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Med. / vol. XLII / No. 166 / Septiembre - Diciembre (2016) / pp.

511-542 - ISSN 0121-4977 / Bogotá-Colombia

Discernir:
Algunos criterios de iluminación
“La Iniciación a la vida cristiana,
su importancia en la vida y la misión de la Iglesia”

Froilán Hernández Gutiérrez*

Resumen:

La fe no se presupone por tanto hoy se convoca a ope-


rativizar la acción eclesial desde el proceso, concretado
en el Paradigma de la Iniciación a la Vida Cristiana. La
catequesis nació precisamente en el catecumenado, esto
ofrece metodológicamente un proceso que parte de ele-
mentos esenciales de la iniciación, por tanto asumiendo
el proceso catecumenal y su lógica en la catequesis, y
también en la formación de los catequistas se propicia 511
una renovación decisiva. medellín 166 / Septiembre - Diciembre (2016)

Palabras claves: Discernir como método, Iniciación,


Itinerario, formación, Comunidad.

* Presbítero de Costa Rica, Diócesis de San Isidro de El General. Licenciado en Pedagogía


por la UNED y licenciado en Teología con especialidad en Catequética y Educación por
la Universidad Pontificia Salesiana de Roma. Estudios del Doctorado en Teología en la
Universidad Laval de Quebec Canadá. Actualmente es Vicario Episcopal de Formación
y Catequesis, miembro del CENACAT, coordinador nacional del Departamento de For-
mación y miembro del Consejo Presbiteral y del Consejo Episcopal. Correo electrónico
revistamedellin@celam.org
Discernment:
some enlightening criteria.
“The introduction to the Christian life,
its importance in the life and mission
of the Church”

Summary:

Faith is not assumed, and so currently we are invited to


make operative ecclesial action, from its very method,
focused on the paradigm of initiation to the Christian
life. Catechesis was born precisely in the catechumenate,
which offers methodologically a process that proceeds
from the essential elements of initiation, therefore assu-
ming the catechumenal process and its logic in cateche-
sis, as well as the formation of catechists, conducive to a
decisive renewal.

Key words: Discernment as method, route, initiation,


training, community.

512
medellín 166 / Septiembre - Diciembre (2016)
E
INTRODUCCIÓN

l documento: “La Alegría de Iniciar Discípulos Misio-


neros en el cambio de época” (AIDM), del Departa-
mento de Misión y Espiritualidad del CELAM en el
año 2015, aspira a ser una respuesta concreta al
reto fundamental de mostrar la capacidad de la Igle-
sia para promover y formar discípulos misioneros (DA 14).

Elaborado bajo una estructura de tres grandes apartado o


capítulos que bien podría ser entendida como propuesta metodo-
lógica que recupera y al mismo tiempo reelabora la perspectiva del
popular método ver, juzgar, actuar1, en respuesta a la necesidad de
integrar un camino no sólo en cuanto a la redacción del texto sino
también como proceder que anime una modalidad operativa de Ini-
513
ciación a la vida cristiana en la Iglesia latinoamericana y del caribe
medellín 166 / Septiembre - Diciembre (2016)

(DA 294).

Está surgiendo por tanto, el método: Contemplar, Discernir y


Proponer, que desde la perspectiva latinoamericana es reconducido
a una comprensión metodológica con énfasis histórico-empírico,
crítico y proyectual, de modo que el marco teológico se articula con
la perspectiva metodológica de la acción evangelizadora.


1
Desde la reinterpretación del modelo: ver, juzgar y actuar utilizado frecuentemente en
campo teológico-pastoral Latinoamericano, este documento comienza a reapropiarse de
una intuición metodológica, desde una nueva perspectiva, superando algunas deficien-
cias evidenciadas en el pasado; por tanto se presenta como una propuesta en cuanto a
las implicaciones y necesidades de replanteamiento metodológico en ámbito eclesial.
Froilán Hernández Gutiérrez

Contemplar en AIDM consiste en hacer surgir la situación


actual de la catequesis en particular y su práctica concreta desde
los protagonistas, implica superar la lógica del simple diagnóstico
y hacer emerger una comprensión aceptable en razón de su propia
complejidad, a manera de identificar los elementos integrantes y
conexos que implica.

AIDM contempla desde una mirada de fe sobre nuestro tiempo,


según la propuesta del Papa Francisco: …lo que quiero ofrecer va
más bien en la línea de un discernimiento evangélico. Es la mirada del
discípulo misionero, que se alimenta a la luz y con la fuerza del Espí-
ritu Santo (EG 50). Contempla específicamente el camino postcon-
ciliar de la catequesis propiamente en Latinoamérica con énfasis en
la situación contemporánea.

De modo que, en medio de la complejidad reconoce un cambio


de época notable (13), siendo testigos de cambios vertiginosos (15)
que plantean nuevos desafíos a la catequesis (16). Contemplación
que queda firme en el llamado a superar la crisis en la transmisión
de la fe (27) y evidencia la necesidad de la conversión pastoral
como búsqueda de formas para acompañar el camino de fe (37).

514 Discernir en AIDM consiste en tener cuenta una comprensión


activa2, implica el arte de integrar y distinguir con respecto a lo
contemplado y a los aspectos que entraña y suscita, a la manera
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de lo que Paul Ricoeur considera un tiempo hermenéutico3. Esto


por tanto destaca la integración de los elementos potenciando sus
interacciones, al mismo tiempo supone una relectura profunda de
lo contemplado.

Discernir significa desarmar la complejidad que implica la


catequesis para una comprensión precisa, a manera de descifrar


2
La comprensión activa hace referencia a comprender actuando, a correlacionar lo teó-
rico y lo práctico en un mismo nivel. Acá no consiste en una comprensión teórica simple-
mente, sino en una comprensión que provoca una transformación, a manera de lo que
propone Jean Guy-Nadeau. La problématisation en praxéologie pastorale, p. 182.

3
RICOEUR, Paul. Temps et récit. Paris: Seuil, 1983, p. 100.
Discernir: Algunos criterios de iluminación

y formalizar una interpretación actualizada. Es un esfuerzo con-


creto de iluminar, esclarecer y comprender mejor desde la Tradi-
ción eclesial, considerando efectivamente la Sagrada Escritura, el
Magisterio, la teología y la acción evangelizadora en un contexto
especifico.

Al edificar el tratamiento metodológico con la contemplación


y el ejercicio hermenéutico del discernir nos conduce a un conjunto
de proposiciones en vista a ofrecer asertivas respuestas para la
catequesis actual, de modo que Proponer consiste en una interpre-
tación actuante, por tanto estratégica, en vista a desarrollar accio-
nes pertinentes para la catequesis, en consideración a la Iniciación
a la Vida Cristiana.

Proponer consiste en mediar la práctica de la catequesis,


explorando nuevos horizontes y posibilidades, en orden a facilitar
un proceso de catequesis en correlación a la dinámica de la Inicia-
ción, proyectando la construcción de un modelo catecumenal con-
sistente para la acción catequética.

Desde AIDM proponer asume la lógica de la proyectación4


de la práctica catequética a través de líneas o consideraciones de
acción, con atención particular a nuevos horizontes (103), al mismo 515
tiempo propone soluciones a través del desarrollo de acciones per-
tinentes como respuesta a la problemática evidenciada en orden
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a la Iglesia (107), a la catequesis (116), al catequizando (123) y al


catequista (136).

