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PAGINA PERSONAL

Lejana es tu nombre (20 – 2 – 00)

Me golpeas pesando el pecho,


Subordinando la razón a mi deseo
Y a una humana utopía terrena.
Me golpeas vislumbrado el derecho a la vida,
Que deviene en pregunta su fondo acongojado.

¡Sentir!

¡Madre!
¡Qué grave contenido pusiste en mis entrañas!
¿Cuando llegaron a mí?
¡No ves que duele la vida!
Madre, no los busco.
¡Mas ellos nos vienen cruel y deliciosamente!
¡Van y vienen burlando el libre albedrío y la razón!
Llegan al tiempo menos esperado.
Y el corazón se subordina a su imperio
Convirtiéndose el mundo en sólo pretexto
Y camino hacia una finitud terrena,
Donde lo divino es amar,
¡solamente amar, oh lujuria de mi especie!

Hoy más que ayer


Este corazón es de carne y hueso,
Barro palpitante ante la mirada tierna
De quien seduce tiernamente,
Del amor que llega silenciosamente
Cautivando la frágil incertidumbre del ser hombre.
¡Pasión por la belleza allí donde no la existe!

Ella me hace mirar incierto el futuro


De aquellas jóvenes utopías pasadas,
Y me hace retornar a mis 14 julios.
Amada mía, Lejana es tu nombre.
MI NOCHE OSCURA

Madre,
¡Hay distancias que duelen!
Hay soledades que no tiene compañías,
Y hay consejos sensatos sin sentido.

Madre, yo no sabía que hay rostros que duelen la vida,


Qué hay sentimientos que golpean como bárbaros atilas
Castigando las más profundas entrañas y la superficial razón.

¡Ay, si tan sólo el olvido volviera a mi memoria


Y quitara aquella suave tez que violenta mi paz
Y me volviera eterna inmortal caricia tuya!
Mas no. ¡No hay sosiego en mí carne!
Tengo días en que el buscado olvido es ausencia,
En que mis noches infinitas le roban el tiempo al día
Y cual aves de rapiña se comen mis entrañas!
Mi pasión se hace más grande en mi inútil rincón
¡Y tú! Sólo contemplas y nada más.

¡Grito en la oscuridad! ¿Dónde estas?


¡Si tan sólo supieras ser lo que eres en mí ahora,
No serías el mero contemplador de mis pasiones.

Me diste la humanidad que tú no tienes,


Ese barro al que hiciste tantas promesas y que
Hoy se vuelve ceniza y te busca.

Madre,
quizá ahora yo sea ese dado llamado Job en tu juego
y que en esta noche en mi nocturnas sombras
apostarás con lucifer, tu rival.
¿Ganarás esta vez ese infinito juego?
Quizá pierdas esta vez la apuesta
Y para cuando amanezca
Yo seré un dado que ya no rueda más.

En mi angustia te digo, Madre,


Infinita, Compasiva, Tierna…
¡Atiende la súplica de este Job!

¡Hoy más que nunca


deja de mirarme solamente!
Y no me dejes en la preñez del deseo

Anochece..., y en el silencio de
la finitud que me acosa,
un instante se vuelve indeseable
en mi pensamiento que busca escapar del tiempo
de aquel que estorba mi pequeña eternidad.

¡La vida siempre afanada va buscandose a si misma!

Percibo un rostro me que


habla del más allá en el silencio,
de la transparencia de algo digno
y de la calma de una extrana vida ansiada por el alma.

Rostros aquellos ¡Son tantos!


Sutiles sentimentalismos de algo;
genialidades de un bárbaro deconocido.
Peregrinos ¡Queridos en el cielo!
marcas fugaces de la historia,
amantes y caminantes,
místicos de una era nueva,
yo busco tu rostro.

Oculto en nosotros estás,


amante en el sabio silencio,
mientras mi vida se afana por ella misma
en su sabiduría que ignora
del amante callado.
Señor nuestro,
sabedor de que estamos aquí,
en el rincón de siempre
esperando el instante humilde
donde ocurre la última palabra,
el último sentido.

Bañado en la ternura
la vida que corre hacia la ventana,
mirando el horizonte interrogado a mi propio respirar.
Estar dentro y fuera a la vez,
pacificado el pecho, inflamada la vida,
la ternura me baña por doquier.
El abrazo del universo uno en mí es;
la armonía se encuentra en el ser y
el lenguaje bulle para decirme
que la mínima gota de agua es mar.
Yo, fundido dentro de él.
Amante desconocido.
Bañado en ternura
Despierto el recuerdo de mis años
Ausente ante ellos, ellos presentes en mí.
Santificado el nombre y su historia.
Aunque no soy digno,
Dame de ese pan que envuelve mi nombre.

Cada vez que pienso en ti,


No es suficiente,
Porque percibo que estás ya aquí
Y que no necesito pensar en ti
Para que estés aquí.

Cada vez que quiero decir una palabra para ti,


Ya tengo la impresión tuya
De que no necesito siquiera pensarla
Para saber que me escuchas
Y que sabes lo que quiero.

Sé que te buscas en mí,


Por eso has violado mis sueños y mis ideales.
Porque sufres en mí
Cuando lo injusto toca mi corazón.
Contra el olvido

Debemos ahora hablar.


Debemos desempolvar la vida,
Y aquellos sueños del superhéroe infantil;

Desempolvamos las utopías ya marginadas,


Y las creencias olvidadas en el sarcasmo
Y entre tanta noche de lucidez intelectual.

Desempolvamos la infancia infantil,


aquella adolescencia de mis primer amor.

Desempolvamos la pasión guardada,


Sí, esa pasión por los rostros,
Pasión por un país triste
Pasión por aquello que no puede ser,
Pasión por lo pequeño
Pasión por la madre y por el padre
Pasión por una mujer difícil de amar
-¿y por qué no?- Pasión por mi mismo.

