You are on page 1of 32

RIGOBERTO ECHEVERRI BUENO

Magistrado ponente

SL11411-2017
Radicación n.° 67595
Acta 27

Bogotá, D. C., dos (02) de agosto de dos mil diecisiete


(2017).

Decide la Sala el recurso de casación interpuesto por la


apoderada de la sociedad OPP GRANELES S.A., contra la
sentencia proferida por la Sala Laboral de Descongestión del
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Cali el 19 de
diciembre de 2013, dentro del proceso ordinario laboral que
fue promovido en su contra por el señor HUMBERTO
RIASCOS SALAS.

I. ANTECEDENTES

El señor Humberto Riascos Salas presentó demanda


ordinaria laboral en contra de la sociedad OPP Graneles S.A.,
con el fin de obtener que se declarara que su contrato de
trabajo, vigente entre el 16 de enero de 2003 y el 9 de mayo
de 2008, fue terminado de manera unilateral, injusta e ilegal,

SCLAJPT-10 V.00
Radicación n.° 67595

cuando se encontraba en condiciones de discapacidad, sin


permiso de la autoridad competente. Como consecuencia de
ello, solicitó que se dispusiera su reintegro al cargo que
desempeñaba en el momento del despido, junto con el pago
de los salarios y prestaciones sociales dejados de percibir,
además de la indemnización prevista en el artículo 26 de la
Ley 361 de 1997 y los aportes al sistema de seguridad social
integral.

Para fundamentar sus súplicas, señaló que le había


prestado sus servicios a la demandada entre el 16 de enero
de 2003 y el 13 de enero de 2006, cuando, en ejercicio del
cargo de operador de báscula, como consecuencia de una
«tuberculosis pulmonar multiresistente», le realizaron una
intervención quirúrgica en la que le extrajeron medio
pulmón; que permaneció incapacitado hasta el 28 de agosto
de 2006, cuando fue autorizado para regresar a su trabajo,
con una recomendación de reubicación laboral, pues tuvo las
secuelas de «disfonía por parálisis de la cuerda vocal» e
«hipoacusia bilateral»; que fue asignado al cargo de auxiliar
de tráfico y a la empresa le dieron recomendaciones
relacionadas con su estado de salud, además de que le
sugirieron no despedirlo sin justa causa; que en el mes de
enero de 2008 fue nuevamente intervenido quirúrgicamente,
debido a la «ruptura traumática del tímpano del oído», con una
incapacidad de 15 días; y que el 9 de mayo de 2008 fue
despedido de manera unilateral e injusta, a pesar de que la
empresa conocía su especial condición de discapacidad.

SCLAJPT-10 V.00
2
Radicación n.° 67595

La entidad convocada al proceso se opuso a la


prosperidad de las pretensiones de la demanda. Admitió que
el actor le prestaba sus servicios, en los cargos mencionados
en la demanda, además de los procesos de reubicación que
tuvo, debido a su estado de salud, hasta el momento en el
que fue despedido. En torno a los demás hechos, expresó que
no eran ciertos. Arguyó que, en el momento del despido, el
actor estaba «…apto para laborar sin restricciones…» y
propuso las excepciones de cobro de lo no debido,
inexistencia de la obligación, buena fe contractual y
prescripción.

II. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA

Tramitada la primera instancia, el Juzgado Primero


Laboral del Circuito de Buenaventura profirió fallo el 6 de
septiembre de 2012, por medio del cual declaró la ineficacia
del despido y condenó a la sociedad demandada a reintegrar
al actor al cargo que desempeñaba o a uno de igual categoría,
teniendo en cuenta sus condiciones de discapacidad, junto
con el pago de la indemnización prevista en el artículo 26 de
la Ley 361 de 1997, los salarios y prestaciones sociales
dejados de percibir y los aportes al sistema de seguridad
social en salud y pensiones.

III. SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA

Al resolver el recurso de apelación presentado por la


apoderada de la sociedad demandada, la Sala Laboral de
Descongestión del Tribunal Superior del Distrito Judicial de

SCLAJPT-10 V.00
3
Radicación n.° 67595

Cali, a través de la sentencia del 19 de diciembre de 2013,


confirmó la decisión emitida por el juzgador de primer grado.

En aras de justificar su decisión, el Tribunal explicó que


en este caso no mediaba controversia alguna en torno al
hecho de que entre las partes se había desarrollado un
contrato de trabajo, desde el 16 de enero de 2003 hasta el 9
de mayo de 2008, y estimó que su labor estaba centrada en
definir si al actor le asistía derecho a la «…estabilidad laboral
reforzada…»

En dicha dirección, advirtió que, de acuerdo con lo


previsto en la Ley 361 de 1997 y lo adoctrinado por esta
corporación en su jurisprudencia, la protección especial
pedida en la demanda estaba dirigida solamente a personas
en condiciones de discapacidad, además de que «…no se
puede pensar que es discapacitado todo aquel que presente
una enfermedad o limitación…», pues es necesario que el
trabajador sufra «…limitaciones significativas…» y,
específicamente, alguna con carácter moderado, severo o
profundo, en los términos establecidos en el Decreto 2463 de
2001. Agregó en este punto que, para que operara la garantía
a la estabilidad laboral, «…debe el empleador conocer ese
estado de salud y terminar la relación laboral por razón de la
limitación física, sin previa autorización del Ministerio
correspondiente.»

Dicho ello, precisó que en este caso la sociedad


demandada había confesado, al contestar la demanda, que
conocía la especial condición de discapacidad del actor y que

SCLAJPT-10 V.00
4
Radicación n.° 67595

no había solicitado autorización para proceder a su despido


sin justa causa, por lo que había quebrantado su derecho a
la estabilidad laboral reforzada. Para tales efectos, especificó
que:

[…] la entidad accionada aquí recurrente confiesa, a través de


apoderado, y al contestar los hechos segundo al sexto del libelo
introductor, que el actor estuvo inicialmente incapacitado entre el
10 de febrero y el 29 de agosto de 2006, es decir, por más de 180
días; que la EPS a la que se encontraba afiliado el trabajador,
realizó recomendaciones por el estado de salud que él presentaba,
entre las cuales se solicitó la reubicación laboral con restricciones,
lo que llevó a que el 6 de septiembre de 2006 fuera asignado al
cargo de Apoyo al Auxiliar de Tráfico y que las restricciones fueron
levantadas el 29 de junio de 2007. Así mismo acepta que el 15 de
enero el actor fue nuevamente incapacitado hasta el día 29 de ese
mismo mes y año, lo cual se corrobora con los documentos
obrantes dentro del infolio.

