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ES
Del GRITO….
Al DIÁLOGO
Ejercicio Espiritual 3
Objetivo: Mostrar que el diálogo es el cimiento de la vida fraterna, ya que nos lleva a exponer ante
otro el corazón, compartir humildemente la experiencia de Dios que cada uno posee y ofrecer
públicamente un testimonio de unidad.
Ambientación: A partir de este cartel, compartir las impresiones que causa en los participantes,
el guardar silencio antes de querer gritar o discutir.
ES
El animador/a lee en voz alta el tema de hoy señalando el letrero con el título y con la imagen.
Después hacen todos juntos la siguiente invocación:
“Aquí estamos, Señor, congregados en tu nombre. Quédate con nosotros. Penetra en nuestro
corazón, hazlo dócil a tu palabra e inspira nuestras decisiones.
Que juntos sepamos escucharte y descubrir lo que tenemos que hacer para ir dejando atrás el
individualismo que nos aqueja y caminar cada día construyendo la fraternidad que Tú quieres para
tus hijos”. Padre Nuestro…Amén.
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Preguntas: Las redes sociales contribuyen al diálogo entre personas o, más bien, generan
dispersión y aislamiento? ¿Las campañas políticas se basan en el diálogo o en el
revanchismo?
Hoy vivimos una época de contrastes: por un lado, anhelamos la unidad y la
concordia, y por otro lado fomentamos la discordia y la rivalidad. Levantamos
las banderas reclamando la paz, pero al mismo tiempo somos testigos de
odios raciales y discursos políticos que descalifican al contrario. Incluso
quienes compartimos la misma fe en Jesucristo nos enredamos en
discusiones religiosas que solo engendran rechazo mutuo. En los mismos
grupos de iglesia nos denigramos unos a otros. Queremos diálogo y
producimos diálogo de sordos, donde cada quien trata de imponer sus ideas
y vencer al rival a como dé lugar.
¿Cuál es el papel de los cristianos en este ambiente de violencia verbal?
¿Cuál es el testimonio de la comunidad católica frente a este diálogo de sordos?
REFLEXIÓN
Un día, Dios salió al encuentro del hombre para iniciar un diálogo de salvación. Lo hizo como un
amigo busca a un amigo. Lo hizo respetuosamente y poniéndose a la altura de su interlocutor. Lo
hizo con palabras acompañadas de hechos, de obras, de acciones. Y el propósito divino fue
provocar una respuesta que abarca a toda la persona y compromete toda la vida: se llama FE.
El diálogo de Dios con su pueblo llegó a su punto culminante en Jesús. Y quienes han creído en
Jesús quedan trasformados por el amor fraterno para hacer extensivo el diálogo de salvación a todo
el mundo.
La iniciativa la toma Jesús: quien está más lleno de amor siempre da el primer paso y no se queda
a la espera. No pierde el tiempo ni pone pretextos.
El diálogo es limpio y respetuoso: No atropella la conciencia, no finge ni disimula para atrapar al
otro en sus redes, no condena ni se impone por la fuerza. La mira como una hermana.
El diálogo es de corazón a corazón: no busca rodeos, va a lo esencial, habla y escucha, responde
a la preguntas sin evadirse, mira a los ojos, toca la intimidad con delicadeza y señala las cosas con
franqueza. Esto lo llevará a contemplarla como hermana.
Le interesa el bien de la persona, no el apuntarse un prosélito más para su religión. No se mueve
por segundas intenciones. Sólo la verdad es su propósito.
Le abre paso a Dios en el alma de su interlocutor y le invita a abrirse a la fe, a la adoración del Dios
vivo y verdadero.
En conclusión, el diálogo es como un fino tejido que va entretejiendo los hilos con respeto, con
verdad y caridad, para crear una comunicación viva y constructiva, de la cual pueda brotar una
fraternidad sólida y duradera.
El diálogo es un arte que hay que cultivar con esmero. Es una gracia que hay que pedir día con día a
Dios. Es una tarea que juntos estamos llamados a cumplir en comunidad.
DIÁLOGO
Ponemos las manos en nuestros oídos, mientras decimos a la persona que está a nuestra derecha:
Aquí están mis oídos, para escucharte cuando lo necesites
Cuando terminen todos, ponemos las manos en nuestros labios, mientras decimos a la persona
que esta a nuestra izquierda: Aquí está mi boca, para cuando necesites uan palabra de aliento,
de consuelo o de esperanza.
COMPROMISO
Pensemos en las ocasiones en que hemos gritado o hemos hecho sentir mal a alguien con
nuestras palabras.
Pensemos qué tono o qué palabras hubiéramos podido utilizar para no ofender a nadie.
Hagamos el compromiso de detenernos ante el impulso del grito o del insulto de ahora en adelante.
ORACIÓN.
“Señor, ayúdanos a mantener abiertos nuestros oídos para escuchar las necesidades de nuestros
hermanos. No permitas que nos encerremos en nuestro propio egoismo y permanezcamos sordos a
sus necesidades.
Ayúdanos a callar ante el impulso de gritar o responder con insolencia a otras personas. Que no
sean nuestros labios instrumento para humillar o herir, por el contrario, permite Señor que de nuestra
boca salgan palabras que lleven a un verdadero diálogo y entendimiento”.