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UNIVERSIDAD NACIONAL PEDRO RUIZ GALLO

FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS


ADMINISTRATIVAS Y CONTABLES

ESCUELA PROFESIONAL DE ECONOMÍA

“Políticas económicas de 1960-2016”

Escribe tu monbre…………….

Escribe tu código………….

Asesor:

León de la Cruz

Política económica

Lambayeque – Perú.

Mes julio 2018


El desarrollo de políticas económicas en el Perú desde 1960-2016 representa, la

actuación de los personajes de gobierno y entes representativos en la decisión del

crecimiento y desarrollo del país. Ya sea positivo como el crecimiento sustancial en los

últimos años, o negativo como el mal manejo de las políticas económicas en del siglo

XIX. Todo eso trae consigo repercusiones que cada gobierno que entra tiene que

afrontar, como lo que transcurre desde los inicios de los 60, los déficits fiscales, las

deudas a los organismos multilaterales, las políticas heterodoxas, políticas monetarias,

etc. Esto ha servido de experiencia para que en la actualidad se conozcan los

mecanismos de defensa ante crisis fiscales, monetarias, cambiarias, externa o de alguna

otra índole, que permite hasta hoy mantener una estabilidad y solidez macroeconómica

que beneficie en el desarrollo de este pueblo peruano.

Toda esta historia de aplicación de políticas económicas tiene características

diferentes, el cual al analizarla por decenio nos permitirá tener una visión y punto de

partida de un comienzo en la decisión de un ente ante la respuesta para salvaguardar tal

estabilidad.

Si comenzamos hablando del decenio de 1960-1970, las políticas aplicadas

tanto fiscales como monetarias, se reducen a un solo factor, el de reducir la inflación, el

cual permita que se genere movimiento y competitividad en nuestro país. Las

principales políticas establecidas durante este periodo fue el de la contribución al

desarrollo de la inversión en la industria, el comercio, la agricultura, ganadería y la

pesca. Por una parte, se encontraba la inversión privada, con pocos incentivos y la

pública, que pretende como política económica de aplicación, utilizar el aumento del

gasto de gobierno, es decir el estado quería tener un rol más preponderante en la

economia con la finalidad de apoyar al desarrollo de la inversión, el estado decidió ser

empresario, siendo para muchos en esos tiempos una decisión importante. Pero, si el
estado entra como un empresario a invertir, ese aumento de gasto se traducirá en un

mayor déficit fiscal, el cual en ese entonces dio como consecuencia. La búsqueda de

poder financiar ese déficit fiscal, hizo que aumentara la presión tributaria, pero para ese

entonces, la recaudación fue insuficiente. La otra opción que se tomo es por el lado de la

política monetaria, aumentando la emisión primaria, trayendo consigo la financiación

externa e interna, y una devaluación de la moneda nacional. Generando un aumento de

precios, ante esto el BCRP dejo en parte la ayuda de emitir dinero y en vez de eso se

optó por una política de ajuste el cual consistía en la reducción del gasto y un aumento

de los impuestos, contribuyendo a que en el año 1970 disminuya la inflación, logrando

que los indicadores económicos generen confianza para el crecimiento. En ese decenio

también se contribuyó en gran medida al impulso de la reforma agraria, aunque su

impacto no fue significativo.

En los siguientes años, se aprecian dos fases, la primera corresponde a los años

setenta y ochenta con una disminución continua del PBI per cápita, y otro de

restablecimiento que se inicia en 1993. La administración de la política económica ha

ejercido un papel fundamental en esta historia, determinado por un constante cambio de

tendencias. Si bien han existido fases de modernización económica y reformas, durante

los años 1950-2000 el Perú ha estado sumiso a extensos periodos de militarismo,

populismo e intervencionismo estatal. Esto ha llevado a que la economía peruana haya

sido considerablemente volátil y por consiguiente las tasas de crecimiento hayan sido

mínimas.

El papel del Estado como empresario fue considerado decisivo por el

Gobierno para la transformación de las estructuras económicas y sociales. Una de las

medidas más importantes fue la expropiación de varias empresas extranjeras como,

por ejemplo: La International Petroleum Company (IPC), que unida con la Empresa
Petrolera Fiscal (EPF), dió origen a PetroPerú, también se creó MineroPerú a partir

de la expropiación de los depósitos de cobre de Cerro Verde de la Southern Peru

Copper Corporation(1972).

