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Breve semblanza de la Leyenda de “La Mujer de Blanco”

Anecedentes

A mediados de la sexta década del pasado Siglo XX surge en la Ciudad de


Los Mochis, Sinaloa, esta historieta, mito o leyenda, como suele suceder en
todo poblado en la que existen personajes típicos, lugares históricos y/o
sucesos que identifican a esa comunidad.

En el antiguo edificio que alberga el Centro de Innovación y Educación


(CIE) que inicialmente se conocía como el “Centro Social” de Los Mochis y
años después como “El Leonístico”, porque en la planta alta del inmueble
era la sede del Club de Leones de Los Mochis de esta ciudad, donde los
socios de esa institución de servicio realizaban festividades de toda índole.
Organizaban y efectuaban tradicionalmente en los últimos meses del año
el “Baile de Blanco y Negro”, fiesta en la que las parejas de matrimonios
de la sociedad mochitense lucían sus mejores galas con vestuario acorde
al título de la festividad.

Virtud a que este acontecimiento anual era prácticamente muy exclusivo,


los jóvenes de la época deseosos de diversión y entretenimiento se
organizaron para realizar un baile similar en “La Pérgola” que se encuentra
en la parte superior de la pila de almacenamiento del agua potable
almacena el agua que se distribuye en la ciudad. En esa festividad que ya
se estaba haciendo una tradición para los jóvenes de los 18 a los 25 años,
de ambos sexos estos ahorraban durante el año para comprarse sus
atuendos propios para tan especial evento anual.

El supuesto suceso de la Leyenda

Según algunas autores de libros en relación al hecho, señalan que este


acontecimiento que ha dado la vuelta al mundo fue en octubre de 1965.

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El día de tan comentado y polémico acontecimiento, la pista de baile
estaba abarrotada de jóvenes de ambos sexos. Al terminar una tanda
musical y el breve descanso de los músicos rocanroleros como se
acostumbra, las parejas abandonaron la cancha colocándose alrededor
de la pista la mayoría. Había concluido la tanda cuando de repente
aparece una joven de belleza extraordinaria, que desde que llegó a la
escalinata fue la admiración de los varones y la envidia de las jovencitas
ahí reunidas. Con gracia y altivez de una realeza subió la escalinata, cruzó
la pista por la parte central, ante las miradas de admiración por unos y de
envidia por otros. La mujer vestida de un hermoso vestido blanco que lucía
su cuello de cisne y atractiva espalda, se recargó en la protección
dándole quedándole atrás de ella la panorámica nocturna de la ciudad,
giró su mirada circularmente por lo largo y ancho de la pista. Los jóvenes
que no tenían pareja de inmediato se volcaron uno a uno hacia ella
solicitándole en su turno que les permitiera bailar con él aunque fuese una
pieza musical, todos fueron rechazados un tanto frustrados por la negación
de su amable petición. La tanda terminó, nuevamente se despejó la pista
de baile y la bella joven permanecía en aparente ensimismamiento,
cuando de pronto llega a la entrada de la pista un elegante caballero que
las jovencitas sin pareja permanente se ilusionaron luciendo sus mejores
sonrisas; el apuesto galán al tratar de acomodarse en algún lugar de la
pista sintió una fuerte mirada sobre el, simuladamente buscó el origen de
dónde provenía esa fuerte mirada que lo estremecía, inconscientemente
pronto se dio cuenta que esa profunda mirada era de la bellísima joven
de atractivo y elegantísimo vestido blanco. El joven asimismo mascullaba
para sus adentros “no es posible que sea a mí a quien dirige su fuerte y
encantadora mirada, si observé claramente como rechazó una gran
cantidad de muchachos que le extendían la mano invitándola a bailar!.

El feliz encuentro y fugaz amor

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Venciendo sus temores se atrevió a solicitarle bailara con él,
encaminándose al lugar donde la doncella se encontraba. ¡Oh sorpresa!
La hermosa chica con una amable sonrisa, salió a su encuentro con los
brazos extendidos dispuesta al abrazo para iniciar el baile en el centro de
la pista, mirándose fijamente a los ojos con elegantes pasos seguían el
ritmo de la música y platicándose al oído dulcemente las horas transcurrían
como si la pareja tuviese años de conocerse. De pronto el galán sintió que
la dama se puso fría y caballerosamente se quitó su saco y cubrió su
cuerpo colocándoselo sobre su espalda y hombros, en ese instante la
chica expresó que había llegado la hora de irse a su casa, el joven
aceptando le solicitó acompañarla, bajaron la escalinata y abordaron un
taxí que los condujo al domicilio de la hermosa joven, amablemente al
llegar al domicilio tomados de la mano llegaron al umbral de la puerta
dándose un fuerte abrazo y un cálido beso, la chica entró a su casa
llevándose el saco del apuesto galán, éste suspirando profundamente
tomó de nuevo el taxi y lo llevó al hotel donde estaba hospedado; ya en
su habitación sin poder conciliar el sueño,- pensando lo feliz que le resultó
esa noche e impregnado del perfume de la chica no se dio cuenta
cuando se quedó profundamente dormido.