Desempolvamos los años


Desempolvamos el miedo y la debilidad
Cuando lo divino le roba a la fragilidad su fuerza.
Y tú estás allí ausente conmigo.

18, 03, 06
Cuando estás aquí
y mi aire perfumas
y tu mirada me envuelve;
cuando oigo tu nombre,
lejano, cercano, pálido
me cobijo en mi vientre
y no quiero marcharme.

Nada es el tiempo,
pasa como el soplo del viento
rosandome el rostro y
advirtiendo mi presente
que se marcha contigo cada instante.

Me bastas para ser feliz

Siempre.
¡Siempre puesta la mirada
en aquella puerta,
en aquel rincón sin fin
donde unútilmente distraido
el silencio burla mis sentimientos
y sólo una mirada queda! La tuya.
Dtrás d una vntana

Sólo a través de una ventana,


Sólo así puedo verte;
Incomprensible tu misterio,
Desgarradora tu ausencia,
Apacible tu cercanía.

¿Hasta cuándo? Me pregunto.


¡Que fuera siempre! Que termine ya
Dejando al silencio el camino
Para mi eternidad eterna.

Tú, detrás de una ventana


Esperando que ella se abra cada día
Para encontrarte con mis niñas
Fijas en tu presencia.
Dtrás d una vntana...
Piso un tierra
sin novedad y cansada.

Nacimos juntos,
Mis carnes, mis huesos en ella vivieron;

Edades sin el tiempo somos,


Las mismas manos moldean nuestro instante;
Compartimos la misma llegada
El retorno no existe.

Tengo la vejés de Dios


Sin saberlo por qué.
Quiza más que universo.
Algunos son felices con sus maldades
Arrancan los trozos de la vida sin pensarse
Homo contra homo...
Silenciosos al paso de la conciencia
Ocultos al grito de la sangre;
Solos en su mentiroso reflejo
Queriendo silenciar su rpopia libertad.

Oculto en cada hombre


En la cegera que marchita
anécdotas de historias propias
sin preguntas ni esfuerzos.

Las ventanas se cierran


Para no dejar ver un rostro del otro lado.
Pesado siento el cuerpo
Y extraño a las miradas desconocidas;
deseando aquella luz del silencio
Como la razón de este instante.

Me es difícil entender
La tristeza de los ojos, carentes
En la calma que burla mis miedos.
El absurdo. Siempre pertenecí
Al silencio que me averguenza
En su mirada pura.

La puereza violenta la vida


El silencio llama a la existencia
El amor derriba la soberbia
La ternura despeja las dudas
Y mi soplo espera ser.

Sentado sólo
La imaginación en nada
La frustración ante el engaño de los demás
Sintiendo los minutos del olvido.
Este año te buscaré, Señor,
Para confundirme en ti.
Cada palabra, cada gesto tuyo
A cantarlos y vivirlos Aprenderé.

Cómo un niño seré, Señor,


Curioroso por conocer
Lo que tu voluntad
Añora hacer en mí.

En el rincón de la pureza
Con los demás me encontraré
Soñando la nueva existencia
La vida sólo desearé.

El corazón se ha fragilizado en la marcha,


Ya es más fuerte y humano que antes.

Me ha hecho frágil este calvárico camino,


Y de cuanto Dios ama ahora en mi corazón,
ella quiere ser amante.

¡Oh frágil sensación!

¡Cómo has quedado expuesta y dispuesta


A los avatares del sufrimiento y de la alegría!
¡Qué contradicción humana! ¿Verdad?
Muchas veces abandonada a la soledad.
¡Ay finitud mía, fuerza intensa de mi ser!
Allí jirones del alma son mis sentimientos
Y las ausencias desgarradoras forman el misterio.

El único misterio…

Misterio es el ser amado y ausente


Vida y muerte que pactan en mí ahora,
Y la apuesta de un Dios con otro no ha terminado talvez
Porque el corazón sigue desnudo ante su ser.
¡La humanidad tiene frío!

Desde aquella esquina


Solamente Job sabe acompañarme
Él ya fue víctima de aquel juego cósmico
Que repite conmigo la burla de Dios y el diablo
Confianza y prueba de mi carne.

Espero que Dios me interpele.

No guardaré silencio
Yo apelaré a la vida
Yo ya inicié este juicio.
mi abogado es la soledad y libertad.
Encuentro

Miremos aquella tarde de asombro


Cuando rompiste el horizonte de tu misterio
Tan sólo para tocar mi inocente infancia.
¿Marcaste allí acaso el futuro?
¡Tu paso despertó mi propio misterio!
Lo sabes bien:
Marcaste el instante profundo en mi memoria.

Miremos aquella tarde infantil


cuando corría por los campos acaso recogiendo guayabas,
Jugando con mis amigos a llegar de prisa a casa,
Allí donde la incomprensión competía a la ausencia.

¿Recuerdas aquella tarde?


Llena de admiración en una sombría iglesia
despertando yo ante el misterio asombroso tuyo.

¡Fuiste tú quien me buscó primero!

Aquellas tardes infantiles


Admirados en el silencio de una iglesia
donde mi existencia tocando el ser tuyo
y mi pequeñez desdibujándose en tu grandeza,
Sumiéndome en la eterna nostalgia
de saberme incompleto de Ti.

Hoy sólo intento ser poeta


Y confundir mi vida, totalidad tuya en mí,
En tus entrañas de madre, de donde salí.

Dejemos que este silencio hable


regálame tu orgullo de Dios
para sumirte en mis entrañas,
para decirte en mis gestos y deseos
queriendo ser Dios hoy en mí.
Para aquellos que no nacieron

¿A dónde han ido aquellos que no nacieron?


Ni siquiera han venido a saludarnos
Pues su existencia es plena y nada a la vez.
Están allí, de donde un día nosotros escapamos
Para romper el silencio, buscando el llanto de la vida.

Sé que nos miran sin entendernos,


Pues no saben que la vuelta se vuelve dolorosa.
Están allí en el seno, nos contemplan enternecidos,
todos son niños y no conocen la horfandad.

