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PRINCIPIOS DEL PROCESO LABORAL

Dionel Arturo Bances Nunura1

RESUMEN

Con la dación de la Nueva Ley Procesal del trabajo, se busca que la legislación nacional
proporcione una dosis de eficiencia en materia de protección a los trabajadores, para
dicho fin otorga al juzgador un protagonismo sin precedentes al frente del procedimiento,
señalando que los juicios en materia laboral se manejan dentro del señalado por los
principios de inmediación, oralidad, concentración, celeridad, economía procesal y
veracidad. Precisando el ámbito de la Justicia Laboral, delimitando los fundamentos
haciendo un imperativo judicial que el juez especializado se cuide de evitar que las
desigualdades afecten el desenvolvimiento del procedimiento para lograr la igualdad
material de las partes así como combatir e impedir que el formalismo de la escrituralidad
opaque al fondo del tema sujeto a su conocimiento, y que ha llegado consigo un retardo
en el proceso laboral en general antes de la dación de la norma y trae por consecuencia,
una mayor accesibilidad de justicia efectiva en materia laboral.

1
Estudiante del IX ciclo de la carrera profesional de Derecho modalidad Virtual.
ABSTRACT

With the dation of the New Labor Procedure Law, it is sought that the national legislation
provides a dose of efficiency in terms of worker protection, for this purpose it gives the
judge an unprecedented role at the forefront of the procedure, noting that the lawsuits in
labor matters are handled within the one indicated by the principles of immediacy, orality,
concentration, speed, procedural economy and truthfulness. Specifying the scope of Labor
Justice, defining the foundations making a judicial imperative that the specialized judge be
careful to prevent inequalities affect the development of the procedure to achieve the
material equality of the parties as well as combat and prevent the formalism of the
scripturality opaque to the bottom of the subject subject to his knowledge, and that has
come with a delay in the labor process in general before the dación of the rule and brings
as a consequence, a greater accessibility of effective justice in labor matters.
INTRODUCCION

El 15 de enero del 2010 se publicó en el Diario Oficial “El Peruano” la Ley N° 29497, que
pro Principio pro actione o favor actionis

El artículo III de la Nueva Ley Procesal de Trabajo señala que los jueces interpretan los
requisitos y presupuestos procesales en sentido favorable a la continuidad del proceso,
por lo que reconoce la aplicación del llamado principio pro actione o favor actionis.

El Tribunal Constitucional reconoce este principio en sentencias emitidas en las que ha


destacado su cumplimiento por los juzgadores, así ha determinado en el Expediente Nº
1049-2003-AA/TC:

“El principio pro actione impone a los juzgadores la exigencia de interpretar los requisitos
y presupuestos procesales en el sentido más favorable a la plena efectividad del derecho
a obtener una resolución válida sobre el fondo… con lo cual, ante la duda, la decisión
debe dirigirse por la continuación del proceso y no por su extinción.
Téngase en cuenta, finalmente, que la alternativa opuesta supondría invertir el
funcionamiento y el propósito de los procesos en general, y de los procesos
constitucionales en particular, pues implicaría convertir, erróneamente, una duda
interpretativa respecto de las formalidades propias del instrumento de tutela en un
elemento determinante para permitir el acceso a la tutela constitucional de los derechos,
cuando, en realidad, es el instrumento procesal el que debe ser adecuado e interpretado
decididamente –siempre y cuando no se restrinjan los derechos constitucionales de la
contraparte- a fin de consolidar una tutela constitucional más eficaz, oportuna y plena”175.

En el desarrollo de la actividad judicial es común encontrarse frente a la alternativa de la


procedencia o no de la demanda, pues en ésta los argumentos fácticos y jurídicos
muchas veces son contradictorios y, aún en la alternativa de pedirle al actor la aclaración
de sus pretensiones, así como de su fundamentación, no es claro; sin embargo, en
atención a la calidad tuitiva del derecho laboral y frente a la probabilidad de caducidad o
prescripción de los derechos reclamados, es preferible admitir la demanda y esperar a su
contestación y actuación de los medios de prueba, a efectos de determinar la procedencia
o no de los reclamos del actor en aplicación del principio pro actione.

