You are on page 1of 72

TRANSFIGURACIÓN

Y TRANSMUTACIÓN
El proceso del surgimiento
de un nuevo tipo humano

Francisco Casanueva Freijo


Equipo de investigación del CER
(Centro de Estudios Rosacruz)
Edita: Fundación Rosacruz
Padre Rico, 8, bajo, dcha.
46008 Valencia (España)
Web: www.fundacionrosacruz.org
e-mail: secretaria@fundacionrosacruz.org

1ª edición, 2011
© Fundación Rosacruz

ISBN: 978-84-87055-58-4

Cubierta: Infinitum

Impreso en España / Printed in Spain


Editado por Bubok

Reservados todos los derechos, incluidos los de traducción a


otras lenguas. Ninguna parte de este libro puede ser reproduci-
da en ninguna forma, sea por impresión, fotocopia, microfilme,
etc. sin previa autorización escrita del Editor.
ÍNDICE

7 I "La Montaña del Espíritu"


9 Introducción al Capítulo I
15 La escalada de la Montaña Sagrada
18 La doble pirámide séptuple

33 II "La Luz se encarna en


el ser humano"
35 Introducción al Capítulo II
37 La Transfiguración o Metamorfosis
43 El misterio de las radiaciones

53 III "Sólo la Luz conduce a la Vida"


55 Introducción al Capítulo III
60 Materializar el campo de luz y
de fuerza del Espíritu Universal

71 Conclusiones
I
LA MONTAÑA DEL ESPÍRITU
INTRODUCCIÓN AL CAPÍTULO !

Introducción al Capítulo I
La Montaña del Espíritu

Para la Escuela Rosacruz hablar sobre sus


objetivos es relativamente sencillo, pues
exponer que se trata de llegar al estado de
vida de la inmortalidad, a un estado de cons-
ciencia libre de cualquier forma de ilusión y
a una superación positiva de cualquier
forma de miedo, preocupación y temor, es
algo fácilmente comprensible. Y, además
¿quién no coincidiría con nosotros en que
son metas inmejorables? Pues ¿quién podría
preferir la muerte a la vida, el miedo a la
dicha?
Pero, ¿no hay en este planeta ya muchos,
muchísimos grupos que proponen metas
semejantes?
La cuestión, por tanto, no es solamente
exponer los objetivos, sino esencialmente los
medios y maneras, ya que un objetivo puede
ser sublime, pero si no es realizable en la
práctica, ¿de qué sirve propugnarlo?

9
TRANSFIGURACIÓN Y TRANSMUTACIÓN

Nuestra opinión es que proponer objetivos


irrealizables, o mejor dicho: proponer objeti-
vos correctos mediante métodos erróneos,
inadecuados o inviables, sólo produce des-
dicha y ansiedad. Por eso consideramos tan
importante abordar mediante este libro un
acercamiento al método esencial de la
Rosacruz.
Una de las razones es que, en nuestro tiem-
po, los seres humanos hemos desarrollado
una extrema capacidad lógico-analítica, y
por ello nos hemos dejado por el camino una
gran parte de nuestra capacidad intuitiva, si
no la totalidad, y hemos perdido completa-
mente el sentido mágico de la vida.
Como consecuencia, se ha vuelto imposible
que nos decidamos a emprender algo, a asu-
mir algo, o simplemente a simpatizar con
algo que no seamos capaces de entender con
nuestro intelecto.
Además, no basta con que el intelecto esta-
blezca que algo es correcto para que sintoni-
cemos con ello. Para que esto ocurra será
necesario que también nuestro corazón, la
estructura fundamental de nuestros senti-
mientos, acepte igualmente la verdad de lo
propuesto. Y esto lo hará según su propia

10
INTRODUCCIÓN AL CAPÍTULO !

"lógica", generalmente incomprensible para


el intelecto.
Y por último será necesario que la volun-
tad, la fuente esencial de nuestra energía
vital, se movilice adecuada y perseverante-
mente, con una intención y orientación fir-
mes y puras.
Este circuito triangular: comprensión ra-
cional, sentimiento y voluntad es por tanto
el mecanismo central de nuestra vida, y por
ello la Rosacruz plantea un proceso inicial
también triple, que denominamos "los tres
primeros escalones de la Gnosis quíntuple".
Se deduce que el cuarto escalón es la prác-
tica misma y el quinto el logro de la meta.
En la Escuela de la Rosacruz Áurea nos
centramos por tanto en los tres primeros
escalones, y ahora, en este capítulo, vamos a
concentrarnos en el primero, el de la com-
prensión racional o discernimiento relativo
al método de dicha Escuela Espiritual.
Antes de cerrar esta introducción quere-
mos subrayar un aspecto esencial:
Cuando comúnmente se habla de método,
se alude a una serie de técnicas, prácticas,
ejercicios.
Con ello se entiende que haciendo esto y

11
TRANSFIGURACIÓN Y TRANSMUTACIÓN

aquello, y estudiando tanto y cuanto, se con-


sigue el objetivo propugnado. Muchas
veces, para hacerlo más atractivo, se añade
que se logrará "sin esfuerzo".
Pues bien, el método de la Rosacruz es un
método que precisa esfuerzo, que no es fácil,
y que requiere el empleo de la máxima can-
tidad de tiempo disponible, es decir: toda la
vida.
Como el lector puede apreciar, desde el
comienzo queremos dejar muy claro que en
este libro se va a hablar siempre con total
transparencia.
Conquistar un estado de vida tan elevado,
o al menos acercarse todo lo posible a él, no
es un asunto que se pueda afrontar como
una diversión para el tiempo libre.
Sabemos por experiencia que cuanto más
elevado sea el logro que uno se propone
alcanzar, mayor será el esfuerzo y el tiempo
que le deberá dedicar.
Y éste es el caso. Pero una vez dicho esto,
debemos añadir que la actividad que condu-
ce a la meta de la Rosacruz no requiere nada
especial, es decir, que quienes estamos en
esa práctica tenemos una forma de vida
corriente: trabajamos, tenemos nuestra fami-

12
INTRODUCCIÓN AL CAPÍTULO !

lia y estamos igual que los demás absorbidos


de la mañana a la noche en nuestro afán por
sobrevivir en la jungla de la sociedad de con-
sumo.
Tampoco se requiere una formación cultu-
ral, intelectual o profesional determinada, ni
un elevado nivel de renta.
Tal vez usted se pregunte: "¿Entonces de
qué se trata? Si por un lado dicen que hay
que dedicarle todo el tiempo, y al mismo
tiempo dicen que en la práctica no le dedi-
can nada… ¿cómo se puede entender esto?"
En efecto, es una paradoja.
Por ello, vamos a pedir ayuda a los gran-
des maestros de las paradojas, los Maestros
Zen, y en concreto al patriarca budista chino
Huang-Mei, del siglo VI d.C., quien dijo:
«Nuestro método es la AUSENCIA DE
TODO MÉTODO.
Lo que nosotros describimos como méto-
do es, en realidad, la ausencia de método.
Nosotros no tenemos que hacer nada espe-
cial para llegar a la meta; y un método sin
nada especial es siempre el verdadero méto-
do. Esto significa que la aplicación del ver-
dadero método es no aplicar nada en espe-
cial.»

13
TRANSFIGURACIÓN Y TRANSMUTACIÓN

Con esta cita de Huang-Mei cerramos la


introducción. Esperamos que durante los
tres capítulos que componen este pequeño
libro usted llegue a formarse una idea bási-
ca, sencilla pero profunda, de la naturaleza
del trabajo al que aquí estamos haciendo
referencia.

