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13. La Iglesia realiza su misión en un contexto particular que reclama la presencia salvífica
del Evangelio, para impregnarlo de la vida nueva de Cristo. Como Sacramento Universal de
Salvación, es signo porque tiene un depósito espiritual perenne que trasciende todo
contexto particular, toda realidad; a este depósito, que ha recibido por Cristo desde los
Apóstoles, ha permanecido siempre fiel y lo ha mantenido inalterable por la asistencia del
Espíritu Santo. Sin embargo, en su mismo carácter sacramental debe ser significativa para
el mundo, debe ser un signo claro de ese depósito en diversas realidades, por ello el
mensaje esencial, el depósito espiritual de la fe cristiana inalterable, debe vaciarse en
vasijas conceptuales que lo hagan comprensible y significativo para las personas concretas
que viven situaciones concretas.
15. Nuestras estructuras eclesiales deben ser renovadas para que, manteniendo la
fidelidad a lo esencial, sean significativas a esta nueva realidad, marcada por acelerados
cambios que nos llevan a pensar que se trata de un cambio de época. Los obispos
mexicanos señalan, junto con el Papa Francisco, que hoy vivimos signos de una crisis
antropológica y cultural que genera megatendencias sociales 6 a las que debemos
6
Estas megatendencias, entre otras, son la multiculturalidad: No hay ya una cultura cristiana homogénea; la
Iglesia ya no es el centro de la sociedad y tiene menos poder e influencia, no puede imponer, acaso
proponer. Se nos considera una oferta más, entre otras. El subjetivismo: Se da más importancia a la
experiencia personal que a los principios doctrinales o morales. No importa lo que es bueno, sino lo que es
útil, práctico, placentero, agradable, barato. Se producen individuos aislados, indefensos, consumidores, sin
necesidad de nadie. El relativismo moral: La ética y la moral no se fundamentan en Dios, sino en el consenso
y la política correcta. Lo bueno es ahora por mayoría, lo aceptable, lo correcto; lo malo es lo que desagrada,
lo que no es placentero, lo que coarta la libertad. La cultura líquida: Mientras que la modernidad se funda en
mantener una mirada critica, para descubrir en ella los gritos de nuestra gente que anhela
una plenitud humana que no puede lograrse fuera de Aquel que es verdadero hombre y
verdadero Dios, modelo de la humanidad nueva y reconciliada, pues “el misterio del
hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado” (cf GS 22).
16. Ante los desafíos de esta nueva época, podemos ser tentados por el repliegue en lo
que funcionó para tiempos pasados, caer en el desánimo o en una tristeza dulzona, en el
activismo o la acedia pastoral, en el desear ser como el mundo utilizando sus criterios, en
encerrarnos en nosotros mismos y aislar las comunidades parroquiales del proceso
pastoral diocesano; nos puede llevar al descontento con todo lo que se realiza en la Iglesia,
a la lucha entre nosotros, al clericalismo: mal de males en la Iglesia.
