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Ficha de apoyo académico

Asignatura: Trabajo Social III


UNLu: Luján 2016
Autora: Verónica Badano1

“Aportes de la dimensión operativo-instrumental en la construcción de


diagnósticos situacionales”2

“[…] comprender integralmente significa afirmar la necesidad

de transformar radicalmente.” (Tonet; 2010: 25)

Introducción

Este escrito tiene como objetivo identificar los aportes de la metodología de la investigación en
Ciencias Sociales en el proceso de construcción de diagnósticos situacionales, específicamente
en el marco de la asignatura Trabajo Social III.

Reconociendo a las dimensiones teórico-metodológica, operativo-instrumental y ético-políticas


como constitutivas del ejercicio profesional del Trabajo Social, se avanza en el documento
sobre sus implicancias a la hora de construir el marco teórico, el problema social y su
operacionalización.

La dimensión teórico-metodológica refiere a las concepciones que subyacen a las


intervenciones de los profesionales, son los fundamentos, tesis o hipótesis, que se tiene sobre
la realidad y que motivan una determinada acción. Estas concepciones intentan explicar qué es
la realidad, qué es la sociedad, por quiénes está compuesta y cuáles son sus características
ontológicas, qué el Trabajo Social, la cuestión social, etc., generando acciones consecuentes

La dimensión operativo-instrumental permite la puesta en acto de aquellos fundamentos, a la


vez que las técnicas e instrumentos mismos con que se lleva adelante el ejercicio profesional o
pre profesional son parte de cierta concepción sobre la profesión, la realidad, etc. El concepto
de instrumentalidad desarrollado por Guerra (2009), es pensado desde la perspectiva histórico-
crítica, como la capacidad potencial que tiene cierta acción, con ciertos recursos y una
determinada direccionalidad para lograr un objetivo. La idea de pensar en procesos de
instrumentación de ciertos recursos y no en la aplicación de técnicas al estilo “caja de
herramientas”, remite a la posibilidad de replantearse ante cada instrumento o medio de

1 Técnica Universitaria en Minoridad y Familia de la UNLu, estudiante avanzada de la Lic. En Trabajo


Social de la UNLu, en proceso de elaboración del Trabajo Final de Graduación “La construcción de
estereotipos de género femeninos y masculinos en canciones de cumbia y folclore”. Colaboradora de la
asignatura Trabajo Social III en dicha carrera. Integrante del equipo técnico en el Servicio Local de
Promoción y protección de derechos de Niños, Niñas y Adolescentes de Gral Rodríguez y en el equipo de
la Casa de Abrigo “Trébol de cuatro hojas” de Luján.

2 Se agradece la revisión y corrección realizada por la Dra. Laura Massa a la presente ficha de apoyo
académico.

1
conocimiento/intervención profesional él “para qué” de su utilización. La propuesta desde el
enfoque ontológico es transitar desde una racionalidad formal abstracta (que aplica técnicas de
forma irreflexiva, apriorística y sistemática) hacia una crítico-dialéctica (Oliva: 2007), que
reflexione y resignifique ciertos instrumentos y recursos de acuerdo a las condiciones objetivas
y particulares de una situación que requiere ser modificada.

Por último, la dimensión ético-política refiere a cómo el análisis teórico de los valores que
orientan la praxis de la humanidad se objetiva en una acción transformadora de la realidad. La
unidad entre ética y política, dice Barroco (2003: 234): “… se hace efectiva en el campo de los
conflictos, de la oposición entre proyectos sociales, caracterizándose por la organización
colectiva de la lucha entre ideas y proyectos que contienen valores y una dirección ética”.

Aquí lo político es entendido en término de las acciones que realiza un colectivo (actores de un
territorio junto a la unidad de gestión, por ejemplo) en vistas a construir y disputar el poder
necesario para hacer viable cierto proyecto o acción en particular. Estas acciones llevan
implícitas ciertos valores: autonomía, libertad, emancipación, dominación, participación
controlada o emancipatoria, dependencia, etc., que le dan direccionalidad, y se encuadran en
un determinado horizonte de sociedad.

Los aportes operativos provenientes de la metodología de la investigación en Ciencias Sociales


que se presentan en este trabajo materializan un proceso de decisión ético-político, que son
recuperados y resignificados en el marco de la construcción de diagnósticos situacionales en la
asignatura Trabajo Social III, teniendo en cuenta el carácter eminentemente interventivo del
Trabajo Social

1. Aportes de la investigación en Ciencias Sociales a la construcción de diagnósticos en


TSIII

A la hora de construir un diagnóstico y proponer una forma de abordar un problema social se


transitan en el Trabajo Social procesos que remiten a la investigación en Ciencias Sociales. Estos
son recuperados por el Trabajo Social para poder desarrollar acciones o intervenciones
argumentadas científicamente, y no sobre la base del sentido común. La investigación en
Ciencias Sociales es, siguiendo a Sautú (2001: 182):

“…una forma de conocimiento que se caracteriza por la construcción de evidencia empírica elaborada a
partir de teoría aplicando reglas de procedimientos explícitas. En su contenido la investigación es
temporal-histórica, es acotada y acumulativa, está sujeta a inexactitudes y, por lo tanto, es parcial o
totalmente refutable.”

Se presenta a continuación la explicación de cada criterio de cientificidad planteado por la


autora, en relación a la construcción de diagnósticos.

- la construcción de evidencia empírica: se refiere a la recolección de información a partir de


de indicadores cuali y cuantitativos que permitan argumentar - o no- la necesidad de
desarrollar un proceso de intervención en un escenario específico.

- la utilización de teoría: permitirá ampliar y profundizar la mirada sobre ciertos aspectos de la


realidad para poder organizar, describir y jerarquizar la información recabada. Todo esto, a su

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vez, contribuirá a explicar cómo y por qué se construyó determinado “problema social” y no
otro, qué forma tiene, cuál es la situación problemática en la que se inscribe, etc.

- se realiza una delimitación histórico-espacial: a partir de la cual la forma en que se define,


construye y aborda un problema social está vinculada indefectiblemente con un aquí y ahora
histórico, con una intersección entre coyuntura y estructura que evidencia las tensiones
eminentemente políticas en la que se prioriza un problema y no otro, se organizan ciertos
grupos, recursos, instituciones, espacios para abordarlos, y no otros. A su vez, los conceptos y
explicaciones con las que se construye cierto problema social refieren a marcos teóricos y
perspectivas históricas y políticas, las cuales –a su vez- se crearon en un determinado período
histórico como consecuencia de ciertas relaciones de fuerzas entre perspectivas o teorías en
pugna por dar sentido, orientar recursos, privilegiar miradas particulares en detrimento de
otras.

- se trata de una investigación acotada y acumulativa: acotada en términos de que la


explicación y caracterización del problema que se dé en un determinado contexto de
intervención no implica su generalización a otros territorios, actores, instituciones, etc. En este
sentido, la investigación en el marco de la construcción de un diagnóstico lo que hace es
producir “conocimiento situacional”. Esa particularidad implica la mediación entre la situación
singular que se transita y las categorías universales que ayudan a comprender la permanencia
o regularidad de ciertos procesos de desigualdad bajo diferentes formas (aspecto fenoménico).
Es acumulativa, en tanto que, para dar cuenta de la existencia de un problema se debe
ahondar en todo lo escrito hasta el momento, las disciplinas que lo abordaron, las formas que
se propusieron para hacerlo, y se resignifican en un contexto particular. Si bien la información
que provee un diagnóstico no constituye teórica en sentido puro, sí implica un análisis
particular de ciertas categorías teóricas que permiten caracterizar y explicar un escenario
específico.

- está sujeta a inexactitudes: a errores, ya sea que estos estén contenidos en los marcos
teóricos sobre los que se basan las investigaciones, o sobre la forma en que se recaba la
información. También podría ser que un diagnóstico tome de forma acrítica una demanda
institucional y se limite a reproducir los abordajes rutinizados. Por otra parte, puede darse la
elaboración de un diagnóstico situacional completo y riguroso, pero cuya utilización como
insumo de trabajo se prolongue en el tiempo, sin contemplar los cambios en las relaciones de
fuerzas que se dan en el escenario, las diferentes coyunturas, etc. Es por entender que la
realidad es dinámica y cambiante que la construcción del conocimiento en los diagnósticos sea
siempre situacional.

