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¿Quién la

mató?
(Título opcional)

ISAAC FARFAN
A Deos, tenga misericordia de este mundo.

2
Uno critica a una persona sin saber su pasado, solo se
atreve de manera irracional a juzgar, señalar y crear
estereotipos discriminatorios. Pero señores, hasta el más
inhumano de los asesinos tiene una razón de ser, tiene un
pasado que no escogió, un pasado que lo condena…

Introducción
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-¡Yo no quería matarla!- Grité. Fue un grito lleno de
desesperación, dolor, impotencia y rabia - ¡Era necesario! No
tenía opción- Dije casi al borde del llanto

Sentía como me apretaban las esposas mientras que dos


oficiales me llevaban a toda prisa; tenía un chaleco antibalas que
no me dejaba respirar, una gota de sudor cayó de mi frente
recorriendo mi rostro acabando en mis labios. Veía como
alrededor se había formado un tumulto de gente, prensa y
curiosos de la zona. Me miraban con asco y desprecio. Hubieran
puesto mejor cara al comer excremento.

-¡Hijo de puta!- grito alguien que no pude reconocer por la


cantidad de gente alrededor. Luego de que se dio cuenta que esa
palabra era muy poco para atacarme, me escupió en la cara,
sentía que me lo merecía.

-¡Asesino!- Gritó otro

-Maldito idiota- Dijo una mujer, este grito quizás no parecía


el más ofensivo; pero la voz entrecortada, por la impotencia de
no poder hacerme de todo, me dolió más que mil cuchillazos.

Todo se puso en silencio porque había tantos gritos, que no


pude distinguirlos. Ese momento era eterno.
Como podían juzgarme estos desconocidos. Sin saber
absolutamente algo, de mi pasado y todo lo que sufrí.

Entonces fije mi mirada en una persona parada a lo lejos,


estaba ojerosa, demacrada y sucia. Tenía los ojos hundidos, se

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notaba que no había comido en días y que había llorado bastante
tiempo.

Entonces sentí como su mirada penetraba mi pecho con odio,


un odio profundo. No había acabado solo con mi vida, también
la de muchos otros.

Esa persona vestía una casaca de cuero y un jean azul. Su mano


estaba dentro de la casaca, como escondiendo algo. Entonces...
Sacó un arma.

Escuché un disparo y varios gritos.

Capítulo 0
5
(Encuentro del cuerpo)
Diego sudaba mientras miraba fijamente a su oponente, era
una mirada fría y dura, trataba de parpadear en lo más mínimo y
no perder de vista su objetivo. Sentía miedo, pero era un miedo
irreal como una descarga eléctrica que empezaba en sus pies,
recorría todo su cuerpo y terminaba en sus manos.

Él era alto, piel blanca, nariz respingada y con un cuerpo


envidiable, bien proporcionado; su cabello llegaba hasta los
hombros, quizás ese era el motivo por el cual no escuchaba nada
más que el latido de su corazón.

Sabía que era el indicado para realizar ese trabajo, no había


nadie mejor que el en toda la cuidad, ese era un peso más que
cargar, no podía cometer errores, no podía fal…

-¡Goooool! ¡Gooooool!- Grito la multitud.

No pudo hacer nada, ni pestañó, una sensación de frustración lo


invadió ¡Era un tiro fácil! ¡Qué fue lo que paso! … Las ideas
empezaron a atacarlo, jamás se había sentido así.

-¡Gol mierda! ¡Ganamos! –El capitán del equipo contrario dio


un grito de júbilo mientras hacía señas a su equipo para unirse y
celebrar.

Los espectadores del equipo de la camiseta roja gritaban,


tocaban el bombo, pandereta, silbados y realizaban todo tipo de
bulla que expresase su alegría.

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-No jodas Diego era un tiro fácil de tapar- Le reclamó el capitán
de su equipo.

El ignoró eso, también ignoró el enojo de sus otros compañeros.


Era la final del campeonato estudiantil, no era gran cosa, ni que
fuese un mundial. Pensó eso para no sentir culpabilidad y no
llorar de impotencia. No quiso hablar con nadie, intentó sacarse
los guantes pero no podía hacerlo solo.

-¿Ne.. ne..cesitas ayuda ami… go?-Dijo tartamudeando una cara


sonriente que estaba frente suyo- N.. n..no te juzgaré Diego, los
nervios so..so son traicioneros- Dijo con una voz calmada.

Era Alberto, un joven muy pecoso y despreciable físicamente


debido a su falta de aseo personal y un problema emocional
grande. Era un joven a quien había ignorado y golpeado muchas
veces, debido a la obsesión que este tenía con su hermana,
Melissa. Un día llego a vestirse de corazón y con un ramo de
flores en la mano fue a perseguir a su hermana por todo un
parque; pusieron la denuncia y el director amenazó con
expulsarlo, desde ahí dejo de perseguirla, aunque seguía
enviando cartas anónimas.

-No pienso ayudarte con mi hermana idiota- Dijo serio


intentando quitarse los guantes- No estoy de ánimos, así que no
jodas

-No..no me ha..hace falta eso, a ella le..le gusta otro- Dijo


Alberto mientras le sacaba el guante- Yo..yo la amé y estoy
seguro que ella también me hubiese amado si fuese guapo- Su
tono de voz se apagó.

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-Quizás en un mundo paralelo- dijó Diego sarcásticamente y con
una sonrisa

-Qui..quizás ella no..no e..e..esté en ningún mundo- Dijo con la


mirada perdida

Ignoró la última frase y le dio un golpecito en la espalda. No


había duda que, Alberto era un tipo muy raro.

Tomó sus cosas y se retiró del campo de futbol, dejando Alberto


parado. Ya no había casi nadie alrededor, se podía escuchar
como celebraba el otro equipo su gloria, en el patio. Era un
colegio pequeño con un campo de futbol al centro y salones
alrededor, a un lado había un pasadizo que llevaba al patio, este
era usado para celebraciones o formaciones escolares.

-Te luciste mantequilla- Era su buen amigo Miguel- Hoy iremos


a la fiesta de Chavelita, así se te pasará el mal sabor de este
momento- Dijo emocionado

-No creo, estoy con dolor de cabeza y con esto último mi cabeza
está explotando- Dijo tocando su cabeza

-Hoy te puede doler más de una cabeza –Lo codeó- ya tu sabes,


tanto meter y sacar tambié…- Soltó un carcajada

- Idiota- Sonrió – No sé, quizás-

Sin duda Miguel decía estupideces, daba más risa la seriedad


con la que lo decía. Quizás solo le tenía consideración por las
tonterías que decía, que le sacaba sonrisas involuntarias.

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-Ya pues Diego, no seas así - Se puso frente a él- ¿Qué quieres?
Yo te doy todo lo que pidas, pero no me hagas ir solo.

Sabía que no estaba de humor para ir en ese momento, pero en


la noche cambiaria de opinión, este era el momento de pedirle
algo, quizás un wiski para él solo o cigarrillos... Pero de pronto.

-¡Está muerta!- Un grito desgarrador que provenía del patio los


alarmó, le siguieron más gritos, eran tantos que no pudo
distinguir, solo escuchaba bulla y vio como la gente iba
corriendo a ver que sucedía

Miro a su amigo Miguel y fue como si se comunicaran con la


mente, ninguno de los dos dijo nada, solo optaron por correr.

Diego se dio cuenta como la gente corría hacia el baño de


profesores, algunos se alejaban del lugar con la cara pálida,
como si hubiesen visto al mismo demonio.

Finalmente pudieron ver lo que sucedía, había una profesora


acostada en el suelo, pero no estaba muerta, sino desmayada.
Luego dirigió su mirada hacia el interior del baño y sintió como
su estómago se revolvió. La imagen era espantosa, había una
chica desnuda más o menos de su edad, sentada en el inodoro
toda ensangrentada. Sus ojos habían sido sacado de sus cuencas,
sus labios habían sido mordidos y arrancado, tenía poco cabello
era como si se lo hubiesen arrancado o quizás quemado, en la
parte de su vagina había un objeto punzante medio raro.

¿Qué clase de persona pudo haber cometido este espantoso


crimen? Sin duda, tenía que ser una persona sin remordimiento
ni respeto por la vida y tendría que estar mal de la cabeza. Fijó

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su mirada y en la pared vio una frase que decía: “Azí muerren
laz perras”. Estaba escrita con sangre.

Escuchó como la gente murmuraba y se retiraba asqueada, otros


mucho más osados tomaban fotos.

Fijo la vista en Miguel y noto que su amigo observaba algo con


mucho detenimiento, quiso adivinar qué era lo que le había
robado su atención; en este caso pudo haber sido cualquier cosa,
pero…

-Di...die... Diego- Tartamudeo Miguel, tenía la cara pálida -


¿Ese no es el collar de tu hermana?

Capítulo 1
10
Prendió la radio en volumen bajo, justo sonaba uno de esos
reggaetones antiguos y pegajosos que traen recuerdos. Se quitó
la ropa mientras movía su cuerpo sensualmente al compás de la
canción. Pegó su cuerpo al de la única persona con la que estaba
ahí, sentía su respiración mientras rozaba con su mano en la
entre pierna de su compañero sexual. Lo miraba fijamente, con
una mirada tierna pero perversa, mordía sus labios mientras se
acercaba y alejaba moviendo el cuerpo.

-Entonces ¿Acepta el trato?- Le dijo Melissa al profesor,


mientras se separaba de él. Todo eso era un truco de
provocación para que el profesor aceptase.

-Deberás enseñarme que es lo que puedes hacer con eso- Dijo el


profesor completamente excitado, con ganas de más.

-Profesor- Se acercó más- Usted me gusta y yo también, no le


daré sexo a cambio de aprobarme el curso, le daré sexo y usted
me recompensara con eso. Hace mucho tiempo no logra tener
intimidad con la menopaúsica de su esposa, lo único que le
impide que acepte, son sus 3 hijas - Se acercó más y cogió con
fuerza su pene y lo apretó- Aparte ellas estarían felices que su
papi lo esté- Lo soltó.

Melissa era inteligente, sabia porque le atraía tanto ese profesor,


sabía que en el fondo buscaba amor que nunca encontró en su
familia... quería llenar ese vacío. Lo de aprobar el curso era solo
una excusa que ella usaba para racionalizar sus problemas.

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Su mamá falleció por motivos desconocidos cuando ella era
pequeña, su papá nunca estaba en la casa, era un tipo muy raro
que le gustaba drogarse y tomar demasiado. Algunas veces le
pegaba, pero no de una manera “normal”, sino que lo hacía
disimuladamente rozando sus partes íntimas. Por eso ella estaba
alerta cada vez que su papá llegaba, pero lo bueno era que casi
siempre traía pareja sexual a su casa por las noches y no
necesariamente todas eran mujeres…

-¡No menciones a mis hijas!- Se enojó el profesor

- ¡Moralista de mierda! no tienes por qué sentirte culpable, si la


mayor de tus hijas es una perra- Dijo Melissa en tono desafiante

-¡Como te atreves!- levantó la mano

-¿Vas a golpearme? – Hizo con su rostro un puchero- Quisiera ser


castigada profesor- Dijo metiéndose el dedo a la boca- Me porté
muy mal.

El profesor se acercó, la cogió del cabello y la beso.

Estaban en el último salón del pasillo, ya no había alumnos y el


acceso a los alumnos era negado. El profesor era amigo del
guardian del colegio, le había dicho que necesitaba quedarse
revisando unos exámenes y que se iría sin hacer ruido ni bien
termine.

El ambiente estaba sin luz, la puerta estaba cerrada y aplastada


con una mesa. Eran la 7:00 de la noche, quizás más o quizás
menos. El acto sexual se estaba dando, el profesor sentía como
volvía a su juventud, hace mucho tiempo no se sentía así, se

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sentía masculino, sentía que tenía el control de todo… 5 min
después, termino eyaculando.

Entonces Melissa empezó a llorar desconsoladamente como si


algo le doliera mucho, el profesor no sabía que le sucedía, que
puedo causar ese llanto desesperado. Pensó por un momento que
había sido el tiempo, pero sintió vergüenza y dejo ese
pensamiento de lado, prendió la luz y le dijo.

-¡Hey! ¿Qué pasa?- Agachándose

-¡Me duele!- Dijo Melissa, cogiendo su entrepierna

-Silencio, baja la voz, alguien puede oírte- dijo susurrando.

El profesor no sabía qué hacer, esa chica debía callarse o


alguien podía descubrirlo. Pero ¿si se tratase de algo malo? No
podía dejar que esa chica muriera ahí, imagínese el problema
que se originaría, la gente solo lo juzgaría pensando que es un
enfermo sexual por cometer ese acto “VIOLACIÓN Y
HOMICIDIO” entonces imaginó como la gente lo juzgaría sin
saber que él fue provocado, aunque eso no sería excusa para
justificarse. Él no había asesinado ni violado a nadie pero la
situación lo condenaba. Su cara saldría en todo los periódicos,
su carrera se destruiría, su esposa lo dejaría, perdería a sus hijas
al igual que su libertad... Toda su vida se arruinaría por 5 min de
placer.

Entonces quitó esa idea de su mente, y optó por intentar


ayudarla, pero de pronto.

-¡Mierda!- Su rostro palideció.

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En una ventana fuera del salón, algo o alguien se encontraban
con una cámara grabando todo lo sucedido.

Capítulo 2
14
Melissa no era tonta, era una chica calculadora y frívola.
Aquel día había grabado lo sucedido por la misma razón que
invento aquel dolor de vientre. Necesitaba garantías que el
profesor no rechace su “amor” o mejor dicho, su búsqueda de
cariño. Típico de una adolecente incomprendida y rebelde, cree
que puede hacer todo lo que le venga en gana.

