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Causa Nro.

4527 -Sala II-


“Chueke, Daniel I. y otros s/ rec.
Cámara Nacional de Casación Penal de casación”

REGISTRO Nro. 5951

///n la Ciudad de Buenos Aires, a los 28 días del mes de agosto de dos mil tres,
reunidos los integrantes de la Sala II de la Cámara Nacional de Casación Penal,
doctores Juan E. Fégoli, Pedro R. David y Raúl R. Madueño, bajo la
presidencia del primero de los nombrados, asistidos por el Prosecretario de
Cámara Dr. Gustavo J.Alterini, con el objeto de resolver en esta causa N/ 4527
del registro de esta Sala caratulada “ Chueke, Daniel Isaac y otros s/ recurso de
casación”, estando representado el Ministerio Público por el Sr. Fiscal General,
Dr. Ricardo Gustavo Wechsler, y los imputados por los Dres. Mariano Patricio
Maciel, Gustavo Alberto Semorile y Jorge F. Iparraguirre
Habiéndose efectuado el sorteo para que los señores jueces emitan
su voto, resultó designado para hacerlo en primer término el doctor Raúl
Madueño, en segundo lugar el doctor Juan E. Fégoli y, por último, el doctor
Pedro R. David.
El señor juez doctor Raúl R. Madueño dijo:
1/) El Tribunal Oral en lo Criminal N/ 28 condenó a Daniel Isaac
Chueke por ser partícipe necesario penalmente responsable del delito de
homicidio agravado por el vínculo y por ser instigador penalmente responsable
del delito de amenazas calificadas por ser proferidas en forma anónima en grado
de tentativa todo en concurso real, a la pena de prisión perpetua y multa de
noventa mil pesos, accesorias legales y costas; a Néstor Angel López por ser
partícipe necesario penalmente responsable del delito de homicidio agravado por
el vínculo, y por ser autor penalmente responsable del delito de amenazas
calificadas por ser proferidas en forma anónima en grado de tentativa, todo en
concurso real, a la pena de prisión perpetua, accesorias legales y costas, y a M.
G. C. por ser autor material penalmente responsable del delito de homicidio
agravado por el vínculo a la pena de prisión perpetua, accesorias legales y costas.
(arts.12, 22 bis, 29 inciso 3/, 42, 45, 55, 80 inciso 1/ y 149 bis primer párrafo,
segunda parte del Código Penal).
Contra dicho decisorio, las defensas de los condenados
interpusieron recursos de casación e inconstitucionalidad a fs. 3418/3490 vta.,
que fueron concedidos a fs. 3495/6 y mantenidos en esta instancia a fs. 3524,
3528 y 3530.
2/) En su presentación recursiva sostuvo la defensa de Marcelo
Gustavo C. que el tribunal aplicó erróneamente preceptos de forma, por lo que
sustentó el remedio casatorio en el inciso 2/ del art. 456 del Código Procesal
Penal de la Nación. Asimismo interpuso recurso de inconstitucionalidad de
conformidad con lo preceptuado en el artículo 474 del ordenamiento ritual.
Sus agravios pueden resumirse como sigue:
a) Señaló que las resoluciones jurisdiccionales que dispusieron las
intervenciones de las líneas telefónicas pertenecientes a Daniel Chueke, Claudia
Chueke y Paulina Vinikier resultan nulas de nulidad absoluta en tanto aparecen
inmotivadas, afectando así los derechos constitucionales de privacidad e
intimidad y la garantía de inviolabilidad de las comunicaciones. Agregó que no
habiéndose presentado en la investigación carriles independientes que se
opongan al resultado de las conversaciones telefónicas corresponde decretar la
absolución lisa y llana de su pupilo.
b) Que la sentencia, al pronunciarse por la responsabilidad penal de su asistido
incurrió en insalvables vicios de fundamentación violando la ley fundamental de
derivación del pensamiento y el principio lógico de razón suficiente al sostener
una condena a perpetuidad basada en afirmaciones dogmáticas, en tanto el
veredicto condenatorio se sustenta en meros indicios a los cuales se ha arribado
mediante un equivocado razonamiento inductivo.
En apoyo de su agravio sostuvo que las circunstancias de la causa y todos los
demás aspectos que la rodean no hacen más que corroborar que no existen en
autos pruebas concluyentes, ciertas y precisas de que su asistido haya cometido
el hecho que se le imputa.
Tras efectuar diversas consideraciones en torno de la prueba testifical reunida en
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el legajo, señaló que los dos reconocimientos negativos en ruedas de personas