Dígannos ¿Cómo es ese reino?


¡dejen de mirarnos ya!
Que si no saben, la vida también es esperanza aquí.

Ustedes se han quedado en el paraíso,


no los culpo, razones deben de haber,
¡Tal vez es para preparar nuestra bienvenida!
No lo sé.

Hay una nostalgia en nosotros


Y nos habla del seno del que cogimos la vida
y sabemos que vamos a la milka del Padre
Para beber de la fuente viva de su eternidad.
Allí, allí ustedes nos preguntarán:
¿Cómo es eso de la vida? nosotros diremos
¡fuimos creadores con él!
¡sabemos la eternidad porque fuimos historia!
Juntos en el silencio

Ternura provocada en mis sentimientos


Andando juntos
Marcando el silencio del encuentro.
Vamos descubriendo el polvo
que ensucia las sandalias
Buscando juntos
La mirada de la mía en la tuya.

Estás aquí
en mi difícil claridad,
más, es confusa la calle.
Estás aquí,
puedo verte en mis incertidumbres,
en esta calle que absorto recorro
en mi silencio que ser místico pretende.

¡Una sombra!
Una sombra la tristeza me ha traído,
con ella he comenzado a volar al ras de tu suelo
y dudo de mi momento presente
¡Mirar al pasado!
¡Mirar el futuro! ya no sé
nada es claro.
Sombra aquella
que ha enturbiado mis alegrías y sueños
¡Ella que me habla al oído de soledades¡
y grita...
Tanto ha gritado el silencio.

La tenue voz que me recuerda


la fugacidad de mi existencia
dibuja mi incierta calle
interrogando ella a mis días
¡Quedan pocos!,
¿dónde vas?
¡Procurar! ¿Qué?
Los días recorren entre mis silencios
tal cual las margaritas mal deshojadas
en manos del miedo
de manera que las noches
me han devuelto
al silencio de la existencia y yo
¡Cuánto silencio ansío!

De tu ternura sólo un momento...

Es lunes, amada ausente.


Ayer fue domingo triste.
Hoy he vuelto ya cansado de ti y
de tu imagen,
ya he roto contigo aunque no lo sepas.
Hoy he renunciado a pintarte en mis paisajes
Y así mis noches serán frescas
y ya deseo estar en ellas

Eres ausente en mi pensamiento.


Hoy he despreciado tu belleza
y tu indiferencia
y he vuelto silencioso y ausente,
Hoy he hecho duelo por ti sin ti
Y mi mundo ha tenido luz.

Amada ausente,
ETERNA PRESENCIA

Señor, olvidando todas las prisas de mi alma


recordando solamente
que hay un rincón en mi corazón
donde el deseo y la esperanza me habla.

El sendero de la fe, del amor largo y misterioso


en un corazón de dos sentimetros de sentimientos
donde Tú, con tu eternidad te descubres.
Es allí, donde tú me citas.

Tan diversos sentimientos como estrellas,


viento de mil constelaciones que
flamean con sus fuerzas huracanadas
queriéndome arrancar un idilio de furia.
Jirones de amor eres capaz de desmenbrar
de mis entrañas, de mi conciencia.
Luego eres mar, río brisa, ¡me haces conocer!

Te vuelves presencia frágil en mis ojos, llanto


y ternura,
fuerza de los que te aman
¡Rompe ya las los muros de mi corazón
conviértelo en senderos de la fe
ríos de desear!
¡Ah! Y no te olvides
haste caricia y abrazo.
Encarnación
El mundo es contemplado en su lento girar terco
Y Dios supo de odios y tristezas
de llantos, bajezas y desdichas.
Y la soledad y el miedo cundió en su corazón.

Con lágrimas de amor en sus divinas mejillas


mirándose uno al otro dijeron:
¡Salvemos al mundo!
¡Qué uno de nosotros baje para mostrar el corazón!

Eran amantes de la vida humana sin ser hombres


y encontrando trozos de esperanza
en un pequeño rincón del mundo
quisieron entrar en la historia en un niño pequeño.

¡Un niño está por nacer en la tierra!


Será el hijo de una doncella campesina
a quién Dios a elegido por su humildad
Es la presencia de Dios entre nosotros.

Y muchos hombres adormecidos por el egoísmo


siguen olvidados de su pequeñez
sin mirar a lo alto azul del corazón
que una lágrima cae al infinito del universo.
Cuando conquistaste su corazón
era como un pequeño niño
y quisiste que su vida fuera
la eterna búsqueda de tu divina gloria.

Lo encontraste en una cama moribundo


quisiste ser para él como maestro
para llevarle a encontrar la eterna libertad
y hiciste de su afán un regalo para la iglesia

Fui un niño solamente


pequeño e imagen tuya

Has llegado al fondo de mi vida


has llegado al fondo de mi historia
conoces todo este universo
¿Qué pretendes Señor?
De nuevo aquí, para recordar
lo que ayer fui.
De nuevo aquí, para volver a ser
como tu quieres.

Es un silencioso lugar de amor


donde la vida brota.
Brota para calmar la sed infinita
en un pequeño corazón.

Mirar y cerrar heridas pasadas


desde la infinitud.
Mirar y amar rostros de personas
como si fuera la primera vez

Hay alguien que me espera aquí


le contaré lo que siento
comprendiendo que nunca estuve sólo
porque su amor me tuvo.

De nuevo aquí, para soñar en Tí


para sentir que me amas.
De nuevo aquí, para vivir en Tí
desde mi corazón

Frente a la cruz
tu amor he comprendido
No. No es un razonamiento
es tu amor lo que he sentido.
Es sentir e invitación a la vida
desde el sufrimiento que destroza
que desgarra las heridas más profundas.
Es una historia de amor
la que quiero contar.
Nace en la eternidad
desde fui amado.