Asumiendo la reelaboración metodológica en el contemplar,


discernir y proponer se fórmula un caminar que nace de lo concreto
de la práctica de la catequesis. Entonces se asume una visión siste-
mática y orgánica al contemplar como enfoque empírico, discernir
como enfoque hermenéutico y proponer como enfoque proyectual,


4
La proyectación es un proceso amplio y complejo, se ejecutada concretamente en vista
a una actuación estratégica y organizativa a manera de plan de acción. En AIDM las pro-
puestas no son simples ideas o categorías sino que implican un desarrollo adecuado que
se constituye en planes o proyectos.
Froilán Hernández Gutiérrez

por tanto resulta un marco paradigmático en mutua interacción


con un proceder auténticamente teológico y metodológico.

Así determinada inicialmente la cuestión metodológica en este


documento, viene vinculado por tanto con la intuición que aborda
el reto de asumir las acciones desde la perspectiva de los procesos
de Iniciación a la fe. El resultado contenido en el documento AIDM
es ciertamente una luz que ilumina nuestros criterios para actuar la
renovación en la catequesis.

1. EL PARADIGMA DE LA INICIACIÓN A LA VIDA CRISTIANA

En adelante se ofrece una interpretación del discernir ejer-


citado en AIDM, en este texto se insiste en una renovación califi-
cada como paradigmática, que concretamente viene identificada
en ámbito catequético, con concebir la catequesis como un verda-
dero proceso de iniciación a la vida cristiana, proceso que tiene en
el catecumenado primitivo su fuente inspiradora y modelo vigente
(38).

Tal renovación ha sido solicitada insistentemente desde dife-


rentes ámbitos, en la reflexión catequética, en el Magisterio y en la
516 propia labor de la catequesis. El catequeta Emilio Alberich resume
esta solicitud a manera de una urgencia, al describir la situación de
la catequesis: …hay que reconocer que, en su forma masiva y tradicio-
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nal, la catequesis muestra hoy signos evidentes de una grave crisis 5.

El punto de la situación actual de la catequesis, por tanto, exige


una adecuada iluminación, en el documento AIDM, se ejercita un
discernimiento desde la propuesta de Aparecida, así puntualizado:

El cambio de paradigma exigirá, por lo tanto, buscar y dis-


cernir nuevas formas de acompañar el camino de fe, no solo
de los que se adhieren a Cristo como discípulos por primera
vez, sino de aquellos que, habiendo recibido este don en la


5
ALBERICH, Emilio. Catequesis Evangelizadora. Manual de catequética fundamental.
Madrid: CCS, 2003, p. 25.
Discernir: Algunos criterios de iluminación

infancia, no lo han desarrollado en su vida. Aparecida hace


su apuesta por el modelo operativo de iniciación cristiana
como manera ordinaria e indispensable para llevar a cabo la
evangelización (37).

Tal consideración viene afirmada en razón de respuestas


solicitadas a la hora de contemplar, de modo que ante los desafíos
actuales se requiere una renovación en orden paradigmático. Es
necesario delimitar concretamente a que se refiere el documento,
en cuanto el significado de paradigma, pues actualmente no disfruta
ni de un conceso generalizado ni de una definición satisfactoria.

El autor Thomas Kuhn popularizo su uso, y define paradigma


como "una completa constelación de creencias, valores y técnicas,
compartidas por los miembros de una determinada comunidad"6.

Ciertamente la definición propuesta es tan amplia que carece


de concretes y por tanto ofrece una visión conceptual genérica,
provocando una comprensión poco precisa que conlleva muchos
enfoques, de ahí la falta de conceso sobre el significado y el uso del
término.

El texto AIDM utiliza la palabra paradigma pero no conceptua-


liza expresamente lo que comprende por ella, parte de una compre-
517
sión recientemente aceptada en ámbito catequético que refleja la
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considerar del paradigma como un conjunto de teorías y prácticas


que engloban la acción de la catequesis; en tanto, tal concepto cada
vez más se viene comprendiendo en clave de una renovación ejerci-
tada en vista a reelaborar el modelo de catequesis vigente.

Concretamente la lectura de AIDM propone asumir la con-


cepción de paradigma en el sentido de comprender actuando un
modelo iniciático, pues los cambios de época nos exige concebir la
catequesis descubriendo acentos indispensables para responder a
la misión actual de la catequesis en la Iglesia, por tanto se concentra
en la elaboración y operatividad de un modelo global de catequesis.


6
KUHN, Thomas. Estructura de las revoluciones científicas. México: FCE, 1970, p. 201.
Froilán Hernández Gutiérrez

La intuición presentada en AIDM en cuanto a la iniciación a


la fe conlleva interpretar lo paradigmático al determinar la proble-
mática en ámbito de la catequesis en orden epistemológico y con-
secuentemente metodológico; por tanto el punto focal al que hace
referencia, está en el modelo de comprensión y acción de la cate-
quesis, de modo que toca un aspecto esencial y no estima simples
asuntos secundarios, a manera de una renovación esencial y no
simplemente cosmética para la catequesis.

Esta pulsación paradigmática consiste en concretar un pasaje


catequético de modelo, concretamente en concebir la catequesis
como un verdadero proceso de iniciación a la vida cristiana (AIDM
38) que sea acogido e implementado en las comunidades.

Así apropiado el sentido de lo paradigmático en cuanto a


construir un modelo comprensivo de catequesis, centra la aten-
ción principalmente en ubicar o volver a situar correctamente la
catequesis en el lugar donde ella nació (AIDM 39), este esfuerzo
merita en sí mismo la considerable novedad, en tanto que entrega
una compresión renovada de la identidad, tareas y mediaciones de
la catequesis. En estos aspectos mencionados se descifra el sentido
paradigmático en el documento.
518
AIDM sostiene con consistencia que es en el catecumenado
primitivo donde nace la catequesis, sin duda esta ubicación tem-
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poral e histórica de la catequesis provoca al mismo tiempo una


ubicación epistémica y metódica concreta en la propuesta evange-
lizadora actual; sin duda esta es la puntualización más relevante
expresada en el texto pues de ella surgen concéntricamente todos
los demás detalles y aspectos desarrollados.

Devolver a la catequesis su ubicación implica recuperar su


naturaleza de carácter catecumenal, por tanto la propuesta actual
de la catequesis no puede ser otra que una catequesis al servicio de
la iniciación cristiana (DGC 66).

La exigencia actual de reconsiderar la catequesis desde su ori-


ginante situación, provoca un equilibrio de la labor catequética en
Discernir: Algunos criterios de iluminación

el contexto de toda la acción evangelizadora de la Iglesia, de modo


que lo específicamente catequético recompone su naturaleza pro-
pia en la experiencia catecumenal.

Es necesario por tanto considerar que al acentuar el enfoque


de la iniciación a la vida cristiana no es la naturaleza de la cate-
quesis la que cambia, sino más bien la manera de concebirla, de
forma que se articula una legitima recuperación de su auténtica
naturaleza; esto acompaña la convicción de que el desarrollo de
la catequesis durante los siglos ha ido perdiendo su propia esen-
cia, particularizando algunos elementos y perdiendo su la glo-
balidad del acto catequético, a manera de una fragmentación de
la catequesis.

A nivel histórico acentos particulares en la catequesis han


derivado en la ejercitación de una catequesis fraccionada desdibu-
jando su naturaleza integral. De modo que perdiendo su identidad
más profunda la comprensión y ejercicio de la catequesis se ven
limitados, como por ejemplo al adoctrinamiento, a la exclusiva pre-
paración para la recepción de los sacramentos, o a la pérdida de la
identidad creyente.