en los que participara C. son plenas pruebas en favor de la falta de
responsabilidad penal de su asistido, las que debieron haber sido valoradas por
la sentencia y contrapuestas a los meros indicios en los que se basó la condena
del nombrado.
c) Dedujo recurso de inconstitucionalidad a tenor de lo preceptuado por el
artículo 474 del ordenamiento ritual solicitando se declare inaplicable al caso la
pena de prisión perpetua establecida en el inciso 1/ del artículo 80 del
ordenamiento sustantivo, y en consecuencia se le imponga a su defendido una
sanción que se determine en una escala de 10 a 25 años de prisión para el ilícito
tipificado en la norma penal citada.
Adujo que la pena de prisión perpetua aludida resulta contraria a nuestra Carta
Magna por constituir una pena cruel, inhumana y degradante incompatible con
la readaptación social del condenado y violatoria del principio de culpabilidad.
Agregó que en el caso de C. la pena aplicada deviene eterna en tanto el
nombrado, por haber sido declarado reincidente, carece de posibilidad de
solicitar la libertad condicional y que por encontrarse afectado por el virus de
HIV, el peligro para su salud que surge de la imposición de una condena a
perpetuidad es por demás evidente.
3/) La defensa de Daniel Isaac Chueke sustentó el remedio casatorio
en ambos incisos del artículo 456 del catálogo instrumental, introduciendo los
siguientes planteos:
a) Sostuvo que el tribunal de a quo vulneró la garantía de defensa en juicio al no
permitir -a su juicio inmotivadamente- que su asistido ejerza su propia defensa
técnica.
b) Postuló la nulidad del decreto de fs. 815 -y de todo lo actuado en su
consecuencia- en tanto dispuso sin fundamentación la intervención de una serie
de abonados telefónicos en violación a la disposición del art. 236 del
ordenamiento ritual lo que significa una intromisión al derecho de privacidad.
4/) La defensa de Néstor Angel López dedujo recurso de casación
sustentado en ambos incisos del artículo 456 del catálogo formal.
Sus agravios pueden sintetizarse como sigue:
a) Al igual que las restantes defensas, cuestionó los decretos de fs. 815, 819, 826,
935, 1457, 1493 y 1791 que ordenaron la intervención de las líneas telefónicas
allí mencionadas, por resultar carentes de motivación en tanto se remiten a
constancias anteriores del expediente, vulnerando así el derecho a la intimidad
consagrado por nuestra Constitución Nacional.
Agregó que en tanto existió un único cauce de investigación que, viciado al
comienzo, contamina todo el curso de la prueba siguiente.
b) Cuestionó el encuadre jurídico del delito de amenazas puesto en cabeza de
Néstor López, alegando que la acción atribuida a su defendido debe ser tratada
a la luz de lo previsto por el art. 44 último párrafo del Código Penal, en tanto a
su juicio se verifica una tentativa inidónea de delito imposible, ya que el disvalor
de la acción es mínimo.
En apoyo de su agravio señaló que en tanto la frase amenazante -contenida en
un cassette de contestador telefónico- recién fue escuchada por la damnificada
en la sede del juzgado instructor por encontrarse ausente de su domicilio cuando
la misma fue proferida, no se verificó un peligro real y objetivo en tanto la
acción carecía de la idoneidad para lesionar.
c)Reclamó la nulidad parcial de la sentencia por falta de fundamentación, en
tanto a su criterio el tribunal vulneró las reglas de la sana crítica en la
apreciación de las pruebas que sustentaron la condena de su asistido.
Al respecto, señaló que la interpretación efectuada por el a quo de las escuchas
telefónicas atribuidas a López viola el principio de razonabilidad, en tanto se da
por acreditada la participación del nombrado en el plan criminoso en base a
indicios, sin contar con la suficiente colaboración de elementos de juicio
independientes.
5/) A su turno, el Fiscal General ante esta instancia Dr. Ricardo
Gustavo Wechsler se presentó a fs. 3537/43 postulando el rechazo de los
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remedios casatorios impetrados, por considerar que la sentencia recurrida se