Así las cosas, resulta claro que la sociedad traída a juicio era
conocedora de antemano acerca de la limitación que padecía el
trabajador aquí demandante, lo cual lo hacía objeto de una
protección especial en materia laboral, pues si bien para el preciso
momento del despido, el actor no se encontraba incapacitado, sí
estaba evidentemente menguado en su estado de salud,
circunstancia que se confirmó con la calificación realizada por la
Junta Regional de Calificación de Invalidez del Valle del Cauca,
entidad que le otorgó una Pérdida de Capacidad Laboral del
42.06% (fs. 463-467), lo que indica que el señor HUMBERTO
RIASCOS SALAS tenía una limitación severa, y si bien dicha
calificación es posterior a la terminación del contrato de trabajo,
no puede pasarse por alto el hecho de que es el resultado de los
padecimientos de salud que desde el 2006 aquejaron al
extrabajador aquí demandante, y que eran conocidos por el
empleador.

En criterio de este Juez colegiado, el dictamen de la Junta Regional


de Calificación de Invalidez del Valle del Cauca da la certeza de
que antes de mejorar, el estado de salud del demandante, que era
plenamente conocido por el empleador en su momento, antes que
mejorar empeoró, de lo que se colige que sí tenía afecciones en su
corporeidad.

En conclusión, al no discutirse la afectación en la salud del


demandante, la directa influencia de la patología en la ejecución
de sus funciones, el conocimiento de tales circunstancias por parte
del empleador al momento del despido y la ausencia de
autorización por parte de la Oficina del Trabajo, no existe duda

SCLAJPT-10 V.00
5
Radicación n.° 67595

que la demandada violó las disposiciones legales que le imponían


la obligación de pedir permiso para poder desvincular al
trabajador demandante.

Con fundamento en lo anterior, confirmó que eran


plenamente procedentes las condenas impartidas por el
juzgador de primer grado, por cuanto la ineficacia del despido
se derivaba de lo dispuesto por la Corte Constitucional en la
sentencia C 531 de 2000 y la indemnización de 180 días de
salario era una consecuencia jurídica establecida en el
artículo 26 de la Ley 361 de 1997.

IV. RECURSO DE CASACIÓN

Fue interpuesto por la apoderada de la parte


demandada, concedido por el Tribunal y admitido por la
Corte, que procede a resolverlo.

V. ALCANCE DE LA IMPUGNACIÓN

Pretende la recurrente que la Corte case totalmente la


sentencia recurrida y que, en sede de instancia, revoque la
decisión emitida por el juzgador de primer grado y absuelva
a la demandada de todas y cada una de las pretensiones de
la demanda.

Con tal propósito formula dos cargos, por la causal


primera de casación laboral, que no fueron replicados y que
pasan a ser examinados por la Sala.

SCLAJPT-10 V.00
6
Radicación n.° 67595

VI. PRIMER CARGO

Se formula de la siguiente manera:

Acuso la sentencia impugnada de ser violatoria de la ley


sustancial por VÍA INDIRECTA, en la modalidad de APLICACIÓN
INDEBIDA de los artículos 5 y 26 de la Ley 361 de 1997, con
relación a los artículos 7 del Decreto 2463 del 2001, 16 del Decreto
2351 de 1965, 64 del C.S.T., 61 del CPL y SS, 2, 13, 47, 53 y 54
de la Constitución Política.

Alega que el Tribunal incurrió en los siguientes errores


de hecho:

1. Dar por demostrado sin estarlo, que el señor RIASCOS SALAS


al 9 de mayo de 2008, se encontraba limitado “…lo cual lo hacía
objeto de una protección especial en materia laboral…”, y con ello
considerar que le asiste el derecho al reintegro.

2. Dar por demostrado, sin estarlo, que para el momento en que el


actor fue desvinculado de OPP GRANELES S.A. se encontraba
“…menguado en su estado de salud…”

3. Dar por demostrado, sin ser ello cierto, que al momento en que
el actor fue desvinculado de OPP GRANELES S.A., existía una
“directa influencia de la patología en la ejecución de sus
funciones”, y que de tal hecho era conocedora mi representada.

4. No dar por demostrado, estándolo, que al ser el dictamen


realizado por la Junta Regional de Calificación de Invalidez del
Valle del Cauca, muy posterior a la fecha de terminación del
contrato de trabajo, mi representada desconocía el estado de
limitación del actor, o que padeciera de algún tipo de “afecciones
en su corporeidad”.

5. No dar por demostrado, estándolo, que el señor RIASCOS


SALAS, venía desempeñando sus funciones laborales en forma
normal y sin ningún tipo de limitación o restricción al momento en
que fue desvinculado de OPP GRANELES S.A.

6. No dar por demostrado, estándolo, que el señor RIASCOS SALAS


no es acreedor al reintegro solicitado por cuanto al momento de su
despido no estaba dentro de las personas catalogadas como
“sujetos de especial protección”, o se encontraba dentro de las
personas en condición de debilidad manifiesta o estado de
indefensión.

SCLAJPT-10 V.00
7
Radicación n.° 67595

7. No dar por demostrado, estándolo, que el despido del


demandante ocurrió por causas legales y no por sus limitaciones
físicas o estado de salud.

Agrega que los referidos errores fueron el producto de la


errónea valoración de la demanda; la comunicación del 10 de
septiembre de 2006 (fol. 51 y 52); las recomendaciones
laborales emitidas por la EPS SOS el 29 de junio de 2007; el
reporte de consulta ambulatoria del 14 de diciembre de 2007,
proveniente de la Fundación Valle del Lili; el derecho de
petición dirigido por el demandante a la demandada el 10 de
julio de 2008; la respuesta al mencionado derecho de
petición; el examen médico de retiro; la comunicación del 16
de julio de 2007, mediante la cual el actor fue promovido al
cargo de auxiliar de tráfico; la liquidación de prestaciones
sociales; la última incapacidad otorgada al trabajador; el
dictamen de pérdida de la capacidad laboral del 11 de febrero
de 2010; el interrogatorio de parte rendido por el demandante
y el testimonio de Efraín Agudelo Caicedo.

En desarrollo del cargo, la recurrente precisa que no es


su intención discutir los supuestos fácticos establecidos por
el Tribunal, relacionados con la existencia de la relación
laboral y sus términos; la incapacidad del actor durante más
de 180 días; que la EPS SOS realizó recomendaciones y
formuló restricciones respecto de las funciones que cumplía,
por su estado de salud; que, como consecuencia, le fue
asignado el cargo de apoyo auxiliar de tráfico; que fue
nuevamente incapacitado en enero de 2008; y que en el

SCLAJPT-10 V.00
8
Radicación n.° 67595

momento en el que fue despedido no se encontraba


incapacitado.

En tal orden, indica que su reproche contra la decisión


gravada está enfocado en que, al margen de la libertad
probatoria con que cuentan los jueces del trabajo, el Tribunal
erró groseramente al situar al demandante en un «…estado
de limitación o situación de debilidad manifiesta al 9 de mayo
de 2008…», pues si hubiera analizado las pruebas del
proceso de manera correcta, habría concluido que, para la
fecha de su despido, el trabajador «...desarrollaba sus
funciones normalmente, sin ningún tipo de limitación o
condición de discapacidad física, y si ello es así, no habría
lugar a colegir que su despido fuese por esta causa.»

