SACRAMENTO V: EUCARISTÍA GIRARDOT 2018 LAS COMIDAS RITUALES DEL ANTIGUO TESTAMENTO El pan de cada día, ayer como hoy ha sido siempre necesario para la subsistencia de la persona humana. Este ha sido una piedra de tropiezo, y desgraciadamente se las ha tenido que ver muchas veces con la experiencia dolorosa del hambre. Sin embargo este problema aunque resuelto en el mundo occidental, aún hay varios países del tercer mundo donde este drama se vive a diario, sobre todo en los sectores más pobres. Es un largo camino tanto en lo económico y lo político para solucionar este problema, un camino que aún es largo y difícil de resolver. Los creyentes del hoy, no pueden quedarse estáticos e inertes ante esta grave situación, es necesario volver a la Biblia para ver si en ella se encuentra algo específico que decir en este sentido. Ciertamente no hay mucho que esperar en un libro que tiene siglos de existencia, y de sobremanera de respuesta directa a un problema que asume aspectos cada vez más nuevos y preocupantes. La revelación nos puede dar indicaciones precisas sobre el significado de la comida en el contexto de una convivencia humana que se inspira en valores y realidades trascendentes. La pobreza del suelo en la región del Palestina no ha permitido nunca una alimentación rica. La comida básica ha sido el pan; estaba hecho de harina de ceba amasada y cocida al horno. El pan de trigo era más raro y sólo podía disponer de él las personas acomodadas. Con el pan solían comer guisos hechos con yerbas de varios tipos. El uso de la carne se reservaba para especiales circunstancias, como a llegada de un huésped o el ofrecimiento de algún sacrificio a la divinidad. La bebida más común era el agua. El vino, aunque se producía en Palestina, se usaba casi exclusivamente en las fiestas y a menudo se mesclaba con agua. Otra bebida era la leche de cabra o de oveja, que a menudo se consumía en forma de yogurt; también el uso de esta bebida aparece normalmente con ocasión de la llegada de un huésped. Para condimentar las comidas se usaba el aceite de oliva y la sal. El aceite era también utilizado como ungüento y como medicina para las heridas. La sal se sacaba del mar Muerto. Otros alimentos mencionados en la Biblia son las habas, las lentejas, la miel, la manteca y el queso. La comida en la vida religiosa en la vida de Israel El gesto del comer y del beber, asume en el Antiguo testamento importantes significados y connotaciones religiosas. Esto deriva de la visión del hombre como una entidad única, en la que nada queda fuera de la influencia divina. El significado religioso de la comida debe comprenderse, por tanto de la alianza, que regula todas las acciones de Israel con Dios. A la luz de esta alianza hay que considerar los múltiples usos y costumbres que tienen que ver con la alimentación, además el tema de la comida representa la esperanza escatológica de Israel, y los símbolos religiosos que nacen en el terreno de la alimentación. La comida en el contexto de la alianza Definamos primero que es la Alianza: “es una relación estable que Dios mantiene con Israel, después de haberlo liberado de la opresión de los egipcios, comprometiéndose a ser su Dios y a hacer de él el pueblo de su propiedad particular”. Como respuesta a esta alianza, don gratuito de Dios, Israel tiene que prestarle una fidelidad incondicional, escuchando su voz y obedeciendo sus mandamientos. Esta fidelidad le garantiza al pueblo nuevas gracias y favores, mientras que en caso de infidelidad se le reservan a l pueblo dolorosos castigos. La alianza se establece mediante un rito de comunión. Es en este rito, así como las bendiciones y maldiciones, donde aparece el tema de la comida, al que se reserva luego una especial atención en la presentación de los orígenes del mundo y de la humanidad. El banquete de la alianza La costumbre de participar varias personas en el mismo convite, se consideraba como signo importante de comunión y de mutua pertinencia; mediante la comida común se expresaba el perdón, la hospitalidad y la amistad. Por eso