encuentra debidamente fundada, no advirtiendo los vicios in iudicando o in
procedendo señalados por las defensas, razón por la cual postuló la confirmación
del pronunciamiento puesto en crisis. También propició el rechazo del recurso
de inconstitucionalidad articulado por la defensa de M. G. C., por considerar que
la pena de prisión perpetua que establece el artículo 80 de nuestro catálogo
sustantivo no repugna la Constitución Nacional ni los Tratados Internacionales
incorporados a su texto según así lo argumenta.
6/) Celebrada la audiencia prevista por el art. 468 del C.P.P.N., con
la presencia del defensor Dr. Gustavo Alberto Semorile -quien centró sus
agravios en el planteo descripto en el acápite 3/ ítem a) precedente- y del
imputado Daniel Chueke -quien a su solicitud expuso su pretensión recursiva
complementando lo expuesto por su defensa-, las actuaciones quedaron en
condiciones de ser resueltas.
7/) Corresponde examinar en primer lugar el remedio casatorio
articulado por la defensa del condenado C., cuyo agravio relativo a la nulidad
de los autos que ordenan las escuchas telefónicas se sustenta en argumentos en
sustancia idénticos a los esgrimidos por las restantes defensas en sus respectivos
recursos, razón por la cual habrán de ser considerados en conjunto.
Así, cuestionan los recurrentes los decretos de fs. 815, 819, 826,
935, 1457, 1493 y 1791 por entender que las intervenciones telefónicas allí
dispuestas resultan inmotivadas, lo que trae aparejada la nulidad de las órdenes
respectivas y de todo lo actuado en su consecuencia.
Al respecto, es del caso destacar que el planteo en estudio ya fue
analizado y se ha dado correcta respuesta por parte del tribunal sentenciante a fs,
3357vta./3359, rechazando -a mi juicio con suficientes y acertados argumentos-
el agravio que hoy los recurrentes someten inspección casatoria.
Es que del examen de los decretos señalados se advierte que en
todos los casos las intervenciones dispuestas en la instrucción encuentran
fundamento tanto en el propio dispositivo como en las constancias sumariales
que las preceden, por lo que la tacha nulificatoria no puede tener favorable
acogida.
Así, a fs. 815, 819 y 826 la jueza de grado sostuvo que las
diligencias peticionadas por el personal preventor resultaban conducentes a la
obtención de elementos que coadyuven al avance de la investigación, siendo que
las transcripciones incorporadas a partir de tales intervenciones permitieron a su
vez encaminar la pesquisa hacia los abonados intervenidos con posterioridad.
En este orden de ideas, se ha señalado con acierto que si bien no es
fácil describir con carácter general aquellas reglas que infaliblemente nos van a
decir con total certeza cuándo se cuenta con una verdadera evidencia que permita
de forma legítima autorizar la injerencia, la sospecha fundada en la fase de la
instrucción no puede lógicamente conducir con la misma certeza que una prueba
plena de cargo -que es precisamente lo que se pretende obtener- a la realidad de
un delito y a la implicación como responsable en el mismo de la persona cuya
conversación se pretende interceptar. (confr. Dominguez Alvarez María Isabel,
“Escuchas telefónicas: Planteamiento práctico desde la perspectiva
jurisprudencial”, pág. 230, citado por Antonio Pablo Rives Seva en “La
Intervención de las Comunicaciones en la Jurisprudencia Penal”, Navarra, año
2000, pág. 97).
En la misma dirección, lleva dicho esta Sala que a tenor de lo
dispuesto por el artículo 236 del ordenamiento adjetivo en orden a dar
cumplimiento al requisito de fundamentación, no se exige semiplena prueba de
culpabilidad de la persona que debe soportar la intervención telefónica por
cuanto ello equivaldría a requerir a los jueces que conociesen a priori el
resultado de las investigaciones que ordenan, las cuales precisamente parten de
un campo de ignorancia que están destinadas a eliminar; por ello basta con que
la decisión se funde en circunstancias concretas que permitan sospechar que
mediante el teléfono cuya intervención se ordena se efectuarían llamadas
vinculadas con la comisión de los delitos investigados, las que conducirían a
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esclarecer dichas actividades ilícitas. (confr. esta Sala in re “Núñez, Jorge O. y