18. Con el tiempo, se fue haciendo una distinción discriminatoria de cristianos entre los
clérigos y los laicos, a los que se les llamaba Pueblo de Dios, como si el clero, por su
función directiva, no lo fuera; por esa razón los laicos fueron paulatinamente segregados
de toda responsabilidad eclesial, teniendo un rol meramente pasivo, discente hasta caer
en el clericalismo, que es una actitud eclesial de los clérigos y de algunos laicos, por la que
se ve cualquier responsabilidad en la Iglesia como un privilegio de estamento, de clase,
verdades sólidas, fuertes, objetivas, científicas, demostrables; la posmodernidad no se puede fundamentar,
todo es líquido, pasajero, light. Hay estabilidad hasta que “me” deja de gustar o “me” conviene. No se
buscan fundamentos sino experiencias, no hay compromisos duraderos. La espiritualidad no institucional:
Se piensa que las religiones generan violencia y discriminación, por lo que se buscan experiencias religiosas
holísticas al margen de toda institución religiosa. Espiritualidad intimista e individual. Por otra parte, el
fundamentalismo religioso cobra nuevos bríos. La sensibilidad ecológica: Ha crecido la sensibilidad por el
cuidado y conservación del medio ambiente, pasando del antropocentrismo moderno al biocentrismo
posmoderno. Se ve al cristianismo como una religión antiecológica por lo que se crece en el aprecio de las
religiones orientales o ancestrales. Las Nuevas formas de vivir en familia: Está en jaque el concepto de
matrimonio y familia porque hay una gran variedad de vivir las relaciones primarias. La familia deja de ser la
transmisora natural de la fe. La pobreza creciente: El mundo está marcado por el mercado con un sistema
neoliberal; crece el número de pobres sin poder satisfacer sus necesidades más básicas. Esto genera el
comercio informal o el enlistarse al crimen organizado. El deterioro del tejido social: La pobreza ha generado
una escalada muy grave de corrupción y de violencia. Se han diversificado las acciones del crimen
organizado: narcotráfico, secuestro, trata de blancas, cobro de plaza, robo y venta de productos, etc. ante la
mirada abúlica de las autoridades. No hay estado de derecho porque sentimos estar en el filo de la navaja
entre el poder corrupto de la autoridad o el poder violento del crimen, lo que genera miedo, inseguridad,
descontento, muerte. Cf PGP 27-42. L. CASALÁ, ¿Tendremos la audacia? Transfiguremos la Iglesia, Madrid,
2016, 19-31.
7
Cf K. RAHNER – H. VORGRIMLER, “Clergé” en Petit Dictionnaire de Théologie Catolique, Paris, 1970, 76.
donde se busca más servirse de la Iglesia que servirla, querer ser “señores”, “amos”,
“dueños” y no servidores o administradores. En el clericalismo desaparece la intención de
Jesús y la búsqueda de su Reino, por ello el Papa Francisco lo ve como el mal más
pernicioso para la misionariedad de la Iglesia, como la enfermedad eclesial más grave.
19. El clericalismo es hipocresía farisaica porque resulta ser una caricatura del ministerio
ordenado, limita el horizonte, coarta las iniciativas del Espíritu, apaga el fuego profético de
la Iglesia, silencia y excluye a los que no piensan igual, se olvida de la visibilidad y de la
sacramentalidad de la Iglesia, genera narcisismo que conduce a la mundanidad espiritual,
aleja de quienes son interlocutores de la misión especialmente de los pobres, engendra
actitudes empresariales y búsqueda de status económico, usa la misión para fines
terrenos, forja una ideologización e instrumentalización del Evangelio, pone el interés en
cosas banales y artificiales, crea un lenguaje remilgado alejado de la vida, sitúa en el rígido
esquema del legalismo, es un obstáculo para que madure el Pueblo de Dios, empobrece el
encuentro con Cristo, hace vencer la función burocrática sobre el testimonio, aísla de la
comunidad, hace caer en el engaño y en la corrupción, deja muchos heridos, aleja a las
personas por el mal trato, amplifica la autorreferencialidad. 8
21. Otra forma de clericalismo es el esperar que se nos ordene por disposición pontificia,
episcopal o por disposición del clero, lo que hemos de hacer y cómo hemos de renovar
nuestras estructuras sin aportar lo propio, sin iniciativa, sin compromiso personal.
Clericalismo también es pensar que renovar consiste exclusivamente en la elaboración de
un plan pastoral bien pensado, correcto metodológicamente, pero sin espíritu.
8
Expresiones todas del Papa Francisco en diversos discursos.
9
RATZINGER, J. La Iglesia, una comunidad siempre en camino, Madrid, 1992, 87.
RENOVACIÓN EN LA IGLESIA
23. Sin duda alguna, todos sentimos la necesidad de una profunda renovación en la Iglesia
que la haga capaz de encender los sueños más sublimes de la humanidad, lo que nos lleva
al deseo de edificar una Iglesia mejor, más humana, más cercana, más generosa, más
creativa, capaz de estar a la altura de los desafíos de la cultura actual. ¿Cuáles deben ser
los criterios de esa renovación? Existe el peligro de querer hacer una reforma a nuestra
medida, con criterios meramente humanos y hasta empresariales, marcados por el
capitalismo expansionista. Si hacemos una Iglesia desde nosotros mismos, tendrá el sabor
a nosotros y pronto revelará su pequeñez, nuestra cortedad de miras.