14
LA MONTAÑA DEL ESPÍRITU

La escalada de la Montaña Sagrada

La Senda que conduce al despertar espiri-


tual ha sido frecuentemente comparada con
la escalada de una montaña. Una poderosa
transformación se produce en quien, par-
tiendo de lo profundo del valle, asciende
hasta la cima de esa Montaña del Espíritu.
En el simbolismo cristiano esa transforma-
ción recibe el nombre de Transfiguración.
En todas las enseñanzas de sabiduría, en
todos los tiempos y lugares, de forma cons-
tante se ha utilizado la imagen de la
MONTAÑA como símbolo del Camino
Espiritual, y su cima como símbolo de la
coronación del proceso.
Lugares como el Monte Merú en la antigua
tradición oriental; el Ararat de Noé; el Horeb
o Sinaí, donde Moisés recibió las Tablas de la
Ley; el Tabor, donde Jesús transfiguró; o el
de los Olivos y el Gólgota, son montañas que
representan, por lo que su forma evoca, lo

15
TRANSFIGURACIÓN Y TRANSMUTACIÓN

más elevado que el ser humano puede alcan-


zar, y, por las dificultades propias de cual-
quier escalada, los esfuerzos que debe asu-
mir el caminante hacia la Luz.
En otras culturas el monte natural es reem-
plazado por un monte artificial, como las
pirámides egipcias y centro-americanas.
Más cerca de nuestra tradición vemos
Montsegur en el Catarismo y Montreal de
Sos en la tradición del Grial.
Y también en Juan de la Cruz leemos sobre
el Monte Carmelo, en alusión a la misma y
única realidad: la Montaña del Espíritu,
masculina por su verticalidad y femenina
por su inviolabilidad.
Pero hay un factor esencialmente esotérico
en este símbolo sagrado: la Montaña del
Espíritu está en este mundo, está en medio
de este mundo; tiene una estructura mate-
rial, y el ascenso debe ser realizado por seres
vivos. Esto excluye completamente la erró-
nea suposición de que el camino espiritual
es un proceso posterior a la muerte del cuer-
po físico.
La ascensión por el camino espiritual debe
comenzar aquí y ahora. Si antes de alcanzar
la cima llega el día final de nuestra actual

16
LA MONTAÑA DEL ESPÍRITU

existencia, entonces es posible seguir la esca-


lada en los planos superiores del planeta,
pero para ello es necesario que durante la
vida en el plano físico se haya establecido
contacto sensorial con la meta, aunque no se
haya llegado a ella.
Conviene tener presente este axioma de
nuestra filosofía.

17
TRANSFIGURACIÓN Y TRANSMUTACIÓN

La doble pirámide séptuple

Una Escuela Espiritual también es repre-


sentada por una montaña o una pirámide, y
en lo que concierne a la Escuela Espiritual
moderna de la Rosacruz Áurea hablamos de
una doble pirámide séptuple, formada por
una estructura visible y otra invisible, ambas
séptuples.
Podríamos decir que, con la lectura de este
libro, usted se encuentra a los pies de la
Montaña formada por la Escuela Rosacruz, y
en concreto al exterior de su estructura visi-
ble séptuple.
Por otra parte, como sabe perfectamente,
las grandes escaladas requieren una impor-
tante fase previa, formada por:

•Preparativos. No sólo se trata de reunir


los víveres y aprovisionamientos necesarios,
sino también de estar en una determinada
forma física.

18
LA MONTAÑA DEL ESPÍRITU

•Una buena información sobre la ruta, así


como referencias de quienes la han escalado.
•Ya durante la escalada, la adecuada acli-
matación, que hace necesario prever diver-
sas acampadas intermedias, antes de asumir
la coronación de la cima.

Pues bien, una vez que hemos colocado


ante usted estas imágenes y símbolos,
vamos a observar de forma más concreta los
aspectos preliminares, haciendo notar que
quedan otros dos capítulos, y que sólo al
final del libro podrá tener a su disposición el
conjunto de la información a considerar.
El argumento básico de la Transfiguración
es el siguiente:
Nuestra personalidad, es decir, el conjun-
to de vehículos visibles e invisibles que se
interrelacionan en el interior de nuestra cor-
poreidad material, es el fruto de la naturale-
za biológica de este planeta, que se expresa
en las fuerzas seminales del hombre y de la
mujer que, por su unión, dan origen al hom-
bre o la mujer que somos.
En esa personalidad se encarna la Chispa
Divina, es decir, el núcleo del ser espiritual.
Esa Chispa Divina es la expresión indivi-

19
TRANSFIGURACIÓN Y TRANSMUTACIÓN

dualizada de la Divinidad Universal.


Y cuando se encarna en la personalidad
manifiesta una fuerza seminal diferente de
la biológica.
Para que esa semilla divina pueda germi-
nar en el ser humano, debe entrar en contac-
to con el fluido sanguíneo de la personali-
dad, pero dicho fluido debe tener un alto
nivel de pureza y luminosidad.
Es imposible que una persona que lleva
una vida impregnada de codicias y pasiones,
y con una conducta carente de ética dispon-
ga de un fluido sanguíneo adecuado para
este propósito de germinación.
Y así ocurre que, la inmensa mayoría de las
veces, esa semilla no sale del letargo en todo
el tiempo de su encarnación.
Por lo tanto, se trata básicamente de conse-
guir un estado sanguíneo adecuado para
permitir la germinación de la Semilla del
Espíritu en nosotros.
Ésta es la primera fase de la Transfigura-
ción.
Cuando del proceso de germinación surge
una nueva estructura de líneas de fuerza
extremadamente luminosa, vemos en el ser
humano algo así como una esfera cuyos

20
LA MONTAÑA DEL ESPÍRITU

puntos de concentración están muy rica-


mente interconectados.
Imagine una planta.
Imagine toda la estructura formada por el
tronco, las ramas, las hojas, las flores y los
frutos.
Imagine que la otra mitad de la planta, la
que está bajo tierra y que por ello es invisi-
ble, fuese exactamente simétrica con respec-
to a la parte visible antes mencionada.
Esa estructura más o menos esférica, alta-
mente compleja, pero que brota de un único
núcleo central, -la Chispa Divina-, forma el
sistema óseo, nervioso y circulatorio de un
nuevo cuerpo.
Ese sistema está focalizado en el corazón
de nuestro cuerpo físico.
En ese centro confluyen ambos seres en no-
sotros: la personalidad natural y el ser espi-
ritual.
Cuando uno se vuelve consciente de que es
un ser doble, y de que en su seno conviven
dos focos de vida, uno perecedero y otro
imperecedero, se alcanza entonces la segun-
da fase del proceso.
Estas dos fases se desarrollan a los pies de
la Montaña del Espíritu. Por consiguiente, la

21
TRANSFIGURACIÓN Y TRANSMUTACIÓN

próxima fase, la tercera, implica el inicio de


la escalada.
Pero en este primer capítulo no vamos a
detenernos en los detalles, pues de lo que se
trata es de aportar una imagen, una idea
general, como a vista de águila, de todo el
proceso de la Transfiguración.
La tercera fase es una de las más compli-
cadas, pues lo primero que el escalador des-
cubre es que una cosa es predicar y otra dar
trigo.
Hay una gran diferencia entre la asimila-
ción teórica y la realización práctica. Pues,
en las dos primeras fases, el proceso se ha
desarrollado sin una participación conscien-
te y activa. Algo similar a lo que ocurre
durante el embarazo: en realidad la madre
no tiene que hacer nada especial para que su
bebé se desarrolle con normalidad. Pero
cuando el bebé nace, entonces la cosa cambia
radicalmente. La interacción de ambos seres
en nosotros se produce en el ámbito del sis-
tema nervioso neurovegetativo y del sub-
consciente. Y esto ya tiene notables efectos
sobre nuestra vida cotidiana.
Pero el caminante no sabe muy bien el ori-
gen de los curiosos pensamientos, senti-

