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CAPÍTULO I

LA CREACIÓN

Como él mismo afirma en muchas ocasiones, el pensamiento de


Levinas se alarmó muy pronto ante la ascensión del nazismo. Así,
en 1935, escribe un breve estudio sobre Maimónides en el que
se pregunta qué representa la filosofía de ese gran sabio de la Edad
Media para los judíos, tan angustiados ahora ante un peligro que
les afecta en su condición de judíos y de seres humanos. En efec-:-
to, <~la barbarie arrogante instalada en el corazón mismo de Euro-
pa)) les amenaza directamente. ''Con una audacia nunca vista, el
paganismo alza la cabeza, trastocando los valores, confundien-
do las distinciones elementales, borrando los límites entre lo pro-
fano y lo sagrado, disolviendo incluso los principios que, h:1sta el
presente, permitían restablecer el orden.» 1 De modo que Levinas
vuelve los ojos, de forma sorprendente a primera vista, hacia
Maimónides ya que, según dice, el valor de un pensamiento no
reside en una eternidad impersonal, sino que se manifiesta en
su capacidad de dar respuesta a las angustias actuales d~ los hom- j
bres, tal como le parece que hace el pensamiento de Maimó- i",

nides. Ahora bien, el punto central de este estudio de Levinas es


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el análisis de la aporía fundamental que opone al autor de la Guía
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de perplejos, a Aristóteles, su maestro en filosofía: ¿el mundo ha '
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1. «L'actualité de Mai:monide», en Revue Paix et Droit (revista de la


Alianza israelita universal), 1935, retomado en Emmamtel Levírws, Le
Cahier de !'Heme, L'Herne, París 1991, p. 142.

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.._
sido creado o es eterno? ¿Por qué esta cuestión reviste tanta mucho antes que Kant, Maimónides «detuvo el impulso de la
importancia en un momento en que se e2-.'ti.ende la barbarie? ¿No razón que aplicaba las nociones tomadas del mundo a lo que esta-
distrae Levinas la atención de sus lectores de tareas más uro-en- ba más allá del mundo» (ibídem, p. 144).
tes? ¿Por qué es tan necesario reflexionar sobre la creación, ""pre- ¿Pero en qué sentido semejante reflexión constituye, como
cisamente cuando crecen las tinieblas? escribe el filósofo, «el gran consuelo» que Maimónides aporta a
Levinas observa que la respuesta aportada por Maimónides los judíos que corren el riesgo de la persecución? ¿Por qué hay
a los argumentos de Aristóteles y de sus discípulos a favor de la que pensar que la idea de creación es un bálsamo que mitiga la
eternidad del mundo constituye un punto esencial de su obra. angustia? Levinas sostiene que es porque devuelve a los judíos
«Consiste en distinguir entre el universo ya creado, sometido a la la confianza en su «misión», al subrayar sobre todo lo que separa
lógica irrefutable de Aristóteles, y la creación misma del ulli- al judaísmo del paganismo. «El paganismo es una impotencia radical
verso que se le escapa.» En efecto, en el universo creado, el obre- de salir del mundo,,, y es por eso por lo que sitúa a sus dioses en
ro, como dice Aristóteles, tiene necesidad de materia, «pero Dios el mundo. Ni siquiera el Primer Motor de Aristóteles escapa a
no es obrero. Es creador. Liberémonos de los h:íbitos intelec- esta regla, ya que sólo se eleva a sus alturas <da pobre perfección
tuales adquiridos en un mundo completamente acabado y com- de las cosas creadas». Para un pagano, el cosmos se cierra en sí
prenderemos la creación» (ibídem, p. 143). Si, como enseña el mismo y el hombre ha de regular su comportamiento de acuer-
judaísmo, «Dios es exterior al mundo», no conviene hablar de Él do con él. El universo acabado, ordenado y armonioso es, en efec-
ni medir su perfección tomando como referencia este mundo. to, un modelo para los seres humanos sometidos al devenir. Ni
Los vocablos utilizados para describir los actos de Dios siempre siquiera Platón, que habla no obstante del «cosmos incorpóreo»
son homónimos, y la Guía de perplejos se propone como objeti- de las Ideas que trasciende lo sensible, pone en cuestión el valor
vo fundamental mostrarlos. Maimónides enseña, pues, que la per- <<paradigmático» del mundo visible. 3 Ahora bien, precisamente,
fección y la acción de Dios no pueden medirse teniendo en cuen- subraya Levinas, el sentimiento del judío respecto al mundo es
ta lo que los hombres consideran perfección y acción al juzgar la diferente, carece de fundamentos definitivos, experimenta una
naturaleza y las obras humanas. <<Están separadas unas de otras por cierta extrañeza frente a la naturaleza. Como dice el salmista: «Soy ,__
todo el abismo que separa la creación de la .fabricación.» En efecto, un forastero en la tierra» (119, 19). «En medio de la más com-
Maimónides afirma, a la vista de los argumentos aristotélicos, que pleta confianza depositada en las cosas, le corroe una sorda inquie-
no es legítimo pasar del funcionamiento del mundo, tal como es, tud. Por inquebrantable que aparezca el mundo a los ojos de quie-
en su estado definitivo y perfecto, a las condiciones que lo han nes se consideran espíritus sanos, para el judío contiene la huella
hecho así. «Una vez que ha alcanzado su estado definitivo y ha de lo provisional y de lo creado» 4 • Lo que significa también, reto-
llegado a ser perfecto, no se parece en nada a lo que era en d mando los términos de Maimónides, la huella de la novedad. Aho-
momento de nacer» y «ha sido creado de la nada». Los argumentos ra bien, pensar en la novedad sobrepasa las capacidades concep-
de Aristóteles, concluye, «sólo hacen mella en quien pretenda sos- tuales utilizadas para conocer lo que es; pensar en la novedad exige
tener que la naturaleza de este ser, una vez ha alcanzado su esta- deshacerse del saber establecido y abrirse a lo que prohíbe el
do definitivo, es lo que demuestra (por sí misma) que ha sido
creado.Yo ya te he dicho que no afirmo esto» 2 • Levinas subraya
3.Véase K. PAPAIOANNOU, La Consécration de l'histoire, Champ
la gran importancia de este descubrimiento cuando afirma que,
Libre, París 1983, pp. 49-50. «Si, declara, en el Timeo (47 b-e), el hombre
ha recibido de los dioses el don de la vista es para que, contemplando los
movimientos circulares del cielo visible, descubra en él la virtud salu-
2. Le Cuide des égarés, seguido del Traité des huit chapitres, trad. dable suprema que le permitirá mantenerse firmemente en el ser.>~
S. Munk,Verdier, Lagrasse 1979, II, § 17, p. 291. 4. «L'actualité de Ma1monide),, p. 144 Qa cursiva es mía).

