Por eso comenzamos siempre la celebración «En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo». Y el presidente, en algunas ocasiones, nos acoge a todos con un saludo de san Pablo en el que se describe la acción fundamental de cada una de las Personas divinas: «La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios Padre y la comunión del Espíritu Santo estén con todos vosotros»
2. El Padre, fuente y fin de la Eucaristía
Este banquete que celebramos en esta tierra con los elementos de la creación y de nuestro trabajo, nos llevará a participar en el banquete definitivo «en los cielos nuevos y la tierra nueva» (2 Pe 3,13). Con toda rotundidad afirmó Jesús: «Mi Padre es quien os da el verdadero pan del cielo... El que come de este pan, vivirá para siempre» (Jn 6, 32.51).
3. La Eucaristía, banquete del Señor Jesús
a) Una nueva Pascua Jesús va a instituir una nueva pascua, porque al decir «Haced esto en memoria mía» va a cambiar el acontecimiento liberador b) Una nueva alianza Para explicarlo, Jesús recurre a otro gran componente de la religión judía: la alianza. Jesús alude a este ritual cuando, al ofrecer a sus discípulos un cáliz con vino, les dice: «Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre» (1 Cor 11,25). c) Un nuevo sacrificio Jesús instituye, pues, un nuevo pacto con Dios, una nueva relación con él que dará lugar a un nuevo pueblo de Dios. La Cruz d) Una nueva vida Pero el sacrificio eucarístico no sólo hace presente la pasión y muerte de Cristo, sino también su resurrección. e) Un nuevo banquete El pan era el alimento fundamental para saciar el hambre y por ello era símbolo de la vida. El vino era la bebida festiva, símbolo de alegría, de amistad y de alianza. Jesús los asume pero les da un nuevo sentido: son su cuerpo entregado y su sangre derramada, es decir, son él mismo que se entrega a favor de los hombres. f) Una nueva comunidad La Eucaristía crea la Iglesia como comunión de personas, como imagen y participación de la comunión trinitaria. En ella, el Padre atiende y realiza el deseo de su Hijo: «Te pido que todos sean uno, Padre, lo mismo que tú estás en mí y yo en ti, que también ellos estén unidos a nosotros; de este modo, el mundo podrá creer que tú me has enviado» (Jn 17,21). 4. La Eucaristía, efusión del Espíritu Santo
Capítulo II LOS INVITADOS
1. ¿Quiénes están invitados? a) Todos los hombres Todos los hombres están destinados a la Eucaristía y todos son invitados a ella de distintas maneras. La razón es clara: «Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad» (1 Tm 2,4) Y para cumplir esta misión encuentra en la Eucaristía, primero, la fuente de donde recibe la fuerza espiritual para llevarla a cabo; segundo, la motivación, puesto que en ella recuerda y experimenta el amor de Dios por todos los hombres que le lanza a la evangelización; y tercero, la meta a la que se dirige todo el esfuerzo evangelizador, la comunión con Dios. b) Los discípulos de Jesús A cada celebración eucarística acudimos unos cristianos concretos, los que vivimos en el lugar o los que se unen circunstancialmente a nosotros. Pero los reunidos representamos a toda la Iglesia, que se une a nuestra celebración. Por eso nos acordamos siempre del Papa, de nuestro Obispo y de todos nuestros hermanos en la fe, que peregrinan por el universo mundo. Más aún, a cada Eucaristía se unen no sólo los cristianos que están todavía aquí abajo, sino también los que están ya en la gloria del cielo. c) La comunidad cristiana La Eucaristía no es una acción privada a la que acudimos como creyentes individuales, sino celebración de la Iglesia, pueblo de Dios y Cuerpo de Cristo, pero cada uno participará según su función, pero todos en la «unidad del Espíritu» que actúa en todos. 2. Los que no acuden Unos porque no tienen tiempo; Otros porque no está de moda; no les ha llegado la invitación; por un ansia de autonomía individual; por el dominio del mal. 3. Los que acuden sin traje de fiesta ¿Cuáles pueden ser las actitudes insuficientes que nos priven de alcanzar esos frutos? La primera, asistir solamente para cumplir el precepto; aquellos que sólo acuden como espectadores; No faltan los que hacen de la Eucaristía una mera devoción privada; para coleccionar una nueva experiencia, mística o estética; para celebrar solamente la propia vida; querrán celebrar la Eucaristía a su manera. 4. Entonces, ¿cómo hay que acudir? Actitudes que nos inspira el Espíritu Santo: + Petición humilde de perdón y el deseo de conversión. + Disponibilidad para la escucha de una palabra. + Adoración, alabanza y acción de gracias. + Ofrendar nuestra propia vida + Pedir con humildad + Apertura a la comunión con los hermanos.
Capítulo IV EL DÍA DE LA FIESTA
1. El domingo Día del Señor: creador, liberador, Día de Cristo: resurrección, pentecostés, día bautismal, día de la luz Día de la Iglesia: comunidad Capítulo V EL LUGAR DE LA FIESTA Capítulo VI LA CELEBRACIÓN Desarrollo general de la celebración Capítulo VII EL DIÁLOGO 1. Un Dios que nos habla 2. Los Ritos iniciales 3. La Liturgia de la Palabra Capítulo VIII EL BANQUETE Capítulo IX LA DESPEDIDA 1. El Rito de conclusión 2. La Eucaristía, fuente y cima de la vida cristiana