22
LA MONTAÑA DEL ESPÍRITU

mientos e intuiciones que surgen en su cons-


ciencia sin aviso previo, y que por su tipo
considera raros e inusuales. Se interesa por
cosas de escasa importancia para el común
de los mortales y que además tienen nula
significación para su vida material.
Pero ahora, al comienzo de la tercera fase,
ha llegado al campamento base, en las estri-
baciones de la Montaña, donde un pequeño
pero decidido grupo de personas se prepara
para el ascenso.
En ese campamento número uno se revisa
el equipo, y se comprueba que las condicio-
nes básicas para la escalada están presentes.
Y en la tercera fase comienza la marcha.
El camino conducirá hasta aproximada-
mente la mitad de la altura de la Montaña.
No es un ascenso muy difícil, pero es
largo. Los músculos comienzan a quejarse,
los zapatos aprietan más de lo que suponía-
mos; a veces hace mucho frío y notamos que
la ropa no nos cubre suficiente; otras veces
hace demasiado calor, pero no podemos
contrarrestarlo. Lo que sí es seguro es que en
esta fase a nuestra mente acude constante-
mente el siguiente pensamiento-sentimien-
to:

23
TRANSFIGURACIÓN Y TRANSMUTACIÓN

"¿Por qué me he metido en este lío? Con lo


bien que estaba tranquilo en mi casa.
Además, no veo la cima. ¿Qué habrá allí
arriba? ¿Y si me han engañado? ¿Y si todo
esto es un timo más?"
Y ocurre que esta preocupación no es ex-
clusivamente personal, sino que pensamien-
tos de este tipo circulan regularmente entre
el grupo de los escaladores principiantes.
Por ello, esta tercera fase de la escalada es
la fase de la prueba.
Y cuando una parte del grupo llega por fin
al segundo campamento base, situado a
media altura, comienza la cuarta fase.
La cuarta fase es la fase intermedia; es el
escalón central de la escalera de siete pelda-
ños.
Durante la tercera fase se ha producido una
intensa depuración en los procesos psíqui-
cos relativos al miedo, la duda y la orienta-
ción de la vida.
Mecanismos que hasta entonces estaban
plenamente bajo el dominio del yo personal,
con todo el conjunto de miedos, debilidades
e ignorancia que configuran nuestro egocen-
trismo, han sido desplazados por un nuevo
estado anímico, un estado de alma nuevo.

24
LA MONTAÑA DEL ESPÍRITU

Si hemos llegado al segundo campamento


base, y de esta forma al comienzo de la cuar-
ta etapa, es porque hemos sabido poner lími-
tes a nuestra interminable actividad analíti-
ca, basada en una infinita serie de conjetu-
ras, y también hemos desenmascarado una
parte de los miedos que más paralizaban
nuestra acción.
También en nosotros se ha desarrollado
una inclinación a ayudar a otros, en particu-
lar a aquellos que comparten con nosotros la
escalada.
Todo esto ha permitido que las dos estruc-
turas corporales en nosotros se hayan acer-
cado mucho y compartan ya algunos circui-
tos, especialmente el sistema hormonal, el
cual tiene mucho que ver con nuestro estado
de ánimo y nuestra vitalidad.
Pero nuestra consciencia sigue estando
completamente limitada al ámbito de la per-
sonalidad natural.
En estas condiciones llegamos al segundo
campamento.
Por primera vez sentimos los efectos de la
altura.
La composición del aire que respiramos ha
cambiado.

25
TRANSFIGURACIÓN Y TRANSMUTACIÓN

Una atmósfera diferente reina en este cam-


pamento. Esta nueva atmósfera tiene un
efecto de frenado sobre la frecuente agita-
ción interior que los seres humanos habi-
tualmente experimentamos en los tiempos
modernos. Infunde en nosotros la necesidad
de tomar las cosas con calma, con serenidad.
Aparece un espíritu más reflexivo, inclina-
do a meditar las cosas, a sopesarlas con pro-
fundidad. Las cosas exteriores ya no ejercen
una atracción tan intensa, o al menos ya no
nos llaman tanto la atención.
La teoría de la escalada quedó atrás. Ahora
existe la experiencia práctica contrastada.
Ahora es posible constatar que todo lo que
nos ha ocurrido hasta este punto del camino
ha sido tal y como nos había sido explicado
por los escaladores más expertos antes de
iniciar el recorrido.
Y ello nos inclina a tener más confianza en
el proyecto.
Entonces ocurre algo muy importante.
En uno de esos momentos de serena medi-
tación, en que uno se encuentra recostado
contra una roca con la mirada perdida en lo
alto, pero en realidad con la mirada orienta-
da hacia el interior, las nubes se apartan y

26
LA MONTAÑA DEL ESPÍRITU

por unos breves instantes vemos la cima de


la Montaña.
Es un momento fugaz, pues pronto las
nubes vuelven a abrazar la cumbre.
Dudamos, y nos restregamos los ojos para
comprobar que no estamos soñando...
Y efectivamente, no es un sueño.
Tras las nubes está, en todo su esplendor,
la cima nevada, con intensa blancura, refle-
jando irresistiblemente la Luz de otro Sol, un
sol diferente al que conocemos.
Ante esta visión el escalador se levanta de
un salto, y querría ponerse de inmediato en
marcha… pero los instructores, conscientes
de lo que le ha ocurrido, le dicen con el habi-
tual sentido del humor de los escaladores
espirituales, que allí arriba no se puede res-
pirar, que aún debe desarrollar unos pulmo-
nes nuevos.
Los pulmones tienen una función esencial
en la vida. Y en sentido esotérico tienen un
significado tal, que sólo para esbozarlo se
requeriría un capítulo completo.
Lo que sí podemos decir ahora es que tie-
nen un papel esencial en todos los mecanis-
mos de formación de nuestra consciencia.
Por ello, en la cuarta fase, el escalador de-

27
TRANSFIGURACIÓN Y TRANSMUTACIÓN

sarrolla la capacidad de respirar en la atmós-


fera del mundo del espíritu, sin perder la
capacidad de respirar en la atmósfera
corriente de este mundo.
En la cuarta fase se desarrolla, por tanto:
•la percepción del propio mundo interior
y el primer vislumbre de la cima;
•la estructura de líneas de fuerza del ser
espiritual, que engloba ya completamente a
la personalidad biológica y mantiene una
interacción intensa con ella. Aunque el siste-
ma “cerebro-espinal” y los procesos de la
consciencia aún siguen siendo poco recepti-
vos a dicha influencia espiritual, no obstan-
te, esa primera percepción de la cima ha sido
como un terremoto para el entramado de
certezas intelectuales; el "sé que no sé"
comienza a establecerse como actitud, y se
constata una efectiva disolución del núcleo
de la natural vanidad humana.
También comienza a desarrollarse un in-
tenso sentimiento de solidaridad con quie-
nes aún están vagando por el valle, sin
orientación ni guía. Se recuerda el propio
pasado y se constatan los profundos cam-
bios que se han operado en el propio ser,
pese a haber realizado solamente la mitad de

28
LA MONTAÑA DEL ESPÍRITU

la escalada. Acuden a la mente numerosas


ideas de cómo ayudar; la misericordia espi-
ritual nace. Y cuando todos estos procesos
—y algunos más que de momento dejamos
fuera de mención— han alcanzado un punto
de maduración determinado, suena la invi-
tación para comenzar la quinta etapa.
Esta etapa es la esencial, pues debe atrave-
sar completamente el anillo de nubes y lle-
gar al siguiente campamento base, el tercero.
Como es lógico, ese campamento no se ve
desde el segundo; tampoco se ve muy bien
el camino que conduce a él.
Y la siguiente indicación es que no existe
un camino claramente trazado, pues las con-
diciones lo impiden. Caminos que en un
tiempo se trazaron hoy están cubiertos de
nieve; otros están llenos de piedras.
Además, durante la travesía por esa zona
llena de nubes y de escasa visibilidad es
muy frecuente que se desaten tormentas, lo
que muchas veces obliga a modificar la
senda.
De nada sirven las ideas fijas y hay que
improvisar a partir de los valores conquista-
dos hasta el momento. Y lo más importante
es mantener el contacto visual con los com-

