Franco Maciñeiras y Leonel Saire

4° Año, Div. 11ava

Argumentación acerca de la hipocresía social en el Lazarillo de Tormes

El propósito del presente trabajo es argumentar acerca de la hipocresía de la sociedad española

hacia el siglo XVI.

En un sentido amplio, se entiende por hipocresía como la contradicción entre el ser y la

apariencia. En otras palabras, fingir lo que no es.

Esta forma de actuar se observa a lo largo del relato de la vida de Lázaro, a través de los distintos

personajes.

Vemos en el Tratado Segundo la avaricia del clérigo. Este, por su condición de sacerdote,

debería actuar conforme a los preceptos religiosos de humildad, caridad y generosidad. Sin

embargo, el segundo amo se muestra muy lejos de esas virtudes y muestra su avaricia tanto al

negarle suficiente alimento a Lázaro como en su costumbre de guardar el pan bajo llave.

El mismo Lázaro hace referencia a esto: “No nos maravillemos mucho de un clérigo fraile,

porque el uno hurta de los pobres y otro de casa”.

Otra manifestación de la hipocresía es aquella que se refiere a la apariencia. Esto queda

demostrado en el Tratado Tercero. Lázaro ve al escudero -por su aspecto exterior y su

vestimenta- como una persona rica y prestigiosa y, con ello, presume que le garantizaría su

alimentación. No obstante, la historia nos muestra que, en realidad, pese a esa imagen exterior,

el escudero sufre tanta o más pobreza que el propio Lázaro.

A tal extremo llega la hipocresía, que en la novela se relata cómo su amo se alimenta de la

limosna que consigue Lázaro y, sin embargo, el escudero busca ocultarle a los demás su

verdadera situación. Así, llega a colocar migajas de pan sobre el pecho con el propósito de

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aparentar abundancia. Ello nos muestra que, para el escudero, lo más importante es aparentar

dignidad.

Donde más se demuestra la hipocresía es en el Tratado Quinto del Lazarillo de Tormes. El

buldero, funcionario que en nombre de la Iglesia expide bulas a cambio de dinero, es todo un

símbolo de falsedad. Lázaro así lo expresa: "En el quinto por mi ventura di, que fue un buldero,

el más desenvuelto y desvengonzado y el mayor echador dellas que jamás yo vi ni ver espero

ni pienso que nadie vio; porque tenía y buscaba modos y maneras y muy sotiles invenciones".

Mediante el ardid ideado entre el buldero y el aguacil, estos obtienen ganancias a través del

engaño a los fieles. Esta actitud nos muestra no sólo la estafa en sí, sino también la creencia

generalizada de la sociedad que entiende que con dinero se puede comprar el perdón y

privilegios.

En síntesis, El Lazarillo de Tormes relata la historia de un joven que busca la forma de aprender

a sobrevivir a las adversidades y, en ese camino, nos muestra la hipocresía de la sociedad, el

falso sentido del honor y la indignidad imperante en aquella época representada en los distintos

personajes de la novela que involucra a todos los estamentos sociales.

Una historia que demuestra que lo importante es “parecer” en vez de “ser”.