Y súbita de pronto... Y súbita de pronto...

Pedro Salinas Pedro Salinas

Y súbita, de pronto, Y súbita, de pronto,

porque sí, la alegría. porque sí, la alegría.
Sola, porque ella quiso, Sola, porque ella quiso,
vino. Tan vertical, vino. Tan vertical,
tan gracia inesperada, tan gracia inesperada,
tan dádiva caída, tan dádiva caída,
que no puedo creer que no puedo creer
que sea para mí. que sea para mí.
Miro a mi alrededor, Miro a mi alrededor,
busco. ¿De quién sería? busco. ¿De quién sería?
¿Será de aquella isla ¿Será de aquella isla
escapada del mapa, escapada del mapa,
que pasó por mi lado que pasó por mi lado
vestida de muchacha, vestida de muchacha,
con espumas al cuello, con espumas al cuello,
traje verde y un gran traje verde y un gran
salpicar de aventuras? salpicar de aventuras?
¿No se le habrá caído ¿No se le habrá caído
a un tres, a un nueve, a un cinco a un tres, a un nueve, a un cinco
de este agosto que empieza? de este agosto que empieza?
¿O es la que vi temblar ¿O es la que vi temblar
detrás de la esperanza, detrás de la esperanza,
al fondo de una voz al fondo de una voz
que me decía: «No»? que me decía: «No»?
Pero no importa, ya. Pero no importa, ya.
Conmigo está, me arrastra. Conmigo está, me arrastra.
Me arranca del dudar. Me arranca del dudar.
Se sonríe, posible; Se sonríe, posible;
toma forma de besos, toma forma de besos,
de brazos, hacia mí; de brazos, hacia mí;
pone cara de mía. pone cara de mía.
Me iré, me iré con ella Me iré, me iré con ella
a amarnos, a vivir a amarnos, a vivir
temblando de futuro, temblando de futuro,
a sentirla de prisa, a sentirla de prisa,
segundos, siglos, siempres, segundos, siglos, siempres,
nadas. Y la querré nadas. Y la querré
tanto, que cuando llegue tanto, que cuando llegue
alguien alguien
-y no se le verá, -y no se le verá,
no se le han de sentir no se le han de sentir
los pasos- a pedírmela los pasos- a pedírmela
( es su dueño... era suya ), ( es su dueño... era suya ),
ella, cuando la lleven, ella, cuando la lleven,
dócil, a su destino, dócil, a su destino,
volverá la cabeza volverá la cabeza
mirándome. Y veré mirándome. Y veré
que ahora sí es mía, ya. que ahora sí es mía, ya.
 SIN VOZ, DESNUDA
Sin armas. Ni las dulces
sonrisas, ni las llamas
rápidas de la ira.
Sin armas. Ni las aguas
de la bondad sin fondo,
ni la perfidia, corvo pico.
Nada. Sin armas. Sola.
Ceñida en tu silencio.
«Sí» y «no», «mañana» y «cuando»,
quiebran agudas puntas
de inútiles saetas
en tu silencio liso
sin derrota ni gloria.
¡Cuidado!, que te mata
-fría, invencible, eterna-
eso, lo que te guarda,
eso, lo que te salva,
el filo del silencio que tú aguzas.
SIN VOZ, DESNUDA
Sin armas. Ni las dulces
sonrisas, ni las llamas
rápidas de la ira.
Sin armas. Ni las aguas
de la bondad sin fondo,
ni la perfidia, corvo pico.
Nada. Sin armas. Sola.
Ceñida en tu silencio.
«Sí» y «no», «mañana» y «cuando»,
quiebran agudas puntas
de inútiles saetas
en tu silencio liso
sin derrota ni gloria.
¡Cuidado!, que te mata
-fría, invencible, eterna-
eso, lo que te guarda,
eso, lo que te salva,
el filo del silencio que tú aguzas.
SIN VOZ, DESNUDA
Sin armas. Ni las dulces
sonrisas, ni las llamas
rápidas de la ira.
Sin armas. Ni las aguas
de la bondad sin fondo,
ni la perfidia, corvo pico.
Nada. Sin armas. Sola.
Ceñida en tu silencio.
«Sí» y «no», «mañana» y «cuando»,
quiebran agudas puntas
de inútiles saetas
en tu silencio liso
sin derrota ni gloria.
¡Cuidado!, que te mata
-fría, invencible, eterna-
eso, lo que te guarda,
eso, lo que te salva,
el filo del silencio que tú aguzas.
SIN VOZ, DESNUDA
Sin armas. Ni las dulces
sonrisas, ni las llamas
rápidas de la ira.
Sin armas. Ni las aguas
de la bondad sin fondo,
ni la perfidia, corvo pico.
Nada. Sin armas. Sola.
Ceñida en tu silencio.
«Sí» y «no», «mañana» y «cuando»,
quiebran agudas puntas
de inútiles saetas
en tu silencio liso
sin derrota ni gloria.
¡Cuidado!, que te mata
-fría, invencible, eterna-
eso, lo que te guarda,
eso, lo que te salva,
el filo del silencio que tú aguzas.
Los nombres El engaño a los ojos
Albor. El horizonte Con que nobleza se revuelven
entreabre sus pestañas, Todos juntos esos muchachos
y empieza a ver. ¿Qué? Y claman por una justicia
Nombres. Pertubando, vociferando,
Están sobre la pátina Tan inocentes los carilllos,
Tan fieros el porte y los pasos.
de las cosas. La rosa Con la mirada en dirección