- es parcial o totalmente refutable: esto, refiere a la investigación en ciencias sociales en tanto


búsqueda permanente y acumulativa de conocimiento, sujeto a la contrastación empírica. En el
caso de los “problemas sociales”, estos enunciados deben poder ser argumentados en función
de la evidencia empírica que indique su existencia, pero no es su finalidad contrastar una teoría
o un concepto teórico. Desde la perspectiva ontológica, la construcción de conocimiento
apunta a reconstruir el movimiento que lo real toma en una situación concreta:
espacio/territorio, tiempo/coyuntura, actores y sus relaciones. En otras palabras, la
“cientificidad” de la información construida estará vinculada al grado de aprehensión

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(descripción, explicación) de la realidad, no al grado de adecuación o alejamiento a una teoría
previa.

Como se ha indicado, los criterios de investigación en el campo de las Ciencias Sociales


contribuyen al proceso de investigación que se realiza en el marco de la construcción de
diagnósticos situacionales. No obstante, es necesario señalar ciertas diferencias entre ambos.
Una de las principales diferencias que se observa entre la definición antes citada de
investigación y aquella que se lleva a cabo en la materia refiere a al peso que tiene la
dimensión ético-política en el momento de construcción de conocimiento. La distinción no
refiere a la inexistencia de dicho aspecto en la metodología de investigación, sino que esa
dimensión no se explicita ni se juzga como un valor central en juego en el campo de las ciencias
sociales. La dimensión ético política refiere a los “valores sociales que de un modo u otro
contribuyen para reproducir proyectos sociales más amplios, que se van configurando como
oposición o afirmación de la moral dominante.” (Barroco; 2003: 237).

La escasa o nula referencia a esta dimensión implica un posicionamiento político, ya que la


mejor forma de hacer política conservadora, siguiendo los aportes de Netto (2002), es diciendo
no me interesa la política o con eso yo no me meto. No se trata de objetividad o asepsia por
parte de los investigadores/profesionales, sino que la no explicitación de la dimensión política
da cuenta de cierto conservadurismo presente en cómo se entiende la construcción de
conocimiento en las ciencias sociales. A su vez, si la forma en que se conoce no es neutral
tampoco puede serlo la forma en que se interviene, y esto atañe de manera directa a las
formas de intervenir que se legitiman desde dicho campo, así como los límites y posibilidades
reales de transformación de las situaciones de desigualdad.

Ahora bien, dentro de la planificación estratégica, la investigación o construcción de


conocimiento situacional, se materializa en el momento explicativo. De acuerdo a Massa (2012:
18) este momento:

“hace referencia al proceso de descripción, sistematización y análisis teórico y empírico del ‘problema’,
los factores que lo producen, los sujetos afectados y los distintos actores que están involucrados en el
escenario de su definición o atención. El ‘producto de este momento es el diagnóstico’”.

Acorde con esto, el “diagnóstico” no será entendido en el marco de esta materia como una
instancia previa a la intervención, ni como un momento de clausura en el proceso de
conocimiento, sino que, por el contrario, es una herramienta que sintetiza el conocimiento
alcanzado por los estudiantes luego de sucesivas instancias de recolección de información,
búsqueda y lectura bibliográfica, priorización de información, toma de decisiones, etc. Esta
instancia de síntesis -siempre parcial- recupera el proceso de reflexión-acción llevado adelante
por los estudiantes desde el momento en que estos inician el proceso de prácticas. Esto incluye
el momento de su aproximación a campo, las sucesivas interacciones con los actores, las
problematizaciones, la generación de acuerdos, etc., dando lugar a una elaboración que, con
sustentos teóricos y empíricos, de cuenta de las características y explicaciones por las cuales se
puede argumentar que cierto problema social se materializa en un tiempo y espacio
determinado.

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En todos estos casos se puede ver cómo ni los conceptos claves, los indicadores, las técnicas de
recolección de información, ni la intervención misma, pueden ser definidos a priori por el
investigador. Cuando Mallardi (2012: 20) dice “las preocupaciones metodológicas son
determinadas en relación con el objeto concreto” explicita el hecho de que en el ejercicio
profesional es lo real concreto, la cosa misma, la que irá condicionando los procesos de
intervención, intelectivos de análisis, organización de la información, construcción de evidencia
empírica, etc.

Así, los estudiantes a partir de la realización de diversas técnicas de conocimiento y la


construcción de viabilidad podrán conocer la situación problemática y proponer un abordaje
pertinente. Si entendemos a la realidad de forma compleja, dinámica, contradictoria, no
pueden planificarse las actividades de recolección de información de forma unilateral –por el
equipo de gestión-; o realizar el “proceso de inserción” sin desarrollar actividades de
construcción de viabilidad, que requieren de planificación, comunicación, acuerdos entre ellos,
los referentes institucionales y/o aquellos actores claves del escenario en que se desarrolla el
proceso de intervención (en este caso, pre-profesional). Pensar que se puede saber de
antemano qué medios utilizar para conocer o intervenir sobre la realidad es anteponer el cómo
conocer al qué conocer, implica entender a la realidad de forma estática. Y es lo que se conoce
con el nombre de apriorismo metodológico que consiste en definir cómo conocer algo antes de
delimitar que es y para que quiere hacerse; o bien, se define cómo se va a abordar una
situación antes de conocer “la cosa misma”.

Por último, en el marco de la planificación estrategia situacional y de la perspectiva ontológica,


el diagnóstico no es una instancia aséptica de observación y conocimiento, sino que debe
considerarse el peso ético-político que adquiere el mismo. Se trata de un instrumento político
en tanto, su intervención en un escenario disputa el poder (sobre cómo definir y abordar un
problema, con qué recursos, etc.), explicita tensiones, intenta generar alianzas, y puede
posibilitar u obturar la visibilización de un problema que estaba naturalizado al poner en
tensión los instituidos y las posibilidades instituyentes.

2) Momentos del proceso de construcción de diagnóstico/conocimiento situacional


en la materia Trabajo Social III

Teniendo en cuenta la necesidad de desarrollar los procesos de investigación en Ciencias


Sociales para la construcción de diagnósticos situacionales, es necesario explicitar que los
mismos se configuran en el marco de la planificación estratégica situacional, entendida como
aquella estrategia que antecede y guía la acción. En el desarrollo del proceso de planificación
estratégica se identifican cuatro momentos: explicativo, normativo, táctico-operativo y
estratégico (sobre este aspecto temático ver Massa, 2012; Mallardi, 2013), uno de los cuales, el
momento normativo, es el que tiene como producto la realización de diagnósticos.

2.1) Primeras delimitaciones conceptuales

2.1.1 Tema de investigación/ área temática

El tema o área de investigación en Ciencias Sociales es el encuadre más amplio en el que se


moverán todas las acciones del investigador (lecturas, análisis, preguntas problematizadoras,

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etc.). Su selección se vincula a criterios diferentes, ya sea que se trate de construcción de
conocimiento situacional para intervenir o de una investigación desligada de un contexto que a
corto plazo requiera ser modificado.

El área temática, como el gran “paraguas” en el que se enmarcará una investigación (pj.
“salud”, “niñez”, “género”) requiere de una retroalimentación entre las preguntas –motivadas
por el trabajo de campo, los intereses del investigador, las demandas/priorizaciones de los
actores en campo, etc.- y la búsqueda, lectura bibliográfica y selección de marcos teóricos o
referenciales. Este movimiento permitirá tomar decisiones sobre aquellos conceptos, técnicas y
valores con los que se delimitará progresivamente la situación problemática sobre la que se
encuadrará el problema social que se construirá.

No se pueden estudiar de forma simultánea todas las facetas de un objeto teórico, sino que a
partir de la selección del área temática se delimita progresivamente aquello que será el núcleo
del análisis y el posterior despliegue de alternativa para abordarlo. Esta desagregación y
especificación sobre un área temática tendrá lugar, considerando la investigación en ciencias
sociales, luego de la indagación y construcción del “Estado del Arte”. Para las tesis, trabajos de
graduación, proyectos de investigación, etc., el Estado del arte o de la cuestión, es la instancia
en que se recupera todo lo escrito sobre hasta el momento: sus definiciones, estudios
empíricos vinculados, información estadística, artículos científicos, entre otros. Si bien este no
es un elemento requerido de forma explícita para la elaboración del diagnóstico, se encuentra
-en parte-contenido en la construcción del área temática, el cual expresará la búsqueda y
selección crítica de diversos marcos normativos y conceptuales.