24. La Iglesia no puede renovarse desde la óptica de cualquier otra sociedad ni con
criterios humanos, ni siquiera los criterios de participación democrática, porque la Iglesia
es un misterio, es más grande que nuestro corazón y que nuestros deseos. Una reforma
desde nosotros nos llevaría a la condena de los otros, a ver la paja en el ojo del hermano y
no la viga que cada uno tenemos (cf. Mt 7,3), a imponer el criterio de la mayoría y no el del
Evangelio. Podemos afirmar con Joseph Ratzinger: “Lo que necesitamos no es una Iglesia
humana, sino una Iglesia más divina; sólo entonces será también verdaderamente
humana”10.
25. El mismo Cardenal Ratzinger afirmaba que “la reformatio, la que es necesaria en todo
tiempo, no consiste en que podamos remodelar siempre de nuevo nuestra Iglesia como
nos plazca, en que podamos inventarla, sino en que prescindamos continuamente de
nuestras propias construcciones de apoyo a favor de la luz purísima que viene de lo alto y
que es al mismo tiempo la irrupción de la pura libertad” 11. Para ilustrar esta idea, el futuro
Benedicto XVI, refiere que cuando se le preguntaba a Miguel Ángel cómo era capaz de
labrar la piedra y crear obras de tal perfección, él decía que no había creado la obra, que
ella ya estaba en la piedra; que él sólo la sacaba a la luz, su trabajo consistía en eliminar, en
quitar lo que es inauténtico; esa es la tarea de renovación eclesial: quitar lo inauténtico y
permitir sacar a la luz a la auténtica Esposa de Cristo, vestida con lino fino.
10
RATZINGER, J. La Iglesia… 87.
11
RATZINGER, J. La Iglesia… 84.
27. Las estructuras en la Iglesia son necesarias porque son un apoyo para cumplir su única
misión de evangelizar en una determinada época o circunstancia, por lo que, aún siendo
necesarias e indispensables, al ayudar para determinada época o circunstancia, envejecen
y corren el riesgo de apartar de lo esencial y quedarse en la superficie, como se ha
mencionado líneas arriba. Por tanto, deben siempre pasar por el escrutinio de una
constante renovación guiada por el Espíritu, mirando a Jesús de Nazaret y a la luz del
misterio de la Iglesia, para que toda estructura eclesial esté al servicio de ese misterio que
es la Iglesia y de su misión de evangelizar, y no se confunda ésta con sus estructuras, que
siempre serán esfuerzos humanos penúltimos y caducos.
12
RATZINGER, J. La Iglesia… 88.
13
En las religiones ancestrales, la luna era símbolo de fecundidad y fragilidad, de la muerte y de la caducidad
de las cosas, pero también de la esperanza en el renacimiento, símbolo “patético” y “consolador” de la vida
humana. Cf J. RATZINGER, ¿Por qué permanezco en la Iglesia? Salamanca, 2005, 79-84. Y. CONGAR, Verdadera y
Falsa Reforma en la Iglesia, Salamanca, 2014, 79-81.
31. La Iglesia recibe toda su luminosidad no de sí misma sino de Cristo, su Esposo. Como
sociedad constituida por frágiles hombres pecadores, la Iglesia no brilla por sí misma;
podríamos decir que es ambivalente, pues por una parte tiene un rostro oscuro y opaco,
fruto del pecado de sus miembros, mientras que por otro, resplandeciente y puro,
iluminado por Cristo. San Agustín afirma que la Iglesia debe a Cristo toda su claridad, y de
la conciencia de ello, debe encontrar el sentimiento y la necesidad de ser purificada por la
fuente de su belleza: “¿Quieres agradarle? No puedes mientras estés deforme. ¿Qué
tienes que hacer para ser hermosa? Lo primero es que te horrorice tu deformidad, y sólo
después merecerás la hermosura de aquel mismo a quien quieres parecer hermosa. Pues
es tu reformador aquel que fue tu formador” 14.
