Analice el “acuerdo privado de útero subrogado” citado en la Resolución Nº 5 de 21 de febrero del 2017 emitida por el Quinto Juzgado Especializado en lo Constitucional y determine si es un hecho jurídico en sentido estricto, acto jurídico en sentido estricto o acto de autonomía privada. La construcción del acto de autonomía privada como norma tiene el mérito de dar cuenta de su relevancia para la configuración de los efectos. La presencia en el acto de autonomía privada del diseño programático está perfectamente en armonía con su naturaleza normativa. En efecto, no hay duda que la presencia de un programa de efectos (para producirse) sea atribuible más fácilmente a la noción de norma jurídica. Ello sin perjuicio de aceptar que el acto de autonomía consiste también siempre en una acción. La autonomía de la voluntad es un principio general del Derecho Civil. La misma consiste en la libertad que reconoce el ordenamiento jurídico a los individuos, a fin de que los mismos autorregulen sus intereses. Esta autonomía se manifiesta a través del acto jurídico, herramienta que el derecho otorga a los sujetos para crear, modificar, transferir o aniquilar sus derechos y obligaciones El derecho privado regula la conducta de los individuos y éstos tienen intereses, necesidades y cuestiones prácticas que resolver. El derecho no crea estas cuestiones, sino que, al encontrarlas en la realidad, las reconoce y disciplina, asignándole efectos jurídicos cuando considera que dichas cuestiones necesitan o merecen ser reguladas. En un sentido muy general, se entiende por autonomía privada, el poder de autodeterminación de la persona. El sentido inmediato del término se amplía así hasta comprender todo el ámbito de la autarquía personal. Se piensa entonces en la esfera de libertad de la persona, para ejercitar sus facultades y derechos, y también para conformar las diversas relaciones que le atañen. De modo que podría ser definida, como aquel poder complejo reconocido a la persona para el ejercicio de sus facultades, sea dentro del ámbito de libertad que le pertenece como sujeto de derechos, sea para crear reglas de conducta para sí y en relación con los demás, con la consiguiente responsabilidad en cuanto actuación en la vida social Se llama autonomía privada al principio de autoconfiguración de las relaciones jurídicas por los particulares conforme a su voluntad. La autonomía privada es una parte del principio general de la autodeterminación de las personas. Este principio es, según la Constitución, un principio previo al Ordenamiento jurídico y el valor que con él debe realizarse está reconocido por los derechos fundamentales A fin de que el individuo manifieste su voluntad y pueda autorregular sus intereses, el derecho le otorga un instrumento o herramienta práctica que es el acto o negocio jurídico. A través de él los particulares pueden dictar sus propias normas. Es lo que se ha dado en llamar poder jurigenético de la voluntad. Es entonces el negocio jurídico el canal de expresión de la autonomía, conforme sostiene unánimemente la doctrina El negocio jurídico es la manifestación más saliente de la denominada autonomía privada, o autonomía de la voluntad, en el sentido de que mediante el mismo, la voluntad del individuo vale, en el ámbito del ordenamiento jurídico, para modificar situaciones preexistentes, ejercitando así una función constitutiva
CASO N° 2 (10 PUNTOS)
Yolinda Margarita Castro Berrospi, demandó la nulidad de las Actas de Asamblea General de 03 de agosto y 14 de noviembre de 2002, del denominado Libro de Actas de Asambleas Generales Nº 2 de la Asociación de Vivienda Residencial Santa Clara, al haberse efectuado fraudulentamente y contraviniendo el propio Estatuto de la Asociación, así como la nulidad del asiento Nº A00002 de la partida registral Nº 019337905 de los Registros de Personas Jurídicas de Lima, sustentándose en las causales de nulidad previstas en los Numerales 4, 7 y 8 del artículo 219 del Código Civil. El Juzgado Especializado en lo Civil del Cono Este de la Corte Superior de Justicia de Lima mediante sentencia de primera instancia de 17 de diciembre de 2007, declaró fundada la pretensión de la demandante estableciendo que la citada Asamblea de 03 de agosto de 2002 constituía un acto nulo en el extremo de la reelección del Presidente, pues la misma buscaba un fin ilícito al ser contrario a las normas estatutarias imperativas de la Asociación demandada, conforme a lo dispuesto en el Numeral 4 del artículo 219 del Código Civil, corriendo la misma suerte la Asamblea General de 14 de noviembre de 2002, al resultar complementaria de aquella. La Segunda Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima, mediante resolución de 11 de junio de 2009 revocó la sentencia apelada y reformándola la declaró improcedente, básicamente porque habiéndose establecido una vía especial para que los asociados puedan impugnar judicialmente los acuerdos que vulneren las disposiciones estatutarias o legales, no resulta posible hacerlo a través de una vía distinta a la mencionada, por lo que al no haberse usado el mecanismo establecido en el artículo 92 del Código Civil no se puede pretender hacer uso de otra vía para intentar cuestionar lo que no se hizo oportunamente. Yolinda Margarita Castro Berrospi formuló un recurso de casación contra la sentencia expedida por la Segunda Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima de 11 de junio de 2009 por la cual se revocó la sentencia apelada emitida el 17 de diciembre de 2007, que declaró fundada la demanda y reformándola la declaró improcedente. El recurso de casación se basó en los siguientes argumentos: (i) la inaplicación de los Numerales 4 y 8 del artículo 219 del Código Civil, alegando que su petitorio se refiere a la nulidad del acto jurídico, lo que ha sido precisado por el juez al fijar puntos controvertidos y lo que ha sido demostrado en la sentencia de primera instancia. (ii) No obstante ello, la Sala Superior inaplicó tales normas y transgrediendo incluso los fines del proceso señalados en el artículo III del Título Preliminar del Código Procesal Civil. La Sala Civil Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la República, mediante la Casación Nº 4938- 2009-Lima declaró fundado el recurso de casación interpuesto por Yolinda Margarita Castro Berrospi; casó la sentencia de vista de 11 de junio de 2009, en consecuencia, la declaró nula; y ordenó que la Segunda Sala Civil de la Corte Superior de Justicia Lima expida nueva resolución. En el Fundamento Quinto de esta casación se dijo lo siguiente:
“Que, analizada la resolución impugnada, aparece que el Colegiado
de la Sala Civil de Lima, al revocar la apelada y declarar improcedente la demanda ha emitido un pronunciamiento inhibitorio impropio a la tramitación seguida en los presentes autos, habida cuenta que de la pretensión de la demanda y de la fijación de los puntos controvertidos se advierte que correspondía emitir un pronunciamiento de fondo acorde a la naturaleza del proceso, más aun, cuando el argumento sostenido por la Sala de haberse omitido emplear el mecanismo que establece el artículo 92 del Código Civil deviene en inviable en tanto que el discernimiento esbozado por la Sala difiere de lo peticionado expresamente por la accionante en su escrito de demanda, esto es, establecer si las Asambleas Generales de fechas tres de agosto y catorce de noviembre del año dos mil dos respectivamente, presidida por Valentín Rojas Malaver, se encuentran incursos en las causales de nulidad prevista en los incisos 4, 7 y 8 del artículo 219 del Código Civil, así como establecer la nulidad del asiento número A00002 de la partida registral número 019337905 de los Registros de Personas Jurídicas de Lima”.