Aduce, en ese sentido, que en el proceso no «…aparece


documento o certificación alguna que le otorgue al actor el
título de persona limitada o en condición de discapacidad…»,
para la fecha de su despido, y relata que, por el contrario, de
acuerdo con la comunicación del 10 de septiembre de 2006
de la EPS SOS, estaba apto para ser reintegrado, «…con
ciertas limitaciones…» Añade que, en cumplimiento de esas
recomendaciones, el trabajador fue reubicado en el cargo de
asistente de auxiliar de tráfico y que, en comunicación del 29
de junio de 2007 de la EPS SOS, se determinó que tenía un
diagnóstico de «…TBC PULMONAR RESUELTA, DISFONÍA,
HIPOACUSIA BILATERAL…» y estaba apto para el «…reintegro
laboral sin restricciones…», de manera que, aunque atravesó
una etapa crítica en su estado de salud, «…dicha crisis fue

SCLAJPT-10 V.00
9
Radicación n.° 67595

superada…» y, por ello, podía desarrollar sus funciones


originales en condiciones normales.

Sostiene que esa evidencia fue reafirmada por el


testimonio del señor Efraín Agudelo Caicedo y el reporte de
consulta ambulatoria del 14 de diciembre de 2007, con base
en los cuales se demostró que el padecimiento del actor de
tuberculosis pulmonar fue superado satisfactoriamente.
Asimismo, reproduce apartes de la sentencia de la Corte
Constitucional T 613 de 2011 y reitera que la enfermedad del
trabajador fue solventada y no le aparejó secuelas o
limitaciones que impidieran el ejercicio normal de sus
funciones, «…ni desempeñarse socialmente de manera
adecuada…», como se reconoció en el mismo texto de la
demanda.

Subraya también que la última incapacidad fue


generada tres meses antes de la finalización del vínculo
laboral y por ese hecho no se emitió alguna recomendación o
restricción laboral, de manera que, insiste, para la fecha de
su despido, el trabajador no sufría alguna patología conocida
por la empresa y que implicara protección a su estabilidad
laboral, como se determinó en el examen médico de retiro que
le fue practicado, en el que se le calificó como «…APTO PARA
DESEMPEÑAR LA LABOR QUE SE LE VA A ASIGNAR…»,
«…NO PADECE ENFERMEDAD INFECTOCONTAGIOSA…» y
«…NO TIENE INCAPACIDAD FÍSICA…»

Destaca, igualmente, que la empresa siempre actuó de


buena fe y nunca tuvo la intención de despedir al trabajador

SCLAJPT-10 V.00
10
Radicación n.° 67595

por su estado de salud, además de que cumplió con la


afiliación y el pago de incapacidades y cotizaciones al sistema
de seguridad social, como lo admitió el demandante al
responder el interrogatorio de parte que le fue formulado.

De otro lado, arguye que el Tribunal también se


equivocó al fundamentar su decisión en el dictamen de
pérdida de la capacidad laboral emitido por la Junta Regional
de Calificación del Valle del Cauca, pues, además de que la
demandada no tuvo la oportunidad de oponerse al mismo,
fue aportado al proceso el 24 de febrero de 2010, casi dos
años después de finalizada la relación laboral, y «…si bien es
cierto presenta un 42.06% de pérdida de la capacidad laboral,
no se puede presumir que del mismo haya tenido conocimiento
OPP GRANELES S.A. al momento de terminar el vínculo
laboral…», ya que, contrario a ello, el trabajador prestaba sus
servicios de manera normal y los entes competentes habían
certificado su recuperación.

Para apoyar sus reflexiones, transcribe apartes de la


decisión emitida por esta sala de la Corte CSJ SL, 25 mar.
2009, rad. 35606, y afirma que el trámite de la calificación
de pérdida de la capacidad laboral ni siquiera se encontraba
en curso en el momento de la terminación de la relación
laboral, por lo que el Tribunal no podía inferir, a partir del
dictamen, que la empresa conocía el estado de salud del
trabajador.

Finalmente, alega que, de cualquier manera, el despido


del demandante ocurrió por causas legales y no por sus

SCLAJPT-10 V.00
11
Radicación n.° 67595

limitaciones físicas o de salud, puesto que, como se admitió


en la demanda, la terminación del vínculo se produjo de
manera unilateral, con el pago de la indemnización
respectiva, recibida por el actor, al amparo de lo previsto en
el artículo 64 del Código Sustantivo del Trabajo, que no
requería de la autorización del Ministerio de Trabajo.

VII. SEGUNDO CARGO

Se formula de la siguiente manera:

Acuso la sentencia impugnada de ser violatoria de la ley


sustancial por VÍA DIRECTA, en la modalidad de
INTERPRETACIÓN ERRÓNEA de los artículos 47, 53 y 54 de la
Constitución Política y 5º de la ley 361 de 1997, que a su vez lo
llevaron a la aplicación indebida del artículo 26 de la ley 361 de
1997, con relación a los artículos 7 del Decreto 2463 del 2001, 16
del Decreto 2351 de 1965, 64 del C.S.T., 61 del CPL y SS, 2 y 13
de la Constitución Nacional.

En desarrollo de la acusación, la recurrente precisa,


nuevamente, que no discute supuestos fácticos tales como la
existencia de la relación laboral, las incapacidades del actor
y las recomendaciones sobre su trabajo, su promoción al
cargo de apoyo auxiliar de tráfico y que no se encontraba
incapacitado en el momento en el que fue despedido.

Indica, en tal sentido, que su acusación está dirigida a


demostrar que el Tribunal interpretó con error los artículos
47, 53 y 54 de la Constitución Política, tras lo cual aplicó
indebidamente el artículo 26 de la Ley 361 de 1997, pues,
para la aplicación de las garantías establecidas en dichas
normas, era necesario haber acreditado que el trabajador

SCLAJPT-10 V.00
12
Radicación n.° 67595

tenía una disminución física, sensorial o psíquica, en el


momento exacto de la terminación del vínculo laboral, lo que
no podía predicarse de las meras incapacidades.

Aclara que si el Tribunal hubiera tenido en cuenta esa


premisa jurídica, junto con la prueba indiscutida de que el
actor no se encontraba incapacitado en el momento del
despido, habría tenido que reconocer que no eran aplicables
las mencionadas garantías a la estabilidad laboral. Insiste en
que el Tribunal no podía catalogar a una persona como
limitada, con fundamento en incapacidades anteriores y
superadas y con desconocimiento del hecho de que, para el
momento del despido, el servidor estaba trabajando en
condiciones normales, pues, entre otras cosas,

[…] cuando se habla de una minusvalía o limitación como lo


establece la Carta Política, se está haciendo referencia a una
deficiencia o anormalidad de una estructura fisiológica o
anatómica, temporal o permanente, entre las cuales se pueden
evidenciar defectos o incluso pérdidas de la estructura del cuerpo
humano o de los sistemas propios de la función mental, lo que en
el caso de autos no acontece, pues como se observó al desarrollar
el primer cargo, el señor RIASCOS venía laborando de manera
absolutamente normal, luego de haberse recuperado de las
patologías que lo aquejaban mucho tiempo antes de ser
desvinculado.