En el marco del proceso de prácticas que se desarrolla en la materia, esta delimitación


conceptual y territorial –necesaria para la construcción del diagnóstico- se realiza de manera
simultánea al acercamiento a campo.

2.1.2 Sobre los criterios de selección del tema

La elección del tema de investigación en ciencias sociales, en aquellas instancias en las que el
proceso de conocimiento no tiene objetivos de intervención a corto plazo, está condicionado,
de acuerdo con Dei (2006), por: el conocimiento e interés del investigador en el tema, la
disponibilidad y capacidad de compresión de fuentes primarias y secundarias de información y
el grado de dificultad del cuadro metodológico general, éste debe estar al alcance de los
conocimientos del investigador.

En el caso de los diagnósticos situacionales y/o proyectos sociales, el área susceptible de


intervención está más relacionada a la particularidad que se da entre:

-el área programática (o “campo de intervención”) en el que se enmarcan las instituciones, pj


salud, educación, vivienda, “población beneficiaria”, la dimensión y características del territorio
en el que se desarrolla el ejercicio (pre)profesional, son todos elementos que encuadran todo
el espectro de aspectos materiales y simbólicos en los que esa institución - o conjunto de
instituciones en un territorio- puede intervenir en un territorio.

-los actores presentes en el territorio y sus relaciones de fuerza

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-las demandas de los diferentes actores presentes en el escenario

-y la posición estratégica que el profesional pueda tomar para desarrollar viabilidad en sus
distintas dimensiones.

Todos estos elementos determinarán la elección del área temática, el cual a su vez
condicionará la forma en que se organice, jerarquice y valore la información y la evidencia
empírica que se construya.

Mientras que a la hora de realizar una investigación prima el interés del investigador para la
elección del tema, en el caso de la construcción de diagnósticos –desde la planificación
estratégica situacional- se presenta la tensión existente entre: la autonomía relativa del
profesional/estudiantes y las demandas históricas dadas a la profesión. O sea que los acuerdos
y negociaciones que se lleven adelante entre el profesional y el conjunto de actores del
territorio constituirán un criterio de importancia a la hora de seleccionar el área a intervenir.
Por otra parte, estos acuerdos redundarán en las posibilidades de ampliar los márgenes de
autonomía del profesional y la capacidad de hacer posible una alternativa de intervención.

2.1.3 Conceptos ordenadores

Siguiendo a Cora Escolar (2000):

“Los conceptos ordenadores tienen una función de búsqueda de relaciones posibles, para lo cual deben
desarticularse de los corpus teóricos de los cuales provienen. A partir de la desarticulación conceptual se
trata de hacer una lectura problematizadora del concepto, tanto en su contenido como en sus relaciones
y jerarquías con otros conceptos.” (Escolar; 2000: 181)

Por medio de estos conceptos puede configurarse una descripción articulada del área temática,
que los vincule y establezca relaciones, abriendo interrogantes/problematizaciones fundadas.
Estos conceptos son, a su vez, “objetos teóricos preconstruidos” que deben ser analizados en
su historicidad y en su complejidad, o sea: debe identificarse el devenir histórico que tuvo el
concepto (qué actores motivaron su uso, con qué objetivos lo hicieron, cuáles son sus límites y
posibilidad respecto de otras categorías teóricas, qué tensiones políticas conlleva su utilización,
etc.)

Para su presentación escrita es importante hacer hincapié en el desarrollo progresivo y


exhaustivo de los desarrollos teóricos que se consideren pertinentes. Desarrollo progresivo
refiere a la correcta desagregación de los temas, desde el más amplio y general hacia el más
específico. A su vez, es preciso relacionar el “área temática” más general con otras que, a partir
del trabajo de campo, se tensiona/vincula/relaciona/etc. Pj: niñez y educación---Niñez:
diferentes momentos de la niñez, diferentes teorías y/o disciplinas que intervienen en ella.---
Educación: primaria/secundaria, pública/privada, estilo pedagógico, problemáticas
relacionadas, etc.

El área temática como paraguas conceptual es de gran importancia para avanzar en la


delimitación conceptual y empírica de aquello que luego se convertirá en el problema social.
Este es una síntesis de aspectos objetivos y subjetivos de la desigualdad estructural que
atraviesan ciertos actores en un territorio específico, se relaciona con el área temática en tanto
esta última se constituya en una herramienta para realizar aproximaciones que contribuyan a

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una reconstrucción integral de la situación que transitan los actores. En una primera instancia
el área aporta una mirada general para ordenar, jerarquizar y comprender el territorio, sus
actores, etc. Luego, a través de las observaciones que se realicen en campo, el área tendrá que
aportar insumos que delimiten la situación problemática que se atraviesa, permitiendo la
elaboración de un marco teórico que dé cuenta de la particularidad en la que se inscribe dicha
situación. De esta manera, en función de la evidencia empírica relevada y las
categorías/conceptos que se hayan utilizado para pensar la situación problemática, sumado a
las regularidades y tendencias y su cuestionamiento/problematización, la viabilidad, etc., se
procederá a la formulación del problema social.

2.1.4 Preguntas de investigación

Las preguntas de investigación son aquellos interrogantes que motivan la investigación y que
deberán ser respondidos a lo largo del proceso de conocimiento. Estas preguntas pueden
referir al área temática, a su vinculación con otras áreas, a los conceptos que están incluidos en
esa área, a los aspectos de algunos conceptos contenidos en él, etc. En general se trata de
preguntas de conocimiento que van acotando su alcance, y ampliando su profundidad, a
medida que se avanza en la lectura bibliográfica y la construcción del marco teórico.

Las preguntas de investigación en el marco de la construcción de diagnósticos están orientadas


a la problematización de las regularidades y tendencias. En tanto, “la subjetividad no es una
interioridad autónoma (…) subjetividad es algo que se expresa en la medida en que se
relaciona con la objetividad” (Tonet; 2010: 20), las preguntas de investigación han de
permitirnos, además de acercarnos a la lógica de los actores del territorio, cuestionar las
explicaciones de la realidad que ellos dan, pensar el por qué de la forma de nominar ciertos
problemas en el ámbito académico, institucional, territorial, etc. O sea que los conceptos
ordenadores del área temática seleccionada serán insumos para la crítica/problematización del
sentido común de los actores y del propio profesional.

2.2 Mapeo de actores y regularidades y tendencias

Sobre la dimensión teórica del cómo se concibe a los actores sociales, cómo son sus vínculos,
cómo son los territorios en los que transitan, se deben recuperan los aportes de Catenazzi
(2009), Massa (2013), Merklen (2002) y Abramovich (2006), todos autores presentes en la
bibliografía obligatoria de la materia.

Esa concepción se materializa en el ejercicio profesional por medio de la reconstrucción


analítica de una “situación”, que se define por la posición que en un escenario específico tiene
un sujeto y su acción (Mallardi: 2012). En términos metodológicos, es el Mapeo de Actores la
herramienta que nos permite dar cuenta de la acción de los sujetos inmersos en aquel
escenario que queremos diagnosticar. El mapeo de actores nos permite visibilizar los actores
presentes en el escenario, sus vínculos, sus capacidades, racionalidades, sus necesidades,
intereses, jerarquizaciones, acciones realizadas sobre aquellas situaciones que priorizan como
problemas, etc. Para sistematizar el conocimiento adquirido a lo largo del trabajo de campo
sobre los actores se utiliza el siguiente cuadro 3:

3 Elaborado por el equipo docente de la asignatura Trabajo Social III

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Actor/ Rol/función/ Pedido/demanda/ Explicación que Tipo de Problematizac
informan posición interés dan al relación ión
te clave pedido/demanda con otros
/ interés actores

Las columnas están organizadas de forma que, al completarlo, se puedan visualizar aspectos
más relevantes para la identificación de cada uno: nombre y su rol o función, ya que como dice
Coraggio (1996: 15) se debe poder “discriminar entre agentes concretos y posiciones en las
estructuras […] en tanto la acción social a proponer deberá actuar sobre y con los primeros”.
Esta distinción debe explicitarse para no dar por sentado que ciertos roles o tareas conllevan
cierto poder para la toma de decisión, ya que esta puede no coincidir con el poder real que
dichos actores tienen en ese contexto específico.

