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7/10/2018 Teologías deicidas

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PARÁBOLAS Y FÁBULAS - POESÍA - RELIGIOSOS - TEOLOGÍA

Comentario del P. José María Carreras S.J.

En: Revista Teológica Limense, Vol. XXXV – Nº 1 – 2001. Págs 120-123

El autor se ocupa del pensamiento de Juan Luis Segundo S.J. porque, según el Padre Cándido Pozo S.J., profesor de
la Universidad Gregoriana y miembro de la Comisión Teológica Internacional, este jesuita, fallecido hace cinco años
es, “entre todos los teólogos que reaccionaron ante la Instrucción de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre
‘Algunos aspectos de la Teleología de la Liberación’ (del 3/9/1984), quien ha elaborado con más profundidad la
justificación teológica del conflicto” (p. 138).

No es ésta la única razón. Como demuestra el autor, con una bibliografía exhaustiva, Juan Luis Segundo sigue siendo
un autor cuya doctrina alimenta un centro importante de controversia, tanto en Europa como en Latinoamérica, donde
sigue recibiendo elogios póstumos. De aquí la importancia y actualidad del libro que nos ofrece, tanto en forma
global, como atendiendo a multitud de facetas, el pensamiento del teólogo uruguayo, tan en contacto con las
principales teologías europeas, católicas y de todas las confesiones.

La aparición de esta obra, ofrece además un punto de referencia importante para comprender otras teologías de la
liberación prácticamente en sintonía con la de Juan Luis Segundo. Esta nos muestra con más profundidad cuál es el
verdadero telón de fondo.

Desde el fallecimiento de Juan Luis Segundo, el 17 de enero de 1996, están interviniendo en la recomendación de sus
obras y de su enseñanza, personas, instituciones y revistas representativas de la Compañía de Jesús, como muestra el
P. Bojorge en la Bibliografía de su obra (especialmente en la página 379). Esto podría suscitar la impresión de que la
Compañía misma asume y difunde como propias las doctrinas de Juan Luis Segundo (cf. p. 13). Nada más lejos de la
realidad. Por eso, el P. General de la Compañía de Jesús, Peter Hans Kolvenbach escribía al P. Bojorge:

“Sería oportuno que Usted publicara su evaluación de la obra del P. Segundo, participando así en el diálogo
teológico y contribuyendo a la formación de la mentalidad de los cristianos y, en particular de los miembros de la
Compañía” (Carta del 7 de mayo de 1997).

En esta obra se estudian, junto al pensamiento de Segundo, ciertas corrientes teológicas relacionadas con él,
sumamente drásticas frente a la fe, como, por ejemplo la corriente llamada “de la muerte de Dios”. Esto ayuda a
comprender el tono del título de la obra.

Desbordaría el marco de esta breve presentación, entrar a fondo en los temas del pensamiento de Juan Luis Segundo
que desarrolla el autor, pero se pueden señalar brevemente algunos puntos.

Uno de ellos es ciertamente de una gran importancia, es la del verdadero significado que tiene para Segundo el
Magisterio de la Iglesia. Una faceta de esta actitud, implícita en otras teologías de la liberación, se hace explícita con
una gran crudeza, en su obra, “Teología de la Liberación. Respuesta al Cardenal Ratzinger” (Cristiandad, Madrid,
1985): “Deseo dejar esto en claro desde el comienzo: entiendo que mi teología (es decir mi interpretación de la fe
cristiana) es falsa si la teología del documento es verdadera o es la única verdadera” (p.27).

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Según Bojorge, y a demostrar esto dedica gran parte de su obra, “en esto Juan Luis Segundo no se engañaba” (p.
340).

En lo que se refiere a las cuestiones que son de fe, Bojorge nos dice: “Juan Luis Segundo no niega frontal y
abiertamente las convicciones de fe respecto al Magisterio. Pero siembra su camino de cuestionamientos, objeciones
y dudas o cita profusamente opiniones de autores que sí se oponen, manifestando su simpatía por ellos aún por
encima de puntuales disensos” (p. 192).

El autor va estudiando todo esto, en los casos del relativismo histórico, historicismo, marxismo, materialismo, tan
unidos entre sí mostrando su penetración en el pensamiento de Segundo del cual afirma: es en filosofía, agnóstico y
relativista. A pesar de lo cual, estima que un saber filosófico tan marcesible como la flor del campo, puede brindarle
fuerza y perdurabilidad a la palabra de Dios” (p. 113).

