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Magistrada ponente:
DIANA FAJARDO RIVERA
SENTENCIA
I. ANTECEDENTES
1
El expediente de referencia fue seleccionado para revisión por la Sala de Selección Número Seis de la Corte
Constitucional, mediante Auto del 16 de junio de 2017, bajo el criterio subjetivo “urgencia de proteger un
derecho fundamental”, de conformidad con lo establecido en el artículo 52 del Acuerdo 02 de 2015 de esta
Corporación (“Por medio del cual se unifica y actualiza el Reglamento de la Corte Constitucional”).
arenero artesanal de la cantera alrededor de la cual se constituyó la
organización.2
1. Hechos
1.1. El señor Germán Ortiz Gómez es una persona de 66 años de edad,3 quien
manifiesta que desde el año 2005 ha ejercido labores de arenero artesanal a
cielo abierto, de lo cual siempre ha dependido su sustento económico y el de
su núcleo familiar (sin detallar la conformación del mismo).
1.3. El accionante manifestó que desde el año 2013 fue diagnosticado con
“coxartrosis bilateral de cadera de predominio izquierdo y artrosis de
columna lumbar”8, lo cual le impidió acudir a la mina con la regularidad que
lo venía haciendo, pues le era imposible mantener su cuerpo en una sola
posición durante un lapso prolongado. Esta situación, indicó el tutelante, era
conocida por los demás asociados.
1.4. Asimismo, el demandante señaló que desde el año 2014 (sin especificar
fecha) su movilización empezó a depender del uso de muletas, por lo que
solicitó verbalmente al presidente de la Junta Directiva de ACME autorizar a
otra persona para que, en su nombre, cumpliera sus deberes contractuales, lo
cual fue negado.9
2
Vid. Folios 62 a 72 del cuaderno principal, en los que obra el escrito de tutela (en adelante, cuando se haga
alusión a un folio del expediente, se entenderá que se hace referencia al cuaderno principal, salvo que se diga
algo distinto).
3
Vid. Folio 1, en el que obra copia de la cédula de ciudadanía del accionante, donde se acredita que nació el
28 de mayo de 1951.
4
Vid. Folios 114 a 118, en los que obra copia del Acta No. 001, por medio de la cual se adelanta la
“constitución de la Asociación Campesina de Areneros Mina La Esperanza”, suscrita por 14 fundadores.
5
Cfr. Folio 92. Además, la totalidad de los estatutos obran en los folios 91 a 113.
6
Vid. Folios 134 a 136.
7
Así se desprende de lo dicho por el actor en el escrito de tutela, específicamente del hecho N° 12 narrado por
el actor. Vid. Folio 64.
8
Cfr. Folio 63.
9
Vid. Folio 63.
1.5. En escrito del 22 de septiembre de 2014, el señor Ortiz Gómez expresó a
la Asociación que la inasistencia prolongada durante aproximadamente un año
se debió a sus quebrantos de salud. Adicionalmente, dado que con ocasión de
lo anterior venía percibiendo tan sólo el 50% de sus ingresos derivados de la
extracción de arena, pidió explicación acerca de esta reducción pecuniaria y,
ante las manifestaciones insistentes de los asociados dirigidas a obtener su
renuncia a la agremiación, solicitó ser sometido a una Junta de Vigilancia que
definiera su pertenencia en la misma.10
1.7. Mediante Resolución No. 001 del 8 de octubre de 2014, proferida por la
Junta Directiva de la agremiación, se resolvió: “suspender en forma definitiva
los derechos de compensación económica y excluir en adelante al asociado
GERMÁN ORTIZ GÓMEZ de todo vínculo con la Asociación Campesina de
Areneros Mina la Esperanza”12. Como sustento de tal decisión, se estableció
que el accionante había incumplido con las obligaciones propias de los
asociados, pues dejó de asistir a la mina durante un periodo superior a los 6
meses, sin presentar ninguna incapacidad médica o justificación válida que
certificara su imposibilidad de acudir a la zona de extracción de arena, “siendo
claro que la Asociación requiere la presencia física y el cumplimiento del
trabajo, la cual no es delegable en ningún tercero, ni existe vínculo laboral
entre los asociados, pues cada uno es responsable de sí mismo”13.
10
Vid. Folios 30 a 32.
11
Vid. Folios 123 y 124.
12
Cfr. Folio 9.
13
Cfr. Folio 8.
14
Vid. Folio 29.
15
Vid. Folio 27.
por aparentes irregularidades en los manejos financieros de la organización y
por habérseles separado de la misma sin la garantía del debido proceso 16; (iii)
el 18 de agosto de 2016, pidió a la organización accionada revocar la
Resolución No. 001 del 8 de octubre de 2014, por considerar que con ésta se
había vulnerado su derecho a la defensa, por no habérsele escuchado durante
el trámite para la expedición de la misma17.
1.11. Solicitud. Con base en lo anterior, el señor Germán Ortiz Gómez solicitó
al juez de tutela amparar los derechos fundamentales al debido proceso,
trabajo y dignidad humana, para que, en consecuencia, se ordene a la Junta
Directiva de ACME: (i) restablecer sus derechos como asociado y (ii) permitir
que otra persona adelante, en su nombre, las labores al interior de la mina, con
el fin de no afectar los ingresos que se derivan de su pertenencia a la
agremiación.
16
Vid. Folios 23 a 39.
17
Vid. Folios 10 a 23.
18
Vid. Folios 6 y 7.
19
Cfr. Folio 2, en el que obra copia parcial de la historia clínica fechada el 26 de mayo de 2016.
20
Vid. Folios 82 a 136.
2.1. A través del presidente de la Junta Directiva, en un extenso documento la
Asociación solicitó negar la acción de tutela promovida en su contra, tras
exponer que aunque acepta que desde el año 2013 el accionante presenta el
diagnóstico referido en la acción de tutela y que en el 2014 se presentó en
muletas a la zona de explotación de arena para solicitar que se le permitiera
ser reemplazado por un tercero en sus labores, la decisión de retirarlo
forzosamente de la agremiación estuvo basada estrictamente en lo dispuesto
en los estatutos de ACME, donde no se contempla la posibilidad de agenciar
las obligaciones adquiridas por sus asociados. Además, indicó que la medida
de exclusión definitiva estuvo basada en lo establecido en el Acta 002 de
201421, expedida con ocasión de la asamblea de asociados celebrada el 22 de
agosto de dicha anualidad, en la que el señor Germán Ortiz Gómez participó y
en la que se acordó que:
Asimismo, indicó que la Resolución No. 001 del 8 de octubre de 2014 fue
proferida en garantía del debido proceso del accionante, pues estuvo mediada
por la constitución previa de una Junta de Vigilancia, cuyo concepto fue
acogido por la Junta Directiva.