De otra parte, frente a la especialización de los jueces laborales (contencioso


administrativos y propiamente laborales), en los casos en que los demandantes no tienen
claro su régimen laboral (público o privado), caso de trabajadores cuyo empleador es el
Estado, respecto a instituciones que cuentan con trabajadores sujetos a los regímenes
regulados por los Decretos Legislativos N° 728 y N°276, y ante la alegación del actor de
estar sujeto al régimen privado, es mejor optar por admitir la demanda y, de los medios de
prueba que se aportan al proceso, determinar la naturaleza jurídica de la relación laboral y
no a priori declarar la improcedencia de la demanda.

bó la Nueva Ley Procesal de Trabajo, que dispuso su entrada en vigencia de manera


progresiva en los distintos Distritos Judiciales del país a partir del 15 de julio del año en
curso, conforme lo dispone Novena Disposición Complementaria de la citada ley. Es por
ello que su estudio y desarrollo es especialmente importante para el logro de su adecuada
implementación, que asegure especialmente su igual aplicación por parte de los distintos
órganos jurisdiccionales de la especialidad en el país.

La Nueva Ley Procesal de Trabajo constituye un instrumento jurídico de orden procesal


que busca mejorar el sistema de la administración de justicia en materia laboral. Es de
aplicación a los procesos laborales que se inicien, cuya finalidad es lograr un eficiente
acceso a la justicia, una regulación sencilla y, sobre todo, la aplicación de los principios de
oralidad, inmediación, concentración, economía procesal, celeridad, veracidad, impulso de
oficio y principio protector, entre otros. Permite mayor celeridad, simplicidad y
sistematización en los procesos judiciales, como sucede en diversos países de la región
como Ecuador, Uruguay, Venezuela, Costa Rica y Chile, que cuentan con una norma
procesal sustentada en la oralidad.

Pretendemos a bordar el desarrollo de algunos principios que inspiran la nueva


normatividad procesal laboral, y que determinan un cambio sustantivo para lograr mayor
celeridad en el trámite de los procesos, teniéndose presente que éstos se aplican en el
trámite del proceso y al resolver las distintas incidencias, así como al expedir el fallo,
permitiendo resolver el conflicto de intereses inspirados en conceptos básicos que
sustentan no sólo el derecho procesal laboral, sino también el derecho sustantivo laboral.
1.- IMPORTANCIA DE LOS PRINCIPIOS DEL DERECHO PROCESAL LABORAL

El Derecho Laboral tiene por objeto lograr la solución de problemas de contenido social,
pues en las relaciones laborales entre empleador y trabajador se producen una serie de
circunstancias y eventualidades que desestabilizan la relación y que, en no pocas
ocasiones, es difícil solucionar entre las partes, ni aún con la intervención de la autoridad
administrativa de trabajo, por lo que es necesario acudir ante el Poder Judicial para
encontrar una solución o el reconocimiento de derechos que el empleador se niega a
cumplir. El Derecho Procesal Laboral señala el procedimiento y formalidades que deben
seguirse para alcanzar una decisión jurisdiccional, por lo que entre ambos existe una
relación indisoluble.

Así lo ha reconocido el Tribunal Constitucional Español en la sentencia de fecha 25 de


enero de 1983, cuando indica:

“… el específico carácter del Derecho Laboral…, a diferencia del derecho de contratos,


basado en los principios de libertad e igualdad de las partes, se constituye como
ordenamiento compensador e igualador en orden a la corrección, al menos parcialmente,
de las desigualdades fundamentales, debiendo destacarse a esta finalidad no sólo las
normas sustantivas, sino también las procesales, pues resulta patente que el Derecho
Procesal y Derecho Sustantivo son ambos realidades inescindibles, actuando el primero
como un instrumento de singular importancia para el cumplimiento de los fines
pretendidos por el segundo…”.