mismo hacerle daño a una persona con la que ha compartido la comida era considerado como un crimen especialmente abominable. La comida se convirtió, por estas connotaciones variadas y profundas en la forma que ordinariamente se concluían los pactos y tratados, tanto por individuos particulares, como por los grupos diversos. No había nada como el comer en comunidad, que ayudase tanto a distender los ánimos, a profundizar en el diálogo y a hacer caer las barreras que dividían las personas. La función que había adoptado la comida en la relación de las personas, hizo que poco a poco fuera adoptada igualmente en el carácter religioso. En efecto, una antigua tradición bíblica narra que a alianza sinaítica se había ratificado mediante un banquete. El mismo Moisés, antes de morir, prescribe que el pueblo, después de entrar en la tierra prometida, renueve la alianza con un rito análogo. El banquete de la alianza no es totalmente igual a los banquetes con que se ratificaban los tratados, dios no puede sentarse a la mesa con los hombres. Pero se hace de alguna forma comensal del hombre, ya que este es llamado a comer un alimento que sido ofrecido a Dios y que Dios devuelto al hombre como signo de su benevolencia. Esto es suficiente para que se establezca entre Dios y el hombre una relación muy profunda, que ni siquiera la infidelidad del pueblo será capaz de romper de forma total y definitiva. La comida en la vida de pueblo de Dios Por medio de la alianza se amplía el terreno de la alimentación en relación directa con la vida religiosa. De esta forma se desprende, o asume un nuevo significado, toda una serie de usos, costumbres y celebraciones que tienen que ver con la alimentación, la cual se sitúa bajo el gobierno de la voluntad divina. Los preceptos alimenticios Dos preceptos iluminan el papel decisivo en la historia de Israel: el que prohíbe comer la sangre de los animales y el que prohíbe comer la carne de los animales impuros. La sangre de los animales ((Lev 17,11; cf.: Dt 12,23; Gén 9,4): esta no puede comerse porque se le considera la sede de la vida, y como tal debe ser usada exclusivamente para los ritos expiatorios. Todo animal destinado a usos alimenticios debe ser inmolado, si esto no es posible debe ser degollado y su sangre ha de derramarse por tierra; ésta es una manera práctica de reconocer que Dios vivo es el único señor de la toda la vida. Animales puros e impuros (Dt 14,3-21 y en Lev 11): se considera como impuros los animales que tienen una pezuña partida y son rumiantes (o se piensan que los son), o a pesar de aquellos que tiene la pezuña partida no rumian. Son considerados impuros: la liebre, el camello, el tejón y el cerdo. Los animales acuáticos Los animales acuáticos son impuros si no tienen aletas y escamas; también son impuras las aves de presa y las rapaces, así como los insectos alados que caminan a cuatro patas, excepto las langostas, saltamontes, caballetas y grillos; y, finalmente, los reptiles (entre los que se enumera también los topos, las comadrejas y los ratones). Además son impuros los animales muertos de muerte natural o asesinados por otros animales. El origen de la prohibición es incierta, nace como todas la costumbres de los usos, sobre todo en contra de los cultos paganos. A través de la comida, la profesión de fe entra de esta manera en la esfera de cotidiano de la existencia humana. El ritual de los sacrificios El altar es el lugar del sacrificio y el sacrificio es el acto principal del culto. El sacrifico es pues “toda ofrenda, animal o vegetal, que se destruye en todo o en parte sobre el altar como obsequio a la divinidad”. Vemos de manera más profundo, el sentido religioso no solo de la comida sino de la teología que ronda el sacrifico, y que centrara la vida del pueblo de Israel. Los términos con que se designan los sacrificios son bastante numerosos y su significado no se distingue netamente; un mismo término puede significar diversas especies de sacrificios, y viceversa, diversos términos pueden aplicarse a un mismo sacrificio. Lo que nos