2.2. En relación con el amparo del derecho al trabajo invocado por el tutelante,
la accionada señaló que éste no tiene fundamento jurídico, pues dado que se
trata de una agremiación constituida entre distintos colegas en igualdad de
condiciones, su propósito nunca ha sido el de estructurar relaciones laborales
entre los mismos, por lo que “las personas que componen la organización
obtienen para su sustento lo que cada una de ellas explota en actividades de
extracción de arena, en predios privados en los que sólo se ha autorizado el
ingreso de los asociados”23.
2.3. Finalmente, frente a la solicitud de permitir que una tercera persona asista
a la mina en reemplazo del demandante, la accionada manifestó que ello
“sería igual a desconocer el propósito de la norma que faculta a las
asociaciones a tomar una reglamentación, pues la acción de tutela no se ha
establecido para desvirtuar el derecho a la libre asociación”; e indicó que
21
Vid. Folios 119 a 122.
22
Cfr. Folio 122.
23
Cfr. Folio 86.
obligarle a contratar a un individuo ajeno a la organización implicaría hacerlos
asumir posiciones de empleadores, lo cual desnaturalizaría la relación de
socios que mantienen al interior de la misma.
Por otro lado, dado que se trata de un debate que integra una ardua y
especializada labor probatoria, el actor cuenta con los recursos disponibles
ante la jurisdicción ordinaria, por lo que el asunto tampoco supera el
presupuesto de subsidiariedad.
3.2. Impugnación27
24
Cfr. Folio 80.
25
Vid. Folios 80 y 81, en los que obra la totalidad de la declaración.
26
Vid. Folios 137 a 146.
27
Vid. Folios 151 a 171
como la incertidumbre frente a la fecha de notificación de la Resolución No.
001 del 8 de octubre de 2014, y que su inactividad se debió a la negligencia de
un abogado en el cual confió en su momento la defensa de sus intereses.
II. CONSIDERACIONES
1. Competencia
28
Vid. Folios 2 a 11 del cuaderno Nº 2.
29
“Por el cual se reglamenta la acción de tutela consagrada en el artículo 86 de la Constitución Política”
3. Cumplimiento de los requisitos de procedencia de la acción de tutela
promovida por Germán Ortiz Gómez contra la Asociación Campesina de
Areneros “Mina La Esperanza” – ACME
30
Artículo 86: “[t]oda persona tendrá acción de tutela para reclamar ante los jueces, en todo momento y
lugar, mediante un procedimiento preferente y sumario, por sí misma o por quien actúe a su nombre, la
protección inmediata de sus derechos constitucionales fundamentales, cuando quiera que éstos resulten
vulnerados o amenazados por la acción o la omisión de cualquier autoridad pública. || La protección
consistirá en una orden para que aquel respecto de quien se solicita la tutela, actúe o se abstenga de hacerlo.
El fallo, que será de inmediato cumplimiento, podrá impugnarse ante el juez competente y, en todo caso, éste
lo remitirá a la Corte Constitucional para su eventual revisión. || Esta acción solo procederá cuando el
afectado no disponga de otro medio de defensa judicial, salvo que aquella se utilice como mecanismo
transitorio para evitar un perjuicio irremediable. || En ningún caso podrán transcurrir más de diez días entre
la solicitud de tutela y su resolución. || La ley establecerá los casos en los que la acción de tutela procede
contra particulares encargados de la prestación de un servicio público o cuya conducta afecte grave y
directamente el interés colectivo, o respecto de quienes el solicitante se halle en estado de subordinación o
indefensión”.
31
El numeral 9 original disponía que la tutela contra particulares procede “cuando la solicitud sea para
tutelar la vida o la integridad de quien se encuentra en situación de subordinación o indefensión respecto del
particular contra el cual se interpuso la acción”. Sin embargo, la constitucionalidad de la expresión “para
tutelar la vida o la integridad” fue estudiada por la Corte Constitucional, en sentencia C-134 de 1994. M.P.
Vladimiro Naranjo Mesa, encontrando que la misma era contraria a la Carta Política, por integrar una
limitación injustificada a la acción de tutela, restringiendo su ejercicio únicamente a dos derechos
fundamentales, lo cual deviene, indicó el Tribunal, en el entendimiento del recurso de amparo como un
instrumento discriminatorio, lo cual contradice el espíritu del Constituyente y el verdadero alcance del
mecanismo constitucional incorporado en el artículo 86 Superior.
En cuando al sentido de la categoría de “subordinación”, de manera general
alude al “acatamiento y sometimiento a órdenes proferidas por quienes por
razón de sus calidades, tienen la competencia para impartirlas”32, de
forma que entre el peticionario y el accionado se consolide una “relación
jurídica” de estricta dependencia, basada en un vínculo jerárquico33. A su
vez, la “indefensión”, ha dicho la Corte, se refiere a la “relación de hecho” que
mantienen los extremos de la tutela, en virtud de la cual la parte accionante se
encuentra en condición de dependencia respecto del accionado, por haber
“sido puesta en una situación que la hace incapaz de repeler física o
jurídicamente las agresiones de las cuales viene siendo objeto por parte de un
particular, las cuales ponen en peligro sus derechos fundamentales”34.
32
Así lo ha establecido esta Corporación desde sus primeros pronunciamiento, especialmente a partir de la
sentencia T-333 de 1995. M.P. Antonio Barrera Carbonell, insistentemente reiterada por la jurisprudencia de
esta Corporación.
33
El entendimiento de la subordinación en tanto relación jurídica ha sido insistentemente reiterado por esta
Corporación, y tiene su origen principalmente en la sentencia T-339 de 1997. M.P. Alejandro Martínez
Caballero.
34
Cfr. Sentencia T-1236 de 2000. M.P. Alejandro Martínez Caballero.
35
Cfr. Folio 2, en el que obra copia de la historia clínica del 16 de mayo de 2016.
36
Cfr. Folio 3, contentivo de la valoración médica del 28 de mayo de 2016.
37
Cfr. Folio 5, en el que se registra consulta médica del 16 de mayo de 2016.
como lo señaló el actor en la acción de tutela, lo cual fue expresamente
aceptado por la parte accionada, data del año 2013 y ha afectado gravemente
su movilización, al punto que para ese momento se veía obligado a usar
ayudas técnicas de deambulación, como lo son las muletas.
