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En el primer capítulo, titulado “El Estudio apropiado del Hombre”, Bruner plantea

como primera cuestión la llamada “Revolución Cognitiva”, realizando una


recapitulación histórica y a la vez un reclamo a los creadores de la misma, por haberla
desviado de su rumbo original. Esta revolución, en un principio, era concebida como
una exigencia de unión entre la psicología con la antropología y la lingüística, la
filosofía y la historia.

“Creo que a estas alturas deberían haber quedado totalmente claro que lo que
pretendíamos no era “reformar” el conductismo, sino sustituirlo”.1

Bruner realiza un análisis de lo que sucedió en ese momento, alegando que la razón
que llevo a la desviación del objetivo original de esta “Revolución Cognitiva” fue la
adopción temprana de la computación como metáfora dominante. Esto causo un
desplazamiento del centro de estudio de la psicología, desde el “significado” hacia la
“información”, en lugar de la construcción de significados se concentraron en la forma
en que los seres humanos procesan la información.

“La información es indiferente con respecto al significado. Desde el punto de vista


computacional, la información comprende un mensaje que ya ha sido previamente
codificado en el sistema. El significado se asigna a los mensajes con antelación”.2

Dentro del procesamiento de información, los mensajes son tomados o guardados en


un lugar específico de la memoria, enumerándolos, comparándolos y combinándolos
con la información previamente recopilada. Un mensaje se vuelve informativo cuando

1
Bruner, J. Actos de Significado. Más allá de la Revolución Cognitiva. (2009) España: Alianza
editorial. (Pág.23)
2
Bruner, J. Actos de Significado. Más allá de la Revolución Cognitiva. (2009) España: Alianza
editorial. (Pág. 24)
logra reducir las posibilidades de elecciones alternativas. En relación a esta disposición,
la información solo se relaciona con el significado de forma similar a la de un
diccionario: accesión a la información almacenada persiguiendo un sistema de
codificaciones.

“El procesamiento de información tiene necesidad de planificación previa y reglas


precisas”.3

No es para nada sorprendente que se haya producido un desplazamiento de interés


que ha apartado la mente y el significado hacia los ordenadores y la información.

De forma temprana, la computación se transformó en el prototipo de la mente, y en


el espacio que se encontraba el concepto de significado se estableció el concepto de
computabilidad. Los procesos cognitivos se asemejaron a los programas que podían
efectuarse en un dispositivo computacional.

El lugar que ocupaban los estímulos y las respuestas, pasó a estar ocupado por la
entrada (input) y la salida (output).

“Los sistemas simbólicos que los individuos utilizaban al construir el significado eran
sistemas que estaban ya en su sitio, que estaba ya “allí”, profundamente arraigados en
el lenguaje y la cultura”.4

Según Bruner, la labor de los psicólogos radicaba en estudiar y analizar como los
individuos adquiría dichos sistemas, de qué forma los hacían suyos. Inclusive muchos
psicólogos (incluyéndose él mismo) se sentían atraídos hacia el estudio de la capacidad
innata y especifica del hombre para el lenguaje. Habiendo pocas excepciones (entre los
que se pueden destacar a Vygotsky) no se prestó particular atención al estudio del
lenguaje y su impacto que generaba sobre los seres humanos.

3
Bruner, J. Actos de Significado. Más allá de la Revolución Cognitiva. (2009) España: Alianza
editorial. (Pág. 25)
4
Bruner, J. Actos de Significado. Más allá de la Revolución Cognitiva. (2009) España: Alianza
editorial. (Pág.30)
De hecho, paso gran cantidad de tiempo, para que percibieran la significación de la
cultura para la adaptación y el funcionamiento del ser humano.

“No se trataba sólo del aumento del tamaño y potencia de nuestro cerebro, ni la
bipedestación y la liberación de las manos. Estos no eran más que pasos morfológicos
de la evolución que no habrían tenido demasiada importancia si no fuera por la
aparición simultanea de sistemas simbólicos compartidos, de formas tradicionales de
vivir y trabajar juntos; en una palabra, de la cultura humana”.5

La cultura se convierte en el factor principal a la hora de conformar la mente


humana, y en el centro de estudio de la psicología. Nuestro modo de vivir (adaptado
culturalmente) depende de una serie de significados y conceptos compartidos, los cuales
dependen al mismo tiempo de modalidades de discursos compartidas, sirviendo estas
para negociar las diferencias de significados e interpretaciones.