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retorno a las certezas adquiridas desde ahora. Maimónides sabe interpretación, la criatura está puesta a distancia del Creador, y el
que en este punto la conciliación con Aristóteles es imposible: vínculo entre ellos está constituido por una palabra que no se
«la novedad [del mundo] es la opinión de nuestro padre Abra- impone de ningún modo en forma de una necesidad esencial.
ham y de Moisés, nuestro profeta»5 • «Y Dios dijo» (va yomer Elohim) la palabra creadora, la que hace
surgir realidades diferenciadas sobre el fondo del tolzu-vavo-hu
Entonces, ¿cómo apreciar la importancia concedida por Levi- original, no revela nada de la naturaleza o de la esencia de ese
nas a la idea de creación, desde el comienzo de su obra? ¿Por qué Dios. Así pues, el Dios bíblico no entra en el mundo de una for-
sostener, además, que la ausencia de fundamep.tos sólidos en el ma esencial o sustancial; es tan sólo su palabra la que ordena la
mundo, a causa de esta huella imborrable de lo provisional y de creación. Su palabra llama a las criaturas al ser, pero Él se man-
lo· creado, apmta «consuelo» a los judíos amenazados en su pr:>- tiene fuera de los cielos y de la tierra. En un tercer momento,
pia carne? ¿No parecería que esta inquietud refuerza el senti- según el relato del Génesis, Dios contempla (va yeré) su crea-
miento de precariedad y de vulnerabilidad frente a los temibles ción y la encuentra satisfactoria (tov), lo que significa que se
peligros que crecen día a día, y que pone en peligro a los judíos complace en ella y que el hombre bíblico no tendrá que aban-
en vez de consolarlos? donarla so pretexto de acercarse a Él. La creación, según esta pri-
Esta huella, considera Levinas, no la conocieron los filósofos mera visión, se mantiene en el ser, renovada todos los días, como
griegos y por ello, en la Guía de perplejos, no puede concebirse dice la liturgia judía -hamejadesh be kol yo m tamid maasé breshit- .~

ningún tipo de conciliación en este aspecto entre la Biblia y Aris- por esta palabra y por esa mirada sobre ella, lo que significa asi-
i
~
tóteles. Pensar en la creación es, para un judío, meditar sobre el mismo que no está abandonada ni olvidada y que, sin embargo,
primer versículo del Génesis: «Al principio creó Dios los cielos este no abandono y este no olvido no equivalen a un vínculo de
y la tierra» (breshit hará elohim et hashamayim ve et haaretz). Ahora
bien, el Dios de Aristóteles no creó el mundo y, por tanto, se man-
dependencia que contraería la criatura. Maimónides expresa esta
idea afirmando que el universo no está dejado al azar y a la nece-
1
tiene perfectamente indiferente ante lo que ocurre sobre la tie- sidad, porque actúa en él una intención cuyo secreto no pretende
rra. En cuanto al demiurgo del Ti meo de Platón, da forma a una penetrar jamás. Eso no significa de ningún modo, como demues-
materia previa que tampoco ha creado. Para un judío, plantear-
se la cuestión del principio es, por el contrario, afrontar un secre-
to inviolable cuya propia inviolabilidad da sentido a toda vida.
Levinas dirá que desea mostrar que «la propia creación supone
tra en su crítica de la concepción «vulgar» de la Providencia, que
ésta se ejerza, como creen el ingenuo y la masa de los ignorantes,
a la medida del deseo humano de protección y de felicidad.
1
Levinas insiste en este punto en muchas ocasiones, desta-
una apertura a un misterio» (TA, p. 72); un misterio que no inci- cando incluso que es «una gran gloria para Dios haber creado un
ta, en su opinión, a ninguna complacencia en lo inefable sino un ser capaz de buscarle o de escucharle desde lejos, desde la sepa-
misterio que, como habrá que analizar, obliga al hombre, infini- ración, desde el ateísmo» (DL, p. 31). En Totalidad e irifinito, esta-
tamente, y le aparta sobre todo de cualquier nostalgia de comu- blece incluso una serie de sinónimos, muy importante, entre <(ser
nión o de éxtasis. yo, ateo, en lo de sí, separado, feliz, creado» (TI, p. 158) e insiste
El verbo «crear», bará, significa dar el ser a una existencia fi.te- en la importancia que concede a la separación, «que resiste a toda
ra de sí, poner una realidad nueva y distinta. Una realidad que no síntesis», en uno de los capítulos finales de ese libro. En efecto, le
se sostiene en absoluto en una relación de necesidad ni de depen- parece que la idea de creación permite pensar en una relación
dencia respecto a su Creador, insiste Levinas. En efecto, según su entre lo mismo y lo otro que no haga de la multiplicidad una
""f~
expresión degradada del Uno, como en las tesis emanantistas. ~

La separación, dice Levinas, no debería interpretarse de forma


5. Le Cuide des égarés, II, § 22, p. 315. negativa, como el efecto trágico de una caída, como la expresión

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L
nostálgica de una unidad perdida. Reprocha a la metafísica naci- espacio>>. <<No se distinguía ni comienzo ni fin, sino que todo era
da de la ontología griega, aunque hubiera encontrado la Biblia luz, simple, igual; y esta luz era denominada Or Ein Sof, la Luz
en su camino, haber privilegiado la unidad y haber interpreta- infinita>>, dice. Cuando el Intlnito decidió crear el mundo, «se
do negativament:- la separación entre lo mismo y lo otro, entre concentró en un punto medio (de la Luz Infinita, de Su Luz),
lo uno y lo múltiple, entre Dios y el mundo. Ahora bien, pensar en su justo medio; "contrajo" esta Luz (La limitó); se retiró alre-
en la creación, dice Lev-inas, siguiendo a F. Rosenzweig," es aban- dedor del punto medio; en este punto quedó entonces un lugar
donar la fascinación de la totalidad y pensar positivamente en la vacío y en él se expandió el aire: se formó un espacio. Tras este
multiplicidad y en la separación. Pero la metafísica, por lo ge- slzimshum, tras esta "contracción", al haber quedado vacío un
neral, se resiste a esta idea, y de ello da fe precisamente ese espacio en el centro mismo de la Luz Infinita, se ofrece un lugar
vocabulario de la caída y de la nostalgia del regreso al Uno por de existencia a los seres espirituales "emanados" y a las "criatu-
el que siente una gran predilección. «La paradoja de un Infinito ras" (vivas) "formadas", "hechas" (organizadas)». Isaac Luria cree
que admite un ser fuera de sí al que no engloba -y que cumple que, a continuación, el Infinito hizo surgir una línea (cav) que
gracias a esa vecindad con un ser separado su infinitud misma-, partía de su Luz Infinita y la hizo descender hasta este espacio
en una palabra, la paradoja de la creación pierde a partir de aquí que, de este modo, no permaneció pura y simplemente aban-
su audacia>> (TI, p. 106). donado a sí mismo. «Gracias a esta línea no cesa de expandirse
En efecto, la separación y la multiplicidad, si se consideran la luz del Ein Sofo,l concluye. Evidentemente, este mito plan-
en el horizonte de la creación y desde la perspectiva del esfuer- tea muchas dificultades al 6.lósofo y al teólogo, y además tuvo
zo para no reducir la palabra hebrea a lo que los modelos de sen- en el judaísmo distintas interpretaciones según la clase de res-
tido nacidos de Grecia retienen de ella, pierden esta dimensión puestas dadas a las preguntas que plantea: ¿realmente se retiró
negativa. Ni degradación ni disminución del Uno, «la separa- Dios? ¿O simplemente se ocultó, como sostiene la corriente jasí-
ción respecto al Infinito, compatible con el Infinito>> apela a la dica Jabad?8 ¿Esa retirada o ese ocultamiento se producen «por
vía de una relación con el Infinito mejor que la experimentad:! Su parte>>, esto es, !e afectan en su realidad propia, esencial? ¿O
en el sentimiento de carencia, de sufrimiento y de nostalgia del se producen «por nuestra parte», esto es, constituyen modalida-
regreso. «Un infinito que no se cierra circularmente en sí mis- des que se refieren tan sólo a la percepción humana de la crea-
mo, sino que se retira de la extensión ontológica para dejar un ción y del acto creador?
lugar a un ser separado, existe divinamente. Inaugura, sobre la En L'áme de la vie del rabino Jayim de Volozin, esa obra capi-
totalidad, una sociedad. Las relaciones que se establecen entre el tal para Levinas, el mito del shimshum desempeña asimismo una
ser separado y lo Infinito rescatan lo que había de disminución función fundamental. El autor dice que la unidad divina, bajo
en la contracción creadora de lo Infinito. El hombre resc:1ta la la modalidad de su esencia «que llena todos los mundos», está disi-
creación» (TI, p. 107). mulada y oculta al entendimiento humano. Lo que percibe el
A pesar de su desconfianza respecto a la cábala, esas palabras hombre de la realidad de la jerarquía de los mundos, en sus dife-
de Levinas se iluminan a la luz del gran mito de la creación ela- rencias, se denomina cav, «como una línea que se perfila». El rabi-
borado por el rabino Isaac Luria. Éste se pregunta cómo es posi-
ble la existencia del mundo si la luz suprema del Infinito baña
todas las cosas, sin dejar ningún lugar libre, «ni vacío, ni aire, ni
7.Jayim VITAL (1543-1620), EtxJayim, citado en A. SAFRAN, Sa-
L(!esse de la Cabale, Stock, París 1987, pp. 125-126. El rabino Jayim Vital
reproduce aquí la doctrina de su maestro Isaac Luria.
6. L'Étoile de la Rédemption, trad. A. Derczanski y J.-L. Schlegel, 8.Véase Y.JACOllSON, La Pensée hassidique, trad. C. Chalier,Éd. du
Éd. du Seuil, París 1982, p. 186. Cerf, París 1989, capítulo II.

