Professional Documents
Culture Documents
Agradecimientos
¡¡¡Gracias!!!
2
El Club de las Excomulgadas
Argumento
La vida de Ryan es sosa y aburrida. Es decir, hasta que la misteriosa M llega a ésta.
3
El Club de las Excomulgadas
Acosadora Sexual
El sol estaba comenzando a ponerse bajo el horizonte occidental cuando Ryan salió
de la oficina el jueves y caminó por el aparcamiento en dirección a su vehículo.
En su vida personal, había estado casado y se divorció dos veces. En este momento
estaba solo. Sin novia. Ninguna aventura ocasional. Nada.
Mientras caminaba por el asfalto, soltó su corbata. Odiaba las corbatas. Adoraba
usarlas cuando era más joven. Le hacían sentirse importante y profesional. Ahora,
teniendo la tira del material alrededor de su cuello, de alguna manera era el símbolo
de estar atrapado en un estilo de vida dentro del cual ya no quería estar.
El BMW negro emitió una señal sonora y los intermitentes brillaron cuando Ryan
accionó el botón del mando a distancia en su dirección. Abrió la puerta trasera y
arrojó el maletín en el asiento. Allí se detuvo un segundo, se arrancó la corbata y la
tiró al asiento también. A continuación, se puso al volante, metió la llave en el
encendido y estaba a punto de arrancar el coche cuando notó algo fuera de lugar.
Ryan dio un paso atrás, hacia fuera, sobre el asfalto. En el parabrisas había un
pequeño pedazo de papel de bloc doblado, bajo el limpiaparabrisas del lado del
4
El Club de las Excomulgadas
conductor. Lo levantó y recuperó la nota. Con su curiosidad subiendo leyó el
mensaje.
¡Creo que eres muy caliente!, decía la nota. Estaba firmado simplemente con una M.
Frunció el ceño y leyó el breve mensaje una vez más, como si fuera a decirle algo
más la segunda vez que lo hizo. No fue así.
Ryan miró hacia atrás, al edificio de oficinas de tres pisos, que albergaba la empresa
Quienquiera que fuera, era probable que se hubiera ido hace mucho tiempo,
decidió.
El tráfico era pesado, como siempre lo era en la hora punta, y le llevó más de
treinta minutos llegar a su domicilio en la periferia. Ya estaba casi totalmente
oscuro cuando el BMW se detuvo en el camino de entrada de su casa de una sola
planta, y tres dormitorios. Antes de meterse dentro, Ryan fue al buzón y sacó un
montón de cartas y propaganda de dentro. Una vez que entró en casa, dejó el
montón de correo, su maletín y su corbata en el banco de la cocina, y, por
costumbre, más que por un deseo de cafeína, puso el agua a hervir.
5
El Club de las Excomulgadas
Después de que el café estuvo hecho, y la leche añadida, cogió su taza y el correo,
los llevó al patio trasero y se sentó para mirarlo. Tomó un sorbo de café, y luego
comenzó a examinar cuidadosamente el montón.
La propaganda fue dejada de lado. Pasó a las verdaderas cartas. Factura. Otra
factura. Una carta de su madre, que se quejaría de por qué él no había ido a
visitarla en meses. Y luego un sobre sin el sello de correos. Solo tenía su nombre
escrito en él. Ninguna dirección. Obviamente había sido entregado personalmente.
Le dio la vuelta. Nada escrito en el dorso.
Rápidamente desgarró el sobre y sacó otro trozo de papel de bloc, como el que
había encontrado en el parabrisas de su coche.
Entró en la casa para buscar la primera nota. No estaba. Tenía que haberla dejado
en el coche. Después de recuperarla del asiento del pasajero, Ryan volvió a salir y
comparó la escritura de ambas notas. No era ningún experto, pero apostaría todo su
dinero a que habían sido escritas por la misma mano. Pero no reconoció la letra.
Tomó de un trago el resto de su café, que ya estaba tibio, y se quedó allí sentado
contemplando los mensajes.
Ryan no estaba seguro de cómo se sentía al respecto. Por una parte se sentía
halagado y muy excitado por tener una admiradora secreta de algún tipo. Por otra
estaba preocupado por que pudiera tener una acosadora entre sus manos.