Reitera que las garantías de la Ley 361 de 1997 están


dirigidas con exclusividad a las personas con limitación,
minusvalía o discapacidad, y que el Tribunal no podía
extenderlas a personas con una simple incapacidad, pues
ello atenta contra el derecho de otros trabajadores a
conseguir empleo y supone cargas desproporcionadas para
la empresa. Alude también al texto del artículo 5 de la Ley

SCLAJPT-10 V.00
13
Radicación n.° 67595

361 de 1997 y aduce que la calificación de la discapacidad


solo podía realizarla una entidad médica competente, a
través de un carné o certificación, de manera que al no contar
el actor con ese presupuesto, no podía verse beneficiado con
la garantía de estabilidad, menos aun cuando no tenía
afección alguna en el momento del retiro y el despido no se
fundamentó en sus condiciones de salud.

En apoyo de su disertación, reproduce apartes de la


sentencia CSJ SL, 28 ag. 2008, rad. 39207, y repite que el
actor no era un sujeto de especial protección, porque no se
encontraba incapacitado en el momento del despido, ni tenía
un carné que lo acreditara como persona en condiciones de
discapacidad, además de que, en el momento de su retiro, se
encontraba laborando, sin alguna restricción de tipo médico
o funcional.

VIII. CONSIDERACIONES

Los dos cargos se analizan de manera conjunta, en la


medida en que, si bien se encaminan por diferentes vías,
desarrollan argumentos jurídicos y fácticos de manera
indiscriminada, además de que, en función de su desarrollo,
merecen una respuesta racionalmente armónica.

Por razones metodológicas, para el estudio de las dos


acusaciones, la Corte fijará el marco jurídico que resulta
relevante para la situación en disputa y analizará si el
Tribunal incurrió en algún error de tipo hermenéutico en este
preciso ámbito, para luego analizar los errores de hecho que

SCLAJPT-10 V.00
14
Radicación n.° 67595

denuncia la censura en el primer cargo y que reitera dentro


del desarrollo argumentativo del segundo.

En el orden propuesto, desde el punto de vista jurídico,


la decisión del Tribunal tiene un fundamento claramente
diferenciable, que puede sintetizarse de la siguiente manera:
i) las garantías a la estabilidad laboral previstas en el artículo
26 de la Ley 361 de 1997 no están destinadas a trabajadores
con cualquier tipo de enfermedad o «limitación», sino a
aquellos que sufren una «limitación moderada, severa o
profunda»; ii) y, adicionalmente, el empleador debe conocer
esa condición y terminar la relación laboral por razón de la
«limitación física», sin previa autorización de las autoridades
administrativas de trabajo.

Resaltado lo anterior, de primera mano, para la Sala


resulta abiertamente infundado el segundo cargo,
encaminado por la vía directa, pues lo que se defiende en su
desarrollo es precisamente lo que determinó el Tribunal, en
cuanto a que no cualquier trabajador con enfermedades o
incapacidad médica está cobijado por las garantías a la
estabilidad y que, de cualquier manera, la condición de
discapacidad debe ser conocida por el empleador y ser la
causa de la terminación de la relación laboral, sin
autorización previa.

Al margen de lo anterior, para despejar las inquietudes


planteadas por la censura, en lo que tiene que ver con el
marco jurídico que gobierna la situación en disputa, esta sala
de la Corte ha clarificado que los destinatarios de la garantía

SCLAJPT-10 V.00
15
Radicación n.° 67595

especial a la estabilidad laboral reforzada son aquellos


trabajadores que tienen una condición de discapacidad en
grado moderado, severo o profundo, como lo dedujo el
Tribunal, independientemente del origen que tengan y sin
más aditamentos especiales, como que obtengan un
reconocimiento y una identificación previas.

En la sentencia CSJ SL, 28 ag. 2012, rad. 39207,


reiterada en CSJ SL10538-2016 y CSJ SL5163-2017, entre
otras, la Corte adoctrinó al respecto:

Justamente en un proceso adelantado contra la misma empresa


aquí demandada, radicado N° 32532 de 2008, esta Sala
determinó que no toda discapacidad goza de la protección a la
estabilidad contenida en el artículo 26 de la Ley 361 pues, en
concordancia con los artículos 1º y 5º de la citada ley, dedujo que
gozan de dicha protección aquellos trabajadores con grado de
discapacidad moderada (del 15% al 25%), severa (mayor del 25%
y menor al 50%) y profunda (mayor del 50%). Bajo esta premisa,
negó la protección al demandante quien sufría una incapacidad
permanente parcial del 7.41%.

El anterior precedente fue reiterado en la sentencia 35606 de
2009, donde sobre el particular anotó:

“De acuerdo con la sentencia en precedencia [32532 de 2008]


para que un trabajador acceda a la indemnización estatuida
en el artículo 26 de la Ley 361 de 1997, se requiere: (i) que
se encuentre en una de las siguientes hipótesis: a) con una
limitación “moderada”, que corresponde a la pérdida de la
capacidad laboral entre el 15% y el 25%, b) “severa”, mayor
al 25% pero inferior al 50% de la pérdida de la capacidad
laboral, o c) “profunda” cuando el grado de minusvalía
supera el 50%; (ii) que el empleador conozca de dicho estado
de salud; y (iii) que termine la relación laboral “por razón de
su limitación física” y sin previa autorización del Ministerio
de la Protección Social”.

Ahora bien, en la sentencia 38993 del 3 de noviembre de 2010,


esta Sala le dio la razón al tribunal en haber negado la protección
prevista en el artículo 26 en comento, no solo porque el actor tenía
una discapacidad dentro del rango de moderada (21.55%), sino
también porque “…la desvinculación del actor no se produjo por
razón de la pérdida de su capacidad laboral, sino en virtud de

SCLAJPT-10 V.00
16
Radicación n.° 67595

haberse prolongado la incapacidad por más de 180 días sin que


hubiera sido posible su recuperación, causal que se encuentra
prevista como justa causa de terminación del contrato de trabajo,
en el numeral 15 del aparte a) del artículo 7º del Decreto 2351
de 1965”. Si bien en las consideraciones se anotó “…en efecto,
ya esta Corporación ha fijado su criterio en torno al tema
relacionado con la aplicación de la Ley 361 de 1997, en el sentido
que ella está diseñada para garantizar la asistencia y protección
necesaria de las personas con limitaciones ‘severas y profundas’,
pues así lo establece el artículo 1º, al referirse a los principios que
la inspiran y al señalar sus destinatarios, en cuanto son las
personas consideradas discapacitadas, esto es, aquellas que
tengan un grado de minusvalía o invalidez superior a la limitación
moderada, pues la sola circunstancia de que el trabajador sufra
alguna enfermedad que lo haya incapacitado temporalmente para
laborar, no lo hace merecedor a esa especial garantía de
estabilidad reforzada”, el ánimo de la Sala no fue el de apartarse
del precedente 32532 de 2008 precitado, pues, justamente, a
renglón seguido, se aludió a él, para reforzar su decisión, sin hacer
salvedad alguna, así: “Precisamente, la Corte en Sentencia del 15
de julio de 2008, radicación 32532, reiterada en las del 25 de
marzo de 2009, rad. 35606, 16 y 24 de marzo de 2010,
radicaciones 36115 y 37235, entre otras, al fijar el alcance del
artículo 26 de la Ley 361 de 1997, expresó…”

