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TALLER DE LECTOESCRITURA

Texto para parcial

Segundo semestre 2018


III

La metáfora1

[1] Las preguntas que me gustaría que estuviesen contestadas se refieren a la gramática lógica
de la metáfora –y de otras palabras con significado cercano–. Sería muy satisfactorio disponer
de respuestas convincentes para las preguntas: “¿Cómo reconocemos un caso de metáfora?”;
“¿existen criterios para su detección?”; “¿se las puede traducir a expresiones literales?”; “¿se
considera con justeza a la metáfora como una decoración que cubre el “sentido recto”?”;
“¿cuáles son las relaciones entre la metáfora y el símil?”; “¿en qué sentido –si es que lo es en
alguno– es “creadora” la metáfora?” (O, más brevemente: ¿qué queremos decir con
“metáfora”?, ya que todas ellas expresan un intento de ponerse en claro acerca de los usos de
la palabra “metáfora”, o bien, si se prefiere el modo material de hablar, de analizar la noción de
metáfora). […]

[2] En general, cuando hablamos de una metáfora relativamente sencilla nos referimos a una
oración –o a otra expresión– en que se usen metafóricamente algunas palabras, en tanto que
las demás se empleen en forma no metafórica: cuando se pretende construir la oración entera
con palabras usadas metafóricamente el resultado es un proverbio, una alegoría o un acertijo, y
no hay análisis preliminar de la metáfora que pueda abarcar satisfactoriamente ni siquiera
ejemplos tan conocidos como “De noche todos los gatos son pardos”. […]

[3] Tomemos el siguiente ejemplo: “El presidente aguijó la discusión”. Al decir de esta frase,
que es un caso de metáfora, implicamos que al menos una palabra (aquí, el vocablo “aguijó”)
se usa metafóricamente en ella, y que al menos una de las palabras restantes se utiliza con
valor literal; vamos a llamar a “aguijó” el foco de la metáfora, y marco al resto de la oración en
la que aparece. Una de las nociones que es necesario aclarar es la del “uso metafórico” del
foco de una metáfora; y, entre otras cosas, sería convenientes entender cómo la presencia de
un marco determinado puede dar lugar al uso metafórico de la palabra complementaria, en
tanto que un marco distinto de esta misma palabra no es capaz de producir una metáfora.

[4] Supongamos que alguien diga: “Me gusta aguijar mis recuerdos con regularidad”. ¿Hemos
de sostener que usa la misma metáfora que antes o no? La respuesta que demos dependerá
del grado de semejanza que estemos dispuestos a afirmar cuando comparamos los dos
marcos (puesto que en ambos casos tenemos el mismo foco): las diferencias entre ellos
producirán algunas diferencias en el juego conjunto entre foco y marco en uno y otro caso; el
que consideremos que estas últimas son o no suficientemente notables como para decir que
las dos frases constituyen dos metáforas es asunto de una decisión arbitraria. […]

[5] Paso ahora a considerar el tipo de análisis al que denominaré enfoque interactivo de la
metáfora, que me parece estar libre de los principales defectos de los enfoques sustitutivo y
2
comparativo , y haber logrado penetrar en forma no desdeñable en los usos y limitaciones de la
metáfora.

[6] Comencemos por la siguiente afirmación: “Por formularlo del modo más sencillo: cuando
utilizamos una metáfora tenemos dos pensamientos de cosas distintas en actividad simultánea
y apoyados por una sola palabra o frase, cuyo significado es una resultante de su interacción”.

1
Max Black fue un filósofo y matemático que estudió la relación entre metáforas y modelos en ciencia.
2
Según Black, el enfoque sustitutivo refiere a “cualquier tesis que sostenga que las expresiones
metafóricas se utilizan en lugar de otras expresiones literales equivalentes a ellas” (1966:42); mientras
que el enfoque comparativo sostiene que la metáfora “consiste en la presentación de una analogía o
semejanza subyacente” (Black, 1966: 45- 46).
3
Podemos averiguar lo que se pretende decir aquí aplicando la observación de Richards al
siguiente ejemplo, “Los pobres son los negros de Europa”. El enfoque sustitutivo, en su forma
más cruda, nos dice que con ello se dice indirectamente algo acerca de los pobres de Europa
(pero ¿qué?: ¿qué constituyen una clase oprimida, que son un reproche permanente a los
ideales oficiales de la comunidad, que la pobreza es heredada e indeleble?); el comparativo
defiende que esta expresión presenta cierta comparación entre los pobres y los negros; y
oponiéndose a ambos, Richards dice que nuestros “pensamientos” acerca de los pobres
europeos y de los negros están “en actividad simultánea” y que mediante “interacción” dan
lugar a un significado resultante de esta.

