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colegio, que la castigaba con frecuencia sin saber ella la razón y por temor y
miedo a su padre nunca contó a nadie la relación que tenía con él y
solamente a su tío Abner le refirió los malos tratos de que era víctima cuando
éste se percató de unos moretones que presentaba en las piernas cuando
vistiendo pantalones cortos se encontraba de visita en su casa de Villarrica.
d) Dichos de René Gutiérrez Luengo, quien refirió que a
requerimiento del Ministerio Público, examinó en su calidad de médico
legista a Johana Andrea Sepúlveda Espinoza el día 8 de febrero último,
emitiendo el informe de sexología N° 0136-2001, que la Fiscalía ingresó al
momento de prestar este perito su declaración. Fue así como al entrevistar a
la menor esta le confirmó haber tenido relaciones sexuales vaginales con su
padre bajo amenaza verbal desde los diez años de edad. El examen genital
reveló que presentaba su himen con dos desgarros en posición de las 5 y las
7 horas más o menos, totalmente cicatrizados compatibles con penetración
de miembro viril. Concluyó que se trata de una menor desflorada en fecha
antigua, más de quince días.
e) Exposición de Sonia Méndez Caro, médico psiquiatra legista, que
a petición del Ministerio Público examinó a la víctima Johana Sepúlveda
Espinoza el día 20 de marzo pasado emitiendo el informe de psiquiatría N°
078-2001 que con oportunidad de su declaración aquél acompañó y cuyo
contenido y conclusiones fueron reconocidos por la deponente. Dijo que la
menor explicó que desde los diez años su padre biológico la castigaba física
y psicológicamente; que también a los diez años comenzó a tener relaciones
sexuales con éste bajo la amenaza de pegarle si ella lo contaba, lo que
ocurría mientras su madre estaba en la feria; al comienzo tenía miedo y
alrededor de los trece años comenzó a verlo como algo malo, ahora siente
rabia y asco hacia su padre. La profesional concluyó que se trata de una
niña lúcida, bien orientada temporo - espacialmente; se percibe como una
niña mucho más seria, más adulta para su edad cronológica y que requiere
de un apoyo terapéutico para superar lo ocurrido. Agregó que su relato
impresiona como veraz; estima que no pudo consentir las relaciones y
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obligada y por el temor de que éste hiciera “cualquier cosa con ella” y por
temor y miedo nunca contó a nadie la relación que tenía con él, ya que en
ocasiones la golpeaba con varilla, fierro o cadena, sin saber ella la razón.
Esta versión es perfectamente creíble y aparece confirmada por Javier
Alejandro Sepúlveda Moncada, quien señaló que al ingresar a la cocina de la
casa sorprendió a su hermano Audias Fernando manteniendo tales
relaciones con la hija de éste, Johana Andrea; además, la psiquiatra Sonia
Méndez Caro aseveró que el relato de esa menor es creíble, coherente y
veraz y la psicóloga Pamela Jiménez Etcheverría se expresó en el mismo
sentido y añadió que estaba sometida a maltratos y abuso sexual. El médico
legista René Gutiérrez Luengo ratificó el hecho de que Johana Sepúlveda
Espinoza ha tenido actividad sexual pues al examinarla constató que se trata
de una menor desflorada en fecha antigua, más de quince días. Resulta así
probada la relación sexual verificada el 22 de enero de 2001.
Por otra parte, si bien es cierto que de las versiones que se acaban
de reseñar no se desprende que en el desarrollo del evento protagonizado
por la menor en la noche del 22 de enero pasado hubiese evidencias o
actitudes demostrativas de un abuso inminente sobre ella destinado a
doblegar su voluntad, no es menos cierto que tampoco hay muestras que
induzcan a pensar que se trató de una relación voluntaria, buscada y
consentida. Es que la voluntad de la ofendida venía siendo anulada,
aplastada, subyugada o sometida por su ofensor desde larga data. Los
siguientes antecedentes permiten colegirlo:
a) Del informe del Centro de Reinserción social de Gendarmería de
Chile, emitido el 9 de mayo de 2001 se desprende que el padre de la menor,
Audias Sepúlveda Moncada, es un sujeto que vivió gran parte de su
existencia en Argentina, país donde incluso terminó sus estudios, que no
desarrolla actividad laboral estable; que su relación afectiva con Marta
Espinoza, madre de Johana, comenzó en 1970, y se mantuvo pese a la
separación producida por la permanencia de Sepúlveda en Argentina
reanudándose efectivamente en 1995 cuando este retornó a Chile,
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conociendo recién a su hija Johana, que a la sazón tenía diez años de edad.
Incluso contrajeron matrimonio recién el 6 de enero de 2000. En cuanto a
sus rasgos de personalidad, se trata de un individuo de baja capacidad
empática, egocentrado, impulsivo, de humor variable, que presenta
agresividad y explosividad. Hay que tener presente al efecto que Abner
Pinilla Urrutia, cuñado del imputado, expuso que este tiene un carácter
fuerte, se enoja por cualquier cosa y es muy irritable.
b) El informe de psiquiatría del encartado, emitido por Rossana
Echeverría Vargas, si bien concluyó que se trata de un adulto de capacidad
normal promedio, sin que se detecte alteraciones psiquiátricas o
psicopatológicas que lo inhabiliten para comprender la naturaleza de sus
actos, observó que no es capaz de pronunciarse con un enjuiciamiento
moral al tema de los delitos sexuales, se observa torpe y asustadizo en
relación a este punto.
c) En cuanto al modo de vida del grupo familiar, Javier Sepúlveda
Moncada manifestó que padres e hijas ocupaban un mismo dormitorio, el
cual estaba dotado de solo dos camas, una ocupada por el matrimonio y la
otra por las dos niñas, situación que se corrobora en parte con las
fotografías acompañadas por la defensa y permite detectar un ambiente de
promiscuidad en el entorno de la menor.
d) Los estudios que la psiquiatra Sonia Méndez Caro y la psicóloga
Pamela Jiménez Etcheverría practicaron a la víctima mostraron, como dijo
esta última, “ un claro contexto abusivo e intimidante en que Johana era
víctima de maltrato y abuso sexual. La intimidación se desprende de
diversos factores en la esfera familiar, social y personal: ausencia de una
figura protectora, restricción extrema de parte del padre a participar en
actividades de su entorno cercano, abuso sexual frecuente y duradero de
parte de su padre hacia ella, empleo de amenazas y golpes y una relación
afectiva con el agresor; todo lo anterior la exponía a un fuerte bloqueo
emocional y a una situación de alto riesgo y desamparo”.
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