1) Indique su posición jurídica sobre la validez o la invalidez o la
eficacia o la ineficacia de los acuerdos de las dos asambleas; y los plazos para ejercer los derechos a la solicitud de nulidad o de ineficacia de los mismos.
En lo que respecta a la pretensión planteada en el 2007, esta pretende la
Nulidad de los Acuerdos de Asamblea General del 3 de agosto y 14 de noviembre de 2002. Pretensión absurda pues la prescripción había ya operado en aplicación estricta del artículo 92 del Código Civil. Aunque más absurda es la resolución de primera instancia y la resolución casatoria, que en teoría conocen el derecho pero que aquí demuestran o una ignorancia supina o un atrevimiento sin parangón. El artículo 92 del Código Civil es sumamente claro al determinar los plazos prescriptorios de la acción de impugnación de acuerdos asociativos y es de 60 días desde tomado el acuerdo no inscribible y de 30 días cuando se trata de acuerdos inscribibles como en el presente caso. El juez de primera instancia y la Sala Suprema han quebrantado de manera ominosa los plazos previstos en la norma aplicable a los acuerdos tomados por las personas jurídicas
Esta actuación increíble de las cortes peruanas desnaturaliza y
quebranta la lógica de la impugnación y la nulidad de acuerdos en materia de personas jurídicas no lucrativas y vuelve a generar incertidumbre jurídica en las empresas asociativas que tendrán que esperar diez años para que exista firmeza sobre los acuerdos que toman, los mismos no alcanzarán certeza y seguridad pues ¡por cualquier causal de nulidad de acto jurídico (negocio jurídico con propiedad) se puede cuestionar un acuerdos (o varios) de asambleas generales. Evidentemente esto genera no solamente incertidumbre sino falta de predictibilidad y perjudica el tráfico mercantil o lo vuelve más lento, generando situaciones que atentan contra un adecuado desenvolvimiento de las personas jurídicas lucrativas y no lucrativas.
2) Imagínese la hipótesis de la impugnación basada en la falsificación
de las firmas de la mitad de los asociados que estaban fallecidos o estaban de viaje, ¿cuál sería su opinión sobre la validez o la invalidez o la eficacia o la ineficacia de los acuerdos de las dos asambleas; y los plazos para ejercer los derechos a la solicitud de nulidad o de ineficacia de los mismos?
La falsificación de actas, de firmas o de declaraciones juradas ni siquiera
debe ser atacada con el remedio de nulidad, sino con el de inexistencia del negocio jurídico, por lo que el plazo de reacción es indefinido, sin caducidad ni prescripción extintiva”. Justamente la norma en mención se refiere a los negocios jurídicos unilaterales como son los actos colegiales asociativos sin que dicha normativa excluya otros
Todo asociado tiene derecho a impugnar judicialmente los acuerdos que
violen las disposiciones legales o estatutarias. Las acciones impugnatorias se deben ejercitarse en un plazo no mayor de sesenta días contados a partir de la fecha del acuerdo". Conforme a lo previsto por el citado dispositivo legal los acuerdos de las organizaciones de usuarios no pueden ser analizados en sede administrativa, únicamente procede su impugnación en la vía judicial.
Si bien el artículo 109 de la actual Ley General de Sociedades al enumerar
los derechos mínimos del accionista no incluye el derecho a la impugnación de acuerdos societarios, es la propia Ley la que en su artículo 143 reconoce que los accionistas en determinadas circunstancias pueden impugnar los acuerdos de la Junta General de Accionistas.
Es pues un derecho potestativo ya que el socio tiene la facultad o no de
ejercitarlo; es además un derecho personal porque es inherente a la condición de accionista, condición que no solamente debe ostentarse al momento de tomarse el acuerdo materia de la impugnación sino que debe mantenerse durante todo el proceso y finalmente es un derecho subjetivo por cuanto se le concede al accionista dicho derecho para formular su pretensión en base a su apreciación personal, la misma que debe compatibilizarse con el interés social.