En todo caso, para despejar cualquier duda que puede suscitar la


precitada sentencia en cuanto al nivel de limitación requerido para
el goce de la protección en cuestión, esta Sala reitera su posición
contenida en la sentencia 32532 de 2008, consistente en que no
cualquier discapacidad está cobijada por el manto de la
estabilidad reforzada previsto en el artículo 26 de la Ley 361 de
1997; dicha acción afirmativa se justifica y es proporcional en
aquellos casos donde la gravedad de la discapacidad necesita
protección especial para efectos de que los trabajadores afectados
con ella no sea excluidos del ámbito del trabajo, pues,
históricamente, las discapacidades leves que podría padecer un
buen número de la población no son las que ha sido objeto de
discriminación. Por esta razón, considera la Sala que el legislador
fijó los niveles de limitación moderada, severa y profunda (artículo
5º reglamentado por el artículo 7º del D. 2463 de 2001), a partir
del 15% de la pérdida de la capacidad laboral, con el fin de
justificar la acción afirmativa en cuestión, en principio, a quienes
clasifiquen en dichos niveles; de no haberse fijado, por el
legislador, este tope inicial, se llegaría al extremo de reconocer la
estabilidad reforzada de manera general y no como excepción,
dado que bastaría la pérdida de la capacidad en un 1% para tener
derecho al reintegro por haber sido despedido, sin la autorización
del ministerio del ramo respectivo. De esta manera, desaparecería
la facultad del empleador de dar por terminado el contrato de
trabajo unilateralmente, lo que no es el objetivo de la norma en
comento.

SCLAJPT-10 V.00
17
Radicación n.° 67595

En concordancia con lo anterior, la Corte ha precisado


que no es necesario que el trabajador esté previamente
reconocido como persona en condiciones de discapacidad o
que se le identifique de esa manera en un carné, como el que
regula el artículo 5 de la Ley 361 de 1997, pues lo importante
es que padezca una situación de discapacidad en un grado
significativo, debidamente conocida por el empleador, para
que se activen las garantías que resguardan su estabilidad.
En la sentencia CSJ SL, 18 sep. 2012, rad. 41845, se dijo al
respecto que,

[…] para que opere la protección laboral establecida en este último


precepto, no es requisito sine qua non que previamente la persona
discapacitada tenga el carné o que se haya inscrito en la E.P.S.,
pues aunque se constituye en un deber, el no cumplirlo o probarlo
procesalmente no lleva como consecuencia irrestricta y necesaria
la pérdida de la aludida protección. Dicho en breve: el carné o la
inscripción en la E.P.S. no son requisitos para que sea válida o
para que nazca a la vida jurídica el mencionado amparo, habida
cuenta que ello no aflora de los textos normativos. Más aún,
cuando en el sub lite, el Tribunal estimó que la limitación del actor
era un hecho notorio.

En la sentencia CSJ SL, 28 ag. 2012, rad. 39207, la


Corte también definió que,

[…] el carné al que refiere el artículo 5º de la ley 361 ha de


entenderse como un medio más de prueba del estado y grado de
discapacidad de su titular, para efectos de que pueda gozar de los
mecanismos de integración social reconocidos en la Ley 361, pues
se basa en un “…diagnóstico médico en caso de que dicha
limitación no sea evidente”; de ninguna manera puede dársele
carácter constitutivo de dicho estado, pues la discapacidad
corresponde a una condición real de la persona que se acredita, si
es del caso, mediante dictamen pericial, de la cual puede tener
conocimiento el empleador de cualquier forma, según la situación
particular del trabajador discapacitado…

SCLAJPT-10 V.00
18
Radicación n.° 67595

Así las cosas, no le asiste razón a la censura al sostener


que para que el demandante pudiera ser objeto de especial
protección a la estabilidad laboral, debía contar con un carné
o certificación que lo identificara como minusválido o
disminuido, pues tales documentos no tenían un carácter
constitutivo de esa condición.

Igual situación se predica del dictamen que emiten las


juntas de calificación de invalidez, pues, de acuerdo con lo
adoctrinado por esta sala, ese documento no está instituido
como prueba solemne de la condición de discapacidad del
trabajador o de la pérdida de su capacidad laboral, de
manera que, en estos casos, el juez del trabajo tiene libertad
probatoria. En la sentencia CSJ SL10538-2016, la Sala
señaló al respecto:

En lo que atañe al dictamen emanado de las Juntas de Calificación


de Invalidez como una prueba ad substantiam actus o también
denominada ad solemnitatem o solemne, la Corporación en
sentencia CSJ SL del 18 de mar. 2009, rad. 31062, recordó:

Sala ha tenido la oportunidad de estudiarlo y definirlo, y por


mayoría ha adoctrinado desde la sentencia del 29 de junio de
2005 radicado 24392, reiterada en casación del 30 de agosto de
igual año radicación 25505, que esta clase de pericia no tienen esa
connotación, y en la última de las decisiones mencionadas se
puntualizó:

“(….) Al respecto, en sentencia reciente del 29 de junio de 2005


radicado 24392, esta Sala de la Corte definió por mayoría que el
dictamen emanado de la Junta de Calificación de Invalidez no es
una prueba solemne y en esa oportunidad dijo: <El ataque esta
edificado fundamentalmente en la aseveración según la cual el
juzgador de segundo grado incurrió en un error de derecho
consistente en dar por probado que no hubo accidente de trabajo,
pese a que la prueba solemne acerca de la calificación de origen
del accidente lo acredita fehacientemente, es decir el dictamen
emanado de la junta de calificación. Planteamiento que resulta
inexacto pues la referida prueba no es más que un experticio (sic)
que la ley estableció debía ser practicado por unos determinados

SCLAJPT-10 V.00
19
Radicación n.° 67595

entes, lo cual difiere claramente de lo que es una prueba solemne>.


(Resalta la Sala).

Lo anterior es así por cuanto la prueba solemne o ad solemnitatem,


es una formalidad que impone la ley para la validez del acto, que
en otras palabras es aquella que las partes o los interesados
deben necesariamente ajustarse en rigor para la existencia
jurídica de un acto, contrato o convenio, entre los cuales no encaja
el dictamen pericial que es una de las pruebas que dispone la Ley,
es ad probationen y obviamente no es de esencia contractual, sino
que tiende a acreditar o demostrar un presupuesto o supuesto
fáctico (para el caso el porcentaje de pérdida de capacidad laboral)
que sirva como sustento o soporte para obtener un derecho
perseguido, como por ejemplo el reconocimiento de un auxilio,
incapacidad, prestación económica, indemnización, pensión, etc..