Los modelos de catequesis7 que al perder la lógica global e 519


integral del catecumenado, en algunos casos no han logrado ofrecer
compresivamente todo su potencial, por tanto la renovación de la
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catequesis consiste en comprender y actuar la catequesis en cuanto


lo que ella verdaderamente es, es decir recuperar su identidad.

Lo paradigmático en AIDM viene así presentado desde el


marco del modelo para la acción catequética en lo iniciático, por
tanto consiste en la cimentación de un modelo que intenta no sola-


7
Un modelo de catequesis hace referencia a la conducción de praxis y reflexión en el
esfuerzo de renovar la catequesis. Algunos historiadores remiten a tendencia de tres
modelos: Kerigmático, catecumenal y antropológico ejercitados en el Siglo pasado como
experiencias de renovación concreta de la catequesis, en detalle se puede consultar:
Carmelo Torcivia. Modelli di catechesi contemporánea. En Catechesi e catechetica, per la
fedelta a Dio e all'uomo. Elledici. Torino 2008, pp. 193-23.
Froilán Hernández Gutiérrez

mente enfocarse en un aspecto importante sino darle integralidad


y globalidad al acto catequético8.

En esta perspectiva el uso del término paradigma en cateque-


sis no es realmente significativo, lo verdaderamente relevante es
expresado en superar una comprensión limitada y limitadora de la
catequesis, tal visión es la que nos ofrece el documento al ubicar
la catequesis en el contexto de la Iniciación a la vida cristiana para
retomar su forma enriquecida de entenderla y ejercitarla; por eso
AIDM afirma casi con tono profético: Entonces la catequesis volverá
a su verdadero lugar y no será una actividad independiente dentro de
la Iglesia, como sucede hoy (41).

La situación actual de la catequesis nos coloca entre el paso de


un catecumenado llamado social9 a la consolidación del catecume-
nado entendido desde la perspectiva del discipulado, como inter-
pretación asumida desde Aparecida del catecumenado primitivo.
De modo que hoy es vinculante, de hecho, entender la Catequesis
integrada en el proceso mayor de la Iniciación a la vida Cristiana,
y esta Iniciación inserta en la dinámica de una Iglesia misionera en
salida, en perspectiva del discipulado misionero.

520 La llamada puntual del Magisterio eclesial y de múltiples estu-


diosos insiste en una transformación de la catequesis. Tal transfor-
mación resuena fuerte hoy como una opción por renovarla con la
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Iniciación a la vida cristiana, el documento AIDM es la concretiza-


ción de tal insistencia y opción.


8
El acto catequético se puede comprender .como el ejercicio, siempre original, de una
competencia global, en el sentido de una situación concreta, con el objetivo de despertar
la fe, de iniciar y profundizarla. Esta competencia global y compleja será considerada
como la puesta en práctica de distintas competencias. André Fossion. Faire résonner la
parole: la pratique catéchétique, p. 378.

9
Se entiende en el sentido de que la sociedad, llamada de cristiandad, cumplía el papel del
antiguo catecumenado pues realizaba de alguna forma la finalidad de la iniciación cris-
tiana. Así algunos historiadores llaman a ese clima de cristiandad vivido durante siglos
por la Iglesia. Alfred Lapple. Breve storia della catechesis. Brescia: Querianiana 1981,
pp. 81-103. Luiz Alves de Lima. Memória do Catecumenato na história in Cnbb, Segunda
Semana Brasileira de Catequese. Com adultos, catequese adulta. Estudos da CNBB 84. São
Paulo 2002, pp. 229-243.
Discernir: Algunos criterios de iluminación

La originalidad consiste en asumir esa iniciación en la consi-


deración del discipulado, de modo que concibe la iniciación como
verdadera formación de discípulos misioneros de Jesucristo, en el
panorama asumido de la V Conferencia del Episcopado Latinoame-
ricano en Aparecida 2007.

1.1. El catecumenado y la inspiración catecumenal


de la catequesis

El catecumenado considerado como una de las mayores ins-


tituciones de la Iglesia, siendo el ámbito fundante de la catequesis
perdió su alcance en el desarrollo de los siglos, por múltiples razo-
nes, específicamente el catecumenado original desapareció susti-
tuido por el mencionado catecumenado social.

Hoy se mira al catecumenado como ese eficaz proceso iniciá-


tico de la Iglesia primitiva que representa también la posibilidad de
una respuesta a los desafíos actuales (AIDM 41).

El catecumenado primitivo significó, en la experiencia de la


tradición eclesial la manera de introducir a los nuevos creyentes en
la vivencia de la fe cristiana, considerando también que el catecu-
menado en las primera comunidades cristianas consistía en itine-
rarios y experiencias plurales y complejas que respondían a preci-
521
sas exigencias misionera y contextuales.
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Ofreciendo una pluralidad de estilos catecumenales en los pri-


meros siglos, las Iglesias aprendieron a ejercitar una lógica iniciá-
tica, de modo que la Iniciación cristiana refiere a esa perspectiva
propia de iniciar a la fe, asumida como cuestión paradigmática y
el catecumenado concretamente representa el método o camino
en que se despliega el proceso de iniciación. En efecto la Iniciación
cristiana se actúa a través del catecumenado, por tanto lógica y
método se correlacionan como proceso e itinerario.

La experiencia concreta de las comunidades cristianas de los


primeros siglos, sin duda ofrece aspectos centrales para orientar
nuestro discernimiento y actuar una correlación a la experiencia
Froilán Hernández Gutiérrez

contemporánea. En los últimos años algunos estudiosos insisten


en confrontar la situación actual para la fe cristiana con la de las
primeras comunidades cristianas, en este particular es necesario
concebir la vida de la Iglesia primitiva como norma y fundamento
de la iglesia de todos los tiempos10.

Daniel Laliberté propone repensar la iniciación cristiana pre-


cisamente en su vertiente catecumenal, añade una novedad al plan-
tear una iniciación para todas las edades y que responda a las diver-
sas situaciones de las personas11.

Consiste en apropiarse del catecumenado como camino para


iniciar a la fe, asumiendo su lógica, sus procesos, sus tendencias, su
estilo, y evidentemente su método, para actuarlo como un verda-
dero laboratorio donde se pueda hacer experiencia de lo que signi-
fica ser cristiano.

En este particular, la tentación alude a considerar esta reno-


vación como un cambio de nombres, estructuras y subsidios, por
tanto realizada a la ligera y superficial, pero sin dejarse trans-
formar catequéticamente desde la iniciación a la vida cristiana,
entonces más bien consiste en asumir desde la perspectiva para-
522 digmática una transformación que exige de la catequesis un modo
catecumenal.
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El catecumenado ofrece una comprensión teológica que se


corresponde específicamente con una identidad eclesiológica para
la catequesis, por tanto la correlación entre la situación actual y el
catecumenado, se realiza como un proceso de identificación diná-
mico en la comunidad. La experiencia actual y la experiencia vivida
por la comunidad cristiana es criterio que interpreta la situación
presente según un método que interroga la realidad.

