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Evolución de las costumbres familiares. Roland de Vaux.

Instituciones del Antiguo Testamento. p.53-54.


Esta fuerte constitución de la familia es una herencia de la organización tribal. El
paso a la vida sedentaria y, sobre todo, el desarrollo de la vida urbana introdujeron
transformaciones sociales que han afectado mucho a las costumbres familiares.

La familia deja de valerse por sí sola, pues las exigencias del bienestar material
aumentan y el desarrollo de las industrias conduce a una especialización de las actividades.

Sin embargo, los vínculos de la sangre encontraron también su desquite.


Probablemente, al igual que en Egipto, los oficios se transmitían de padres a hijos. El
sacerdocio, reservado a las familias de Leví, no era sin duda más que un caso límite de una
práctica corriente. En algunas aldeas habitaban siempre los operarios de la madera y del
hierro, I Par 4:14; cf. Neh.11:35; en otras los productores de byssus I Par 4:21; en otras los
alfareros, I Par 4:23. Dichas corporaciones de artesanos están dirigidas por un «padre», se
denominan mispahót, es decir, sus miembros están unidos por el parentesco o, al menos, se
agrupan al modo de familias.

Ya no hay, o son pocas, aquellas grandes familias patriarcales, que reunían muchas
generaciones en torno a un antepasado. Las condiciones de la vivienda en las ciudades
restringen el número de miembros que viven bajo un mismo techo. Las excavaciones nos
revelan que las casas eran pequeñas. En torno al padre sólo se ven los hijos no casados.
Cuando un hijo se casa y funda una nueva familia, se dice que «construye una casa»,
Neh.7:4. El prólogo del libro de Job, aunque pretende imitar un relato patriarcal, revela
fácilmente su época al presentarnos a los hijos de Job de fiestas en casa de cada hermano,
Job 1:4-13-18. Amnón y Absalón tienen casa propia, distinta del palacio donde viven
David, su padre, y su hermana Tamar no casada, 2Sam 13:7-8-20.

Aunque los esclavos continúan perteneciendo a la familia, son cada vez menos
numerosos. Aparece una nueva clase social, los mercenarios a contrata. Ya no existen
solamente grupos familiares donde los siervos viven con el señor de la casa; ahora tenemos
un rey y sus vasallos, patronos y obreros, pobres y ricos. La transformación se realizó, tanto
en Judá como en Israel, en el siglo VIII antes de nuestra era.

El jefe de familia ya no ejerce su autoridad de forma ilimitada. Un padre no puede


sin más condenar a muerte a su hijo, aunque se trate de faltas cometidas por un hijo contra
su padre o su madre: el juzgar pertenece a los ancianos de la ciudad, Dt.21:18-21. Ya en
tiempo de David, se podía apelar al rey en contra de una condenación pronunciada por el
clan contra alguno de sus miembros, 2 Sam.14:4-11.

El sentimiento de solidaridad decrece y la persona se desliga cada vez más del grupo
familiar. El principio de la responsabilidad personal lo establece Dt.24:16; lo encontramos
aplicado en 2 Re.14:6; lo afirma de nuevo Jer.31:29-30 y se desarrolla ampliamente en
Ez.14:12-20; 18:10-20. Por otra parte, el deber de mutua asistencia entre parientes cae en
olvido y los profetas se ven obligados a clamar en favor de la viuda y del huérfano, Is.1:17;
Jer.7:6; 22:3. La obligación del levirato ya no es tan apremiante como en la historia de Judá
y Tamar, Gen 38, y la ley de Dt.25:5-10 admite que uno pueda sustraerse a ella. El ejercicio
de la venganza de la sangre queda limitado por la existencia de una justicia estatal y la
legislación sobre las ciudades de refugio, Núm.35:9-29; Dt.19:1-13.

Mi apreciación y conclusiones personales. Daniel Betancur. (01-03-2018)

En los tiempos en que las tribus y pueblos eran nómadas la autoridad total la ejercía
el patriarca, el cual no tan solo tenía la autoridad sobre sus hijos solteros, sino también
sobre los hijos casados, sobre sus esposas, sobre sus nietos, sobre toda su posterioridad
agregando también a los esclavos.

Cuando las tribus o pueblos fueron haciéndose en el tiempo sedentario, las tribus y
familias fueron fraccionándose, el patriarca comienza a delimitar su autoridad a un entorno
más cercano y pequeño. Ya el hijo casado comienza a tener su propia casa y a ejercer su
autoridad sobre su propia familia, es decir, esposa e hijos.

Desde el punto de vista del pueblo hebreo, el cual fue nómada (algunos dicen que
fue semi-nómada) cuando anduvo en el desierto, y llego a ser sedentario en la época de los
jueces (una vez ya establecido en Canaán), debemos de comprender que esto trajo algunos
cambios en las costumbres familiares en lo que respecta en la autoridad del jefe de familia.
Ya no se habla de patriarcas sino de jefe de familia, pues al hacerse sedentario Israel las
tribus se fraccionan en familias según los hijos, es decir, cada hijo forma una familia con su
casa (Neh.7:4). Es obvio, que tal cambio de costumbre familiar el cual fue motivado por la
transformación de nómada a sedentario tuvo su tiempo de inicio y de transición, como
bien se deja vislumbrar en el último discurso de despedida de Josué a Israel, cuando estos
habían tomado recientemente la posición de la tierra de Canaán (Jos.24:15).

En conclusión, el estudio de los movimientos nómadas a sedentario en conjunto a


los cambios culturales que estos trajeron, nos darán una mayor apreciación para
comprender el texto sagrado del Antiguo Testamento desde la perspectiva cultural y
sociológica, algo que lamentablemente escasea en la enseñanza actual, y que ha dado como
resultado una mala aplicación de lo que debería ser un texto actualizado para esta
generación contemporánea.

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