Esto generó, al mismo tiempo, la aparición de una “psicología popular”, quedando el


foco de estudio de esta en el análisis de la mente individual y colectiva de una
determinada sociedad. La “psicología popular” se encarga del estudio del conjunto de
creencias, deseos, intenciones y compromisos, esto hace que sea rechazada por la
psicología científica, alegando esta última que se centra mucho en los puntos subjetivos.
Observamos otro tipo de psicología y es la llamada “psicología cultural” que a
diferencia de la anterior, no se centra tanto en el estudio de la conducta sino de la
acción, sobre todo de la acción situada (situada en un escenario cultural determinado y
en los estados intencionales en constante interacción).

Bruner hace especial énfasis en la psicología cultural, planteando demostrar que las
verdaderas causantes de la acción humana son la cultura y la búsqueda de significado
dentro de esta.

Considero pertinente, antes de continuar, el planteamiento de la siguiente


interrogante: ¿Qué es la cultura? Para la respuesta ante tal interrogante, seguiré la línea
dl planteamiento realizado por Clifford Geerdz (antropólogo) quien la define como un
conjunto de signos y significaciones. Cada cultura construye símbolos y significados.

5
Bruner, J. Actos de Significado. Más allá de la Revolución Cognitiva. (2009) España: Alianza
editorial. (Pág. 30-31)
Vivir dentro de una cultura es vivir en un mundo de significaciones. De este modo
Geerdz discute las conceptualizaciones tradicionales del término cultura, quienes las
definen como “son las costumbres, tradiciones, maneras de vivir de una sociedad, que se
transmiten de generación en generación”.

El sustrato biológico, actúa como un impedimento o “restricción”. Las limitaciones


que vienen dadas desde la naturaleza humana constituyen retos a la invención cultural.
El objetivo es brindar las herramientas necesarias para superar tales restricciones,
atendiendo a la definición por él brindada en relación al término “herramientas”.

“Las herramientas de cualquier cultura pueden describirse como un conjunto de


prótesis mediante las cuales los seres humanos pueden superar, e incluso redefinir, los
«límites naturales» del funcionamiento humano”6

A través de esta definición, Bruner, plantea que todas aquellas herramientas, “cosas”,
objetos, que la cultura de un lugar determinado desarrolla, siempre se hacen en pro de
mejorar el desempeño de lo que queremos lograr. Por ejemplo, nosotros utilizamos
lentes gracias a que vivimos en la cultura Occidental, y ella nos ha proporcionado tales
objetos para mejorar nuestra visión. Las herramientas pueden ser inmateriales, por
ejemplo, y relacionándolo con la profesión docente, el apoyo emocional brindado por un
docente a un alumno, incentivándolo hacia el estudio. También pueden ser materiales
(tangibles) como por ejemplo un texto o una imagen que faciliten la compresión de la
temática abordada dentro del aula.

“En su hondo y reflexivo libro The Predicament of Culture, James Cliford señala que las
culturas, si alguna vez fueron homogéneas, han dejado de serlo, y que el estudio de la
antropología se ha convertido forzosamente en un instrumento para manejar la
diversidad”7

6
Bruner, J. Actos de Significado. Más allá de la Revolución Cognitiva. (2009) España: Alianza
editorial. (Pág. 39)
7
Bruner, J. Actos de Significado. Más allá de la Revolución Cognitiva. (2009) España: Alianza
editorial. (Pág. 44)
Frente a esto, si el conocimiento depende de la perspectiva desde la cual se lo
analice, Bruner plantea las siguientes interrogantes: ¿Qué pasa con la cuestión del
valor, con la elección de la perspectiva que uno hace? ¿No es más que una cuestión de
preferencias? ¿Son los valores únicamente preferencias? En el caso de que no, ¿Cómo
hacemos para elegir entre distintos valores? En torno a esta cuestión existen dos puntos
de vistas, erróneos, para decidir cuáles serán nuestros valores: racionalista e
irracionalista. Los racionalistas defienden un punto de vista que deriva de la teoría
económica, cuyo ejemplo más característico es la teoría de la elección racional. De
acuerdo con estos, nuestros valores se manifiestan a través de nuestras elecciones,
situación por situación, guiados siempre por modelos racionales.

En cambio, para los seguidores del enfoque irracional, ven a la cultura como una
fuente de aprovisionamiento, una especie de tienda de autoservicio de valores, entre los
que cada uno elige, en función de sus impulsos o conflictos individuales.

Bruner hace especial énfasis en la incorrecta interpretación de ambos puntos de vista,


expresando que los valores les sirven a los miembros de una cultura para llevar una
forma de vida de manera satisfactoria.