arroja estos detalles, es que la evolución progresiva del lenguaje y el contacto con otras formas de ritos y sacrificios, dio lugar a nuevas liturgias y usos para las comidas rituales. El holocausto Es el sacrificio que se hace subir sobre el altar, o cuyo humo se hace subir hacia Dios al quemarlo. Su característica consiste en que se quema la victima entera y que nada de ella corresponde al oferente ni al sacerdote (excepto la piel). Según las prescripciones de Levítico, la víctima es un animal macho, sin defecto, de ganado mayor o menor, o un ave, pero solamente tórtola o paloma. La victima es degollada por el oferente en persona fuera del altar. La inmolación no era efectuada por los levitas o sacerdotes, sino en el caso de sacrificios públicos. La sangre es derramada por el sacerdote alrededor del altar. La victima luego es desollada, despedazada, y los cuartos son colocados por los sacerdotes sobre el altar donde arde un fuego perpetuo. Todo se coloca sobre el altar, incluso la cabeza, las vísceras y las patas, lavadas de antemano, y todo se quema. Cuando la víctima es un ave se modifica consiguientemente el ritual: no hay degollación por parte del oferente, todo se hace sobre el altar, y por esta razón, por el sacerdote en persona. El holocausto va acompañado de una ofrenda, de harina amasada con aceite y de una libación de vino; la harina se quemaba, el vino se derramaba al pie del altar, como la sangre. El sacrificio de comunión Es un sacrificio que da gracias a Dios y procura la unión con Él. El rasgo característico está en que la víctima se reparte entre Dios, el sacerdote y el oferente, que la come como cosa santa. Las víctimas son las mismas que en el caso del holocausto (excepto las aves), con la diferencia que pueden ser machos o hembras y que en el sacrificio se toleran defectos menores de las víctimas. La imposición de manos, el degüello y el rito de la sangre se efectúa lo mismo que en el holocausto. La parte de Yahvé se quema sobre el altar, la parte del sacerdote no se quema sobre el altar, al oferente le corresponden el resto de las carnes. Las consume juntamente con su familia y con todo invitado que se halle en estado de impureza ritual. El sacrificio va acompañado de una ofrenda; unas tortas sin levadura y de pan leudo. Una de las tortas se reserva para Yahvé y corresponde al sacerdote. El sacrificio expiatorio Este tipo de sacrificio tiene por objeto restablecer la alianza con Dios, rota por las faltas del hombre: el sacrificio por el pecado, y el sacrificio de reparación. Las ofrendas por el sacrificio depende la persona, desde el sacerdote, el príncipe, los ricos y los pobres; desde un toro, una cabra u oveja, los pobres pueden ofrecer dos tórtolas, o pueden contentarse con una ofrenda de harina. Se distinguen estos sacrificios por dos rasgos: la función de la sangre y el uso de las carnes de la víctima. La sangre juega un importante papel. Es la única vez que parte de la víctima entra en el santo, se realiza una aspersión sobre el velo, el altar de los cuernos de los perfumes y lo que sobre es derramada frente al altar de los holocaustos. Por la reparación, como víctima de sacrificio el Levítico menciona el carnero, y va acompañado de una multa en los casos previstos, deberá restituir el valor del daño aumentado en un quinto. Hay que notar, sin embargo que esta restitución no forma parte del sacrificio. Las ofrendas vegetales Se distingue diversas especies de ofrendas: existe la ofrenda cocida de flor de harina empapada de aceite y acompañada de incienso; un puñado de esta harina y todo el incienso se queman sobre el altar, el resto le corresponde a los sacerdotes. Existe la ofrenda de la misma pasta, cocida sobre una chapa o en un molde; una parte de se quema, el resto corresponde a los sacerdotes. Estas ofrendas deben ser sin levadura y deben estar sazonadas con sal, se asimila a la minhah la ofrenda de las primicias, espigas tostadas o pan cocido, con acompañamiento de aceite e incienso; una parte se quema en el altar. Por lo general la minhah era el