otros s/ rec. de casación”, reg. n/ 2174 bis, causa n/ 1652 rta. el 7/9/98).
De conformidad con los principios apuntados, el campo de
ignorancia que la intervención está destinada a eliminar no puede ser equiparada
a falta de motivación de la medida, por cuanto el objeto de la escucha es
precisamente el esclarecimiento de los hechos y no a la inversa, esto es, la
diligencia no puede estar motivada en la misma verdad que por su intermedio se
quiere descubrir.
En este punto, es dable poner de resalto que los elementos de
convicción colectados en este legajo con anterioridad al dictado de los decretos
cuestionados justifican por sí solos las intervenciones dispuestas, en tanto los
testimonios brindados por el personal del edificio donde ocurrió el suceso, los
dichos de los uniformados que arribaron al lugar cuando se descubrió el cadáver,
las declaraciones del contador Diego José Martinena quien se hallaba en la
oficina el día del hecho, así como la evidencia que surge del escenario del
crimen avalaban la hipótesis de que no serían ajenos al hecho personas
pertenecientes al entorno de la víctima, por lo que la intervención de las líneas
telefónicas de sus allegados aparece como una medida dotada de razonabilidad.
En este orden de ideas, considero oportuno recordar mi voto in re
“Urquía, Justo Ramón y otro s/ recurso de casación”, reg. N/ 1307 de esta Sala
rta. el 28/02/97, donde sostuve que al determinar el significado que debe
atribuirse a la expresión “auto fundado” al que alude el artículo 236 del
ordenamiento de forma, se debe decir que los motivos y razones que dan sustento
al decisorio podrán surgir: a) del propio decisorio, si el magistrado desarrolla en
el mismo decreto la argumentación sobre la cual reposa la medida; b) de otra
pieza procesal a la cual el auto se remita en forma inequívoca, y de la cual surjan
con claridad los fundamentos que lo avalan y c) de las incontrovertibles
constancias arrimadas al proceso con anterioridad al dictado del auto, siempre
que de las mismas surja de forma indubitable la necesidad de proceder, o en otras
palabras, que esta última sea una derivación lógica de lo actuado hasta el
momento; una consecuencia categórica de las probanzas colectadas con
antelación, en lo que constituya un ejercicio racional y mesurado de poder que
no afecte expresas disposiciones de rango constitucional que protegen el ámbito
privado, que cuando se trata de la investigación de un ilícito penal están sujetas
a ciertas limitaciones legales en función del interés común de un efectivo y
oportuno servicio de justicia. Por vía de principio, cualquiera de estas tres
modalidades satisfacen el recaudo de “apoyar con motivos y razones eficaces”.
Por las consideraciones expuestas, el agravio planteado por las
defensas vinculado con la ausencia de motivación de las intervenciones
telefónicas ordenadas en autos no habrá de tener favorable acogida.
8/) He de avocarme ahora al tratamiento de la segunda cuestión
introducida por la defensa del condenado C., vinculada con los vicios de
fundamentación en que habría incurrido el veredicto, el cual a su juicio se
sustenta en meros indicios a los cuales se ha arribado mediante un equivocado
razonamiento inductivo, violando así el principio lógico de razón suficiente.
Sobre el particular, es del caso señalar que so pretexto de un motivo
casatorio lo que en realidad se cuestiona es la valoración del plexo cargoso
realizada en la anterior instancia, aspecto éste incensurable mediante la vía
extraordinaria escogida.
Así, de la lectura del agravio descripto en el acápite b) del apartado
2. se advierte que tal como ha sido planteado por el recurrente no demuestra
más que su discrepancia con el modo en que el tribunal de juicio valoró y
seleccionó la prueba producida.
Al respecto, lleva dicho esta Sala que la valoración de los elementos
probatorios que determinaron las conclusiones del tribunal de mérito, constituye
una atribución que le es propia y que resulta ajena -por vía de principio- al
control casatorio (cfr. en el mismo sentido, esta Sala "in re" González, Héctor
Omar s/recurso de queja" del 15 de noviembre de 1994, causa N° 299, reg. N°
313 y sus citas, entre muchos otros). En esta misma línea de pensamiento,
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corresponde apuntar que resulta improcedente en esta instancia provocar un