Era un niño
a quien Dios sorprendió
Era solamente un niño
cuando Dios impresionó
el día que se encontraron.
Dios lo protegió
el niño a amarlo aprendió
con la pasión de su corazón.
El pequeño creció
el amor y desamor vivió
siempre aprendió
a mirar el azul horizonte
con esperanza y amor.
Conoció más a su Señor
y seguirlo decidió
con mucho amor.
La historia continuó
cuando se descubrió
compañero de su señor.
Y un silencio de amor
descubrió que su Señor
siempre le amó y llamó
para ser apóstol de amor.
Miles de rostros aprendió
a sentir en su corazón
y la voluntad conoció
del gran misterioso.
SOY EL QUE SOY...

¡Cuánto he deseado escribir una canción!


¡o un poema!
Algo que satisfaga el alma
algo para Quien quisiera conocer.

¿Un poema? Pero que se haga canción,


¡qué hable y cante lo que siento!
¡lo que vivo! Lo que pienso de alguien.

Soy el que Soy ¡imagen mía soy!


Canción difícil de brotar;
Vasija de vida, de muerte
de victoria, de derrota,
de humildad, de orgullo,
de despojo, de egoísmo,
de valentía, de cobardía,
de poesía, de vacío,
de sentimiento, de soledad,
de amor, de rencor,
de misericordia, de ira
soy, en busca de mi canción.

Soy el que Soy ¡Barro de mi tierra!


Ternura y llanto de mi madre,
silencio y sudor de mi padre,
mirada y sonrisa de mis hermanos,
voces y pasos de mis amigos,
alumno y materia de un libro,
pequeña roca del universo,
oración y silencio de la fe,
canción del corazón de Dios.

Soy el que Soy. No sé si eso me basta.


Pero Soy el que Soy.
Así me amó, me amaron y me amo;
Yo me quiero quedar aquí
siempre en busca de mi canción.
Eternidad

El corazón toca la esferidad del todo


Y el oído lo escucha.
Tantas fuerzas transcurren en él
Que me ocultan en el vértigo de la existencia
Acallan el cuerpo para oír
La omnipotente y frágil presencia.
Oigo su respirar cerca de mí
Mientras cuida el universo
¡Cuánta misericordia!
Verlo con tu mirada todo,
Aquello que no puedo tocar.
Sí, orgullo y admiración acompañan este vértigo
Y digo: pequeña existencia recógete
en el rincón de tu yo,
¡Gracias Padre mío!

Hoy descubro aquello que me da vida;


hoy siento la grandeza de la infinitud.
Es sólo un instante de mil horas
para sentirme amado en plenitud.
¡Oh Infinitud!
Sueño viajar la grandeza su universo
me miro dentro de El.
Es Dios llevándome del brazo
hacia donde no conozco.
Sólo, mostrándome, El, el universo

I
Hoy puede ser mañana
que no pude detener mi largo
viaje sin destino alguno.
¡Sí, aún los muertos viajan conmigo!
¡Ellos que quisieron detenerse en el camino!
Con sus esqueletos a cuestas,
siguen transitando sin retorno al seno.
¡Nadie lo hace! Por eso hoy,
seguimos sin saber nada de Ti.

II
Con los pies agotados
caminante de infinitas, discretas miradas y
soterrados latires de corazón;
silencioso lenguaje que gesticula,
resuellos angustiados y coloridos misteriosos.
La palabra no manifiesta el danzar
de aquello que te hiere por dentro.
Caminante, admiro yo tus agotados
¡Salve las piedras! ¡Ellas tocaron tus heridas!
y yo, tan solo contemplo la erre que nos diste.
Gracias caminante...

III
El cuarto, jugamos a oír música,
mi onírico puede más,
¡Ni siquiera los recuerdos
de amadas inmortales me recuerda!
Las cortinas de ventanales cansancios
comienzan a oscurecer la sala.
Solo una voz queda: la armonía

IV

Son las diez,


los colores vienen a mi fondo estrellado
cual ausencias invisibles
tarareando un triste.
Corazón ¿a dónde vas dejándome solo?
¡Somos tu y yo ante la ausencia!
¡Somos unidad inintelegible!
¿Quién nos entenderá?
No me traigas golpes,
Más me basta saber que lates
por amar a tu Lejano eterno.

V
Amado y Amante; Transparencia y Ternura;
Suave y sereno viaje de mi interior que
construyes en mí la torre del misterio.
Amante y Amado heces de mí.
Aún en el corazón disperso en el no saber,
Tu haces de mí, existencia en tu sentir.
¡Siento "entonces" existo!

VI

Hombre,
si supieras ser hombre,
¡Si te supieras a ti mismo!
oirías de Dios en Ti.
Tu sabor a madurez
es agrio narcisismo de espejos
que engañan a tu rostro mintiéndote
civilización
–Disculpen querido lector, olvidé las comillas,
espero me comprenda-
¡Somos buenos he oído decir, aquí y allá,
Les juro, ya no sé de que lado estoy
¡todos quieren mi carne!
¡mi sudor! ¿qué harán conmigo?
tierra del sin sentido.

VI

Me basta una mirada solamente,


para volver a mi hogar profundo.
Mis ojos buscan los tuyos y los tuyos
los míos ¡Qué locura!
Tu voz soterrada escucho
¿Son los tuyos o los míos primero?
¡Ya no sé!

Cuando te vas, imagino el infinito.


No quiero que te vayas, quédate
y charlemos sobre lo tuyo.
Dime de dónde vienes.
¿Sabes que no te conozco?
Tú juegas con mis razones
oculto en mil rostros cojos
y no te cansas a pesar.

Tu juegas con mis razones


Y yo te estoy permitiendo hacerlo.
No me gusta luego tu ausencia
¡Quédate! aunque sea para mirarnos
Quiero ser yo profundo.

¡Esta bien! Tú vas ganado.

VII

Dirás: no has venido a verme.