En 1971 se estableció el control estatal de la comercialización de las

exportaciones pesqueras (La Ley de Pesquería), obligando a la disminución

progresiva del capital extranjero en este sector e instituyó las bases de la intervención

de los trabajadores. En 1973, el sector pesquero pasó a manos del Estado, fundando

Pescaperú para la producción y Epchap para la comercialización. En el ámbito del

sector financiero, el Gobierno tomó control de tres bancos extranjeros (el Banco

Comercial, el Banco Internacional y el Banco del Progreso), incautó el Banco

Popular y obligó a los empresarios italianos del Banco de Crédito a vender sus

acciones a inversionistas peruanos. Hacia 1975, el Estado ejercía un papel central en

la minería, el petróleo, la pesca, la electricidad y los ferrocarriles, y tuvo una gran

intervención en el sector financiero y la comercialización de exportaciones.

Esto generó que el capital extranjero disminuya del 21% al 8% del PBI a

mediados de los años 70 por dos motivos primordiales, el primero sería que si las

empresas estaban en propiedad de manos extranjeras podría producirse un proceso de

descapitalización y el segundo que estas empresas extranjeras llegarían a dominar el

mercado.

Por otro lado, el Estado impuso leyes que cambiaron notablemente las

relaciones entre el capital y el trabajo. La Ley de Reforma Industrial dictó el

establecimiento de “comunidades industriales” en las empresas manufactureras. La

comunidad industrial era representante de los trabajadores y tendría cada vez mayor

participación en la propiedad, la gestión y las utilidades de la empresa. Esta ley

también implantó que el capital extranjero en las empresas manufactureras debía irse
reduciendo gradualmente, así como la creación de un nuevo tipo de asociación entre

el Gobierno y las cooperativas de trabajadores, que se llamaría “propiedad social”.

Más adelante, este concepto de comunidades de trabajadores o comunidades

laborales fue extendido a los sectores minero y pesquero. La reforma agraria fue una

reforma importante que implementa Velasco con el fin de lograr un desarrollo

económico sostenido y una mejor redistribución de la riqueza. En 1968, la

agricultura representaba el sector más importante en términos de volumen de fuerza

laboral. Sin embargo, gran parte del sector era muy poco productivo, y tanto el sector

como el área rural en general se encontraban “sistemáticamente descuidadas”. La

política del Estado peruano había dejado de lado al sector agrícola. En las décadas de

1950 y 1960, por ejemplo, se habían aprobado leyes de fomento del desarrollo en los

sectores de la minería, la manufactura, los hidrocarburos y la electricidad, mas no

para el desarrollo de la agricultura, y los gobiernos habían aplicado controles de

precios a los alimentos para favorecer a los sectores urbanos, afectando seriamente la

rentabilidad en el sector agrícola. Por otro lado, la tierra se encontraba altamente

concentrada, y se tenía conocimiento del despojo de ésta de varias comunidades por

parte de algunos hacendados.

Se consideraba entonces importante reformar el sector agropecuario con el

fin de mejorar los niveles de productividad y producción en el sector. La reforma

agraria postulaba la su reestructuración mediante la creación de un ordenamiento que

sustituya el latifundio y minifundio elevando los ingresos de los campesinos. Entre

1969 y 1980, las familias beneficiarias por la reforma llegaron a casi 399.756, que

representaban el 39,2% de las familias campesinas.

La producción para el mercado interno también sufrió un estancamiento.

Por otro lado, aunque casi 400.000 familias fueron beneficiadas por la reforma, el
impacto en la distribución de la riqueza no fue muy significativo: solo el 1,5% del

ingreso nacional, y la redistribución solo favoreció a los agricultores ricos. Esto se

debió a que solo el 39% de las tierras fueron afectadas por la reforma agraria y a que

hubo mucha desigualdad en la distribución geográfica y calidad en las tierras.

Además de estas reformas estructurales, el Gobierno profundizó la política de

sustitución de importaciones. Tras el crecimiento de la manufactura en los años

sesenta, algo que se consideraba un éxito relativo de la política de mayores aranceles

de Belaunde, Velasco continuó (y profundizó) la política, haciendo suya la antigua

doctrina de sustitución de importaciones de la Cepal. Tal como sostiene, la

importancia de estas restricciones no tenía comparación con otros episodios de

nuestra historia, debido a la porción del comercio exterior afectada por las

restricciones, la variedad de instrumentos, el número de organismos del Gobierno

comprometidos en su administración y la complejidad del sistema. El Gobierno

impuso varias restricciones a las importaciones, tales como el otorgamiento de

licencias para importaciones, el monopolio de importación para el Estado y varios

mecanismos que limitaban el acceso a moneda extranjera a los importadores, además

de controles de cambio.

