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SHA RES
Un
Un momento destacado en la semana para la inspiración y reunión comunitaria.
momento
por Lori Palatnik
Cuando la gente está unida y comparte una causa común, hay una energía y un poder
maravilloso. Es el sentimiento de que se puede lograr lo que sea. Ocurre en la
escuela, en los deportes, en todo. Es un sentimiento asombroso, y compartirlo con
quienes te rodean – que sienten exactamente lo mismo que tú – es sumamente
excitante y nos une más que nada.
Pero con el pueblo judío es diferente, porque lo que nos une es algo tan poderoso y
eterno que hace que sintamos una conexión inexplicable con los demás.
El Talmud dice que cuando el pueblo judío se paró al pie del Monte Sinaí, éramos una
sola persona con un solo objetivo: recibir la Torá de Dios. Esto demuestra que cuando
Cuando nos reunimos en el shul (sinagoga) cada semana, estamos declarando que:
estos son mis hermanos y hermanas, estos rezos son mi reunión familiar semanal.
Cuando le hablamos a Dios es bueno que estemos todos juntos, que seamos una sola
entidad. Al estar dentro de un grupo de judíos, es más fácil alcanzar esa completitud,
porque el poder de lo que compartimos es impresionante.
Shul y Rezo
Recuerda, vamos al shul para hablar con Dios. Estar con otros judíos, cantar las
canciones, escuchar la lectura de la Torá, etc. – todo esto ayuda a que logremos el
objetivo de tener una relación activa con nuestro Creador.
La verdad es que puedes hablarle a Dios en cualquier momento. Siempre está ahí,
listo para escucharte. Para muchos, el shul es el lugar ideal para hablar con Dios. Para
otros no.
Sin embargo, un buen shul debería ayudarte a establecer esta conexión con Dios.
Busca el shul correcto, quizás aún no has encontrado el adecuado para ti. También
recuerda que ir al shul es una buena forma de conectarte con la comunidad, lo cual es
muy importante para un judío. Y por último, pero no menos importante, tienes que
aprender a desarrollar una relación con Dios. Ya sea que estés en un shul o en el patio
de tu casa, tómate el tiempo para hablarle a Dios, siempre en un tono audible.
Reconócelo, agradécele por todo lo que te da, y pídele todo lo que deseas.
Y si el pararte, sentarte, el hebreo, y las partes en las que tienes que responder te
tienen desanimando, encuentra a alguien o a algún lugar que te enseñe lo básico
sobre estar en el shul. A veces es cuestión de un minuto y un nuevo mundo se puede
abrir delante de ti.
Puedes investigar en un libro lo que ocurre en el shul, o también puedes reunirte con
un rabino por un rato para que te explique.
Pero para tener una idea rápida, aquí hay un itinerario de un rezo típico de Shabat a la
mañana (estipulamos el comienzo del rezo a las 8 AM, adaptar al horario de cada
shul):
8:30 a 8:45 AM – Barju, las bendiciones del Shemá, el Shemá Israel y las bendiciones
después del Shemá. El Shemá es la declaración de la fe judía, proclamando la unidad
de Dios y nuestra aceptación de los mandamientos de la Torá.
9:00 a 9:45 AM – Se saca la Torá del Arón Hakodesh (arca) y se lee la porción
semanal, en voz alta y en hebreo (La Torá está dividida en 54 porciones, y durante el
curso del año es leída entera). Se devuelve la Torá al arca y se lee la Haftará, la
porción de los profetas.
10:00 a 10:15 AM – Musaf, la Amidá silenciosa “adicional”, que pone un gran énfasis
en la naturaleza única del Shabat. También es repetida en voz alta por el líder.
Reflexiones
Crecí sin ir al shul, pero sólo porque mi familia no pertenecía a ninguno. Sabía que
existía la sinagoga, y cuando tenía cerca de 10 años tuve deseos de ir a una. No me
pregunten por qué…
Después, en la universidad, conocí a una mujer en una de mis clases que venía de un
entorno similar, pero que se había vuelto observante. Nos caímos bien y me invitó
para Shabat.
Para los rezos fuimos a una minián en el mismo campus universitario. Todo me
resultaba raro, no sabía hebreo, y parecía que había todo un protocolo nuevo para
aprender. Después de varias visitas, mi amiga me enseñó hebreo, y empecé a
***
Creía en Dios, pero no sentía que ese Templo me estuviera acercando a Él.