Esta situación adquiere una gravedad especial en el caso del señor Ortiz
Gómez si se tiene en cuenta que, como lo declaró ante el juez de primera
instancia, sus labores cotidianas al interior de la mina de arena correspondían
al “paleo de material de arrastre todo el día, desde las 6 de la mañana hasta
las 5 de la tarde”38, de lo cual se desprende claramente que, al tratarse de una
actividad que exige un importante esfuerzo físico, sus padecimientos lumbares
en el grado en el que se encuentran dificultan el desarrollo de la misma, no
sólo porque encuentra reducida su motricidad, sino porque las funciones de
extracción artesanal de arena pueden significarle un desgaste orgánico
excepcional.
(ii) La avanzada edad: el señor Germán Ortiz Gómez cuenta con 66 años de
edad39. Aunque este hecho no lo hace en sí mismo titular automático de un
derecho particular, sí se convierte en una condición que impone el deber de
abordar el asunto en perspectiva de la especial protección constitucional de
que son sujetos las personas de la tercera edad.40 Al respecto, no puede
perderse de vista que nuestro ordenamiento jurídico, al incorporar medidas de
atención reforzada en favor de esta población, ha entendido que un “adulto
mayor”41 es toda persona que cuente con 60 años de edad o más.42
38
Cfr. Folio 80 (reverso).
39
Cfr. Folio 1.
40
Protección especial que se basa no sólo en la cláusula de igualdad contenida en el artículo 13 Superior, sino
en artículo 46 de la Carta Política, según el cual “[e]l Estado, la Sociedad y la familia concurrirán para la
protección y la asistencia de las personas de la tercera edad y promoverán su integración a la vida activa y
comunitaria. || El Estado les garantizará los servicios de la seguridad social integral y el subsidio
alimentario en caso de indigencia”.
41
Esta Corporación ha asumido como sinónimos los conceptos de “tercera edad”, “ancianos” y “adultos
mayores”. Vid. Sentencia C-177 de 2016. M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub.
42
Vid. Artículo 7, b) de la Ley 1276 de 2009 (“a través de la cual se modifica la ley 687 del 15 de agosto de
2001 y se establecen nuevos criterios de atención integral del adulto mayor en los centros de vida”), según el
cual: “Adulto Mayor. Es aquella persona que cuenta con sesenta (60) años de edad o más. A criterio de los
especialistas de los centros vida, una persona podrá ser clasificada dentro de este rango, siendo menor de 60
años y mayor de 55, cuando sus condiciones de desgaste físico, vital y psicológico así lo determinen”. En ese
mismo sentido, la Ley 1315 de 2009 (“por medio de la cual se establecen las condiciones mínimas que
dignifiquen la estadía de los adultos mayores en los centros de protección, centros de día e instituciones de
atención”), en su artículo 2 señala que adulto mayor “es aquella persona que cuenta con sesenta (60) años de
edad o más”.
43
Vid. Folio 81.
(iv) El analfabetismo: teniendo en cuenta que tanto en el escrito de tutela como
en la declaración rendida ante el a quo se establece que el accionante no ha
tenido acceso a formación educativa, y no sabe leer ni escribir, se encuentra
acreditado, entonces, que el actor es analfabeta. Situación que, valga decir, no
ha sido objeto de controversia por parte del extremo accionado.
Sobre este punto, debe recordarse que el analfabetismo es tal vez una de las
expresiones más claras de vulnerabilidad,44 por representar una robusta barrera
para el acceso igualitario tanto a los contextos cotidianos como a las diversas
fórmulas de bienestar. De ahí que esta Corte haya insistido en la inevitable
vinculación que existe entre esta condición y la marginalidad económica y
social,45 lo que redunda en la consolidación de una evidente dificultad para el
ejercicio adecuado de los derechos de quienes no saben leer ni escribir46, y de
lo cual se desprende la necesidad de garantizar una atención reforzada en
procura de lograr la mayor satisfacción de las prerrogativas constitucionales,
tornándose así especialmente exigible la realización de la finalidad esencial
del Estado relativa a la efectividad de los principios consagrados en la Carta
Política, de conformidad con el artículo 2º Superior.47
44
Vid. Sentencia T-773 de 2003. M.P. Manuel José Cepeda Espinosa.
45
Vid. Sentencia C-282 de 2007. M.P. Eduardo Montealegre Lynett.
46
Con fundamento en ello, y en atención a lo dispuesto principalmente en el artículo 67 de la Constitución,
esta Corporación se ha referido a la erradicación del analfabetismo como una verdadera obligación del
Estado, destinada a mejorar la calidad de vida de los nacionales y remover los obstáculos que perpetúan la
marginación. Vid. Sentencia C-468 de 2011. M.P. María Victoria Calle Correa.
47
Inciso 1º del artículo 2º. “[s]on fines esenciales del Estado: servir a la comunidad, promover la
prosperidad general y garantizar la efectividad de los principios, derechos y deberes consagrados en la
Constitución; facilitar la participación de todos en las decisiones que los afectan y en la vida económica,
política, administrativa y cultural de la Nación; defender la independencia nacional, mantener la integridad
territorial y asegurar la convivencia pacífica y la vigencia de un orden justo”.
3.3. Inmediatez
Pese a que el artículo 86 Superior establece que la acción de tutela puede ser
promovida “en cualquier momento”, desde sus inicios esta Corporación ha
desarrollado la necesidad de que se interponga en un “plazo razonable”, de
acuerdo a las particularidades de cada caso, de forma que su valoración esté
determinada por la relación entre la protección inmediata de los derechos que
brinda este mecanismo constitucional y el acto particular que genera la
supuesta amenaza o violación.48
En el asunto bajo estudio, éste ha sido uno de los elementos que ha dado lugar
a que, en sede de instancia, se descarte la procedencia del amparo.
Específicamente, el a quo consideró que la acción de tutela de la referencia no
superaba el requisito de inmediatez, puesto que entre el momento en el que se
adoptó la Resolución No. 001 del 8 de octubre de 2014 (por medio de la cual
se excluyó al actor de la ACME) y la fecha en que se interpuso la tutela (31 de
octubre de 2016) transcurrió un lapso aproximado de 2 años, el cual, en su
criterio, es irrazonable. Decisión que fue confirmada por el ad quem.
Guerrero Pérez; SU-168 de 2017. M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado; T-038 de 2017. M.P. Gloria Stella Ortiz
Delgado; T-106 de 2017. M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado; T-179 de 2017. M.P. Luis Guillermo Guerrero
Pérez; y T-431 de 2017. M.P. Iván Humberto Escrucería Mayolo, entre otras.
