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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE CHILE

SEDE TALCA

Facultad de Educación

Pedagogía en Historia, Geografía

y Ciencias Sociales

TALLER DE REFLEXIÓN PEDAGÓGICA. “PONER EL


TIEMPO PASADO EN DISPOSICIÓN DEL
APRENDIZAJE”
Isidoro González Gallego

Estudiantes: Carlos Castro Álvarez

María Paz Sepúlveda Rojas

Cátedra: Inserción al Aula III

Profesor: Mg. Guillermo Ortiz Morán

Nivel: 600

Talca, 11 de Octubre de 2018


Taller: Reflexión Pedagógica “Poner el tiempo pasado en disposición del aprendizaje”

En la sociedad actual, el tiempo parece haberse detenido, y con ello, la Historia parece
estancada. Los cambios parecen pasar desapercibidos. Se ha perdido el interés por conocer
el pasado, analizar el presente y planificar el futuro. Se experimenta solamente la vivencia
inmediata.

Desde luego, este fenómeno alcanza también a la escuela. El estudio del tiempo, la Historia,
ha perdido terreno. Los orígenes de esta realidad pueden tener un montón de respuestas que
quizás no corresponde analizar profundamente en esta ocasión. Sin embargo, la
consecuencia es una sola: esta realidad constituye una enorme falencia en la educación de
las personas.

Durante décadas, la enseñanza de la Historia, así como de las demás ramas del saber, se
limitó a la transferencia de conocimientos por parte de docentes, concebidos como únicos
emisores válidos, a estudiantes. En la actualidad, en la sociedad de la información, esto ha
sido ampliamente superado gracias a las nuevas tecnologías y la variedad de medios de
información. En otras palabras, el conocimiento se encuentra al alcance de todas y todos.

En este contexto, se plantea un desafío para la pedagogía, que es crucial para su


desenvolvimiento como ciencia de la educación, y es el de validar el proceso de enseñanza-
aprendizaje como resultado de la interacción humana. Así, particularmente, la finalidad de
este proceso aplicado a la Historia, Geografía y Ciencias Sociales ha de ser generar en los
estudiantes un interés genuino por el estudio de la disciplina, por sobre la mera adquisición
de contenidos de manera acrítica.

Los estudiantes, al conocer la Historia y al interesarse por su desarrollo, aprenden


habilidades de pensamiento crítico que le permiten concebir su entorno de manera más
completa y diversa.

Para avanzar por ese camino, es indispensable que primero las y los docentes debatan en
torno a la Didáctica. Y es que, anteriormente, esto se ha hecho pero no ha resuelto el asunto
de fondo. Se pueden identificar claramente tres momentos (o posiciones) en esta discusión.
El primero de ellos dio mayor preponderancia a los saberes (Didáctica Disciplinar). Luego,
se optó por una respuesta netamente pedagógica (Didáctica General) que desplazó, en parte,
a los contenidos disciplinarios. En tercer lugar, se combinaron las posiciones precedentes,
aunque de forma insatisfactoria.

Actualmente, se ha aceptado la necesidad de establecer una Didáctica de la Historia como


una ciencia auxiliar de la Historia. Es decir, se ha superado el debate previo, y se ha puesto
la disciplina al servicio del aprendizaje.

Es desde esta perspectiva donde cobra mayor importancia el rol de la pedagogía en la


educación, y en particular en la educación de la Historia. La pedagogía, al ser la ciencia
dedicada al estudio de la educación, posee una gran importancia, que radica en establecer
de manera eficaz qué enseñar, cómo enseñar y cuándo hacerlo.

Para este propósito, la pedagogía se sirve de otras ciencias que la fundamentan. Una de las
más importantes es la psicología, y su aporte ha sido más que significativo. Esto, en función
de que el ser humano, a medida que transcurre el tiempo, pasa por diferentes etapas en la
vida, y cada una tiene sus particularidades.

Puntualmente, desde la Psicología Evolutiva se han formulado diversas teorías relativas a la


generalización de conductas, sociabilidad y aprendizaje según la etapa que se encuentre
cada sujeto.