De suerte que, no es del caso calificar como prueba solemne el


dictamen pericial con el que se busca establecer la pérdida de
capacidad laboral, así provenga de la Junta de Calificación de
Invalidez. (…)

En consecuencia, al no estar en presencia de un medio probatorio


solemne, en el sub lite al Juzgador de alzada le era permitido,
conforme a la potestad de apreciar libremente la prueba, acoger
aquellos elementos de convicción que le den mayor credibilidad o
lo persuada mejor sobre cuál es la verdad real y no simplemente
formal que resulte del proceso, en atención a lo previsto en el
artículo 61 del Código Procesal del Trabajo y de la Seguridad
Social y sobretodo en casos tan especiales como lo es la protección
de un derecho fundamental como ocurre en el asunto de marras.

De los criterios anteriores se extrae: i) tanto el carné de que trata


el artículo 5 de la Ley 361, como el dictamen pericial de las JCI,
son algunos de los medios de prueba, no solemnes, con los cuales
se puede acreditar el grado de la limitación física, psíquica y
sensorial; ii) habrá casos, según la patología, en los que el Juez
sólo podrá verificar tal supuesto de hecho con los dictámenes de
las JCI y iii) en otros eventos, el Juzgador tiene libertad probatoria.

Finalmente, la Corte también ha señalado que en virtud


de lo previsto en el artículo 26 de la Ley 361 de 1997, el
empleador debe contar con la autorización de las autoridades
de trabajo, para efectuar despidos unilaterales y sin justa
causa de personas en condiciones de discapacidad, sin que
le sea exigible al trabajador la prueba de la razón real de la

SCLAJPT-10 V.00
20
Radicación n.° 67595

decisión de despido, por resultar desproporcionado. En la


sentencia CSJ SL6850-2016 se adoctrinó al respecto:

Ahora bien, aún si se admitiera que la sentencia gravada se


cimentó sobre una base fáctica como la que precisa la censura, en
todo caso, para la Corte, por el solo hecho de haberse comprobado
la existencia de un despido unilateral y sin justa causa, que
no tuvo discusión en el proceso ni en el cuerpo argumentativo del
recurso de casación, el Tribunal no pudo haber incurrido en algún
error hermenéutico al aplicar el artículo 26 de la Ley 361 de 1997
a las condiciones particulares del actor.

En efecto, la censura parece diferenciar entre las causas justas y


las razones que pueden acompañar a una decisión de despido. Por
eso mismo, a pesar de que reconoce que en este caso no medio una
justa causa, dice que la razón del despido fue la escisión de la
entidad y no la condición de discapacidad del trabajador. Con
fundamento en ello, en últimas, arguye que en el evento en que se
propicie un despido unilateral y sin justa causa, en todo caso, el
trabajador debe demostrar que la decisión se dio por razón de su
discapacidad y no por otros motivos, para que opere la especial
garantía de estabilidad.

Una interpretación de esas características no puede ser avalada


por la Corte, por las razones que pasan a exponerse:

La interpretación que propone la censura torna totalmente


nugatoria la garantía de estabilidad y le resta todo efecto útil a la
disposición, pues pone en manos del empleador la facultad de
despedir al trabajador discapacitado, libremente, con la sola
condición de no motivar su decisión en función de la especial
condición de discapacidad.

Esta Sala de la Corte ha sostenido en repetidas oportunidades que


garantías como la que aquí se analizan constituyen un límite
especial a la libertad de despido unilateral con que cuentan los
empleadores. Por ello, siendo un límite a dicha libertad, no puede
entenderse cómo, en todo caso, el empleador pueda despedir sin
justa causa al trabajador discapacitado, sin restricción adicional
al pago de la indemnización prevista en el artículo 64 del Código
Sustantivo del Trabajo. En ese caso, bastaría que el empleador
despidiera al servidor discapacitado sin justa causa, como lo
puede hacer, en condiciones normales, con todos los demás
trabajadores, con la sola condición del pago de una indemnización,
sin dar razones de su decisión o expresando cualesquiera otras,
para que la aplicación de la norma quedara plenamente
descartada.

Tampoco es funcional a los fines constitucionales perseguidos por


la norma. Ello es así porque la intención del legislador, entre otras

SCLAJPT-10 V.00
21
Radicación n.° 67595

cosas, fue la de que una autoridad independiente, diferente del


empleador, juzgara de manera objetiva si la discapacidad del
trabajador resultaba claramente «…incompatible e insuperable en
el cargo que se va a desempeñar…» y es precisamente en el marco
de los despidos unilaterales y sin justa causa que se puede ejercer
esa atribución en toda su magnitud.

Si no fuera de esa manera, se repite, al empleador le bastaría


acudir a la figura del despido unilateral y sin justa causa, sin
revelar las razones de su decisión o expresando cualesquiera
otras, para que la norma quedara totalmente anulada en sus
efectos, de manera que nunca se lograría cumplir con la finalidad
constitucional de promover un trato especial para las personas
puestas en condiciones de discapacidad.

En ese sentido, la postura de la censura también es contraria a lo


resuelto por la Corte Constitucional en la sentencia C 531 de 2000,
en la que, al examinar la constitucionalidad del artículo 26 de la
Ley 361 de 1997, señaló que el despido unilateral e injusto del
trabajador discapacitado, sin autorización de las autoridades de
trabajo y con el simple pago de una indemnización, no atiende las
finalidades constitucionales de la disposición, de lograr un trato
especial para aquellas personas puestas en condiciones de
debilidad manifiesta, por su condición física, sensorial o mental.

En este caso, por ejemplo, aún si (sic) el despido se dio en el marco


de una reestructuración y una escisión, como lo alega la censura,
antes de materializarse la decisión, para resguardar los propósitos
constitucionales de la norma, la compatibilidad de la condición
especial del trabajador con el ejercicio de determinado cargo, en
perspectiva de los «…estándares empresariales…», debió ser
revisada por una autoridad independiente e imparcial y no quedar
sometida al mero arbitrio del empleador.

Dicha interpretación también insta al trabajador a que, en el marco


de un despido sin justa causa, demuestre que la razón real de la
decisión estuvo dada en su condición de discapacidad, lo que
resulta del todo desproporcionado e inaceptable para la Corte.

Por esto la interpretación de la norma más razonable y acoplada


al principio de igualdad, es la que prohijó el Tribunal, en virtud de
la cual, a pesar de que el despido injusto indemnizado resulta
legítimo en condiciones normales, «…en casos como el que se
estudia, en el que la empresa conocía por sus propios directivos y
el personal en general de la causa que daba origen a la
disminución laboral del trabajador, la diligencia mínima que se
esperaba en ejercicio de la buena fe contractual, era la de cumplir
con los requisitos que exige la ley para proceder a la decisión de
despido del demandante.»

Esto es, que el trabajador en condiciones de discapacidad no


puede recibir el mismo trato que los demás, de manera que el

SCLAJPT-10 V.00
22
Radicación n.° 67595

empleador no puede acudir directamente a los despidos


unilaterales y sin justa causa, sino que, previo a ello, tiene que
cumplir con los presupuestos establecidos en el artículo 26 de la
Ley 361 de 1997.