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no Jayim insiste en la necesidad de interpretar las diferentes afir- Desde la perspectiva de las palabras de Levinas sobre «el ries-
maciones del mito «en un sentido metafórico», y de comprender go de ateísmo» que corrió Dios en el acto creador, ese rescate
que solamente se refieren al punto de vista humano sobre la crea- significa el precio que hay que pagar para que ese riesgo no
ción. Dios quiso, «por una razón que sólo Él conoce>>; que, «tras derive en un destino que abocaría a los hombres a olvidar al
la contracción y la disimulación, esta disimulación no se nos apa- Creador y a celebrar su propia suficiencia ontológica. O bien,
reciera de modo uniforme en todas partes». De modo que la crea- paradójicamente, ese precio no es para el filósofo el precio del
ción se presenta al hombre de forma maravillosamente dife- sufrimiento experimentado por una criatura que desea la pfe.::"
renciada, jerárquica y múltiple. La luz no resplandece en todas sencia de su creador. O, de forma más tajante, ese rescate no es
partes de manera idéntica, sino que está como concentrada, «a de ningún modo la nostalgia de Dios o del Uno experimenta-
través de un número infinito de pantallas»''. da por muchos hombres en momentos de aflicción. Sólo quien
Al interpretar ese mito en el sentido de una retirada de «la percibe en el centro mismo de la consistencia ontológica del
extensión ontológica», Levinas también hace suya la advertencia mundo, de su belleza y de su esplendor, más que de sus flaquezas
de Jayim de Volozin: el hombre no puede captar el acto creador o de su miseria, la huella de lo provisional y de lo creado, como dice
«por Su parte», esto es, por la parte divina. «Quien fuera capaz el texto sobre Maimónides, empieza a interpretar ese rescate en
de captar su esencia vería que lo llena todo de forma indiferen- otros términos.
ciada, sin ninguna distinción ni jerarquía de ninguna clase, sin di- En efecto, la creación e:x nihilo permite abrirse a una relación
ferencia de lugares: todo es de una unidad simple y absoluta, como con Dios que no equivale a un vínculo de dependencia, sino que
antes de la creación. Pero nosotros no podemos -y además no inaugura «la posibilidad de una existencia sabática en la que la
estamos autorizados a ello- penetrar en este dominio temible» existencia suspende las necesidades de la existencia» (TI, p. 107).
(ibídem, p. 129). Levinas desconfia de las pretensiones exorbi- En el ritmo mismo de una temporalidad acompasada, hasta el fin .l -
tantes de las teosofías y de las teologías, no sólo por el peligro que de los días de cada vida diferenciada, por la necesidad y la urgen- ~
entrañan para quien se dedica a ellas y cree ilusoriamente cono- cia de tener que satisfacer unas necesidades y de responder así a J
cer algo de la vida o de la esencia divina, sino porque en su opi-
nión conducen rápidamente a despreciar o a olvidar el carácter
la prueba de la carencia y del sufrimiento, esa creación significa
una apertura a aquello de lo que, precisamente, no carece el hom- i~~
positivo de la creación, en su multiplicidad y sus diferenciacio-
nes irreductibles. Multiplicidad que no hay que evitar, sino velar
por ella con una atención ininterrumpida. En su impaciencia por
bre. Anuncia una temporalidad distinta, una temporalidad sepa-
rada de las necesidades del momento, ya que está orientada hacia
la alteridad de ese Dios retirado de <da extensión ontológica», lo

..

conocer a Dios, teósofos y teólogos olvidaron con demasiada rapi-


dez el papel del hombre en la creación, papel que, antes de todo.
pecado, dice en el texto de Totalidad e irifinito citado anteriormente,
que significa un Dios que ha puesto en el ser una existencia sepa-
rada de él, una existencia que, sobre todo el día del shabat, se man-
tiene próxima al más allá del ser. Sin embargo, esta interpretación
1
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consiste en rescatar la creación.Ahora bien, ¿qué sentido hay que que hace Levinas de la retirada de Dios no corrobora en absolu-
darle a esta idea de «rescate», y cómo se puede elaborar el pensa- to las tesis cabalistas que, por el contrario, insisten en una «no
miento en relación con una creación cuya realidad ontológica separación esencial entre el Creador y la. criatura [... ] todo el,-~ <~ ~
parece bastarse a sí misma, ya que Dios, sostiene Levinas, se ha reti- pensamiento de Luria está dirigido a ese objetivo: explica!.$.!.Paso,
rado de ella? los caminos y mediaciones que la luz del infinito utiliza para
llegar hasta nuestro mundo o, mejor dicho, para constituir la
9.Jayim DE VOLOZIN, L'ame de la vie, [«El alma de la vida»], pró- sustancia oculta de todos los mundos, incluida la criatura huma-
logo de E. Levinas, trad. y notas de B. Gross,Verdier, Lagrasse 1986, pp. na. Su pregunta es la siguiente: cómo, a pesar de la distancia, del
131-133. inconmensurable alejamiento, la criatura no está absolutamente