Notarás hoy mi ausencia
y no estaré en el silencio
con mi voz apagada y
las cortinas entre abiertas pestañas
para decirte nada.
Es que hoy he roído el verbo;
las acciones ya no son acciones,
sino vagos y odiosos narcisismos
que me ponen frente a un mentiroso espejo.

Contemplarás la esquina de nuestro


encuentro: quizá llegue!.
Te equivocarás con cada persona
que pase ¡latirás más fuerte!
hoy no llegué...
Es que parece me equivoque de calle
mis palabras gastada en la boca
mil veces repetidas ante la lima.
El mundo te ha mentido,
¿es que no te has dado cuenta?
está puesto ante ese mentiroso espejo.

Mirarás a ambos lados de la calle:


¡se habrá pasado en el carro!
Habrás preparado los sillones,
la esquina estará lista, la luz encendida,
la música puesta.
Hoy no llegué al rincón nuestro.
Perdóname.

Sé que vendrás a verme:


¡Quizá esté enfermo!
seguramente cogió un resfrío, no se cuida.
Llamarás silencioso para no despertarme,
tocarás la puerta con suaves golpes
y al abrir las puertas, tus lágrima
brotaran en mí queriéndote tanto.
Me dirás: hoy no has venido a verme

Tu presencia extrañé,
y saber que no estás la esperanza se me agobia,
la ausencia de mis pensamientos te delata
la caricia del alma escarapelada me recuerda
tu entrañable mirada sin rostro.

El ser que me habita. Yo, tú;


martillo de la vida, dolor de hombre
hambriento de sabiduría absoluta e incomprensible.

La pequeñez de hombre me agobia.

El mundo, resuello de Dios sin retorno,


espacio finito de caricias mal dadas,
búsqueda de soles que brillen más de cerca
y ver la oscuridad de la ceguera brillante
del vacío del dulce retorno al seno
de la confusa eternidad.

Sueño,
cansado y sólo de hambre y sed

Juntos en el silencio

Ternura provocada en mis sentimientos


Andando juntos
Marcando el silencio del encuentro.
Vamos descubriendo el polvo
que ensucia las sandalias
Buscando juntos
La mirada de la mía en la tuya.
LOS DADOS ETERNOS

Dios mío, estoy llorando el ser que vivo;


me pesa haber tomádote tu pan;
pero este pobre barro pensativo
no es costra fermentada en tu costado:
¡tú no tienes Marías que se van!

Dios mío, si tú hubieras sido hombre,


hoy supieras ser Dios;
pero tú, que estuviste siempre bien,
no sientes nada de tu creación.
¡Y el hombre sí te sufre: el Dios es él!

Hoy que en mis ojos brujos hay candelas,


como en un condenado,
Dios mío, prenderás todas tus velas,
y jugaremos con el viejo dado.
Tal vez ¡oh jugador! al dar la suerte
del universo todo,
surgirán las ojeras de la Muerte,
como dos ases fúnebres de lodo.

Dios míos, y esta noche sorda, obscura,


ya no podrás jugar, porque la Tierra
es un dado roído y ya redondo
a fuerza de rodar a la aventura,
que no puede parar sino en un hueco,
en el hueco de inmensa sepultura.

Madre

Madre de las ternuras,


agraciada y escogida por el Dios de la vida;
muéstranos a tu Hijo amado
en el hondo deseo del Reino de justicia;
en la Eternidad del amor
que calla y ama sin cansancio hasta el final.

Nosotros, los llamados al gozo


de alcanzar la existencia anhelada,
pedimos mirar contigo la gloria del amado,
repitiendo la conquista de la libertad en tu consuelo de madre.

Alzamos, también, nuestras miradas hacia el cielo


aunque indignos de la gracia, solamente,
queremos tocar el gozo eterno de tu Hijo amado.
Madre, tu que repartes ternuras desde el silencio oculto,
en la florecida calma de un Dios que se esconde,
que desgarra existencias amando cada criatura
de nuestro mundo, danos la perla oculta.

Madre de las ternuras,


coloca nuestro corazón en el de tu Hijo
para que encendido de amor y ternura
llevemos en nosotros el fruto bendito de la vida a los demás.
Madre de las ternuras,
reparte tu gracia en nuestras vidas según nuestra fe.
Amén.

DIOS CON SABOR A TODO

Dios, tienes rostro de hombre


y no de Dios;
tú te cruzas conmigo desde el amanecer
hasta el atardecer;
me hablas en mi propio lenguaje;
me desnudas
y me vuelves frágil y anonadado;
mendigas amarme,
aunque sea un instante que se vuelve
infinito y silencioso.

Dios, Cristo en mis carnes nutridas


de amor y salvación;
de escándalo y arriesgada justicia;
de humildad;
de esperanza ordenadora de la existencia
teñida de ternura.

Dios, que osas amarme en mis propios huesos,


que descansas del mundo para perderte en mí,
que desvelas en la noche haciendo mis células,
que adornas jardines y bosques para contentarme,
que vas al desierto para no perderme,
que te vuelves guerrero para conquistarme,
que apagas el sol para que descanse,
que enciendes el oriente para mirarme caminar,
que amas porque me amas ahora más que nunca.

Dios, desde mi desnudez


solamente me basta saber que andas a mi lado
para dejarte caer conmigo en aquella
noche que apura nuestra eternidad.
Solamente me basta saber que tú yo nos perecemos.

¡Dios, eres grito y eco en nuestras vidas!

MI NOCHE OSCURA

¡Hay distancias que duelen!


Hay soledades que no tiene compañías,
Y hay consejos sensatos sin sentido.

No sabía que hay rostros que duelen a la vida,


Qué hay sentimientos que golpean como bárbaros atilas
Que castigan a las más profundas entrañas y a la superficial razón.

