
es
converso,
¡él
tiene
que
hacer
todo
lo
que
puede
para
dedicarse
a
orar
y
ser
ministro
de
este
hijo
o
hija!
El
llamamiento
del
Gran
Mandamiento
del
hombre
empieza
con
las
almas
de
los
hijos
por
los
cuales
es
responsable.
Conclusión
¿Es
sorprendente
que
el
enemigo
enfoque
en
las
relaciones
dentro
de
la
familia
con
ferocidad?
No
debe
ser
sorpresa,
ya
que
las
Escrituras
enseñan
que
la
vida
espiritual
de
la
familia
es
directamente
asociada
al
Gran
Mandamiento
y
llenar
el
mundo
con
personas
que
alaban
al
Señor.
Si
estamos
apasionados
por
ver
el
avance
del
evangelio
del
reino
del
Señor,
empecemos
a
dirigir
nuestros
corazones
al
hogar.
Les
pidamos
a
Dios
que
nos
ayude
a
empezar
nuestro
ministerio
en
este
mundo
por
“hacer
discípulos”
de
nuestro
miembros
de
familia.
Que
defendamos
apasionadamente
y
con
la
Biblia
el
plan
de
Dios,
la
estructura
y
los
propuestos
para
la
institución
de
la
iglesia
local.
Para
los
líderes
de
la
iglesia,
sigamos
el
ejemplo
de
la
iglesia
antigua,
la
cual
mantenía
familias
juntas
para
la
alabanza
y
el
evangelismo
acelerado
y
para
crear
discípulos
dentro
de
y
a
través
de
la
familia.
Que
Dios
sea
glorificado
en
nuestras
iglesias
y
en
nuestros
hogares,
para
que
¡Él
pueda
ser
adorado
alrededor
del
mundo
en
cada
tribu
y
lengua
por
todas
las
generaciones!
1. Investigación
de
la
Misión
de
Gran
Europa
–
http://www.gmission.org/Why/statistics.asp
2. La
Casa
de
Polly,
“Notas
de
estudio
mayor
desafío
de
alcanzar
los
niños
para
Cristo,”
Prensa
Bautista,
Octubre
20,
1000,
http://www.bpnews.net/bpnews.asp?
3. http://www.reformed.org/documents/wcf_standards/index.html?mainframe=/doc
uments/wcf_standards/p417-‐direct_fam_worship.html
4. http://www.spurgeon.org/revival.htm
5. Para
una
exploración
más
detallada
de
la
conexión
bíblica
entre
el
Gran
Mandamiento
y
la
familia,
visite
la
página
de
líderes
de
la
iglesia
a
www.VisionaryFam.com
ROB
RIENOW
Dr.
Rob
Rienow
se
casó
con
Amy
en
1994
y
ellos
han
sido
bendecidos
con
seis
hijos.
Su
trabajo
más
importante
es
amar
a
su
esposa
y
guiar
a
sus
hijos
a
seguir
a
Dios.
Rob
es
el
fundador
del
Visionary
Family
Ministries
que
existe
para
construir
a
la
iglesia
por
medio
de
la
reformación
global
de
los
discipulados
familiares.
Él
es
pastor
y
el
autor
de
cuatro
libros
incluyendo:
Visionary
Parenting,
Visionary
Marriage,
y
When
They
Turn
Away.
Rob
y
su
familia
viven
en
Wheaton,
IL.
Ve
a
www.visionaryfam.com
por
más
información.