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SEDE TALCA
Facultad de Educación
y Ciencias Sociales
Nivel: 600
En la sociedad actual, el tiempo parece haberse detenido, y con ello, la Historia parece
estancada. Los cambios parecen pasar desapercibidos. Se ha perdido el interés por conocer
el pasado, analizar el presente y planificar el futuro. Se experimenta solamente la vivencia
inmediata.
Desde luego, este fenómeno alcanza también a la escuela. El estudio del tiempo, la Historia,
ha perdido terreno. Los orígenes de esta realidad pueden tener un montón de respuestas que
quizás no corresponde analizar profundamente en esta ocasión. Sin embargo, la
consecuencia es una sola: esta realidad constituye una enorme falencia en la educación de
las personas.
Durante décadas, la enseñanza de la Historia, así como de las demás ramas del saber, se
limitó a la transferencia de conocimientos por parte de docentes, concebidos como únicos
emisores válidos, a estudiantes. En la actualidad, en la sociedad de la información, esto ha
sido ampliamente superado gracias a las nuevas tecnologías y la variedad de medios de
información. En otras palabras, el conocimiento se encuentra al alcance de todas y todos.
Para avanzar por ese camino, es indispensable que primero las y los docentes debatan en
torno a la Didáctica. Y es que, anteriormente, esto se ha hecho pero no ha resuelto el asunto
de fondo. Se pueden identificar claramente tres momentos (o posiciones) en esta discusión.
El primero de ellos dio mayor preponderancia a los saberes (Didáctica Disciplinar). Luego,
se optó por una respuesta netamente pedagógica (Didáctica General) que desplazó, en parte,
a los contenidos disciplinarios. En tercer lugar, se combinaron las posiciones precedentes,
aunque de forma insatisfactoria.
Para este propósito, la pedagogía se sirve de otras ciencias que la fundamentan. Una de las
más importantes es la psicología, y su aporte ha sido más que significativo. Esto, en función
de que el ser humano, a medida que transcurre el tiempo, pasa por diferentes etapas en la
vida, y cada una tiene sus particularidades.
En el caso de la Historia, la estructura temporal del currículum debe ser tema de debate
científico, hay que poner el tiempo en disposición del aprendizaje. Esta cuestión no debe
responder al desarrollo del tiempo cronológico, sino al desarrollo cognoscitivo del
individuo.
La teoría antes mencionada consta de tres tiempos históricos que merece la pena señalar,
puesto que constituye un insumo interesante en educación. La enseñanza del primer tiempo,
el tiempo corto, es asimilable a la etapa de operaciones concretas de Piaget. Lo más
relevante en este aspecto es que se acercan los procesos históricos a la realidad de las y los
estudiantes, en cuanto se establece un nexo con su imaginario y emociones.
En los cursos siguientes se estudiaría el denominado tiempo medio, que es aquel relativo al
análisis de coyunturas, procesos y cambios que permiten el desarrollo de una historia
explicativa. El estudio de este tiempo, es coincidente con el inicio de la etapa de
operaciones formales de Piaget. Aquí se incluiría el estudio de textos históricos, gráficos,
esquemas y todos aquellos recursos que no son únicamente descriptivos.
Finalmente, en los últimos cursos de educación formal se estudiará el tiempo largo, es
decir, una Historia de carácter interpretativo, enfocada al estudio de las estructuras sociales,
de los cambios y estabilidades, y de las mentalidades.
Así, el estudio de la Historia buscaría ser coincidente con el grado de desarrollo de las
capacidades del niño, estudiando sucesiva y cíclicamente los contenidos de la disciplina,
pero enfocándose en cada caso, en elementos diferentes.