50
Cfr. Sentencia T-003 de 2010. M.P. Jorge Iván Palacio Palacio.
51
Algunos ejemplos: en la sentencia T-654 de 2006. M.P. Humberto Antonio Sierra Porto, la Sala Séptima de
Revisión resolvió una solicitud de amparo promovida por un agente de la Policía Nacional al que mediante
Resolución proferida en el año 1999 se le inició un Consejo de Guerra en su contra, por abandono del
servicio, lo cual implicó la pérdida de todo ingreso económico, pese a que presentaba distintos quebrantos de
salud física y mental adquiridos con ocasión del ejercicio policial. Al analizar la procedencia de la tutela la
Corte advirtió problemas de inmediatez, debido a que el recurso constitucional fue instaurado en el año 2006,
más de 6 años después de la ocurrencia del hecho vulnerador; sin embargo, indicó que este requisito procesal
“no puede alegarse como excusa para dejar de amparar los derechos constitucionales fundamentales cuando
frente a quien se pretende hacer valer este requisito es una persona que sufre un serio deterioro en su salud y
es incapaz de medir las consecuencias de su acciones u omisiones, menos aquellas relacionadas con aspectos
jurídicos. De admitirse esta posibilidad, se le estaría negando a una persona colocada en circunstancias de
debilidad manifiesta de manera seria y grave la posibilidad de acceder a la administración de justicia en
defensa de los derechos que le han sido desconocidos, tanto más cuando las consecuencias de esa
vulneración han permanecido en el tiempo y tienden a agudizarse cada día más”. || En igual sentido, en la
sentencia T-692 de 2006. M.P. Jaime Córdoba Triviño, la Sala Cuarta de Revisión estudió la acción de tutela
instaurada por una mujer de 75 años de edad, a la que se le había otorgado en el año 1961 una sustitución
pensional, únicamente por el término de dos años, de conformidad con el régimen prestacional respectivo, por
lo que solicitaba el reconocimiento vitalicio de la acreencia, en aplicación de una nueva legislación surgida en
el año 1977. Al momento de abordar la procedencia del mecanismo, la Corte encontró que el mismo había
sido ejercido muchos años después de la generación del hecho vulnerador (en el año 2005). Sin embargo,
estableció que la verificación de la inmediatez se daba en consideración de las condiciones particulares de la
actora. Específicamente indicó lo siguiente: “[e]s sencillo advertir que la ausencia de la pensión de
sobrevivientes reclamada por la actora ocasiona un perjuicio actual y concreto, en la medida que la priva de
los recursos necesarios para garantizar su subsistencia digna; de forma tal que, a la fecha, resultan
gravemente vulnerados distintos derechos constitucionales que dependen del ingreso que financie las
condiciones materiales para su eficacia. Ante circunstancias de esta naturaleza, la jurisprudencia de esta
Corporación prevé reglas precisas sobre causales de exclusión de la aplicación estricta de la regla de
inmediatez”. || Asimismo, en la sentencia T-792 de 2007. M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra, la Sala Quinta
de Revisión conoció la acción de tutela instaurada por un soldado bachiller contra el Ejército Nacional, quien
solicitaba el amparo de, entre otros, su derecho fundamental a la educación, el cual estimaba vulnerado ante la
negativa de la accionada de sufragar los costos de capacitación para que el actor lograra el nivel profesional
dentro de la estructura militar, pese a que éste contaba con una invalidez ocasionada mientras se encontraba
en servicio activo. En esa oportunidad, la Corte indició que aunque entre la petición negada por la institución
castrense y la fecha en que se promovió la acción de tutela transcurrieron casi dos años (20 meses), el
requisito de inmediatez se encontraba superado no sólo porque la aparente vulneración del derecho invocado
era permanente, sino porque se trataba de un sujeto de especial protección constitucional, en razón de la
discapacidad física que presentaba (en el mismo sentido, la sentencia T-593 de 2007. M.P. Rodrigo Escobar
Gil). || Luego, en la sentencia T-783 de 2009. M.P. María Victoria Calle Correa, la Sala Segunda de Revisión
estudió una solicitud de amparo promovida por un ciudadano en condición de discapacidad mental, quien
pretendía el reconocimiento de una pensión de sobrevivientes, la cual había sido negada por Cajanal EICE. Al
momento de resolver el asunto, las instancias consideraron que el mecanismo no cumplía el requisito de
inmediatez, puesto que entre la fecha en que fue proferido el acto administrativo a través del cual se negó la
prestación y el momento en el que se interpuso la acción de tutela transcurrió más de un año. Sin embargo, la
Corte estimó errada esta determinación, pues indicó que la misma “desconoce que el beneficiario del amparo
De esta forma, frente al asunto de la referencia se observa que, en efecto, si se
tiene en cuenta la fecha en que fue proferida la Resolución 001 de 2014 (por
medio de la cual se excluyó al accionante del ACME), sobre la cual el señor
Germán Ortiz Gómez manifiesta haber tenido conocimiento en el mismo año
2014, y el momento en el que fue instaurado el recurso de amparo (31 de
octubre de 2016), prima facie sería posible hablar de una ausencia de
inmediatez. Sin embargo, de acuerdo con lo expuesto con precedencia, en
estos eventos el juez constitucional se halla abocado a verificar si dicha
tardanza se encuentra razonablemente justificada, en subsunción de los
criterios jurisprudenciales ya reseñados.
es un sujeto de especial protección, que en todo caso, no debe cargar con las consecuencias de un probable
incumplimiento de algún requisito de forma de la acción, que dadas las circunstancias se presenta como el
único medio idóneo para garantizar sus derechos fundamentales”. || En la sentencia T-485 de 2011. M.P.