“Tanto en el enfoque irracionalista de los valores como el racionalista pierden de vista


algo que es crucial: el compromiso con «formas de vida» determinadas es inherente a
los valores, y las formas de vida, en su compleja interacción, constituyen una cultura. Ni
nos sacamos de la manga los valores en cada situación de elección que se nos plantea,
ni estos son producto de individuos aislados dotados de impulsos férreos y neurosis
apremiantes. Más bien, los valores son comunales y consecuentes desde el punto de
vista de nuestras relaciones con una comunidad cultural determinada. Cumplen
funciones en interés nuestro en el seno de esa comunidad”.8

A través de este fragmento se puede observar lo que hemos planteado anteriormente,


la forma de vida juega un papel importante en la conformación de los valores culturales,
pero estos a su vez no se deben ni se relacionan a los impulsos de los individuos frente a
determinadas situaciones, sino que son inherentes a las personas, ya vienen
incorporados con ella, en la forma de vida, por ejemplo, de su familia.

8
Bruner, J. Actos de Significado. Más allá de la Revolución Cognitiva. (2009) España: Alianza
editorial. (Pág. 46)
Todas las culturas se sustentan sobre determinados valores, que generan a su vez
características de vida.

Cuando estudiamos una cultura debemos tener la capacidad de construir el


conocimiento y los valores a partir de diferentes perspectivas, claramente, sin perder el
compromiso adquirido con los valores.

Aunque la psicología científica continúe descalificando los postulados de la


psicología popular, llegando inclusive a expresar que conceptos como “libertad” y
“dignidad”, propios del sistema de creencias de las culturas democráticas, son conceptos
ilusorios. Bruner expresa, que la psicología, adquirirá dentro de las distintas culturas,
una posición de supremacía, así como otras áreas intelectuales, cuando deje de
descalificar a la psicología popular de la gente corriente.

El punto de partida de la psicología debe encontrarse en las creencias de cada


cultura, haciendo posible que gran cantidad de gente viva junta, a pesar de los
sacrificios personales de cada uno. “La psicología popular necesita ser explicada, no
descalificada”.9

En resumen, el concepto fundamental de la psicología humana es el significado y los


distintos procesos y transiciones que se dan para lograr la construcción de dicho
significado.

En el segundo capítulo, titulado “La psicología popular como instrumento de la


cultura”, iniciando con la conceptualización de lo que él entiende por “psicología
popular”, definiéndola como un sistema a través del que la gente organiza sus
experiencias, conocimientos y transacciones en relación al mundo social.

Pero, la idea estructurante de este gran capítulo, está relacionada con la narración, los
componentes que integran esta, sus características y su importancia para la psicología
popular.

9
Bruner, J. Actos de Significado. Más allá de la Revolución Cognitiva. (2009) España: Alianza
editorial. (Pág. 49)
Los nuevos significados adquiridos por los individuos, utilizan como mecanismo
fundamental la narración. Tenemos que comprender la narración para darle sentido a
estos.

“Quizá su propiedad más importante sea el hecho de que son inherentemente


secuenciales: una narración consta de una secuencia singular de sucesos, estados
mentales, acontecimientos en los que participan seres humanos como personajes o
actores. Estos son sus componentes. Pero estos componentes no poseen, por así decir,
una vida o significado propio. Su significado viene dado por la lugar que ocupan en la
configuración global de la totalidad de la secuencia: su trama o fabula”.10

El acto de comprender una narración tiene una función dual: tenemos que percibir la
trama que conforma la narración para poder atribuirles un sentido a los elementos que la
componen, los que deben de tener cierta relación con la trama. Pero, asimismo, la
configuración de la trama, debe darse a través de la secuencia de acontecimientos.

Debemos poder establecer una relación entre acontecimientos, conceptos y


personajes, los cuales deben constituir una historia, una narración.

Otro elemento que caracteriza a estas narraciones según Bruner, es su


especialización en la elaboración de vínculos entre lo excepcional y lo corriente. La
psicología popular se centra en lo esperable, lo deseado, sin embargo, posee los medios
necesarios para que lo excepcional y lo comprensible se presenten dentro de la
narración.