10
PIÉ-NINOT, Salvador. La teología fundamental. Salamanca: Secretariado Trinitario, 2001,
pp. 525-532.
11
LALIBERTÉ, Daniel. Repenser l’initiation chrétienne. Montreal: Mediaspaul. 2010,
pp. 72-73.
Discernir: Algunos criterios de iluminación

El asunto central, consiste en la configuración del modelo


de una catequesis al servicio de la iniciación. La comprensión del
modelo actual de catequesis es confusa y en ámbito latinoameri-
cano se despliega un prisma de modelos y estilos, que se mueven
entre una catequesis de estampa tradicional y una misionera12.

Genéricamente se describe el modelo aún vigente como: una


catequesis meramente intelectualista o ritualista como también, una
mentalidad de cursos para la preparación inmediata de los sacra-
mentos sin una referencia y participación de la comunidad eclesial…
(AIDM 42), esto a pesar de los valiosos esfuerzos operados en nues-
tros países.

La tendencia de una catequesis de carácter sociológico sigue


pesando en nuestra realidad, sin embargo los esfuerzos actuados
en ámbito latinoamericano han significado oportunamente pasos
para ofrecer ahora una propuesta concreta y global expresada en
AIDM, el acento consiste en transformar el modelo catequético ope-
rativo desde la iniciación a la vida cristiana.

Tal transformación asumida como renovación paradigmática


se ejerce del paso de un estilo desdibujado de catequesis basado en
la primordialidad de aspectos como la doctrina o la recepción de 523
los sacramentos a la ubicación global de todos los aspectos desde la
centralidad en la vida cristiana.
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Esta renovación concretamente se visualiza en cuatro desafíos


claves para la catequesis contemporánea13:

• de la comunidad,
• de la diversidad de itinerarios,
• de la misión,
• y de la iniciación.

ALBERICH, Emilio. Catequesis Evangelizadora. Manual de catequética fundamental, p. 39.


12

FOSSION, André. Vers des communautés catéchisées et catéchisantes. La Nouvelle Revue


13

Théologique (Sept. 2004), p. 2.


Froilán Hernández Gutiérrez

AIDM los retoma y reagrupa en uno global, el desafío de ini-


ciar a la vida de la fe, como expresión de una decidida respuesta
a la crisis de la transmisión, la Iglesia tiene de frente el reto de
ejercitarse en iniciar a lejanos y cercanos, con todo lo que implica,
considerando la centralidad de la comunidad en dinámica misio-
nera que ofrece itinerarios múltiples, variados y adecuados a los
interlocutores.

1.2. Elementos constitutivos de la Iniciación


desde el discipulado

En ámbito catequético hoy, la reflexión sobre la Iniciación a


la Vida cristiana es abundante y verdaderamente significativa,
la tendencia va más en la línea de ofrecer una comprensión que
una definición propiamente establecida, esto ante la amplitud
de la temática. Con este cometido por tanto, la atención se cen-
tra en una comprensión del proceso catecumenal, de sus etapas
y elementos.

La evolución concertada en AIDM se descubre en el concebir la


iniciación cristiana como iniciación a la vida cristiana. Esto significa
un paso discreto pero importante en su comprensión. Este énfasis
se ha comenzado a utilizar en Brasil para señalar la dinámica de
524 la iniciación desde la dimensión discipular según la perspectiva
de Aparecida, por tanto en movimiento hacia la vida cristiana y no
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reductivamente en la recepción de los sacramentos, como ya lo aus-


piciaba el DGC al considerar la iniciación en la fe y vida cristiana
(48e).

Frecuentemente el termino iniciación cristiana hace referen-


cia automática a la aspecto de ritos de los sacramentos, al enfocar
en una iniciación como iniciación a la vida cristiana, encontramos
mayor riqueza y posibilidades, pues se concibe una iniciación que
restablece y equilibra todos sus elementos y aspectos en torno a la
categoría de la vida cristiana.

La vida cristiana asume en si aspectos centrales de la fe: pala-


bra, sacramentos y ministerios (AG 14); esto implica una compren-
Discernir: Algunos criterios de iluminación

sión global y generadora de iniciación. Sin embargo, es necesario


anotar, que este énfasis no tiene por cometido eliminar la cuestión
sacramental sino más bien ordenarla en torno al proceso, de modo
que propicie un catecumenado interesado primordialmente en un
camino vivencial que tiene en cuenta la progresividad de la vivencia
de la fe con los sacramentos.

AIDM más que una definición propiamente alcanzada, ofrece


una descripción bastante completa de los elementos medulares
que integran la iniciación creyente. Se evidencia que la Iniciación
se considera como un aspecto primordial que engloba un conjunto
de elementos decisivos en la dinámica evangelizadora, por tanto
asume un rol central en la perspectiva catequética, provocando así
un interés cada vez creciente, reflejado con el documento AIDM.

Ciertamente es necesario recordar la precisión de que la ini-


ciación más que una enseñanza, es un aprendizaje de toda la vida
cristiana, es decir una iniciación cristiana integral (CT 21-DGC 67),
en tal caso por tanto, el catecumenado es el modelo inspirador de la
acción catequizadora (DGC 90).

AIDM constituye un valioso aporte en cuanto ofrece un esfuerzo


consistente de comprender a manera de una descripción global e 525
integradora lo que es la Iniciación a la vida cristiana, a saber: medellín 166 / Septiembre - Diciembre (2016)

Se entiende como iniciación a la vida cristiana el proceso por


el cual una persona es introducida en el misterio de Jesu-
cristo y en la vida de la Iglesia a través de la Palabra de Dios
y de la mediación sacramental y litúrgica, que va acompa-
ñando el cambio de actitudes fundamentales de ser y existir
con los demás y con el mundo, en una nueva identidad como
persona cristiana que testimonia el evangelio inserta en una
comunidad eclesial viva y testimonial (43).

En detalle elabora una exposición de los elementos propios


que integran y definen activamente la Iniciación a la vida cristiana,
es decir, evidencia su importante y los ofrece armónicamente. En
efecto señala como elementos indispensables de la iniciación:
Froilán Hernández Gutiérrez

• Proceso: La referencia a proceso, vincula a la lógica y


dinámica propia de la iniciación, ciertamente la iniciación
es ante todo un proceso; por tanto considera los aspectos
propios de los procesos humanos en estima de los proce-
sos propios de la fe. Tal singularidad no excluye, en efecto
su propia pluralidad, pues desde los tiempos apostóli-
cos, para llegar a ser cristiano se sigue una iniciación que
según el contexto era diversa y que constaba de varias eta-
pas (CEC 1229). El proceso hace referencia a asumir una
presentación ordenada de las etapas de la evangelización
(CIC 787-789).

• Una persona: hace referencia al sujeto central de la ini-


ciación considerándolo como interlocutor, y no simple
destinatario. El itinerario catecumenal primitivo estaba
diseñado primordialmente para adultos no bautizados,
actualmente siendo un procesos por el cual la persona es
introducida, permite ordenar itinerarios según las necesi-
dades propias de cada uno, y ofrecer respuesta adecuadas
a su situaciones en la lógica de ejercitar esencialmente
una fidelidad a Dios y a la persona (DGC 149).

De hecho, el catecumenado tiene la particularidad de


526 poner al centro al interlocutor, de modo que el desarrollo
del proceso iniciático ofrece la posibilidad de itinerarios
medellín 166 / Septiembre - Diciembre (2016)

que responden primariamente a la situación de las per-


sonas y no tanto que en el afán de transmitir un conte-
nido o preparar para la recepción de un sacramento. La
categorización va vinculada a la situación de la persona,
de modo que las etapas ofrecidas responden a perfiles
precisos pero capaces de amoldarse a lo concreto de la
vida de la gente. No hace referencia sólo a consideración
de tipo evolutivo de orden psicológico y sociológico, sino
a la dignidad y respeto por cada uno, por su propio ritmo
y expectativa.