complemento de un sacrificio sangriento, holocausto o sacrificio de comunión, e iba acompañada de una libación de vino. Los panes de oblación Se puede asociar a las ofrendas vegetales los panes de oblación, llamados lehem happánim, «pan de la faz o de la presencia» (quizá simplemente «panes personales» de Yahveh), o lehem ham-ma áreket, «pan de la hilera». Eran doce tortas de flor de harina, dispuestas en dos hileras sobre una mesa colocada delante del santo de los santos; se renovaban cada sábado. Estos panes los comían los sacerdote y no se colocaban sobre el altar, pero sobre cada hilera se ponía incienso que luego se quemaba, evidentemente sobre el altar de los perfumes, lo que hace que se asemeje a una ofrenda sacrificial. El valor religioso del sacrificio Para hallar el valor religioso del sacrificio en el pueblo de Israel, es necesario apartarse de los conceptos de los historiadores de las religiones quienes buscan establecer comparaciones, y de igual forma con los teólogos, que ven estos sacrificios a través del lente del Nuevo Testamento, y de las interpretaciones del cristianismo. Unos y otros descuidan o difuminan lo que puede haber de original en el sacrificio de Israel. Por ello la noción de sacrificio que desgaja del mismo Antiguo Testamento. El sacrificio no es un don a una divinidad maligna o interesada, tampoco es un medio mágico de unión con la divinidad, no es comida del dios. El sacrificio es el acto esencial del culto externo. Es una oración en acción, es una acción simbólica que hace eficaces los sentimientos interiores del oferente y la respuesta que Dios le da. El sacrificio es motivado por diversas causas, y responde a diversos imperativos de la conciencia religiosa. Israel considera el sacrifico don de Dios, él es señor y soberano, todo le pertenece y todos los bienes del hombre vienen del él. El hombre se priva para dar; pierde, pero al mismo tiempo gana, pues este don es una garantía que adquiere respecto a Dios. No es que Dios tenga necesidad de ello, pero Dios se liga aceptando el don. Es comunión; aspiración a la unión con Dios. Por medio de la participación de los mismos bienes, de una comunidad de vida, de relaciones de hospitalidad. Una vez Yahvé ha aceptado la víctima y recibido su parte en el altar, los oferentes comen el resto en una comida religiosa, participan del sacrificio. Es un sacrificio gozoso que juntando el don de la comunión, el acto de ofrenda y su efecto que es el fomento de la amistad con Dios, aparece como sacrificio más completo. Este sacrificio fue el más reciente en los comienzos de la historia de Israel. Es expiación; Todo sacrificio, siendo un don por el que el hombre se priva de un bien útil y sirviendo para establecer buenas relaciones entre Dios y el oferente, tiene ya un valor expiatorio. El hombre que ha pecado debe volver a la gracia, debe obtener de Dios el restablecimiento de la alianza que ha infringido. La comunión con Dios no será de nuevo posible hasta que se haya restablecido la alianza. Este adquirió mayor importancia cuando las grandes calamidades nacionales comunicaron al pueblo un sentimiento más vivo de su culpabilidad y se desarrolló un sentido más afinado del pecado y de las exigencias de Yahveh. Las grandes fiestas religiosas La comida y la bebida representaban también una función en la celebración de las fiestas religiosas. Con ocasión de la pascua, se comía la carne asada del cordero, pan ácimo y hierbas amargas; cuando los hebreos hicieron esta fiesta el recuerdo anual de la salida de Egipto, la consumición de estos alimentos se interpretó como una repetición de lo que se imaginaban que había sucedido en la noche del éxodo. En la misma fecha de la pascua, a saber: en el prelunio de la primavera, coincidía con el comienzo de la siega, caía también la fiesta de los ácimos: era una celebración de origen agrícola, consistía en abstenerse durante una semana del pan fermentado, es decir hecho con los restos de la antigua cosecha, para sumergirse plenamente en la novedad de vida que significa la nueva cosecha. Otra