Pero ustedes como lectores y yo como aquel que SOLO


cuenta lo sucedido, no podemos juzgarla. No sabemos qué
factores condicionan su comportamiento, no sabemos el origen
de su vida sin escrúpulos. Es algo que descubriremos quizás
más adelante, o después de su muerte.

Melissa salió de su salón de clase con permiso para ir al


baño, pero fue al quiosco. Luego de comer algo, se dirigió al
pabellón central, donde estaba la enfermería y dirección.
Mientras caminaba recordó lo que el profesor dijo aquel día:

-Mierda-. Su rostro palideció.

En una ventana fuera del salón, algo o alguien se encontraban


con una cámara grabando todo lo sucedido.

-Alguien está grabando-.Dijo el profesor a Melissa

-No soy idiota profesor-.Dijo melisa sonriente. Su barriga le


había dejado de doler como por arte de magia.

-¡¿Qué es esto?!-.Dijo sorprendido-. Todo esto es una tram..

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-Tranquilo profesor, no se esfuerce por entenderlo- Dijo
mientras se colocaba la blusa- Lo suyo es la biología y por lo
que veo no domina para nada la anatomía- Dijo irónicamente.

-¡Eres una perra!-. Vocifero el profesor- Pero conmigo no


jugarás maldita.

Apretó los puños y empujo a Melissa abriéndose paso para ir


por la cámara. Salió, cogió el celular que estaba en una
esquina, el cual no era sujetado por nada ni nadie, y lo rompió.

Regreso al salón y se dio cuenta que Melissa ya había


terminado de vestirse y estaba bien tranquila.

-Sin duda usted si piensa que soy estúpida- Dijo Melissa con
mucha tranquilidad y mirada perdida-. Le dejaré las cosas bien
en claras.

Se acercó, apegando su cuerpo al del profesor, el profesor


intentó zafarse pero agarró su rostro y lo miró fijamente.

-Tiene algo que me encanta, que me vuelve loca -Dijo


mordiendo los labios- El video no se perdió, solo se perdió el
celular; no me tomaré la molestia en explicarle porque será en
vano.

-¡Estas enferma! ¡Necesitas ayu…

-¡No me diga que necesito y que no!-. Le cortó-. Usted no sabe


absolutamente nada de mí –Dijo Melissa con la voz
entrecortada y mirada perdida.

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-Pero ¡¿Qué es lo que quieres de mí?!-Dijo el profesor
sacudiéndole

-Solo quiero que todo los viernes nos encontremos en este


mismo lugar y me trate como una dama, que me haga sentir
amada, ¡que me haga sentir mujer! – Exigió Melissa al borde
del llanto- Eso y que me pase el curso sin mover ni un solo
dedo.

-Estas mal Melissa, no sé nada de ti, tienes razón; pero eso no


te da derecho a jugar conmigo. Tengo esposa y tres hijas que
amo- Replico el profesor mostrando autoridad- No creo que ese
video siga contigo, solo haces esto para manipularme. No caeré
en tu juego.

El profesor dio un escupitajo al suelo y se fue de aquel lugar.

Sin duda el profesor se había equivocado, si tenía el video y


sería capaz de usarlo en su contra.

Al lado del patio principal, se encontraba una estatua del busto


de un héroe nacional. Justo pasando eso estaba una puerta que
dirigía a un salón y este a su vez tenía varias puertas al interior.
Había letreros pegados en cada puerta, “Tesorería”, “secretaria”,
“sala de reuniones y “dirección”

Melissa decidió entrar empujando la puerta y está abriéndose


enseguida

-Señora directora puedo pasar-. Dijo Melissa tocando la puerta.


Estaba con la mirada perdida y despeinada.

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***

Alberto tenía miedo. Sus labios delgados estaban secos, el sudor


recorría su cara pecosa, era incomodo el bochorno de la
habitación en la que estaba. Era el cuarto de su madre, no era el
lugar más indicado para realizar el acto pero ahí estaba y debía
aprovechar el momento.

Sabía que tenía que hacerlo, no tenía salida. Tenía que matarla o
se escaparía.

-¡Muere maldita!- Gritó sin tartamudear

Para asegurarse que estaba muerta dio un “tiro de gracia”. Sin


duda ya había muerto, ahora debía deshacerse del cadáver, antes
que su mamá se enojase por manchar sus sábanas. No era nada
fácil, para él, matar una cucaracha, les tenía fobia y asco.

Cogió la cucaracha con ayuda de una bolsa y la botó al tacho de


la basura, siempre mostrando su asco.

Tomo sus cosas y salió de su casa a toda prisa. Ya era tarde.

Mientras caminaba pensaba en cómo sería hoy su día.


Seguramente igual que todos los días. Sus compañeros
burlándose de él por sus pecas e imitándolo por no poder hablar
fluido. Sin saber que era un problema que él no podía evitar por
más que quería.

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Caminaba por Jr. Grau, una calle muy transitada, con muchos
ambulantes ofreciendo sus mejores productos a mejores precios,
ellos podrían vender arena en un desierto, sin duda su labia era
muy buena.

Enseguida, vio una persona corriendo a toda prisa a la dirección


opuesta a él, esta persona tenía puesto saco, corbata mal
acomodada y un pantalón de vestir algo viejo. Se notaba la
desesperación en sus ojos, en su mirada, incluso en su cabello
despeinado. Volteaba cada vez que podía para ver si alguien lo
seguía. Sin duda esta persona estaba huyendo de algo o alguien.

A medida que se acercaba, sintió saber quién era. ¿Podrá ser él?
¿Por qué corría como si el mismo diablo lo siguiese? ¿Qué cosa
lo había espantado? Se preguntaba. Cuando estuvo cerca de él,
casi frente a frente, supo quién era. ¡Era el profesor de biología!

Pensó en preguntarle que sucedía, porque corría de esa manera


tan despavorida, pero antes que pudiera pronunciar una palabra
el profesor pasó como un rayo chocando hombro a hombro con
Alberto, haciendo que este caiga.

El profesor ni volteó, siguió corriendo a toda prisa. Él podía ver


desde el suelo como se alejaba.

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Capítulo 3

Había varios carros policías a las afueras del colegio, policías


obesos, que apenas tenían cuello. Había uno que era alto y flaco,
con lentes negros circulares, camisa de cuadros y pantalón de
vestir. Alberto intuyó que este último era policía por la
naturalidad con la que hablaba a los demás gordinflones.
También había personas con cámaras gigantes y micrófonos
conectados a estas, estaban en la puerta, esperando como cuando
un tigre asecha a su presa.

¿Qué puede haber sucedido? ¿Un accidente? No, no había


ambulancias, quizás era un robo de las salas de computo o peor
los delincuentes seguían adentro tomando de rehenes a sus
compañeros, ideas descabelladas brotaron en su mente. La
curiosidad de Alberto lo invadía, le dieron ganas de preguntarle
a uno de los policías pero no era buena idea, su tartamudez no lo
dejaría comunicarse.

Entonces, salió la directora acompañada de una alumna la cual


no se veía su rostro porque su cabello estaba hacia adelante,
haciendo anónima la identidad de esa chica. Los policías se
alertaron, resguardando a la pareja que salió del colegio, de la
prensa que ya estaba encima de ellos con los micrófonos en
mano y su cámara apuntando.

-Señora directora, señora directora- Dijo un periodista en medio


de empujones-. ¿Es cierto, que no es la primera vez que sucede
esto en su colegio?

-¿Dicen que el agresor tenía antecedentes?-Dijo otro

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-¿Existe un monitoreo de la salud mental de sus docentes?-
Replico otro

Habían tantas preguntas que eran lanzadas al mismo tiempo,


muchas de ellas se contradecían entre sí, sin duda los periodistas
preguntaban cosas que ellos mismos especulaban. Había un
desorden incontrolable, ya no se entendía lo que preguntaban y
solo se oían gritos.

Alberto estaba confundido, no sabía que sucedía. ¿Agresor?


¿Salud mental? ¿Docentes? Su mente trataba de ordenar sus
ideas. Sea lo que sea, tenía que ver con el profesor que corría
despavorido por el Jr. Grau.

-¿Qué día y donde fue la violación?- Dijo una reportera justo en


un momento de silencio

¡Una violación! Se dijo así mismo sorprendido, entonces su


mente activo su mecanismo de defensa para tratar de entenderlo.
El profesor habría llegado al colegio y al ver a la policía en la
puerta optó por correr sin ser visto, por lo tanto era culpable,
porque si no, no hubiese corrido. Entonces el profesor había
violado a esa estudiante que iba al lado de la profesora. Cada
vez sus pensamientos le sorprendían. ¿Pero quién sería esa
estudiante? Parecía de su edad.

Era algo sorprendente, que aquel profesor había hecho algo así.
Muchas veces era buena persona, amable y te enseñaba su curso
de una manera didáctica, no tenía cara ni mucho menos
comportamiento de violador. Luego recordó que ese era un
indicio de una persona con problemas mentales: ser empático,

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llevarse bien con muchas personas e incluso sonreír de todo y a
todos.

La policía subió a la joven estudiante y a la directora al carro,


llevándoselas.

Decidió entrar al colegio, ya era 8:40, todos estaban en sus


clases por lo cual la noticia no había llegado aún a los alumnos.

Mientras iba camino a su salón de clases, pensó quien podría ser


la jovencita, parecía de su edad y entonces se le vino a la mente
Melissa… como le encantaba esa chica, su piel blanca bien fina
sin ningún defecto ni espinilla; Sus ojos grandes y su carita de
niña angelical. ¡Daria todo por esa chica!, sin duda la había
idealizado. Esa chica sería suya y “mataría” por ganar su amor.

Optó por ir al quiosco, comprarle unos chocolates y dárselo


junto a la carta anónima que le había escrito.

Iba llegando al pequeño quiosco del colegio y vio que Diego


estaba a un lado comiendo una salchipapa mientras observaba su
celular atentamente, no tuvo mejor idea que acercarse.

-Ho..ho..Hola-. Dijo

-Ni pienses que lo haré-. Dijo Diego sin levantar la cabeza

-¿Ha..hace..ha..hacer qué? – Dijo Alberto, fingiendo no saber lo


que decia

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-Se cuál es el único motivo por el cual me hablas-. Replico
Diego, levantando la mirada- Sigues obsesionado con mi
hermana , acaso no has entendí..

-¡NO ES UNA OBSECIÓN! -. Grito Alberto, esta vez sin


tartamudear.

Lo soltó, mientras observaba sus manos como si el mismo se


desconociera, sintió un temblor en sus manos y se dio cuenta
que su impulso fue tal, que todos voltearon para mirarlo
sorprendido.

Entonces Diego reacciono y se dio cuenta de la situación,


levanto una mano en forma de puño y con la otra cogió su
cuello, iba a bajarla y darle un fuerte golpe a Alberto que se
“había revelado” pero un grito le cortó.

-¡DIEGO!-

Era su amigo miguel, estaba acercándose a toda prisa

Diego dejó de amenazar a Alberto con el puño arriba. Y quitó


las manos de su cuello.

-Diego, ha ocurrido algo horrible-. Dijo agitado por la corrida


que había hecho

-¡Habla!-. Gruño Diego

-A tu hermana- titubeo- A tu hermana se lo llevó la directora


con la policía, dicen que el profesor de biología abuso de ella
antes de ayer.

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Alberto quedo en shock boquiabierta, la chica la cual llevaban
¡Era Melissa! Tuvo ganas de MATAR al maldito que había
tocado a su chica. Volteo a ver a Diego y noto que su rostro se
puso más pálido de lo que es, sus pupilas se dilataron, era como
si sus ojos quisieran salir volando de sus cuencas. ¡Habían
violado a su hermana! La noticia era desgarradora, tanto así que
no pudo creerlo y pensó que era una broma de Miguel, pero él
jamás jugaría con algo así.

Miguel había gritado la noticia pero se dio cuenta muy tarde,


cuando todo el mundo empezó a murmurar.

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Capítulo 4

-¡Eres una perra!- Grito.-Ya todo el colegio se enteró

-Todo el mundo me dice eso-. Melissa frunció las cejas- Ya me


lo estoy empezando a creer

-A mí no me manipulas con eso- replico Alex- se a que estas


jugand…

-¡No te has dado cuenta que fui víctima de una violación!- Se


cubrió el rostro con las manos.

-A mí no me vengas con esas pendejadas. Yo no soy la justicia.


Yo no debo creerte todo por el hecho que seas menor de edad y
tengas un video, que lo único que esto demuestra, es lo perra
que eres.- Gruño Alex

-Estás equivoca…

-¡No!- Dio un puñetazo al aire -. Dime entonces ¿Quién fue la


persona que grabó todo? ¿Por qué no fue esa persona a declarar?
¿Por qué no tienes moretones? ¿Por qué esperaste un día entero
para denunciarlo? … lo noto en tu rostro y me das la razón –
Digo Alex frustrado.

Alex era enamorado de Melissa. A pesar de todo, él seguía


enamorado de ella desde el día que la conoció. Era la mujer
ideal para él, tenía todo lo que buscaba pero algo había pasado
con esta chica que la hizo cambiar---volviéndose más
desapegada, rebelde, chabacana, y todo aquel adjetivo que usted
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como lector pueda atribuirle. ¿Qué le había sucedido? Tendría
que descubrirlo porque sentía que la amaba y le dolía mucho
esta situación.

-¿Qué paso contigo?- Dijo con un nudo en la garganta-


¡MELISSA! Dime ¡¿por qué me haces esto?!