• Introducida: la dinámica de la fe es propiamente iniciá-


tica, recuerda la lógica propia de la fe cristiana que repre-
Discernir: Algunos criterios de iluminación

senta la acción ser introducido en la comunión de un mis-


terio de amor, pues, ofrece la posibilidad de comenzar y
recomenzar. La iniciación puede ser asumida sólo en la
lógica de proceso, que marca el inicio como propio de la
dinámica de la fe (Mc 4, 1-9).

Iniciar hace comprender el discipulado como un camino


constante pero gradual, visualizarse en peregrinación a
una meta totalmente todavía no lograda, sino en evolu-
ción o camino, específicamente como se concibe la vida
cristiana. Una acción categorizada como iniciación, per-
mite ir a lo central, a lo fundamental, metodológicamente
estructura los procesos en vía de maduración, permite
no perderse en la complejidad de contenidos sino en la
lógica del proceso y sus etapas como camino de vida y
crecimiento.

• Misterio de Jesucristo y en la vida de la Iglesia: el encuen-


tro con Jesucristo prioritariamente se da en la comunidad
creyente, difícilmente la experiencia de encuentro sea
conveniente sin germinar de la comunidad. Es que el mis-
terio de Jesús y la Iglesia están decididamente vinculados,
de modo que a Jesús vivo se le encuentra en una comu-
nidad viva que lo anuncio. En estos últimos años la insis-
527
tencia con respecto al anuncio Kerigmático ha provoca
medellín 166 / Septiembre - Diciembre (2016)

frutos maravillosos pues despierta a la fe, sin embargo


hoy se inscribir en la lógica del proceso catecumenal y no
solamente como un elemento aislado. A la base de AIDM
43 está la formulación propuesta en LG 27: Los que han
recibido de Dios, por medio de la Iglesia, la fe en Cristo. Evi-
denciando por tanto esa vinculación profunda (I Cor 12,
12-30).

• A través de la Palabra de Dios y de la mediación sacra-


mental y litúrgica: La fuente de las fuentes es la Palabra
de Dios (DGC 94-96), en su dimensión cristológica, sal-
vífica y el sentido escatológico que ésta contiene. La ini-
ciación implica decididamente comunicar y conocer las
Froilán Hernández Gutiérrez

verdades reveladas (DV 2). Palabra y gesto, son dos ele-


mentos intrínsecamente vinculados en la iniciación, de
modo que la Palabra y la mediación litúrgica constituyen
la lógica de un proceso iniciático, pues son vividos con-
temporáneamente, de pues lo que se anuncia, se vive y se
celebra. La vivencia sacramental confirma la experiencia
del contenido de la Palabra (AG 14).

• Acompañando el cambio: retoma la dinámica de la con-


versión asignándolo como un elemento central de la Ini-
ciación, recupera la intuición de que una acción evangeli-
zadora, y específicamente la catequesis que no provoca y
estructura conversión no es auténtica, en cuanto orienta
el proceso en línea a una experiencia que provoca una
transformación, y nos invita a superar una catequesis
comprendida como transmisión de conocimientos, ideas
o ritos, que no implican e interactúan con la vida y por
tanto no la pueden transformar (AG 13).

• Nueva identidad como cristiano: la iniciación de orden


social, conlleva una de novedad, en la diversas culturas
con los ritos de iniciación se adquiere una nueva identi-
dad, mediante tal acción la personas asumen algo nuevo,
528 esta intuición antropológica es decisiva también en la ini-
ciación de carácter religioso, la persona a través del pro-
ceso adquiere algo profundamente significativo, precisa-
medellín 166 / Septiembre - Diciembre (2016)

mente no es una cosa, sino una nueva identidad, no son


simples conocimientos sino convicciones, experiencias y
sobretodo una transformación que hace surgir una iden-
tidad nueva, configurada totalmente como discípulo de
Jesús.

• Testimonia el Evangelio: nueva identidad que asume


como aspectos de una doble comprensión el ser discípulo
y misionero, en la lógica evangeliza de vengan y vean (Jn
1, 39) y, vaya y anuncien (Mc 16, 15). La categoría del tes-
timonio tiene que ser comprendida fundamentalmente en
perspectiva teológica e iniciática, por tanto como camino
de credibilidad.
Discernir: Algunos criterios de iluminación

• En una comunidad: este último elemento, definitiva-


mente plantea una postura eclesial decisiva, que fácil-
mente se encuentra en los textos magisterial en cuanto a
una teología del postconcilio, pero difícilmente es la lógica
de nuestras acciones y menos aún el horizonte de nues-
tros planes en lo concreto de la vida pastoral.
De repente, el problema consiste en la intuición de que
la comunidad es fruto de este proceso, repetidas veces se
considera que la iniciación a la vida cristiana derivará en
una comunidad, esta situación hace entender la comu-
nidad como un elemento secundario y consecuencial,
cuando en el catecumenado primitivo la comunidad defi-
nitivamente jugaba un papel primordial y más bien causal,
es decir, la iniciación a la vida cristiana consiste en que las
personas se van introduciendo poco a poco, al participar
de la experiencia de la comunidad, por tanto, la comuni-
dad es requisito para iniciar. Debe modo que claramente,
no se puede iniciar a la fe, sino existe una comunidad que
viva esa fe.
La comunidad no es simplemente el fruto del proceso
de la iniciación, la comunidad cristiana es referente, el
ámbito y lugar propio de la iniciación, donde los iniciados 529
experimentan la vida cristiana, entonces sin el sustento
de esa comunidad todo el proceso de iniciación es simple
medellín 166 / Septiembre - Diciembre (2016)

teoría y por tanto artificial.

Ante toda esta riqueza, aparece no un simple concepto, sino


la compresión de una experiencia, llevar a practicar el Evangelio
(Mt 7, 24-27). Esta comprensión intuitiva reagrupa a manera de
descripción los elementos constituyentes de la Iniciación (DGC
91) y encausa a una comprensión actuante como parte del ejerci-
cio del discernir, que podemos reconducir en tres finalidades para
la Iniciación a la vida cristiana, que al mismo tiempo sintetizan su
comprensión14:

Así presentadas por LALIBERTÉ, Daniel. Repenser l’initiation chrétienne, pp. 67-71.
14
Froilán Hernández Gutiérrez

• Conducir a los creyentes a la madurez de la fe (DGC 80-82),


• Provocar una fe viva, explicita y activa (DGC 66),
• Una formación orgánica y sistemática (DGC 67).

Estas finalidades orientan los elementos propios de la inicia-


ción a la vida cristiana, ejercitados a través del proceso. El proceso
de iniciación se desarrolla a través de itinerarios; estos itinerarios,
se ofrecen desde una perspectiva plural, porque deben responder
a las exigencias actuales de las personas y comunidades. El camino
o esquema lógico del itinerario ha sido asumido del catecumenado
de las primitivas comunidades cristianas, AIDM recuperar con-
cretamente el itinerario catecumenal ofrecido como camino en el
Ritual de Iniciación cristiana de Adultos (1972). La comprensión de
la iniciación a la vida cristiana concretamente implica asumir estos
elementos en el desarrollo de las etapas del itinerario catecume-
nal: Precatecumenado, catecumenado, Iluminación y purificación,
y mistagogía (AIDM 46-51).