La interpretación que favorece la verificación de las autoridades


de trabajo, previo al despido unilateral e injusto del trabajador
discapacitado, no resulta desproporcionada para el empleador y
no quebranta su libertad de contratación. En efecto, en primer
lugar, la aplicación del artículo 26 de la Ley 361 de 1997 tan solo
implementa un control administrativo previo a la facultad de
despedir, estructurado como una especie de acción afirmativa, en
pos de la promoción de la igualdad real y efectiva en el ámbito del
trabajo, que para nada inutiliza o vuelve irreales las libertades
patronales, sino que las limita razonable y fundadamente.

Por otra parte, tal restricción no resulta desproporcionada para el


empleador, pues si en realidad la discapacidad de un trabajador
puede resultar incompatible con el ejercicio del empleo, de manera
que puede afectar derechos y libertades fundamentales de la
empresa, así lo podrá demostrar ante las autoridades de trabajo,
con las pruebas que resulten relevantes.

En función de lo anterior, en lo que al ámbito jurídico


concierne, el Tribunal no incurrió en error alguno, al inferir
que la garantía de estabilidad laboral de la Ley 361 de 1997
cubre a trabajadores con limitaciones moderadas, severas o
profundas, debidamente conocidas por el empleador.
Tampoco erró dicha corporación al concebir que ese beneficio
opera en casos de despidos unilaterales y sin justa causa, sin
autorización del Ministerio de Trabajo, como el que
determinó la demandada respecto del contrato de trabajo del
actor.

Ahora bien, en lo que tiene que ver con el aspecto


fáctico, del que se ocupa principalmente el primer cargo, el
Tribunal concluyó que el demandante tenía una limitación
severa, que lo ubicaba dentro de los márgenes de protección
del artículo 26 de la Ley 361 de 1997; que la demandada

SCLAJPT-10 V.00
23
Radicación n.° 67595

había confesado que sí conocía esa condición médica en el


momento del despido; y que si bien la calificación de la
pérdida de capacidad laboral había sido posterior a la
desvinculación, se basaba en las graves enfermedades que
padecía el trabajador desde el año 2006.

En torno al primero de los aspectos fácticos planteados,


la censura insiste en que el trabajador no tenía incapacidad
alguna para la fecha de su despido y que, contrario a ello,
había superado satisfactoriamente sus patologías, de
manera que tenía autorización para retornar a su trabajo, sin
limitaciones, y para «…desempeñarse socialmente de manera
adecuada…»

Puesta la discusión en esos términos, lo primero que


cabe decir es que no resultaba trascendente el hecho de que
el trabajador no estuviera incapacitado para la fecha de su
despido, como lo resalta la censura, pues, como se definió en
líneas anteriores, lo importante era que padeciera una
condición de discapacidad en grado moderado, severo o
profundo. En segundo lugar, como también fue clarificado, el
actor no debía contar con un carné o con alguna certificación
que lo acreditara como persona en condiciones de
discapacidad, de manera que el Tribunal no incurrió en error
de hecho alguno, al ignorar esos requerimientos.

Por otra parte, en lo que tiene que ver con la presunta


rehabilitación del actor, que supuestamente negaba su
condición de discapacidad, de las pruebas calificadas en las
que se fundamenta el cargo se puede deducir lo siguiente:

SCLAJPT-10 V.00
24
Radicación n.° 67595

A través de la comunicación del «09-10-2006», suscrita


por la Dependencia Técnica de Medicina del Trabajo de la
EPS SOS (fol. 51 y 52), se le transmitió a la demandada un
diagnóstico de las condiciones de salud del actor de
«…TUBERCULOSIS PULMONAR EN TRATAMIENTO PARALISIS
DE CUERDA VOCAL…» y se le informó que tenía unas
«…secuelas definitivas…», a pesar de lo cual se encontraba
apto para el reintegro laboral, con ciertas limitaciones, tales
como la restricción a la exposición a químicos o alérgenos,
así como a temperaturas bajas o a cambios bruscos de la
misma; el aumento de los elementos de protección personal;
la reducción del uso de la voz y la necesidad de asistencia a
controles médicos. En dicho documento, a la vez, la EPS le
indicó a la empresa que, ante la terminación de las
incapacidades, estaba en la obligación de «…proporcionarle al
trabajador un trabajo compatible con sus capacidades y
aptitudes…» y le recordó expresamente que, en los términos
del artículo 26 de la Ley 361 de 1997, no podía despedirlo
por razón de su limitación, salvo que mediara autorización de
la oficina de trabajo.

Dicha información, contrario a darle la razón a la


censura, respalda totalmente las consideraciones del
Tribunal, pues de allí se evidencia claramente que,
previamente a la decisión del despido, el actor contaba con
restricciones precisas para el desempeño de sus funciones
laborales, por sus condiciones médicas, a la vez que había
tenido secuelas definitivas por su enfermedad de
tuberculosis pulmonar, que, en concepto de la EPS, lo

SCLAJPT-10 V.00
25
Radicación n.° 67595

ubicaban dentro de las especiales garantías del artículo 26


de la Ley 361 de 1997.

En el otro documento suscrito por la misma EPS SOS el


29 de junio de 2007, transmitido a la demandada, se reiteró
el diagnóstico de las condiciones de salud del actor de «…TBC
PULMONAR RESUELTA, DISFONÍA, HIPOACUSIA
BILATERAL…» y se insistió en que tenía secuelas definitivas,
que no existía necesidad de la incapacidad y que, por ello,
era apto para el reintegro laboral, esta vez «…sin
restricciones…»

El Tribunal no ignoró la referida información, pues, por


el contrario, la condensó expresamente dentro de sus
consideraciones. Adicionalmente, para la Sala, el hecho de
que la EPS hubiera determinado la posibilidad de que el
trabajador retornara a su trabajo, no negaba lógicamente su
condición de discapacidad, como lo sugiere la censura, pues
era perfectamente válido, posible y hasta deseable que
preservara su trabajo, a pesar de su estado de salud. En
dicha medida, no es cierto que por el hecho de haber seguido
laborando o por «desempeñarse socialmente de manera
adecuada», el trabajador estuviera plenamente rehabilitado o
que no pudiera ser sujeto de la especial protección a la
estabilidad laboral, de manera que, en este punto, el Tribunal
no incurrió en algún error de hecho manifiesto y
protuberante, capaz de restarle validez a la sentencia
gravada.

SCLAJPT-10 V.00
26
Radicación n.° 67595

En efecto, del desarrollo de la actuación de la EPS, que


puede verse reflejada en los dos anteriores documentos, lo
que se puede inferir es que al trabajador sí le fueron
identificadas unas secuelas definitivas derivadas de su
enfermedad, básicamente por la pérdida de su audición, su
disfonía vocal y la pérdida de una parte de su pulmón, que lo
situaban en una especial condición, puesto que, si bien podía
permanecer en su trabajo, con unas condiciones especiales,
era deber de la empresa, en los términos de la Ley 776 de
2002, una vez vencida la incapacidad, «…proporcionarle…un
trabajo compatible con sus capacidades y aptitudes.»