nuevo examen crítico de los medios probatorios que dan base a la sentencia, toda
vez que el valor de la pruebas no está prefijado y atañe a la propia apreciación
del tribunal de mérito determinar el grado de convencimiento que aquéllas
puedan producir, quedando dicho examen excluido de la inspección casacional,
salvo casos de arbitrariedad o absurdo notorio que no se verifican en la especie
(cfr. esta Sala in re : ” Saladino, Miguel Angel s/recurso de queja”, causa N/ 20,
rta. el 30 de julio de 1993, reg. n/ 23; “Duarte, Juan de la Cruz s/rec. de queja”
causa n/ 41, rta. el 15 de octubre de 1993 reg. n/ 42; Diaz, José Rubén s/rec. de
casación” causa n/ 198, rta. el 3 de agosto de 1994, reg. n/ 203; “Fontela, José
Antonio y otro s/rec. de queja” causa n/ 164 rta. el 12 de agosto de 1994 reg. n/
214; “Arseni, Horacio A. s/rec. de casación” causa n/ 151, rta. el 24 de agosto
de 1994 reg. n/ 227; “Esteva, Carlos Alberto s/rec. de queja” causa n/ 567 rta.
el 29 de agosto de 1995, reg. n/ 534; “Ayala, Antonio y Pegolotti, Norma s/rec.
de casación” causa n/ 697, rta. el 21 de febrero de 1995 reg. n/857; “Dolorini,
Alberto Omar s/rec. de queja” causa n/ 684 rta. el 8 de febrero de 1996 reg. n/
852; “Gomez, Carlos César s/rec. de casación” causa n/ 655 rta. el 14 de febrero
de 1996 reg. n/ 854; “Neder, Jorge y otra s/rec. de casación” causa n/ 192 reg.
n/ 856 rta. el 20 de febrero de 1996 reg. n/ 856; “López, Carlos R. y otro
s/recurso de casación”, causa n/ 1916, rta. el 11 de mayo de 1999, reg.n/2536
y “Oviedo, Luis Alberto s/rec. de casación”, causa n/ 245, rta. el 19 de abril de
2000, reg.3203 entre otros).
En tal sentido, las conclusiones a las que arriba el tribunal en torno
al robo de las tarjetas de crédito y el monedero de la occisa, así como lo atinente
a la presencia de C. en el lugar del hecho en compañía de su consorte de causa
Daniel Chueke, y la intervención que cabe imputarle a aquél en la empresa
delictiva, encuentran asidero en un profuso plexo probatorio prudentemente
evaluado por el tribunal de juicio a fs. 3362 vta./3376 vta., siendo que las
consideraciones formuladas por la defensa en torno a la prueba testifical, a la
rueda de reconocimiento y al sentido que corresponde atribuir a alguna de las
escuchas telefónicas sólo trasuntan su propia meritación de tales elementos de
convicción no logrando conmover las contundentes conclusiones a que arriba el
tribunal.
Por las consideraciones expuestas, considero que el recurso de
casación interpuesto por la defensa de M. G. C. debe ser rechazado.
9/) Idéntico temperamento propicio adoptar respecto del remedio
deducido por la defensa de Daniel Isaac Chueke, por las razones que a
continuación expondré.
A partir del acápite V de su presentación, titulado “Primera causal
de agravio- Vulneración de la garantía de defensa”, el casacionista expone los
planteos que somete a inspección casatoria; sin embargo, en los dos acápites
anteriores intitulados “Prueba valorada en la sentencia” y “Responsabilidad
penal”, el recurrente efectúa una descripción del plexo valorado y las
conclusiones a las que arribó el tribunal en la sentencia las cuales contrasta con
su propia meritación de esas mismas probanzas postulando la aplicación del
principio “in dubio pro reo” por considerar que la responsabilidad penal
atribuida a su asistido no se encuentra acreditada.
Así, es menester destacar que las acotaciones que formula en los
acápites III y IV de su presentación solo trasuntan su propia evaluación de los
elementos de convicción colectados, cuestión ésta que, tal como se señaló en el
responde al recurso tratado en el punto anterior, resulta definitivamente ajena a
la vía extraordinaria intentada.
A mayor abundamiento, es dable recordar mi voto in re “Helguera,
Fabio Orlando s/ recurso de casación”, reg. N/ 5312 de esta Sala rta. el 14/11/02,
donde tuve ocasión de señalar que el principio in dubio pro reo funciona en el
marco de la valoración de la prueba y por lo tanto su aplicación se encuentra en
general excluida del contralor casatorio, regla que cede únicamente si se constata
que el veredicto condenatorio reposa en una meritación defectuosa de las
probanzas arrimadas al legajo, por cuanto corresponde a esta Cámara evitar la
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violación de la garantía de presunción de inocencia consagrada por nuestra Carta


