Professional Documents
Culture Documents
1
L. Lavelle, la presence totale. Aubier, París, 1934, pag. 25
1
sola ciencia como único parámetro de respuesta válida para las interrogantes del
hombre, pues sus respuestas no logran ser del todo convincentes.
Ya decía Platón: «es hermoso y divino el ímpetu ardiente que te lanza a las
razones de las cosas; pero ejercítate y adiéstrate en estos ejercicios que en
apariencia no sirven para nada, y que el vulgo llama palabrería sutil, mientras
eres aun joven; de lo contrario la verdad se te escapará de las manos» 2. Pues
estos ejercicios muchas veces en apariencia inútiles al ser visto únicamente
como mera palabrería etérea, son los que nos conducirán a dar con mayor
satisfacción a nuestros apetitos cognoscibles despertados en nosotros por la
conciencia de existir: ¿Qué soy y cómo vivir? La razón ilumina la realidad y la
filosofía nos ayuda a entender lo iluminado, pues como dice H. Mandrioni el
filósofo es la sede natural del diálogo entre la inteligencia y el ser, diálogo al
que llamo metafísica.3 Aun dentro de la Filosofía, responder será difícil, hay un
problema en la comprensión del hombre, la contraposición experimentada
durante su vida entre sus tendencias, el tormento del espíritu: «el hombre que
es grandeza de pensamiento a la vez que miseria de pecado, está siempre en
tratos con el error, siempre en el ansia de una búsqueda que pretende abarcar lo
visible e inevitable: cae hasta el nivel de la carne que anhela delicias y placeres,
o se lanza hacia las cimas serenes y luminosas de la pura espiritualidad;
contradicción viviente de sabiduría y estulticia, de verdad y error, incansable e
inquieto viajero que bebe de mil fuentes y tiene cada vez más sed»4.
De esta forma, para el hombre vivir representa una angustia si no sabe antes,
con claridad, lo que es. Es la angustia de una voluntad que siempre quiere,
muchas veces esto y su contrario, lo que conduce a cuestiones o anhelos
2
Platón, Parménides, 135 d.
3
Cfr. H. Mandrioni, Introducción a la filosofía, Kapelusza, Buenos Aires, 1964, pag 15
4
Sciacca, La filosofía y el concepto de la filosofía, pag 14
2
profundos. Es la angustia la que nos lleva a preguntarnos: ¿lo que quiero y hago
define lo que soy? O ¿lo que soy guía lo que quiero y hago?
La respuesta es que somos, y por el hecho de ser somos independientes de
lo demás. Es decir, somos capaces de subsistir en sí, obrar desde sí, ser
responsables de sí y poseer dignidad en sí. «La posición privilegiada del ser
humano racional, se le expresa cuando se afirma que es una persona humana.
Este término sintetiza en su unidad todas las propiedades y características
debido a las cuales el hombre se distingue de los otros seres, y ocupa su puesto
específico en la jerarquía de los mismo»5.
Somos personas humanas ¿cómo habremos de vivir? Como personas
humanas habremos de vivir. Pues el «viviente no es el producto final de una
convergencia momentánea y fortuita de fuerzas. Por el contrario, debido a la
configuración de sus partes heterogéneas, al poder intrínseco de autolimitarse,
de autotransformarce, de autorregenerarse a partir de su propia intimidad,
demuestra que aloja en su misma esencia un vínculo unificante y finalizante,
cuyo poder unificador, totalizador y teleológico, sólo puede ser la expresión de
un idea directriz inminente al propio ser. Por eso el valor de la vida se confunde
en los vivientes con el valor de “ser”. Vivir, para los vivientes es ser. O sea, el
ser de ese existente denominado viviente, es vivir. Lo que ubica al ser viviente
en un determinado nivel ontológico, no es algo anterior, posterior o ajeno a la
vida; es la vida misma»6. Lo que en el hombre culmina, pues al ser persona,
vive no una vida como la del resto de los vivientes sino una vida racional
espiritual, es decir, tiene vida humana, es un viviente humano.
Así, respondiendo: soy un hombre, al cual la vida lo lleva a la conciencia de
que existe, pero no como existen todos los demás seres, sino que existe como
5
H. Mandrioni, Introducción a la filosofía, Kapelusza, Buenos Aires, pag 147
6
Ídem 102
3
persona humana, un ser subsistente, incomunicable, dotado de naturaleza
racional, poseyendo un lujar específico en la jerarquización de los seres, esto se
denota en que incluso entre los vivientes se distingue por su vida racional
espiritual, humana. Y a mí hombre, a mí persona humana, no me define lo que
quiero o hago, pues antes de querer o hacer yo ya soy y eso me constituye como
único, el ser. Pero ahora viene la parte final: ¿qué tengo que hacer con lo que
soy, es decir, cómo debo vivir? Es decir, lograr que lo que soy guíe lo que quiero
y hago.
4
capaz de obrar conforme fines personales. Existe en él un centro íntimo, una
totalidad, una incomunicabilidad y señorío sobre sí mismo y la presión
constante del medio, que sólo es explicable por la presencia de un poder
espiritual»7
Bibliografía
Grenet, Ontología, Herder, Barcelona, 1965
Platón, Parménides
7
Ídem, 151