Luis Ernesto Vargas Silva, la Sala Novena de Revisión analizó dos acciones de tutela acumuladas,
promovidas por mujeres de 83 y 79 años de edad, quienes manifestaban encontrarse en extrema pobreza y sin
protección en salud, por lo cual solicitaban el reconocimiento de una pensión de sobrevivientes causada por el
fallecimiento de su cónyuge, la cual había sido negada por la respectiva entidad accionada. Al abordar la
procedencia de los casos, el Tribunal Constitucional señaló que si bien en los dos expedientes no existía
inmediatez, pues el amparo fue promovido luego de un plazo irrazonable contado a partir del momento de la
negativa de la administradora pensional (en uno de los asuntos el lapso correspondía inclusive a 23 años),
encontró necesario exceptuar la regla de inmediatez, dada las particularidades de vulnerabilidad que
presentaban las actoras. En concreto, la Sala estableció que, por un lado, era verificable la permanencia de la
vulneración y, por otro lado, “en los casos analizados la carga de la interposición de la acción de tutela en un
plazo razonable resulta desproporcionada dada su condición de personas de la tercera edad - 79 y 83 años-
y su situación de debilidad manifiesta originada en la precaria situación económica que viven, la cual es
consecuencia, precisamente, de la falta del reconocimiento de la pensión de sobreviviente” (en ese mismo
sentido la sentencia T-583 de 2011. M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub). Posteriormente, en la sentencia T-
811 de 2008. M.P. Alberto Rojas Ríos, la Sala Octava de Revisión, de conformidad con lo señalado en la
sentencia T-1075 de 2007. M.P. Nilson Pinilla Pinilla, aclaró el análisis de la inmediatez en aquellos casos en
los que el accionante ejerza el mecanismo constitucional a fin de obtener ayudas estatales por ser damnificado
de algún desastre natural. La Corte indicó que aun cuando la tutela sea instaurada después de que ha
transcurrido un considerable espacio temporal contado desde el acaecimiento del evento, la valoración de la
permanencia de la vulneración adquiere un mayor sentido, pues se compagina con las graves consecuencias
de vulnerabilidad que suelen enfrentar los afectados por sucesos de la naturaleza. || En la sentencia T-071 de
2014. M.P. María Victoria Calle Correa, la Sala Primera de Revisión estudió el recurso de amparo promovido
por una persona de 71 años de edad, el cual versaba sobre el reconocimiento de una pensión de sobrevivientes
en favor del actor, causada por el fallecimiento de su hijo, y la cual era negada por la entidad accionada.
Frente a la procedencia de la tutela, la Corte encontró que la misma había sido instaurada cuando habían
transcurrido más de 6 meses desde el momento en el cual se profirió el acto que negó la prestación; no
obstante, dispuso que ese sólo hecho no daba cuenta de la irrazonabilidad del lapso transcurrido, ya que
además de tratarse de una vulneración de tracto sucesivo, la condición de vulnerabilidad del accionante (por
ser una persona de la tercera edad y manifestar hallarse en estado de precariedad económica) hacía necesario
considerar que la demora en el ejercicio del mecanismo constitucional no era injustificado ni
desproporcionado (en el mismo sentido, la sentencia T-483 de 2014. M.P. María Victoria Calle Correa). ||
Igualmente, en la sentencia T-503 de 2015. M.P. María Victoria Calle Correa, la Sala Primera de Revisión
conoció la acción de tutela interpuesta por una persona de 62 años de edad, quien pretendía el amparo de su
derecho fundamental a la estabilidad laboral reforzada, en razón de la no renovación de su contrato de trabajo
decidida por la entidad accionada, pese a que se había desempeñado en el mismo cargo durante más de 28
años y le restaba tan sólo un año para jubilarse. Al momento de analizar el requisito de inmediatez, la Corte
encontró que habían transcurrido más de 7 meses desde el instante en que fue desvinculado hasta la radicación
de la tutela. Con todo, estableció que en el caso concreto la demora se hallaba justificada, pues se había
acreditado que en distintas ocasiones había elevado infructuosamente varias peticiones de renovación
contractual ante la empresa demandada. Ver también la sentencia T-246 de 2015. M.P. Martha Victoria
Sáchica Méndez, en la que se verifica el cumplimiento de la inmediatez de una tutela promovida contra una
providencia judicial dictada por lo menos 7 meses antes de instaurarse el recurso de amparo.
como se desprende de los antecedentes expuestos en esta providencia, tras
haberse emitido el acto por medio del cual se le desvinculó de la Asociación
accionada, el señor Germán Ortiz Gómez, hasta antes de promover la acción
de tutela, adelantó las siguientes gestiones:
(ii) El 20 de mayo de 2015, el actor radicó denuncia penal contra los entonces
asociados, por los delitos de fraude procesal, falsedad, estafa y utilización de
documento falso, debido a, entre otros hechos, aparentes irregularidades en los
manejos financieros de la organización y habérseles separado de la misma sin
la garantía del debido proceso.54
52
Vid. Folio 29.
53
Vid. Folio 27.
54
Vid. Folios 23 a 39.
55
Vid. Folios 44 a 60.
56
Vid. Folios 10 a 23.
Finalmente, aunado a los anteriores factores, debe tenerse en cuenta que el
accionante señala que la supuesta vulneración causada por su exclusión de
ACME, confirmada en el 3 de octubre de 2016 en la respuesta dada a la
solicitud de revocatoria elevada el 18 de agosto de 2016, ha significado la
perpetuación de los efectos que la misma ha tenido, pues señala que ésta,
particularmente, ha sido la causa de la progresiva reducción de sus ingresos
económicos, hasta el punto de encontrarse dependiendo de la venta informal
de empanadas en la que se desempeña su cónyuge.
De esta forma, la Sala concluye que aunque entre el momento en el cual se dio
la separación definitiva del accionante de su calidad de asociado de la entidad
demandada y la fecha en la que se interpuso la acción de tutela transcurrió un
lapso prolongado, lo cierto es que dicha demora se encuentra justificada no
sólo por la ausencia de inactividad o negligencia por parte del peticionario,
sino por las condiciones especiales de vulnerabilidad en las que se encuentra.
3.4. Subsidiariedad
57
Fundamentalmente a partir de la sentencia T-433 de 1998. M.P. Alfredo Beltrán Sierra, la Corte se ha
referido a la exigibilidad del derecho al debido proceso frente a las personas de derecho privado, en el marco
de la imposición de sanciones, así: “en todos los campos donde se haga uso de la facultad disciplinaria,
entiéndase ésta como la prerrogativa de un sujeto para imponer sanciones o castigos, deben ser observados
los requisitos o formalidades mínimas que integran el debido proceso. Mandato que, dada su naturaleza,
no sólo involucra u obliga a las autoridades públicas, en el sentido amplio de este término, sino a los
particulares que se arrogan esta facultad, como una forma de mantener un principio de orden al interior
de sus organizaciones (v. gr. establecimientos educativos, empleadores, asociaciones con o sin ánimo de
lucro, e.t.c.). Razón que hace indispensable que los entes de carácter privado fijen unas formas o parámetros
mínimos que delimiten el uso de este poder y que permitan al conglomerado conocer las condiciones en que
puede o ha de desarrollarse su relación con éstos. Es aquí donde encuentra justificación la existencia y la
exigencia que se hace de los llamados reglamentos, manuales de convivencia, estatutos, etc., en los cuales
se fijan esos mínimos que garantizan los derechos al debido proceso y a la defensa de los individuos que
hacen parte del ente correspondiente. || Se hace referencia a unas reglas mínimas que deben estar
contenidas en estos reglamentos, para denotar que existen una serie de materias o áreas, en las que el
debido proceso está constituido por un mayor número de formalidades y procedimientos, que integran ese
mínimo irreductible que debe ser observado, a fin de proteger derechos igualmente fundamentales” (énfasis
fuera del texto original).