[7] A mi juicio, esto ha de querer decir que, en el contexto presentado, la palabra focal “negros”
alcanza un sentido nuevo, que no es del todo ni el significado de sus usos literales ni el que
podría tener un sustituto literal cualquiera: el nuevo contexto (el “marco” de la metáfora, en mi
terminología) fuerza a la palabra focal a una extensión de su significado. Y entiendo que
Richards dice que para que la metáfora funcione el lector tiene que percatarse de tal extensión,
esto es, ha de atender conjuntamente al antiguo significado y al nuevo.

[8] Mas, ¿cómo se produce esta ampliación o cambio de significado? En un lugar, Richards
habla de las “características comunes” de los dos términos (v. g., los pobres y los negros) como
el fundamento de la metáfora (p. 117), en cuanto que la palabra o expresión del caso tiene
características connotadas en sus usos literales; ello, sin embargo, parece ser un raro lapso en
los viejos análisis, que está tratando de superar. Cuando, en cambio, habla de que el lector se
ve obligado a “conectar” las dos ideas (p. 125) se encuentra en terreno mucho más firme: en
esta “conexión” residen el secreto y el misterio de la metáfora. Al hablar de la “interacción” de
dos pensamientos “en actividad simultánea” (y lo mismo de “iluminación mutua”, o de
“cooperación”) se usa una metáfora para subrayar los aspectos dinámicos de la reacción de un
buen lector ante una metáfora no trivial. […]

[9] Para que resulte más claro, supongamos que miro el cielo nocturno a través de un trozo de
vidrio fuertemente ennegrecido en el que se hayan dejado sin ahumar ciertas líneas: veré
entonces únicamente los astros que puedan caer sobre las líneas preparadas previamente en
tal pantalla, y los que vea se me aparecerán organizados por la estructura de esta. Podemos
considerar la metáfora como una pantalla semejante, y el sistema de “tópicos acompañantes”
de la palabra focal como la red de líneas trazada sobre ella, y podemos asimismo decir que el
asunto principal “se ve a través” de la expresión metafórica –o, si lo preferimos, que resulta
“proyectado sobre” el campo del asunto subsidiario–.

[10] O bien, adoptemos otro ejemplo. Supóngase que se me ha fijado la tarea de describir una
batalla empleando palabras que en la mayor medida posible pertenezcan al vocabulario del
ajedrez. Los términos de este juego determinan un sistema de implicaciones que dominará mi
descripción: la elección forzada del vocabulario ajedrecístico hará que ciertos aspectos de la
batalla queden subrayados, que otros se pasen por alto, y que todo resulte organizado de una
forma que podría violentar aún mucho más otros tipos de descripción. El vocabulario del
ajedrez filtra y transforma: no solamente selecciona, sino que pone en primer plano aspectos
del combate que podrían no haber sido visibles, en absoluto, a través de otro medio. (Como las
estrellas que no pueden verse más que mediante el telescopio.)

[11] En la forma en que lo he venido exponiendo, el “enfoque interactivo” se embarca en las


siete reivindicaciones siguientes:

3
Se refiere a I. A. Richards en The Philosophy of Rethoric (1936) para quien la metáfora era
“fundamentalmente un préstamo mutuo y comercio entre pensamientos, una transacción entre
contextos (p. 94); y añade que requiere dos ideas “que cooperen en un significado incluyente” (p. 119).
1) El enunciado metafórico tiene dos aspectos [subjects] distintos: uno “principal” y otro
“subsidiario”.

2) El mejor modo de considerar tales asuntos es, con frecuencia, como “sistemas de
cosas” y no como “cosas”.

3) La metáfora funciona aplicando al asunto principal un sistema de “implicaciones


4
acompañantes” característico del subsidiario.

4) Estas implicaciones suelen consistir en tópicos acerca de este último asunto, pero en
ciertos casos oportunos pueden ser implicaciones divergentes establecidas ad hoc por
el autor.

5) La metáfora selecciona, acentúa, suprime y organiza rasgos característicos del


asunto principal al implicar enunciados sobre él, que normalmente se aplican al asunto
subsidiario.

6) Ello entraña desplazamientos de significado de ciertas palabras pertenecientes a la


misma familia o sistema que la expresión metafórica; y algunos de estos
desplazamientos, aunque no todos, pueden consistir en transferencias metafóricas.
(Mas las metáforas subordinadas han de leerse menos “seriamente”.)

7) No hay ninguna “razón” sencilla y general que dé cuenta de los desplazamientos de


significado necesarios: esto es, ninguna razón comodín de que unas metáforas
funcionen y otras fallen.

Black, Max. (1966). Modelos y metáforas. Madrid: Tecnos. Trad. por V.


Sánchez de Zavala. Texto adaptado.

4
Sistema de lugares comunes establecido “con vistas a la finalidad del caso” (Black, 1966: 55).

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