Alex se cubrió la cara con la mano y se puso a llorar.

Melissa no dijo nada ni siquiera cambió la expresión de su


rostro.

-¡Respóndeme!- Gritó Alex con mucha impotencia- ¿Qué hice


yo para merecer esto de tu parte? Si ya no querías nada
conmigo, solo me hubieses terminado y te evitabas todo esto,
evitabas destrozarme por dentro.

Alex sentía como las lágrimas caían involuntariamente, su nariz


se volvió roja, sus ojos se entrecerraron y no podía vocalizar
bien las palabras

-Yo .. yoo.. – Titubeó Melissa- Disculpa – dijo bajando un poco


la mirada.

-No interesa tu disculpa hipócrita- gruño – Quiero saber ¿Qué te


llevo hacer todo esto?

Ahora Melissa, miro al piso y apoyo las manos en la rodilla.

-No entenderás – Dijo Melissa en voz baja y con la mirada


perdida- Creo que buscaba amor o algún tipo de afecto

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-¿Y yo que mierda era? Yo te besaba, te decía que me import…

-Pero nunca me tocabas-. Lo cortó Melissa

Esto último le dolió como mil cuchillazos. Jamás lo había


pensado, nunca se había atrevido hacerlo, por miedo a que
Melissa se asustara y se alejase de él. Tenía miedo de hacer algo
malo a su chica “perfecta”.

-Quería respetarte, pensé que no te agradaban estos temas- Dijo


Alex

-A quien quieres engañar, ustedes los hombre TODOS SON


IGUALES. Todos tienen esa debilidad entre las piernas-Bufo
Melissa

-¿Qué rayos te pasa? Tu no hablas así – Dijo mirándola


misteriosamente

-He cambiado, los golpes me hicieron esto- Replico la joven


estudiante

-¿Qué golpes? ¡Que hablas Melissa¡- Grito - Hace varios meses


eras diferente, y me vienes con este floro barato . ¿Dime qué
pasó contigo?

-¡Tú que sabes! Ahor…

-¡Dime Melissa! – Grito Alex – te insistiré hasta que me digas la


verdad

-No- Dijo cortantemente

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-¡Dime! Tengo derecho a saber que te llevo hacer este tipo de
cosas – exigió Alex

-¡YA BASTA! – Gritó Melissa- ¡Ya me tienen harta¡ la prensa


con sus preguntas intuitivas que hostigan , la policía con su
desinterés, la directora con su hipocresía cuando lo único que
quiere es cuidar la imagen de su colegio y ahora tu, qué crees
saberlo todo de mí ; me vienes jodiendo con su estúpidas
preguntas. ¿Quieres saberlo? Pues bien, te diré lo que TÚ
quieres escuchar- Hizo una pausa para tomar aire- NO ME
GUSTAS, hice todo esto porque me da igual cómo te sientas,
nunca sentí nada por ti, ni cariño. ¿Contento? O quieres al…..

La cara de Alex estaba totalmente roja de cólera. Había sido


engañado todo este tiempo, toda las lágrimas que había botado
había sido en vano, sintió como su amor se destrozaba en
pedacitos y por culpa de Melissa. La ira se apoderó de él por
completo.

Levanto la mano y le dio un puñete, seguido de otro más.

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Capítulo 5
Harper era Jefe del departamento de investigación, en su trabajo
había visto toda clase de muertos. Personas decapitadas,
amputadas e incluso quemadas. Esos eran los casos más
comunes de asesinatos. Una vez vio a un señor que le cortaron
el pene y luego lo mataron a golpes, este último acusado de
violación. No sintió culpa en analizar su cuerpo, ni siquiera se
tomó la molestia de investigarlo.

Se dirigía al colegio que queda por Jr Grau, donde 2 días antes


había estado investigando una violación de una estudiante. Su
colega le había llamado diciéndole que habían encontrado a una
estudiante muerta en el baño, con rasgos de haber sido torturada
de forma inhumana.

¿Quién pudo hacer algo así? ¿Y por qué? Muchas veces lograba
entender el “porque” de los asesinos de sus investigaciones. La
mayoría había sufrido de pequeños; violaciones, muertes de sus
padres, golpes a sus madres, violencia familiar; había
infinidades de orígenes pero siempre existía uno, al menos el
95% el otro 5% eran los asesinos bajo alucinaciones o alguna
sustancia tóxica.

Necesitaba llegar rápido al colegio y averiguarlo.

Al llegar, bajo rápidamente del auto sacando su maletín con sus


materiales de trabajo. Entro por la puerta principal y se encontró
con su colega.

-Jefe buenas- Dijo su colega a Harper, extendiendo su mano.

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-Puedes llevarme al lugar del crimen por favor- Dijo Harper.

-Se sorprenderá con lo que verá- Dijo su colega- Espero hoy


duerma con su esposa, porque tendrá pesadillas.

Al llegar notó que el lugar ya estaba cerrado con una cinta


amarrilla, en un perímetro de 10 metro de radio por lo menos.
Levantó la cinta amarilla y pasó por debajo, encorvando su
columna. Una vez dentro del perímetro se sacó las gafas negras
circulares y se colocó la bata blanca, guantes quirúrgicos y la
mascarilla.

Mientras iba avanzando hacia el baño de profesores trataba de


ser lo más observador posible, buscando pistas afuera del baño.

Lo primero que encontró fue pisadas de sangre que salían del


baño, zapatillas talla 42 aproximadamente, entonces su
sospechoso debía de ser estudiante de pies grandes o un adulto.
Cualquier persona podía cumplir con esa característica.
Necesitaba buscar más.

Lo segundo que vio fue gotas de sangre que iban junto a las
pisadas que apuntaban con dirección a la enfermería del colegio,
existían dos posibilidades que veía en su mente. El asesino había
estado herido y fue goteando sangre hasta un punto o la goteada
de sangre era del arma del asesino. Debía de analizar la sangre,
si coincidía con la victima entonces era la segunda opción, sino
todo lo contrario. Si fuese sangre del asesino debía buscar a un
sospechoso con alguna herida superficial.

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Lo tercero que vio fuera del baño fue una mancha como “si
alguien quisiera limpiar ello con un trapo”, pero se dio cuenta
que alguien venía y lo dejó.

Al entrar al baño la visión era horrorosa, volteó rápidamente la


cabeza y dio un escupitajo al suelo. Se quedó un rato de
espaldas, hasta que pudo contener el asco. “Sera difícil encontrar
el asesino pero más difícil será reconocer quien es la persona
muerta, no tiene ojos y tiene el rostro desfigurado” Se dijo así
mismo. Al voltear se dio cuentas que habían unos pares de
moscas alrededor y apestaba, eso quería decir que ya iba más de
un día muerta. Ósea la mataron ayer y esperaron 24 horas para
dejarla ahí.

En la pared estaba escrita con sangre y una pésima ortografía


“azi muerren las perras”. Entonces el sospechoso fingió una
pésima ortografía para evitar sospechas o era una persona
ignorante. Pero había algo raro ahí, si se supone que había sido
asesinada un día antes ¿porque había exceso de sangre? Sangre
saliendo de sus cuencas, por su cuello, casi por todo su cuerpo.

Vio el lavadero y este estaba con una brocha pequeña, que de


seguro uso el delincuente para pintar la pared. Cogió ese objeto
con sus guantes y la coloco en una bolsa.

Tomó varias fotos, todas las que pudo, en cada centímetro del
lugar, para poder analizarlas.

Salió del lugar sacándose los guantes le dijo al policía.

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-Mi trabajo acabo aquí- Dijo en tono calmado- lleven el cuerpo
al laboratorio y quiero saber todo lo que averigüen. Yo llamare a
Ángel.

Sabía que no estaba calmado pero debía guardar la compostura,


tenía muchos sentimientos encontrados, al ver el cuerpo lo
primero que pensó fue en sus hijas. Mataría lentamente con sus
propias manos si alguien les hiciera algo así, a sus preciosas
hijas, el solo hecho de imaginar eso le creaba incomodidad y un
nudo en la garganta.

-¡A mí no me toques idiota!- Escucho un grito desgarrador más


allá, por el patio

Al ver la escena, se dio cuenta que había un estudiante


arrodillado y con las manos apoyadas a su estómago, ocultaba
algo ahí. Y un policía que intentaba quitarle eso que sostenía.

-¡Es de mi hermana maldito cerdo!- Dijo este estudiante, entre


gritos y llanto desesperado

-Déjalo en paz, no ves que está sufriendo- Dijo otro estudiante


tratando de separar al policía.

-Entiendo su dolor- Dijo el policía- Pero necesitamos ese collar


para la investigación

¿Collar? ¿Investigación? Esto tenía que ver con Harper así que
decidió intervenir.

-¿Qué está pasando aquí?- Dijo Harper en tono autoritario.

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-¡Señor!- El policía dejo de forcejear con el muchacho, el joven
seguía en el suelo, llorando desconsoladamente- Este joven
cogió un collar que estaba en el cuello de la victima

Harper se acercó al joven en el suelo que seguía gritando y


llorando, lo puso de pie en un jaloneo. El joven tenía cabello
hasta los hombros, cubría su rostro.

-¿Cuál es tu nombre hijo?- Dijo Harper con una voz suave,


como quien habla a un niño.

-Diego señor- Estaba temblando y mirando al suelo

-Bien Diego, Dime ¿Por qué cogiste ese collar? Sabes que te
puedo llevar como sospechoso por intervenir con mi
investigación- Replico Harper con tono autoritario.

El muchacho comenzó a taparse la cara con las manos y mover


la cabeza, como si quisiera quitarse algo del pelo. Empezó a
gritar y moverse.

Harper enseguida lo cogió de los hombros y apoyo la espalda


del joven con su pecho.

-Hey, Hey- intentando calmar al joven- Vamos a calmarnos,


necesito que respondas.

-¡Es de mi hermana!- se dejó caer de rodillas- La chica


encontrada muerta en el baño ¡ES MI HERMANA!

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Harper cambio el rostro y sintió empatía por aquel joven,
¿Quién no se hubiese puesto así? Al ver a un ser querido
asesinado de esa manera espantosa.

-¿Necesito el nombre de tu hermana hijo? ¿Me oyes? –Dijo


Harper intentado ser lo más empático posible- ¡Tu ¡ - Dijo
señalando al policía- Tráele agua al joven , rápido.

-Melissa- Dijo Diego en medio de llanto

El rostro de Harper palideció “¿Podría ser posible?” pensó.

-¿Melissa qué? ¿Apellido?- Pregunto rápidamente Harper

-Melissa Fuentes- Dijo un poco más calmado pero mirando al


suelo.

-¡Mierda!- Dijo Harper – Como pudo ser capaz, después de…

-Señor no es apropiado – Lo corto su colega

Volteó a ver a su colega y estaba tan sorprendido como él.

-Necesito que te calmes hijo, pronto necesitaré de tu ayuda-


Hizo una señal a su colega- Quédate con él y dale todo lo que te
pida. Regreso luego, debo ir a capturar al asesino.

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Capítulo 6
El cielo estaba nublado, atardecía, pero no se notaba porque las
nubes tapaban los rayos del sol. El viento resoplaba fuertemente,
cortando hojas de los árboles y moviendo armoniosamente las
pocas flores que existía alrededor. El ambiente se sentía de
blanco y negro, por ratos gris. Había pocas personas circulando
por las calles estrechas, caminaban rápido y estaban “muertas”.

Harper llegó hasta un óvalo, donde una cuadra más al sur, había
una “zona de hoteles clandestinos”. Bajó del auto mientras
apagaba su cigarrillo. Vestía unos lentes circulares
fotocromáticos (oscurecían en la luz del sol), un jean azul y una
camisa de cuadros algo inapropiada para un policía, que según él
lo usaba para no levantar sospechas y pasar desapercibido.

Llego hasta el lugar que le indicaron. Era un hotel llamado “El


rápido”, subió las escaleras hasta llegar a la recepción. Había un
tipo obeso el cual comía snacks mientras miraba la televisión.

-Buen día- Dijo en tono sobrio- pue..

-No hay habitaciones- Le corto el recepcionista antes que pueda


decir algo más.

-Soy policía- Gruño mientras enseñaba su placa

La cara del recepcionista cambio de expresión y se puso muy


nervioso. Apago la tele.

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-Yo solo trabajo aquí, no soy el dueño- Dijo el recepcionista con
temor

-Tranquilo gordinflón- Sonrió – Sé que este sujeto está aquí-


Harper Mostro una foto- Dime en que habitación esta, pero
antes abre la puerta eléctrica.

-Eh..Eh.. –El obeso recepcionista tartamudeo- No lo he vi…

-¡Conmigo no juegas!- Lo cortó Harper-. Conozco el trabajo de


ustedes y se a que se dedican. Te advierto no me hagas perder
mi tiempo.

Apretó el botón de la puerta de rejas y esta se abrió


automáticamente.

-Está en la habitación 305- Dijo el recepcionista dándole la


llave – Tercer piso.

-Ah por cierto, no dejes entrar ni salir a nadie más, a menos que
sea policía – Exigió harper

Mientras caminaba por los pasillos escuchaba el eco de sus


pisadas, también oía gemidos y gritos de las parejas en sus
cuartos. Era incómodo. Al ambiente le faltaba luz, por eso se
notaba muy tenebroso. Caminó lentamente a la habitación al
final del pasillo, intentaba respirar despacio al mismo ritmo de
sus pisadas. Llegó a la puerta y sacó su pistola con la mano
izquierda y con la mano derecha introdujo la llave.