58
Cfr. Sentencia T-497 de 2000. M.P. Alejandro Martínez Caballero.
sanción que, en todo caso, debe ser ejercida de forma razonable y
proporcionada59.
59
Vid. Sentencia T605 de 1999. M.P. Alfredo Beltrán Sierra.
60
En la sentencia T-944 de 2000. M.P. Alejandro Martínez Caballero, la Sala Sexta de Revisión de la Corte
Constitucional indicó lo siguiente: “(…) para que la protección a este derecho [el del debido proceso] sea
efectiva, es necesario que cada uno de las etapas procesales estén previamente definidas, pues, de lo
contrario, la imposición de sanciones queda sujeta a la voluntad y arbitrio de quienes tienen la función de
solucionar los conflictos de los implicados. Esta previa definición de los procedimientos que constituyen el
debido proceso, se configura por lo tanto, en la garantía de referencia con que cuentan las personas para
determinar en qué momento la conducta de quien ejerce la función de imponer sanciones se convierte en
ilegítima, por desconocerse lo dispuesto en las normas”.
61
Vid. Particularmente, la sentencia T-731 de 2007. M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra. No obstante, con
anterioridad la Corte ya había señalado, en la sentencia T-470 de 1999. M.P. José Gregorio Hernández
Galindo, que: “[l]a garantía del debido proceso ha sido establecida en favor de la persona, de toda persona,
cuya dignidad exige que, si se deducen en su contra consecuencias negativas derivadas del ordenamiento
jurídico, tiene derecho a que su juicio se adelante según reglas predeterminadas, por el tribunal o autoridad
competente y con todas las posibilidades de defensa y de contradicción, habiendo sido oído el acusado y
examinadas y evaluadas las pruebas que obran en su contra y también las que constan en su favor. No podría
entenderse cómo semejante garantía, reconocida al ser humano frente a quien juzga o evalúa su conducta,
pudiera ser exigible únicamente al Estado. También los particulares, cuando se hallen en posibilidad de
aplicar sanciones o castigos, están obligados por la Constitución a observar las reglas del debido proceso, y
es un derecho fundamental de la persona procesada la de que, en su integridad, los fundamentos y
postulados que a esa garantía corresponden le sean aplicados. Por eso, ante las vulneraciones o amenazas
para el ejercicio de ese derecho fundamental, cabe la acción de tutela” (énfasis fuera del texto original).
62
En diversas ocasiones esta Corte ha reiterado la doctrina del efecto horizontal de los derechos
constitucionales, a efectos de referirse a su exigibilidad en el ámbito de las relaciones entre particulares. Vid.
Entre otras, las sentencias ver, entre otras, las siguientes sentencias: T-263 de 1998, M.P. Eduardo Cifuentes
Muñoz; T-632 de 2007. M.P. Humberto Antonio Sierra Porto; T-438 de 2010. M.P. Jorge Ignacio Pretelt
Chaljub; T-777 de 2011. M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub; T-810 de 2011. M.P. Mauricio González
Cuervo; T-909 de 2011. M.P. Juan Carlos Henao Pérez; T-1084 de 2012. M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub;
T-986 de 2012. M.P. Luis Ernesto Vargas Silva; T-689 de 2013. M.P: Jorge Ignacio Pretelt Chaljub; C-951 de
2014. M.P: Martha Victoria Sáchica Méndez; T-720 de 2014. M.P. María Victoria Calle Correa; T-883 de
texto constitucional se refiera explícitamente a la atribución de
responsabilidad de estos sujetos “por infringir la Constitución y las leyes”
(artículo 5º).
2014. M.P. Martha Victoria Sáchica Méndez; T-269 de 2016. M.P. María Victoria Calle Correa; T-483 de
2016. M.P. Alberto Rojas Ríos; y T-141 de 2017. M.P. María Victoria Calle Correa.
63
Vid. Sentencia T-720 de 2014. M.P. María Victoria Calle Correa.
64
Vid. Entre otras, la sentencia C-438 de 2013. M.P. Alberto Rojas Ríos.
65
El desarrollo de los derechos humanos en el escenario internacional ha dado lugar a la estructuración de
principios que enmarcan su aplicación, como lo son los de la universalidad, interdependencia e
indivisibilidad. En 1968, al cierre de la primera Conferencia Mundial de Derechos Humanos, se adoptó la
Proclamación de Teherán, en la que se aludió oficialmente al carácter indivisible de las garantías contenidas
en la Declaración Universal. Su alcance y valor interpretativo ha sido expuesto por parte de esta Corporación
desde su jurisprudencia temprana, especialmente desde la sentencia T-414 de 1992. M.P. Ciro Angarita
Barón. Posteriormente han sido adoptados distintos instrumentos que brindan contenido a estos mandatos, v.
gr. La Resolución 32/130 de 1977 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, la Declaración sobre el
Derecho al Desarrollo de 1986 y de manera importante la Declaración y Programa de Acción de Viena
acogida con ocasión de la Conferencia de 1993.
Lo anterior se torna especialmente importante a la hora de valorar la
protección que este Tribunal ha otorgado al debido proceso en las relaciones
entre sujetos de derecho privado, pues lejos de referirse a una salvaguarda
basada en el incumplimiento aislado de trámites o procedimientos internos, ha
abordado su tutela a partir de afectaciones concretas de otros valores
iusfundamentales causadas por el desconocimiento de los contenidos mínimos
del derecho en referencia, a los que ya se ha hecho mención.