La Nueva Ley Procesal de Trabajo pretende introducir un procedimiento que garantice un


proceso más eficiente, rápido y eficaz que decida la controversia con la garantía del
respeto del debido proceso, por lo que ha reconocido en su Título Preliminar principios en
los que se inspira el proceso, a efecto de garantizar el cumplimiento de estas
características; justamente, a un año de la aplicación de este nuevo proceso, se puede
concluir que un juicio laboral que con la aplicación de la anterior Ley N° 26636 duraba
entre dos y tres años en su trámite hasta conseguir un fallo definitorio; hoy, con la nueva
Ley Procesal de Trabajo se ha reducido a cinco meses aproximadamente, lo que ya
constituye un avance positivo en la administración de justicia. Hoy las exigencias sociales
en materia de derechos laborales han determinado la introducción de procedimientos más
eficientes y ágiles, tanto para el campo público como privado a través de los procesos
contencioso administrativos, y el proceso laboral con nuevas reglas procesales, que ha
hecho de la oralidad el camino para lograr decisiones más rápidas y sobre todo más
cercanas a los hechos que son conocidos directamente por el juzgador durante el trámite
del proceso, esencialmente en la audiencia de juzgamiento.

- Principio De Oralidad.

En el procedimiento laboral predomina la oralidad sobre la escritura, lo que significa en


una primera aproximación que ‘‘la resolución judicial sólo puede basarse en el material
procesal aportado oralmente’’ (Montero Aroca). Ahora bien, hay que precisar que la
oralidad no significa ausencia absoluta de escritura, pues, como se ha dicho, ‘‘un
procedimiento totalmente oral es hoy imposible’’ (Montero Aroca), y además hay que
aceptar que ‘‘ni la oralidad ni la escritura sirven por sí solas para garantizar una decisión
justa, siendo necesaria una combinación de ambas’’ (Rodríguez Piñero, Rosenberg,
Blomeyer). El procedimiento laboral se coloca, así, en las antípodas del procedimiento
civil común, pues el principio de la oralidad ‘‘se contrapone al principio de formalización
escrita dominante en el proceso civil tradicional’’ (Montoya). La oralidad se manifiesta de
manera especial durante el acto del juicio, cuando el demandante se ratifica en la
demanda y el demandado la contesta, y se propone y practica la prueba en presencia del
magistrado. Pero también se hace patente en algunos sistemas jurídicos a través de la
ausencia documental a la hora de actuarse la pretensión por la parte demandante y a la
hora de evacuar la contestación a la misma, o a través de la exigencia mínima de una
demanda elaborada sin sujeción a requisitos formales escritos, o incluso a través de la
resolución del conflicto por medio de sentencia in voce dictada por el juez. Lo anterior, por
supuesto, no impide que el concreto desarrollo de lo practicado en el acto del juicio se
documente en acta, lo que se hace simplemente con la finalidad de ordenar de modo
operativo el iter procedimental, y facilitar su conclusión al juez encargado de dictar la
correspondiente resolución. En este punto hay que coincidir con Rodríguez Piñero en
señalar que el acta del juicio tiene un significado meramente procedimental [...] y de
preparación de la decisión misma al recordar y sintetizar el material aportado al juicio,
pero, por así decirlo, no ‘‘fijándolo’’. La base para la resolución del Magistrado debe ser
así lo ‘‘oído’’ por él en el juicio, no lo que de ello quede constancia en el acta, aunque ésta
le pueda servir de recordatorio, que no le vincula necesariamente. Una consecuencia que
se desprende de la oralidad en el procedimiento, a la que debemos hacer mención, es la
publicidad de los actos procesales, pues, como se ha escrito con acierto, ‘‘sólo cabe
publicidad en un proceso oral en el que las actuaciones ‘de palabra’ pueden ser
presenciadas por terceros, incluso sin interés alguno en el asunto’’. Por el contrario, ‘‘el
proceso escrito se adapta mal a esa publicidad, dado que se trataría de que los autos
fueran accesibles al público, lo que sería difícilmente realizable’’ (Rodríguez Piñero). Por
lo demás, la publicidad se ajusta bien al tipo de reclamaciones que se ventilan a través del
proceso de trabajo, pues la contratación laboral, verdadera ‘‘contratación en masa’’, lleva
a que se reproduzcan en la práctica los conflictos individuales sobre un mismo punto de
controversia, y a que la actuación de un interés individual, como veíamos anteriormente,
nunca afecte tan sólo al individuo demandante. Para terminar este punto, indiquemos que,
mediante la oralidad, se pretende ‘‘simultáneamente la simplificación del proceso, su
accesibilidad por parte de los litigantes, la facilitación al juez del conocimiento de
alegaciones y pruebas, así como la mayor rapidez de las actuaciones’’ (Montoya). La
oralidad, en suma, y tal como antes indicamos, nos conduce directamente a la exposición
de los restantes principios en que se asienta el procedimiento laboral.