29
TRANSFIGURACIÓN Y TRANSMUTACIÓN

pañeros de escalada, pues aislarse o perder-


se en esta fase puede ser fatal.
Esta quinta fase fue descrita en la Edad
Media como “la búsqueda del Santo Grial”.
Es una fase de gran esfuerzo, de combate, de
ir hasta el límite de nuestras posibilidades.
El Castillo del Santo Grial es el siguiente
campamento base (como dijimos, el tercero)
y la espesa capa de nubes opera en la prácti-
ca como una intensa niebla en la que a no-
sotros afluyen todas las ilusiones, todos los
fantasmas que albergamos en nuestro
inconsciente.
Allí toca luchar contra ellos, como un au-
téntico caballero de la Mesa Redonda.
Esta etapa —seguramente usted mismo ya
lo ha deducido— guarda relación con la
apertura del sistema nervioso cerebro espi-
nal y su integración en el proceso de la
Transfiguración.
Por ello, en un momento dado, el escalador
llega al siguiente campamento y allí recibe la
corona, es decir, todo el sistema cerebral se
abre a la Luz, es bañado por ella, y lo que
antes eran dos ahora es uno solo.
El ser natural de la personalidad y el ser
espiritual surgido de la Chispa Divina se

30
LA MONTAÑA DEL ESPÍRITU

han fundido en un único cuerpo.


La muerte ha sido vencida, el escalador es
un ser libre.

Sobre la sexta y la séptima etapa de la esca-


lada no daremos muchos detalles, pero sí
algo fundamental: el trabajo en esas dos eta-
pas tiene relación con una ayuda muy espe-
cial para todos los seres humanos que están
en el valle.
Como decíamos al principio, el quíntuple
Camino de la Gnosis Universal queda reali-
zado con la llegada al tercer y último campa-
mento base, en la coronación de la quinta
etapa.
Desde este campamento no es difícil ascen-
der a la cima, pero, como comprenderá, no
se trata de quedarse en ella.
Como resumen, al final de este capítulo
diremos lo siguiente: la forma interior, la
estructura y configuración de nuestra perso-
nalidad ha sido transformada, transmutada,
transfigurada a lo largo de los procesos de la
escalada hasta llegar al otro lado de la capa
de las nubes.
Aparentemente, para los demás, esa perso-
na sigue siendo la misma, pero por dentro

31
TRANSFIGURACIÓN Y TRANSMUTACIÓN

hay un mundo de diferencias; todas ellas


muy sutiles, pero no por eso menos influ-
yentes en todos los procesos vitales y de la
consciencia.

32
II
LA LUZ SE ENCARNA EN EL SER
HUMANO
INTRODUCCIÓN AL CAPÍTULO II

Introducción al capítulo II
La Luz se encarna en el ser humano

En el capítulo anterior esbozamos una ima-


gen general del proceso, y para ello utiliza-
mos el ejemplo de la montaña y los escalado-
res.
Aunque tocamos puntos fundamentales
del método de trabajo de la Rosacruz, esta-
mos seguros de que las explicaciones aporta-
das no son de ninguna manera suficientes
para captar los rasgos esenciales del proce-
so de la Transfiguración.
Hemos planteado los aspectos individua-
les del tema, centrándonos en los dos seres
que coexisten en nuestra personalidad: el ser
biológico y el espiritual, procedentes de dife-
rentes naturalezas y fuerzas seminales.
En el segundo capítulo daremos un paso
más, para afrontar la dimensión cósmica y
su contrapartida en el plano de las radiacio-
nes y las estructuras atómicas.
La Luz siempre ha sido un símbolo recu-

35
TRANSFIGURACIÓN Y TRANSMUTACIÓN

rrente para representar la acción de las fuer-


zas divinas. Sin embargo la ciencia moderna
está descubriendo que ese símbolo es más
bien la realidad misma.
Por ello aportaremos algunos elementos
científicos que no sólo sirvan para ilustrar
nuestro tema, sino para ratificarlo.

36
LA LUZ SE ENCARNA EN EL SER HUMANO

La Transfiguración o Metamorfosis

La cima de la Montaña no puede ser perci-


bida desde el valle. Es imposible, pues siem-
pre está rodeada por una espesa capa de
nubes. Esas nubes representan nuestra pro-
pia vida de deseos y emociones, de pensa-
mientos limitados y basados en suposiciones
y conjeturas. El esfuerzo por purificar la
vida de los pensamientos y los sentimientos
es por ello, en sí mismo, la escalada de la
Montaña, y en la misma medida en que se
diluyen las sombras, la cima se dibuja en lo
alto en toda su majestad. Y en la cima, la Luz
del Espíritu se une con la propia Luz que
emana del caminante.

Como ya dijimos, el método de la Rosacruz


es la Transfiguración. La palabra Transfigu-
ración no aparece en el Antiguo Testamento.
Y esta palabra aparece solamente dos veces
en los Evangelios, concretamente en el capí-

37
TRANSFIGURACIÓN Y TRANSMUTACIÓN

tulo 17 del Evangelio de Mateo y en el capí-


tulo 9 del Evangelio de Marcos. La palabra
que figura en el original griego de los
Evangelios es METAMORFOSIS. En la tradi-
ción griega, esta palabra era utilizada para
describir el proceso por el que los dioses "se
transfiguran" en hombres, para poder estar
en medio de ellos, para hacerse visibles, o
para conseguir sus objetivos. Unas veces
adoptan forma humana para tratar con los
hombres, otras veces aparecen en forma de
animales o incluso bajo la forma de un lago
o un río.
En estas metamorfosis vemos que la iden-
tidad esencial de ese dios o diosa es cubierta
con una forma, con una apariencia determi-
nada que no afecta a su naturaleza esencial.
En la naturaleza corriente vemos muchos
tipos de metamorfosis. Los cambios que
experimenta el agua según la temperatura
pueden ser considerados como metamorfo-
sis. Pero hay ejemplos mucho más impactan-
tes. Uno que fue utilizado profusamente en
la Edad Media por los Cátaros es el de la
oruga que se transforma en mariposa.
Verdaderamente éste es un símil muy ade-
cuado para el tema de la Transfiguración,

38
LA LUZ SE ENCARNA EN EL SER HUMANO

pues que un ser terrestre se transforme en


un ser del aire aporta una imagen muy
directa del hombre celeste. Además es fácil-
mente observable como fenómeno de la
naturaleza. Por lo tanto, como vemos, este
tipo de transformaciones no son extrañas a
la vida corriente, y nadie las tacharía de
milagrosas.
Pero también hay leyendas que hacen alu-
sión a esta transfiguración, como la muy
conocida de la Bella y la Bestia, o la del sapo
que se transforma en príncipe gracias al beso
de una doncella, siendo la bella y la doncella
símbolos del Alma inmortal que con su fuer-
za de amor transfiguran al hombre terrenal.
Pues bien, todas esas figuraciones, mitos y
leyendas hablan de un proceso real, que no
tiene nada de milagroso.
El asunto está en que, en la metamorfosis
espiritual de la que estamos hablando en
este libro, ocurre que precisamente la forma
externa —nuestra apariencia corporal—, no
se ve muy afectada por ese proceso, o al
menos los cambios que se producen son tan
suaves, que sólo una persona que estuviese
varios años sin tomar contacto con nosotros
podría llegar a percibirlos.