Todo este detalle, nos lleva a considerar un modelo catequé-


tico que emerge, como respuesta al cambio de época y los desafíos
que entraña pero al mismo tiempo como recuperación de la actua-
530 ción históricamente operada en la vida de la Iglesia.
medellín 166 / Septiembre - Diciembre (2016)

El Magisterio eclesial revela una creciente importancia por la


Iniciación cristiana. Simbólicamente, es necesario reconocer que
el Magisterio eclesial, tanto universal como particular, y concreta-
mente latinoamericano, no solamente aquel de matriz catequética
o pastoral, nos da la impresión de ser una fuerte efusión del Espí-
ritu Santo que impulsa la vida de la Iglesia hacia la iniciación como
enfoque global. Respectivamente el Magisterio está impulsando y
orientando a asumirlo la Iniciación como lógica de nuestros proce-
sos evangelizadores.

AIDM estructura este impulso del magisterio en Iniciar al


encuentro con Jesús específicamente en ejes descriptos y propues-
tos sólidamente en el magisterio contemporáneo.
Discernir: Algunos criterios de iluminación

• Iniciar al encuentro con Jesús que se manifiesta en su


Palabra.

• Iniciar al encuentro con Jesús que se manifiesta como


buena noticia e vida y esperanza.

• Iniciar al encuentro con Jesús que se manifiesta en el mis-


terio celebrado.

• Iniciar al encuentro con Jesús que se manifiesta en el


pobre y en la comunidad.

• Iniciar al encuentro con Jesús que se encarna en la cultura


y piedad de un pueblo.

• Iniciar a quienes acompañan procesos de iniciación.

Ciertamente toda esta perspectiva magisterial es posible en


virtud de la eclesiología alcanzada en el Concilio Vaticano II, baste
acá señalar el documento de la III Semana Latinoamérica de cate-
quesis que ya insistía puntualmente:

La catequesis de Iniciación Cristiana entendida como for-


madora de discípulos busca ser un itinerario pedagógico
que permita aprender a vivir conforme a la fe cristiana. Esta 531
catequesis de proceso busca integrar todas las dimensiones
de la persona, atender sus búsquedas y necesidades, avan-
medellín 166 / Septiembre - Diciembre (2016)

zando a través de sucesivas etapas del recorrido espiritual;


recorrido siempre singular, según las personas y los grupos
(III SLAC 35).

2. LA CATEQUESIS, LA FORMACIÓN Y LA COMUNIDAD TRES


PILARES DEL DISCERNIMIENTO

El documento AIDM presenta un interesante desarrollo y con-


cretización en tres aspectos: la catequesis visualizada en el enfoque
catecumenal, la formación comprendida como experiencia ministe-
rial de iniciación y la comunidad como la gran recuperación desde
donde parte todo el proceso.
Froilán Hernández Gutiérrez

Estos tres aspectos, siendo de vital importancia AIDM los con-


sidera de manera vinculada y en una perspectiva concreta, pues la
catequesis siendo algo amplio se desemboca en la formación, y al
mismo tiempo la formación desemboca en la comunidad. Es decir,
estos elementos no pueden ser estimados por separado para un efi-
caz discernimiento.

La experiencia hace notar que sin un tratamiento adecuado


que conlleva una reflexión profunda y concreta, a manera de dis-
cernimiento, sobre estos tres elementos, no se podrán ofrecer res-
puestas certeras a lo contemplado que se conviertan en propues-
tas oportunas. Desde la perspectiva de la Iniciación la catequesis
en sí misma, la formación y la comunidad son la composición más
importante y al mismo tiempo la reflexión y el interés deben estar
centrados en ellos.

2.1. La Catequesis, momento en el itinerario de la formación


de los alegres discípulos misioneros

La propuesta que AIDM va articular nace de contemplar una


catequesis desfigurada e insuficiente (29) describiendo su situa-
ción de emergencia y su necesidad de renovación, por tanto en el
532 discernir se asume puntualmente una comprensión epistemológica
de la catequesis. El documento desarrolla con gran atención la com-
medellín 166 / Septiembre - Diciembre (2016)

prensión de la catequesis desde su naturaleza iniciática y la pers-


pectiva discipular del itinerario.

Este esfuerzo de recomprensión de la catequesis, va sellado


por la recuperación de su ubicación en ámbito catecumenal, y por
tanto asumiendo una descripción de sí misma profundamente
dinámica (75).

AIDM resalta la importancia de una catequesis misionera que


se concibe a sí misma como un instrumento de la misión y como
momento importante en el proceso de evangelización, por tanto
su solicitud en cuanto a los interlocutores viene ampliada, pues no
puede seguirse considerando como un proceso para la recepción
Discernir: Algunos criterios de iluminación

de los sacramentos sino en línea de ser un itinerario de auténtica


maduración en la fe.

Al discernir la catequesis en ámbito catecumenal AIDM pro-


pone en la hora presente al mismo tiempo ubicarla en el contexto
de la propuesta de Aparecida 276-278 del itinerario formativo,
donde la catequesis viene entendida de talante discipular. Es por
tanto necesario, comprender que desde Aparecida se ofrece una
interpretación concreta en cuanto entiende el itinerario catecume-
nal como una cuestión profundamente discipular, esta originalidad
constituye para la catequesis una comprensión precisa.

Una catequesis por tanto catecumenal viene identificada en el


itinerario formativo de los discípulos misioneros como discipulado
propiamente dicho. La dimensión del itinerario que se mueve de
una fe inicial a su madurez, hace referencia a una visión de la cate-
quesis en línea a un proceso, concretamente la catequesis no podría
serlo sin concebirse como parte de un proceso15, y ser en sí misma
un proceso.

La importancia de comprender la catequesis dentro de un


proceso mayor: la evangelización, entendida en Aparecida como
proyecto concreto de Misión continental, ofrece a la acción cate-
quética ser de carácter iniciatoria propiamente dicha, pues recibe a 533
los convertidos que han hecho experiencia inicial de encuentro con medellín 166 / Septiembre - Diciembre (2016)

Jesucristo, les ayuda a profundizar su fe, la cimienta y consolida, de


modo que puedan asumir una participación estable en la vida de la
comunidad.

La sintonía y gradualidad entre la acción misionera y la acción


pastoral, hace surgir a la catequesis como un eslabón fundamental
en el proceso, de modo que sin catequesis no se lograría ofrecer un
camino de madurez en la fe. La catequesis viene comprendida en
este marco aún más amplio que ella misma, llamado por Aparecida
como itinerario formativo del discípulo misionero (80).

Téngase en cuenta la ubicación de la catequesis en el Proceso evangelizador, según lo


15

expuesto por el DGC 49.


Froilán Hernández Gutiérrez

Por tanto, la catequesis siendo parte de un proceso, y ella en


sí misma un proceso, se construye en el esfuerzo de comprenderla
como parte de un itinerario más amplio y al mismo tiempo un iti-
nerario propio en sí misma (77). El riesgo de nuestra catequesis
consiste en la fragmentación o la discontinuidad entre los procesos,
situación evidenciada constantemente en nuestra practica parro-
quial. El desajuste o intermitencia no permite la consecución de un
proceso, y sin procesos propiamente dichos la catequesis difícil-
mente cumple con su objetivo de propiciar una fe madura.