El Gobierno otorgó subsidios a exportaciones no tradicionales y redujo los

aranceles a los insumos y materias primas utilizados por la manufactura nacional y

por las empresas estatales. Esta política no tuvo los efectos esperados en el largo

plazo. El crecimiento de la manufactura fue en promedio lento durante los gobiernos

de Velasco y Morales Bermúdez. Entre 1968 y 1980, la producción manufacturera

creció en 3,8% por año. Esta tasa de crecimiento fue bastante menor que la

experimentada en los años cincuenta y en los sesenta.


Algunas exportaciones mostraron un crecimiento bastante alto. En

consecuencia, la estrategia de desarrollo de Velasco no llevó a un incremento total del

volumen de las exportaciones. Fue gracias al aumento de los precios de las materias

primas que el valor de las exportaciones aumentó significativamente hasta 1974. Los

primeros años del gobierno militar se caracterizaron por el crecimiento significativo del

gasto público. El Gobierno aplicó una política fiscal expansiva con el fin de dinamizar

la demanda interna, elevar la rentabilidad de las empresas y contribuir al mantenimiento

de la base social del Gobierno a través de mayores salarios y empleo. En el caso del

Gobierno central, el crecimiento del gasto se produjo sobre todo en lo referente a la

inversión pública. En soles constantes de 1994, la inversión pública creció en 19% en

1969, luego de caer sucesivamente en 1967 y 1968

Luego, creció en 20% en 1970, 16% en 1971, 9% en 1972, 18% en 1973, 57%

en 1974 y 12% en 1975. El consumo público, por su parte, siempre creció a una tasa

entre 5% y 7% en el período 1968-1975. El Gobierno entonces incurrió en déficits

fiscales a partir de 1971; y en 1972 y 1973, superaron el 1,6% del PBI. Este aumento

del déficit fiscal contribuiría a los desequilibrios externos de finales de la década, pero a

principios de los años setenta contribuyeron a la dinamización de la economía. En este

contexto internacional y con la política fiscal expansiva, se produjo un rápido

crecimiento de la inversión y de la producción nacional. La tasa de inversión aumentó

de solo 13% del PBI en 1968 a 23% en 1974. Entre 1968 y 1974, la inversión bruta fija

creció en 15,3% por año, debido sobre todo al crecimiento de la inversión pública:

creció en 22% por año en el mismo período, mientras que la inversión privada lo hizo

en 13% por año. En particular, entre 1973 y 1975, la inversión pública mostró una tasa

de crecimiento bastante alta. En estos años, la inversión privada también creció a tasas
altas, pese a las reformas de la propiedad en diversos sectores y a la mayor participación

de los trabajadores en el manejo y las utilidades de las empresas.

La tasa de crecimiento del producto bruto interno aumentó de 0,4% en 1968 y

3,9% en 1969 a 6,2% en 1970, y se mantuvo por encima del 4% entre 1973 y 1975. El

crecimiento se dio en gran parte en los sectores orientados al mercado interno. Entre

1968 y 1975, la manufactura no primaria creció en 7,5% por año, mientras que las tasas

de crecimiento de construcción y comercio fueron de 10,2% y 6,9%, respectivamente.

Estos sectores crecieron más rápidamente que la producción total, la cual creció en

5,4% promedio anual. Por el contrario, el sector agropecuario solo creció en 2,5% por

año, la minería solo en 1% por año y la pesca cayó en 12,5% por año.

El financiamiento del déficit se produjo con endeudamiento interno y externo.

La deuda pública externa aumentó de 788 millones de dólares en 1968 a 1190 millones

en 1972, luego se duplicó en los siguientes dos años y se triplicó hacia 1976, llegando a

un total de 3554 millones de dólares a finales de 1976. Con la creciente deuda pública,

los intereses aumentaron de 1,1% del PBI en 1970 a 4,1% en 1977, lo que a su vez

agravó el problema del déficit fiscal.

El déficit de en cuenta corriente de la balanza de pagos comenzó a aumentar a

partir de 1973, debido al crecimiento de las importaciones. En 1975 se alcanzó el déficit

más alto en la cuenta corriente (15.4 por ciento del PBI) que, ante la retracción de los

mercados internacionales, ocasiono una pérdida de reservas internacionales de US$ 402

millones. En 1974, las reservas internacionales equivalieron a aproximadamente 4.6

meses de importaciones; un año más tarde después de la disminución de las reservas

internacionales, pasaron a representar sólo 1.6 meses.