39
TRANSFIGURACIÓN Y TRANSMUTACIÓN

¿Por qué entonces hablar de transforma-


ción, cuando en realidad la forma no cam-
bia?
Usted habrá visto numerosos edificios con
antiguas fachadas emblemáticas, que son
vaciados por dentro y completamente trans-
formados en un edificio moderno sin que la
fachada cambie radicalmente.
La forma externa, eso que nosotros deno-
minamos "nuestro cuerpo", es en realidad
una ilusión óptica. Nuestro cerebro no
puede captar la verdadera forma de las
cosas, su estructura real.
En el plano de vida en el que se desarrolla
nuestra existencia, la materia tiene una fre-
cuencia vibratoria muy baja, y eso provoca
que ofrezca una mayor resistencia al paso de
la luz, dando origen a los colores y a las som-
bras que aquí conocemos.
Además, nuestros sentidos sólo captan un
rango muy limitado de frecuencias, lo que
conlleva que a nuestro cerebro acudan
pequeños "retales"; impresiones fragmenta-
rias de la realidad circundante.
A partir de esos fragmentos la humanidad
ha ido edificando a lo largo de los milenios
una imagen del mundo, y esa imagen del

40
LA LUZ SE ENCARNA EN EL SER HUMANO

mundo se transmite de múltiples formas de


padres a hijos, lo que implica una codifica-
ción muy condicionante, establecida mucho
antes de que tengamos uso de razón.
De ahí que los científicos modernos nos
digan que la realidad que percibimos es el
resultado de la proyección de nuestra propia
consciencia sobre el entorno, sobre el univer-
so que nos envuelve.
Y sólo las mentes más brillantes pueden
romper esa red de condicionamientos
mediante el empleo de una energía personal
increíblemente potente, una fuerte tenaci-
dad y, claro está, potentes instrumentos,
logrando establecer nuevos conceptos sobre
el comportamiento de la materia en el uni-
verso y sus relaciones espaciales y tempora-
les.
Todo esto viene a demostrar lo que los ilu-
minados de todas las épocas han afirmado, a
saber, que la realidad que percibimos con
nuestros sentidos es una ilusión.
Si usted toma una semilla de roble en sus
manos, y mostrándosela a alguien le dice :
"Mira qué hermoso roble tengo en mis
manos", enseguida será corregido por el
sagaz interlocutor. Y sin embargo su frase

41
TRANSFIGURACIÓN Y TRANSMUTACIÓN

sería exacta si usted percibiese esa semilla


con los "ojos" de un ser humano que hubiese
recorrido el camino de la Transfiguración,
pues para él o ella, el "paso del tiempo" tiene
un significado muy diferente. Y, al fin y al
cabo, lo que separa a una semilla de un árbol
crecido no es otra cosa que "el paso del tiem-
po".

42
LA LUZ SE ENCARNA EN EL SER HUMANO

El misterio de las radiaciones

Las ideas preliminares han sido necesarias


para centrar nuestro tema, pues en nosotros
están activas muchas más fuerzas y radiacio-
nes de las que somos capaces de percibir. No
nos referimos solamente a las que vemos u
oímos, pues hay otras, como los rayos ultra-
violeta, que no vemos, pero podemos notar,
ya que nos pueden quemar la piel. Estamos
hablando de fuerzas y radiaciones de las que
no tenemos ni noticia, pero que existen y
actúan de manera constante.
Para facilitar nuestra exposición es impres-
cindible simplificar, y por ello vamos a
hablar de dos grupos de energías y radiacio-
nes, según sea su origen.
Un grupo es el formado por fuerzas y ra-
diaciones procedentes de nuestra biosfera,
incluyendo las procedentes del exterior de la
misma, pero que han sido alteradas al atra-
vesar nuestra atmósfera, lo que ha provoca-

43
TRANSFIGURACIÓN Y TRANSMUTACIÓN

do un drástico debilitamiento de su vibra-


ción; ¡afortunadamente!, pues si no estaría-
mos todos muertos.
El otro grupo de radiaciones y fuerzas pro-
cede de una dimensión planetaria diferente,
casi podríamos decir de un universo parale-
lo que comparte el mismo espacio que el
universo que nosotros percibimos.
Este último está configurado en una deter-
minada fórmula espacio-temporal, de la que
nosotros sólo somos capaces de captar las
tres dimensiones espaciales y la temporal.
La ciencia actual considera el tiempo como
la cuarta dimensión. Nosotros preferimos
decir que el tiempo y el espacio no pueden
ser separados en ningún caso, y que por ello
el tiempo está implícito en las tres dimensio-
nes espaciales. De ahí que nosotros digamos,
en determinado contexto, que el "otro" uni-
verso al que hemos aludido es un continuo
espacio-tiempo basado en una fórmula de
cuatro dimensiones espaciales, en el cual el
tiempo se comporta de una manera radical-
mente diferente.
Pues bien, toda la humanidad, tarde o tem-
prano, debe pasar a esa otra dimensión de la
existencia.

44
LA LUZ SE ENCARNA EN EL SER HUMANO

Pero el paso de un universo al otro no con-


lleva el que nos "desplacemos" allí "dejando"
este plano. Pues, como quizás sepa, en estos
momentos, en nuestro mismo planeta, una
gran cantidad de especies animales vive de
hecho en un universo diferente al nuestro,
cuya fórmula espacio-temporal está basada
en dos dimensiones, sin la menor noción del
tiempo.
Y sin embargo nos percibimos mutuamen-
te, aunque es obvio que no nos entendemos.
O al menos nosotros no los entendemos a
ellos…
Es completamente verosímil que en este
mismo espacio, en este mismo planeta, haya
personas que se encuentran ya existencial-
mente en el universo tetradimensional, y
que comparten con nosotros el mismo ámbi-
to de vida.
Por lo tanto de lo que aquí le estamos
hablando es de un proceso de salto evoluti-
vo cualitativo que está en vías de producir-
se, aunque de forma muy lenta, como todas
las cosas en la naturaleza.
Pero en el mundo hay cada vez más perso-
nas en quienes se perciben elementos de
configuración psíquica propios a esa futura

45
TRANSFIGURACIÓN Y TRANSMUTACIÓN

fase, que a veces viven de una manera dra-


mática debido a su incapacidad para adap-
tarse a la norma imperante. Nos referimos a
los niños índigo, quark y demás.
Pues bien, una escuela espiritual sólo
puede nacer y desarrollarse cuando es capaz
de establecer un túnel de luz entre esos dos
universos paralelos, y hacer que ese túnel
sea TRANSITABLE en ambos sentidos.
Pero al mismo tiempo tiene que disponer
de una estructura protegida, para que las
fuerzas y radiaciones que afluyen del otro
universo al nuestro no se derramen sin más
ni más en la biosfera de nuestro planeta, sino
que antes sean por así decirlo "humaniza-
das" por el grupo de colaboradores que la
componen.
¡Esto es la Montaña!
La Montaña Sagrada es el túnel de luz y al
mismo tiempo la escalera que permite a una
persona nacida en las condiciones del plano
de existencia tridimensional escalar por ese
túnel hasta llegar al séptimo escalón, que es
la puerta del otro plano de existencia tetradi-
mensional.
Y esa travesía no es un viaje físico, ni un
viaje astral o mental. Tampoco guarda la

46
LA LUZ SE ENCARNA EN EL SER HUMANO

menor relación con el paso de un fallecido al


reino de los muertos.
Esa travesía es una serie sucesiva y perma-
nente de transfiguraciones y consolidaciones
que permite la metamorfosis de un ser
humano procedente del mundo tridimensio-
nal en un ciudadano del mundo tetradimen-
sional.
Ese mundo es denominado en los ámbitos
religiosos como el "Reino de los Cielos" o "la
casa del Padre donde hay muchas moradas",
y en la tradición budista como el estado de
ser del Nirvana.
Ese proceso de permanente transformación
interna incide en todos los fluidos y órganos
de la personalidad biológica, pero muy
especialmente en los tres fluidos fundamen-
tales: el fluido sanguíneo, el fluido nervioso
y el fluido hormonal.
Y el factor dirigente de todo ese proceso
yace encerrado en el Misterio de la Luz.