Me lamento
¡Ay!, si tan sólo el olvido volviera a mi memoria
Y quitara aquella suave tez que violenta mi paz
Y me volviera eterna inmortal caricia tuya!
Mas no es así. ¡No hay sosiego en mí carne!
Tengo los días en que el buscado olvido es ausencia,
En que mis largas noches le roban el tiempo al día
Cual vacas flacas que se engullen a las gordas
Y cual aves de rapiña se comen mis entrañas!
Así es
Mi pasión se hace más grande en mi inútil rincón
¡Y tú! Sólo contemplas y nada más.

¡Grito en la oscuridad! ¡Dioooos dónde estas!


¡Si tan sólo supieras ser Dios en mí ahora,
No serías el mero contemplador de mis pasiones.
Tú me diste la humanidad que tú no tienes,
Ese barro al que hiciste tantas promesas y que
Hoy se vuelve ceniza y te busca.

Quizá ahora yo sea ese dado llamado Job en tu juego


y que en esta noche en mi nocturnas sombras
apostarás con tu opositor.
¿Ganarás esta vez ese maquiavélico juego?
Perderás esta vez la apuesta
Y para cuando amanezca
Yo ya seré sólo un dado que ya no rueda más.

¡Atiende la súplica de tu Job!

Oh Luz, refulgente día mío


Que aguardas en mis amaneceres y atardeceres
Esperando el abrazo que enciende pasiones desconocidas
Aun en tu ausencia puedo tenerte ante mi.

Dulce doncella de mis sueños dorados


Perdida y amada
En tantas noches de distancia
Dulce Luz que espero tener en mi anochece y atardecer
No eres olvido, línea verde de mis días

Para aquellos que no nacieron

¿A dónde han ido aquellos que no nacieron?


Ni siquiera han venido a saludarnos
Pues su existencia es plena y nada a la vez.
Están allí, de donde un día nosotros escapamos
Para romper el silencio, buscando el llanto de la vida.

Sé que nos miran sin entendernos,


Pues no saben que la vuelta se vuelve dolorosa.
Están allí en el seno, nos contemplan enternecidos,
todos son niños y no conocen la horfandad.

Dígannos ¿Cómo es ese reino?


¡dejen de mirarnos ya!
Que si no saben, la vida también es esperanza aquí.

Ustedes se han quedado en el paraíso,


no los culpo, razones deben de haber,
¡Tal vez es para preparar nuestra bienvenida!
No lo sé.

Hay una nostalgia en nosotros


Y nos habla del seno del que cogimos la vida
y sabemos que vamos a la milka del Padre
Para beber de la fuente viva de su eternidad.
Allí, allí ustedes nos preguntarán:
¿Cómo es eso de la vida? nosotros diremos
¡fuimos creadores con él!
¡sabemos la eternidad porque fuimos historia!

Habitante, invasor del corazón;


maternidad cobijadora de respiros.
¡Sabes de los jirones del alma!
Que arrancados son lágrimas tuyas,
suspiros que corren por sus venas.
¡Al fin al cabo pedazos de tu alma herida!

Haces de alma tímida, sagrada, secular;


fuente inagotable de alaridos de la ternura.
Pedazos de mar, hambrientos de ríos,
de golpes del destino, martillos de la vida.

Eres sublime expresión del abrazo,


titánica terquedad de la fe
que en un yo profundo abre zanjas de amor.
Sagrada fuente, donde mi sed corre a beber
para vestirse en suaves caricias del yo profundo.

¡Mentira! Los búhos me están mintiendo,


ellos no saben de mundo. Más
los días pasan, los bosques pasan y
mis ojos cansados claman la luz del sueño.
Te contemplo ausente, vida,
sabia, pensativa golpeada del sentimiento,
manoseada por el egoísmo y el pudor.
Andarás esperanzada, sin saber que mi manos
tocaron el sueño eterno del magna infinito,
que tú no entenderás mañana.
Yo no te conozco. Sin embargo,
estás clavada a la sombra de mi cruz,
que desafía tu tierno latir. Pobre.
Hay fuerzas más poderosas que tú,
que yo. ¿Qué somos ante ellas?
Solamente tiernos destellos, fugases,
esquivos y nocturnos de la sabiduría.
La luz es más fuerte aquí que allá;
puedo ver las especulaciones derramadas
de presentes sin futuros.
¡No! ¡No juegues con ellas. Siempre ganaran
aquellas fuerzas lúcidas, misteriosas,
cautivadoras, solemnes de la existencia.
Yo, tal vez no sepa nada...
I
Entre el cristal de la vida
esencia intocable de mi querer y ansia
cuando más cerca, más distante e incomprensible
voluntad propia de mi sed de eternidad.
Te llevas mi imagen lejana,
desconocida y curiosa al cristal tuyo.
¡Debe ser para ti un secreto callado ante la ignorancia
de los hombres!
El cariño calla para no ser delatado
en el juego abrupto de la existencia del ser.
Pureza de encuentros anónimos en la eternidad
de un pobre rincón exhausto de alivios.
Quizá, un pensamiento vago y traicionero
cual nube pasajera que quiere interrumpir.
¡Oh presencia!
Tú. Sí. Provocas las oportunidades.
Soslayo.
Armarme de valor. ¿Para qué?
Tal vez no. Dejemos que la savia florezca
y derrame sus aromas a los pasajeros del camino.
Ser. Para que las palabras me humillen con su ausencia
ellas son inconmovibles y dictadoras.
Sin embargo, silenciosas a la fuente de la vida.

II
Es viernes.
Sentado al café, casi ausente de mi propio aliento.
Es viernes.
El silencio se hoye en mis células.
Soy el hombre más ridículo sentado
en mi propia existencia graciosa de amor.
Ganas de burlarme de mí no faltan.
Sé razonable.
Dios de mis silencios,
quizá extrañé el futuro que he vivido
al filo de este presente.

III
¡Sueño despertado!
Quisiera la inmortalidad de mis huesos
La muerte me ha hecho sentir su vacío,
me ha advertido que voy a pasar por sus brazos.
¡Se me seca el ánimo y la respiración se convierte en ansia.
Ansia de Vida.
Me aferro a la vida como si un segundo más
fuera la eternidad de mis carnes.
Finalmente, Dios me ha cogido de la Vida.
¡Estoy aquí!