Como consecuencia de este relativismo filosófico, se señala que Juan Luis Segundo, junto con los mencionados
errores ingresa en el gremio de los gnósticos modernos, que se iluminan con el pensamiento esclarecedor de M. J. Le
Guillou sobre el mismo (p. 114). El autor, desarrolla en forma sugestiva (pp. 164-168) cómo una serie de grandes
teólogos modernos han sabido caracterizar estas ideologías “gnósticas” que no hay que confundir con los “gnósticos”
de la primitiva Iglesia. Así lo han hecho Le Guillou, De Lubac, von Balthasar, Ratzinger, Manaranche quienes les han
dado ese nombre y las han caracterizado como aquellas ideologías que colocando como base de la fe un elemento
variable (la razón en Kant; la subjetividad; lo existencial en Bultmann; la historia; la utilidad social y la
antropología), combaten a los creyentes que se atienen a la interpretación tradicional de la fe, acusándoles de “no ser
dialogales” (pp. 206-210). El autor pone algunos ejemplos de ideologías gnósticas y muestra sus consecuencias (p
210-214). Dedica el capítulo 11 a la “Eclesiología Gnóstica”, en la que coloca la eclesiología de Segundo (pp. 303-
314), y en el Anexo 2 (pp. 349-354) estudia la reducción de la fe a gnosis. Es éste uno de los temas en que este libro
entra más a fondo.

Igualmente, se nos dice cómo el relativismo influye en la noción de los dogmas de fe: “Una de las tesis principales,
quizás la principal de esta obra, (está hablando de la obra de Juan Luis Segundo, “El dogma que libera. Fe,
revelación y magisterio dogmático” Col. Presencia Teológica 53, Ed. Sal Terrae, Santander 1989, 408 pp.), es que el
dogma católico no sólo ha ido evolucionando y cambiando según la praxis histórica eclesial, sino que ha ido siendo
históricamente recreado. Juan Luis Segundo está de acuerdo en que esto haya sido así – como se desprende de lo que
ha dicho en 3.1 acerca de su comprensión de la revelación - y propone que se debe seguir haciendo siempre lo
mismo, sólo que deben tomar la posta las instancias democráticas y moverse en otra dirección opuesta y con fines
opuestos a los del Magisterio hasta ahora” (p. 117).

Claro está que con eso la misma noción del dogma de fe se diluye como sucede en otras teologías de la liberación, y
con ella toda “trascendencia” .

“Inmanencia” frente a “trascendencia”, éste es en realidad el problema de las teologías de la liberación. El peligro de
caer en la primera, en un “reduccionismo” inadmisible, es el peligro que nos viene señalando el Magisterio desde la
“Evangelii Nuntiandi” hasta nuestros días. No sólo el Magisterio sino al mismo tiempo una nube de teólogos sensatos
de todos los países. El autor se suma a ellos y toca el problema ampliamente. Llega a la conclusión de que la “fe” en
la historia, toma el lugar de la fe cristiana (p. 167), y se convierte en la medida para juzgar la Revelación, la
tradición, el Dogma, el Magisterio, la constitución jerárquica de la Iglesia, a toda otra autoridad eclesial, así como a la
fe del pueblo fiel (p. 167).

No es posible detenernos en una serie de puntos interesantes de que trata el autor, como de un “Pan-energismo” que
trata, un tanto ingenuamente, de trasladar a la teología las leyes de la termodinámica (p. 172), la identificación de la
humanidad con la Historia de Salvación y la influencia de W. Pannenberg en Juan Luis Segundo, que el autor
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desarrolla en forma sugestiva (pp. 164-168). Así nos va exponiendo cómo se va definiendo históricamente el perfil
teológico de Juan Luis Segundo, terminando con una nueva teología sustraída a cualquier criterio normativo (pp. 247-
267) y con el ataque a la teología académica (pp. 267-269), tema este último que aparece crudamente en otras
teologías de la liberación. (No se ve cómo este ataque, no es un ataque al Magisterio que suele expresarse con el
lenguaje de la teología académica no pocas veces, aunque otras veces use los términos en el sentido popular).

Aunque a lo largo de la obra se ha ido exponiendo la incompatibilidad del pensamiento de Juan Luis Segundo con el
Magisterio universal de la Iglesia, se añaden al final declaraciones de obispos uruguayos sobre el particular. Tiene
especial fuerza la de los representantes de la Conferencia Episcopal Uruguaya (p. 329), según la cual los errores del P.
Segundo son “ruinosos para la fe” (31-12-1985).

La obra es de gran utilidad para conocer el pensamiento de este importante representante de la teología de la
liberación, al que se refiere la Instrucción “Libertatis Nuntius” de 1984.

José María Carreras S.J.

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