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separada, sino que, por el contrario, está unida en su ser mismo una realidad considerada buena por su creador. Por tanto, no sola-
al Ein Sofi>. 1" Levinas, por su parte, insiste en el carácter positivo mente conduciría a su fin inevitable y siempre prematuro, sino
de la separación orttológica entre Dios y sus criaturas: <<Lo esen- que sería fecundidad y sorpresa, reanudación y perdón: «Este
cial de la existencia creada consiste en su separación frente a lo comenzar de nuevo del instante, este triunfo del tiempo de la
Infinito» (TI, p. 108). Separación de tal índole que la criatura pue- fecundidad sobre el devenir del ser mortal que envejece es un
de creer en su suficiencia y perseverar en su existencia sin po- perdón, la obra misma del tiempo» (TI, p. 315). Levinas se opo-
seer la preocupación o la inquietud de Dios, ni siquiera el día del ne a los intentos de representación del tiempo, ya que malogran
shabat cuando, dejando de ser «una peripecia del ser» (Tin, p. 45), su novedad, esto es, su alteridad irrepresentable. Ahora bien, pen-
se dirige hacia Él, ya que el séptimo día no résponde a una nece- sar de nuevo la temporalidad es pensar «lo que interrumpe y des-
sidad humana, sino a una obligación divina. garra la continuidad de mi vida» o «una temporalización que me
«La aventura que abre la separación es absolutamente nue- llega del exterior», 12 es consentir en experimentar el tiempo como
va en relación con la beatitud del Uno» (TI, p. 325), afirma por una relación fecunda con lo irrepresentable. Más aún, mostrar
tanto Levinas. Pero ¿qué significado hay que dar a esta aventura que, más que los acontecimientos importantes que se consideran
vinculada a la idea de un mundo percibido por el judío en la hue- históricos, es la renovación de las generaciones (toldot), en su sin-
lla de lo provisional y de lo creado, sin que esta percepción derive de gularidad irreductible, lo que constituye la trama de un devenir
la aflicción, de la nostalgia o simplemente de la constatación discontinuo y la obra (maasé) misma del tiempo. <<Huir de la abru-
del carácter inevitablemente perecedero de todo lo que nace? madora responsabilidad de una existencia que se transforma en
¿Cómo se puede comprender además que esta aventura sea des- destino» sólo sería posible gracias a la fecundidad, esto es, al paso
crita por Levinas como la aventura de un rescate, teniendo en al tiempo de los otros, a lo que, según modalidades que no se pue-
cuenta que él disocia este concepto de cualquier meditación rela- den reducir a la biología, separa de la soledad del ser arrincona-
tiva a la idea de una falta original cometida por el hombre? do en sí mismo. «El tiempo agrega lo nuevo al ser, lo absolu-
Para responder a esta pregunta, conviene aclarar el vínculo tamente nuevo» (TI, p. 316), así es su perdón. Va más allá de lo
que existe en su filosofía entre la creación y la idea del tiempo. definitivo, de mi propia muerte. «La resurrección» es su principal
Próximo a los análisis de Bergson sobre la duración creadora, acontecimiento, sostiene Levinas, en una proposición que no
Levinas pone de hecho el acento en la dimensión de novedad, procede de una tesis teológica sobre la vida después de la
imprevisión y sorpresa, inherente al tiempo. La anticipación y los muerte. «La resurrección» es el signo del perdón concedido a una
proyectos de dominio malogran siempre esta novedad. El deve- existencia acabada cuando, sorprendida y despertada por otra exis-
nir ya no debería ser descrito, a semejanza de una venerable tra- tencia, se deja sorprender por ella hasta el punto de sentir que,
dición filosófica, como una degradación o una privación de la • por medio de sus exigencias y de su gracia, su propia vida se halla
eternidad, en el deseo impaciente y doloroso de huir de él para renovada.
contemplar las esencias inmutables o el Uno inalcanzable y gozar Según la liturgia judía, Dios renueva todos los días la obra
finalmente de una felicidad eterna. Sería una criatura, como del comienzo (maasé breshit). En general, el judaísmo insiste en la
recuerda Maimónides, 11 lo que significa también, según la Biblia, renovación (hitjadshut), independientemente del imperativo
de dar la vida a los hijos. El estudio y la reflexión, la percepción
10. C. MOPSIK, •La pensée d'Emmanuel Levinas et la Cabale*, en ·:.; 1,,:¡
Emmanuel Levinas, Le Cahier de l'Herne, Le Livre de poche, Biblio Essais,
1993, p. 431. 12. R. BERNET, «L'autre du temps», en J.-L. MARIO N (edit.), Posi- '1
11. Le Cuide des égarés, Il, § 13, p. 276: «el tiempo también forma tivité et trascendance, seguido de Levinas et la phénoménologie, PUF, París 1
parte de las cosas creadas». 2000,p.149.

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·~
de la naturaleza. los sentimientos y las emociones son llamados la renovación de los días no procede en su pensamiento de una
a la renovación. Lo que significa precisamente a la percepción del decisión solitaria y autónoma de quien, enfrentándose a la mono-
mundo en la huella de lo provisional y de lo creado, no para afligirse tonía o al aburrimiento, al inevitable declive y a la esterilidad,
por ello sino r~n maravillarse. El judío, dice Levinas, «experi- emprende iniciativas para introducir lo inédito en su vida; o inclu-
menta una sensación de maravilla continua ante el hecho tan sim- so de quien deja que le conmuevan los acontecimientos, felices
ple y sin embargo tan extraordinario de que el mundo está ahí. o trágicos, que distraen de lo cotidiano. Es como esta posibilidad,
La creencia en la creación -base del judaísmo- no es nada más siempre sorprendente para una vida sometida a la influencia deso-
que esa sensación de maravilla. No es un dogma abstracto de la ladora del «tic-tac» de los relojes, de librarse de este dominio
teología» u. Sin petjuicio de esterilizarse, Ía propia tradición no del tiempo mecánico respondiendo a la inquietud que suscita en
tiene fuerza si no es sostenida por este esfuerzo de renovación. ella la llamada de la alteridad. La renovación no responde, pues,
Orienta a cada uno hacia el secreto del que vive cada existencia en este caso a una n~cesidad de cambio o a una nostalgia de con-
gracias a la novedad de los interrogantes que suscita cuando es templar sólo aquello que merecería ser objeto de un amor eter-
recibida por una persona separada, esto es, irreductible a cual- no, sino que surge del exterior y trastorna la existencia. Así es, en
quier otra. Pero todo el mundo sabe que se trata de una dura la filosofia de Levinas, la intrusión del rostro y de la llamada del
exigencia, sobre todo en el tiempo cotidiano y regular de las horas otro, aunque sea en el más secreto de los repliegues de un yo que ·
que se suceden en la uniformidad y el aburrimiento, el sufri- busca protegerse de los ataques del mundo. Sólo la alteridad da
14
núento, las tragedias y los duelos. De ahí que, según el Sjat Emet, sentido a la renovación, hasta el punto de permitir considerar
sólo el que se mantiene en contacto interior con la chispa el pasado de otra manera, hasta el punto de «repararlo» y «per-
divina -a la que también llama la Voz por encima de las palabras- donar» no tanto sus faltas sino su propio carácter irremisible (TI,
consigue experimentar esa renovación que no se puede com- p. 315). El paso al tiempo del otro -la fecundidad en sus múlti-
parar con la buena voluntad o con los esfuerzos.Y eso requiere ples formas- hace mella en la continuidad de una vida y hiere al
tambi~n. dice el Sjat Emet, un trabajo diario, a fin de no transigir yo, ya que destierra para siempre sus sueños de suficiencia o sus
con sus sufrimientos o su desgracia, el peso de los arcaísmos sobre ilusiones de una identidad para sí. Se clibuja de este modo esta
sí o incluso la influencia de los impulsos mortíferos, ya que ale- apertura a una diacronía irreductible que desbarata todos los
jan de la proximidad a esta fuente interior. intentos de reducir el tiempo a su comprensión por parte de una
Levinas no es, al parecer, un lector de ese libro capital de la conciencia que recuerda, percibe o anticipa. Tras haber descrito
tradición jasídica. Sin embargo, su esfuerzo por pensar en la «tem- esta aventura del tiempo como una «resurrección» en Totalidad
poralización» como Decir y no como realización de una esen- e infinito, Levinas se refiere a «la noción bíblica del reino de Dios
cia, su idea de la inspiración _que rompe con el intelectualismo -reino de un Dios no conceptualizable- de un Dios no con-
del saber dando a escuchar la orden divina por «la voz» misma de temporáneo, esto es, no presente», y habla de ello en De otro modo
quien la obedece, se aproxima mucho a esta tradición. Así pues, que ser, o más allá de la esencia (Autrement qu 'etre ou au-dela de
l'essence, p. 88).Ahora bien, ¿este Dios no presente no es el que,
mediante su acto creador, se retiró de «la extensión ontológica»?
13. «La signification de la pratique religieuse» (1937), Cahier du ju- El que puso al hombre en el ser como una criatura separada, capaz
daisme, n° 6, invierno 1999-2000, p. 75. de buscarle en la distancia o, por el contrario, de cerrarse en su
14. Libro del rabino Yehuda ARIÉ LIEB DE GUR (1847-1905), que
suficiencia y olvidarlo. En todo caso, es un Dios que deja el tiem-
constituye un comentario de cada sección de la Torá leída el día del sha-
bat y una exégesis del sentido de las fiestas judías (edición publicada en po al hombre sin imponérsele, un Dios cuyo «reino» se parece
Jerusalén en 1997). Salvo indicación, los textos en hebreo citados los extrañamente a una ausencia que obliga a la unicidad de cada una
he traducido yo misma. de las criaturas humanas, a pesar de su preocupación por el enve-