fiesta importante era la de las semanas (pentecostés), que señalaba el final de la siega, y que posteriormente fue considerada como el recuerdo anual de la revelación divina en el Sinaí; en ella se ofrecían a Dios dos panes de flor de harina amasados con levadura, y holocaustos de corderos, novillos y carneros. La fiesta de las chozas, con la que concluía la cosecha de otoño y que conmemoraba la marcha por el desierto, era la ocasión para llevar al templo parte de la cosecha, que luego era consumida alegremente por todos los presentes. Estas fechas, tan estrechamente relacionadas con los ritos agrícolas y al mismo tiempo con la historia de la salvación, eran también la ocasión en que el pueblo aprendía a ver en los alimentos un don de Dios, que había que consumir en una actitud de agradecimiento hacia él y de solidaridad con todos los demás miembros del pueblo. El ayuno Las relaciones que ligan a Israel con su Dios exigen a veces abstenerse de la comida. El ayuno estaba prescrito solamente en el gran día de la expiación (Kippur), como signo de penitencia. Además, se practicaba un ayuno, como expresión de luto, en los meses cuarto, quinto, séptimo y décimo, en recuerdo de la caída de Jerusalén el año 587 a.C. El ayuno se practicaba además en concomitancia con la oración, es significativo en este sentido el ayuno practicado por Moisés y por Daniel para disponerse a recibir la revelación divina. En la perspectiva bíblica el ayuno no es una práctica ascética, como podía ser la abstención del vino por parte de los sacerdotes antes del servicio religioso, de los recabitas o de los nazireos. La abstención La abstención del alimento, como por otra parte el uso de alimentos particulares en el ámbito del culto, no es más que un medio para significar la vuelta a Dios y la obediencia a su voluntad. Se comprende por ello la polémica de los profetas contra un ayuno puramente formal y exterior, y la invitación al verdadero ayuno, que consiste en las obras de la justicia y del amor. En el judaísmo el ayuno se convertirá en una práctica muy difundida y estará regulado por normas minuciosas. La comida en clave escatológica La experiencia histórica de Israel está marcada por el fracaso; debido a su infidelidad a Dios, el pueblo tiene que tomar finalmente el camino del destierro. Nace y se desarrolla la esperanza en una nueva intervención salvífica divina capaz de eliminar para siempre el pecado y de restaurar a Israel en su condición de pueblo elegido. Es en este momento final de la historia donde los profetas colocan también la concesión de un alimento abundante, no sólo para Israel, sino para todo el resto de la humanidad. La restauración final de Israel se describe frecuentemente en términos de abundancia alimenticia. Las esperanzas de una prosperidad que nace de la fidelidad a Yahvé. Afloran a menudo en la oración de Israel. El salmista le pide a Dios: "Que nuestros graneros estén llenos, rebosantes de frutas de todas las especies; que nuestros rebaños se multipliquen a millares, a miles y miles por nuestras praderías" (Sal 144,13; cf. 132,15; 147,14). La prosperidad final se convierte a menudo en un símbolo del gozo que la plena comunión con Dios dará algún día a sus fieles. Pero es cierto que, partiendo de la visión del hombre propia de Israel, esta comunión se considera como verdadera y posible sin una plenitud también material. A veces la prosperidad de los últimos tiempos se describe como un gran banquete ofrecido por Dios a sus fieles. Es significativo el hecho de que el justo perseguido de los salmos vislumbre, al final de su prueba, un gran banquete que marca la vuelta a Dios de todos los hombres: "Los pobres comerán hasta saciarse, alabarán al Señor los que lo buscan: ¡viva su corazón eternamente! El mundo entero recordará al Señor y al Señor volverá; lo adorarán, postrados ante él, todas las familias de los pueblos"(Sal 22,27). En el contexto de la vuelta del destierro se convoca a los desterrados a un gran banquete, en el que se les da a todos gratuitamente pan, agua, vino, leche y todo tipo de manjares suculentos; es ésta la ocasión para que Dios establezca con su pueblo un pacto eterno y le confiera las bendiciones prometidas a David. Símbolos de carácter alimenticio De la importancia que tiene el alimento para Israel, ha hecho que se saquen numerosos símbolos religioso de manera directa o indirecta. 