6
El Club de las Excomulgadas
La letra parecía femenina, pero podía no ser así. Todo lo que tenía hasta ahora era
la carta de M, y el hecho de que esta persona sabía su nombre, conocía su coche y
su dirección. Obviamente, conocía la forma de acercarse a él.
Echó la comida en un plato. Agarró un tenedor del cajón y llevó el humeante plato
Ryan se atragantó con la comida, trozos de arroz rociaron la pantalla LCD. Hizo
clic en el enlace a la página de Facebook y esperó a que se cargara. Una vez que la
pantalla del mensaje se había abierto, hizo clic en el perfil de M. La página se abrió
ante él. No había nada en ella. No había imagen, ni detalles de ese perfil. Sólo el
nombre de usuario y una nota que decía que el usuario sólo compartía información
personal con sus amigos.
7
El Club de las Excomulgadas
Leyó el mensaje otra vez y sintió una agitación dentro de sus pantalones. Fue una
reacción natural. Ryan entonces empujó bruscamente a un lado sus pensamientos
sexuales. No sabía nada de esta persona. Por lo que sabía podía tener ochenta años.
O ser un hombre, no una mujer.
Mientras llevaba otro bocado de comida a su boca trató de averiguar qué hacer a
continuación. Una idea se le ocurrió.
Ryan escribió una dirección web en su teclado y unos segundos más tarde la página
principal de su empresa apareció en pantalla. Sabía que todos los empleados
estaban colocados en la lista de la web de la empresa. A pesar de que no estaba
“M” lo más probable era la inicial de un nombre, pero también podría ser del
apellido, entonces exploró todos las empleadas cuyo nombre o apellido empezaban
por M. Cuando terminó, tenía una lista de siete posibilidades, de las cuales
consiguió unir una foto del perfil de empleado. Imprimió la lista de posibilidades.
La mujer de la foto se llamaba Mary Rogers. Parecía tener unos cincuenta años.
Ryan recordó el segundo mensaje, sobre el que le gustaban los hombres más
mayores. Y ya que Mary era, obviamente, mayor que él, la borró de la lista.
El segundo perfil al lado de una foto, mostraba a una mujer mucho más joven, tal
vez a mitad de los veinte y razonablemente atractiva. Madeline Kline. Encajaba en
el perfil de la pequeña información que tenía, así que la dejó en la lista.
Exploró los cinco perfiles restantes. No había suficiente información allí para
eliminar a nadie más. Los perfiles no daban información personal, como la edad, y
sin fotografías para intentar determinar sus años, no pudo tachar a ninguna de ellas
como demasiado mayores para preferir a “hombres más mayores”. Y ninguna de
8
El Club de las Excomulgadas
las seis personas restantes trabajaba directamente en su departamento; aunque
distintos departamentos de su compañía se relacionaban directamente de vez en
cuando.
Estoy tan mojada y caliente ahora mismo. Siento que no estés aquí llenando mi coño con tu
dura polla. No puedo esperar a follarte. Otra vez su polla se movió en sus pantalones.
No tenía ningún control en eso.
Este mensaje hizo que el pene de Ryan se volviera duro como una roca en unos
segundos. Había pasado un tiempo desde la última vez que había tenido sexo, y
con la acumulación debida a meses de abstinencia, no necesitaba mucho para
conseguir excitarse totalmente.
Ella podía no desear descubrirse aún, pero seguramente no era tímida en decir lo
que quería, pensó Ryan. Y completamente gráfica sobre ello también.
*********
9
El Club de las Excomulgadas
Era viernes por la mañana. Ryan paró su BMW en el aparcamiento del trabajo y
salió. Como siempre, comprobó su reflejo en la ventanilla de la puerta del
conductor, asegurándose que su pelo estaba en su lugar y su maldita corbata estaba
recta. Cuando todo estuvo en orden se dirigió hacia el edificio de oficinas.
Melanie debía llegar a su oficina en media hora. ¿Habría cualquier forma real de
determinar si era la que enviaba los mensajes? ¿Debería sólo preguntárselo
directamente? No, no podía hacer eso. Era probable que ni siquiera fuera ella. Lo
haría parecer un bicho raro, por no hablar de poco profesional.
Tragó un poco de café, y comprobó sus e-mails. Otro mensaje de Facebook, otra
vez M.