32. La primera y fundamental referencia de la Iglesia es el mismo Dios, Uno y Trino, del
que es ícono. Más allá de los mecanismos y estrategias de organización, incluso de
participación que se puedan dar en la Iglesia, su función principal, como sacramento de
salvación, es la presencia de Dios y de su salvación en el mundo. Un espejo que no refleja
no es espejo; una ventana que no abre horizontes no tiene sentido. La segunda referencia,
en cuanto Sacramento de Salvación, es el Reino; para él vive y se desvive, siendo su
simiente y su servidora. La tercera referencia de la Iglesia sacramental es el mundo, al que
está destinada para llevar la salvación, para ser buena noticia de la presencia de Dios, para
engendrar hijos para Dios, como Esposa fecunda del Cordero.
REFERENCIA A JESUCRISTO
33. Conversión personal y pastoral, y su consecuente renovación de estructuras, es volver
a Jesús, retomar lo que él quiso cuando llamó a sus discípulos, entusiasmarnos por su
proyecto que es el Reino, y en ello poner todo nuestro esfuerzo, gastar todos nuestros
recursos por él; sólo Jesús y su Reino merecen nuestros anhelos y nuestros desvelos. Los
agentes de pastoral no podemos tener otro empeño más fuerte que no sea el Reino de
Dios.
34. Volver a Jesús del Evangelio, que siendo Dios se hizo semejante a nosotros y “pasó por
uno de tantos” (Fil 2,7), sometido a la autoridad de sus padres, migrante desplazado,
aprendiz de carpintero, bautizado por Juan y conducido siempre por el Espíritu.
Convertirse y renovarse es aprender de Jesús a dirigirnos familiarmente a Dios como Abbá
y hacer siempre su voluntad hasta la muerte. Volver a Jesús es hacer presente los valores
del Reino: la justicia, la paz, la solidaridad, la fraternidad, el amor. Volver a Jesús es tratar a
todos como hermanos, con ternura y solicitud, compadeciéndonos especialmente de los
más desprotegidos15.
35. San Pablo le decía a Timoteo: “reaviva el don de Dios en ti” (2Tim 1,6). Renovarnos es
reavivar el don de Dios en cada uno de nosotros y de nuestras estructuras, recordar que
14
SAN AGUSTÍN, Sermo 1,4.
15
Cf PGP 109-124.
estamos llamados de forma permanente a reencender el amor, reenamorarnos de Jesús,
apasionarnos por él. El amor de Jesús nos lleva al cambio de mentalidad, de posturas, de
actitudes muchas veces tan clericales, de inercias, seguridades, comodidades, que quizá
llevamos ya muy fincadas en nuestro ser agentes de pastoral.
39. Los diversos consejos diocesanos son la expresión estructurada de una forma de ser
Iglesia, una Iglesia sinodal, capaz de escuchar a todos sus miembros, representados
conforme a su ministerio, carisma o servicio ejercido en la Iglesia; conforme a su estado de
16
PGP 147.
17
Cf. CIC 495-514.
vida, ya sea del presbiterio, la vida consagrada o agentes laicos; conforme al ejercicio
pastoral, sea de la pastoral territorial o de la pastoral funcional o ambiental. Son un
mecanismo elocuente de comunión y participación para que, por medio del diálogo
pastoral, se fomente en la acción pastoral una comunión dinámica, abierta y misionera (cf.
EG 31), una auténtica pastoral orgánica y de conjunto.
42. La parroquia es la experiencia eclesial básica por la proximidad, de tal forma que en
ella se comparten problemas comunes, necesidades básicas, esperanzas e ilusiones,
proyectos, que se realizan en beneficio común de la comunidad. La participación, por
ende, tiene un sentido de pertenencia. En la parroquia es donde se pueden desarrollar
liderazgos eclesiales y sociales, y se pueden generar verdaderos procesos bien
estructurados que respondan a la realidad concreta de la comunidad parroquial. Sin
embargo, también se tiene la experiencia de la participación de forma extra-parroquial, de
manera especial de aquellos que son parte de las Comisiones de la pastoral funcional y de
sus respectivas Dimensiones y Departamentos, así como de la Vida Religiosa, del
Seminario y de movimientos o asociaciones pías.