- El Principio De Inmediación.

La inmediación, garantiza que el juez esté presente en todas las etapas del
proceso y sea éste quien reciba las posiciones de las partes y actúe los
medios de prueba. Como lo apunta Chiovenda164: “No está solo unido
estrictamente al de oralidad en cuanto que sólo en el proceso oral puede
plena y eficazmente ser aplicado, sino que verdaderamente constituye la
esencia del proceso oral”.
Javier Arévalo Vela indica sobre este principio que “persigue que el juez
participe personalmente de las diligencias del proceso a efectos que tenga
un conocimiento directo y más exacto de los hechos litigiosos que se
someten a su decisión”165.
A través de este principio se pretende la vinculación de las partes, el juez y
las pruebas durante el proceso, a efecto de averiguar la verdad de los
hechos. En la inmediación tenemos la participación directa del juez ya que
puede tener en cuenta las reacciones de las partes y declarante para darse
cuenta de la veracidad de sus declaraciones. Tiene por finalidad que el juez
que reciba las pruebas, haga su apreciación en definitiva a través de un fallo
(pues se dicta en la misma audiencia de juzgamiento o única según el tipo
de proceso ordinario o abreviado). El juez debe estar presente en la
realización de las audiencias, de lo contrario éstas no se realizan. La nueva
ley procesal de trabajo exige que las audiencias y actuación de medios
probatorios se realicen ante el juez, ya que él es el encargado de dirigir e
impulsar el proceso laboral (artículo 21).

Los alegatos de las partes deben exponerse frente al juez y la actuación de


los medios de prueba también se efectúa en su presencia, a fin que tenga
un conocimiento exacto del contenido de las mismas y pueda observar los
hechos y las conductas directamente de las partes, permitiéndole obtener
conclusiones y elementos de convicción, sobre todo al momento de emitir
su fallo.

- Principio de concentración.

Para terminar indiquemos que, también como consecuencia del predominio de la oralidad,
se acepta generalmente que el procedimiento laboral viene presidido por el principio de
concentración, lo que conlleva, desde una perspectiva temporal, que ‘‘los actos
procesales no pueden separarse en el tiempo por plazos interrumpidos’’ (Montoya), o que,
de existir tales plazos, sean los más breve posibles, y, desde el punto de vista procesal,
que las partes aporten en el juicio oral la totalidad del material del proceso (Rodríguez
Piñero).

Así pues, el principio mencionado conduce necesariamente a que, en cuanto a la


actividad procedimental, se aspire a la ‘‘unidad de acto’’, a que ‘‘todos los actos
procesales se realicen en una sola audiencia’’. Por otro lado, con relación al contenido del
proceso, la concentración significa que todas las cuestiones previas, incidentales y
prejudiciales, no impiden la entrada en el fondo del asunto, no provocan un procedimiento
independiente y son resueltas en el momento de la sentencia definitiva (Montero Aroca,
que sigue a Klein).

En general, pues, puede afirmarse que la concentración es el aspecto temporal de la


inmediación (Rodríguez Piñero), a la que antes nos referimos. Hay que advertir, sin
embargo, que la búsqueda excesiva de la concentración procesal puede llevar a
disfunciones de importancia: piénsese, por ejemplo, sobre las consecuencias que se
derivan de una norma como la contenida en el artículo 86-1 de la Ley de Procedimiento
Laboral española (antes citada), en la que se dispone que ‘‘en ningún caso se suspenderá
el procedimiento [laboral] por seguirse causa criminal sobre los hechos debatidos’’.