“Así, aunque una cultura debe contener un conjunto de normas, también debe
contener un conjunto de procedimientos de interpretación que permitan que las
desviaciones de esas normas cobren significado en función de patrones de creencias
establecidos. La psicología popular recurre a la narración y la interpretación narrativa
para lograr este tipo de significados”.11

10
Bruner, J. Actos de Significado. Más allá de la Revolución Cognitiva. (2009) España: Alianza
editorial. (Pág. 60)
11
Bruner, J. Actos de Significado. Más allá de la Revolución Cognitiva. (2009) España: Alianza
editorial. (Pág. 64)
Esto se encuentra estrechamente relacionado con el carácter corriente o habitual de
las narraciones, pero, ¿Qué entienden las personas por habitual o corriente? Se refieren
a conductas que están incorporadas en la cultura, que “todos realizan por igual”, son
determinadas situaciones en las que si preguntamos ¿Por qué realizan dicha acción?
Recibiremos como respuesta “todo el mundo lo hace” o “es lo que se supone que hay
que hacer”. Por lo cual, lo excepcional sería lo contrario a lo corriente, las conductas
que “no realiza todo el mundo” sino que una persona o un conjunto de personas
determinadas, y que no están adquiridas por la cultura en la que se realizan.

“Si alguien entra a la estafeta de correos, despliega una bandera americana y empieza a
agitarla, nuestro interlocutor, desde su psicología popular, en respuesta a la pregunta
que nuestra perplejidad nos hace formularle, nos dirá que probablemente hoy se
celebra alguna fiesta nacional y que se le había olvidado, que tal vez alguna sociedad
benéfica de Correos está realizando una cuestación , o puede que sencillamente diga
que el hombre de la bandera es algún chiflado nacionalista cuya imaginación se ha
debido de ver inflamada por algo que haya leído en la prensa sensacionalista
matutina”.12

Estas historias parecen haberse formulado para dar una explicación a esta conducta
excepcional que se ha generado. Esto constituye un claro ejemplo de lo que expresaba
con anterioridad, lo excepcional es todo aquello que, dentro de esa cultura, no
constituye un comportamiento corriente. Dentro de la explicación de dicha acción, se
percibe por un lado el estado intencional en el protagonista (una creencia o un deseo) o
un elemento canónico de la cultura del individuo (una fiesta nacional, una cuestación o
el nacionalismo radical).

La psicología popular, a través de la historia se vuelve una herramienta para explicar


las cosas que salen de lo usual o de lo “socialmente aceptado”.

Bruner, basándose en el planteamiento de Bruke, plantea cinco elementos que deben


poseer las historias bien construidas: un Actor, una Acción, una Meta, un Escenario y
un Instrumento, a los que hay que agregar un Problema. El Problema radica en la

12
Bruner, J. Actos de Significado. Más allá de la Revolución Cognitiva. (2009) España: Alianza
editorial. (Pág. 65-66)
existencia de una perturbación entre cualquiera de los cinco elementos mencionados
anteriormente.

Narrar una historia nos obliga a optar por una postura, nos fuerza a tomar partido,
nos hace adoptar por una postura moral aun cuando esta sea contraria a las posturas
morales.

Los seres humanos aprendemos a través de narraciones, las cuales en algunas


ocasiones, pueden ser imaginarias (esto lleva a veces a la noción de relato).

La narración hace que lo excepcional sea comprendido, reitera las normas de la


sociedad, sin por eso volverse didáctica. Inclusive puede servir para enseñar, conservar
recuerdos o alterar el pasado. Esto puede tener relación con el papel importante que
asumen las narraciones dentro de la asignatura historia, las cuales constituyen la espina
dorsal de toda clase de dicha asignatura.

Las historias son mejor recordadas cuando incluyen un tinte de subjetividad de quien
las cuenta. Bruner menciona tres razones, por las cuales se da lo anterior: la primera, es
sencillo identificarse con las historia subjetivas, entrar en ellas, sentirse pertenecientes.
La segunda hipótesis establece la distinción que puede darse por parte del individuo
entre el narrador y la historia narrada. Todas las historias son realzadas por quien las
cuenta, son cambiadas, matizadas, sirviendo, por lo tanto, como un instrumento para la
negociación social. La tercera premisa de Bruner hace alusión a que es más “fácil” vivir
con interpretaciones diferentes de una historia, que con premisas definitivas.