66
Vid. Sentencias T-433 de 1998. Óp. cit.; T-170 de 1999. M.P. José Gregorio Hernández Galindo; T-497 de
2000. Óp. cit.; T-385 de 2006. M.P. Clara Inés Vargas Silva; T-083 de 2010. M.P. Humberto Antonio Sierra
Porto; T-247 de 2010. M.P. Humberto Antonio Sierra Porto; T-075A de 2011. M.P. Gabriel Eduardo
Mendoza Martelo; T-738 de 2011. M.P. Mauricio González Cuervo; T-694 de 2013. M.P. Jorge Ignacio
Pretelt Chaljub; T-108 de 2014. M.P. Gabriel Eduardo Mendoza Martelo; T-143 de 2016. M.P. Alejandro
Linares Cantillo; entre otras.
67
Vid. Sentencia T-301 de 1996. M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz; T-243 de 1999. M.P. Martha Victoria
Sáchica de Moncaleano; T-944 de 2000. Óp. cit.; T-390 de 2011. M.P. Jorge Iván Palacio Palacio; T-550 de
2012. M.P. Nilson Pinilla Pinilla; T-720 de 2012. M.P. Luis Ernesto Vargas Silva; entre otras.
68
Vid. Sentencias T-605 de 1995. Óp. cit.; T-1149 de 2004. M.P. Humberto Antonio Sierra Porto; T-141 de
2017. M.P. María Victoria Calle Correa; entre otras.
69
M.P. Alfredo Beltrán Sierra.
70
M.P. Jaime Araujo Rentería.
derecho fundamental al debido proceso, que estimaba vulnerado ante la
decisión de negarle la afiliación de uno de sus hijos, por el hecho de ser
“extramatrimonial”, lo cual estaba “prohibido” por una disposición
estatutaria. Al resolver el caso, la Corte decidió conceder la tutela invocada,
luego de considerar que la regla interna de la institución demandada, con base
en la cual se excluyó al hijo del demandante, era “abiertamente contraria a la
Constitución Política, en especial al artículo 42 de la Carta, según el cual ‘los
hijos habidos en el matrimonio o fuera de él, adoptados o procreados
naturalmente o con asistencia científica, tienen iguales derechos y deberes’, y,
por esta vía, violatoria del artículo 13 de la Carta, que estatuye el derecho a
la igualdad”.
Conclusión preliminar
71
M.P. María Victoria Calle Correa.
contenidos iusfundamentales a todas las relaciones que se gestan bajo la
vigencia del Estado social de derecho; y (iii) el carácter interdependiente e
indivisible de los derechos constitucionales, en virtud del cual es posible
identificar la intensidad de la afectación concreta del debido proceso en
relación con su efecto vulnerador en otras libertades consagradas en el texto
Superior.
De acuerdo con ello, cuando esta Corte ha accedido a estudiar de fondo una
solicitud de amparo en la que se discute la salvaguarda del derecho bajo
referencia, en el ámbito de asociaciones estructuradas alrededor de un objetivo
privado y común de sus integrantes, se ha hecho depender su tutela de una
vulneración de otros principios superiores, como lo es la supremacía de los
derechos de los menores de edad, o la igualdad, de manera que se ha insistido
en la imposibilidad de conceder la protección, por vía de la acción de amparo,
cuando lo único que se persigue es el simple cumplimiento de reglas
orientadoras de un procedimiento estatutario de orden privado, sin ningún
impacto constitucional.
5.1. La Asociación demandada surgió en el año 2007 para, de acuerdo con sus
estatutos, cumplir con el siguiente objeto o interés común: “(…) la extracción
de material de arrastre del Río de Oro en los sectores comprendidos como
mina la esperanza para desarrollar proyectos productivos sostenibles de
carácter asociativo de extracción minera”72. De esta forma, se estructuró una
agremiación integrada por personas que, como el accionante, se
desempeñaban tradicionalmente en la producción artesanal de arena a cielo
abierto, con el propósito de desarrollar esta actividad en un predio privado
ubicado en el municipio de Girón (Santander).73
72
Cfr. Folio 92.
73
Así lo refiere el actor en el escrito de demanda (vid. Folio 64), lo cual es confirmado por el extremo
demandado (vid. Folio 83).
5.2. El demandante, tal como lo relata en el escrito de tutela 74, lo cual es
confirmado por la Asociación en la respuesta dada a la misma 75, cumplió con
su asistencia diaria y de tiempo completo a la Mina La Esperanza hasta el año
2013, fecha a partir de la cual empezó a presentar quebrantos de salud que
dificultaron su constancia en la labor de extracción de material rústico que
venía adelantando, en razón del diagnóstico de “coxartrosis bilateral de
cadera de predominio izquierdo y artrosis de columna lumbar”, al punto de
tener que ausentarse por un periodo superior a un año.
5.4. Como punto de partida, debe tenerse en cuenta que, tal como se señaló al
momento de abordar la procedencia de la acción de tutela de la referencia, la
relación jurídica que existe entre el peticionario y los demás asociados de
ACME, en abstracto, se funda en un nexo de igualdad y de libertad
contractual, por tratarse de un vínculo corporativo originado por declaraciones
de voluntad paralelas, por lo que, prima facie, un pronunciamiento frente a la
salvaguarda del debido proceso en el desenvolvimiento de esta relación
privada no es un asunto de relevancia para la justicia constitucional.
74
Vid. Folio 63, hecho 6.
75
Vid. Folio 83, hecho sexto.
76
Cfr. Folio 9.
extracción de arena–, sino porque estatutariamente, y en la misma Resolución
001 del 8 de octubre de 2014, tal exclusión recibe un tratamiento de sanción77.
77
El Capítulo IV de los estatutos de ACME se refiere al “Régimen de Sanciones, Causales y Procedimientos”
(Cfr. Folio 94), en cuyo artículo 16 se refiere a la imposición de la suspensión de derechos por, entre otras
causa, “no hacer uso de los servicios de la asociación durante seis (6) meses” (Cfr. Folio 95). Asimismo, en
la Resolución 001 del 8 de octubre de 2014, se dispone: “Por medio de la presente, se le comunica la Sanción
del orden administrativo de PÉRDIDA DE CALIDAD DE ASOCIADO” (sic) (Cfr. Folio 8).
78
Vid. Folio 83.
79
Cfr. Folio 6.
80
Cfr. Folio 122.
expulsión a perpetuidad de la calidad de asociado del actor, por haberse
ausentado de la zona de extracción por un lapso superior a un año.
5.7. Al respecto, la Sala observa que en este caso ha habido una vulneración
de los derechos fundamentales al debido proceso e igualdad del actor, por dos
situaciones: (i) con la aplicación de una disposición estatutaria, la entidad
accionada ha encubierto un verdadero acto discriminatorio, inadmisible desde
el punto de vista constitucional; y (ii) la inobservancia de los contenidos
mínimos de la garantía del debido proceso, obligatorias en el ejercicio de
cualquier potestad sancionatoria. Estos dos postulados se explican a
continuación.