Sudaba, ya había hecho esto varias veces, durante 25 años, pero


esta vez era diferente. Sentía miedo y tenía un mal

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presentimiento, nunca se había sentido así. La persona que
estaba a punto de cazar seguramente era una persona enferma,
loca, demente y todos los adjetivos posibles para justificar su
manera de actuar con la pobre chica violada y asesinada días
después.

Entonces en un solo segundo, abrió la puerta y apunto con su


arma al interior.

La habitación estaba totalmente vacía. “Algo anda mal”, se dijo


así mismo. ¿Dónde estaba el profesor? ¿Acaso había sido
timado? Pensó en ir donde el recepcionista y reclamarle por
haberlo engañado, pero no encontró el “por qué” el gordinflón
encubriría al sospechoso, no le convenía. Entonces optó por dar
una revisada visual sin bajar la guardia.

Entonces vio que en la cama había una hoja de papel doblada.


Abrió y se dio cuenta que era algo parecido a una carta.

Dejó su pistola a un lado de la cama y comenzó a leer:

Seguramente cuando alguien lea esto yo ya no estaré, pero pido


por favor que esta carta llegue a manos de mi familia.

Me duele mucho esta situación por la que estoy pasando, no es


dolor que pueda evitar, pero tampoco es algo que merezco.
Hace algunos días fui seducido por una de mis alumnas, la cual
me pedía que tuviese sexo con ella. Quizás esta versión no sea
del todo creíble y muchos se sentirán ofendidos por intentar
justificarme de esta manera. Pero como me hubiese gustado que
vieran todo el video completo que esta misma alumna grabó,

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para manipularme a su antojo. Y así dejarían de juzgarme como
personas irracionales.

He perdido absolutamente todo. Mi trabajo y toda mi carrera


profesional ¿Quién aceptaría a un “violador” como profesor?
Vengo trabajando durante casi 13 años y tuve una hoja de vida
impecable hasta que este suceso lo manchó.

Perdí mi dignidad, fui tratado como perro con los comentarios


de la prensa y la sociedad. El cual me llamaron con todo los
adjetivos posibles

Pero lo que más me dolió fue perder MI FAMILIA. Mi esposa,


con la que estuve casado 18 años, la cual amo tanto como a mis
3 hijas. Ella me odia, le doy asco y no quiere que ni me acerque
a mis hijas por temor a hacerles algo. Me duele, me arde y me
llena de impotencia no poder hacer nada para limpiar mi
nombre. No tengo nada, no tengo ningún sentido de vida, no
tengo ni un fin en este…

Se escuchó unos pasos. Harper estaba sentado dando la espalda


a la puerta del baño, la cual no había revisado. Se maldijo varias
veces. Sin querer voltear por miedo a que sus especulaciones
sean ciertas… ¡¿SU ARMA?! Había olvidado que lo había
dejado en la cama. Su respiración empezó a acelerarse.
Volteo y enseguida se sorprendió, cambiando la expresión de su
rostro.

El profesor estaba parado justo atrás de él, mirando al suelo,


sollozando con el arma en sus manos.

-¡Carajo!- dijo entre dientes Harper- ¡¿Qué pretendes?!

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Se maldijo mil veces por haber actuado de esa manera tan
confiada. Ahora estaba ahí en una habitación con el asesino, y el
totalmente desarmado.

-No pretendo nada- Dijo el profesor con una voz apagada

-Antes de que intentes algo, quiero saber si tú mataste a Melissa-


Dijo Harper mientras intentaba grabar con su celular,
sigilosamente.

El profesor levanto la mirada. Su cara estaba pálida, ojerosa y


con lo que dijo se había quedado boquiabierta.

-Ma..Matar ¿a quién?- Tartamudeo el profesor

-A Melissa, la chica que te acusa de violación-Replico Harper.

-¡Maldición! Lo que me faltaba, todo esto es un desastre- Dijo


mientras con una mano se cogía los ojos- ¡Yo no la mate! Pero
qué más da lo que diga yo, nadie me creerá.

-Yo te creo- Replico Harper con la mirada seria- estas con un


arma en tus manos, porque negarlo aun teniendo la ventaja.
Trabajo en este campo durante muchos años y se reconocer
cuando alguien miente. Ahora por favor baja el arma - Exigió

-Nadie más lo hará- El profesor lo miro fijamente, una mirada


llena de locura- Esa perra acabó con mi vida –casi al borde del
llanto – acaso no lo entiende ¡NO QUIERO IR A PRISION!

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Entonces se escuchó un disparo, el sonido se propago en todo el
hotel.

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Capítulo 7

Ángel le excitaba su trabajo, por alguna extraña razón le


encantaba analizar cadáveres. Había perdido todo asco y
empatía por lo muertos, sentía que la muerte era el comienzo de
algo nuevo. Era algo loco y contradictorio.

Su trabajo consistía analizar las condiciones de muerte, y que


factores habían influido para que este fuera asesinado. Sacarle
toda la información al cadáver. Como él le decía.

Este último cadáver era una señorita de 17 años


aproximadamente, la cual su hermano había reconocido por un
collar. Pero él no se dejaba engañar, necesitaba pruebas
empíricas que era ella. Pero esto sería difícil, ya que el asesino
le sacó los ojos, desfiguro la cara y quemó el cabello. Este sujeto
había hecho esto para dificultar su trabajo y eso lo llenaba de
cólera. Necesitaba idear un plan. Se le ocurrió algo.

Cogió su teléfono y llamo a Harper, el encargado del caso. Pero


este no contesto, entonces decidió dejarle un mensaje de voz.

-Eh jefe, necesito muestras de sangre de la chica para realizar


algunos estudios. Quizás pueda ir a su casa y entrar a su cuarto.
Busque en su ropa interior o en sus toallas higiénicas.
Bueno….eso es todo, seguiré haciendo mi trabajo.- Al terminar
colgó el teléfono

Se colocó los guantes y la mascarilla.

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-Pinzas por favor- le dijo esto a la enfermera que tenía como
ayudante.- primero analizaremos la causa de muerte, no veo
ninguna herida superficial en la parte frontal, ni mucho menos
hematomas- Dijo como explicándole a la enfermera.

La enfermera asintió.

-Ayúdeme a voltear el cuerpo para revisarlo- Dijo Ángel.

La enfermera, ayudo a voltear el cuerpo sin ninguna dificultad,


no pesaba tanto.

-¡Eureka!- le brillaron los ojos- Tiene una incrustación de bala


en la nuca, justo a 3... eeh. No, a 4 dedos arriba del cuello. No
está la bala, debieron sacarla.

-O puedo haberse caído, mientras trasladaban el cuerpo- Dijo la


enfermera.

-No creo, el agujero es profundo- Replico Ángel con serenidad-


Le dispararon a corta distancia, puedo ver la cara de la víctima
arrodillada suplicando por su vida. Pero algo no encaja en esta
situación, si la víctima fue asesinada un día antes de ser
colocada en el baño del colegio. ¿Por qué hay demasiada
sangre?

Ángel estaba analizando la situación, tratando de entenderla, La


enfermera intentó imitarlo, poniendo cara de pensativa y
misteriosa.

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-¡Lo tengo!- Exclamo Ángel- Enfermera, revise la sangre que
está en todo su cuerpo y quiero saber si coincide con la sangre
que aún hay en las venas de la víctima.

La enfermera, extrajo un poco de sangre de las venas del


muerto. Y fue a otra habitación a estudiarla y compararla con la
otra muestra que recorría de su cuerpo.

Mientras tanto Ángel continúo estudiando al cuerpo buscando


moretones o indicios. Como no encontró nada, fue a su zona
íntima de la víctima y extrajo el cuchillo clavado. Al extraer y
analizar el cuchillo se le vino a la mente, que si el asesino fue
tan enfermo para hacer esto, entonces también pudo violarla.
Tenía que buscar muestras de semen en el interior, cogió un
hisopo algo grande y lo introdujo con la esperanza de sacar algo.
Pero no había nada.

El asesino debió limpiarla, pero siempre quedaba un poco.


Entonces dirigió su mirada al cuchillo y noto un líquido viscoso
que resbalaba por la punta de este. “¡bien!” Se dijo así mismo,
esto le ahorró el trabajo. Ahora solo Harper debía buscar
sospechosos y analizar su muestra de semen.

Esto ya era un avance grande. Intento llamar otra vez a Harper,


pero este no contestaba. ¿Quizás le pasó algo? Pensó. Él
siempre contestaba, es una persona la cual está casado con su
trabajo. Llamó una, dos y tres veces más. No contestó.

Entonces ahí, entró la enfermera con una mirada asustada.

-¡Doctor!- exclamo la enfermera- Ya terminé de hacer las


comparaciones.

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-Dígame todo lo que averiguo- Exigió Ángel.

-La sangre es totalmente diferente a la de la víctima. Es más,


estoy 99% segura que esta sangre es de un animal, quizás de un
perro o gato.

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Capítulo 8

-¡Hey vamos! No cierres los ojos- Gritó mientras con su mano


cubría su cuello. Y con la otra lo jalaba hacia la salida del hotel.

El recepcionista gordinflón lo cogía de los pies mientras Harper


lo hacía del otro extremo. Su teléfono sonaba insistentemente,
no podía contestar porque tenía sus manos ocupadas, y estaba
salvando la vida del profesor. Había algo en su interior que le
hacía creer en la inocencia del profesor, algo que lo impulsaba a
luchar por su vida.

-¡Abre los ojos! – Gritó Harper

Llegaron hasta la calle y recostaron el cuerpo al piso. Harper se


sacó la camisa, quedándose con bivirí, y presionó con fuerza su
cuello ensangrentado del profesor. Tratando de hacer un
torniquete.

-Nada me sale bien, ni siquiera puedo acabar con mi vida- Dijo


el profesor botando sangre por la boca, casi agonizando- Y ¿El
quién es? –Dijo señalando el recepcionista- ¿Es un ángel gordo?

-¡Tranquilo!- Le grito Harper- Gordinflón ¿seguro que llamaste


a la ambulancia?

El recepcionista estaba pálido y absorto con lo que veía. Todo


parecía sacado de una película.

-S..si.- Tartamudeo- Dijeron que llegarían en 5 minutos


Se escuchó el sonido de las sirenas de la ambulancia a lo lejos.
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De la ambulancia bajaron dos paramédicos con camilla y una
gasa, la cual lo colocaron en el cuello para hacer presión.
Subieron al profesor a la camilla y se lo llevaron a toda prisa.

Los dos sujetos quedaron absortos con lo que había sucedido. Se


miraron uno a otro y no dijeron nada.

Harper subió rápidamente hasta el cuarto donde sucedieron los


hechos, recordó la sensación de estar herido. Cuando escucho el
disparo jamás pensó que el profesor intentaría quitarse la vida.
Pensó que se la quitaría a él.

Cogió la carta y sintió que estaba siendo observado, por lo que


decidió dar una última inspección, esta vez no cometería errores.
No había nadie en el cuarto.

Sonó su teléfono y contesto furioso.

-¡Que mierda pasa! Me has llamado como 4 vece… Ah


disculpe- Dijo al darse cuenta que era otra persona- mmm...
Gracias por avisarme... yo avisaré a la familia, buenas noches.

El profesor había muerto y no tenía sospechosos. Estaba en el


mismo lugar que empezó, debía empezar de nuevo, analizar bien
sus pistas y aún faltaban los estudios de la autopsia.

Sonó su teléfono de nuevo pero esta vez sí se fijó quien era.

-Dime Ángel ¿Qué pasa? Más vale que sea urgente porque me
llamaste en un momento inoportuno… no te preocupes, ahora
habla… ¿Sangre de la chica?.. Ah ya, ya voy entendiendo por

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donde va esto... será difícil pero lo haré... Que hijo de puta,
sabía que esa sangre no era de la chica, lo sabía… ¿algo más? ,
habla no te hagas el misterioso… ¡Genial! Esto es un gran
avance, gracias. Nos mantenemos en contacto.

Dejó la carta en la cama, y fue al baño del cuarto a lavarse la


cara. Mientras se miraba al espejo fijamente a los ojos como si
él fuera su enemigo. Dio un grito y un puñete al aire, lleno de
impotencia y estrés.

Al observar la ducha se dio cuenta que había un cuchillo y al


costado de este, estaba una foto del profesor, su esposa y sus 3
lindas hijas. Sin duda se veían felices, pero esa felicidad se
había acabado repentinamente. Pensó en cómo vivirían, las hijas
del profesor, al crecer sin papá y aun peor, al saber que su papá
era un violador y un asesino, que se había suicidado. Al fin al
cabo nunca pudo limpiar su nombre.

Todo el daño psicológico que esto les causaría y esto no


acabaría aquí, las hijas de sus hijas, pagarían el precio. Era como
un virus que acabaría en cadena con toda su familia.

“Qué asco de mundo, algunos pagan pecados que no


cometieron, a otros les implantan destinos que no escogieron, en
el fondo es lo mismo. Y Deos allá arriba, jugando a los dados”
Pensó Harper.

Se secó la cara con la toalla blanca que estaba encima de la tasa


del inodoro. Al salir del baño su rostro fue tal cual máscara de
asombro.

La carta no estaba.

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Cogió su arma rápidamente y se puso en guardia. Coloco sus
dos manos en el arma, una para soportar su peso y otra para jalar
el gatillo. Salió lentamente del pasillo apuntando en todo
momento.

Por su mente paso todo tipo de sucesos, pero en definitiva


alguien estaba interesado en que el profesor muera como un
sucio asesino y violador. NO quería que la carta salga a la luz.