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jecimiento y la muerte, a velar por la alteridad frágil y provisio- ¿Qué significa esta huella de dependencia? Como ya se ha
nal de las otras criaturas y, sólo así, a pensar y a experimentar la dicho, no responde en absoluto a la necesidad, para vivir, de pen-
renovación, a pesar de su declive y de su finitud irremediable. sar en un Dios que se supone responde a las angustias humanas,
En efecto, h :reación impone pensar en una multiplicidad sino que más bien orienta la mirada hacia los otros hombres, abo-
irreductible a un género común, una «separación que resiste a la ca a pensar en la fraternidad que les une por encima de la idea de
síntesis» (TI, p. 327). «La multiplicidad de los yos no es el azar, género humano. Levinas no cree que los individuos de un «géne-
sino la estructura de la criatura» (EN, p. 42), dice Levinas. Sobre ro común» puedan ponerse nunca a confraternizar, a menos que
ella reposa también la palabra de bendiciÓJ?. (Gn 1, 28). El filó- sea por el miedo que sus egoísmos recíprocos les inspiran, es decir,
soto se desmarca así de una metafísica que, para privilegiar la uni- por interés y, generalmente, de forma precaria. De modo que, sobre
dad como principio de pensamiento,juzga negativamente la mul- este punto concreto, opone dos mitos de origen: el mito griego
tiplicidad y la separación. «Una de las vías de la metafísica griega de Deucalión y el del relato del Génesis. Según el primero, Deu-
consistía en buscar la vuelta a la Unidad, la confusión con ella» calión, hijo de Prometeo, y Pirra, hija de Epimeteo, los únicos
(TI, p. 105). Desde esta perspectiva, se desdeñan la separación supervivientes del diluvio enviado por Zeus sobre la tierra para
entre el uno y el otro, y la multiplicidad en general, ya que retra- castigar a los hombres por su maldad, recibieron la orden de des-
san indefinidamente ese regreso. Ahora bien, la creación orienta cender del Parnaso y arrojar piedras a su espalda, al azar. Esas pie-
hacia un pensamiento diferente, afirma ciertamente «la similitud dras, al caer, fueron tomando la forma de hombres o de mujeres,
de los seres entre sí, pero también su heterogeneidad radical, su según si eran arrojadas por Deucalión o por Pirra. Ese mito, al
exterioridad recíproca, a partir de la nada», lo que condena la menos según la lectura que nos propone Levinas, invita a pensar
tentación de incluirlos en una totalidad, puesto que no existe que la humanidad está compuesta por la semejanza de una
ningún plano superior en el que la multiplicidad -especialmen- multiplicidad de familias diversas que, por sus egoísmos enfrenta-
te la multiplicidad de los «yos» humanos- pueda o deba fun- dos, acaban uniéndose para constnrir una ciudad humana. En cam-
dirse. Levinas asocia así la creación ex nihilo con «una anarquía bio, el relato del Génesis anuncia sin duda que todos los animales
esencial a la multiplicidad» (TI, p. 326). Sin embargo, no dedu- son creados según su género (leminey.fem) [Gn 1, 21-25], pero hace
ce de esta au-sencia de principio común, que se considera debe una excepción con el hombre. Creado único, a imagen y seme-
regir la multiplicidad y mantenerla en orden -de esta anarquía, janza del creador, varón y hembra (Gn 1, 27), el hombre no depen-
por tanto- que toda criatura esté abandonada a sí misma, a la de del género o, al menos, no solamente. Esta categoría lógica no
preocupación de preservar su vida a toda costa, a la indiferen- se aplica a lo humano en sí, no lo explica, ya que «lo humano», en
cia hacia las otras criaturas o a una relación interesada con ellas. cada criatura humana, debe ser pensado en su singularidad irre-
En efecto, la anarquía se co~uga con la idea de fraternidad, cosa. emplazable surgida de su status excepcional entre todas las otras
que a primera vista puede chocar. La separación frente al Cre- criaturas. Según sostiene Levinas, la fraternidad humana procede
ador, esto es, la posibilidad de vivir en el ateísmo de forma sere- de la intención creadora de poner en el ser una criat\tM111tlle se
na e incluso feliz, en el sentimiento de su propia suficiencia o en le parezca. Presupone «la comunidad de padre, como si la comu-
el consentimiento de su finitud, «deja a la criatura un vestigio de nidad del género no aproximara bastante.[ ... ] El monoteísmo
dependencia, pero de una dependencia sin paralelo: el ser depen- significa este parentesco humano, esta idea de raza humana que se
diente saca de esta dependencia excepcional, de esta relación, su remonta al acceso al otro en el rostro, en una dimensión de altu-
independencia misma, su exterioridad al sistema» 15 • ra, en la responsabilidad para sí y para otro»~<'.

16. TI, p. 236.Véase también LC, p. 91: «¿Se ha visto alguna vez a
15. TI, p. 108 (la cursiva es mía). individuos de un género común que se pongan a fraternizar?»