Las teorías aludidas previamente han repercutido fuertemente en el currículum educacional,


y además se ha llegado al consenso de que cada disciplina debe ser enseñada de distinta
manera en función de la Psicología Evolutiva. Por consiguiente, lo que favorece el
aprendizaje en la asignatura de Matemáticas no necesariamente genera los mismos efectos
en Historia, y viceversa.

En el caso de la Historia, la estructura temporal del currículum debe ser tema de debate
científico, hay que poner el tiempo en disposición del aprendizaje. Esta cuestión no debe
responder al desarrollo del tiempo cronológico, sino al desarrollo cognoscitivo del
individuo.

Contrario a la idea anquilosada de la Historia, durante siglos entendida y enseñada de


manera lineal, sin prestar atención a las cualidades cognitivas de las personas, se ha
planteado en la actualidad organizar el currículum con una estructura cíclica. Para esto, se
ha aplicado a la educación la teoría de los tres tiempos de Braudel.

La teoría antes mencionada consta de tres tiempos históricos que merece la pena señalar,
puesto que constituye un insumo interesante en educación. La enseñanza del primer tiempo,
el tiempo corto, es asimilable a la etapa de operaciones concretas de Piaget. Lo más
relevante en este aspecto es que se acercan los procesos históricos a la realidad de las y los
estudiantes, en cuanto se establece un nexo con su imaginario y emociones.

El tiempo corto representaría la enseñanza de anécdotas, mitos y leyendas llamativas para


los estudiantes. Se sugiere que éstas sean complementadas con material visual, de manera
que los contenidos motiven la imaginación y emotividad.

En los cursos siguientes se estudiaría el denominado tiempo medio, que es aquel relativo al
análisis de coyunturas, procesos y cambios que permiten el desarrollo de una historia
explicativa. El estudio de este tiempo, es coincidente con el inicio de la etapa de
operaciones formales de Piaget. Aquí se incluiría el estudio de textos históricos, gráficos,
esquemas y todos aquellos recursos que no son únicamente descriptivos.
Finalmente, en los últimos cursos de educación formal se estudiará el tiempo largo, es
decir, una Historia de carácter interpretativo, enfocada al estudio de las estructuras sociales,
de los cambios y estabilidades, y de las mentalidades.

Así, el estudio de la Historia buscaría ser coincidente con el grado de desarrollo de las
capacidades del niño, estudiando sucesiva y cíclicamente los contenidos de la disciplina,
pero enfocándose en cada caso, en elementos diferentes.

Esta propuesta curricular de la Historia, no debe olvidar el fin último de la enseñanza-


aprendizaje de esta disciplina que, como ya se indicó en los primeros párrafos de esta
reflexión, debe promover en los estudiantes un interés genuino por el estudio crítico de la
disciplina.

En consecuencia, la didáctica orientada al desarrollo del pensamiento crítico no debe


traducirse en una enseñanza crítica, sino en un aprendizaje crítico, donde el docente debe
facilitar las herramientas para que el estudiante desarrolle esta habilidad.

Finalmente, es necesario insistir que la enseñanza de la Historia no se puede limitar al


traspaso de conocimientos técnicos, como es el caso de los saberes ciertos, abstracciones
teóricas, memorizaciones de urgencia y conocimientos desvinculados de los problemas. Por
el contrario, debe estar orientada a una educación por competencias, que busque dar sentido
a la enseñanza-aprendizaje de la disciplina, promoviendo el interés por el saber crítico.

A modo de conclusión, parece bastante lógica la propuesta curricular derivada de los


postulados de Braudel para estructurar el currículum, pero a eso es necesario añadir que la
Historia debe ser enseñada como una disciplina que genere, en términos de Piaget, el
conflicto cognitivo. La problematización de los contenidos ha de ser la vía para generar
aprendizaje, concebido como fenómeno social. Entonces, la enseñanza de la Historia
también deberá promover la sociabilidad de los estudiantes a partir del vínculo de su
realidad con los procesos históricos.

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