Luego, se identifican los pedidos/demandas, intereses o problemas/problemáticas que


enuncian como prioridad los actores, y las explicaciones que le dan a las mismas. Es importante
aclarar que dichas verbalizaciones constituyen aspectos subjetivos de la situación problemática
que deben ser problematizados y analizados. Recuérdese aquí también las palabras de Mallardi
(2012: 32) sobre el hecho de que:

“…una explicación situacional debe ser capaz de articular los factores causales objetivos (…) las
apreciaciones subjetivas (…) la acción que realizaron en el proceso analizado, las cuales son tensionadas
por un continuum de transformación-reproducción”.

Aquí el autor suma un eje de análisis que, aunque no esté incorporado en la grilla, es
importante que sea tenido en cuenta a la hora de proponer un abordaje, y esto es que se debe
conocer cuáles fueron las acciones que “se dieron” los actores para cambiar esa situación
considerada negativa. Este conocimiento permitirá identificar la permeabilidad o receptividad
que se tiene para ciertas propuestas, historizar cómo se fue pensando y abordando cierta
situación considera negativa por los actores del territorio, conocer los vínculos que dicha
acción generó entre ellos, los límites y posibilidades presentes para acompañar una propuesta
nueva o una que ya se implementó, etc.

La columna “tipo de relación con otros actores” es importante para reconocer tanto los
vínculos entre los actores de una organización institucional, como entre los de una y otra
organización, elemento que el equipo técnico debe reconocerlos en vistas a proponer, reforzar,
mantener relaciones entre actores diversos con el objetivo de dar viabilidad a la intervención
que se quiere llevar adelante.

Sobre la problematización, se les propone a los estudiantes que, las expresiones de los actores
y las observaciones que se hayan registrado en campo, se pongan en tensión con datos
provenientes del marco teórico, se identifiquen contradicciones, ya que “problematizar es
cuestionar y reformular, y a la vez es un proceso de búsqueda de relaciones posibles”
(Zemelman 1987 en Cora Escolar 2000: 181). Cuestionar las verbalizaciones de los actores es
necesario ya que remiten a construcciones del sentido común que naturaliza y remiten a lo
fenoménico desconociendo los aspectos estructurales de lo real. Se trata de recuperar la voz de
los actores atendiendo a los procesos de naturalización presentes en sus explicaciones.

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Las regularidades y tendencias, por su parte, son aquellos indicadores, observaciones y
verbalizaciones que se registran de forma frecuente a lo largo de la intervención y que
proveerán insumos para ir circunscribiendo la situación problemática. Es importante analizar
los registros de campo, los análisis y planteos que se tienen del marco teórico construido, y el
Mapeo de Actores, para dar argumentos cuantitativos y cualitativos sobre la existencia de un
problema y no de otro, y sobre el por qué se intervendrá sobre él.

Las preguntas a la qué debería responder esta instancia serían: ¿con qué frecuencia se visualizó
el indicador “x” en campo? ¿Cuántos actores mencionaron la ocurrencia de la situación “y” en
la institución? Aunque el “problema” “a” es el que mayor nivel de ocurrencia tuvo en función
de los indicadores observables y las verbalizaciones de los actores, ¿es viable intervenir sobre
él? ¿Con quienes deberíamos hacerlo? ¿De qué forma debemos proponer/presentar este
“problema” para que sea viable su intervención? La viabilidad que se construyó hasta el
momento, ¿permite la intervención sobre esta situación? ¿Con quienes deberíamos sostener
nuevos acuerdos, potenciar lo que se viene trabajando?

Estas preguntas van ampliando la mirada desde la situación que se va delimitando


progresivamente como necesaria de abordar hacia la consideración sobre la viabilidad como
categoría fundante para llevar adelante una propuesta de abordaje.

El Mapeo de Actores, con la consecuente caracterización de sus intereses, inquietudes y


demandas; la identificación de Regularidades y Tendencias, y la construcción de viabilidad para
hacer posible una acción o un conjunto de acciones remiten, también, a la decisión política y
estratégica de incorporar a los actores concebidos como sujetos de derechos, activos en la
disputa del poder y necesarios para llevar adelante un proyecto social, en una realidad que se
presenta como diversa y cambiante debido a que con ello expresa la desigualdad estructural
que la configura.

2.3) Problematización y construcción del problema social

2.3.1 Proceso de problematización

Es importante que a partir del conjunto de preguntas formuladas en el Mapeo de Actores, en el


cuaderno de campo, en taller y en los diversos trabajos grupales, se realice un listado completo
y se discriminen entre aquellas preguntas de conocimiento y las de problematización.
Recuerden que las primeras son preguntan que no generan un ruptura o tensión entre posturas
o conceptos sino que implican la ausencia de información sobre cierto aspecto. Las segundas,
son preguntas que desnaturalizan los argumentos de los actores y los ponen en tensión con
marcos teóricos, con fuentes de datos sobre la problemática, etc. Como dice Grassi (1995: 34):

“Problematizar el ‘problema’ que viene dado al trabajo social (para constituirlo en el objeto de la
práctica profesional), quiere decir formularse preguntas, buscar múltiples definiciones y reconocer los
sujetos de éstas y los argumentos que sostienen (explícitos o implícitos), buscar relaciones entre
fenómenos, etc. a partir de los cuáles un acontecimiento o conjunto de acontecimiento deviene
“problema” que demanda algún tipo de intervención (o solución)”

La demanda institucional no debe ser el determinante de las intervenciones, preguntarse


sobre: el devenir histórico de esa demanda o problema planteado, su origen, los actores que lo

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pusieron en agenda, los cambios que tuvo su definición o abordaje a lo largo de la historia, su
abordaje desde otras actores y perspectivas, la identificación del poder que se disputa cuando
se discute el contenido de dicho problema; por qué se plantea esa demanda y no otra, cuáles
han sido las configuraciones que han visibilizado determinadas demandas e invisibilizado otras,
etc., son elementos útiles y necesarios para sostener un proceso reflexivo que no tome la
demanda de forma acrítica y que sea capaz de reconstruir la complejidad. A su vez, la
utilización de la técnica del Mapeo de Actores contribuye a ampliar la mirada sobre los actores
intervinientes en la priorización del aspecto de la realidad sobre el que se intervendrá.

Si bien se requiere que las preguntas de conocimiento sean recuperadas en futuras


interacciones o encuentros, el hecho de estar entrando en el proceso de construcción del
problema social requiere de la identificación de aquellos elementos comunes a las preguntas
formuladas. Estos elementos comunes deberían proveernos de evidencia empírica
(observaciones, registros, diálogos, expresiones) que den cuenta de la existencia singularizada
del problema en el aquí y ahora del territorio o escenario concreto en el que se desarrollan las
prácticas pre profesionales.

Puede ser de utilidad agrupar las problematizaciones de diferente forma: en función del
concepto ordenador al que refieren, en función del grado o nivel de ocurrencia con que se
visualizó en campo aquello de lo que trata la pregunta, en función de aquello que se
problematiza, en función del grado de amplitud o abstracción que tiene su planteo, etc.
También es una opción válida la graduación en términos de generalidad y concreción, o sea, ir
de las preguntas más amplias y abarcativas a las más acotadas y específicas.

En cualquier caso, debe ser posible identificar las categorías teóricas o conceptos que las
vinculan y la evidencia empírica que sustenta. Es de importancia recordar que cuando se habla
de evidencia empírica no alcanza solamente con el registro de verbalizaciones sobre las
percepciones, valores, explicaciones de los actores, ya que de basarse el problema social en
esto aspectos “subjetivos” se estaría tomando la demanda de los actores sin identificar los
aspectos objetivos que dan lugar a dichas apreciaciones. En el mismo sentido, siguiendo a
Mallardi (2012):

“el análisis de la subjetividad…implica pensarla en relación directa con las relaciones de producción y la
inserción de los sujetos en las distintas clases sociales existentes...-ya que-los procesos de alienación y de
reificación, repercuten directamente sobre las visiones y representaciones que poseen los trabajadores
acerca de sí mismos y su entorno inmediato.” (Mallardi; 2012: 32-33)

Las explicaciones que los actores hacen de su situación están indefectiblemente atravesadas
por los procesos de naturalización de la vida social que se singularizan en su vida cotidiana.
Estos procesos contribuyen a que el aspecto fenoménico de la situación invisibilice parte o
todo el origen estructural –genosituacional- de la misma.

