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Matías Horacio López

Reseña de “Los estancieros contra el estado: la liga agraria y la formación


del ruralismo político en la argentina” de Roy Hora.

En su libro “Los estancieros contra el estado”, Roy Hora busca comprender el


pensamiento político de los estancieros. Busca lograrlo a través del estudio de los
argumentos y la trayectoria de la Liga Agraria, y a través de la relación de la Liga
Agraria con distintos grupos de la vida política de Argentina, desde que se fundó la Liga
a inicios de 1890 hasta su disolución en la década de 1920.

El núcleo argumentativo del libro está puesto sobre el capítulo 2, donde explica
el programa de la liga agraria, su denuncia a la clase política como clase parasitaria, el
llamado que hace a los estancieros a que participen en la contienda electoral y vuelvan a
ocupar la mayoría de la legislatura. Explica la indiferencia con que fue recibido este
llamado (aunque el apoyo que le dieron los estancieros a la liga aumentaba en
momentos de crisis y de intentos de presión fiscal por parte del gobierno). Muestra
cómo, contraintuitivamente, los miembros de la liga agraria buscaban ampliar la base
del sufragio, planteando el voto secreto y obligatorio de manera adelantada en relación a
la Ley Sáenz Peña, lo cual los ubicaba como liberales clásicos, aunque con cierta
referencia al pensamiento evolucionista de Spencer.

El proyecto que tenía la Liga era por un lado ampliar la base del voto, y por otro
lado restringir quienes podían ser elegidos como representantes, y su objetivo en ese
sentido era limitar el poder de los gobernantes políticos, puesto que tenían confianza en
que si todos votaban, los iban a elegir a ellos ya que “estaban más enraizados en la
economía y la sociedad”

Una vez que Roy Hora establece éste como el programa de la Liga, hace un
recorrido por las vicisitudes políticas, donde fallaron repetidas veces en formar un
partido político independiente, y cómo se fueron relacionando con los distintos actores
del momento.

En general, la estructura argumentativa del libro es pobre. Muy pobre. En primer


lugar, su título contradice a su conclusión. Promete “Los estancieros contra el estado”, y
entrega “(…) ello se advierte no sólo en la pobreza de las bibliotecas particulares de los
hombres de fortuna, sino también en el escaso aprecio por las fatigas de la tarea
intelectual que caracteriza a los integrantes de un grupo que históricamente ha sido

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más propenso a la acción que a la reflexión, al ocio recreativo que al creativo”


(p.185, negritas nuestras). A lo largo de su libro explica cómo el grueso de los
estancieros miraba con indiferencia a la Liga Agraria y sus reclamos, y en rigor de
verdad un título más honesto hubiera sido “La pelea de la Liga Agraria contra los
gobernantes mientras los estancieros miraban con indiferencia y contaban sus vacas”.
Hubiera vendido menos, pero no nos hubiera hecho llevar tal decepción. Porque eso es
lo que explica Hora que hacían los estancieros durante los pleitos políticos: se quejaban
del ganado robado, o de los impuestos en el mejor de los casos.

En segundo lugar, el libro concluye con una confesión de fracaso: plantea “Por
estos motivos, la historia y las ideas de la Liga Agraria constituyen una inaceptable vía
de entrada para analizar el modo en que los estancieros de la pampa intentaron
comprender y dar respuesta a los grandes desafíos de su tiempo” (ídem). En su
introducción, pone de relieve la importancia de la Liga Agraria, y en su conclusión
plantea que “La Liga Agraria desapareció, víctima de su propia irrelevancia política”
(p.198).

En tercer lugar, hay muchas afirmaciones que no están fundamentadas, por


ejemplo “Para algunos de ellos, empero, los atractivos del radicalismo eran
considerables (…). La UCR se presentaba como un vehículo idóneo para dar vida a una
política más representativa no solo porque surgía desde el llano sino también porque se
manifestaba dispuesta a albergar en su seno a todas las fuerzas positivas de la
comunidad” (p.151) ¿Algunos? ¿Quiénes? ¿Quién consideraba que la UCR se
presentaba como un vehículo idóneo? ¿El autor? ¿Los actores de la época? ¿La prensa?
Ninguna cita nos ofrece respuesta. De afirmaciones como ésta está lleno el libro y que el
citado esté al final del mismo dificulta la tarea de rastrear el recorrido que hizo el autor
para llegar a sus conclusiones.

En cuarto lugar, promete un “análisis detallado de los argumentos y la


trayectoria de la liga agraria (…)” (p.15, introducción) y en el capítulo 3 afirma “Así, la
Liga Agraria se pronunció sobre temas tales como el costo de las tarifas del transporte
ferroviario, el cierre de los mercados externos para la ganadería argentina, los proyectos
de desagüe de la cuenca del Salado, la política de sanidad animal, el avance del
proteccionismo, el aumento de la carga impositiva, el abigeato, etc.” (p.83) Esto es casi
el equivalente a no decir nada, porque no explica “detalladamente” qué posturas

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tomaron sobre cada tema, y deja a la imaginación del lector decidir en qué sentido se
pronunció para cada uno de los ítems. El equivalente, en exageración, sería decir que
“Perón se pronunció sobre el fascismo” ¿A favor o en contra? De nuevo, no hay cita que
nos permita rastrear al menos la validez de estas afirmaciones.

Hay interrogantes que nacen del libro, y quedan sin respuestas. Ante la constante
indiferencia de los hacendados ante los llamados de la Liga, surge la pregunta ¿Por
quienes estaba compuesta la Liga Agraria? ¿Eran los estancieros más ricos, los menos,
representaban un promedio? ¿Eran descendientes de inmigrantes, recientemente
enriquecidos, como su líder Carlos Guerrero (p.80)? Un estudio cuantitativo de los
miembros de la Liga Agraria en relación al grueso de los estancieros hubiera agregado
muchas más capas de densidad al libro, y mostrado una relación que va más allá de lo
que escriba la prensa. El estudio cuantitativo en relación a los miembros de la política,
el estado y los distintos grupos es verdaderamente apasionante y uno se queda con la
intriga de qué afirmaciones de Roy Hora se mantendrían luego de tal estadística, y
cuáles no.

En conclusión, así como los estancieros se permitieron mirar con indiferencia a


la Liga Agraria, nosotros nos podemos permitir mirar con indiferencia a “Los
estancieros contra el estado”, con la clara desventaja de que contamos con menos dinero
para el “ocio recreativo” que antes de comprar el libro.

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