Bajó las escaleras lentamente como cuando un felino asecha a su


presa. “¡Las cámaras de seguridad!” se dijo a sí mismo. Eso le
ayudara a ver quién se llevó la carta. Debía bajar rápidamente y
pedirle las cintas al recepcionista gordinflón, sería fácil
intimidarlo.

Se apoyó contra la pared y volteó fuertemente apuntundando a


toda cosa o lugar sospechoso. No había nadie en la recepción.
¿Dónde se había metido el recepcionista? ¿Se había ido
asustado? O acaso ¿era el asesino o cómplice? Miles de ideas
invadieron su mente. Todas sin respuestas, quería saber que
sucedi…

Y de pronto sintió un golpe en la nuca que lo dejo en menos de


un segundo en el piso, sintió mareos, veía todo borroso, oía todo
distorsionado. Vio como una mancha borrosa se le acercaba a él
y le arrebatada el arma. Sintió calor en la parte de su nuca y
sentía como un líquido recorría su cuello lentamente.

Entonces escucho el sonido que abría la puerta eléctrica y ahí


vio todo con claridad, mientras seguía en el suelo aún mareado.
Había un sujeto obeso que tenía la carta junto con la pistola en

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la mano derecha y en la izquierda tenia aquello que parecía ser
una caja negra, seguramente era la memoria de la cámara de
video.

-¡Idiota!- El gordinflón soltó una carcajada

Era el recepcionista, pero esta vez era diferente, ya no era el


gordiflón miedoso. Ahora era el tipo rudo que le había golpeado
en la nuca y que tenía el arma.

“¡Como no se dio cuenta!” pensó. Recordó lo que dijo el


profesor:

-Nada me sale bien, ni siquiera puedo acabar con mi vida- Dijo


el profesor botando sangre por la boca, casi agonizando- Y ¿ÉL
QUIÉN ES? –Dijo señalando el recepcionista- ¿Es un ángel
gordo?

“Y ¿Él quién es?” como no le pareció sospechoso que el


profesor no lo reconoció. Si se supone que aquel recepcionista
trabajaba ahí.

-Dejemos algo en claro Harper ¿Así te llamas, no?- Dijo el


recepcionista- Esto no es nada personal, mucho menos soy el
asesino, es más, no sé quién es la chica muerta. Esto lo hago
por la plata, un sujeto me pagó por hacer este sencillo trabajo y
acepté. Bueno me retiro chau - Hizo una señal con su mano- Me
olvidaba, no pierdas el tiempo en buscarme, no me encontraras y
el recepcionista de verdad está en esa puerta del cuarto de
limpieza.

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Cerró la puerta de rejas con fuerza y se fue. Lo último que
Harper vio, fue una mancha gorda y luego vio todo oscuro.

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Capítulo 9

-¡Abra la puerta!- Gritó desde afuera de la casa- Somos la


policía.

Se escuchaba pasos al interior de la vivienda, pisadas grandes y


fuertes.

-¿A quién busca?- Se escuchó una voz ronca en el interior

-Al señor Fuentes- Gritó el policía

-Acá no vive el- Dijo la voz ronca

-¡Abra la puerta de una vez! Por las buenas o por las malas- Dijo
Harper enojado

Se escuchó el sonido de varios cerrojos y se abrió la puerta.


Salió del interior un hombre “agarrado” pero con panza, con
abundante barda afeitada de una manera incorrecta, ojos
hundidos en sus cuencas, cabello corto y dos entradas justo a
cada lado de la frente, que le hacían ver como un personaje
malo. Este sujeto vestía un bivirí blanco y un jean azul clásico y
sucio.

Se le notaba cansado y ebrio, sus ojos delataban su malestar.

-Señor Fuentes, Buenas tardes. Soy el jefe de investigaciones


Harper - Explico Harper que tenía en la mano izquierda su placa
y la derecha su pistola -. Necesitamos pasar a su casa y revisar,
le Pido por favor que coopere.
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-No tengo elección- Dijo el señor ebrio que aún tenía una botella
de vodka en su mano- Pase, pase su majestad- Hizo una seña
con sus manos, burlándose.

-Después de usted- Dijo Harper empujándolo.

Entraron. Delante iba el señor Fuentes, seguido de Harper, muy


atento en todo momento y luego dos policías.

Harper ya había aprendido la lección, no podía fiarse de nadie,


por más “buenito” que parezca. Tampoco podía andar solo por
ahí investigando, la última vez en el hotel no había salido nada
bien. Gracias a eso obtuvo 5 puntos en la parte de su nuca.

Llegaron un especie de sala, la cual solo tenía un mueble viejo y


sucio, frente a este había una televisión antigua. Había botellas
de licor regadas por todos lados, junto con cucarachas comiendo
dentro de las bolsas de snacks, el ambiente era sucio y olía a
muy mal.

-Señor usted quédese aquí junto a estos dos policías, necesito


que me indique dondé dormía su hija- Dijo Harper con tono
autoritario

El señor fuentes rio sarcásticamente.

-Si señor- Dijo alargando las palabras y realizando un saludo


militar- Es en la habitación al final del pasillo- Señalo

Harper avanzo por el pasillo dejando a los policías y al señor


Fuentes en la sala. El ambiente era algo incómodo, debido al

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exceso de luz y limpieza. Llegó hasta una puerta blanca, que por
la suciedad se había puesto color hueso.

Abrió la puerta y le sorprendió el desorden de todo el ambiente,


eso dificultaría más su trabajo. Como siempre, intentó ser lo más
observador posible, pero antes cerró la puerta y dio un revisada
general para percatarse que no había nadie.

El desorden era tan obvio que parecía como si alguien hubiese


estado buscando algo. Si ese fuese el caso debía saber que
faltaba, entonces centro su mirada en el ropero, un cajón estaba
abierto. Se acercó y vio todo tipo de calzones, braseares y
medias. Removió un poco y no vio nada sospechoso.

Busco en la cama, debajo de ella y lo único que encontró fue


medias sucias y zapatillas.

Vio un reproductor de video con la tapa abierta, un montón de


cuadernos en la esquina de la habitación, un plato sucio, un
celular. ¿UN CELULAR? Se sorprendió. Se acercó rápidamente
y cogió el objeto.

Era solo una maqueta, no era un celular de verdad.

Centró su mirada en donde había una mesa, con un montón de


chucherías. Se dio cuenta que había un papel doblado en cuatro.

Era una carta escrita para Melissa. ¿Pero de quién? ERA DE UN


CHICO LLAMADO ALEX. Empezó a leerla y se dio cuenta
que Alex era su enamorado, y esa carta era una llena de odio y
despecho. Terminó de leerlo, lo que más le sorprendió fueron las
últimas líneas que decía:

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“Perra eres y así de perra morirás...”

Esto le hizo recordar a la frase que habían escrito junto al


cadáver, en el baño de profesores. Ya tenía un sospechoso más
en su lista. Solo debía encontrarlo y analizar si el semen
encontrado dentro de la víctima coincidía con él.

Estaba impaciente y no podía esperar, decidió llamar a su


colega.

-Aló... Sí, sí, soy yo Harper... No aún no he muerto idiota-


sonrió un poco- Necesito que me hagas un favor… No, nada de
eso, es relacionado con la chica muerta en el colegio… Necesito
que vallas al colegio en este instante y averigües todo del
enamorado de Melissa, su nombre es Alex… No, no sé su
apellido, eso tendrás que conseguirlo tú… Ah y una cosa más,
encuéntralo, quiero hablar con él. Chau.

Dio una última mirada general a todo le cuarto y vio una cajita
de zapato. Decidió abrirla. Había todo tipo de cartas, de todo los
colores, con dibujos, poemas, cartas 3D incluso rosas echo de
papel. Pero algo fue sorprendente, todas esas cartas eran de un
solo remitente, su nombre era ALBERTO, ¿Quién sería este
muchacho? Estaba obsesionado con ella de una manera anormal.
Seguramente este chico Alberto sabía algo, quizás podría aportar
en la investigación, ya que estaba tan pendiente de Melissa.

Debía salir de esa casa e ir a hablar con Alberto y Alex.

Salió de aquella habitación cerró la puerta y camino por el


oscuro pasillo, mientras iba a sala se dio cuenta que en ese

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mismo pasillo había 2 puertas más. Quizás podía averiguar algo
más si es que entraba al cuarto de su papa o su hermano. No lo
pensó más y entro al azar a una puerta.

Una vez adentro, deseo con todas sus fuerzas haber escogido el
otro cuarto.

Todo era peor que la sala, por la cantidad de botellas y los


suéteres grandes, se dio cuenta que ese cuarto era del padre de
Melissa.

Entro muy despacio, intentado no hacer ruido, ya que este cuarto


estaba cerca de la sala. Estaba nervioso y ni él mismo sabía por
qué. Tenía un mal presentimiento y de pronto…

¡BUM! ¡BUM! ¡BUM!....

Dio un salto del susto, se puso pálido. Era el timbre de su


celular, su colega le estaba llamando.

Contesto rápidamente para evitar el sonido.

-Aló mierda- Susurro Harper- Carajo me has pegado un susto,


¿Qué quieres?... ¿¡Qué ¡?..Cómo que el muchacho Alex no
asiste al colegio hace 2 días- Hablaba en susurro- Ya, ya termino
esto y voy para allá. Chau… no, todo bien solo me asustaste

Colgó el teléfono aliviado.

Empezó a buscar cualquier cosa sospechosa, que pudiera ayudar


a dar con el asesino. Intentando respirar en lo mínimo posible.

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Debajo de la cama vio dos pares de zapatillas, no les prestó
atención. Estaba concluyendo su búsqueda cuando recordó
“LAS PISADAS DE SANGRE, FUERA DEL BAÑO DE
PROFESORES”. ¿Podría ser posible? No perdía nada fijándose.

Al levantar la zapatilla y fijarse en la suela. No solo se dio


cuenta que la forma de la suela era idénticas a la de la escena del
crimen, sino que esta suela estaba sucia tipo “rojiza”. Su
sorpresa fue grande, no podía creerlo.

Estaba completamente paralizado, con la zapatilla en las manos.


Cada vez todo era más confuso, Debía encontrar algo más,
quizás el arma, por lo que decidió seguir buscando, para luego ir
arrestar al señor Fuentes, llevarlo como sospechoso y así poder
hacerle las respectivas pruebas.

Hubiese seguido si no hubiera sentido que alguien le estaba


observando, tenía temor voltear y que sus sospechas sean
ciertas. Por lo que decidió detener su búsqueda y estar preparado
para cualquier inconveniente. Si iba a morir no podía hacerlo
así, de espaldas, debía de hacerlo mirando los ojos a la muerte.

Volteó y se quedó pálido.

Por la oscuridad no se podía distinguir bien, pero había un sujeto


parado en la puerta mirándolo, con una botella en la mano. No
había duda que era el Señor Fuentes, Papá de Melissa.

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Capítulo 10

-Empiezo a creer que soy inmortal- Dijo Harper


sarcásticamente.- Como te estaba contando, él estaba parado con
una botella en la mano y los estúpidos policías habían salido,
porque habían oído algo sospechoso-Bufo- Fácilmente él pudo
matarme y a los otros dos idiotas

-¿Por qué no lo hizo? – Dijo Ángel en todo sospechoso- En fin,


dime que más has encontrado en esa casa. – Exigió Ángel

-Solo esas zapatillas que te traje en ese cuarto, luego en el cuarto


de su hermano encontré, cosas normales de cualquier adolecente
y un calzón de mujer- Respondió Harper

-¿Un calzón? ¿De su hermana?- Cuestiono Ángel

-Eso no podemos aseverarlo, pero hice la comparación y este era


diferente con los que vi en su ropero. Era muy grande para su
gusto- Dijo Harper

-Este caso, cada vez se pone más complicado- Dijo Ángel

Estaban en una habitación algo oscura, donde solo había una


mesa con unos aparatos. En una pared frontal había una ventana
grande por el cual podían ver al otro cuarto del lado, sin
embargo, si te colocabas en el otro cuarto, no podías observar
nada. En el otro cuarto que (Cuarto de entrevista a los
sospechosos) había solamente una mesa rectangular y dos sillas
a cada extremo de la mesa. En una silla estaba el señor Fuentes
sentado con la mano esposada y mirada al suelo.
57
-No lo creo, solo debemos hacerle confesar. ¿Ya enviaste la
prueba de semen? Para ver si son compatibles.- Pregunto
Harper.

-Si ya está en el laboratorio, solo queda esperar- Dijo, mientras


cogía unos papeles de la mesa- Aquí esta los antecedentes
policiales del Señor Fuentes.

-Dámelo, no pienso esperar que salgan las malditas pruebas-


Exigió Harper. Salió del cuarto y decidió entrar al otro cuarto,
donde estaba el señor Fuentes.

Harper entro sin decir nada, tomó asiento. Dejando la pistola en


la mesa. Esta mesa era suficientemente larga, si el sospechoso
intentaba coger el arma él podría reaccionar a tiempo. Siempre
hacia lo mismo para analizar el temperamento de los acusados.

El señor Fuentes levanto la mirada. Harper no dijo nada y se


puso a mirar sus antecedentes.

-Maltrato doméstico, Disturbio en la calles, conducir en estado


de ebriedad, con varias reincidencias- empezó a leer todo el
expediente tranquilamente- Aquí dice que hace 13 años su
esposa lo denunció por ahorcarla y obligarle a tener sexo. Es
usted todo una joyita- Dijo Harper en todo sarcástico- dígame
¿Dónde está su esposa? Ah no, no me diga. Acá dice que se le
acusa por el desaparecimiento de su mujer, pero no encontraron
pruebas por eso quedo libre. ¿Tiene algo que decir en su
defensa?

