Paraná, domingo 14 de octubre de 2018
el novelón del `casanova´ Urquiza.
Su primera novela, Pasión y traición. Los amores secretos de Remedios Escalada de San Martín, fue un éxito de ventas y
la catapultó, en 2013, a la consideración masiva en el rubro de la novela histórica.
lo que sucedió en el país, sostiene
Canale para quien, uno de los ries-
gos que corren los líderes, “es que
todo el tiempo se viva con la para-
noia de pensar que alguno, por de-
trás te clave el puñal. Y allí apare-
ce la voracidad, que por otra parte,
encubre una gran inseguridad y el
ansia por la inmortalidad, algo del
orden de la omnipotencia”. Carac-
terísticas, agrega, presentes en ca-
si todos los grandes nombres de la
historia de La Argentina.
Con esa perspectiva, “la imagen
del caudillo de provincia resulta fas-
cinante, deslumbra, aparece como
un encantador”, confía. Y al referirse
al protagonista de su más reciente
novela, editada por Planeta, agre-
ga: “Urquiza era un hombre voraz
al cual le gustaban mucho las mu-
jeres. Tenía fama de gran bailarín
al que le gustaba cortejar y seducir.
Era coqueto, cuidaba su imagen y
en su madurez mandaba traer tin-
turas de Europa para teñirse. Era
un arremetedor, que se sabía al-
guien con poder, al que le gustaba
jugar ese juego ligado, en un pun-
XXEL HERMETISMO
DE SAN MARTIN
- De los personajes que abor-
daste en tu obra ¿Cuál te resultó
más complejo para abordar?
- Pienso que José de San Mar-
tín, porque fue una persona con-
tradictoria en algunos aspectos.
Es el gran Padre de la Patria, por
supuesto, y con una idea muy clara
respecto a lo que quería. Pero tenía
una personalidad hermética lo cual,
complejiza la aproximación a él.
Por el contrario, Belgrano era una
personalidad para venerar y adorar,
era un hombre muy preparado y
también con encanto.
Creo que el tiempo ha hecho
que uno pueda mirar con otros ojos
a todas estas personalidades que
to a cierta megalomanía del hom-
bre. En este punto – sostiene- pue-
de establecerse también un parale-
lo con Rosas. Personas adineradas,
muy firmes y ciertamente dueñas
del territorio”.
- ¿De qué modo consideras-
te las traiciones y lealtades de las
mujeres en torno a Urquiza y de
él en su vínculo con ellas?
- Me interesa el mundo femeni-
no del siglo XIX como un objeto de
estudio. En ese sentido abordé as-
pectos de la vida cotidiana de las
hijas de familias importantes, prin-
cipales en la vida política y social
del momento. Y también el de las
muchachas que accedían a cono-
cer a Urquiza. Y en esos mundos
diversos, traté de ver cómo se en-
tablaba el vínculo entre hombre y
mujer, en particular entre la ley –la
masculinidad, el hombre de cierto
estamento social, como Urquiza- y
el universo de lo femenino. En ese
sentido, él fue alguien de su tiempo,
en el sentido de que cuando algu-
na mujer llamaba su atención avan-
zaba sin registrar ni distinguir en-
he nombrado. Rosas, por ejemplo,
genera aún hoy pasiones encontra-
das. Sin embargo, el tiempo permitió
incluso a quienes estuvieron enfren-
tados a él –como Alberdi- ubicarlo
en otro lugar y entender la razón de
algunas de las decisiones que tomó.
La imagen del caudillo de pro-
vincia, imagen que resulta fasci-
nante, que deslumbra, como en
encantador. Y también con con-
tradicciones que a mí me intrigan
y a veces me enfurecen, sobre todo
cuando no alcanzo a comprender
plenamente la razón de algunas
decisiones. En Urquiza, por ejem-
plo, su decisión de retirarse en la
batalla de Pavón. No dudo que
nuestra historia, como país, hu-
biese sido otra si no hubiese re-
culado en Pavón y luego entregado
el poder. Entre las especulaciones
CULTURA Y ESPECTÁCULOS
tre niveles sociales. Estamos fren-
te a un hombre que avanza, segu-
ro de sí mismo hacia su objeto de
deseo. Recordemos que las muje-
res estaban muy lejos de ser suje-
tos; su condición era la de some-
terse a los designios, primero de su
padre y luego a su marido, a quie-
nes debía pleitesía. No había es-
pacio para cuestionamientos, pe-
se a que podemos nombrar excep-
ciones, como Remedios de Escala-
da, o Mariquita Sánchez, feminista
antes de tiempo y emblema de esa
perspectiva.