Tu, miraste mi humilditas sin darte cuenta mi causa


en este viernes de despido.
El silencio del olvido extraño,
olvidar el destierro del recuerdo
que golpea mortal la dicha.
Vivía en la mar sabiendo lo infinito
el cielo azul, siempre, para mi horizonte;
aprendiendo a soñar con ternura y mar.
El tiempo, enemigo cruel del amante,
impaciente de nostalgias y esperas
de una gota de sed en el desierto.

Sueño. Distinto, despojado,


¡amado y amante! Estar,
y no estar. Saber y no entender.
Orgulloso, pero humillado.
Esperando y siempre de huida,
Ante tu tempestad que me vuelve frágil.
Sueño. Espero una voz que no hablará.

Me convierto en adolescente
tocando la existencia del sentir de mi cuerpo.
Me derroto. Serlo y sentirlo, sabiendo
estar ausente y cerca de ti una vez.

Te olvido. ¡Eres fuerte, Ternura!


¡Huyo...! Luego,
te propones reconquistar aquello que conquistaste ayer
y sabes que es tuyo y no puedes perderlo porque lo amas y
jamás te rendirás al infortunio. Tal vez.
Quisiera entender más la propuesta,
sin embargo la indignidad me detiene.
Soy nada ante ti.
Tú me conviertes en poeta; mis pensamientos
son versos que yo no comprendo tampoco.
Luego, quedo humillado y olvidado,
simple y ridículo, sin orgullo para ponerme frente a mi propio espejo.
¡El final!
silenciado en el recuerdo
un rostro en mis ojos grabado
extrañando los pretéritos días
Silencio: protesta del alma.
quejido de corazón
cambiado y devuelto
ante el tiempo solitario.
Canción quebrada de cuna
melodía fugaz de los pininos.
El ser que pretendí
me niega un momento
¡El final! Extraño...

Patria,
duelen tus heridas,
tus espadas pretéritas
marchitan el desaliento
y florece el coraje.
Microcosmos, reflejo
de mi totalidad
sueño de mi horizonte.
Mi historia,
eternidad del amado,
nacimiento abrazado
en polvo y caricia.
Niño,
curioso varón tallador impresionado,
encuentro diurno aprehensivo;
vuelto pasión ciega,
doble paso al más allá,
cielo robado en sus ojos.
Esperanza sin conocimiento
de una totalidad abrazante.
Compañero,
callado y hambriento de pan,
cogido de dolores,
corazón desgarrado y amado sin tregua,
Dios de la libertad y caricia de la eternidad,
fuego que detiene la impureza,
para sentarme en dos calmas regocijado,
sintiéndome meneado, único

Muchos recogidos de amor.

Lejana es tu nombre (20 – 2 – 06)

Me golpeas pesando el pecho,


Subordinando la razón a mi deseo
Y a una humana utopía terrena.
Me golpeas vislumbrado el derecho a la vida,
Que deviene en pregunta su fondo acongojado.

¡Sentir!

¡Madre!
¡Qué grave contenido pusiste en mis entrañas!
¿Cuando llegaron a mí?
¡No ves que duele la vida!

Madre,

yo no los busco.
¡Mas ellos vienen cruel y deliciosamente!
¡Van y vienen burlando mi libre albedrío y la razón!
Llegan en el tiempo que menos espero.
Y el corazón se subordina a su imperio:

Imperio de mis sentidos

Convirtiéndose el mundo en sólo pretexto


Y camino hacia una finitud terrena,
Donde lo divino es amar,
¡solamente amar, oh lujuria de mi especie!

Heredero de mi especie soy.

Hoy más que ayer


Este corazón es de carne y hueso,
Barro palpitante ante la mirada tierna
De quien seduce tiernamente,
Del amor que llega silenciosamente
Cautivando la frágil incertidumbre de mi ser hombre.
¡Pasión por la belleza allí donde ya no la existe!

Ella me hace mirar incierto el futuro


De aquellas jóvenes utopías pasadas,
Y me hace retornar a mis 14 julios.
Amada mía, Lejana es tu nombre.

Ahora,
Sólo sé que ante aquel rostro me hallo solo,
¡Es un combate silencioso! Es sólo mío.
Y en mi duda sin final y sin confianza,
Orfandad absoluta de mi libertad.

Silencioso pasa el tiempo,


Largo tiempo del imperio de mis fragilidades,
Humanidad plena robada por Dios
En una noche de locura;
Silencioso tiempo,
Fondo del corazón que estaba lleno de pasión.
Allí donde me hallo sólo en la pura ignorancia,
Cobijado cual herido de guerra que no quiere sanar.

Deja que me duelan mis heridas


Que son mías y sólo mías.
Si acaso compasión tienes de mis tristezas
Mira de tu corazón el lugar
Que allí hay tanto que dar y recibir.

Somos mil razones,


es la vocación humana.
Hay razones para esperar y no esperar,
razones para vivir y morir,
razones para llegar y no llegar
razones para amar y odiar.
Así vivimos.
Así los actos poseen sentido y
el serpentino camino de la vida se hace vida.
Y yo estoy aquí viendo mis razones,
así es cada tarde y cada mañana,
sin embargo, siempre vuelvo aquí
por una de ellas.
Siempre espero ansioso una presencia para
contemplar su extrañeza
porque de allí tomo lo que me falta para vivir.
Esa es mi locura.

Dices que has deseado tener una cena con nosotros,


muchos nos hemos sentado a tu mesa,
muchos hemos decidido comer de ese
pan que parten tus manos: aquí estamos.
Pero nos pides el pan y el pescado...
¿entonces insinúas que aquella cena depende de nosotros?
Tú no sabes que los hombres nos hemos vuelto miserables,
no nos gusta dar aunque tengamos mucho;
Sí, lo sé, aún confías en nosotros.