se llama todavía De un por venir extraodrinario,
hoy rosa, y la memoria Pero a la vista ahora, ahora,
de su tránsito, prisa. Presente ya sobre el asfalto
De las calles estimuladas
Prisa de vivir más. Por los rumores calculados
A lo largo amor nos alce De esa tan filial muchedumbre,
esa pujanza agraz Coro de gargantas y brazos,
del Instante, tan ágil Crédulamente fiel y sócil
-Candor por alud- al dictado
que en llegando a su meta De los amyores en edad,
corre a imponer Después. En crueldad y en aparato,
Alerta, alerta, alerta, Aun carceleros de una cárcel
yo seré, yo seré. Donde todo queda murado, sin
salida a ningun furturo:
¿Y las rosas? Pestañas Ni a ese que van anhelando
cerradas: horizonte Los que, por fin, desfilan, jóvenes,
final. ¿Acaso nada? Magnifícos, frente al tirano.
Pero quedan los nombres.
Jorge Guillén
El engaño a los ojos
LOS NOMBRES
Con que nobleza se revuelven
Albor. El horizonte Todos juntos esos muchachos
entreabre sus pestañas, Y claman por una justicia
y empieza a ver. ¿Qué? Pertubando, vociferando,
Nombres. Tan inocentes los carilllos,
Están sobre la pátina Tan fieros el porte y los pasos.
Con la mirada en dirección
de las cosas. La rosa De un por venir extraodrinario,
se llama todavía Pero a la vista ahora, ahora,
hoy rosa, y la memoria Presente ya sobre el asfalto
de su tránsito, prisa. De las calles estimuladas
Por los rumores calculados
Prisa de vivir más. De esa tan filial muchedumbre,
A lo largo amor nos alce Coro de gargantas y brazos,
esa pujanza agraz Crédulamente fiel y sócil
del Instante, tan ágil -Candor por alud- al dictado
De los amyores en edad,
que en llegando a su meta En crueldad y en aparato,
corre a imponer Después. Aun carceleros de una cárcel
Alerta, alerta, alerta, Donde todo queda murado, sin
yo seré, yo seré. salida a ningun furturo:
Ni a ese que van anhelando
¿Y las rosas? Pestañas Los que, por fin, desfilan, jóvenes,
cerradas: horizonte Magnifícos, frente al tirano.
final. ¿Acaso nada?
Pero quedan los nombres. Jorge Guillén
Los nombres El engaño a los ojos
Albor. El horizonte Con que nobleza se revuelven
entreabre sus pestañas, Todos juntos esos muchachos
y empieza a ver. ¿Qué? Y claman por una justicia
Nombres. Pertubando, vociferando,
Están sobre la pátina Tan inocentes los carilllos,
Tan fieros el porte y los pasos.
de las cosas. La rosa Con la mirada en dirección
se llama todavía De un por venir extraodrinario,
hoy rosa, y la memoria Pero a la vista ahora, ahora,
de su tránsito, prisa. Presente ya sobre el asfalto
De las calles estimuladas
Prisa de vivir más. Por los rumores calculados
A lo largo amor nos alce De esa tan filial muchedumbre,
esa pujanza agraz Coro de gargantas y brazos,
del Instante, tan ágil Crédulamente fiel y sócil
-Candor por alud- al dictado
que en llegando a su meta De los amyores en edad,
corre a imponer Después. En crueldad y en aparato,
Alerta, alerta, alerta, Aun carceleros de una cárcel
yo seré, yo seré. Donde todo queda murado, sin
salida a ningun furturo:
¿Y las rosas? Pestañas Ni a ese que van anhelando
cerradas: horizonte Los que, por fin, desfilan, jóvenes,
final. ¿Acaso nada? Magnifícos, frente al tirano.
Pero quedan los nombres.
Jorge Guillén
Los nombres El engaño a los ojos
Albor. El horizonte Con que nobleza se revuelven
entreabre sus pestañas, Todos juntos esos muchachos
y empieza a ver. ¿Qué? Y claman por una justicia
Nombres. Pertubando, vociferando,
Están sobre la pátina Tan inocentes los carilllos,
Tan fieros el porte y los pasos.
de las cosas. La rosa Con la mirada en dirección
se llama todavía De un por venir extraodrinario,
hoy rosa, y la memoria Pero a la vista ahora, ahora,
de su tránsito, prisa. Presente ya sobre el asfalto
De las calles estimuladas
Prisa de vivir más. Por los rumores calculados
A lo largo amor nos alce De esa tan filial muchedumbre,
esa pujanza agraz Coro de gargantas y brazos,
del Instante, tan ágil Crédulamente fiel y sócil
-Candor por alud- al dictado
que en llegando a su meta De los amyores en edad,
corre a imponer Después. En crueldad y en aparato,
Alerta, alerta, alerta, Aun carceleros de una cárcel
yo seré, yo seré. Donde todo queda murado, sin
salida a ningun furturo:
¿Y las rosas? Pestañas Ni a ese que van anhelando
cerradas: horizonte Los que, por fin, desfilan, jóvenes,
final. ¿Acaso nada? Magnifícos, frente al tirano.
Pero quedan los nombres.
Jorge Guillén