2.3.2 Situación problemática

Para poder identificar y redactar la situación problemática que da lugar a la construcción de un


problema social en un espacio y tiempo particular se debe tener en cuenta, que la situación es
donde:

11
…acción y situación conforman un sistema complejo con el actor. La realidad adquiere el carácter de
situación en relación con el actor y a la acción de éste. Por eso, una misma realidad es al mismo tiempo
muchas situaciones, dependiendo ello de cómo está situado el actor y cuál es su acción” (Matus, 1980
en Mallardi 2012:13)

O sea que en una situación se encuentran el profesional, los referentes y demás actores
presentes en el territorio con sus intereses, objetivos, recursos, relaciones de fuerza (tensión,
cooperación, etc.). Pensar en términos de complejidad implica dejar de lado una concepción
estática y rígida de los problemas sociales y pensar en definir, analizar y abordar situaciones
problemáticas. Desde la perspectiva adoptada en la asignatura, para intervenir es necesario
comprender a los llamados “problemas sociales” como manifestaciones de la cuestión social
que sintetizan un conjunto de desigualdades (políticas, económicas, culturales, etc.). Este
conjunto de dimensiones o aspectos se implican mutuamente entre sí y dan cuenta de la
contradicción fundamental que le da origen, la relación capital-trabajo. El proceso analítico –no
real- de desagregación en área, situación, problema, factores, implica desarrollar en cada
momento un análisis de situación (incluyendo la identificación de aspectos subjetivos y
objetivos) que recupere la particularidad o coyuntura en la que se enmarcan el territorio y sus
actores.

En relación a cómo pensar la redacción de la situación, es necesario realizar-siguiendo a


Mallardi (2012: 46)- dos procesos:

“en primer lugar, realizar una descripción con la mayor precisión posible de la población afectada por la
situación problemática y, en segundo lugar, visibilizar como esta situación se está manifestando en el
cotidiano de esta población.”

En cuanto a la descripción de la población es preciso identificar criterios cantidad de personas


afectas, edad, sexo, zona geográfica, relación con el proyecto, pertenencia a grupos religiosos y
culturales específicos, nivel de ingreso, etc. Sobre la forma en que la situación afecta la vida
cotidiana de los actores es de importancia remarcar de qué manera, en qué aspecto de su vida
y cómo esto impide u obstaculiza el alcance de la satisfacción ampliada de sus necesidades.

2.3.3 La construcción del problema

En relación a la forma de pensar la construcción de problemas, desde la metodología de las


ciencias sociales, los problemas científicos son “una dificultad que no puede resolverse
automáticamente, sino que requiere una investigación conceptual o empírica” (Bunge; 1972 en
Sierra Bravo 2002: 195). A lo que Sierra Bravo (2002: 107) agrega:

“la dificultad en el problema puede ser teórica o práctica; del orden del conocimiento o del orden de la
acción, las dos grandes modalidades de la actividad humano”

Mientras en la metodología de la investigación la construcción del problema y la superación de


la dificultad cognoscitiva son el horizonte de las acciones que lleva adelante el investigador, lo
específico en dicha construcción se vincula a la intervención sobre la situación que se identifica
como negativa. El carácter interventivo de la profesión lleva a pensar la construcción de
problemas sociales orientados a su modificación/cambio/transformación. No se realiza un
diagnóstico con el fin único o prioritario de construir conocimiento situacional, sino que este
conocimiento se vuelve un insumo en el proceso de intervención (ya sea en el contexto de

12
prácticas o en el ejercicio profesional en sí) para: identificar los actores vinculados al problema,
argumentar por qué se intervendrá sobre ese problema, sentar las bases para evaluar los
resultados alcanzados y argumentar cuál es la alternativa de intervención más viable para
modificar la situación negativa construida.

Un problema social es un fragmento de un aspecto de una manifestación de la cuestión social.


Esto significa que un problema social no ha de ser considerado como una entidad escindida de
los problemas económicos, políticos, culturales, etc., que llevan a la ocurrencia de la situación
que el problema intenta enunciar. Sino que, por el contrario, el problema es:

“un enunciado que está asentado sobre un inacceso que contiene en sí mismo el sujeto de nuestra
intervención pero que se elabora a partir de acervos teóricos-científicos, los cuales le dan un carácter
técnico y a la vez general, deslindando su existencia a la responsabilidad de los sujetos que padecen esa
situación de inacceso” (Massa; 2014: 10)

Un problema social sintetiza ciertos aspectos de una desigualdad estructural que se describen y
explican en un espacio y tiempo determinado. Es la explicación y argumentación (teórica y
empírica) que del problema se haga lo que evidenciará su anclaje o desvinculación en la lucha
por el acceso a la reproducción ampliada de la vida.

Se evidencia, una vez más, en la distinción realizada, el papel que juega la dimensión ético-
política en la construcción de problemas. En la metodología de la investigación no se explicitan
las condiciones que tiene el investigador a la hora de seleccionar un área y construir un
problema, en términos de lo que -si se quiere- constituye una “agenda académica” que permite
estudiar ciertos temas y otros no. Esta agenda está vinculada al rol de las ciencias sociales a la
hora de construir hegemonía en el campo de las políticas públicas, y de cómo los consensos
generados en estos ámbitos político-académicos repercuten en la forma en que se piensa y se
interviene sobre la realidad. Ni los temas de investigación, ni los métodos usados a tal fin son
neutrales, no se puede pensar/sentir/estudiar desde ningún lado. Las acciones/opciones
realizadas en el marco de la construcción de conocimiento sintetizan condiciones y opciones
ético-políticas.

Sobre la forma que asume la redacción de los problemas sociales, Escalada (2007:3) dice que
“se formula como una situación negativa actual (…) es un enunciado (…) no requiere de la
explicitación de sus causas o determinantes…”. Es dable aclarar que un problema enunciado
como problema social no necesariamente implica la relación entre dos variables, cuestión que
es propia de la formulación de problemas de investigación.

Ello remite a que, en estos casos se estaría planteando como variable independiente una
variable/concepto que puede ser una de las causas. Por ejemplo, en la siguiente formulación
de problema social:

¿Cómo se relaciona la escasez de establecimientos educativos públicos con el alto porcentaje


de niños no escolarizados de 7 años de edad en la población del barrio X en el año X?,

Aquí se está enunciado que, habiendo considerado distintas causas para dar cuenta de ¿Por
qué hay un alto porcentaje de niños no escolarizado?, la “escasa presencia de establecimientos
educativos” es la causa más valorada sobre otras. Siguiendo a Escalada (2007: 3): “la

13
formulación del problema no requiere de la explicitación de sus causas determinantes”. A su
vez, esa idea lleva a pensar que la explicación de los problemas es unicausal, cuando en
realidad, se entiende que los problemas son efectos de múltiples causas que en última
instancia tienen un origen común, la contradicción fundamental entre capital y trabajo. La
desagregación del conjunto de factores que provocan la ocurrencia de cierto problema es un
aspecto central a la hora de explicar por qué y cómo cierto problema existe en un tiempo y
espacio determinado.

En suma un problema social se formula:

“como un enunciado, como una frase que expresa una situación negativa actual; no se formula como
ausencia de solución, ni en referencia a situaciones futuras o probables”. (Massa; 2014: 15)

Este enunciado desnaturaliza una situación de desigualdad en el acceso a la satisfacción de


cierta necesidad que atraviesa un grupo social determinado. Se trata como “problema social”
aquel que se constituyó en parte de la agenda pública y esto se evidencia, siguiendo a Massa
(2014), tanto en los actores que asumen la responsabilidad de su atención o los reclamos de
efectivización, como en los documentos nacionales e internacionales que dan cuenta de los
derechos y obligaciones que sobre ese problema corresponde al Estado y demás actores
sociales.