10
El Club de las Excomulgadas
Ryan instintivamente, levantó la vista del monitor, y analizó los pasillos cercanos y
las oficinas a través de las enormes ventanas de vidrio que las cerraban. Algunos
hombres y mujeres estaban ya sea dando vueltas o sentados en sus escritorios
concentrándose en tareas diversas. Nadie estaba mirando hacia él. Nadie le
prestaba cualquier atención.
Finalmente, la media hora avanzó con lentitud y esperó con expectación por su cita
de las nueve y media. Su intercomunicador sonó. Presionó el botón para contestar.
—Melanie Mitchell está aquí para verlo —Dijo la dulce voz de Natalie.
Ryan esperó, sintiéndose un poco nervioso. Una mujer vestida con una chaqueta de
traje azul oscuro y con la falda a juego se acercó a la puerta de la oficina. Llamó y
entró. Ryan se levantó de la silla para saludarla. Melanie caminó a su escritorio y
brevemente se estrecharon la mano. Ella se sentó.
Melanie Mitchell parecía estar hacia el final de los veinte o muy al inicio de los
treinta años. Tenía el pelo rubio liso hasta los hombros, y este enmarcaba una cara
bonita. Sus ojos azules claros le miraban con un destello de curiosidad, y Ryan se
dio cuenta de que la estaba mirando fijamente, sus pensamientos en otras cosas
además de en los negocios y finanzas.
11
El Club de las Excomulgadas
Durante los veinte minutos siguientes se concentró en el trabajo que tenía entre las
manos, repasando el plan de negocios de Melanie para una propuesta de expansión
de su empresa de cosméticos. Para entonces a menudo su mente vagaba,
preguntándose si esta joven mujer atractiva era la responsable de los mensajes
lascivos. Luego, se castigaba silenciosamente y conseguía recordarse que tenía que
seguir pensando en el asunto actual. Esto era algo puramente comercial.
—Has creado un plan de negocios muy sólido y detallado. Lo que propones parece
totalmente factible, sobre todo teniendo en cuenta tu trayectoria de éxitos hasta
ahora. Sólo hay un par de cosas a considerar.
Melanie se levantó para marcharse. Ryan se puso de pie y se estrecharon las manos
de nuevo.
Ella sonrió.
12
El Club de las Excomulgadas
—Gracias por tu asesoramiento. Pediré otra cita contigo cuando llegue a la
siguiente fase del plan.
Cuando ella se había ido y Ryan volvió a quedarse solo, reflexionó sobre la mujer
un momento, luego llegó a la conclusión de que era muy poco probable que
Melanie Mitchell fuera la que dejara los mensajes. Sacó su lista de nombres del
personal que comenzaban con “M” de su maletín y lo estudió.
Entonces, ¿cuál era el plan ahora? ¿Atravesar el edificio entero buscando a las seis
mujeres de su lista e intentar encontrarlas a todas ellas? ¿Y decirles qué? ¿Eres la
mujer que está acechándome? ¿Eres la mujer que quiere tomar mi polla en tu
garganta?
*********
Era de noche cuando Ryan llegó a casa esa tarde. Al ser viernes decidió cenar
fuera, eligiendo comer carne asada en el club de golf local.
Antes de tomar una ducha, encendió el ordenador y comprobó sus e-mails. Nada.
Ahora sintió como si estuviera perdiendo la atención. Era algo que rompía la
monotonía de su vida mundana.
13
El Club de las Excomulgadas
Un día de mensajes y notas, ¿y luego nada?, se preguntó mientras dejaba que la
ducha de agua caliente mojara su cabeza.
Se enjabonó, se aclaró, y cerró los grifos, sacudiendo su cabeza como un perro para
quitarse el exceso de agua de su pelo. Al salir con una toalla de baño, Ryan vio su
imagen desnuda en el espejo del tocador. Se sonrió a sí mismo, palmeó su vientre
plano y se sintió satisfecho de que todavía estuviera en bastante buena forma para
su edad.
—Hola, Ryan.
— ¿Quién es? —Quiso saber Ryan, ya que estaba bastante seguro de que era su
acosadora.
—Soy M —Canturreó la voz femenina. Al menos era de sexo femenino, pensó con
algo de alivio.
14
El Club de las Excomulgadas
—Quiero que hables sucio conmigo, Ryan. Conseguir que me pongas toda caliente,
y realmente, realmente mojada.
Ryan sonrió.