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Se quedó callado, ni se movió. Entonces Harper se puso de pie y
se colocó atrás del sospechoso, se acercó a su oído y le dijo:

-¿Crees que me importa los derechos humanos? Tú no mereces


esos derechos- lo cogió del cabello jalándolo hacia atrás- Los
derechos humanos te los meto por el culo, tú no sabes con quién
está tratando- Lo amenazó.

El teléfono de Harper sonó.

-Aló dime ¿Qué pasó?... Entiendo… Hemos encontrado al


malnacido- colgó y dejó su teléfono en la mesa mientras se
sentó en su silla. – Tengo dos noticias para ti, la primera es que
está comprobado al 100% que la chica muerta es tu hija.

El señor fuentes agacho la mirada y movió la cabeza.

-Debido a que tu hija hace poco se sacó sangre en colegio para


un viaje de promoción, hemos comparado la muestra y son
idénticas- Dijo Harper con tono calmado- la segunda noticia es
que TÚ HAS VIOLADO Y ASESINADO A TU HIJA ¡maldito
hipócrita! – Dio un golpe en la mesa- Tienes el descaro de llorar.
El semen encontrado en la vagina de tu hija es tuyo. – Harper
estaba de pie mirando con ira al acusado. El señor Fuentes
siguió mirando al suelo sollozando y encogiendo más el cuerpo.

Harper saco unas fotos de tu bolsillo y las puso en la mesa, cerca


del acusado para que las pueda ver.

-¡Mira hijo de puta!- Lo jaló el cabello para que este mirase la


foto a la fuerza- Mira lo que le has hecho a tu propia hija.

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-Yo… yo.. – Tartamudeo

-¡Cállate idiota! Si eres tan hombre para hacer eso, se hombre


para aceptarlo- Lo cogió del cuello con el brazo, quitándole la
respiración

-Yo no fui- Dijo el señor Fuentes forzando sus palabras, ya que


se quedaba sin aire.

Harper lo soltó y lo empujó al suelo.

-Entonces que, eso llego a su vagina por obra del espíritu santo-
Le dijo Harper al señor Fuentes que aún seguía en el suelo-
Tengo todas las pruebas para llevarte a la cárcel por mucho
tiempo, ahí te darán una excelente bienvenida – Harper dio un
escupitajo

El señor fuentes intentó pararse pero Harper le dio una patada


entre las piernas, haciéndolo gritar. Harper sabía que estaba
sobrepasando los límites pero le daba mucha rabia, y debía
persuadirlo para que este confiese. El señor Fuentes ya estaba
empezando a llorar, cualquier otra persona hubiese creído su
arrepentimiento.

-Si yo pudiera ¡Te cortaría el pene y te haría tragar a la fuerza


mientras me suplicas de dolor! – Gritó Harper- Me das asco,
¡Mira! ¡Mira lo que le has hecho! – Dijo Harper enseñando la
foto de la chica muerta- ¿Te gusta? Si verdad, entonces
comételo- Arrugo la foto con su puño y se lo metió a la boca,
presionándolo para que no pudiera sacarlo.

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El acusado, empezó a llorar y pedir piedad con la boca llena de
papel

-¿Qué cosa?- Preguntó Harper poniendo su mano en su oreja-


No entiendo que dices- Sacó la foto de su boca

-¡Para por favor! ¡Para! – El acusado Fuentes dio un grito


desesperado. Se puso de pie y se fue al vidrio grande de la
pared y empezó a hablar a las personas que estaban al otro lado
del cuarto, observando todo- Por favor hagan algo ¡Díganle que
pare!

-Cobarde, ahora si pides piedad. Nadie vendrá a salvarte, solo


estamos tú y yo- Harper se acercó al acusado y lo cogió del
cuello y lo llevó a sentarse. - ¡siéntate mierda!

El señor Fuentes lloraba como un niño intentado secarse las


lágrimas con las manos esposadas.

-¿Violaste a tu hija? – Pregunto Harper- No me mientas, si lo


haces, lo sabré y te arrepentirás. ¿Sí o no?

-Yo. .yo.

-¡Maldita sea!- Tiro un puñete a la mesa con sus dos manos- Es


una simple pregunta ¿Sí o no?

-¡SI! ¡si! – confeso el señor Fuentes en medio de llanto


desesperado- Pero, pero…

-¡Cállate mierda!- le tiró una cachetada en la cara- ¡Jamás te


pregunte porque lo hiciste!

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El señor Fuentes apoyó su rostro en la mesa junto con sus
manos. Parecía un niño que estaba siendo regañado.

-Eres un asesino ¿Verdad? –Dijo Harper con voz más calmada-


pero un asesino de tipo “idiota”, de esos que matan para callar a
sus víctimas por el temor de ir a prisión. Pero se condenan más-
Hubo un silencio - ¡Responde!

-¡Si! ¡Sí! ¡Para! ¡Déjame en paz, te lo pido!- Gritó Fuentes- Es


cierto, eso le hice a mi esposa que empezaba a denunciarme,
Pero…

-Maldito, eso quería escuchar- Harper se puso de pie – Juro que


te pudrirás en la cárcel – Cogió su arma y avanzo en la salida.

Cuando estaba llegando a la puerta el señor Fuentes grito

-¡Espera! Déjame terminar- Harper se detuvo sin voltear, con la


mano en la puerta- Pero yo no maté a mi hija

Harper abrió la puerta y se retiró. Sin hacer caso a lo último que


dijo.

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Capítulo 11

Eran aproximadamente la 12 de la noche y Harper recién llegaba


a su casa agotado y estresado. Antes de agarrar sus llaves y abrir
su puerta, apago el cigarrillo que tenía en manos.

Al entrar a su casa notó que todo estaba en su lugar. La única


que lo recibió despierta era Lasi, su perrita pequeñez. Pero
había algo raro con esta, estaba debajo de la mesa, como si le
asustase su presencia.

Enseguida escucho un sonido que provenía de la cocina.

-¿Cariño eres tú?- Pregunto Harper en voz alta, al ver que no


obtenía respuesta saco su arma en un solo movimiento.

Quizás estaba siendo muy paranoico. Pero no quería correr


riesgos, si algo o alguien estaba en su hogar, él lo defendería con
capa y espada.

Mientras caminaba hacia la cocina, por su mente pasaban


muchas ideas negativas, sintió miedo así que apresuro el paso.
Abrió la puerta de un solo golpe, en todo momento apuntando
con su arma. No había nada, todo parecía en su lugar.

Bajó su arma, pero escuchó otro sonido más que provenía de la


sala o quizás del cuarto de su hija menor.
Esto comenzaba a asustarle. Fue más rápido, casi corriendo,
pero sintió que alguien estaba detrás de él y giró rápido
apuntando, pero era solo su perrita. Sentía que lo observaban, no
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sabía quién, pero era como fantasmas, no podía verlos pero lo
sentía.

Al llegar a la sala la imagen fue espantosa, su rostro palideció y


no podía creerlo. Como le hubiese gustado que sea un sueño.

Estaba su esposa y sus dos hijas, de rodillas, siendo apuntadas


por dos sujetos.

-Baja el arma Harper- Dijo una voz ronca- Si no quieres que la


mate.

ERA EL SEÑOR FUENTES, Harper no podía creer en la


situación en la que estaba. ¿Qué hacía ahí? ¿Se supone que
estaría en la cárcel?

-¿Qué haces aquí idiota?- Pregunto Harper apuntando e


intentando mantener la tranquilidad

-Harper el arma- Dijo una voz más gruesa.

Era el recepcionista gordo, Todo se volvía más confuso.


Entonces Harper bajó el arma muy despacio y la coloco en el
suelo.

-Así me gusta- Dijo el gordinflón con una sonrisa en la cara-


Ahora patéala hacia nosotros – Harper pateó el arma hacia
ellos.

-¿Estás bien cariño?- Harper le preguntó a su esposa con tono


preocupado- ¿Qué quieren? Dejen a mi esposa y mis hijas, su

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problema es conmigo. Métanse conmigo – Se dio un golpe en el
pecho.

-Quiero que me supliques, así como me hiciste suplicar- Dijo el


señor Fuentes- Ahora te das cuenta que es lo que se siente –
Soltó una carcajada-

-Maldita sea ¡Déjalas en paz!- Dio un grito, estaba perdiendo el


control de sus emociones- Hazme todo lo que quieras. Pero
déjalas por favor

Entonces el señor Fuentes dio un escupitajo en la cara de su


esposa.

-Perra- Dijo la voz ronca a la esposa de Harper- En unos


momentos sabrás toda la verdad, pero déjate atar a esa silla

El señor fuentes hizo una señal al gordiflón para que apuntase a


las tres con su pistola. Mientras El señor fuentes se acercó a
Harper, lo ató a la silla y le tapó la boca.

-Muy bien, ya todos estamos en nuestras posiciones- Dio una


palmada, se acercó a la hija menor de Harper – Tu pequeña dime
¿Cuántos años tienes?

-ocho, señor – Dijo la niña con voz dulce- No le haga nada a mi


papi por favor

-Oh no, no te preocupes hijita, tu eres muy pequeña para ver lo


que pasara en estos momentos- Entonces el señor fuentes saco
un cuchillo y le corto el cuello, llenándose el mismo la cara de
sangre.

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La madre dio un grito espantoso, lleno de dolor, fue rápidamente
donde su hijita que yacía en el piso moviéndose de forma
epiléptica botando sangre como un caño abierto, por la boca y
garganta. Sus ojos estaban blancos. Mientras tanto la hija mayor
de Harper estaba estática, mirando la escena boquiabierta, no
podía creerlo.

Harper sintió que su mundo se caía en mil pedazos, jamás sintió


un dolor tan grande en su vida. Quería gritar, no pudo hacerlo
por la tela en su boca, quería ir y asesinar con sus propias manos
al señor Fuentes. En eso movió la silla y cayó al piso.

Por su mente pasaba todo los recuerdos, los bellos momentos


con su hija, cuando le decía “Papi te extraño, vuelve pronto a
casa” Debió dedicarle más tiempo a su familia que al trabajo,
quizás si fuese así, no estaría en esta situación.

-Esto no acaba aquí querido amigo- Dijo el señor Fuentes que


sonreía como si nada hubiese pasado. Entonces hizo una señal al
gordinflón y este levanto a su hija mayor y comenzó atarla en
una silla.

Por otro lado el señor fuentes, jaló de los pelos a la esposa de


Harper hasta alejarse lo suficiente del cadáver y comenzó a oler
su cabello de una manera obscena.

-Ya acabaste con eso, ahora ven ayúdame- El señor Fuentes le


dijo a el gordinflón- cógela de las manos, bien fuerte, yo le
levantare el vestido. Harper, ahora observaras como le doy a tu
mujer lo que te pedía durante mucho tiempo, pero tú, por tu
trabajo no lo hacías. - Sonrió

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Harper intentó soltarse, intentó gritar, pero era en vano los
nudos eran fuertes. Empezó a suplicar, pero no se le entendía
nada. “Dios ten piedad” se repetía varias veces.

El señor Fuentes le levantó la falda, mientras ella estaba tirada


en el piso sin hacer nada estaba como muerta, ni se movía, solo
miraba fijamente a su esposo. Le introdujo el pene a la esposa
de Harper y se movió de forma oscilante, la esposa ni se movía,
estaba en shock por lo que había pasado a su hija. Hasta que
finalmente dijo

-¡Todo esto es tu culpa, amor!- le grito a Harper- Amor, amor –


Cada vez el grito era más desgarrador- ¡Amor! ¡Amor! ¡Amor!
–Ahora los gritos parecían gemidos- ¡Amor! ¡Amor!
¡Amor!¡Amor!

-Amor, amor ¿Qué pasa? Mírame –Dijo una voz dulce,


cogiéndole el rostro como una madre preocupada- . Tranquilo,
todo fue un mal sueño.

Harper estaba sudando y le salían lágrimas involuntarias.


Entonces se sentó en la cama y abrazó con todas sus fuerzas a su
esposa.

-Tú y las niñas son lo que más amo en esta vida- Dijo Harper
llorando- si algo les pasara, juro que yo...

-Hey tranquilo- Le corto- No nos pasara nada, tu eres excelente


en lo que haces.

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-Gracias por ser tan perfecta, te amo- La abrazo – Yo... yo a
veces pienso que este trabajo es mucho para mí. Los problemas
de la gente se vuelven míos, con pasar el tiempo. Muchas veces
logro entender y tener empatía hasta por el más sucio asesino y
esto me hace tener rencor a la vida y a Deos.

Su esposa la miraba con una cara de ternura y preocupación.


Ella era una mujer bella y muy bipolar. Era policía, en las calles
era la policía más ruda de la ciudad, En cambio, cuando ella
estaba en casa era la mujer más tierna y hermosa de la misma
ciudad. Harper la amaba y ella también, se notaba a kilómetros
de distancia, Sin duda esos 28 años de matrimonio había sido
provechosos.

-No puedes odiar a Deos mi amor, él sabe lo que hace y por qué
lo hace – Dijo la esposa de Harper- Él tiene un plan para cada
uno de nosotros, incluso para ti.

Su esposa era muy fiel creyente del todo poderoso, pero eso no
era impedimento para poder comunicarse mutuamente. Él debía
respetar sus creencias a pesar que él no pensara lo mismo. En
cambio él dudaba demasiado la existencia del ser supremo,
había visto tanta “mierda” en su trabajo. Niñas asesinadas, niñas
asesinadas y violadas, personas quemadas y un listado de cosas
atroces que no tendría que existir de haber existido un Deos
misericordioso que ama a la humanidad.