Hasta aquí se avanzó sobre el proceso de delimitación que lleva de la problematización de las
regularidades y tendencias hacia la situación problemática, y de esta a la construcción del
problema social. En adelante, será preciso argumentar teórica y empíricamente la existencia de
dicho problema, para esto se necesita describirlo y explicarlo (características, causas y efectos)
y explicitar la evidencia empírica que se tiene para argumentar la necesariedad de intervenir
sobre él.

2.4) Descripción y explicación del problema

2.4.1 Marco teórico

En la metodología de investigación de las Ciencias Sociales la teoría cumple un papel


fundamental para construir lo que se llama el “problema u objeto de estudio”. Este “objeto” se
elabora a partir de un marco teórico que se enmarca en una determinada teoría, así, el fin
último de ese proceso de conocimiento y construcción de evidencia empírica es la ratificación o
rectificación de los principios de la teoría en la cual se enmarcó la construcción de dicho
“objeto”.

Desde la perspectiva ontológica, los aportes de todas las teorías son válidos –en un diálogo
plural pero no ecléctico4- en la medida que permitan recuperar la particularidad de cierta
manifestación de la cuestión social en el aquí y ahora. Es la realidad la que orienta la selección
de unos conceptos y no otros para dar cuenta de sus aspectos fenoménicos y genéticos. No se
trata de que la evidencia empírica valide o no la teoría, sino de que la evidencia contribuya a
4 El pluralismo entendido como diálogo o debate entre teorías es válido en la medida que no se concilien
contribuciones teóricas con concepciones opuestas sobre conocimiento, la realidad, el hombre, la
sociedad, etc. Este es el caso, por ejemplo, del funcionalismo y el marxismo, en donde la tensión entre la
armonía del organismo y la lucha de clases impide la construcción de planteos comunes con algún grado
de coherencia, cayéndose en un eclecticismo radical.

14
reconstruir de forma cada vez más acabada, con mayor profundidad y precisión cómo y por
qué se da aquella situación negativa que motiva una intervención. En palabras de Tonet (2010:
15), quien retoma a Netto (1989), existen dos perspectivas en relación al proceso de
conocimiento:

“…en la primer perspectiva, la reflexión teórica construye el objeto mientras que en la segunda ésta
“reconstruye el proceso del objeto históricamente dado””

En síntesis, en la construcción del marco teórico en los diagnósticos de la materia Trabajo Social
III, las categorías teóricas utilizadas permiten construir, ordenar y jerarquizar la información
necesaria para luego argumentar empíricamente y teóricamente la existencia de un
determinado problema.

El área temática, como se dijo más arriba, requiere de una síntesis de los acervos teóricos y
conceptos ordenadores vinculados a las primeras instancias de trabajo de campo, primeras
entrevistas, y delimitación progresiva del área más general sobre la cual intervenir. El marco
teórico, por su parte, implica una síntesis que condense la explicación del problema social
construido, su vínculo con el área temática más general, las definiciones conceptuales y/u
operacionales de las variables/conceptos centrales, la explicación de sus causas -¿por qué
ocurre ese problema?- y sus consecuencias- que efectos tiene ese problema. Todos estos
elementos deben articularse coherente y críticamente, intentando reconocer las implicancias
políticas de su selección entre otros marcos teóricos.

Sobre este punto es necesario recordar los criterios de citas y tipos de discurso (directo e
indirecto) necesarios para desarrollar la síntesis o integración conceptual de los conceptos
ordenadores seleccionados. Subtítulos específicos, graduación temática, pertinencia directa
con el problema de investigación, sus causas, efectos, factor crítico, dimensiones, indicadores
son elementos que se valoran a la hora de organizar la información y darle sustento teórico-
empírico al problema construido.

Este marco teórico permitirá transitar el proceso de operacionalización del problema social en
dos aspectos: por una parte, desagregando las múltiples determinaciones que lo constituyen
(las cuales se expresan como causas y efectos) y, por la otra, permitiendo identificar las
dimensiones, variables e indicadores para abordar el problema social.

2.4.2 Las determinaciones del problema social: “causas y efectos”

Habiendo desarrollado el Mapeo de Actores, las Regularidades y Tendencias y construido el


enunciado que sintetiza un “problema social”, llega el momento de argumentar en términos
descriptivos y explicativos qué características toma ese problema en el aquí y ahora de un
territorio específico y cuáles son las causas que le dan origen. En este sentido es que se
desarrollarán dos procesos de operacionalización que permitirán desagregar el problema para
pensar sus causas y sus efectos, por un lado; y seleccionar un factor crítico del problema y
explicitar sus indicadores, por otro.

La utilización de las técnicas de Árbol de problemas y Operacionalización del Factor crítico tiene
como finalidad, además de explicar por qué se da la presencia de cierto problema en el

15
territorio, expresar cuantitativamente el grado de ocurrencia con que se presenta el factor
sobre el que se intervendrá.

En la perspectiva de planificación estratégica, como se ha señalado en otros textos (Massa,


Massei, Sirven, 2102 y Colombo, Massei, Sirven, 2015) convergen diversas corrientes. Así,
SIEMPRO y Marco Lógico son las que más énfasis hacen en la dimensión metodológica del
proceso de construcción de diagnóstico y programación de acciones para darles respuesta
(tanto es así que suelen escindirlo de las dimensiones ético-políticas y conceptuales). Ambas
propuestas han acuñado “técnicas” para efectivizar esta desagregación del problema social en
sus causas y consecuencias. Desde estas propuestas se presentan las técnicas de Árbol de
Problema y Red Causal Explicativa, pero no son las únicas.

El árbol de problemas es la técnica propuesta por el Marco Lógico (Ortegón; 2005), una de las
perspectivas de la planificación estratégica, para ordenar y definir cuál es el problema central,
cuáles son los problemas que generan su ocurrencia y cuáles son sus causas. A su vez, es la
forma más usada en los procesos de diagnóstico participativo.

Efecto
Efecto
Efecto

Efecto
Efecto
Efecto
Efecto Efecto

Efecto
Efecto Efecto

PROBLEMA
SOCIAL

Causa
Causa

Factores directos
Causa
Causa Causa
Causa

Causa
Causa
Factores indirectos
Causa Causa

Causa

Causa

Causa Factores
Causa estructurales
Causa
16
La forma de “árbol” que toma la presentación identifica en el tronco al problema principal; en
las raíces a aquellos factores críticos que producen la ocurrencia de dicho problema; y la copa
del árbol representa los efectos que se producen. A su vez, en las “raíces” se pueden identificar
distintos grado o niveles de factores: directos, indirectos y estructurales. Los primeros son los
más próximos al problema, los más superficiales, de carácter fenoménico. En un segundo nivel
se encuentran los indirectos, aquellos que vinculan los factores directos que ocasionan el
problema con causas más estructurales –el principio de las raíces del problema-. En estos
niveles suelen encontrarse los factores críticos seleccionados para intervenir por medio de
proyectos sociales en el marco de la materia. Por otra parte, los efectos que se encuentran en
la copa del árbol indican que se trata de cuestiones fenoménicas, más superficiales que
aquellos efectos próximos al problema.

Esta técnica tiene como limitación que no explicita en su diseño el hecho de que, desde la
perspectiva de totalidad, y en función de la lógica analítica que desarrolle quien está realizando
esta operacionalización, los efectos son causas y las causas son efectos que se entrelazan en la
dinámica de lo real. La visión estática o, mejor dicho, unidireccional –en donde algunos
factores son sólo causas y otros sólo efectos- que puede tener esta propuesta aporta, sin
embargo, una claridad y orden conceptual muy necesarios teniendo en cuenta que se trata de
la primera vez que los estudiantes ejercitan la desagregación de un problema social en sus
causas y efectos, la selección de factores críticos para intervenir, la construcción de
indicadores, etc.

La identificación de las causas y efectos permitirá visibilizar con mayor claridad el problema
social, y en función de la viabilidad construida, entre otras cosas, seleccionar aquella “causa” a
partir de la cual proyectar acciones para abordar el problema social. Al hacerlo, esta se
convierte en lo que se denomina “factor crítico”. Abordar las causas, y no sus efectos, supone
dejar de lado una intervención inmediatista y basada en los aspectos fenoménicos.