- Principio de celeridad procesal

Persigue la rapidez del proceso laboral, por lo que éste debe estructurarse sobre plazos
breves pero también sobre la eliminación de trabas a la tutela jurisdiccional efectiva;
asimismo se halla representado por la improrrogabilidad de los plazos, garantizándose así
una justicia expeditiva, sin dilaciones indebidas.

Con este principio se aclara la sustanciación del procedimiento, sin que ello menoscabe el
derecho a la defensa y el debido proceso.

Ejemplos de celeridad en el proceso laboral es que el juez debe dictar en sesenta minutos
su fallo luego de culminada la audiencia de juzgamiento, pudiéndola diferir hasta por cinco
días, sólo excepcionalmente en atención a la complejidad del proceso (artículo 47);
además, los jueces interpretan los requisitos y presupuestos procesales en sentido
favorable a la continuidad del proceso (artículo III del Título Preliminar de la Nueva Ley
Procesal de Trabajo).

- Principio de economía procesal.

Este principio no está deslindado del todo con el de concentración. Busca que los actos
procesales sean simplificados y de trámites sencillos, a efecto que se dé inicio, se tramite
y decida el proceso en los plazos establecidos. El juez debe velar por la pronta solución
del conflicto y que las actuaciones se realicen en el menor número posible de actos áreas
distintas: tiempo, gasto y esfuerzo166.
Hay aplicación del principio de economía en el proceso laboral cuando el juez verifica
notoriamente la improcedencia de la demanda y la rechaza de plano mediante resolución
debidamente fundamentada (artículo 17, última parte), ello a efecto de evitar al litigante un
largo juicio en que al final se va a llegar a la misma conclusión; también es posible que
interpuesta una demanda, por ejemplo sobre indemnización por despido arbitrario y pago
de beneficios económicos, si el juez advierte la caducidad de la acción indemnizatoria,
puede declarar la improcedencia de la demanda en este extremo y admitir la demanda por
el pago de los beneficios económicos. También se aplica el principio de economía
procesal en la facultad del juez de declarar inadmisibles, innecesarios o impertinentes
medios de prueba ofrecidos por las partes, cuando se trata de hechos admitidos (por
ejemplo, ambas partes están de acuerdo en el periodo laborado) presumidos por ley,
recogidos en resolución judicial con la calidad de cosa juzgada o hechos notorios;
admitiendo únicamente los medios de prueba sobre los
hechos necesitados de prueba (artículo 46).

- Principio de Veracidad.

Las partes y sus abogados deben actuar en el proceso con verdad. Dado que el juez
dirige la audiencia debe procurar que ésta se conduzca con veracidad, impide y sanciona
la conducta contraria a los deberes de veracidad y probidad, por lo que su afectación
puede sancionarse con la imposición de multa según lo permite el artículo 15 de la Nueva
Ley Procesal de Trabajo.

Además en esta ley se ha determinado que, en la actuación probatoria, el juez debe


impedir que ésta se desnaturalice, permitiéndole sancionar a las partes cuando actúen
contrariamente al deber de veracidad; ello se evidencia justamente en la actuación de las
declaraciones de parte y de testigos al advertir contradicciones en las respuestas, que
hacen evidente que no obedecen a la realidad de los hechos.

- Principio de igualdad real de las partes.

La Nueva Ley Procesal de Trabajo, en el artículo III de su Título Preliminar, señala que en
todo proceso laboral los jueces deben evitar que la desigualdad entre las partes afecten el
desarrollo o resultado del proceso, para cuyo efecto procura alcanzar la igualdad real de
las partes.
A este principio se le conoce como principio de socialización procesal, sobre el que
Vinatea Recoba y Toyama Miyagusuku señalan: “Exige del juez la capacidad de saber
intervenir a fin de que las desigualdades materiales entre las partes no entorpezcan la
labor de proveer tutela judicial”167.

Teniendo en cuenta que el derecho laboral tiene carácter protector y que en el proceso
laboral el juez desempeña un rol tuitivo, se busca fortalecer a la parte más débil (el
prestador de servicios o trabajador; en especial a la madre gestante, el menor de edad y
la persona con discapacidad), a efecto de lograr igualdad material entre las partes, y de
ese modo evitar que el prestador de servicios (trabajador) se vea en grave desventaja
respecto al empleador, en el aporte de medios de prueba en el proceso, su actuación,
entre otros.