1. La siega, en cuanto que supone la recogida del grano y la separación de la paja, simboliza muchas veces el juicio divino en su doble aspecto de condenación (Is 17,5; Jer f 3,24; 51,2.33; Jl 4,13) y de salvación (Os 6,11; Am 9,13; Sal 126,5-6). 2. La vendimia, por el contrario, significa el castigo divino (Jer 49,9; Lam 1,15; Abd 5; Is 63,1-6). 3. El hambre y la sed se ven con frecuencia como una prueba que Dios permite para que el pueblo reconozca que el alimento viene de él (Dt 8,2-3; Os 2,5.11.14.16); de este modo se convierten en símbolo de la necesidad de Dios (Sal 42,3), de su palabra (Am 8 11; Is 55,1) o de la sabiduría (Si 24,20). 4. Paralelamente, el acto de saborear llega a indicar la experiencia de la bondad divina (Sal 34,9). 5. El gusto indica la inteligencia, la prudencia y el sentido común (ISam 25 33; Sal 119,66; Prov 11,22; Job 12,20). 6. Entre los alimentos, el pan es el que recibe más de ordinario significados simbólicos: el maná, que muy pronto se convierte en símbolo de la palabra de Dios. También en otros lugares el pan simboliza la palabra de Dios (Is 55,2.6.11), las enseñanzas de la Sabiduría (Prov 9,5) o la misma Sabiduría (Si 15,3; cf 24 18-20). 7. El agua encierra a menudo un significado simbólico: lo mismo que el maná, el don que Dios hace de sí mismo al pueblo que se ha escogido. Otras veces el agua pasa a ser símbolo de Dios, de su palabra, de sus hazañas salvíficas o de la sabiduría. La salvación escatológica se representa como un río caudaloso que brota del templo y que regenera todo el país. 8. El vino se presenta en ocasiones como una bebida nociva para el hombre (Gén 9,20-21), pero otras veces se ve como signo de prosperidad (Gén 49,11) y fuente de gozo (Jue 9,13). Por eso puede indicar tanto la ira de Dios (Is 51,17; Jer 25,12; Lam 4,21; Sal 75,9) como la salvación (Sal 16,5; 23,5; 116,13; Zac 9,17). 9. La leche y la miel, que se presentan juntas muchas veces como los productos más característicos de la tierra prometida (cf. Dt 6,3; 11,9; Jer 11,5; Ez 20,6.15), simbolizan respectivamente la prosperidad escatológica (Is 66,11) y la dulzura de la Sabiduría (Prov 24,13-14). 10. El aceite se enumera a menudo entre los dones que hace Dios a su pueblo fiel, y adquiere un significado simbólico en el rito de la unción real (cf. 1Sam 16,13) y sacerdotal (cf. Éx 29,7). El olivo, a su vez, se convierte en imagen del justo (Sal 52,10; cf. 128,3; Si 50,10; Zac 4,11-14) y de la Sabiduría (Si 24,14). 11. La sal, que se mezclaba con las ofrendas del sacrificio (Lev 2,13; Ez 43,24), es considerada como símbolo de la alianza (Lev 2,13) y de forma particular de su carácter inmutable (Núm. 18,19; 2Crón 13,5, donde las expresiones "pacto inviolable" y "alianza indestructible" son una traducción libre de "alianza de sal"). Estos símbolos representan un papel importante en la vida del pueblo, en cuanto que ayudan al creyente a ver la comida no sólo un medio de sobrevivencia, sino una llamada constante a Dios y a las realidades espirituales. BIBLIOGRAFIA AA.VV, La Cena del Señor. AA- VV., Alimento, en Vocabulario de Teología bíblica (ed. X. León-Dufour), Herder, Barcelona 1980, 66-68. AA.VV., La cena del Señor, Para la vida y el espíritu, EDB Bolonia 1983. Teología del Antiguo Testamento I, Cristiandad, Madrid 1975. GALBIATI, La eucaristía en la Biblia, Milán 1982. RAO G. von, El libro del Génesis, Sígueme, Salamanca 1977. Teología del Antiguo Testamento I, Sígueme, Salamanca 1978. VAUX R. de, Instituciones del Antiguo Testamento, Herder, Barcelona 1976. Biblia de Jerusalén.
IMPORTANCIA DE UNA BUENA NUTRICIÓN EN LOS PROCESOS DE APRENDIZAJE EN LOS ESTUDIANTES DE 2 GRADO DE LA INSTITUCIÓN EDUCATIVA SIMÓN BOLÍVAR DEL MUNICIPIO DE SABANALARGA - Atlantico