Cuando crecí un poco más, intenté en una sinagoga más tradicional, pero estaba
perdido porque no entendía hebreo. Después descubrí un centro de educación judía
que seguía las prácticas tradicionales, pero tenía muchas explicaciones en mi idioma
para los “novatos” (la mayoría de los asistentes eran novatos).
Con esto el judaísmo se hizo más accesible para mí. Siempre había tiempo para decir
todo a mi ritmo, y el shul inspiró en mí un sentido de pertenencia. Como era pequeño y
genuino, no me sentía para nada intimidado, ni por la atmósfera ni por el ritual.
En Rosh HaShaná y Iom Kipur, me di cuenta que rezaba por horas, ¡y me parecía que
había pasado sólo un ratito!
Ahora, cada vez que necesito, le hablo a Dios y listo. Le agradezco y le pido que me
ayude a entender las cosas. Siento que lo más importante es tener una relación
permanente con Dios.
***
Cuando yo era pequeño, estaba el temido minián para niños. Mi mamá me vestía con
un traje y me hacía ir. ¡Ni mi familia iba!
A los 10 años tuve una idea: comencé a vestir mis ropas de gimnasia debajo de mi
traje, e iba a jugar básquetbol en el patio de la escuela cercana, siempre atento para
ver cuando los rezos terminaban. Después me vestía rápidamente e iba a casa, nadie
sabía nada.
Entonces, ¿qué pasó en Israel? Bueno, al día siguiente volví para una clase y salí
impresionado. Entonces me quedé y me empezó a gustar estudiar, pero todavía no
estaba conectado profundamente con el rezo. Siempre me parecía largo.
Hoy en día me siento mucho más conectado con Shabat y con Dios, sólo por la
atmósfera del shul.
***
De niño íbamos al shul en familia, y me encantaba – estar con todo el mundo, ver a mi
padre rezar todo el día en las Altas Fiestas… Tú sabes, ser judío.
Recuerdo estar sentado allí, pensando en Dios y sintiéndome cerca de Él. Era muy
significativo, y lo considero una de las partes más lindas de mi vida.
Hoy es mucho más profundo. Durante la Amidá silenciosa, me tomo el tiempo para
rezar en serio. Durante la repetición lloro, porque la voz del jazán me eleva aún más.
Rezar me resulta mucho más real ahora, porque he madurado y estudiado más.
***
Como familia íbamos al shul sólo en las Altas Fiestas y para los bar-mitzvot. Pero
hubo un tiempo en el que iba solo, porque nuestros maestros de la escuela hebrea
nos daban calcomanías si lo hacíamos. Y yo quería esas calcomanías.
Hoy en día encontré un shul mucho más chico, que fue fundado con la premisa de
aprender y entender, por lo que buena parte del rezo es explicada, y lo más
importante: hizo que mi vida sea mucho más significativa.
Pero, a veces, todavía me cuesta mucho levantarme temprano e ir, supongo que es
pura pereza. Cuando voy, me gusta y estoy contento de estar allí. Pienso en los judíos
de todo el mundo que están haciendo exactamente lo mismo, y me uno a miles de
años de tradición ininterrumpida.
***
Para mí, el shul es comunidad, y mi rezo está directamente relacionado con las
personas que me rodean. Si me identifico con ellos, mi rezo es mucho más relajado e
íntimo.
Me llevó un tiempo encontrar una congregación que fuera “ideal” - que atrae a
personas como yo: prácticas, genuinas y abiertas al crecimiento personal a través del
judaísmo. Es un lugar pequeño, por lo que todos son amables, pero también es un
minián “serio”, nadie habla durante el rezo.
Pienso que es importante que la gente busque diferentes lugares hasta encontrar el
que se ajuste mejor a ellos. Es peligroso cuando el primer lugar que pruebas no te
Adaptado de "Friday Night and Beyond" por Lori Palatnik (Jason Aronson Pub).
25/2/2012
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Sobre el Autor
Lori Palatnik
Lori Palatnik es una autora y educadora judía que ha aparecido en televisión y
radio y ha dado conferencias en Norte América, Inglaterra, Sudáfrica e Israel,
iluminando las practicas y estilo de vida tradicionales para nuestro mundo
contemporáneo. Recientemente se mudó junto a su marido, el Rabino Yaakov
Palatnik a Washington, DC, donde es la Directora Ejecutiva de "The Jewish
Women’s Renaissance Project".
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Otto Cremer
gracias
Me gusta · Responder · Marcar como spam · 17 s
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