Por último, dentro de este capítulo, Bruner establece el papel que juega la psicología
popular en la narración, y es el de “organizador de las experiencias”. Centrándose en
dos cuestiones que giran en torno a dicha temática: la elaboración de marcos o la
esquematización, y la regulación afectiva. La elaboración de maros sirve como medio
para construir el mundo, caracterizar su curso, dividir los acontecimientos que se dan
dentro de él. La forma típica de hacerlo es la narrativa, debido a que las historias que no
son narradas se pierden en la memoria de la sociedad. La experiencia y la memoria del
mundo social, constituyen un papel de gran importancia no solo por las concepciones
internas y narradas por la psicología popular sino que son apoyadas por las instituciones
históricas, debido a que sirven para la elaboración del pasado de dicha cultura.
Pero las narraciones no pueden ser reducidas a la trama o el dramatismo que estas
posean, sino que dependen en gran medida de las figuras literarias, como por ejemplo,
de las metáforas, la metonimia, la sinécdoque, la implicación. Sin estos elementos, las
narraciones pierden su poder para ampliar el horizonte de posibilidades.

Además, las narraciones deben ser concretas, deben referirse a una situación
particular.

Según Bruner, solo podremos comprender los principios que rigen la interpretación y
la elaboración de los significados, en la medida en que tomemos en cuenta y
entendamos el contexto que los rodea, el que atribuyen, al mismo tiempo, significados
específicos.

El tercer capítulo, denominado “La entrada en el significado”, el autor nos introduce


en las etapas infantiles, llevándonos a conocer la forma en la que se da inicio a nuestro
proceso de comunicación, y la capacidad que poseen los individuos para narrar y
brindar explicaciones acerca de los sucesos que se dan a nuestro alrededor.

Es precisamente en este capítulo en donde se encuentran las ideas estructurantes del


pensamiento de Jerome Bruner.

Debemos tener en cuenta, que los seres humanos, al interactuar, generan un sentido
de lo canónico, de lo adecuado y de lo ordinario, los cuales se constituyen en el “telón
de fondo” sobre el cual se puede crear el significado de lo inusual, de aquello que
presenta una desviación del estado “normal”, de lo excepcional en la cuestión humana.

Prosigue por hacer referencia a la “biología del significado”, esta denominación


puede considerarse contradictoria, debido a que todos sabemos que el significado es un
fenómeno en el que interviene la cultura, y cuya existencia depende, asimismo, de un
sistema previo de símbolos compartidos.

C. S. Peirce (filosofo) expresa que el significado depende no solamente de un signo


y de su referente sino que también necesita de un interpretante: una representación
mediadora del mundo en función de la cual se establece la relación entre el signo y su
referente.
“Recordemos que Peirce distinguía entre iconos, indicios y símbolos. Para él, el icono
tenía una relación de «parecido» con su referente, como en el caso de un dibujo o una
fotografía; el índice tenía una relación de contingencia, como la del humo con el fuego;
y el símbolo dependía de un sistema de signos en el que la relación de estos con sus
referentes es arbitraria y está gobernada únicamente por el lugar que aquellos ocupan
en el sistema, de acuerdo con el cual se definen qué es lo que «representan». En este
sentido, los símbolos dependen de la existencia de un «lenguaje» que contiene un
sistema de signos ordenado o gobernado por reglas”.13

El significado simbólico depende de la capacidad humana para interiorizar ese


lenguaje y utilizar su sistema de signos como interpretante de estas relaciones de
representación.

“La única forma en que podríamos concebir una biología del significado seria por
referencia a algún tipo de sistema precursor que preparara al organismo prelingüístico
para entrar en tratos con el lenguaje, algún tipo de sistema protolingüístico. Entenderlo
así sería equivalente a invocar lo innato, a decir que tenemos una capacidad innata para
el lenguaje”. 14

El lenguaje, que no es otra cosa que signos interpretados, requiere, por lo tanto, de
ciertos procesos de adquisición que llevan determinado tiempo.

Bruner plantea tres ideas en relación a la forma en que el niño adquiere el lenguaje:
la primera, se refiere al hecho de que el niño para la adquisición del lenguaje, necesita
de gran ayuda y debe de interactuar demasiado con adultos. El lenguaje es adquirido a
través de la utilización del mismo y no como mero espectador. “Estar «expuesto» al
flujo del lenguaje no es tan importante como utilizarlo mientras se «hace» algo”.15

La segunda conclusión, está relacionada con algunas funciones o intenciones


comunicativas, las cuales ya se encuentran instauradas en el niño desde antes de que
pueda manejar el lenguaje formal, a través del cual las podrá expresar lingüísticamente.