Te estás quedando solo en tu omnipotencia


Y tu misterio ya se ha roído en tu silencio.
Has callado demasiado, te encerraste en ti mismo
Y nosotros nos sentimos huérfanos. Olvidados.

¡Eres olvido de pronto!


Así te correspondemos amante ausente
Y el desierto cubre la fas de lo que amaste.

El olvido duele como la nostalgia


Y el silencio hace eterna tu ausencia
Y hoy el cielo se niega a ocultar tu talón de Aquiles
Mientras huimos al vacío hambriento
de hombres.

Mis sueños rompen tu tranquilidad


Mis ideas corrompen tu inocencia
Mis esperanzas tu fragilidad azotan
Tu llamas a mi puerta
Eclipsado en tu confusión

Mi estrella se ha detenido
Ha preguntarme por el ser que duerme
Dejando nostalgias y rosas muertas a mi paso
Sin que entienda aquel magna
De desconsuelo y soledad
Misterio oculto...
Perdiendo el derecho a la intimidad...

Te has hecho presencia en mí,


en mi barro y en mis ríos más profundos;
arando mi tierra, tocando lo más mío
me has sacado de mí mismo,
teniéndome cogido en tus ojos,
haciéndote instante finito,
eterna presencia,
conquistador de mis vastos campos.

Son tus sueños los que acompañan


golpeando y acariciando,
martillando y alisando los míos tan frágiles.

Mi ausencia puede ser lejana, pero


la tuya es cercana, es palmada
de un te quiero en mis sienes.
Eres una suave gota que
conquista mi frágil tierra
y la hace fértil en libertad y deseos de vivir para ti
borrando así mi sueño tantas noches largas
en mi propia finitud.

Tantas veces eres nostalgia en mi ser,


eres el ser esperado y amado en mis silencios;
tantas veces eres recuerdo,
momentos que tan sólo tu y yo hemos hecho,
construyendo así la ignorancia aún de los
más sabios y entendidos.

¡Hoy extraño tanto como si tú no existieras,


como si mi yo profundo deseara que fueras siempre verdad!

En mis años fundaste tu reino,


tocaste a aquel desconocido infinito de mi interioridad;
tus recuerdos se hicieron presencia en mis soledades,
añoré el calor del extraño latir de tus manos aún
desconocidas para mí
sintiendo luego que mi querer se perdía en un extraño sol
tantas veces deseado y rechazado en mi voluntad.
Así cambiaste mis sueños con los tuyos,
haciéndome conocer la guerra de mis entrañas,
desgarraste el alma en mis pasiones más ocultas;
así, con tu terca presencia, violentaste mi yo más profundo,
robándome el derecho a mi propia intimidad y
demostrándome la pureza metafísica de mi ser,

en fin, así me amaste en tu silencio.

Por eso, cuando anochece estás robándome mis pensamientos,


así estás en mis amaneceres tanto como
en mis solitarios caminares;
en mis silencios te haces idea y sentimiento
dando sentido al latir del corazón.

Si me has robado el derecho a mi propia intimidad,


dime ¿qué quiere de mí.?

TORRENTE DE RÍO

Amor, mi dulce Luz,


mi amor extrañado,
llegaste tarde a mi vera,
ya mis ganas yacen muertas,
mis sonrisas se han deshecho
en puñados de arena.

Te esperé mucho tiempo...


los inviernos cayeron sobre mi cuerpo
encorvándolo, llenando de surcos
mi rostro y mis manos.
Me cubrió de escarcha la nieve de tu silencio.

Aquel corazón mío, ¿recuerdas,


aparentemente, invulnerable?
acogía en su seno una fragilidad extrema,
era cristal delicado, una hoja de otoño
quebradiza y amarillenta.

¡Tan débil!
no pudo con la nostalgia que sumaba noches
de abandono y agonía,
con aquellos días que se extendieron entre penumbras
haciendo castigo de lo eterno.
No soportó la oscuridad de aquellos astros
deslucidos, llorando tu ausencia.
Áridas mis horas fueron pasando,
luengas, gota a gota,
como penitente que arrastra su pecado,
lentamente, con sus pies sangrando,
sin percibir que en su camino
va cayendo a retazos
su piel,
sus entrañas,
su alegría...

No sé, amor mío,


no sé en qué momento se hizo tarde,
quizás, aquella noche que lloré
golpeando, con mi voz y mi llanto,
las aldabas de tu casa
y me quedé sola, escuchando el eco
de mi propio lamento,
sin que nadie contestara...

O quizás fuera
cuando me atenazó el miedo
y busqué, desesperada,
tus brazos, tu regazo...
en la sombra que dejaba el viento,
pero no te encontré. En tu lugar,
quedaba el vacío
arrullado por el agrio aroma
de flores de crisantemos.

Amor mío,
si pudiera caminar hacia el pasado,
hacia aquella ilusión de que volvieras,
de recordarte que aún te quería
y de rogarte que me quisieras...
Si pudiera volver a ser tus manos
acariciándome en mis sueños.
¡Si pudiera, mi vida,
si pudiera sentir de nuevo...!

Pero no puedo, ya es tarde.


No soy aquella.
Ahora soy pura tristeza.
Soy esencia de la pena misma.
Soy la soledad que entonces me acompañaba,
me he convertido en ella.
Me he vuelto amargura, melancolía,
las lágrimas son ahora mi forma, mis vestiduras.
De tanto llorar me he transformado en agua,
en lluvia fina y constante.
Cada partícula de mi cuerpo,
cada sentimiento mío,
son escaras ahora, lava seca y apagada,
es torrente de un frío río.

Tu eres surco por donde navegan mi penas,


cauce de mi añoranza.
Tu abandono fue mi masacre,
mi desdicha,
y ahora,
ahora mi amor, soy sólo deriva,
sólo eso...

10 de octubre de 2006

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