5.9. Frente al caso objeto de estudio, se tiene que si bien el accionante dejó de
acudir por un periodo superior a 12 meses a la zona de extracción en la que
desarrolla el objeto social la Asociación demandada, lo cierto es que esta
situación, como se evidencia de lo anteriormente expuesto, no se derivó de
una actitud caprichosa del actor ni desconocida para los demás asociados. Por
el contrario, la constancia en el cumplimiento de sus deberes durante por lo
menos 4 años anteriores al año 2013 se vio abruptamente frustrada por el
surgimiento de una serie de padecimientos médicos que lo llevaron, inclusive,
a no seguir ejerciendo directamente la labor minera artesanal.
81
Respecto de la razonabilidad y proporcionalidad constitucional para valorar un comportamiento
discriminatorio ver, entre otras, las sentencias T-098 de 1994. M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz; T-288 de
1995. M.P. Eduardo Cifuentes Muños; C-022 de 1996. M.P. Carlos Gaviria Díaz; T-1042 de 2001. M.P.
Manuel José Cepeda Espinosa; SU-1167 de 2001. M.P. Eduardo Montealegre Lynett; T-030 de 2004. M.P.
Clara Inés Vargas Hernández; T-393 de 2004. M.P. Alfredo Beltrán Sierra; T-062 de 2011. M.P. Luis Ernesto
Vargas Silva. Y específicamente sobre la conceptualización del acto discriminatorio, ver principalmente las
sentencias T-691 de 2012. M.P. María Victoria Calle Correa y T-141 de 2017. M.P. María Victoria Calle
Correa.
5.10. Pese a tener conocimiento de la complicación médica, los demás colegas
asociados decidieron aplicar de forma inflexible la disposición estatutaria que
se refiere a la inasistencia a la zona de extracción de arena como causal para
ser expulsado de la agremiación. Para esta Sala, aunque en virtud del derecho
a la asociación, consagrado en el artículo 38 de la Constitución Política, se
garantiza el respeto por la prerrogativa asignada a la organizaciones privadas
de darse sus propias reglas internas de conducta, lo cierto es éstas no pueden
aplicarse en desmedro de los derechos fundamentales de que son titulares las
personas individualmente consideradas y que son parte de la entidad
respectiva.
82
Vid. Folio 85.
En tercer lugar, en el mencionado acto del 22 de septiembre de 2014, la Junta
de Vigilancia hizo alusión al aparente respeto por la defensa del actor, al
haberse recibido previamente un escrito por él suscrito. Sin embargo, lo cierto
es que, como se encuentra acreditado en el expediente, tal documento trata de
una petición elevada por el demandante al presidente de la Junta Directiva de
ACME y que, precisamente, es la que da lugar al adelantamiento del trámite
de sanción en su contra.83 En ese sentido, el actor nunca fue llamado o
requerido para, luego de la constitución de la Junta de Vigilancia y durante el
supuesto curso de la investigación interna, darle la oportunidad de hacer valer
sus propias razones y argumentos, controvertir, contradecir y objetar las
pruebas en su contra y solicitar la práctica y evaluación de las que se estimara
favorables, lo cual integra la esencia del derecho a la defensa en cualquier
ámbito sancionatorio.
En cuarto lugar, debe tenerse en cuenta que la Resolución 001 del 8 de octubre
de 2014 sólo constituyó una etapa posterior al concepto emitido por la Junta
de Vigilancia, por lo cual la circunstancias bajo las cuales se inició el trámite
de sanción nunca cambiaron en beneficio del derecho al debido proceso del
accionante. A ello se aúna el hecho de que si bien la determinación definitiva
fue adoptada por la Junta Directiva competente, conformada por 4 miembros
debidamente designados por la Asamblea General, tal como lo disponen los
estatutos de la agremiación, lo cierto es que, materialmente, se evidencia que
dos de los integrantes del órgano decisorio son los mismos asociados que
componen la Junta de Vigilancia. Para la Sala, esta situación es constitutiva de
un abierto desconocimiento del principio de imparcialidad, propio del debido
proceso, y que, tal como lo ha señalado esta Corporación, en la órbita de
procedimientos sancionatorios implica que la decisión final sea adoptada por
un tercero neutral que desarrolle sus competencias “sin prejuicios ni posturas
previas que afecten su ánimo y la sana crítica para actuar”84.
5.19. En ese sentido, con base en todo lo expuesto, la Corte revocará las
providencias proferidas en sede de instancias, y en su lugar accederá al
amparo de los derechos vulnerados. Con el fin de hacer efectiva la decisión
adoptada, se dispondrá la pérdida de efectos de la Resolución 001 del 8 de
octubre de 2014, proferida por la Junta Directiva de ACME, por haber sido
emitida en violación de los derechos fundamentales del actor, de acuerdo con
lo indicado.
83
Vid. Folios 30 a 32.
84
Cfr. Sentencia C-762 de 2009. M.P. Juan Carlos Henao Pérez.
Como consecuencia, se ordenará a la agremiación accionada rehacer la
integridad del procedimiento adelantado en contra del señor Germán Ortiz
Gómez, garantizando estrictamente los contenidos mínimos del debido
proceso a los que se ha aludido en esta sentencia, a saber: (i) el principio de
legalidad, de manera que se sujete a las reglas contenidas en el reglamento o
cuerpo normativo respectivo; (ii) la debida motivación de la decisión que
atribuye efectos jurídicos a la conducta de quien es sujeto de sanción; (iii) la
publicidad e imparcialidad en el curso del trámite; (iv) el respeto por la
competencia estatutaria del organismo decisorio; y (v) la satisfacción del
derecho a la defensa y contradicción en todas las etapas del procedimiento.
Ahora bien, la Sala no accederá a la solicitud del actor de permitir que otra
persona adelante, en su nombre y bajo su responsabilidad, las labores al
interior de la agremiación, pues ordenar la adopción de una medida específica
como ésta iría en contra de la autonomía propia de las organizaciones
estructuradas en virtud del derecho de asociación. No obstante, se dispondrá
que, en caso de no configurarse causal alguna para expulsar al actor de
ACME, se valoren colectivamente las alternativas que, de manera armónica,
permitan la realización del objeto social de la entidad, sin desmedro de los
derechos del actor y en consideración de su estado de salud.
6. Síntesis de la decisión
III. DECISIÓN
Comuníquese y cúmplase.