Magna.
En el sub lite, a fs. 3361 y ss. el tribunal efectuó un pormenorizado
análisis de los elementos de convicción colectados tras lo cual concluyó que
Daniel Isaac Chueke debía responder como partícipe necesario del homicidio de
quien en vida fuera su madre, reconstruyendo con minucioso detalle cada una de
las etapas del plan criminoso concretado por el nombrado y sus consortes de
causa, en función de un contundente plexo cargoso cuyas conclusiones la
esforzada defensa no logra conmover.
Así, el tribunal de juicio definió la plataforma fáctica del veredicto
-ver fs. 3361- estableciendo que el 24 de mayo del año 2000 en horas del
mediodía Daniel Chueke ingresó al edificio situado en la Av. Córdoba 875 en
compañía de M. G. C., a quien Chueke contrató bajo promesa remuneratoria a
través de Néstor Angel López para que ultimara a su madre.
Estableció que tras ingresar al edificio ambos abordaron el ascensor
hasta el piso 13/ ingresando Chueke al interior de la oficina donde se encontraba
su madre, aguardando C. fuera del departamento, y que transcurridos unos
momentos el contador de la firma se retiró para sacar fotocopias, quedando
Chueke a solas con su madre, circunstancia que el nombrado aprovechó para
permitirle el acceso a la oficina a C., quien mediante la aplicación de sendas
puñaladas en la zona torácica, causó la muerte de Paulina Vinikier.
También el a quo tuvo por cierto que el 26 de septiembre del mismo
año Néstor Angel López procedió a amenazar a Claudia René Chueke a
instancias de su hermano, Daniel Chueke, evento que tuvo lugar mediante un
llamado que realizó López desde su aparato de telefonía celular hacia la línea
telefónica asignada al domicilio de la damnificada, dejando grabado un mensaje
en su contestador automático.
La base fáctica así descripta encuentra sustento en un profuso plexo
probatorio prudentemente evaluado por el tribunal de juicio de conformidad con
las reglas de la sana crítica, no advirtiéndose fisuras lógicas en el razonamiento
que desarrolló el sentenciante para arribar a las conclusiones antedichas, por lo
que los encomiables esfuerzos de la defensa para desvirtuarlas no habrán de
tener favorable acogida.
Corresponde entonces adentrarse en el estudio del planteo que el
recurrente introduce como primer agravio, a través del cual cuestiona la
denegatoria del tribunal para que Daniel Chueke ejerza su propia defensa.
Al respecto, encuentro que la redacción del artículo 104 del
ordenamiento ritual de forma autoriza concluir que la defensa personal reviste
carácter de excepción, en tanto para su procedencia deben verificarse dos
requisitos: que ello no perjudique la eficacia del ministerio y no obste a la
normal sustanciación del proceso.
Sobre el particular, ha señalado nuestro más Alto Tribunal que la
posibilidad de autodefenderse sólo puede tener lugar cuando el juez reconozca
en el imputado la aptitud que le permita hacer valer eficazmente sus derechos en
el juicio. (Fallos 325:157).
Examinado el decreto de fs. 3176, se advierte que el rechazo al
pedido formulado por Chueke para participar en su propia defensa fue sustentado
por el tribunal en sólidos y atinados argumentos, en tanto la complejidad y
voluminosidad que reviste la causa ameritan la restricción a la autodefensa.
Es que la afirmación de la defensa en el sentido de que el rechazo
del tribunal no contó con razones valederas aparece huérfana de sustento a poco
que se examine tanto el pronunciamiento cuestionado como el acta de debate, de
donde surge que la garantía de defensa en juicio del condenado no sufrió
menoscabo alguno.
De otra parte, coincido con lo dictaminado por el Sr. Fiscal General
ante esta instancia a fs. 3542, en el sentido de que el exclusivo conocimiento de
situaciones familiares que invocó el procesado en apoyo de su pedido -y que a
su juicio le habría permitido interrogar a los testigos con otros elementos-
constituye información factible de ser canalizada a través de su asistencia
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técnica, por lo que en modo alguno aquella circunstancia puede operar en