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Esta criatura única no está destinada, en efecto, a perma- mismo vocablo es utilizado después para calificar la superación
necer solitaria y Levinas admira que los doctores del Talmud <<osen de la soledad y la vida compartida. El segundo relato de la crea-
situar entre los diez "verbos" que se utilizaron para crear el uni- ción de la mujer explica con precisión que se creará una com-
verso, la palabra que enuncia que "no es bueno que el hombre pañera para Adán, porque no es bueno (lo tov) que el hombre esté
esté solo"» [L}L, p. 52). Por otra parte, a pesar de la unicidad de solo (Gn 2, 18). Sin embargo, el texto no dice que sea imposi-
cada uno, es la multiplicidad -«los creó hombre y mujer»- lo que, ble vivir solo y que el hombre languidecerá si sigue estando solo.
según el relato del Génesis, orienta el pensamiento hacia la idea Simplemente dice que no es bueno (lo tov). No es bueno para
de esta comunidad de padre, más allá de la comunidad de géne- el hombre vivir sin compañía, pero el bien no estriba en las ganas
ro puesto que, a partir de entonces, hay dos géneros. «No el feme- o en la necesidad que siente de abandonar su soledad y de encon-
nino a partir del masculino», precisa Levinas al comentar el según- trar por fin alguien con quien hablar. El bien no estriba en la
do relato de la creación del varón y de la mujer propuesto por el necesidad satisfecha, no viene a llenar un vacío, viene a ahondar
Génesis, «sino la partición en femenino y en masculino -la dico- en el hombre un deseo que se sitúa más allá de la necesidad. 17 Así,
tomía- a partir de lo humano» (DSS, p. 132). Una partición que según la interpretación de Levinas, la creación de la mujer es bue-
no se debe reducir a una complementariedad, ya que ese «tér- na no porque saque al hombre de su aislamiento y le permita
mino perezoso» conserva todavía la nostalgia sutil de una unidad pasar los días de forma más agradable, sino porque le revela su
que hay que recuperar, incluso de una fusión en la que se abo- humanidad haciéndole responsable de otra criatura humana que
lirían finalmente la alteridad irreductible y la pluralidad. La nunca será reducible a sí. La responsabilidad hacia las otras cria-
huella de dependencia evocada por el filósofo debe pensarse te- turas, vegetales y animales, no tendría al parecer este poder reve-
niendo en cuenta su vínculo con esta idea: más que presuponer lador ya que, tras haber nombrado a los animales, Adán sigue
que el hombre depende de Dios para vivir, lo que hace es regis- desamparado y desorientado. Pero el cara a cara con otro ser
trar una responsabilidad del uno respecto del otro, sin recipro-' humano introduce una orientación vivificadora en su existencia,
ciclad, desde el alba de la creación. una orientación de responsabilidad de la que comienza a alegrarse
quizás antes incluso de descubrir a qué le compromete. Esta orien-
Anarquía y paternidad, multiplicidad y fraternidad. Huella de tación merece el calificativo de bien (tov). «La bondad [... ] con-
dependencia que asegura la independencia y elogio de la sepa- cierne a un ser que se revela en un rostro [... ].No se regula por
ración, esto es, de un vínculo con el Creador que no puede redu- principios inscritos en la naturaleza de un ser particular que la
cirse a una necesidad. Esos vocablos y expresiones utilizados manifiesta[ ... ]. Consiste en ir[ ... ] sin saber a dónde. Aventura
por Levinas para describir la creación plantean muchas dificul- absoluta, en una imprudencia primordial, la bondad es la tras-
tades que la tradición judía ha meditado extensamente. La hue- ~.f
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cendencia misma» (TI, p. 341).
lla de dependencia no es sentida, en este contexto, como el peli- 'T(
Ahora bien, este descubrimiento de la bondad, o de la
gro de perder el vínculo con Aquel que da el ser, o de ver cómo responsabilidad, no procede de una decisión del hombre, sino
se altera de tal manera que el hombre perezca por su desapa- que le llega en el momento en que despierta del sopor que Dios
rición. No describe una necesidad para sí de mantener ese ::} le había infundido (Gn 2, 21). El hombre no se imagina su res-
vínculo por miedo a represalias o por deseo de gratificación. Es ,"j ponsabilidad ante la otra criatura, la descubre cuando abre los
<<excepcional» en cuanto procede de una cierta idea de lo que es ojos. Levinas· subraya esta dimensión de p,asividad -de no ini-
«bien». En efecto, según la Biblia, antes incluso de calificar la rela-
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ciativa-, no para lamentarse de ella y equiparada a una inercia
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ción del hombre con Dios, o al propio Dios, el vocablo «bien»
(tov) lo utiliza el Creador para expresar su satisfacción ante la mul-
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tiplicidad creada por efecto de la gracia de sus diez palabras. Ese Ja 17.Véase capítulo II, pp. 53-54.
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condenable, sino que ve en ella un testimonio de la creación ex de fuerzas y de mundos». El hombre habría recibido, pues, de
nihilo. La pasividad del bien, pasividad «que excluye hasta la recep- Elohim mismo, el poder extraordinario de reforzar o de debili-
tividad, puesto que en la creación lo que sería capaz de asumir tar Su propio poder creador. Al menos, esto parece si miramos
mínimamente el acto -como una materia que asume en virtud la creación «de nuestra parte», es decir, según lo que nuestro
de sus potencias la forma que la penetra- no surge hasta que el entendimiento puede captar de ella. El hombre habría recibido,
acto creador ha terminado» (HH, p. 108, n. 17). Levinas no pre- sin haberlo elegido, de forma pasiva por tanto, la responsabi-
tende con ello afirmar una tesis sobre la creación, ya que por lidad de la suerte de los mundos: ésa sería la significación de
su «condición de criatura» el sujeto humano seguirá siendo siem- la semejanza con Elohim. Cualquier persona, por humilde que
pre incapaz de imaginarse la creación; s-ólo interpreta esta pasi- sea y por poco dotada que esté para comprender intelectual-
. vidad -Adán se despierta y se encuentra con que es infin,itamente mente las cosas, debería saber «que ningún detalle de sus ac-
responsable- como una insistencia, por parte de la Biblia, en el tos, de sus palabras y de sus pensamientos está perdido», ya que
estatuto creado del hombre: el ser que le es dado -por tanto, sin repercute en los mundos, para bien o para mal, para reforzar la
posibilidad de elección por su parte- no adquiere su significa- presencia de la luz divina en ellos o, por el contrario, para empe-
ción humana hasta el momento en que se hace responsable, sin queñecerla o alterarla. 1"
haberlo elegido tampoco, de la criatura humana que tiene delan- Levinas insiste en que L'áme de.la vie exige pensar lo huma-
te. «La creación es el hecho de que la inteligibilidad me antece- no en el hombre -lo que lo distingue de las otras criaturas- no
de [... ].No es ésta una tesis teológica: llegamos a la idea de la subrayando su capacidad de conocer, o su «animalidad razona-
creación partiendo de la experiencia del rostro» (LC, p. 45). ble», como enseña la filosofía griega, sino en relación con su
En L' áme de la vi e, R. Jayim de Volozin insiste en esa apa- condición «de imagen de Elohim>>. Esa condición pudo sin duda
rente paradoja de una criatura humana que, sin decidirlo, esto ser interpretada en la teología judía en relación con esta tesis
es, de forma pasiva, recibe la responsabilidad de la creación. ¿Qué griega, pero Jayim, más cercano en este sentido a la mística judía
significa, en efecto, para el rabino Jayim la expresión bíblica «ser que a Filón de Alejandría o a Maimónides, por ejemplo, sos-
a la imagen de Dios» («betzelem Elohim») [Gn 1, 26; 5, 1]? ¿En tiene que esta semejanza no hay que entenderla en estos térmi-
nos, sino que designa una cualidad específica del «alma» huma-
qué aspecto concreto hay que situar esta semejanza que, eviden-
temente, no se puede tomar en sentido literal? Jayim subraya que
el nombre de Dios utilizado en este versículo, Elohim, «designa
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na irreductible al poder especulativo del intelecto en el que
Maimónides, más cercano en este aspecto a la filosofía de Aris-
a la divinidad como "dueña del co~unto de fuerzas"» que, a cada tóteles, veía aún la realización suprema del hombre. Un alma
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desprovista de razón no tiene, en su opinión, nada de bueno. 19
instante, da «un poder y un flujo de luz nuevos>> a las diversas f