Decíamos antes que la luz que percibimos


es en realidad un fenómeno reflejado y muy
polarizado por la resistencia de los estados
de la materia de nuestra biosfera.
Pero hay una Luz procedente de la otra

47
TRANSFIGURACIÓN Y TRANSMUTACIÓN

dimensión de la existencia, que habitual-


mente recibe el nombre de ESPÍRITU, y en el
cristianismo "Espíritu Santo".
Es una Luz pura, sin sombra ni merma, que
es la portadora de una información muy
diferente a la información que transporta la
luz terrestre.
Es por ello la Luz de Sophia, de la Sabiduría,
que cuando encuentra el espejo adecuado
puede reflejar su plan liberador.
Seguramente han oído o leído que en la tra-
dición oriental se habla del Alma Diamante.
De nuevo nos encontramos ante una imagen
que puede parecer meramente poética, pues
en efecto el diamante es un cristal extraordi-
nariamente puro, y al mismo tiempo resis-
tente.
Sin embargo el diamante es también el pro-
ducto de una transfiguración.
El carbono es, como saben, el elemento
esencial de la vida orgánica; sin carbono no
hay vida. El carbono se encuentra en el reino
mineral en forma de grafito. Es un mineral
de todos conocido, negro y muy blando.
La estructura molecular del grafito es hexa-
gonal bidimensional, de ahí su fragilidad.
Pues bien, el diamante es también carbono

48
LA LUZ SE ENCARNA EN EL SER HUMANO

mineral puro, y su diferencia esencial con el


carbón es que sus átomos están agrupados
molecularmente en forma de tetraedro, es
decir, 4 triángulos equiláteros organizados
según las 3 dimensiones del espacio.
Se ve aquí claramente cómo las mismas
substancias, estructuradas según un plan
dimensional diferente, ¡adquieren propieda-
des y cualidades muy diferentes!
Por ello vemos que la Luz Divina precisa
que nuestra estructura atómica personal sea
transfigurada según un plan arquitectónico
diferente, para que en nosotros surja el Alma
Diamante, el puro espejo de la Sophia, de
modo que de la refracción resultante se des-
pliegue una gama cromática completamente
nueva, dando lugar a nuevas formas y nue-
vas funciones.
El espejo es también la consciencia huma-
na transformada por este proceso, resultante
de un estado de Alma inmortal.
Por tanto, cuando esta Luz toca al cami-
nante y puede encarnarse en él, se puede
acometer la fase final de la escalada y triun-
far sobre la muerte.
El punto de concentración de esa Luz es la
zona cerebral de la hipófisis, que como

49
TRANSFIGURACIÓN Y TRANSMUTACIÓN

saben es un lugar de interconexión esencial


entre el sistema hormonal y el sistema ner-
vioso. Desde ese foco se enviarán por todo el
organismo humano las instrucciones necesa-
rias para abrir el sistema celular a nuevas
substancias.
Es así como se construye el nuevo cuerpo
del ser humano inmortal.

Concluimos este capítulo diciendo que las


actividades de la Escuela Espiritual de la
Rosacruz Áurea se desarrollan en el interior
de ese séptuple sistema transformador, de
modo que los alumnos reciben siempre las
fuerzas y radiaciones procedentes del Otro
plano de existencia, cada uno en virtud de
su propia realización personal.
De esta manera nadie recibe más de lo que
precisa, pero tampoco menos.
Esto queda asegurado por un sistema basa-
do en el propio magnetismo personal, y no
está sujeto a decisiones arbitrarias de perso-
nas.
En una palabra: quien por propio esfuerzo
se eleva a un punto determinado de la
Montaña, recibe las fuerzas de ese punto
determinado de la Montaña, las cuales no

50
LA LUZ SE ENCARNA EN EL SER HUMANO

están activas simplemente un metro más


abajo, por decirlo de alguna forma.
Los colaboradores de la Rosacruz Áurea,
seguros de que un día todos los seres huma-
nos habrán consumado su propia metamor-
fosis, se esfuerzan por ver ya hoy en cada
semilla el árbol completo que será mañana.

51
III
SÓLO LA LUZ CONDUCE A LA VIDA
INTRODUCCIÓN AL CAPÍTULO III

Introducción al capítulo III


Sólo la Luz conduce a la Vida

Recordará que en el primer capítulo todo


giró en torno a la Montaña del Espíritu y su
escalada, a la necesaria preparación y acli-
matación a las condiciones del Espíritu y al
papel de la Escuela Espiritual como estación
transformadora y transmutadora de las
Fuerzas Divinas, auténtico seno materno
para la gestación de almas.
En el segundo capítulo nos acercamos tí-
midamente al misterio de las radiaciones,
intentando hacer comprensible que lo que
en la Enseñanza Universal se denomina
Mundo Divino es un Plano Universal regido
por menos leyes que el nuestro, pero mucho
más potentes en sus efectos, por lo que cual-
quier deficiencia en su cumplimiento produ-
ce serias consecuencias.
En esa dimensión superior de la existencia
el espacio y el tiempo son experimentados
de una manera radicalmente diferente a

55
TRANSFIGURACIÓN Y TRANSMUTACIÓN

como los percibimos aquí, y la Vida se vive


con una plenitud inextinguible. Por eso se
afirma que en realidad ese Mundo Divino es
LA VIDA MISMA, y visto desde esa Vida,
nuestra existencia aquí es algo así como un
cementerio… De ahí que místicos como
Jakob Böhme definan nuestro mundo como
la "naturaleza de la muerte".
La Luz de ese plano espiritual es de una
vibración e intensidad muy elevadas, y las
resistencias que encuentra son prácticamen-
te nulas, por eso todo allí es instantáneo, lo
que da origen a la sensación de omni-cons-
ciencia. No es que ese plano sea el final de
nuestro trayecto universal, ni que allí ya se
sepa todo y se pueda todo. Pero la inmedia-
tez con la que cada pregunta encuentra res-
puesta genera la sensación de saberlo todo,
aunque no sea el caso.
Decíamos también que la idea de "entrar
en el Mundo Divino" y, por tanto, "salir de
este mundo actual" no alude a un fenómeno
de desplazamiento en el espacio ni en el
tiempo. Ésas serían imágenes lineales resul-
tantes de la proyección de nuestros actuales
conceptos espacio-temporales.
Quien, por la Transfiguración, irrumpe en

56
INTRODUCCIÓN AL CAPÍTULO III

la Cuarta Dimensión —tal como también


hemos denominado ese nuevo "Cielo-Tierra"
del que habla el Apocalipsis de Juan— sigue
presente entre nosotros, participando en el
mismo espacio, pues el espacio universal es
el mismo para todos los universos paralelos.
Pero, sin poseer los órganos corporales
adecuados —fruto de la Transfiguración—,
y sin disponer de la correspondiente Cons-
ciencia Mercuriana o del “Alma- Espíritu”
—fruto de la encarnación del Logos en el ser
humano preparado por la Transfigura-
ción—, ese nuevo Cielo-Tierra no puede ser
ni percibido ni experimentado como viven-
cia, y por tanto, en realidad ni siquiera
podría ser comprendido.
Y sin embargo está aquí, más cerca de no-
sotros que nuestras propias manos.