Y es que, se repite, del hecho de trabajar no se puede


inferir automáticamente la carencia de discapacidad o
diversidad funcional, menos aun cuando, dentro de nuestro
ordenamiento jurídico, integrado por normas como los
artículos 13, 47, 53 y 54 de la Constitución Política, el
Convenio 159 de la Organización Internacional del Trabajo y
los artículos 22 y siguientes de la Ley 361 de 1997, entre
otras, existe el deber explícito de facilitar la integración social
y laboral de personas en condiciones de discapacidad y de
fomentar el empleo en este sector de la población.

Las conclusiones del Tribunal tampoco se desdibujan


con el documento de folio 282 - reporte de consulta
ambulatoria - pues, además de que es anterior a la fecha en
la que el trabajador tuvo nuevas incapacidades debido a la
cirugía de sus oídos (fol. 115), lo cierto es que allí únicamente
se dejó constancia de la evolución positiva de la tuberculosis
pulmonar, sin que se hubieran negado las secuelas

SCLAJPT-10 V.00
27
Radicación n.° 67595

definitivas que producían la condición de discapacidad.


Tampoco se demuestra algún error protuberante en las
consideraciones de la sentencia gravada a partir de la lectura
del examen médico de retiro (fol. 74), en el que se certificó
que el actor era apto para desempeñar el cargo de auxiliar de
tráfico, lo que, como ya se dijo, no negaba abiertamente las
condiciones de discapacidad, ni de la demanda (fol. 4 a 37) o
el interrogatorio de parte (fol. 460 a 462), en los que, antes
que confesar su rehabilitación, el actor siempre insistió en
que tenía una condición de discapacidad, por el hecho de que
le extrajeron medio pulmón y tenía secuelas definitivas como
la pérdida de su audición y la disfonía vocal.

Frente a la prueba testimonial se debe reiterar que no


es calificada en la casación del trabajo y que, al no haberse
demostrado un error de hecho respecto de la prueba
calificada, no es procedente su estudio. Igual situación se
predica respecto del dictamen de la Junta de Calificación de
Invalidez del Valle del Cauca (fol. 463 a 467), que, en gracia
de discusión, fue correctamente valorado por el Tribunal,
pues allí se confirmó que el actor padecía una pérdida de la
capacidad laboral del 42.06%, que, en los términos de la Ley
361 de 1997, le representaba una limitación severa, derivada
de un diagnóstico de «…HIPOACUSIA MIXTA CONDUCTIVA Y
NEUROSENSORIAL BILATERAL», «DISFONÍA» y «AUSENCIA
ADQUIRIDA (DE PARTE) DEL PULMÓN», además de que se
precisó como fecha de estructuración el 29 de febrero de
2008, varios meses antes de la terminación de la relación
laboral.

SCLAJPT-10 V.00
28
Radicación n.° 67595

Ahora bien, en lo que tiene que ver con el supuesto


fáctico relativo a que la empresa conocía la limitación que
sufría el demandante, la Corte tiene que resaltar que dicha
conclusión la estructuró el Tribunal a partir de una prueba
de confesión derivada de la contestación a la demanda, cuya
lectura no es atacada siquiera someramente por la censura
y soporta plenamente las presunciones de acierto y legalidad
de la sentencia gravada.

Además de lo anterior, dentro de su libertad probatoria,


el Tribunal también privilegió el análisis de certificaciones
como la que obra a folios 51 y 52, en la que, como ya se anotó,
la EPS le informó a la empresa que el trabajador tenía
secuelas definitivas, como producto de su enfermedad,
además de que debía ser reubicado en «…un trabajo
compatible con sus capacidades y aptitudes…» y que, por lo
establecido en el artículo 26 de la Ley 361 de 1997, no debía
ser despedido sin la previa autorización de la oficina de
trabajo.

Dicha evidencia, sumada al hecho de que la empresa


reubicó efectivamente al trabajador, por las recomendaciones
relacionadas con su estado de salud, además de que éste
tenía secuelas definitivas que condujeron a una pérdida
significativa de su capacidad laboral, le permiten a la Corte
descartar la plausibilidad del argumento de la censura,
relacionada con que el empleador no conocía las especiales
condiciones de salud del trabajador en el momento del
despido.

SCLAJPT-10 V.00
29
Radicación n.° 67595

En este tópico también luce acertada la inferencia del


Tribunal con arreglo a la cual, si bien el dictamen de pérdida
de la capacidad laboral, que como ya se dijo no es una prueba
solemne de la condición de discapacidad, fue posterior al
despido, lo cierto es que se fundamentó en las patologías y
en la deficiencia, discapacidad y minusvalía adquiridas por
el actor durante el desarrollo del contrato de trabajo, tanto
así que la fecha de estructuración se definió en el 29 de
febrero de 2008, varios meses antes de que se hubiera
efectuado la desvinculación.

Finalmente, el Tribunal también acertó al registrar que


el contrato de trabajo había terminado de manera unilateral
y sin justa causa, sin autorización del Ministerio de Trabajo,
pues así lo admitió la entidad demandada, además de que,
como se dijo en la sentencia CSJ SL6850-2016, en tales
casos opera la protección especial a la estabilidad laboral, así
no se motive explícitamente el despido en la condición de
discapacidad.

Por todo lo anteriormente expuesto, la Corte puede


concluir que el Tribunal no incurrió en algún error de tipo
fáctico o jurídico al determinar que el demandante se
encontraba en condiciones de discapacidad en el momento
del despido, conocidas por el empleador, que lo hacían
merecedor de la especial protección a la estabilidad laboral
prevista en el artículo 26 de la Ley 361 de 1997, plenamente
operante ante el despido unilateral y sin justa causa, sin
autorización del Ministerio de Trabajo.

SCLAJPT-10 V.00
30
Radicación n.° 67595

Así las cosas, los cargos son infundados.

Sin costas en el recurso de casación.

IX. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia,


Sala de Casación Laboral, administrando justicia en nombre
de la República y por autoridad de la ley, NO CASA la
sentencia dictada el 19 de diciembre de 2013, por la Sala
Laboral de Descongestión del Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Cali, dentro del proceso ordinario laboral seguido
por HUMBERTO RIASCOS SALAS contra OPP GRANELES
S.A.

Sin costas en el recurso de casación.

Cópiese, notifíquese, publíquese, cúmplase y


devuélvase el expediente al tribunal de origen.

GERARDO BOTERO ZULUAGA


Presidente de la Sala

JORGE MAURICIO BURGOS RUIZ

SCLAJPT-10 V.00
31
Radicación n.° 67595

FERNANDO CASTILLO CADENA

CLARA CECILIA DUEÑAS QUEVEDO

RIGOBERTO ECHEVERRI BUENO

LUIS GABRIEL MIRANDA BUELVAS

JORGE LUIS QUIROZ ALEMÁN

SCLAJPT-10 V.00
32

You might also like