A partir de la segunda mitad de los 70, empieza el proceso de ajuste, que, con

ayuda del FMI, y los elevados precios internacionales contribuyeron a minimizar el


déficit y disminuir la inflación, aplicándose medidas en el sistema tanto fiscal como la

reducción de las cuentas corrientes de la balanza de pagos como monetarias

provenientes de fijación de tasas de interés para atraer ahorro e inversión. Llegando a

los 80 a tener un PBI real de 167 596 millones de dólares a precios del año 2007.

Entre 1980 y 2006 pueden distinguirse dos grandes periodos. El primero, entre

1980 y 1990, de un creciente déficit fiscal, así como del coeficiente de deuda pública/

PBI; el segundo, entre 1990 y 2006, de disminución del déficit fiscal promedio y del

coeficiente deuda/ PBI (ver ilustración 1)

Ilustración 1. Déficit fiscal del SPNF y deuda pública externa (porcentaje del PBI)

Fuente: BCRP, MEF. Elaboración: Waldo Mendoza y Karl Melgarejo.

Sin duda, los años 80 constituyen el periodo de crisis más grave que se ha

registrado en el Perú. Existen factores que evidencian el porqué de estas crisis; el

primero es el shock externo, producto de la crisis internacional de endeudamiento,

segundo el estancamiento del sector exportador generado por el fenómeno del niño y

por último la inestabilidad e incoherencia de la política económica.

Sus principales manifestaciones incluyen, en primer lugar, el deterioro de los

términos de intercambio, reduciendo las cotizaciones de los productos de exportación.

Más la coyuntura internacional poco propicia de las materias primas desalentó la


inversión. La crisis internacional de la deuda dificulto la captación de nuevos préstamos.

En el cual los pagos internacionales de la deuda externa superaron los desembolsos,

mermando las reservas brutas del BCR en $323 millones de dólares de 1986 y $ 266

millones de dólares en 1987. La deuda llego a pasar de 848 millones de dólares en 1987

a 1934 millones de dólares en 1982. Siendo agravada por el aumento de las tasas reales

de interés internacionales.

Todos estos factores hicieron que el PBI real promedio del 86-90 llegue a ser

negativo en 1.6, la inflación pase a 1990 en 7 649.7%, la moneda pierda su valor en 4

574, el Banco Central tenga una emisión primaria de 5214%, dificultando los términos

de intercambio y aumentando el déficit de cuenta corriente. Ante estos resultados, la

nueva política económica explicada a través del programa heterodoxo, pierde su valor,

no por ineficiente, sino por no tener una meta a media plazo. Terminando este decenio

con ciertos problemas fiscales, monetarios, cambiarios.

El decenio de 1990, se aplican políticas fiscales pro cíclica para los primeros 5

años como respuesta, ante los problemas causados en el periodo anterior. los casos de

las privatizaciones, la apertura al libre mercado, la atracción de inversión extranjera

permitió terminar tal crisis. En una primera etapa, el gobierno genero importantes

superávits, cuando la economia estaba en ciclo recesivo (1990-1993). Sin embargo, el

año 1995, cuando el ciclo económico favoreció las cuentas del gobierno, se registró

déficit. En tanto, se observa una posición contra cíclica en el nivel del gobierno central

entre los años 1996- 2001. En los primeros tres años de este periodo, se registraron

superávits primarios estructurales, tiempo en que el ciclo fue favorable. Mientras que

en los años 1999- 2001, la caída en la dinámica del producto estuvo acompañada de

déficit primarios estructurales.


Este decenio se caracteriza por la aplicación de reformas estructurales y de

estabilización. Con estas reformas se buscó brindar un marco institucional estable, con

base en criterios de mercado, para mejorar la eficiencia y aumentar el ahorro,

estableciendo las condiciones para un crecimiento sostenido de largo plazo.

Por el lado monetario, se centró en un único objetivo: alcanzar la estabilidad de

precios. Asimismo, a diferencia de periodos anteriores donde primo el uso de

instrumentos directos (elevados encajes, control de tasas de interés, créditos al gobierno

y a la banca de fomento y coeficientes de cartera de colocaciones de la banca), la

política monetaria empezó a basarse en el uso de instrumentos indirectos como, la tasa

de interés de referencia, el tipo de cambio al dejarla que el mercado los determine.

Como resultado se obtuvo que la inflación se redujese de 7650 por ciento a 6

por ciento en 1998. A fines de 1998, las reservas internacionales netas del Banco

Central de Reserva ascendieran a US$ 9.2 mil millones, luego de haber sido negativas

en US$ 105 millones en julio de 1990. La tasa de interés activa pasara de 6911 por

ciento a 37 por ciento en 1998, contribuyendo a la estabilidad y crecimiento del país.