Recuérdese que aquí los problemas sociales son entendidos como aspectos de las
manifestaciones de la cuestión social, con lo cual si se interviniese sobre sus efectos sólo se
estaría abordando la manifestación más fenoménica o fenosituacional del mismo. En otras
palabras, se estaría se estaría abordando alguna de sus consecuencias. Sin embargo, el hecho
de identificar los factores que producen un problema e intervenir sobre uno de ellos,
contribuye a abordar alguna de las causas que los producen, y éstas –como se dijo más arriba-
se vinculan estrechamente a las determinantes estructurales que le dan origen (aspectos
genosituacionales).

La Red causal explicativa, por su parte, consta de una matriz con columnas que permite la
desagregación de izquierda a derecha de los factores estructurales hacia la forma particular
que estos toman en una situación determinada, medidos a través de sus indicadores más
observables en la Línea de Base.

Factores Factores
Factores directos Indicadores Línea de Base
estructurales indirectos

17
Una vez desagregado el problema social se selecciona una causa o factor sobre el cual
intervenir. Esta selección se basará en cuestiones tales como: la capacidad técnica de la unidad
de gestión, la coyuntura institucional, la cantidad y calidad de indicadores que expresen la
ocurrencia de dicho factor, entre otros aspectos. La construcción de evidencia empírica aquí
proveerá de insumos para comprender el grado de ocurrencia que presente en ese escenario el
factor seleccionado para intervenir. Esta información conformará la Línea de Base que permita
evaluar el resultado de las acciones realizadas para modificar la ocurrencia de dicho factor, y
con esto contribuir a la modificación del problema.

2.4.3 Operacionalización del factor crítico: hacia la construcción de la línea de base

El proceso de operacionalización vincula los conceptos teóricos con la evidencia empírica, que
en metodología se conoce con el nombre de indicadores. A partir de la desagregación de los
conceptos en sus variables y respectivos indicadores se posibilita la valoración/ponderación de
éstos últimos, y con ello se concreta el proceso de operacionalización.

Antes de comenzar con el proceso de operacionalización es preciso identificar los conceptos


del enunciado que expresan la situación negativa actual. Estos conceptos, en dicho enunciado,
son entendidos como variables porque refieren a la forma particular o característica en que se
presenta cierto proceso o situación. Una variable es:

“una característica o aspecto de un objeto de estudio (Korn, 1973). Esta característica posee la
propiedad de adoptar dos o más atributos –valores o categorías- en los que puede clasificarse el objeto o
hecho a estudiar (Cea D’Ancona 1999:126).”

Ej. Variable: violencia

Atributos: física, psicológica, sexual, económica y patrimonial.

Los atributos son los diferentes valores que puede tomar una variable.

Los atributos pueden llamarse “valores” o “categorías”, si se está hablando de atributos


numéricos o no numéricos, respectivamente.

Las variables se pueden medir si se le designan valores o categorías que clasifiquen las
características del objeto de forma acabada y fiel a la definición conceptual que de él se haya
realizado en la construcción del marco teórico.

¿Qué tiene que darse para que nos estemos refiriendo a ese aspecto/dimensión y no a otro
perteneciente al mismo concepto pero a otra dimensión? Para poder dar cuenta que lo que se
va a medir es un aspecto/dimensión y no otra de la misma variable, (o sea, medir
correctamente) es que las categorías o sistemas de valores de las variables deben cumplir tres
requisitos:

a) Exhaustividad: se debe trabajar sobre todos los atributos posibles que es capaz de
tomar una variable.

b) Mutua exclusión: cada elemento observado sólo puede pertenecer a una categoría o
valor.

18
c) Precisión: se deben incluir la mayor cantidad de alternativas posibles.

De acuerdo con D’Ancona (1996; 136) la definición conceptual de las variables/conceptos:

“es aquella que se asigna a un concepto (para definirlo y perfilarlo), pero que carece de las precisiones
necesarias para medir los fenómenos a los que hace referencia el concepto.”

Esta definición se desprende de las decisiones ético-política que atraviesan la construcción del
marco teórico de la investigación, presenta la relación que tiene con otros conceptos, y orienta
en la “traducción” hacia medidas observables.

La definición operacional, por su parte, consiste en “la identificación de operaciones de


investigación con ayuda de las cuales se puede decir hacer de la presencia y la intensidad de
aquellos hechos que permitirán la deducción de la presencia de los fenómenos
conceptualmente caracterizados” (Mayntz en D’Ancona 1996: 136).

Para llevar a cabo esta definición se deben identificar las subvariables o dimensiones del
concepto que se plantea medir. Se definen las características de estas dimensiones, y se
específica sus indicadores, o sea: la forma en que se materializan, cómo se presentan en la vida
real, en qué situaciones, etc.

Los indicadores, como su nombre lo dice, “indican/señalan” cómo se comporta una variable en
la realidad. Por su menor grado de generalidad y su precisión, son los que pueden sujetarse a la
observación directa por parte del investigador. Son estos indicadores los que permitirán
argumentar la existencia del factor crítico seleccionado y conformarán las bases sobre las
cuales comparar, al finalizar el proyecto, el grado de modificación alcanzado.

Los indicadores deben cumplir con las siguientes características (Chitarroni, 2008; Ortegon y
otro, 2005):

 ser pertinentes: ya que deben dar cuenta del aspecto específico que intentamos
observar y no confundirse con otro

 ser sensibles: porque debe poder medir la modificación del mismo en el tiempo

 ser relevantes: a la hora de proveer información útil para el proceso de intervención

 ser accesibles o estar disponibles: para su relevamiento, deben estar al alcance de la


del investigador/profesional.

A continuación se presenta un ejemplo de matriz para pensar la operacionalización del factor


crítico:

19
Factor crítico Dimensiones o Subdimensión o Indicadores Línea de
variables subvariables Base

2.4.4. Construcción de la línea de base

“Es dentro de la concepción procesual que la línea de base se presenta como el primer paso de la
evaluación a resultados, ya que tiene como objeto establecer los parámetros que permitan conocer
la situación de la que parte el programa, para poder compararla luego con la situación final y
obtener conclusiones acerca de los cambios ocurridos y del logro de los fines propuestos.”
(Niremberg, Braweman y Ruiz; 2003: 174)

Tal como lo plantean Niremberg y otros (2003), la línea de base es un instrumento


metodológico que sirve como parámetro, medida inicial, que, por un lado, permite cuantificar y
dimensionar el factor crítico a intervenir, o sea provee de argumentos para proponer una
alternativa de intervención; y, por otro lado, posibilitará comparar la situación actual con la
futura y determinar el grado de modificación del problema que se logró en el momento en que
se realiza la evaluación de la alternativa de intervención desarrollada.

La construcción de la línea de base tiene dos momentos: el de diseño y el de relevamiento.


Durante el diseño se selecciona el factor crítico a intervenir, y se realiza la operacionalización
del factor crítico. En función de criterios teóricos, empíricos, de viabilidad, etc., se decide si se
intervendrá sobre la totalidad de las dimensiones que tiene el factor, sobre alguna de ellas, o
sobre dos factores, en vez de uno. En este punto han de decidirse las técnicas que se utilizarán
para la recolección de los datos: observación, grupo focal, entrevistas abiertas, etc.

El relevamiento de la información es el momento en el que se toman los datos de campo, ya


sea de los actores y sus verbalizaciones o de observaciones, estos datos debe ser registrados,
organizados y analizados para que provean la información que permita cuantificar la ocurrencia
del factor crítico operacionalizado. Estos valores se volverán de gran importancia en el
momento de la evaluación del proyecto para conocer en qué medida el proyecto logró cambiar
aquello que se propuso.

Una vez realizado el relevamiento de la información esta tiene que ser desagregada de acuerdo
a los indicadores observados de cada dimensión o aspecto de la variable. Al organizar qué
indicador se presenta como aspecto observable de la presencia de las dimensiones del factor

20
crítico se obtendrá un registro claro y preciso de qué forma toma cada aspecto de la variable
analizada en la situación problemática en la que se intervendrá.