En este trabajo que hice sobre Ur-
quiza y sus mujeres, precisamente
me llamó la atención la aceptación
por parte de las mujeres de la elec-
ción que el líder hacía sobre ellas. Él
las seleccionaba, las cortejaba, las
abandonaba. Sin embargo ningu-
na se quejaba. Y en este sentido, en
la novela toco de refilón un aspecto
de la biografía de Francisco Ramí-
rez. Como se sabe `Pancho´ aban-
dona casi frente al altar a una mu-
jer, que lo esperará luego durante
toda su vida y quedará soltera has-
posibles pienso que tal vez estaba
grande y cansado y quería dedi-
carse a su familia, en San José, y
entregado a sus negocios.
- ¿Tenés en proyecto avanzar
sobre alguna figura de la histo-
ria reciente, en relación a la línea
de trabajo que has desarrollado
desde 2013?
- El siglo XIX es un período
fascinante en términos de lirismo,
de romanticismo. Para mí se hace
interesante hasta la década del 30
del siglo XX. Desde ahí, para mí es
puro presente. Y el presente no me
resulta –por ahora- motivador para
escribir. Necesito la perspectiva de la
distancia temporal. Me han sugerido
escribir sobre figuras políticas cen-
trales del siglo XX, pero no me han
cautivado y apasionado como las
personalidades del siglo XIX.
XXCLAVES DE
TRABAJO
-¿Cuánto tiempo trabajaste
en `Salvaje´.
- El proceso de investigación
para esta novela insumió algo más
de un año. Me documenté en pro-
fundidad y leí todo lo que estuvo
disponible y a mi alcance. En cuan-
to a la escritura, fue una etapa de
frenesí, en la cual me senté a escri-
bir casi compulsivamente. Fue un
período arduo de mucha intensidad.
- En un balance ¿qué porcen-
taje tiene de basamento históri-
co y cuánto de ficción?
- Como autora de este género,
siento que tengo una responsa-
bilidad. No es que tomo las cosas
livianamente. No se trata de escribir
XXTRAYECTORIA
F lorencia Canale nació en Mar
del Plata en 1963. Estudió Le-
tras en la Universidad de Buenos
Aires. Es periodista y trabajó en
diversos medios: Noticias, Living,
Gente, Siete Días, Veintitrés, Info-
bae, entre otros.
Su primera novela, Pasión y trai-
ción. Los amores secretos de Re-
medios Escalada de San Martín fue
un éxito de ventas y la catapultó, en
ta el fin de sus días aguardándolo.
Estas mujeres de la sociedad en-
trerriana de la época, aceptaban con
resignación ese destino.
- Es una mirada que califica con
dureza el rol de la mujer.
Quiero aclarar algo, que es clave.
Con lo que planteé anteriormen-
te no pretendo juzgar, ni levantar
el dedo para señalar o estigmati-
zar a hombres y mujeres como ti-
ranos unos y sojuzgadas y someti-
das otras; porque estos enfoques,
con que hoy nos acercamos para
considerar estas situaciones y per-
“Me interesa el mundo femenino del siglo XIX como un objeto de estudio”,
explica la autora al justificar la línea de trabajo que ha desarrollado en su obra.
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No es eso en absoluto. Al contrario;
hay una aproximación con muchísi-
ma profundidad y respeto. Por eso
trabajo con Diego Harguindeguy,
un historiador, que me recomienda
lecturas, me hace críticas y aportes.
Diría que en un balance, hay un
ciento por ciento de dato duro, de
información en este trabajo. Hay
lectura, bibliografía, documentos, re-
gistros. Y el mismo porcentaje, ciento
por ciento, de trabajo sobre lo literario
para novelar esos hechos históricos,
de modo que a la hora de la lectura
sea una novela. No una biografía. Y
mucho menos un libro de historia.
Se trata de que la narración
que se plasma en el texto, tenga
esa dinámica, el ritmo que cautive
el lector a través de la intriga, de los
diálogos, las escenas.
2013, a la consideración masiva en
el rubro de la novela histórica. Luego
llegaron Amores Prohibidos –sobre
Manuel Belgrano y su vida senti-
mental- y una trilogía dedicada a
Juan Manuel de Rosas: Sangre y
Deseo; Lujuria y Poder, y La hora
del destierro.
Su trabajo más reciente es
Salvaje. Urquiza y sus mujeres,
que presentó el viernes en el mar-
co de la Feria del Libro, organiza-
da por la Secretaría de Cultura
Municipal.
sonalidades de las que hablamos,
no existían en el siglo XIX.
En este punto vale considerar
también que tal vez las mujeres
que acaso hayan tenido un espa-
cio mayor de posibilidad para de-
cidir sobre su cuerpo eran las mu-
jeres de los sectores populares, las
mulatas, que eran en cierto aspec-
to, aguerridas. Las mujeres de los
sectores acomodados, digamos,
aceptaban por lo general sin cues-
tionamientos ni reclamos los de-
signios que los hombres estable-
cían para su vida.