El DGC16 propone los contenidos esenciales para un itinera-


rio propio en la catequesis, sin embargo hoy es necesario asumir la
perspectiva del itinerario desde la dinámica catecumenal que cen-
tra la propuesta no tanto en los contenidos sino en las personas y
los procesos formativos.

Es posible que al concebir un itinerario nuestras primeras


acciones vayan dirigidas a ordenar temas o contenidos, la visión
curricular en muchos casos viene modelada desde la perspectiva
de una catequesis doctrinal, sin embargo la Iniciación a la vida cris-
tiana conlleva una comprensión dinámica del itinerario, y pone de
relieve la importancia del proceso17. De hecho, el catecumenado
534 propone un proceso concreto para el itinerario de nuestra cateque-
sis actual18.
medellín 166 / Septiembre - Diciembre (2016)

16
Las tres etapas de la narración de la Historia de la salvación: el Antiguo Testamento, la vida
de Jesucristo y la historia de la Iglesia; y los cuatro pilares de la exposición: el Símbolo, los
Sacramentos, el Decálogo y el Padre nuestro (DGC 130).
17
El proceso puede ser, por tanto, la descripción de todo lo que se necesita para el camino, e
itinerario puede representar el camino concreto. Egidio y Mariella Barghiglioni. Luciano
Meddi. Adultos en la comunidad cristiana. Guía para la preparación de itinerarios para la
evangelización y el crecimiento de la fe. Salterrae. España 2011, p. 86. El texto es muy útil
para asumir una comprensión más dinámica de los procesos y determinar claramente la
perspectiva de los itinerarios.
18
Como ha quedado expuesto anteriormente, los momentos o etapas del catecumenado
primitivo constituyen en sí mismo un itinerario, a saber: Precatecumenado, Catecume-
nado, Iluminación y Purificación, y Mistagogía. Si nuestra catequesis logra ser desarrolla
en esta lógica de itinerario catecumenal puede asumirse realmente como una catequesis
al servicio de la Iniciación a la vida cristiana.
Discernir: Algunos criterios de iluminación

AIDM 79 formula la centralidad de discernir la catequesis


como proceso que se desarrolla a través de itinerarios, con el obje-
tivo ya no de preparar para la recepción de un sacramento, situa-
ción que provoca la fragmentación antes mencionada, sino con la
finalidad de ayudar a las personas a vivir en plenitud y en continua
incorporación a la comunidad creyente.

2.2. La formación para el ministerio de la catequesis


en el nuevo paradigma

El magisterio posconciliar sobre la tarea del catequista des-


taca la importancia de su formación (AIDM 81). Esto resume el
gran empeño evidenciado por el magisterio en cuanto a la impor-
tancia de la formación. Expresada en esta convicción en la guía para
catequista en tierra de misión (1993): El Magisterio de la Iglesia
reclama continuamente y con convicción, la necesidad de la prepa-
ración del catequista, porque cualquier actividad apostólica que no
se apoye en personas verdaderamente formadas, está condenada al
fracaso (GC 19).

La acción catequético-iniciatoria como parte del proceso de


evangelización de la Iglesia, viene ejecutada por agentes o minis-
tros concretos –elegidos, formados y enviados– a los que llamamos 535
catequistas. Los agentes de la catequesis requieren una formación medellín 166 / Septiembre - Diciembre (2016)
integral abierta a todas las expectativas de la vida, al mismo tiempo
requieren una formación específica que les capacite para ser, saber
y saber hacer la catequesis.

Se comprende la primacía y urgencia de la formación, como un


rasgo característico del perfil del catequista. Los catequistas asu-
men en su ministerio el camino formativo no solo como una exigen-
cia sino como un camino de discipulado. La formación cuidará, al
mismo tiempo, que el ejercicio de la catequesis alimente y nutra la
fe del catequista, haciéndole crecer como creyente. Por eso, la ver-
dadera formación alimenta, ante todo, la espiritualidad del propio
catequista, de modo que su acción brote, en verdad, del testimonio
de su vida.
Froilán Hernández Gutiérrez

Asimismo, debe entenderse como una formación permanente


y continua que propicie en el catequista la maduración de la fe y la
profundización del conocimiento de elementos bíblicos, litúrgicos,
del magisterio de la Iglesia y del testimonio de los cristianos, que
le permitan desarrollar procesos catequísticos eficaces (DGC 236).

La intuición desarrollada en AIDM consiste en concebir la for-


mación de los catequistas fundamental configurada e identificada
por el criterio de la iniciación a la vida cristiana, pues se requiere
de un nuevo catequista que por tanto implica una nueva formación,
en clave catecumenal (82).

La formación propia de todos los catequistas, se sintetiza en


tres grandes dimensiones (DGC 238).

El ser del catequista, hace referencia a su dimensión humana y


cristiana. La formación, le ha de ayudar a madurar, ante todo, como
persona, como creyente y como apóstol (AIDM 84). Su formación
iniciática e inserción en la comunidad como saber convivir hace al
mismo tiempo referencia al ser del catequista (AIDM 87).

El saber del catequista, esta dimensión penetrada de la doble


536 fidelidad al mensaje y a la persona humana, requiere que el cate-
quista conozca bien el mensaje que transmite y, al mismo tiempo,
medellín 166 / Septiembre - Diciembre (2016)

al que lo recibe y al contexto social en que vive, apropiándose de


contenidos esenciales que le posibilitarán tal fidelidad (AIDM 85).

El saber hacer del catequista, es un acto de comunicación por


tanto requiere de lenguaje, pedagogía y otros auxiliares para comu-
nicar el mensaje cristiano (AIDM 86).

Ciertamente el proceso formativo va depender del perfil del


catequista propuesto, la interacción entre perfiles y procesos debe
quedar suficientemente clara, pues se corresponden. El catequista,
dentro del proceso evangelizador (DGC 49), desarrolla la acción
catequética como educador de la fe, ministro de la Palabra y evan-
gelizador (DGC 219).
Discernir: Algunos criterios de iluminación

La Iniciación a la vida cristiana ofrece una perspectiva clara


sobre el perfil del catequista, por tanto al mismo tiempo indica el
proceso desarrollado según sus propios itinerarios como una expe-
riencia de iniciación. La formación de los catequistas hoy, debe ser
entendida como una formación catecumenal.

AIDM centra su atención en proponer en conjunto a las dimen-


siones de la formación algunas competencias específicas para los
catequistas de la iniciación (89-93).

• Competencia bíblico-teológica,
• Competencia pedagógica,
• Competencia comunicativa,
• Competencia espiritual,
• Competencia para el acompañamiento.

Estas competencias refieren a una formación del catequista


que será fundamental y ha de estar configurada e identificada con
el carácter o la naturaleza propia de la catequesis de iniciación
cristiana.
537
El proceso de formación propuesto acompaña a los catequistas medellín 166 / Septiembre - Diciembre (2016)

en un itinerario integral y progresivo de discipulado, el catequista


ha de ser formado como discípulo misionero, de conformidad con
la propuesta del Documento de Aparecida 278-279, que destaca
aspectos fundamentales del itinerario formativo. Estos retoman
desde la Iniciación cristiana las etapas y la lógica de todo el proceso
formativo.