criaturas. Si dejara de hacerlo, aunque fuera por un breve ins-


tante, «los mundos regresarían a la nada y al caos». Elohim renue-
j La perspectiva del rabino Jayim sobre el alma humana, que tie-
ne en cuenta Levinas a pesar de sus prevenciones respecto de la
va pues, continuamente, la obra del comienzo (maasé breshit).Aho- l cábala, difiere de la perspectiva adoptada por la sabiduría grie-
ra bien, el hombre se parece a su Creador en este punto muy
1 ga. El hombre fue creado el último, muy cercano a la materia,
1•
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concreto: se le confían los mundos «para que los dirija, por medio pero su alma procede del soplo divino (Gn 2, 7), destacaJayim,
de todas sus actuaciones, sus actos, sus palabras, sus pensamien- y esto es precisamente lo que le otorga un estatuto excepcional
tos, hasta en sus menores detalles». El hombre, afirma el rabino
Jayim, sostiene el ser de todas las criaturas. Más aún, refuerza o
debilita, no lo quiera Dios, «los santos mundos superiores». Así
j entre las otras criaturas. Su interioridad es humana por la pre-

pues, al crear al hombre a su imagen, Dios le habría querido con-


fiar «el poder de desarrollar o de restringir miles de miríadas
J
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18. LAme de la vie, citas de las páginas 7 a 12.
19. Traité des huit chapitres, p. 648.
1 -45-
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J.·.···l·.··:··.
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cisa razón de que no se vuelve hacia ella misma, en un movi- rrogante humano por excelencia: ¿Má aní? 20 «¿Qué soy?» Ahora
miento de reflexividad, ya que el soplo divino que hay en ella bien, según la Biblia, la respuesta no se obtiene esforzándose
no le permite constituirse en un <<para sÍ» cerrado a la alteri- por ponerse en el ser, de forma firme, sino meditando sobre esa
dad de las otras criaturas. La aboca a responder de todo lo que idea «de imagen de Elohim».
existe. Que el hombre sea sabio o ignorante no cambia para nada Esta meditación pasa por la experiencia dolorosa, aunque
las cosas, como si la jerarquía de los mundos evocada por Jayim «exculpadora)>, de su propia extrañeza sobre la tierra. Una extra-
quedara en suspenso cuando se trata de las capacidades inte- ñeza irreductible, en el contexto de una creación declarada bue-
lectuales de los unos y de los otros. Todo hombre, cualquiera que na, a las tesis agnósticas sobre el alma cautiva de un mundo malo
sea el grado de sus capacidades especulativas, en virtud de la que se dice la retiene alejada de la luz. Una extrañeza vincula-
presencia de esta alma en él, es «para los mundos)>, come:gta Levi- da, como por otra parte observa muy pronto Levinas en su estu-
nas. Nadie puede pretextar una inteligencia demasiado débil para dio sobre Maimónides, al sentimiento de lo provisional. Puesto
eximirse de responder de los mundos. Todos los pensamientos, que ha sido creada, la tierra no pertenece al hombre. La «bondad
palabras y actos, incluso los que provienen de los más humil- original de la creación» no significa que sea entregada en pro-
des, son importantes y dignos de estimación, tienen un peso para piedad al hombre. Al contrario, para que pueda conservar ese
el universo, repercuten en él, para construirlo o para destruirlo. carácter de bondad, conviene poner en guardia a quienes sien-
«Esta idea de una interioridad no narcisista es ética. Es la verdad tan la tentación de apropiarse del espacio, añadiendo campo al
de ese lenguaje o de ese simbolismo cosmológico, y probable- campo «sin dejar ni un rincón libre» (Is 5, 8), ocupando firme-
mente la experiencia profunda del ritualismo judío» (ADV, mente los lugares y entregándose a la ilusión del arraigo. El Eter-
p. 194), concluye Levinas. no les recuerda: «La tierra es mía, y vosotros sois para mí foraste-
El filósofo apenas se interesa por la naturaleza del lenguaje ros y huéspedes que vivís conmigo)) (Lv 25, 23).Ahora bien, esta
simbólico del rabino Jayim, lenguaje surgido de la cábala, y sólo extrañeza respecto a una creación de la que no se es autor, esa
reflexiona sobre la idea de jerarquía cosmológica de los mundos, «extnñeza respecto al ser», como dice Levinas, no se convierte
presente en L'ame de la vie, para subrayar de qué modo la posibi- { en nostalgia de alcanzar una patria lejana, casi siempre celeste,
lidad misma de la acción de Dios se halla subordinada al hom- -i sino que «llama a observar los mandamientos» en esta misma tie-
bre, a la criatura menos poderosa, a la que fue creada en último rra, como dice el salmo 119 (v. 20). «Esta diferencia entre el yo y
lugar. El «poder decir» de este lenguaje transmite, a su parecer, el mundo se prolonga a través de obligaciones hacia los demás.
una enseñanza sobre lo humano en el hombre. «El hombre es Eco del decir permanente de la Biblia: la condición -o la no con-

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interioridad por su responsabilidad respecto al universo. El poder dición- de extranjeros y de esclavos en tierras de Egipto acerca
de Dios subordinado a la responsabilidad se convierte en fuerza al hombre al prójimo» (HH, p. 97).
moral. El hombre no peca contra Dios al desobedecer los n~n­ Levinas radicaliza esta reflexión haciendo de la falta de auda-
darnientos, destruye mundos» (AD\1, p. 195). Esta lectura corro- cia propia del extranjero, que duda en entrar porque sabe que no
bora la interpretación de los primeros versículos del Génesis, leí- tiene derecho a ello, la cualidad por excelencia del psiquismo
dos a la luz del comentario tradicional de Rashi, hecha por el humano. «No el estar-en-el-mundo, sino el estar-en-cuestión)>
propio Levinas durante su enseñanza oral del shabat. La crea-
~
ción a partir de la nada no significa una negación, observó Levi- 20. «Nada» en hebreo se escribe con las letras álef, yod, nun y «yo)) se
~
nas cierto día, en una de sus lecciones. El poder decir de la len- Jt" escribe con las mismas letras en otro orden: álef, nun, yod. N o existen tes-
-~
gua hebrea permite en todo caso oír cómo el vocablo <<nada», que
por cierto no aparece en el texto bíblico, resuena de modo dis-
r timonios escritos de estas lecciones bíblicas de Levinas porque las impar-
tía el shabat, día en que los judíos religiosos no e scriben para no añadir
tinto. ¿Acaso no adquiere sentido, pregunta Levinas, en el inte- un demento nuevo a la creación.