En este tercer capítulo vamos a adentrar-


nos en el tema de la Transfiguración a partir
del simbolismo cristiano. Nos parece impor-
tante por dos razones de mucho peso.
En primer lugar, el cristianismo esotérico
—no el teológico, propio de las instituciones
eclesiales—es la base y la raíz de la espiritua-
lidad occidental, y es a nuestro juicio la reve-

57
TRANSFIGURACIÓN Y TRANSMUTACIÓN

lación adecuada a la actual etapa del desa-


rrollo humano.
Las imágenes-pensamiento de esta corrien-
te espiritual están fuertemente integradas en
nuestra mentalidad y en nuestra sangre, y
precisan ser elevadas al plano de la cons-
ciencia lúcida, y extraídas del mundo
inconsciente. Si no se hace este trabajo de
depuración y vivificación, los esquemas reli-
giosos terminan por germinar, por fermen-
tar, y tarde o temprano bloquean el desarro-
llo del Alma-Espíritu.
En segundo lugar, como Escuela Rosacruz,
nos sentimos en el deber de recoger la heren-
cia de la Rosacruz como impulso surgido en
el ámbito del cristianismo, con el fin de
demostrar que detrás de este impulso se
encuentra la más pura de las tradiciones
espirituales del lejano pasado: el cuerpo doc-
trinal hermético, que se incorporó al cristia-
nismo a través de la tradición helénica por
un lado, y de determinados grupos gnósti-
cos del ámbito alejandrino por otro.
Para nosotros no sería ningún problema
utilizar para el propósito de este libro el sim-
bolismo hindú, taoísta, budista o islámico,
por ejemplo. Pero como dijimos anterior-

58
INTRODUCCIÓN AL CAPÍTULO III

mente, el concepto de Transfiguración se


menciona de forma muy explícita en los
Evangelios cristianos y queremos ser fieles a
su origen.
Es muy curioso que Lutero, al traducir y
revisar la Biblia, no fue fiel al término
Transfiguración, y lo cambió por “Esclare-
cimiento“ o “Iluminación“, aún a pesar de
que el término griego Metamorfosis no guar-
da la menor relación con una iluminación.
Con ello vemos cuán necesario es contri-
buir a depurar los textos que configuran
nuestra tradición espiritual de todas las alte-
raciones e interpretaciones, que a lo largo de
los siglos los teólogos de diverso signo y
orientación han ido introduciendo y apor-
tando, y que expresan por sí solas que, a
pesar de toda su potencia intelectual,
muchos de estos teólogos carecían por com-
pleto de intuición espiritual.
Vamos, pues, a adentrarnos en este mensa-
je escondido en los Evangelios.

59
TRANSFIGURACIÓN Y TRANSMUTACIÓN

Materializar el campo de luz y de fuerza


del Espíritu Universal

Para aprender a nadar hay que meterse en


el agua. Cualquier enseñanza teórica que
ignore el hecho de que sin entrar en contac-
to inmediato con la substancia estudiada no
puede haber un verdadero aprendizaje, está
irremediablemente abocada al fracaso. Por
ello, para conquistar la Vida del Espíritu hay
que vivir la Vida del Espíritu. Sólo la Luz
conduce a la Luz; sólo la Vida conduce a la
Vida.
El título de este capítulo: "Sólo la Luz con-
duce a la Vida", tiene una intención muy
precisa. Por un lado significa, en un contex-
to corriente: "a nadar sólo se puede aprender
en el agua". Y por otro, en un sentido espiri-
tual: “medios y fin deben ser una unidad y
estar en sintonía”. Como saben, una de las
corrupciones éticas que más estragos ha
hecho y hace en nuestro mundo moderno es
el famoso lema atribuido entre otros a

60
SÓLO LA LUZ CONDUCE A LA VIDA

Maquiavelo: “El fin justifica los medios”.


No vamos a entrar en un análisis de este
asunto ni a contemplar sus terribles efectos,
porque nos alejaría del tema, pero lo evoca-
mos para decir: no se puede ir hacia la Luz
aplicando los métodos de la oscuridad.
El lenguaje utilizado en los Evangelios
cristianos tiene dos características básicas:
por un lado está pensado para instruir al
conjunto de los creyentes de una forma sen-
cilla y enfatizando sobre todo el mensaje de
bondad y amor, y por otro es un lenguaje
extremadamente velado, mediante expresio-
nes impenetrables para la lógica corriente.
Un ejemplo notable de esto último es el
pasaje en el que Jesucristo condena a una
higuera a secarse porque no daba higos;
pero se dice claramente que no era la época
de los higos. Es obvio que aquí yace encerra-
do un mensaje muy secreto. Otras frases
aparentemente claras, pero que no lo son
dicen:
"Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida."
"Nadie va al Padre si no es por mí."
"Mientras estoy aquí, yo soy la Luz del
Mundo."
Estas expresiones, aplicadas a una perso-

61
TRANSFIGURACIÓN Y TRANSMUTACIÓN

na, son bastante extrañas. Pero si usted hace


el esfuerzo de imaginar a Jesucristo como la
Montaña del Espíritu, es decir, como el con-
junto de fuerzas de luz y radiaciones proce-
dentes del Mundo Divino y actualizadas a
través de una Escuela Espiritual como
Escuela de Misterios o Centro de Iniciación,
entonces estas palabras cambian completa-
mente su significado.
Cuando en un momento y en un lugar se
consigue —por así decirlo— materializar el
campo de luz y de fuerza del Espíritu
Universal, hasta dar forma al túnel de luz y
a la escalera de la Liberación, de la que
hemos hablado en los capítulos precedentes,
esta situación especial no dura indefinida-
mente. Y por ello, a los candidatos allí reuni-
dos se les indica muy claramente que deben
aprovechar el tiempo en que la Luz brilla tan
cerca de ellos. Esa Luz es el Camino, pues el
proceso de ascensión de la Montaña se reali-
za siguiendo los rayos de luz que emanan de
la cima. En esos rayos de luz circula la
Sabiduría Divina, que es la única Verdad, y
esa Luz es la Vida misma, pues vivifica y
vitaliza todos los fluidos de nuestra alma y
luego los transfigura plenamente.

62
SÓLO LA LUZ CONDUCE A LA VIDA

Sólo así se puede llegar al Padre, que como


sabemos por el Evangelio de Juan es el
Logos, la Palabra, el Verbo, es decir, la
Fuerza Creadora del Universo.
Citamos a continuación los pasajes del
Evangelio de Mateo, extraídos del capítulo
17, que guardan relación con lo que quere-
mos transmitir:
«Seis días después Jesús se llevó a Pedro,
Santiago y Juan, su hermano, y a solas los
subió a un monte alto (el Tabor). Y se trans-
figuró ante ellos, y su rostro resplandecía
como el sol y sus vestidos se volvieron blan-
cos como la nieve.
Y de pronto se aparecieron Moisés y Elías,
conversando con él. Pedro tomó la palabra y
dijo a Jesús: "Señor, más vale quedarnos
aquí; si quieres, pondré aquí tres tiendas;
una para ti, otra para Moisés y otra para
Elías”.
Todavía estaba él hablando cuando de
pronto una nube luminosa los cubrió. Y una
voz se oyó desde la nube, que decía: "Éste es
mi Hijo bienamado, en él me agrado.
Escuchadle".
Al oír la voz los discípulos cayeron sobre
su rostro y se asustaron mucho. Pero Jesús

63
TRANSFIGURACIÓN Y TRANSMUTACIÓN

se acercó, les tocó y dijo: "Levantaos y no


temáis". Alzando sus ojos no vieron a nadie
más que a Jesús solo.
Y mientras descendían del monte Jesús les
ordenó: "No digáis a nadie la visión hasta
que el Hijo del Hombre resucite de entre los
muertos".
Y los discípulos preguntaron: "Entonces,
¿por qué dicen los escribas que tiene que
venir primero Elías?"
Él respondió así: "Elías vendrá, y restaura-
rá todo, pero os digo que Elías ya vino, y no
le reconocieron, sino que hicieron con él lo
que quisieron. Así también el Hijo del
Hombre va a sufrir de parte de ellos".
Entonces los discípulos comprendieron que
les había hablado de Juan el Bautista.»
Este pasaje es de una extraordinaria impor-
tancia. No sólo porque habla claramente de
la enseñanza de la reencarnación, la cual era
muy común entre los primeros cristianos,
fuertemente influidos por las doctrinas de
Pitágoras, sino porque describe la
Transfiguración de una manera completa-
mente esotérica, aunque parece una narra-
ción sencilla.
Vamos por ello a descifrarla poco a poco.

64
SÓLO LA LUZ CONDUCE A LA VIDA

En primer lugar vamos a ver quiénes suben


a la Montaña. Jesucristo va acompañado de
Pedro, Santiago y Juan. Estos tres apóstoles
significan algo muy particular.
A Pedro le conocemos como un hombre de
corte autoritario, con una enorme energía.
Firme como una roca, aunque a veces esa
roca se tambalea. Pues bien, en este contexto
Pedro simboliza la fuerza de la voluntad de
quien acomete la escalada de la Montaña.
La voluntad es la fuerza esencial que sostie-
ne todas nuestras decisiones e intenciones, y
por ello mismo no suele ser muy proclive a
dejarse modificar mediante el raciocinio o
las emociones. Es la firmeza del sí o del no a
secas. Pues el candidato sabe que una vez
comenzado el proceso de la escalada, cual-
quier vacilación conduce al fracaso.