45. Jesús resucitado mandó a sus discípulos a la periferia del pueblo elegido: a Galilea,
porque quiere resaltar que la misión que nos confía es, en primer lugar, salir a encontrarlo
resucitado en todas las realidades, especialmente en las periferias: “ahí me verán” (Mt
28,10). Hoy Jesús resucitado nos invita a encontrarlo a él en nuestras periferias
existenciales, porque ahí está Jesús sufriendo con los que lloran, alegrándose de sus
auténticas alegrías. Jesús está en medio de las personas en sus complejas realidades
compadeciéndose. Lo encontramos en esas periferias y, paradójicamente, lo llevamos a
todas las realidades y lo hacemos presente con nuestro modo renovado de vivir según el
Evangelio. Por tanto, la misión no es ir a echar discursos ni levantar condenas ni a censurar,
sino a vivir el Evangelio en medio de las personas, con la alegría de testimoniar el gozo de
la salvación, incluso en este mundo tan desconcertante.
46. Una pastoral renovada con los criterios del Evangelio y enviada al mundo a evangelizar,
nos ayuda a tener conciencia clara que se ha terminado ya el régimen de cristiandad, que
las nuevas generaciones quizá no hayan oído hablar de Jesús ni de la Iglesia o tengan una
imagen distorsionada de la fe cristiana. Por ello, todas nuestras acciones pastorales deben
llevarnos a todos, los agentes e interlocutores, a un encuentro con Jesús vivo.
“Necesitamos reencontrarnos con el Dios de Jesucristo, necesitamos volver al Evangelio.
Porque solamente desde allí podemos comprender quiénes somos y a qué estamos
llamados como Iglesia”18. Hoy nos debe mover la obligación moral de acompañar a las
nuevas generaciones a un encuentro con Cristo, pues ellos tienen derecho a conocerlo y
nosotros la obligación de anunciarlo.
18
PGP 102.
47. La misión, por tanto, debe considerarse no como proselitismo sino como contagio, por
contacto personal, por una llamada al corazón. Jesús no hace proselitismo sino que mueve los
corazones para que las personas lo acepten libremente. El anuncio con parresía implica una misión
que no se autolimita, que deja los miedos y las precauciones; una misión en la que se tiene el valor
de anunciar con alegría, libertad y creatividad. La misión por contagio hace pasar de considerar al
otro alter a considerarlo frater, una nueva fraternidad que se vive como compasión y solidaridad.
49. Los pobres y los que sufren son el “tesoro” de la Iglesia, pues con ellos se identifica el
mismo Jesús, en ellos servimos al mismo Jesús, ellos son su presencia sacramental y en
ellos encontramos las puertas abiertas del cielo (cf Mt 25,31ss; Lc 16,19-331). “Una Iglesia
pobre y para los pobres significa en el momento presente estar siempre disponibles, desde
la austeridad de nuestros recursos, para servir y manifestar su solidaridad a los más
necesitados”21. Estamos llamados a ser sus amigos, escucharlos, comprenderlos y
atenderlos (cf. EG 198). El seguimiento de Jesús nos lleva necesariamente a la opción
preferencial por los pobres, porque ésta no puede tener su fundamento en razones
sociológicas ni políticas ni estratégicas, sino meramente evangélicas, es parte esencial del
seguimiento de Aquel que siendo rico se hizo pobre para enriquecernos a todos (cf 2Cor
8,9).
19
PGP 122.
20
RATZINGER, J. La Iglesia… 93.
21
PGP 150.
es modelo de la Iglesia misionera, pues ha venido a traernos a Jesucristo, su Hijo. Con su
“proximidad” es el rostro maternal y misericordioso de la cercanía del Dios verdadero a los
que sufren. Incultura el Evangelio respetando el sentimiento religioso y la cultura de sus
interlocutores. Con su rostro mestizo une en la comunión de un solo pueblo a quienes los
prejuicios separaban.