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(EN, p. 164). N o estar seguro de su derecho a estar en este mun- sa, cada uno debe buscar las diez palabras creadoras -enunciadas
do creado, sino estar en cuestión frente a las criaturas que se hallan según la modalidad del <<Hágase»-- en las diez palabras del Sinaí.
en él. Para el hombre, sería éste el único medio de recibir la Torá, en la
La «condición de criatura», por tanto, no otorga ningún dere- renovación constante de su verbo, de manera que las palabras que
cho al hombre en esta filosofia. Le obliga, en cambio, a respon- dan el ser a toda la realidad se transformen inmediatamente en
der de la suerte de las criaturas, frágiles e inevitablemente ame- una dirección hacia alguien. Entonces, aunque sin confundirse
nazadas por la muerte, que comparten con él un fragmento de con un sentimiento romántico cualquiera hacia una naturaleza
duración y de espacio. En la medida en que pretende llegar a ser que se considera que habla al hombre, el universo desvelaría al
o seguir siendo humana, la criatura tiene que responder de su judío un fragmento del Decir que hay en él y lo hace ser. Le pedi-
derecho a ser, con el temor á la mirada del otro. «Mi estar-~n-el­ ría que dedicara su vida a la tarea de juntar palabras creadoras y
mundo o mi lugar en el sol, mi casa, no han sido una usurpación palabras del Sinaí, o incluso que orientara la energía que anima
de los lugares que pertenecen a otros, oprimidos ya por mí o el conjunto de la creación hacia su fuente divina. 21 Aproximán-
hambrientos, expulsados a un tercer mundo» (EN, p. 166). Eso dose mucho a ese pensamiento, Levinas insiste en el significado
significa que el encuentro con el otro -en una creación- impo- ético de la creación y ve en los ritos una expresión del senti-
ne obligaciones que una visión pagana de la naturaleza no impli- miento del que sabe que se halla en una creación, y no al mismo
ca necesariamente. En efecto, nadie puede matar o violentar a nivel de una naturaleza que está a su disposición. <<El rito es, pre-
otro sin despreciar la idea misma de creación. Ciertamente pue- cisamente, el comportamiento del que, en medio del estruendo
do «matar al igual que cazo o al igual que derribo árboles o ani- de nuestra acción cotidiana, percibe la resonancia mística de las
males-, pero es porque he cogido al otro en la apertura del ser cosas.» Introduce un tiempo de espera en el impulso espontáneo
en general como elemento del mundo donde me encuentro, lo hacia las cosas, no para prohibirlas o esterilizar el deseo que tien-
he percibido en el horizonte» (EN, p. 22).Ahora bien, la Biblia nun- de hacia ellas, sino para introducir un tiempo de palabra entre
ca nos dice que miremos a los hombres en la apertura del ser, el gesto y h cosa, palabra que explic:1 su misterio y fragilidad. Así
sino que nos enseña que todos son, sin excepción, criaturas a la pues, el rito recuerda al judío que la existencia de las cosas sigue
imagen del Eterno, y no elementos de mi horizonte. No obs- siendo siempre infinitamente sorprendente, que el alimento
tante, recibir esta enseñanza impone la experiencia del senti- que está, por ejemplo, al alcance de la mano no procede sola-
miento de extrañeza que acaba de ser evocado, experiencia que mente del trabajo y del esfuerzo por transformar la naturaleza en
apela a obligaciones hacia las criaturas, ya que el hombre descu- un mundo que sea habitable para todos. Que el día que empie-
bre muy pronto que es «guardián de su hermano» (Gn 4, 9). Sin za apela a una palabra que lo acoge en el milagro de su renova-
haberlo elegido o deseado, esta vigilancia de uno al otro se le~ ción, a cuyo tono debe ajustarse también el psiquismo. La natu-
impone como si, sin ella, el significado de la creación se perdie- raleza <<lo golpea como un núlagro. Experimenta una sensación
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ra para siempre. de asombro constante ante el hecho tan simple y, sin embargo,
Desde esta perspectiva Levinas piensa en la importancia de
los mandamientos y de los ritos en el judaísmo. El imperativo
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tan extraordinario de que el mundo esté ahí» 22 • <<Todo el judaísmo
~ ha querido precisamente poner entre la espontaneidad natural
~-
de la creación -«¡Hágase la luz!» (Gn 1, 3)- se prolonga en el y la naturaleza un tiempo de reflexión. [...] El cercado de rosas
imperativo de las diez palabras y de los otros mandamientos. S: es el muro mínimo del rito, que nos detiene» (QLT, p. 176).
Como enseña el Sfat Emet, las diez palabras pronunciadas en el
Sinaí -según la n10dalidad de dirigirse a un <<Tú» único e irre-
emplazable- se encuentran ya en las diez palabras creadoras, pues 21.Véase Sfat Emet, t. II consagrado al Éxodo.
la Torá constituye la esencia de la creación misma. Y a la inver- 22. <<El significado de la práctica religiosa», p. 75.

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Esa espera lleva a pensar que la vitalidad de la vida nunca da,
por sí misma, un sentido a la existencia. Más bien, lo que hace
muy a menudo es olvidar o despreciar la búsqueda. Pero evi-
dentemente, para Levinas, esa espera no reviste solamente un
aspecto ritual, sino que tiene un significado ético e introduce a
un pensamiento del Deseo metañsico que da toda su fuerza a la
idea de una relación entre el Creador y sus criaturas, que hay que
pensar en términos que no sean sólo ontológicos. Capítulo II

EL DESEO METAFÍSICO

Que el impulso espontáneo hacia la naturaleza se mantenga en


suspenso un instante por medio del rito, que con mucha frecuencia
reside en un palabra de bendición que precede a los gestos, no
significa ni una condena a la austeridad del ascetismo ni una inci-
tación a valorar la mortificación. Sin defender la exuberancia en
la satisfacción de las necesidades, la Biblia tampoco anima a con-
tentarse con una satisfacción mínima, como si hubiera que des-
confiar del goce de lo que la naturaleza y el trabajo ponen a dis-
posición de los hombres. La experiencia de la carencia, central en
la experiencia de la necesidad, es efectivamente inevitable, y muchas
personas siguen muriendo todos los días por la imposibilidad de
satisfacerla. Ciertamente, como recalca Levinas, la opresión y la
persecución enseñan que los hombres pueden vivir, al menos por
un tiempo, sin comida ni reposo, sin sonrisas ni efectos persona-
les, sin decencia ni derecho a cerrar con llave su habitación ... aun-
que este aprendizaje les pone casi siempre bajo la amenaza de tma
desintegración interior, psíquica y biológica, cuyo término fatal
es la muerte y no tiene ningún valor moral en sí (véase NP,
p. 179). El filósofo subraya, por el contrario, que la separación en-
tre el hombre y aquello que necesita simplemente para poder
seguir viviendo -separación que al principio se experimenta como
una carencia y un sufrirniento-.se convierte, con la satisfacción,
en una felicidad que constituye «la gracia de la vida)). Lejos, pues,
de incitar a pensar, en la línea de un cierto epicureísmo, en la limi-
tación de las necesidades a lo estrictamente necesario, Levinas ve

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