-Dile a Deos que me ayude a encontrar al asesino- Dijo mientras


se limpiaba la nariz- Sentí que lo había logrado, amor, pensé que
era el padre de la chica. Este había asesinado a su esposa y
violado a su propia hija, y lo había confesado. Pero al final me
dice “Yo no soy el asesino” – Harper rio sarcásticamente- ¿Por

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qué carajos me diría eso? si ya confeso lo anterior, es imposible
que haya sido para disminuir su pena. Ahora me sale esa noticia,
que fue baleado por un desconocido mientras los policías lo
llevaban, como si alguien quisiera callarlo. Todo esto es un
caos- Se cogió la cabeza en señal de desesperación.

-Tranquilo- Dijo su esposa tocándole el hombro- Tu siempre has


tenido esa inclinación por buscar la verdad. Ve y búscala. Sé
que lo harás, confió en ti, más de lo que tu confías en ti mismo-
Ambos se miraron y dieron una sonrisa- Te veo hoy en la noche
para cenar, Quizás lo olvidaste con tu trabajo agitado pero hoy
cumplimos 28 años de casados.

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Capítulo 12

El lugar era como un manicomio, llena de locos gritando


incoherencias, quizás no era “como” sino “peor”. El color que
predominaba era el blanco, el ambiente era húmedo y muy
incómodo. En cada cuarto había dos camas, cada cama tenía un
colchón de esponja sumamente delgado, hubiese sido mejor
dormir en el piso. En ese mismo cuarto, en una esquina, estaba
un wáter que apestaba a aliento de muerto.

El señor Fuentes estaba sentado en una de esas camas, mirando


al suelo, con una especie de tela que sostenía su brazo herido. Le
habían disparado, no supo distinguir quien fue, debido al exceso
de gente y prensa alrededor. Menos mal su asesino tenia mala
puntería, la bala le impacto en el hombro y el chaleco antibalas
no llego a protegerlo.

Para su suerte tuvieron que llevarlo al hospital y esto retrasaría


más su estadía en aquella fría cárcel.

-Toma- Dijo un guardia tirándole un pan seco- como has llegado


5 minutos tarde, esta será tu cena. Cómelo o déjalo depende de
ti, pero si quieres sobrevivir aquí, deberás ir acostumbrándote-
Dijo con una sonrisa-

El señor Fuentes no dijo nada, se sentía mal psicológicamente,


en definitiva era un cobarde, que solo se volvía “machito” detrás
de una falda.

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-Todos despiertan a la 5 y aquel que se queda dormido, se queda
todo el día en su celda, sin comer- Dijo el guardia mientras salía
de la celda- luego al día siguiente es castigado en la caja negra,
aún no la conoces pero pronto lo harás- La celda se cerró- Ah
por cierto, ten cuidado que te agarren de perra de alguien más; la
mayoría de los violadores la pasan mal acá y tú que eres un
asesino y violador la pasaras peor- El guardia se fue

¿A qué se refería con pasarla mal? Qué cosa podría ser peor en
esa celda. Aquella noche el señor fuentes no pudo dormir,
debido a los gritos y llanto de desesperación de las personas
alrededor.

No soportaba estar ahí un minuto más, se volvería loco en


menos de 5 años, y le faltarían otros 35 años más para cumplir
su condena. Por eso todas las personas alrededor lloraban, y se
golpeaban el cuerpo con la pared y los barrotes.

Ya eran casi la 5, pronto se abrirían las puertas de todos. “¿A


dónde iríamos a la 5?” se preguntaba, de pronto su puerta se
abrió.

Se dio cuenta que algo andaba mal, ya que su puerta fue la única
que se abrió. Entonces vio la sombra de un hombre parado justo
ahí. ERA EL GUARDIA, el mismo que le tiro el pan.

-Muchachos ahí está su perra- Dijo el guardia señalando a el


señor Fuentes.

Entonces entraron 4 hombres musculosos de aproximadamente


un metro ochenta o quizás más. El señor Fuentes sintió temor,

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su estómago comenzó a revolverse. Se quedó quieto totalmente
paralizado del miedo

-Acá te enseñaremos lo que sintió tu hija cuando la tocaste y


abusaste de su inocencia - Dijo el guardia que seguía parado- y
luego como si fuera poco, la mataste

Los 4 hombres ya estaban casi encima de él.

-No... ¡No! ¡Por favor! ¡Yo no la maté! – gritó


desesperadamente

-¡Alto!- Dijo el guardia y los 4 hombres se detuvieron- ¿Qué


dices? – Le preguntó al señor fuentes

-Yo no la maté ¡Se los juro!- dijo el señor Fuentes casi al borde
del llanto- A mí me acusan por la violación a mi hija y el
asesinato de mi esposa, solo que la estúpida prensa diverge la
información ¡maldita sea créanme!

-¡Cachatelo!- dijo grotescamente un preso a lo lejos, desde su


celda. Otros también lo imitaron y gritaron.

-Ahora por mentiroso yo seré el primero- Dijo el guardia con


una sonrisa en el rostro

El guardia se acercó y con el palo le tiró en la cabeza, justo


cerca de su oreja. Haciendo que este se maree demasiado y no
pueda defenderse.

-¡agárrenlo!- Dijo a los 4 fortachones- Si, voltéenlo, quiero darle


en “cuatro”.

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El señor fuentes no tenía fuerza para moverse, ese golpe lo había
dejado así.

Entonces vio como el guardia se bajaba los pantalones y se


empezaba a frotar el pene para que este se ponga erecto. Escupió
en su mano y mojó el ano del señor Fuentes.

-Primero te abriré bien malnacido- Cogió la borra (palo negro


que usan los policías) y se lo introdujo violentamente en el
recto.

El señor Fuentes dio un grito desgarrador, sintió como aquello


entraba dentro de él, desgarrando su piel.

-¡Por favor! ¡Estoy arrepentido! ¡Se los juro!- Suplicaba en


medio de llanto el señor Fuentes que no podía moverse porque
los 4 fortachones lo cogían de brazos y piernas – Te lo pid...
¡ahh!

-Eso sintió tu hija violador de mierda- le dijo uno de los


guardias a su oído.

El guardia sacó el palo, el señor Fuentes quería morirse para no


sentir ese dolor. Cuando el guardia introdujo su pene, el señor
Fuentes ya estaba al borde del desmayo.

Se le vino a la mente, el rostro de su hija cuando le suplicaba


que no le hiciera nada. “no papi no por favor” le decía, era algo
irónico por lo cual se le vino una sonrisa a la cara, mientras el
guardia seguía moviéndose dentro de él. El guardia le decía

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cosas cada vez más sucias pero él no podía escuchar, veía como
todo a su alrededor pasaba lento.

También se le vino a la mente recuerdos de su infancia, como


cuando su padre obligaba a tener sexo a su hermana y lo
amenazaba a él, con que si decía algo, a él le iría peor. Todo eso
pasó a los ocho años cuando su padre le tocaba sus partes
íntimas de forma tan obscena. “si mi padre jamás hubiese hecho
eso, quizás nada de esto estaría pasando” se dijo una y otra vez.

-Que rico- Dijo el guardia en tono excitado - Eres una perra


buena - Le dijo mientras le daba una nalgada- Te toca a ti.

Entonces el guardia se levantó los pantalones y tomo el lugar de


otro, reemplazándolo para que pudiera entrar también. Entonces
cada uno se introdujo en el señor Fuentes, fue la hora más larga
de su vida.

***

-Entonces ¿Piensa que él es inocente?- Pregunto Ángel

-No, no. Él es culpable de la muerte de su esposa y violación de


su hija, esos fueron los delitos que confesó. – Dijo Harper
mientras intentaba no quitar las dos manos del volante – Pero
hay algo que no me queda claro ¿Por qué negarlo?

-Quizás para reducir su condena, aparte como usted es tan


violento interrogando al sospechoso, hasta yo confesaría que
hace 2 horas mate una cucaracha. – Sonrió Ángel

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-No, no creo que haya sido eso, si hubiese confesado
posiblemente le daban cadena perpetua y moriría ahí. Pero de
todas maneras le dieron 40 años, prácticamente morirá ahí.
También intentaron matarlo.

-Jefe, sabe usted como es la sociedad. El odio y asco por ese


tipo de personas, hacen querer tomar justicia con sus propias
manos, pero ellos no saben que la muerte es el camino fácil,
porque adentro de la cárcel sufrirán más que en esos 10
segundos que dura el trascurso de la vida a la muerte. – replico
Ángel

Hubo un tiempo de silencio y reflexión.

Estaban en el auto de Harper camino a la cárcel, ya habían


manejado durante 2 horas seguidas, estaban agotados.

-¿Por qué sigues teniendo esta tonta bata contigo? Estamos fuera
del laboratorio- Dijo Harper sonriente

-Cierto, Hasta ahorita no me dice ¿Para qué quiere que lo


acompañe?- Pegunto Ángel

-Tú has estudiado 3 años de psiquiatría ¿Verdad? , Puedes


ayudarme a interrogarlo y darme tus opiniones al respecto.

-Muy bien, ahí vamos

Llegaron al estacionamiento de la prisión PEBEIS bajaron del


automóvil y fueron camino a la recepción. Un guardia los saludó
y se dirigieron a la celda del señor Fuentes.

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-Hasta ahorita sigo preguntándome ¿Por qué PEBEIS?- Dijo en
tono misterioso

-Yo llevo 5 años trabajando aquí y hasta ahora no sé qué


significa- Dijo el guardia rascándose la cabeza

-No preguntes y quítate la bata, doctorcito- Dijo Harper en todo


burlón

-Se dice médico- Replicó Ángel- aunque ya tengo un doctorado


en medicina forense- Dijo en tono pensativo

Llegaron hasta una celda y se detuvieron.

-Aquí no hay nadie- Dijo Harper

-No, no es aquí- Replicó el guardia- Es la celda de la esquina-


Señaló una celda

-Y ¿Por qué nos detenemos? – Pregunto Ángel

-Porque la celda se abre eléctricamente, debo ir al piso de abajo


y abrirla- Dijo el guardia, retirándose del lugar- Ahora regreso

Harper y Ángel siguieron caminando con paso acelerado.

Al llegar a la celda 3301 se quedaron boquiabierta, no porque no


estaba el señor Fuentes, sino porque él estaba ahí, Ahorcado con
su sabana. Se había suicidado.

76
Capítulo 13

Era aproximadamente las 5 de la tarde y estaba a una hora de su


casa. Harper debía apurarse o llegaría tarde a la cena con su
esposa, algo le decía que valla a esa casa, era como si una voz le
hablase y le diera la respuesta.

Llegó a una casa con la pared anaranjada y una cochera en la


fachada, estaba solo, había dejado a Ángel en la cárcel
PEBEISA haciendo su trabajo. Tocó el timbre pero este estaba
malogrado, así que optó por tocar la puerta. Una señora de unos
50 años, quizás más o menos, con un lunar en la barbilla y pelo
corto alborotado.

-¿Si? ¿Qué se le ofrece?- Preguntó la señora

-Buenas tardes señora, necesito hablar con Alberto. ¿Es usted su


madre?- Cuestiono Harper

-Él no está- La señora estuvo a punto de cerrar la puerta pero


Harper coloco su mano, impidiendo que lo haga.

-Soy Harper, sabe quién soy y a que vengo. Déjeme pasar por
favor, no haga esto más difícil, solo quiero hacerle algunas
preguntas.

-Ni crea que lo va a inculpar, él es un chico bueno, ni siquiera


puede matar una cucaracha- Replicó la señora- Pase, que sea
rápido.

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Le abrió la puerta y Harper pudo pasar.
-Es por aquí- Le dijo señalándole el camino- Espere aquí en la
sala, iré a traerlo.

Harper asintió.

La señora regresó con un chico pecoso, un poco jorobado,


parecía tímido y asustado. Harper se puso de pie.

-Señora por favor, nos puede dejar solos unos minutos- Exigió
Harper

-Cualquier cosa estoy en la cocina, tú tranquilo- Le dijo a


Alberto. Retirándose del lugar

-Alberto, hola- Le estrechó la mano- Soy Harper, seguro ya


sabes de mí, por la prensa. Esta semana han estado más
molestosos que nunca. La mayoría de ellos solo busca titulares
buenos que llamen la atención de la gente, no busca informar,
solo lucrar de ello.

Alberto asintió

-Iré al grano debido a que me queda poco tiempo, mi esposa me


espera a las 7 en casa- Sonrió- Quiero que me digas todo lo que
sepas del asesinato de Melissa- Harper cambio la expresión de
su rostro, más serio.

-Yo yo yo no s...se nada señor- Dijo tartamudeando

-Yo sé que debes saber algo, estoy seguro. Intenta recordar- Dijo
Harper con tono calmado

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-Pe..Pero di..dijieron en la tele que su…su papá era el
as..asesino

-No Alberto, ya te dije que no creas todo lo que dice la prensa-


Replico Harper- Dime todo lo que recuerdes del ultimo día que
viste a Melissa

-Es..es.. esta bien- Agacho la mirada – Yo..yo iba camino al


baño del co..co..colegio, pe..pero siempre me gustaba ir por la
parte trasera del co..co..legio, donde no haya nadie que me
moleste. Ahí vi…vi a Melissa co..con Alex ,su su su

-Su enamorado, eso ya lose- Lo corto Harper- Continua

-Él le.. le tiro dos pu..puñetes en el rostro, yo..yo me fui


rápidamente- Agacho la mirada- no.. no pude defenderla- Su voz
se entrecorto- ¡Es mi culpa! ¡Por mi culpa esta muerta! –Gritó y
se puso de rodillas – Por favor no me lleve por ser cómplice –
Dijo sin tartamudear

-¡Que le hace a mi hijo! –Gritó la señora, que había salido en


defensa de su hijo con un cucharon en mano- ¡lárguese! Váyase
de mi casa- Le amenazó con el cucharon, entonces Harper se
retiró rápidamente, evitando ser golpeado.