desmedro de una defensa eficaz.
Adviértase que la solicitud de asumir su autodefensa se concretó en
la etapa de juicio oral y público oportunidad en que con la asistencia de dos
defensores oficiales Dres. Pamela Bisserier y Alberto Giordano -quienes han
cumplido con solvencia su cometido- participó del debate y tuvo oportunidad
de expresarse ante el tribunal antes de la deliberación como consta a fs. 3330.
Sostiene textualmente el recurrente que “se ha privado a mi
defendido Daniel Isaac Chueke de ejercer un derecho constitucional, cual es
nada más y nada menos que la defensa en juicio” -ver fs. 3467-.
Y es precisamente en resguardo de la garantía constitucional de
defensa en juicio que el ordenamiento procesal otorga al magistrado la atribución
de restringir aquella facultad si las circunstancias del caso -prudentemente
evaluadas como en el sub lite- permiten concluir que la participación del
enjuiciado en su defensa atentará contra la eficacia de la misma.
En el caso no se aprecia -ni el recurrente logra demostrarlo- que la
restricción impuesta por el Tribunal haya vulnerado aquella garantía, por lo que
el agravio en este sentido no habrá de tener favorable acogida.
Por las razones expuestas y por los argumentos consignados en el
parágrafo anterior en punto a la validez de las escuchas telefónicas, corresponde
rechazar el recurso de casación deducido por la defensa de Daniel Isaac Chueke.
10/) Corresponde ahora examinar las cuestiones propuestas por la
defensa de Néstor Angel López.
Cuestiona el recurrente el encuadre legal del delito de amenazas por
el que recibiera condena su pupilo, por cuanto -sostiene- no se verificó un
peligro real y objetivo para el bien jurídico que protege la figura.
En primer lugar cabe señalar que si bien el recurrente encamina
su reclamo por la vía prevista en el inciso 1/ del artículo 456 del código de rito
invocando una errónea aplicación de la ley sustantiva, al desarrollar la
argumentación en la que asienta su planteo, cuestiona la falta de motivación de
la sentencia al dar por acreditado que el mensaje amenazante fue dejado en el
contestador de Claudia Chueke, lo cual a juicio del casacionista no encuentra
respaldo en el plexo probatorio arrimado a la causa, por lo que a su entender este
tramo del decisorio ha sido motivado en forma aparente o meramente formal, en
los términos del artículo 404 inciso 2/ del código de rito.
Es así que la defensa construye su argumentación en torno a la
tentativa inidónea de un delito imposible tomando como base una versión de los
hechos distinta de la que se tuvo por acreditada en la anterior instancia, o en
otras palabras, so color de una errónea aplicación de la ley sustantiva el
recurrente modifica la secuencia fáctica fijada por el juzgador en función de su
personal evaluación de las pruebas colectadas, no alcanzando a demostrar
tampoco que la meritación llevada a cabo en el veredicto adolezca de vicios que
autoricen su descalificación.
Es que tal como se determinó en el veredicto -ver fs. 3362- el a quo
tuvo por acreditado que la frase amenazante fue efectivamente grabada en el
contestador de Claudia Chueke, mensaje que aquélla no llegó a escuchar debido
a que se encontraba de viaje y a su regreso el aparato se había desconectado,
tomando conocimiento de la intimidación en oportunidad de prestar declaración
testimonial en la causa y al escuchar la grabación obtenida tras la intervención
telefónica ordenada.
En este punto, es de señalar que la secuencia de los hechos
descripta surge del plexo cargoso meritado a fs. 3394 vta./3395, no advirtiéndose
defectos en el razonamiento que desarrolló el tribunal para arribar a tales
conclusiones.
De otra parte, también se tuvo por demostrado que la frase atribuída
a López tuvo entidad suficiente para amedrentar a la señora Chueke, en tanto
cuando la escuchó se sintió asustada, pese a hacerlo en sede judicial.
De tal guisa, es dable concluir que la defensa elabora su tesis acerca
de la configuración de una tentativa inidónea de delito imposible -subsumible
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en el último párrafo del art. 44 del Código Penal- suprimiendo a tal fin aquellas
secuencias de la plataforma fáctica que según su personal apreciación de la
prueba, no se encuentran acreditadas; en definitiva, el encuadre propiciado por
la defensa prescinde de extremos que el juzgador dio por probados, esto es, que
la frase efectivamente llegó al contestador de la víctima, siendo que al
escucharlas en sede judicial aquélla sintió temor.
Así, en la medida que el reclamo no respeta los hechos probados -y
no advirtiéndose una defectuosa valoración de la evidencia que los sustenta- la
pretensión dirigida a obtener un encuadre legal de la conducta endilgada a López
distinta de la seleccionada por el juzgador, no puede tener favorable acogida.
En orden a las objeciones que formula el recurrente en redor de las
escuchas telefónicas practicadas en la instrucción, corresponde señalar que el
planteo vinculado con la falta de motivacion de los decretos que las ordenan ya
fue objeto de responde en el parágrafo 6/ anterior, por lo que sólo resta examinar
el cuestionamiento que formula en punto a la forma cómo el a quo valoró los
resultados de las intervenciones para arribar a la condena de su asistido como
partícipe del homicidio investigado.
En tal sentido, la queja de la defensa radica en la interpretación que
el a quo efectuó respecto de algunas de las escuchas en función de las cuales
llegó a la conclusión -inmotivada, a juicio del recurrente- de que López arrimó
la mano homicida que diera muerte a Paulina Vinikier, que tal acción fue
emprendida en razón de una promesa dineraria, y que prestó ayuda posterior
tanto para el cobro como para la destrucción de elementos probatorios.
Ahora bien, examinado el legajo con los registros de escuchas que
corren por cuerda y cotejadas especialmente las conversaciones señaladas por el
recurrente a fs. 3489/90 se concluye que los diálogos demostrativos de la
existencia del ilícito no admiten -ni la defensa se ha encargado de demostrar lo
contrario- desde el punto de vista de las reglas de la sana crítica racional, un
sentido distinto o un alcance diferente al que les otorgó el fallo.
A mayor abundamiento, es menester advertir que si bien el quejoso
invoca una defectuosa interpretación por parte del a quo de las conversaciones
atribuidas a los condenados, no precisa cuál es la regla de la lógica, la psicología
o de la experiencia que considera vulnerada, no resultando suficiente, por cierto,
la genérica invocación que efectúa en relación a una supuesta violación a las
reglas de la sana crítica.
Es que tal como se viene señalando, el contenido de los diálogos
atribuídos a López cuya transcripción obra glosada en el legajo de precedente
cita, resulta contundente en punto a determinar tanto el aporte del nombrado a
la empresa criminal como la secuencia posterior dirigida a obtener que Chueke
cumpla con su promesa dineraria; en este punto, resulta por demás significativa
la terminología utilizada por López pese al encomiable esfuerzo de su defensa
por asignarle a sus dichos un sentido diferente del que le otorga el sentenciante.
Y sin que ello signifique incursionar en cuestiones fácticas ajenas
a la naturaleza de este recurso, no puedo menos que mencionar -a mero título de
ejemplo- el inequívoco sentido que cabe atribuir a la recriminación que le
formula a Chueke cuando le inquiere “porqué mandaste a liquidarla si no tenías
dinero para pagar”, frase ésta que corona sus infructuosos esfuerzos previos
dirigidos a que el hijo de la occisa cumpliera con su parte en el trato ilícito, lo
cual emerge con prístina claridad tanto de los diálogos que mantuvo con Chueke
como con C. -ver apartados XII y XIII del veredicto a fs. 3385/3389-.
Por las consideraciones expuestas, considero que corresponde
rechazar el remedio casatorio articulado por la defensa de Néstor Angel López.
11/) Es menester ahora abocarse al estudio del recurso de
inconstitucionalidad articulado por la defensa de M. G. C. por el que alega que
la pena de prisión perpetua que establece el artículo 80 del ordenamiento
sustantivo es contraria a los principios consagrados por la Carta Magna y los
tratados de derechos humanos.
Al respecto, cabe destacar que sobre la cuestión materia de recurso
esta Sala se ha expedido in re “Nuñez Dante y otro s/recurso de
Causa Nro.4527 -Sala II-
“Chueke, Daniel I. y otros s/ rec.
Cámara Nacional de Casación Penal de casación”