Juan es, sin embargo, el discípulo más cer-


cano al corazón de Jesús. Es, por excelencia,
el místico en la Gnosis. Y por ello simboliza
aquí la potencia del corazón. Pues si Jesús
representa el nuevo estado de Alma nacido
en el corazón como consecuencia de la
encarnación de la Palabra, es precisamente
el santuario del corazón lo que envuelve y

65
TRANSFIGURACIÓN Y TRANSMUTACIÓN

abraza a esa nueva fuerza de luz. De ahí su


cercanía a Jesús.
Juan representa por ello toda la vida de
nuestros sentimientos y anhelos.
El salmista describe maravillosamente el
estado del corazón del caminante, cuando
dice en el Salmo 42: "Como el ciervo brama
por las corrientes de las aguas, así clama por
ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de
Dios, del Dios vivo…"
Y en el 121: "Alzo mis ojos a los montes,
de donde vendrá mi ayuda."
Y luego vemos a Santiago. Este apóstol
representa la cabeza, la capacidad racional.
Es el aspecto reflexivo, más bien silencioso y
discreto, que participa en todo este proceso
pero de momento no dice nada.
Esos tres discípulos en su unidad forman
los tres centros del ego humano. Pero no de
un ego cualquiera, sino de una personalidad
que se ha decidido a seguir a su Alma perso-
nal (a su Jesús) hacia donde ella le conduzca
por los caminos de la liberación.
El Alma, la Luz interior, guía al candidato
triplemente activo en la escalada de la
Montaña.
Y así llegan por primera vez a la cima.

66
SÓLO LA LUZ CONDUCE A LA VIDA

Y entonces:"Jesús se transfiguró ante ellos,


y su rostro resplandecía como el sol y sus
vestidos se volvieron blancos como la
nieve."
En lo alto del Tabor la Luz se manifiesta en
todo su esplendor, sin velos ni trabas.
¡Y los tres discípulos lo ven! Ven la reali-
dad del Alma (el rostro iluminado) y ven el
vestido de luz del Alma (y sus vestidos se
volvieron blancos como la nieve). Y ante sus
atónitos ojos ven aparecer a Elías y Moisés.
Estas dos figuras representan aquí a la
Fraternidad Universal de los Renacidos,
quienes siguen activos en nuestro plano de
vida a favor de todos los que aún no han
encontrado la Luz de las Luces.
El Alma inmortal conversa con ellos, pero
los discípulos no oyen, no entienden lo que
hablan.
Tampoco entienden cabalmente lo que está
ocurriendo y por ello proponen establecer
allí mismo un campamento.
Y para aumentar su conturbación ocurre
que «de pronto una nube luminosa los
cubrió. Y una voz se oyó desde la nube, que
decía: "Éste es mi Hijo bienamado, en él me
agrado. Escuchadle."»

67
TRANSFIGURACIÓN Y TRANSMUTACIÓN

La Voz del Espíritu, la manifestación de la


Mónada en el Alma, haciendo de ésta un
Alma-Espíritu, se hace presente. El Alma
(Jesús) se une con su Padre (el Espíritu), y
aparece el Alma-Espíritu, es decir, Jesús se
vuelve Jesucristo.
Los discípulos piensan que ya han llegado
a la meta, pero Jesús les dice que le sigan de
nuevo al valle, y ellos, claro, le siguen, por-
que aún no ha concluido el proceso, ni
mucho menos. Pues lo que ha ocurrido en la
cima del Tabor es la Transfiguración del
Alma, pero ahora hay que acometer la
Transfiguración del cuerpo.
Es decir, que los tres discípulos deben tam-
bién ellos transfigurar. No se trata de que
sólo el Alma se transfigure, sino que tam-
bién lo haga el hombre personal con su triple
ego. Y esto lo hará guiado por la Luz misma,
que ahora está encarnada, incorporada, en el
sistema de la personalidad.
A partir de este momento Jesucristo asume
todo el trabajo de liberación y Juan Bautista,
el precursor, se retira. (Se dice que fue deca-
pitado, porque en realidad el Alma-Espíritu
ocupa ahora la cabeza del sistema humano).
El candidato, testigo de la encarnación de

68
SÓLO LA LUZ CONDUCE A LA VIDA

la Luz, asume ahora su trabajo en el valle.


Todo el proceso de Transfiguración de la
personalidad es en realidad un proceso
alquímico de transmutación: los metales
densos son transmutados en metales nobles,
el plomo es transformado en oro. Y al mismo
tiempo el candidato aprende a preparar el
elixir de la vida, la fuerza vital curativa de
las almas.
Sólo quien sirve al prójimo en olvido de sí
mismo consigue neutralizar la fuerza de gra-
vedad de la materia densa y neutralizar toda
inclinación egocéntrica, pues la gran tenta-
ción siempre será la misma: querer la Luz
para sí mismo, querer retenerla (“Señor, más
vale quedarnos aquí; si quieres, pondré aquí
tres tiendas; una para ti, otra para Moisés y
otra para Elías”).
Pero esa no es la intención de la Luz.
La vida divina quiere propagarse, quiere
compartir, quiere entregarse. Pues la vida
divina es el Amor, y el Amor es la llave de la
libertad. Es el Amor que da sin esperar nada
a cambio, y en ese dar está escondida la rea-
lidad de la Transfiguración. Pues, ¿qué otra
cosa es la Transfiguración sino dar lo viejo
para que nazca lo nuevo?

69
TRANSFIGURACIÓN Y TRANSMUTACIÓN

Tanto nuestra naturaleza, como la natura-


leza divina, no aceptan el vacío, y por ello
siempre tienden a colmar los espacios. Por
ello, cuando al escalar la Montaña, el escala-
dor consigue vaciarse de todas las codicias y
deseos de la vida en la materia, la naturaleza
de la Luz llena ese vacío con Luz.
La Luz conduce a la Luz.
La Vida da Vida.
El Camino es la Meta.
Y así cada paso, cada fase de nuestra exis-
tencia, es una vivencia completa de la
Transfiguración, que nos conduce poco a
poco, sin forzamientos ni coacciones, por un
recorrido en espiral séptuple, hasta que un
día todo ello alcanza su plenitud en otro
Monte: el Gólgota.
Del triple proceso alquímico que se realiza
en ese Monte del Cráneo, en esa cima de la
cabeza, surge ya el Cuerpo de Luz sin man-
cha, el cuerpo inmortal.
Ese cuerpo puede manifestarse en todas las
dimensiones del espacio y del tiempo, y rea-
lizar así todas las obras de la Luz en todo y
en todos.
Ésta es la meta. Y éste el camino.
La Luz conduce a la Vida.

70
CONCLUSIONES

Conclusiones

El tema que hemos abordado en este libro


es de una gran importancia para la Escuela
Espiritual de la Rosacruz Áurea, y es la pri-
mera vez que lo hemos expuesto de una
forma tan clara al público general.
Al hacerlo somos conscientes de que les
entregamos un pequeño tesoro, fruto del tra-
bajo de ideación de nuestra Escuela durante
muchas décadas.
En ningún momento hemos pretendido ser
exhaustivos; más bien hemos mostrado un
cuadro impresionista. Sólo desde la perspec-
tiva del Alma adquiere contornos, formas,
imágenes claras.
Si se acerca mucho con su mirada intelec-
tual, verá que esas imágenes e ideas se pier-
den, se diluyen, y en su lugar sólo encontra-
rá puntos inconexos.
Para tomar el agua con las manos, hay que
formar un cacito con las palmas; el agua no

71

You might also like