—Te he visto por ahí, pero no nos conocemos el uno al otro. Habla sucio conmigo,
Ryan —Repitió ella—. Estoy acostada en mi cama, desnuda. En este momento
estoy pasando mi mano libre sobre mis hermosos y grandes pechos. Ahora estoy
trazando una línea hacia abajo por mi estómago. Y aún más abajo. Mis piernas
están separadas. Los labios de mi vulva están abiertos y esperando, esperando para
que tú puedas tocarlos y probarlos. Mis dedos están frotando mi clítoris ahora. Está
duro. Estoy excitada. Siento que no estés aquí para poder follarme hasta volverme
loca.
La polla de Ryan parecía una vara de acero en su ropa interior. Tenía ganas de
sacarla de repente y bombearla con su seductora voz y sus palabras. Pero por el
momento se abstuvo.
—Yo estoy, ah, confuso, no encuentro las palabras. ¿Qué quieres que te diga?
—Cualquier cosa, siempre y cuando sea sucia. Dime cuánto quieres follar conmigo.
Ryan vaciló. No había hecho esto del sexo telefónico en muchos años, y se sentía
un poco estúpido hablando sucio con una mujer que nunca había conocido. Pero
15
El Club de las Excomulgadas
entonces, ¿qué importaba? Seguro que esto vencía el paso de otra noche aburrido
solo.
Ella se rió.
Con su mano libre, Ryan, comenzó a jugar con su pene a través de su ropa interior,
y dijo al teléfono.
—Me encantaría probar tus dulces jugos, los lamería y chuparía tu clítoris, y luego
metería mi lengua profundamente dentro de tu coño.
—Oh, Dios. Eso me hace llegar allí. Estoy con los dedos en mi coño ahora. Está
muy húmedo. Tu conversación sucia realmente me ha puesto cachonda. ¿Estás
desnudo?
—Quítate la ropa.
—Eso está mejor —Llegó la sensual respuesta—. ¿Tu polla está erecta?
—Sí. Siento que no estés aquí para que yo pudiera meterla dentro de ti. Necesito
algo de sexo —Dijo él francamente.
16
El Club de las Excomulgadas
—Se que lo necesitas. Yo también. Mañana por la noche, podrás follarme de
verdad. Esta noche sólo follaremos por teléfono. ¿De acuerdo?
—Imagina que tu gran y jugosa polla está ahora mismo en mi boca. Mi lengua
mojada, está lamiendo tu duro eje mientras mis labios se envuelven con fuerza
alrededor de su cabeza. Entonces te tomo del todo en mi boca hasta que toques el
fondo de mi garganta. Ahora juego con tus pelotas mientras profundamente estoy
tragándome tu carne. Sabes tan bien.
—Así es. Necesito tu polla dentro de mí ahora mismo. Mi coño se estremece, pide a
gritos ser llenado. Te necesita. Ahora mismo. Muy dentro de mí. Lléname, Ryan.
¡Fóllame, por favor!
—Tu coño se siente tan caliente y mojado mientras meto mi polla en tu interior.
Estás tan apretada. Se siente fantástico. ¿Me sientes dentro de ti?
17
El Club de las Excomulgadas
—Dios, sí —Respondió M, respirando con dificultad a través del teléfono—. Estás
tan profundamente. Te sientes tan grande. Jódeme con fuerza, Ryan. Haz que me
corra sobre tu hermosa polla.
Allí, de pie sobre las baldosas, cerca de la cocina, Ryan se masturbaba la polla
rápidamente. Pre-semen goteaba de la punta, cayendo sobre el suelo.
M chilló de placer a través del teléfono. Su respiración era fuerte en su oído. Gimió
y jadeó un poco más, seguido de otro chillido. Después, sólo respiración
entrecortada.
18
El Club de las Excomulgadas
—Dime como te sentiste. Quiero correrme mientras te escucho decirme lo bueno
que fue.
—Ha sido fantástico. Alucinante. Eres un gran amante, Ryan. Tu polla es tan
grande y dura. Me tienes tan jodidamente mojada en este momento. Se sentía casi
como si realmente me estuvieras follando. Podía sentir tu polla golpeando en mi
agujero, dentro y fuera, cada vez más rápido. No me llevó mucho tiempo que la
crema de mis jugos empapara toda mi cama.
—Mañana por la noche, todo será real. Tomaré tu polla en mi boca y te mamaré
con fuerza, Ryan. Luego voy a darte el paseo de tu vida. Mi coño saltará arriba y
abajo sobre tu duro eje.