La propuesta formativa anima distintas modalidades y nive-


les, es una formación integral, progresiva en clave de Iniciación a
la vida Cristiana, que ofrece las capacidades para que el catequista
desarrolle las tareas de la catequesis. El catequista se compromete
en una formación secuencial y permanente, como base para el cre-
cimiento y la madurez en la fe, tanto personal como eclesial.
Froilán Hernández Gutiérrez

2.3. La comunidad cristiana fuente, lugar y meta


para la Catequesis

Como se percibe en AIDM, este discernir de manera concén-


trica los aspectos de la catequesis como servicio a la iniciación y la
indudable primacía de la formación, desembocan en la comunidad.
Su importancia es nueva pues ha sido pasado por alto y olvidada
durante años. AIDM posee como virtud dedicarle un espacio sufi-
ciente pero al mismo tiempo volver a situar oficialmente como ele-
mento indispensable del discernimiento el asunto de la comunidad.

La comunidad da a sus miembros una identidad colectiva, sig-


nificado en considerar algo en común, teológicamente la koinonía
como unión intima o comunión de las personas entre sí y con la
trinidad, la comprende (AIDM 94).

AIDM se propone recuperar la centralidad de la comunidad


como aspecto fundante en la experiencia de la fe cristiana, para
posibilitar que nuestra catequesis se desarrolle en auténtico con-
texto comunitario, donde la comunidad cristiana asuma su relevan-
cia en el proceso catequético, y la catequesis inserte efectivamente
en una comunidad de vida, resuena la intuición de Karl Barth: La
comunidad hace que la Iglesia sea lo que es19.
538
Se ha evidenciado en el contemplar que la situación actual del
medellín 166 / Septiembre - Diciembre (2016)

cambio de época nos ubica ante la deconstrucción de lo religioso


(AIDM 28), por tanto al recuperar la dimensión catecumenal de la
catequesis el elemento vinculante y más evidente de esta recupera-
ción es la comunidad, pues no puede haber verdadera iniciación sin
comunidad. La dimensión comunitaria es fundamental para la Igle-
sia… sin comunidad no se puede vivir auténticamente la experiencia
cristiana (AIDM 95).

Al mismo tiempo, en la experiencia catecumenal es impres-


cindible que exista una comunidad de referencia a la que se inicia
(concretamente la comunidad parroquial) y una comunidad con la

BARTH, Karl. Comunidad civil y cristiana. Theologische Studien, 20 (1946), p. 46.


19
Discernir: Algunos criterios de iluminación

que se inicia (la pequeña comunidad de la catequesis). La visión


jurídica (CIC 204-205) ilumina aspectos de índole normativo que
enriquecidos desde la teología de la misión (AIDM 96) ofrecen una
posibilidad amplia pero precisa de comprender la comunidad, pues
la comunidad cristiana se define como misionera y esto comporta
su ADN fundamental. El ser y quehacer de la comunidad cristiana
es la misión, esto la configura decididamente a ser una comunidad
abierta, en búsqueda, plural en comunión, evangelizadora y en
salida.

AIDM concretiza en la comunidad como origen, lugar y meta


de la catequesis.

La comunidad es origen pues acompaña a los catecúmenos, es


el espacio propio para integrar fe y vida (AIDM 98). La iniciación a
la vida cristiana de niños, jóvenes y adultos no puede ser por tanto
un acontecimiento aislado, la recuperación del catecumenado y la
perspectiva descrita en el Ritual de la Iniciación cristiana de Adul-
tos (1972) recompone el proceso catequético desde la centralidad
de la comunidad y evidencia su importante participación (AG 14).

La comunidad es origen, porque ella también es la que pro-


voca u origina la fe, la categoría de testimonio es la manera propicia 539
para entender esta perspectiva. medellín 166 / Septiembre - Diciembre (2016)

La comunidad es el lugar, es decir ámbito natural de la cate-


quesis, es testimonio vivo (AIDM 99). La fe cristiana por su misma
naturaleza implica que el proceso para ser discípulo se realice en
una comunidad y concretamente una comunidad que se concibe
como discipular. Esto conlleva asumir y comprender la comunidad
como el lugar de práctica de la vida cristiana propio y oportuno,
esta comprensión laboratorial de la comunidad ofrece una pers-
pectiva enriquecida pues concibe a la comunidad cristiana como
una experiencia dinámica y en construcción; en la comunidad se
aprende a ser cristiano.

La comunidad es meta de la catequesis que acoge a los que


desean conocer al Señor y adentrarse en una vida nueva (AIDM
Froilán Hernández Gutiérrez

100). La catequesis sólo podrá ser catequesis al interno de la expe-


riencia vivida en comunidad, que es Sacramento del Reino de Dios
por y en el mundo. La comunidad vive en la tensión de buscar siem-
pre su autenticidad20.

Al reafirmar la fontalidad de la dimensión comunitaria para


la catequesis, se asume la lógica catecumenal del proceso de ini-
ciación a la vida cristiana, acá la comprensión de la naturaleza y
método de la catequesis se vincula con la comunidad. Una clara
opción comunitaria en la conciencia catequética actual va tomando
talante y ofrece una importante expectativa para la renovación de
la catequesis, pues sintetiza el sentimiento popular entre los cate-
quistas de que la Iglesia hace la catequesis y la catequesis hace la
Iglesia.

CONCLUSIÓN Y EXPECTATIVAS. NACER A LA FE Y MADURAR


EN LA FE

En la situación actual surge como necesidad acuciante una


comprensión alargada pero precisa de catequesis, con frecuencia
se comprende de una manera estrechamente reductiva o en algu-
nos casos se extrapola solicitando a la catequesis lo que definiti-
540 vamente no le compete. Tal problemática de orden epistemológico
desorienta su actuación metodológica, de modo que una vez más
surge el llamado a profundizar con interés la reflexión sobre la
medellín 166 / Septiembre - Diciembre (2016)

catequesis, de modo que la formación catequética ofrezca la com-


prensión justa para operar una catequesis renovada para hoy.

El paso en catequesis de la conversión pastoral a la pastoral


en conversión, evidencia el cambio de consideración en torno a la
precisión metodológica de la acción eclesial, en vía de asumir el
catecumenado como modelo de catequesis para todas las edades
y condiciones.

Jhon Henry Newman propone varios criterios de autenticidad para una comunidad cris-
20

tiana: El Evangelio como evento fúndate; identidad cristiana fiel y dinámica; comunión,
globalidad de la función eclesial (dialogo, koinonía, diaconía, liturgia, martiria); fecundi-
dad, resolución de conflictos y dinamismo evangelizador.
Discernir: Algunos criterios de iluminación

La iniciación a la vida cristiana ofrece la oportunidad de poner


en marcha itinerarios de iniciación diversos, que respondan a las
necesidades de las personas. Nuestros proyectos catequéticos
impulsados por la dinámica de la Iniciación a la Vida cristiana serán
audaces, buscando responder a las preguntas más importantes de
la personas y ofreciendo un camino de plenitud.

Este camino de discernimiento nos ha puesto de frente a una


comprensión operativa, de modo que el catecumenado ofrece la
dinámica de nuestros procesos, descubierto como método, ahora
nos toca a nosotros ponerlo en marcha y darle vida en nuestras
comunidades. AIDM el proponer ofrece algunas pautas concretas al
respecto. Por tanto la propuesta catequética iniciática actual invita
a nacer la fe y acompañarla para su maduración.

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542
medellín 166 / Septiembre - Diciembre (2016)

Artículo recibido: 27 de septiembre de 2016


Artículo aceptado: 8 de noviembre de 2016

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