Para el último decenio según el banco mundial la economía peruana ha

presentado dos fases diferenciadas de crecimiento económico. Entre 2002 y 2013, Perú

se distinguió como uno de los países de más alto dinamismo en América Latina, con

una tasa de crecimiento promedio del PIB de 6.1 por ciento anual. La presencia de un

entorno externo favorable, políticas macroeconómicas prudentes y reformas

estructurales en diferentes áreas crearon un escenario de alto crecimiento y baja

inflación. El sólido crecimiento en empleo e ingresos redujo considerablemente las tasas

de pobreza. La pobreza (US$5.5 por día con un PPA del 2011) cayó de 49.9 por ciento

en el 2004 a 26.1 por ciento en el 2013. Esto equivale a decir que 5.6 millones de

personas salieron de la pobreza durante ese periodo. La pobreza extrema (US$3.2 por
día con un PPA del 2011) disminuyó de 28.4 por ciento a 11.4 por ciento en ese mismo

periodo.

Posteriormente, entre 2014 y 2017, la expansión de la economía se desaceleró,

principalmente como consecuencia de la caída del precio internacional de

los commodities, entre ellos el cobre, principal producto de exportación peruano. Esto

generó una contracción de la inversión privada, menores ingresos fiscales y una

desaceleración del consumo. Así, en los últimos cuatro años, el PIB registró un

crecimiento promedio de 3.1 por ciento. Dos factores atenuaron el efecto sobre el

producto de este choque externo, permitiendo que, aunque más lentamente, el PIB siga

aumentando. Primero, la prudencia con la que se habían manejado en años previos tanto

la política fiscal, como la monetaria y cambiaria. Esto permitió, por un lado, sobrellevar

la caída de los ingresos fiscales sin ajustes drásticos en el gasto, y por el otro, contar con

las reservas internacionales para permitir un ajuste ordenado del tipo de cambio.

Segundo, el aumento de la producción minera, debido a la maduración de los proyectos

que se habían gestado durante los años de auge, lo que impulsó las exportaciones y

contrarrestó la desaceleración de la demanda interna. En este contexto, el déficit por

cuenta corriente disminuyó rápidamente, de 4.8 por ciento del PIB en 2015 a 1.3 por

ciento en 2017. Las reservas internacionales netas se mantuvieron en un nivel estable y,

a marzo de 2018, ascienden a 29 por ciento del PIB. La inflación general promedio se

situó en 2.8 por ciento en 2017, dentro del rango meta del Banco Central.

Como parte del ajuste, en los últimos años el déficit fiscal se ha venido

incrementando y cerró en 3.2 por ciento del PIB en el 2017. El mayor déficit proviene

de una disminución en los ingresos producto de los menores precios de exportación y la

desaceleración económica, y un incremento en los gastos recurrentes durante años

recientes, especialmente en el caso de bienes y servicios y salarios. A pesar de ello, con


24.7 (9.4) por ciento del PIB, la deuda pública bruta (neta) del Perú sigue siendo una de

las más bajas de la región.

Para el 2018, se espera una aceleración del PIB basada en el aumento de la

inversión privada, principalmente minera, ante la recuperación parcial del precio de

los commodities. También se espera un mayor impulso de la inversión pública, a través

de la ejecución de las obras de reconstrucción de los daños causados por el Fenómeno

del Niño y la vinculada a los Juegos Panamericanos que el Perú albergará en el 2019,

así como con la aceleración de grandes proyectos de infraestructura. En este contexto,

se anticipa que este año el déficit fiscal alcanzará un pico, para que a partir de 2019 se

inicie un proceso de consolidación fiscal que permitiría una convergencia relativamente

rápida hacia un nivel de 1 por ciento del PIB en el 2021.

Las proyecciones de crecimiento son vulnerables a los impactos externos en

relación con los precios de los commodities que Perú exporta, una mayor desaceleración

del crecimiento de China, la volatilidad de los mercados de capital y la velocidad del

ajuste de la política monetaria en los Estados Unidos. La economía está además

expuesta a riesgos naturales, incluyendo fenómenos climáticos recurrentes como El

Niño. Por otro lado, para incrementar el crecimiento de largo plazo, se requiere de

reformas estructurales y fiscales que liberen la productividad, reduzcan la informalidad,

y mejoren la eficiencia de los servicios públicos.


Referencias bibliográficas
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