La mano de Ryan era una sombra borrosa cuando llegó el momento. Su cuerpo se
tensó. Hormigueos enviaron estremecimientos por él. Su polla se puso aún más
rígida, y luego el primer chorro de semen explotó por la cabeza de su polla y
aterrizó sobre los azulejos a metro y medio de él. El segundo chorro fue aún más
lejos. Siguió eyaculando hasta que una docena de disparos de esperma salpicaban
en parches mojados por el suelo.
Ella se rió.
Ryan se sentía relajado ahora, después de su clímax, pero más insistente ahora por
la verdadera cosa.
19
El Club de las Excomulgadas
— ¿Dónde te encontraré? —Le preguntó.
—Paciencia —Dijo ella—. Te dejaré un mensaje en Facebook más tarde esta noche
con las instrucciones. ¿De acuerdo?
—Está bien.
¿Era alguna mujer del trabajo? ¿Era una antigua cliente? ¿Una conocida? ¿Una
amiga de un amigo? ¿Importaba incluso eso? ¿Tenía que conocerla o saber quién
era ella? Iban a encontrarse para tener sexo, y si esto era lo que ambos querían,
¿realmente importaba incluso algo más al final del día?
Después de terminar su tercer café, entró dentro para comprobar sus correos
electrónicos. Un par de mensajes relacionados con el trabajo. Nada de M aún.
20
El Club de las Excomulgadas
Ryan caminó por la sala de estar, sintiéndose ahora un poco impaciente. El café
probablemente no estaba ayudando. Entró en la cocina, se sirvió una copa de
bourbon y se lo tomó, luego siguió con otra. El licor chamuscó su garganta pero se
sintió bien. Lo calentó.
Ven al Hotel Red Lion mañana a las nueve p.m. Cuarto uno. M.
Ryan conocía el hotel. Estaba a las afueras de la ciudad, en las estribaciones de las
Así que ella quería una noche sudorosa en un hotel fuera de la ciudad. Como él
había pensado el día anterior, se encontraba dividido en cuanto a saber si debía
sentirse excitado o un poco preocupado. No conocía a esta persona, y ella podría
llevarle a nada.
**********
21
El Club de las Excomulgadas
Ryan se despertó a las ocho de la mañana con una furiosa erección. Estuvo tentado
a ocuparse él mismo de sus necesidades, pero decidió esperar a esa noche. Se pasó
el día haciendo tareas mundanas como comprar en el supermercado y limpiar la
casa. Cuando el sol finalmente comenzó a ponerse en un día que pareció durar una
eternidad, la última tarea de Ryan para llenar el tiempo fue limpiar su piscina. En el
momento en que terminó estaba casi completamente oscuro.
Cenó otra comida de microondas que había comprado ese día, y la ayudó a pasar
con una cerveza. Después de la cena se cepilló, se afeitó, recortando varias áreas de
pelo de su cuerpo y se dio una ducha. Un poco de una colonia agradable fue
Cuando fue en coche hacia el Oeste, a las montañas que rodeaban la ciudad, su piel
hormigueaba con una mezcla de nervios, anticipación y excitación. Y lujuria.
Encontró que tenía una erección durante la mayor parte del viaje. Esto comenzaba
a hacer que sus pelotas dolieran, el restringir un pene erecto dentro de sus
pantalones durante un período largo de tiempo. Tenía que darle rienda suelta, y
pronto lo haría.
22
El Club de las Excomulgadas
El Hotel Red Lion se materializó en la oscuridad bajo la iluminación de sus faros.
Era un edificio relativamente pequeño, de sólo una docena de habitaciones,
recostado en la ladera entre una arboleda de pinos.
Aparcó el coche fuera del primer cuarto a la izquierda, suponiendo que esta sería la
habitación Uno. Otro vehículo estaba aparcado al otro extremo del edificio en
forma de L. El único vehículo que vio estaba estacionado en la oscuridad justo al
lado de la oficina del gerente.
Ryan así lo hizo, colocando la tela sobre sus ojos y sosteniéndola en su lugar con la
banda elástica que apretaba detrás de su cabeza. Dudó durante sólo un segundo,
levantó su mano, y luego golpeó firmemente en la puerta tres veces y esperó.
Oyó que alguien se acercaba a la puerta desde el otro lado. Una cerradura hizo clic.