Al día siguiente del baile el joven acudió al domicilio al que la noche


anterior llevó a la joven con la que bailó en la pérgola en el juvenil festejo y
se dio cuenta que se enamoró de ella. El propósito de la visita era recoger
su saco con el que cubrió a la hermosa chica, pero más que nada con la
ilusión de volverla a ver.

Tocó con fuerza la puerta de entrada y acudió una pareja de ancianos al


llamado, sorprendidos preguntaron al joven qué se le ofrecía; el joven
contestó que iba a recoger su saco con el que cubrió a la señorita con la
que había bailado en la pérgola la noche del día anterior y que la

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acompañó hasta esa casa olvidando recoger el saco antes de que la
joven entrara; el anciano sorprendido por la respuesta le expresó al joven
que debía estar equivocado porque ahí no vivía ninguna jovencita, el
joven insistió que fue ahí donde acudió y observó a la joven introducirse a
la casa, que por cierto me dijo que su nombre es Elena. El señor con ojos
llorosos le dijo que no podía ser comentándole que su hija Elenita
precisamente anoche cumplió un año que murió en un accidente
automovilístico en la curva “Las Mañanitas” viniendo de Topolobampo
con la ilusión de ir por primera vez al Baile de Blanco. Incrédulo el joven
insistía asegurando que ahí la dejó antes de irse a su hotel.

La pareja de ancianos le solicitaron al joven para que los acompañara al


cementerio y se convenciera que la jovencita que insistía que ahí la había
dejado y verla entrar a la casa ya no existía y todo había sido producto de
su imaginación que sus restos mortales estaban ya descansando en el
camposanto de la localidad.

El desencanto y cruel desilusión.

El taxi que lo condujo a la vivienda de Elena, llevó al joven y a los ancianos


al panteón municipal que justamente se ubica a las faldas del “Cerro de la
Memoria” debajo de la Pérgola. Minutos más tarde el taxi se introdujo al
panteón por uno de los pasillos que le indicaron los viejecitos, Detuvo su
marcha y el joven presuroso que iba como copiloto abrió la puerta trasera
del lado de la señora y le auxilió a bajarse, el taxista hizo lo mismo con el
anciano,; ya abajo ambos viejecitos iniciaron su caminata lerdamente
seguidos del joven enamorado que sentía que las piernas no le respondían
dificultando su caminar de tal forma que quedó un buen tramo atrás de la
senil pareja, el señor al darse cuenta que el joven se había quedado detrás
de ellos con voz poco audible y haciendo señales le pidió al joven que los
alcanzara que ya casi estaban en lugar donde se encontraba sepultada

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Elena; El joven sacando fuerzas de flaqueza y apresuró su paso dando
alcance a sus acompañantes, de pronto los viejecitos llorando a mares le
señalaron la tumba que por la proximidad del “Día de Los Fieles Difuntos”
se encontraba muy arreglada con hermosas flores que los viejecitos casi a
diario le llevaban.

Lo inaudito e increible

El enamorado joven mudo de asombro, con los ojos llorosos ojos y con un
nudo en la garganta, observó que su saco estaba sobre la tumba doblado
y pulcramente limpio. Enmudecido salió presuroso del lugar y hasta la
fecha nadie sabe ni supo el nombre y origen del joven que sufrió tan
terrible decepción y desilusión.

Apendice

En los últimos tiempos ha habido algunas personas que aseveran haber


sido el protagonista de ese hasta cierto punto increíble suceso, incluso
alguno de ellos en una reunión dijo las piezas musicales que bailaron y
presentó una chamarra de piel, comentando que fue con la que cubrió el
frío cuerpo de la Mujer de Blanco y apareció sobre su tumba, afirmando:
“Yo Baile con la Mujer de Blanco”

Simón Varela Valenzuela


Los Mochis, Sinaloa, 16 de noviembre de 2017
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