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LA EUCARISTÍA

Capítulo I EL ANFITRIÓN

1. La Eucaristía, obra de la Trinidad


Por eso comenzamos siempre la celebración «En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo». Y el presidente, en algunas ocasiones, nos acoge a todos con un saludo de san Pablo en
el que se describe la acción fundamental de cada una de las Personas divinas: «La gracia de
nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios Padre y la comunión del Espíritu Santo estén con
todos vosotros»

2. El Padre, fuente y fin de la Eucaristía


Este banquete que celebramos en esta tierra con los elementos de la creación y de nuestro
trabajo, nos llevará a participar en el banquete definitivo «en los cielos nuevos y la tierra
nueva» (2 Pe 3,13). Con toda rotundidad afirmó Jesús: «Mi Padre es quien os da el verdadero
pan del cielo... El que come de este pan, vivirá para siempre» (Jn 6, 32.51).

3. La Eucaristía, banquete del Señor Jesús


a) Una nueva Pascua
Jesús va a instituir una nueva pascua, porque al decir «Haced esto en memoria mía» va
a cambiar el acontecimiento liberador
b) Una nueva alianza
Para explicarlo, Jesús recurre a otro gran componente de la religión judía: la alianza.
Jesús alude a este ritual cuando, al ofrecer a sus discípulos un cáliz con vino, les dice:
«Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre» (1 Cor 11,25).
c) Un nuevo sacrificio
Jesús instituye, pues, un nuevo pacto con Dios, una nueva relación con él que dará lugar
a un nuevo pueblo de Dios. La Cruz
d) Una nueva vida
Pero el sacrificio eucarístico no sólo hace presente la pasión y muerte de Cristo, sino
también su resurrección.
e) Un nuevo banquete
El pan era el alimento fundamental para saciar el hambre y por ello era símbolo de la
vida. El vino era la bebida festiva, símbolo de alegría, de amistad y de alianza. Jesús los
asume pero les da un nuevo sentido: son su cuerpo entregado y su sangre derramada,
es decir, son él mismo que se entrega a favor de los hombres.
f) Una nueva comunidad
La Eucaristía crea la Iglesia como comunión de personas, como imagen y participación
de la comunión trinitaria. En ella, el Padre atiende y realiza el deseo de su Hijo: «Te pido
que todos sean uno, Padre, lo mismo que tú estás en mí y yo en ti, que también ellos
estén unidos a nosotros; de este modo, el mundo podrá creer que tú me has enviado»
(Jn 17,21).
4. La Eucaristía, efusión del Espíritu Santo

Capítulo II LOS INVITADOS


1. ¿Quiénes están invitados?
a) Todos los hombres
Todos los hombres están destinados a la Eucaristía y todos son invitados a ella de
distintas maneras. La razón es clara: «Dios quiere que todos los hombres se salven y
lleguen al conocimiento de la verdad» (1 Tm 2,4) Y para cumplir esta misión encuentra
en la Eucaristía, primero, la fuente de donde recibe la fuerza espiritual para llevarla a
cabo; segundo, la motivación, puesto que en ella recuerda y experimenta el amor de Dios
por todos los hombres que le lanza a la evangelización; y tercero, la meta a la que se
dirige todo el esfuerzo evangelizador, la comunión con Dios.
b) Los discípulos de Jesús
A cada celebración eucarística acudimos unos cristianos concretos, los que vivimos en
el lugar o los que se unen circunstancialmente a nosotros. Pero los reunidos
representamos a toda la Iglesia, que se une a nuestra celebración. Por eso nos
acordamos siempre del Papa, de nuestro Obispo y de todos nuestros hermanos en la fe,
que peregrinan por el universo mundo. Más aún, a cada Eucaristía se unen no sólo los
cristianos que están todavía aquí abajo, sino también los que están ya en la gloria del
cielo.
c) La comunidad cristiana
La Eucaristía no es una acción privada a la que acudimos como creyentes individuales,
sino celebración de la Iglesia, pueblo de Dios y Cuerpo de Cristo, pero cada uno
participará según su función, pero todos en la «unidad del Espíritu» que actúa en todos.
2. Los que no acuden
Unos porque no tienen tiempo; Otros porque no está de moda; no les ha llegado la
invitación; por un ansia de autonomía individual; por el dominio del mal.
3. Los que acuden sin traje de fiesta
¿Cuáles pueden ser las actitudes insuficientes que nos priven de alcanzar esos frutos?
La primera, asistir solamente para cumplir el precepto; aquellos que sólo acuden como
espectadores; No faltan los que hacen de la Eucaristía una mera devoción privada; para
coleccionar una nueva experiencia, mística o estética; para celebrar solamente la propia
vida; querrán celebrar la Eucaristía a su manera.
4. Entonces, ¿cómo hay que acudir? Actitudes que nos inspira el Espíritu Santo:
+ Petición humilde de perdón y el deseo de conversión.
+ Disponibilidad para la escucha de una palabra.
+ Adoración, alabanza y acción de gracias.
+ Ofrendar nuestra propia vida
+ Pedir con humildad
+ Apertura a la comunión con los hermanos.

Capítulo IV EL DÍA DE LA FIESTA


1. El domingo
Día del Señor: creador, liberador,
Día de Cristo: resurrección, pentecostés, día bautismal, día de la luz
Día de la Iglesia: comunidad
Capítulo V EL LUGAR DE LA FIESTA
Capítulo VI LA CELEBRACIÓN
Desarrollo general de la celebración
Capítulo VII EL DIÁLOGO
1. Un Dios que nos habla
2. Los Ritos iniciales
3. La Liturgia de la Palabra
Capítulo VIII EL BANQUETE
Capítulo IX LA DESPEDIDA
1. El Rito de conclusión
2. La Eucaristía, fuente y cima de la vida cristiana

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