13
Bruner, J. Actos de Significado. Más allá de la Revolución Cognitiva. (2009) España: Alianza
editorial. (Pág. 83)
14
Bruner, J. Actos de Significado. Más allá de la Revolución Cognitiva. (2009) España: Alianza
editorial. (Pág. 83)
15
Bruner, J. Actos de Significado. Más allá de la Revolución Cognitiva. (2009) España: Alianza
editorial. (Pág. 84)
“Entre ellas habría que incluir, al menos, las de indicar, etiquetar, pedir y despistar”.16
Hay algunas habilidades que el niño ya posee desde antes de la adquisición del lenguaje
formal y que se incorporan al habla infantil una vez que esta se establece.

La tercera conclusión se refiere a que la adquisición del lenguaje es muy susceptible


al contexto; lo que quiere decir que, el niño es más capaz de captar las palabras y los
aspectos de la gramática cuando entiende el contexto en el que se las utiliza.

Llama considerablemente la atención, la forma en la que Bruner hace hincapié en las


características que los niños tienen antes de poder obtener un lenguaje, lo que el
denomina: protolingüísticas; es decir, características innatas que nos posibilitan el
desarrollo de un sistema de comunicación. Estas características innatas le facilitan al
niño a la hora de la adquisición de un lenguaje. No obstante, estas formas no
evolucionan en un lenguaje estructurado sino que son sustituidas por este. Lo que
delimita el orden en el que el niño va apropiándose del lenguaje depende de las
necesidades comunicativas de éste, o sea el impulso de construir narraciones.

Si es que existe un impulso constructor de narraciones, este debería tener cuatro


componentes gramaticales fundamentales: un medio que enfatice la acción humana, que
delimite los objetivos; una secuencia; una perceptibilidad para lo que es correcto y lo
que no; y por último, un narrador, una persona que se encargue de narrar dicha historia
al niño.

Bruner indica que las narraciones que se alejan del orden establecido por los cánones
sociales resultan las más interesantes para los niños, debido a que estas logran despertar
la imaginación y tienen el poder de producir narraciones en niños muy pequeños. Los
niños son expertos en hallar explicaciones a cosas que se salen de lo normal, inventando
relatos sobre ello.

Para Bruner, los niños aprenden haciendo, idea en la que concuerdo ampliamente
con el autor, debido a que todos nuestros alumnos, no pueden interiorizar conceptos,
ideas, dentro del aula, sino son participes de nuestra clase, y se comportan como meros
espectadores. Narrar eventos en el que los niños son protagonistas, agilizan el proceso
de aprendizaje del mismo, aprendiendo que lo que uno hace influye en la forma en que

16
Bruner, J. Actos de Significado. Más allá de la Revolución Cognitiva. (2009) España: Alianza
editorial. (Pág. 85)
uno cuenta lo que hace. A medida que va adquiriendo determinadas habilidades, el niño
aprende a utilizar otros instrumentos como por ejemplo el engaño, la adulación y demás
artimañas. Pero, asimismo, aprende gran cantidad de formas de interpretación,
desarrollando, gracias a esto, una empatía más fuerte. Y así poder ingresar dentro de la
cultura humana.

“Las historias hacen de la «realidad» una realidad atenuada. En mi opinión, los niños
están naturalmente predispuestos a comenzar sus carreras como narradores con ese
espíritu. Y nosotros los equipamos con modelos y procedimientos para que
perfeccionen esas habilidades. Sin ellas nunca seríamos capaces de sobreponernos a los
conflictos y contradicciones que genera la vida en sociedad, y nos convertiríamos en
incompetentes para vivir dentro de una cultura”.17

Si bien hay un cuarto capítulo titulado “La Autobiografía del Yo”, en el cual Bruner
se concentra en la definición de lo que conocemos como “el Yo”, dando un salto desde
el tema que venía tratando para hablarnos de las diferentes formas que se han utilizado a
lo largo de la historia para definir las características humana

En resumen, el pensamiento de Bruner se estructura en torno a tres ideas


fundamentales con relación al aprendizaje: atribución de un sentido y significado
(relación con el hoy) lo cual ayuda al niño a comprender (esto no es sinónimo de
aprender); el lenguaje (el pensamiento se estructura a través de palabras, del lenguaje),
este debe ser claro, preciso, debe estar contextualizado, teniendo que ser rico y variado;
por último, está implícita la noción de Andamiaje (un saber que nos permite construir
otro saber).

Por lo tanto, para Bruner, el aprendizaje es un acto que tiene que tener un significado
y un sentido. Si el contenido que se está transmitiendo no tiene ni sentido ni significado
el niño no aprende.

17
Bruner, J. Actos de Significado. Más allá de la Revolución Cognitiva. (2009) España: Alianza
editorial. (Pág. 107)

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