inconstitucionalidad”, causa n/ 2210, registro 3174.2 del 4/04/00, donde se


sostuvo que cuando los tratados internacionales hablan de “tortura u otros tratos
crueles, inhumanos o degradantes”, no dirigen su atención a las penas privativas
de la libertad y a su duración.
Ello así, puesto que la “Convención contra la tortura y otros tratos
o Penas Crueles Inhumanas o Degradantes” no extiende su ámbito de aplicación
a los dolores o sufrimientos que sean consecuencia únicamente de sanciones
legítimas, o que sean inherentes o incidentales a éstas. Mal podría entonces
decirse que la pena de reclusión perpetua pueda calificarse como una pena cruel,
inhumana o degradante cuando las penas privativas de la libertad siguen siendo
el eje central de todos los sistemas legales vigentes.
También se señaló que la aplicación de penas perpetuas no obstan
a la posibilidad de resocialización del imputado ya que dentro del sistema
penitenciario, la ley 24.660 establece que la ejecución de la pena privativa de la
libertad en todas sus modalidades, tiene por finalidad lograr que el condenado
adquiera la capacidad de comprender y respetar la ley, procurando su adecuada
reinserción social, promoviendo la comprensión y el apoyo de la sociedad, a
cuyo fin establece un régimen de progresividad, procurando limitar la
permanencia del condenado en establecimientos cerrados y promoviendo en lo
posible conforme su evolución favorable su incorporación a instituciones
semiabiertas o abiertas o a secciones separadas regidas por el principio de
autodisciplina.
En definitiva, del análisis de los Tratados Internacionales
incorporados a nuestra normativa constitucional en virtud de lo dispuesto por el
art. 75 inc. 22 de la Constitución Nacional no surge expresamente, ni tampoco
puede inferirse que sus previsiones resulten inconciliables con la aplicación de
la pena de prisión perpetua, siempre que se respete -al igual que en el caso de
aquéllas temporalmente determinadas- la integridad de la persona condenada.
Para finalizar, es del caso señalar que la circunstancia de que C. se
encuentre infectado por el virus del HIV tampoco resulta óbice en punto a la
aplicación de la pena perpetua cuestionada, por cuanto las mismas normas que
regulan la ejecución de la pena privativa de la libertad aseguran al interno
asistencia médica integral a la vez que autorizan al juez de ejecución a otorgar
el beneficio de la prisión domiciliaria a quien padezca una enfermedad incurable
en período terminal -confr. art. 33 de la ley 24.660-, por lo que tampoco la
aplicación de la pena perpetua en el presente caso deviene en cruel o inhumana
tal como lo sostiene el recurrente, en tanto la propia ley prevé resortes destinados
a morigerar los efectos del encierro cuando la enfermedad que padece el interno
así lo justifique.
Por las consideraciones expuestas, corresponde rechazar el recurso
de inconstitucionalidad articulado por la defensa de M. G. C.

El Sr. Juez Dr. Juan E. Fégoli dijo:


Que adhiere al voto del distinguido colega que lidera este acuerdo
y expide el suyo en igual sentido.

El Sr. Juez Dr. Pedro R. David dijo:


Que adhiere a las conclusiones del Doctor Madueño y extiende su
voto en igual sentido.

En mérito al resultado habido de la votación que antecede, la Sala


II de la Cámara Nacional de Casación Penal, RESUELVE: I) Rechazar el
recurso de casación interpuesto por las defensas de Daniel Isaac Chueke, Néstor
Angel López y M. G. C., con costas (arts. 470 y 471 a contrario sensu, y 531 del
C.P.P.N.). II) Regístrese, notifíquese en la oportunidad prevista en el último
párrafo del art. 469 en función del art. 400 ambos del C.P.P.P. y remítase a su
procedencia sirviendo la presente de atenta nota de envío.
Fégoli - Madueño - David. Ante mí: Gustavo Alterini

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