El Tribunal Constitucional ha reconocido tal situación cuando señala que:

“La relación laboral se caracteriza en sí misma por la desigualdad, lo que hace que el
empleador devenga en la parte fuerte o imponente y el trabajador en la parte débil e
impotente. Agrega que en el campo jurídico sustancial el rasgo más característico de la
relación de trabajo es la subordinación y los derechos imputables al trabajador; y en el
campo jurídico procesal se constata la capacidad intimidatoria que se puede crear para
impedir los reclamos en vía litigiosa y la extensión de la posición predominante en materia
de prueba. Asimismo, en el campo económico, la nota más específica es que frente a la
propiedad del medio de producción, el trabajador sólo puede exponer su fuerza de
trabajo.

Para hacer frente a ello se afirman los principios protectores o de igualación


compensatoria, por el cual reconociéndose la existencia asimétrica de la relación laboral,
se promueve por la vía constitucional y legal la búsqueda de un equilibrio entre los sujetos
de la misma. Al respecto, el artículo 26 de la Constitución expresa una pluralidad de
principios de dicha naturaleza…”168.

Tal reconocimiento en el nuevo proceso laboral permite al juez intervenir en las


declaraciones de parte de testigos y peritos de manera libre, sin seguir ningún formulismo
o ritualismo (artículo 24), ordenando inclusive pruebas de oficio, permitiéndole -si lo ve por
conveniente- disponer se le asigne un abogado de oficio al trabajador que no cuente con
abogado, además de extraer conclusiones (reconocidas expresamente en la ley) a partir
de la conducta de las partes (en especial la del empleador). Sin embargo, existen en la ley
algunas inconsistencias respecto a la aplicación de este principio referida a la actuación
de las declaraciones de parte y de testigos cuando establece que es el juez quien primero
interroga, cuando ello no resulta muy técnico pues más bien son las partes (a través de
sus abogados) las que deben iniciar el interrogatorio a efecto de actuar la prueba ofrecida
en los actos postulatorios, y el juez podrá luego interrogar sobre puntos oscuros,
ambiguos o que requieran de alguna aclaración, siendo que en la práctica los jueces
vienen desarrollando la actuación de estas pruebas de esta última forma; más aun si en
principio debe mantener una posición objetiva en el trámite del proceso.

Además es importante destacar la facultad del juzgador de ordenar la actuación de


pruebas de oficio, que no sólo tiene por finalidad alcanzar la verdad de los hechos, sino la
de evitar la desigualdad en la posición de las partes, en especial del trabajador, a quien
las pruebas le resultan difíciles de obtener pues en la relación laboral es el empleador
quien tiene en su poder tales medios de prueba como son planillas, boletas de pago,
registros de ingreso y salida, reglamentos internos de trabajo, directivas, etc.

- Principio Pro Actione O Favor Actionis

El artículo III de la Nueva Ley Procesal de Trabajo señala que los jueces interpretan los
requisitos y presupuestos procesales en sentido favorable a la continuidad del proceso,
por lo que reconoce la aplicación del llamado principio pro actione o favor actionis.

El Tribunal Constitucional reconoce este principio en sentencias emitidas en las que ha


destacado su cumplimiento por los juzgadores, así ha determinado en el Expediente Nº
1049-2003-AA/TC:

“El principio pro actione impone a los juzgadores la exigencia de interpretar los requisitos
y presupuestos procesales en el sentido más favorable a la plena efectividad del derecho
a obtener una resolución válida sobre el fondo… con lo cual, ante la duda, la decisión
debe dirigirse por la continuación del proceso y no por su extinción.
Téngase en cuenta, finalmente, que la alternativa opuesta supondría invertir el
funcionamiento y el propósito de los procesos en general, y de los procesos
constitucionales en particular, pues implicaría convertir, erróneamente, una duda
interpretativa respecto de las formalidades propias del instrumento de tutela en un
elemento determinante para permitir el acceso a la tutela constitucional de los derechos,
cuando, en realidad, es el instrumento procesal el que debe ser adecuado e interpretado
decididamente –siempre y cuando no se restrinjan los derechos constitucionales de la
contraparte- a fin de consolidar una tutela constitucional más eficaz, oportuna y plena”175.