Hubo un leve crujido cuando la puerta se abrió. El aroma dulce y seductor de un
perfume llenó sus fosas nasales. Una suave mano se apoderó de su antebrazo y fue
guiado a través del umbral. Se oyó la puerta cerrándose detrás de él.
—Hola, Ryan.
23
El Club de las Excomulgadas
vuelta sobre su espalda y se sentó, con las piernas apoyadas en el suelo
enmoquetado.
La habitación estaba tan oscura como una tumba. Todo lo que podía distinguir
eran sombras borrosas. M se puso delante de él, pero no podía verla, sólo una
silueta de mujer con un cuerpo de guitarra, clásico. Extendió la mano y la tocó.
Sintió piel desnuda. Brevemente exploró su cuerpo con sus manos en la oscuridad.
Estaba completamente desnuda.
—No podías esperar a poner tus manos sobre mí, ¿verdad? —Dijo.
—No. Me gusta esto oscuro. Eso intensifica el poder de tus otros sentidos, sobre
todo el sentido del tacto en este caso.
Ryan sintió los labios de ella encerrando la cabeza de su pene ya erecto. Su boca se
sentía extremadamente caliente y mojada en la oscuridad. M tenía razón. Sus
sensaciones estaban definitivamente acentuadas. Se sentía absolutamente increíble
el modo que ella trabajaba su boca arriba y abajo por su eje. Anoche todo había
sido una fantasía a través del teléfono. En este momento era satisfactoriamente real.
24
El Club de las Excomulgadas
Sus ojos se habían adaptado un poco a la oscuridad de la habitación, pero todo
estaba en sombras negras y grises oscuras. M debía haber colocado las cortinas
sobre las ventanas para conseguir que la habitación estuviera tan oscura.
—Por favor.
Y así lo hizo, esta vez conduciéndola en su boca con fuerza, toda su palpitante
erección, hasta que toda su longitud completa estuvo hasta el fondo de su garganta.
Sintió sus dedos en sus pelotas, mientras lo succionaba, embromándolos con suaves
caricias que apenas le hacían cosquillas. M trabajó su boca arriba y abajo, haciendo
sonidos mojados, de ruidosas succiones cuando se estaba saciando con su virilidad.
Ella pasó las manos con firmeza por sus muslos, estómago y luego hasta el pecho,
todo el rato tomando su polla en su boca.
25
El Club de las Excomulgadas
— ¿Recuerdas lo que te dije anoche por teléfono? ¿Sobre un sesenta y nueve?
Ryan no necesitó decir nada más. M se subió a la cama y bajó su coño caliente en
su boca que esperaba. Ella continuó chupando su pene, mientras que Ryan con
hambre azotó su coño con su desesperada lengua.
Ella se bajó de él, entonces, sintió que se volvía en la cama. Un par de piernas
delgadas se sentaron a horcajadas sobre su cuerpo, bajándolo hasta sus caderas.
Sintió su mano agarrando su polla y manteniéndola en posición vertical. Su coño
húmedo bajó sobre su cabeza. Centímetro a centímetro la vagina ardiente de M se
tragó a su polla, hasta que su carne estuvo hundida hasta sus pelotas. Ella se
levantó en su polla, saliéndose de ella, y luego se derrumbó de nuevo sobre él con
fuerza.
M empezó desde el principio con fuerza, golpeando su cuerpo hacia abajo sobre él,
su carne reuniéndose con un sonido de palmadas. Un río de jugos calientes goteaba
sobre sus pelotas y la cama. Estaba tan increíblemente mojada. Ella se inclinó
adelante y luego su rostro estuvo a unos centímetros del suyo, lamió su barbilla, sus
mejillas y sus labios.
26
El Club de las Excomulgadas
—Estás cubierto de mis jugos —Dijo ella mientras lamía fervorosamente su cara.
Su lengua se hundió en su boca mientras su coño caía sobre su polla—. Realmente
necesitaba esto. Tenía que ser bien follada y de una forma realmente apropiada.
Ryan encontró sus golpes, haciendo que subiera del colchón sosteniendo una
mejilla de su culo firmemente con cada mano. Sus movimientos estaban totalmente
en sincronía y se sentía como montar las olas suaves del océano mientras estabas
acostado en la parte inferior de un barco.
— ¿Qué?
— ¿Qué?