Al salir de la casa, Harper subió a su carro a toda prisa LO


HABÍA LOGRADO, resolvió el problema, todo encajaba a la
perfección. Estaba demasiado extasiado y decidió ir
rápidamente, su esposa entendería si le contara todo lo que había
descubierto. Entonces decidió llamarla y como no contestaba le

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dejo un mensaje de voz, explicándole porque llegaría tarde a su
cena romántica.

Manejó tan rápido como pudo, ya estaba oscureciendo y se le


vino a la mente que era peligroso ir solo hasta allá. Pero decidió
sacar todo pensamiento negativo y en lugar de eso se fijó si tenía
su escopeta en la cajuela de su auto. Estaba ahí y cargada de
balas.

Llegó a una casa poco antigua, que parecía estar deshabitada.


Era algo tenebrosa por fuera. Tomó valor y entró sigilosamente,
siempre apuntando a cualquier objeto sospechoso.

Había poca iluminación, lo que hacía su trabajo más


complicado, mientras caminaba podía oír el latido de su corazón
que cada vez era más rápido, queriendo escaparse del pecho.
Decidió ir a la cocina, no había nadie ahí. En la sala tampoco,
buscó en todo el primer piso y no había absolutamente nada.

Decidió subir al segundo piso, la escalera era de madera que


chillaba con cada pisada que daba. VOLTEÓ rápidamente por
que sintió que había alguien atrás de él apuntándole con un
arma, pero no había nadie. Otra vez se dejó invadir por el miedo
“otra vez esa maldita sensación” pensó. Poco a poco el mal
presentimiento fue creciendo, iba a dar marcha atrás, salir de la
casa y llamar a refuerzos, pero cuando se dio cuenta ya estaba en
una habitación con las ventanas tapadas con madera, y una
bombilla que oscilaba.

Pudo ver en la esquina de ese cuarto una silueta de alguien


agachado, la escases de luz le impedía reconocer a la persona.

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-Levanta las manos y sal de ahí - Dijo Harper apuntando en todo
momento

Antes que pudiera mencionar otra palabra más, se oyó un


disparo fuerte. Cuando pensó que la bala había salido de su
escopeta se maldijo, pero cuando sintió un líquido caliente
recorriendo por su estómago maldijo a…

Un disparo más, pero esta vez fue en su pecho, directo en el


corazón, pudo sentir cuando el metal desgarró su ropa y su piel
en cuestión de segundos, pudo sentir como la bala se introducía
en su corazón, era una sensación rara pero no dolía.

Harper cayó al piso boca arriba y la persona que lo disparó salió


de la oscura esquina, llevaba una casaca de cuero y un jean
sucio, quizás azul.

- Sabía que eras t..tu –Dijo Harper agonizando

Su celular comenzó a sonar, supuso que era su esposa y se le


cayó una lágrima, deslizándose por su mejilla, al darse cuenta
que no llegaría a la cena.

La persona no dijo nada, camino directo a él, sacó su arma y le


dio un último disparo en la cabeza.

Harper vio a su esposa y a sus hijas en cuestión de segundos.


Luego todo se puso oscuro y sintió frio, una última sensación.
No hubo luz ni ángeles, como siempre imaginó.

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Capítulo final

-Nunca llegó a nuestra cena, cumplíamos 28 años de casados-


Se le quebró la voz- Sí, nos casamos demasiado jóvenes. Pero
cuando nos conocimos éramos tan diferentes que nos
complementábamos bien. Aún recuerdo aquel parque donde él
se me acerco y me dijo “Has visto a una chica llamada
Valesca”- Se le cayó una lagrima- Tremendo idiota yo era
Valesca.

La esposa de Harper comenzó a llorar, alguien con una bata de


doctor se le acercó y le ayudó a calmarse. Todos lo conocidos y
amigos de Harper estaban alrededor de un ataúd de madera,
cabizbajos con los ojos en el suelo y las manos entrelazadas.

-Él era un buen esposo- Continuó Valesca- Era cariñoso,


respetuoso y un buen ejemplo para sus hijas. Y..y ahora ellas
crecerán sin su padre.- Valesca fue corriendo al ataúd y lo abrió,
y acariciando el cabello de Harper dijo- Lo siento, lo siento
mucho, mi amor, todo esto es mi culpa- le dio un beso en la
frente y cayó al piso llorando desconsoladamente

Una chica se la llevó a una habitación para que esta se calme.

Mientras tanto todos los invitados al velorio hacían cola para


darle el último adiós a Harper. Ángel fue el primero, se sacó la
bata y la dejo junto a las flores

-Era mi bata favorita, espero estés contento, ya me la quité- Dijo


Ángel con la voz entrecortada. – Ahora es tuya, viejo amigo.
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Luego su hija menor dejo un osito de peluche, la mayor le dio
un beso en la frente y le dijo “te amo” casi llorando. Varios
policías y colegas de este, pasaban uno seguido de otro, diciendo
palabras afectivas que nunca hubiesen dicho si estuviese con
vida.

En la otra habitación del lado, se encontraba Valesca tomando


un vaso de agua e intentando calmarse, pensar en otra cosa y así
despejar su mente. Debía ser fuerte por sus hijas.

Cogió su celular y decidió escuchar el mensaje de voz que le


había dejado la última vez su esposo. Quería escuchar su voz
por última vez.

Hola amor por fin he resuelto el caso, todo tiene sentido ahora,
Iré a la casa 324 jirón Rebaliati al final del distrito. Como tenia
mis sospechas he venido averiguando y sé que aquí se encuentra
el culpable. Llegare una hora más tarde así que no te
preocupes. Hoy acabara todo. Te amo, no lo olvides..

Tuvo razón “Todo acabo ese día”.

Al escucharlo se quedó tan sorprendida que toda pena y sus


lágrimas desaparecieron. Sea lo que sea que haya en esa casa, el
asesino estuvo ahí o seguía ahí, debería acabar con esto, debía
averiguarlo. No lo pensó cogió su arma y su placa. Dejó el lugar
a toda prisa.

Al llegar a la dirección notó que no había casas aledañas por lo


que llamo a su jefe para que envié refuerzos

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-Alo, sí comandante me encuentro en 324 jirón Rebaliati , si si
la que está al final del distrito.. ¿Velorio? Ya acabo estoy
trabajando ahor.. ¿Qué? ¿Qué me tome la semana libre?.. Alo
alo alo –Había colgado- Mierda- susurró- Ni modo, estamos
solos en esto Harper.

Bajó del carro con el arma en la mano en todo momento. La


casa parecía deshabitada y muy antigua. No tenía miedo, estaba
segura de sí misma y dispuesta a matar a quien sea, así ella
muera en el intento.

Decidió sacarse los zapatos para ingresar a aquella casa y no


hacer ruido. Antes de entrar la bordeó analizando cada parte por
fuera, Notó que en el segundo piso las ventanas estaban tapadas
con alguna madera o tela. “Ahí debería estar el asesino” se dijo a
sí misma. Ya sabía su objetivo.

Entró sin hacer ningún ruido molesto, que alertara al asesino. Al


querer subir las escaleras y pisar el primer peldaño escucho que
este chillaba, por lo que decidió no subir, sino que este baje a
buscarla. Fue a la cocina y se puso a buscar cualquier objeto que
hiciera bulla. Encontró un vaso de vidrio, lo lanzó sin pensarlo
dos veces.

Solo espero, apuntando a la puerta de la cocina en todo


momento.

Nadie entraba, ni se escuchaban sonidos afuera. Decidió salir


seguro el asesino ya se había ido. Al cruzar la puerta… SALTÓ
DE SUSTO se encontró con una persona, Valesca apuntó

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rápidamente, la persona con una casaca de cuero y jean azul
sucio hizo lo mismo.

Al darse cuenta quien era su rostro palideció, no podía creerlo.

-¡Tú! – Dijo sorprendida, en todo momento apuntando con su


arma – ¡¿Por qué lo hiciste?!

Era Melissa, estaba viva. Ahí apuntándole con un arma, con la


cara un poco sucia y el cabello cortado hasta los hombros. Pensó
que era un sueño, pensó en peñiscarse, pero decidió seguir
apuntando

-¡No es tu problema!, Harper metió sus narices donde nadie lo


llamó- Replico Melissa- No lo iba a matar hasta que él me
descubrió, y nadie podía hacerlo- Se le escuchaba como una
psicópata y se le veía como tal.

-¡ERES MALDITA! Él murió tratando de hacer justicia por ti-


El rostro de Valesca cambio de expresión.

-Yo...yo no quería que nadie más muriera- dijo dejando de


apuntar y golpeándose el pecho con la mano que tenía el arma-
Todo es culpa de él, si él nunca hubiese abusado de mí, jamás
yo.. –Volvió apuntarle cambiando el tono de voz de arrepentida
a amenazadora.- ¡Tú lo conoces! Sabe lo que es capaz

-¿Te refieres a tu padre?- pregunto Valesca

-Él, él me violó cuando yo no sabía que era sexo, cuando apenas


tenía 4 años, lo recuerdo porque fue cuando mi mamá lo
encontró y la mató en mi propia cara. ¡Maldito! Es un maldito.

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Pensé que no lo haría nunca más pero hace meses me violaba
cada fin de semana, cuando mi hermano se iba a jugar ¡Sabes
que se siente que tu propio padre te viole, maldita perra! No lo
sabes, ¿no? Desde que comenzó hacerlo cambie por completo,
lo volví parte de mí, los domingos en la tarde solo esperaba
desnuda que mi padre llegue y tenga sexo conmigo. Era su puta.
Yo vi como la mató y me dijo que me mataría a mí y a Diego.
Hace meses vengo planeando esta venganza, quería que sufriese
todo lo que yo sufrí, quería vengarme pero sin matarlo tan
pronto, porque sería un camino fácil para el.

La mirada de Melissa parecía perdida, las dos habían bajado la


guardia, con el arma abajo. Valesca no quería interrumpir,
quería saber todo. Entonces Melissa continúo.

-Por eso decidí fingir mi muerte. Primero encontré a una


víctima, no me mires así, no la maté yo. Estaba muerta, solo la
compre. Le quemé el cabello le saqué los ojos, corté todo su
rostro y coloque mi collar. Debían pensar que era yo, por eso las
gotas de sangre iban a dirección a la enfermería del colegio.
Sabía que intentarían comprobar si era yo, por eso cambie mi
muestra de sangre, con la de la chica muerta. Por eso coincidían
y aseveraron que era yo. – Melisa sonrió - ¿Muy inteligente
verdad?

-Déjame adivinar, cogiste las zapatillas de tu padre y la


embarraste con la sangre e hiciste huellas fuera del baño. -
Agrego Valesca

-Exacto, para que lo culparan a él. Un día, después de violarme


me metí al baño y saqué todo el semen que había depositado en

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mí y fue ese semen que coloque en la vagina del cadáver con
ayuda del cuchillo.-

-¿Dónde entra el profesor en todo esto?- Pregunto valesca

-Él solo se involucró. Nunca me violó, yo lo le pedí que tuviera


sexo conmigo porque me gustaba y quería conseguir las llaves
del baño de profesores. Pero como no cooperó mostré el video a
la directora. – Melissa dio una risa de loca- Pobrecillo

-Entonces ¿porque pagaste al recepcionista del hotel para que


obstaculice la investigación? Si no tenías nada en contra del
profesor- Pregunto Valesca

-¿Qué? –Dijo sorprendida Melissa- Yo no pagué a ningún


recepcionista. Pero si pagué a un guardia de la cárcel para que
violen, a mi padre, todos los reos posibles. Haciéndome pasar
por la mejor amiga de Melissa que quería cobrar venganza. Yo
era mi mejor amiga- Rio fuertemente- El mismo día después de
que lo violen el cobarde se ahorco en su celda.

Valesca no sintió asco por lo último que dijo, sentía que el señor
Fuentes se lo merecía por todo lo que hizo. Pero quien es ella
para juzgarle.

-¿Cómo se enteró mi esposo que eras tú?- Pregunto con la voz


calmada

-Moretones. Alex me tiró dos puñetes el día que se enteró del


video del profesor, Alberto me vio, jamás pensé que ese
tartamudo sería un soplón. El cuerpo que hice pasar por mí, no
tenía hematoma alguno. Se me paso ese pequeño detalle –

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Agacho la mirada- Disculpa por matar a tu esposo, pero no
podía permitir que alguien me descubra, nadie sabe que estoy
acá.- Dijo Melissa sonriendo.- ¿Puedes guardar ese secreto? Por
favor, podemos ser amigas, o quizás hermanas ¿Qué dices? – Al
ver que no respondía Melissa cambio de rostro y exploto- ¡TÚ
ME DELATARAS! – Las dos chicas apuntaron
simultáneamente con sus armas mutuamente, Melissa a Valesca
y viceversa.

-¿Segura que quieres hacer esto?- Preguntó Valesca

-No pienso que cuentes mi secreto y no quiero ir a la cárcel.


¡Primero muerta!- Gritó Melissa

Un disparo se escuchó hasta unos metros fuera de la casa.


Aquella bala pudo ser de cualquiera de las dos.

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Epilogo

La gente juzga la consecuencia pero no la causa…

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