En el desarrollo de la actividad judicial es común encontrarse frente a la alternativa de la


procedencia o no de la demanda, pues en ésta los argumentos fácticos y jurídicos
muchas veces son contradictorios y, aún en la alternativa de pedirle al actor la aclaración
de sus pretensiones, así como de su fundamentación, no es claro; sin embargo, en
atención a la calidad tuitiva del derecho laboral y frente a la probabilidad de caducidad o
prescripción de los derechos reclamados, es preferible admitir la demanda y esperar a su
contestación y actuación de los medios de prueba, a efectos de determinar la procedencia
o no de los reclamos del actor en aplicación del principio pro actione.

De otra parte, frente a la especialización de los jueces laborales (contencioso


administrativos y propiamente laborales), en los casos en que los demandantes no tienen
claro su régimen laboral (público o privado), caso de trabajadores cuyo empleador es el
Estado, respecto a instituciones que cuentan con trabajadores sujetos a los regímenes
regulados por los Decretos Legislativos N° 728 y N°276, y ante la alegación del actor de
estar sujeto al régimen privado, es mejor optar por admitir la demanda y, de los medios de
prueba que se aportan al proceso, determinar la naturaleza jurídica de la relación laboral y
no a priori declarar la improcedencia de la demanda.
CONCLUSIONES

 La Nueva Ley Procesal del Trabajo, Ley N° 29497, reconoce una variedad de
principios que inspiran el proceso laboral, garantizando que éste se desarrolle de
forma más rápida y eficaz, respetando el debido proceso.
 La oralidad es el principio que caracteriza el nuevo proceso laboral, pues sus
actuaciones son necesariamente orales, con excepción de la demanda y la
contestación, permitiéndole al juez entrar en contacto con las partes y
comparecientes, y conocer debidamente el conflicto suscitado entre ellas.
 El nuevo proceso laboral permite al juez tener un rol más activo y cumplir
eficazmente su función como director del proceso posibilitando, además, una
mejor preparación de los participantes en el proceso, en especial de los abogados
quienes deben expresar sus posiciones y formular sus alegaciones en forma oral.
 La inmediación y concentración permiten la directa intervención del juzgador en
las audiencias y en la actuación de los medios de prueba, quien debe velar por el
cumplimiento del principio de igualdad real de las partes, fortaleciendo a la parte
más débil, sancionando las conductas maliciosas y contrarias al deber de
veracidad, evitando así el desequilibrio entre demandante y demandado.
 Al momento de resolver y emitir su falllo, el juez debe motivar sus decisiones
sustentadas en los principios y derechos laborales reconocidos por la
Constitución, los tratos internacionales de los que es parte el Perú y la ley,
acudiendo además a criterios de razonabilidad a efecto de valorar los hechos
probados por las partes.
Bibliógrafa

- VINATEA RECOBA, Luis y TOYAMA MIYAGUSUKU, Jorge. Comentarios a la


Nueva Ley Procesal del Trabajo. Lima, Gaceta Jurídica, 2010, p. 28.
- Derecho del Trabajo, Barcelona, 1960, T.I., Pág. 247.
- PLA RODRIGUEZ, Américo. Los Principios de Derecho del Trabajo. 2da. Edición
Depalma, Buenos Aires, 1990, p. 9.
- Los Principios del Derecho del Trabajo, Ediciones Depalma, Buenos Aires, 1978,
Pág. 9
- ARÉVALO VELA, Javier. (2010). “El derecho procesal de trabajo “. Separatas en
Diplomado de Especialización y Actualización en Derecho Procesal Laboral.
Organizado por el Colegio de Abogados de Arequipa, 2010.
- MONROY GALVEZ, Juan. Teoría General del Proceso. Lima, Communitas, 2009,
p. 197.
- ACEVEDO MENA, Roberto Luis. La administración de justicia laboral en el Perú.
Lima, Editorial Ital Perú, 1989, p. 42.
ANEXOS

- https://www.youtube.com/watch?v=OKaubcLtcMo

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