—Folla mi polla. ¡Jódela con fuerza! —Mientras ella lo montaba expertamente, sus
bocas y lenguas otra vez estaban en una batalla mojada y acalorada. Ryan no podía
conseguir lo suficiente de sus labios y lengua. La devoró, sorbiendo su lengua en su
boca y bebiendo la humedad de ella. Haciendo que apenas pudiera respirar. El
impulso de bombear en ella le venció, y él la empujó.
27
El Club de las Excomulgadas
sentía increíble. Se apoderó de sus generosos pechos y los apretó como asas
mientras la penetraba despiadadamente. Quería correrse. La noche era aún joven,
así que habría tiempo de sobra para más sexo.
Las manos de M estaban en su cara, tocando cada rasgo, jugando con sus labios. Le
lamió los dedos cuando su orgasmo desaparecía, y luego se desplomó en sus
brazos.
Ryan estuvo allí en sus brazos por un rato más, hasta que finalmente rodó en el
colchón sobre su espalda. Cerró los ojos y se relajó, sintiéndose liberado y en paz.
No dijo las palabras ahora mismo, pero aún se preguntaba sobre M.
¿Quién era esta mujer caliente, sexy, encantadora que le folló en la oscuridad de
este sórdido cuarto de hotel?
Sintió que se quedaba dormido, sólo para despertar en algún momento más tarde
sintiendo la mano de M masturbando su polla de nuevo hasta haberla llevado a una
plena erección. Sin decir una palabra se subió en ella y le montó en la posición de
vaquera invertida.
Ryan llegó a su alrededor y apretó con firmeza sus pechos mientras ella lo follaba
por segunda vez esta noche.
28
El Club de las Excomulgadas
—Ouch.
—Lo siento.
Cada golpe le tragaba hasta las pelotas. La velocidad de sus empujes aumentó.
Cada embestida era más potente que la anterior. Su pelo largo le hacía cosquillas en
Sólo cuando creyó que había terminado, otra ola de euforia la invadió y ella se
corrió otra vez. Y luego una tercera vez. Finalmente su clímax múltiple se apagó y
se dejó caer encima de él, toda sudorosa y agotada.
Sostuvo su flexible cuerpo entre sus brazos. Se sentía tan malditamente bien
mantener abrazada a una mujer cerca de él de nuevo, piel contra piel.
29
El Club de las Excomulgadas
Mientras ella se quedaba allí, Ryan besó sus hombros y la parte superior de su
espalda, con sus manos acariciando suavemente sus pechos. Unos minutos más
tarde ella se levantó de la cama. La oyó cruzar la habitación, y luego el sonido de la
puerta del refrigerador en el bar. Ryan pensó que la podría ver con la luz, pero no se
encendió. El sonido de abrir un contenedor de plástico, algo fue retirado, y luego
ella volvió a la cama haciendo ruidos de succión.
Sus labios y lengua estaban fríos por los cubitos de hielo que había estado
chupando. La sensación en su sensible carne fue extraña, pero lejos de ser
Ella trabajó su polla dentro y fuera de su boca con un movimiento constante, de vez
en cuando corriendo su lengua por su eje y lamiendo sus bolas. Su boca había
regresado a su temperatura normal ahora y se sentía tan jodidamente bien en su
pene. M se concentró en la cabeza y chupó duro, más fuerte aún. Ryan podía sentir
que literalmente sorbía el semen de su saco. Con poca advertencia este subió su eje
y brotó en su boca. Ella tragó y dejó que un poco de excedente rodara sobre su
polla mientras él siguió llenando su boca.
30
El Club de las Excomulgadas
—Ha sido un placer, guapo.
Ryan estaba tan relajado que sintió de pronto mucho sueño. En seguida se sumió
en un profundo sueño con la cara de M acariciando su cuello.
*********
Se despertó con la luz del día entrando sigilosamente en torno a los bordes de las
cortinas. Todavía somnoliento, tocó la cama junto a él. Estaba vacía.
En la oficina del gerente encontró a un hombre de edad media, bajo y calvo, que
estaba sentado detrás de un escritorio mirando los deportes en la televisión por
cable.
31
El Club de las Excomulgadas
— ¡Joder! —Ryan soltó y volvió a salir fuera—. ¡Maldita sea!
Fin
32
El Club de las Excomulgadas
¡¡¡Visítanos!!!
http://elclubdelasexcomulgadas.bogspot.com
33