Este conocimiento particularizado o situacional permitirá abordar cada aspecto del factor
crítico seleccionado sabiendo qué forma específica toma esa variable en el escenario en el que
se desarrollan las PPP. Este proceso de: recolectar toda la información obtenida en el
relevamiento de la Línea de Base, organizar su lectura y registro, determinar qué valor toma
casa subdimensión de la variable en el aquí y ahora de las prácticas, analizar/interpretar esos
datos para que su lectura contribuya a comprender las características de la problemática a
abordar, etc., refiere a la “sistematización de la información”.

Por último, teniendo organizada la información correspondiente a los indicadores observados


de cada subdimensión se procede a atribuir un valor o ponderación numérica a cada indicador
registrado. A esto refiere a la elaboración de un índice. Esta cuantificación de los aspectos cuali
o cuantitativos de la variable permite sintetizar una dimensión y poder comparar su desarrollo
a lo largo del tiempo. O sea, registrar de forma numérica el estado de un aspecto de la variable
permitirá observar de forma simple y comparativa si hubo cambios a través del tiempo en la
variable abordada. La construcción de índices numéricos entonces facilita la observación de los
cambios que se producen en el factor crítico en el que se centró la intervención realizada por
medio del proyecto, y de qué tipo fueron esos cambios (si se acercaron a las metas propuestas
o no).

2.5) Trayectoria: la alternativa de intervención

Massa (2012) explica que la trayectoria en planificación estratégica es el transito, en términos


de abordaje, que va desde una situación inicial negativa hacia la situación futura deseada. La
situación inicial es aquella que da cuenta del punto de partida del abordaje del problema,
debe –por lo tanto- recuperar las características singulares del mismo, del factor crítico a
intervenir y sentar las bases sobre las cuales se evaluará el proyecto de intervención (es decir,
la línea de base). La situación deseada, por su parte, debe describir cómo sería el estado
positivo de la situación inicial, o sea, se debe intentar reconstruir aquellas características que
tendría la situación abordada luego de la intervención realizada.

La trayectoria es el camino que se propone recorrer una vez que, habiendo evaluado las
alternativas posibles, se selecciona la más viable. Proponer alternativas de intervención ante la
construcción y dimensionamiento –cuali y cuantitativo- de un problema social implica generar
posibilidades fundadas teórica y empíricamente de actuar sobre la situación negativa en vistas
a transformarla. A esta instancia se llega luego de haber transitado sucesivas aproximaciones al
territorio en el que se desarrollan las prácticas pre profesionales y se ha delimitado la situación
sobre la que es preciso intervenir. Ahora bien, la decisión sobre cuál alternativa de intervención
elegir se vincula a la capacidad de proyectar y sostener las acciones propuestas en el tiempo, o
sea a su viabilidad.

Sobre la base de los aportes de Massa (2013) se tiene que poder avanzar en la distinción de los
aspectos/dimensiones de la viabilidad construida y “a construir” que harán posible elegir una
alternativa de entre varias, y de que la seleccionada sea considerada la más viable para llevar a
cabo. En consecuencia, la flexibilidad del equipo de gestión para con la dinámica de lo real, y

21
los acuerdos generados con los actores del territorio serán puntos clave para sostener la
intervención y lograr los objetivos propuestos por la intervención, la cual en el caso de la
materia Trabajo Social III toma la forma de “proyecto”.

El posicionamiento ético-político de los estudiantes se evidenciará en el horizonte que se


construyan a partir de su propuesta de intervención (el para qué), en las acciones que decidan
llevar a cabo (el cómo) y en el aspecto o dimensión de la situación negativa inicial que elijan
abordar (el qué). En otras palabras, la posibilidad de motivar procesos emancipatorios o de
dominación, la decisión de concebir a la “población beneficiaria” del proyecto como actores
con derechos o como sujetos carentes, el hecho de ponderar más el logro de un objetivo
vinculado a la cantidad de personas que asisten a una actividad o valorar más otro vinculado a
la participación activa de esas personas en procesos que evidencien cierta reflexión o
problematización sobre determinado tema, etc., son todos aspectos en donde se materializa el
posicionamiento ético político del equipo de gestión. Éste, teniendo la información provista por
el diagnóstico como insumo básico para pensar la alternativa de intervención, puede tomar
decisiones que lo lleven a recorrer trayectorias completamente distintas.

El diagnóstico es la antesala de la programación, esta se define como “una herramienta


importante para introducir mayor racionalidad a la gestión social por cuanto implica
fundamentar, orientar y ordenar nuestro propio accionar” (Niremberg, Brawerman, Ruiz;
2003: 50), en este sentido la trayectoria se vuelve un nexo entre los argumentos provistos por
el diagnóstico primero y las acciones programadas. Estas acciones deben ser entendidas como
tácticas que poseen un orden y un sentido o direccionalidad, el cual es asignado por la
estrategia en la que se inscriben. Así, “la estrategia se define a partir del qué, el porqué y el
para qué, mientras que la táctica define el cómo, quienes y dónde de nuestras acciones. 5”
(Pellegrini, Massa; 2015: 6). En síntesis, la alternativa de intervención construida y seleccionada
para modificar la situación inicial negativa debe ser pensada como un proceso en el que se
organizarán ciertos recursos, actores, acciones, tiempos, etc., de forma integral y coherente de
acuerdo a los objetivos que el equipo de gestión se proponga alcanzar. Estos, a su vez, estarán
fundados en aquel factor crítico que se seleccionó como viable y pertinente de modificar, en el
marco del diagnóstico realizado (el cual constituye la base del proceso de programación).

Conclusiones

A lo largo del texto se fueron identificando ciertos insumos teórico-metodológicos que la


asignatura Trabajo Social III recupera de la metodología de la investigación en Ciencias Sociales
para transitar los procesos de construcción de conocimiento situacional, el cual se cristaliza en
el diagnóstico, en el marco de la perspectiva de la planificación estratégica. El conocimiento
producido en las Ciencia Sociales sobre cómo construir a conocimiento científico es de gran
utilidad para superar prácticas basadas en el sentido común y en los argumentos instituidos
que existen en los espacios en los que se desarrolla el proceso de formación pre profesional de
los estudiantes.

5 Negritas del autor

22
Es por esto que las preguntas de investigación y la problematización, la selección del área
temática, la construcción del problema social, la elaboración del marco teórico, la
operacionalización metodológica de conceptos y el relevamiento de evidencia empírica son
elementos que, sin ser “propios” del Trabajo Social, le proveen de técnicas que han de ser
resignificadas dentro de la particularidad de las situaciones sobre las que se intervendrá. La
utilización de dichas técnicas desde una racionalidad formal-abstracta, como indican Oliva,
Mallardi y Pérez (2011) implica su uso acrítico en todos los escenarios, en las mismas instancias
del procesos de intervención, sin analizar la necesariedad de su uso, el significado que se le
dará, cómo hacerlo, con qué orientación, etc. En cambio, pensar las entrevistas, la construcción
de un marco teórico, la realización de un mapeo de actores en el marco de la modalidad
táctico-operativa implica dar cuenta de la direccionalidad que su realización conlleva, analizar
los aspectos ético-políticos que las sustentan, en fin, decidirse por una racionalidad critico-
dialéctica que supere el inmediatismo y el apriorismo de las intervenciones (pre) profesionales.

Cabe explicitar, que la dimensión ético-política es transversal a la construcción de conocimiento


situacional y a las alternativas de intervención propuestas. Esta dimensión indica los valores
que son jerarquizados, las posturas que son tomadas a la hora de concebir a los problemas, la
concepción y el lugar que se otorga a los actores sociales, o la intervención profesional misma.

El hecho de recuperar ciertos aspectos metodológicos en clave de aportes operativos para el


ejercicio pre profesional de los estudiantes implica una postura ético-política que resalta la
necesariedad de la argumentación científica de las intervenciones que se realizan desde el
colectivo profesional. Fundamentar las intervenciones con rigurosidad científica contribuirá a
amplia los márgenes de autonomía que la profesión tiene en los espacios socio profesionales
en los que se desarrolla su praxis. A su vez, al explicitar los nexos políticos entre las
concepciones (ideación) y las acciones que realizamos (objetivación) se intentan promover
intervenciones que integren de forma coherente el conocer y el hacer, aspectos
ineludiblemente implicados pero conservadoramente escindidos al asignar al Trabajo Social un
carácter eminentemente interventivo.

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