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SINOPSIS

Es la ciudad de Santa Catalina, una metrópoli muy parecida a la nuestra, donde


las personas en su mayoría viven sus vidas de forma relativamente tranquila. Aquí el
detective de homicidios Enrico Lombardi debe enfrentar un delicado caso que involucra a
un asesino serial llamado Doctor Muerte, mientras trata de evitar que los intereses
políticos acaben con la vida de un hombre inocente.

Entre intrigas y malos entendidos, los asesinatos despiadados de cuatro mujeres


sacudirán a una sociedad que duerme cómoda en la apatía general. Entre tanto un
hombre recorre las calles en una misión de limpieza.

PREFACIO

El título de esta novela surgió por accidente, en una imagen que al aparecer
en mi ordenador me cautivó por lo escalofriantemente simple pero al mismo
tiempo sugerente en su contenido. Desde su voz sin sonido pude escuchar en mi
mente la historia de cómo un hombre surgió de las sombras, llevando a cabo un
acto de extrema crueldad con el que hizo temblar los huesos de una sociedad
aquejada por la dolorosa pasividad. Imaginé también a su víctima, joven,
autosuficiente y confiada haciendo su rutina sin percibir la amenaza e imaginé a
los que rodean a esa víctima, personas comunes que deben aprender a
sobrellevar el brusco cambio en su entorno.

Cuando hablamos de escribir una novela, generalmente pensamos en


muchas páginas, pensamos en una historia larga con una intrincada trama
además de una gran cantidad de personajes y escenarios.
En lo personal me gusta la idea de escribir sobre una ciudad imaginaria,
llena de actores imaginarios; porque esto definitivamente abre una gran cantidad
de opciones hacia un nuevo mundo, con paisajes emocionantes amalgamados
entre sí.

Santa Catalina es en mi cabeza una urbe llena de contrastes, de colores,


pero sobre todo de mini historias entretejidas. Existen en ella como en toda parte
personas de todos los estratos sociales y de todas las creencias posibles; es aquí
donde un grupo de personas empiezan a unirse gracias a los diversos
acontecimientos que los van estableciendo en el rol que les corresponde. Son
estos participantes de la vida santa catalinesa los que nos llevarán de la mano en
sus idas y venidas.

Santa Catalina es una ciudad con salida al mar, pero también con zonas
que se elevan varios cientos de metros sobre su nivel, con rascacielos muy
modernos y vecindarios tan comunes como el nuestro. Por supuesto no puede
faltar la historia de amor, de odio, de respeto, de desconfianza, de vanidad, y
sobre todo de aprendizaje.

Están todos invitados a visitar este imaginario lugar, donde tendrán asientos
de primera fila para compartir el desarrollo de los acontecimientos que nos llevan
hacía el desenlace elegido por su autora.
PRESENTACIÓN DE LOS PERSONAJES

Enrico Lombardi: Detective de Homicidios de Primer Grado, con más de


veinticinco años de experiencia, de cincuenta años de edad, soltero, dedicado a
su trabajo. Determinado a atrapar al culpable correcto. De origen italiano, reside
en Santa Catalina desde los quince años. De carácter paciente y muy astuto. Su
sobrepeso tiende a crear la falsa apariencia de ser demasiado pasivo. Es una
persona confiable y amistosa que considera que la buena educación no tiene
clase social.

Emilio Abellán: Oficial de Segundo Grado, con diez años de experiencia, de


treinta y cinco años de edad. Padre soltero de un hijo de ocho. Se desconoce el
paradero de la madre. Personalidad encantadora, tiene múltiples relaciones
amorosas pero está totalmente dedicado a su hijo.

Alfonso Barrios: Oficial de Primer Grado, con catorce años de experiencia, de


treinta y ocho años de edad. Casado con su novia de secundaria, padre de dos
niñas gemelas de seis años. Personalidad decidida, es un padre estricto y muy
protector.

Andrés Bianchi: Mecánico de profesión, de origen italiano, heredó el oficio de su


padre además de un Chevy rojo de techo blanco que restaura el mismo. Reside en
Santa Catalina desde los trece años. [Uno de los personajes principales en este
libro y secundario en varios otros]. Treinta años aproximadamente.

Katarina Vasilis: Técnica en computadoras de veinticinco años de edad. Tiene


su propia empresa en la sala de estar de su casa. Nacida en Santa Catalina de
padres rusos. Conoce a Andrés gracias a su hermano, quien lo emplea en su taller
mecánico.
Tyago Vasilis: Jefe de Andrés y dueño del taller mecánico. Mayor que su
hermana pero de edad indeterminada. Apoya a Andrés como a un hermano.
También es su mejor amigo. Protector con su hermana, quien vive con él.

Sonia Gelbero: Chef de profesión, tiene su propia empresa de Catering Service.


Mujer entrada en carnes de cuarenta y cinco años de edad. Excelente cocinera.
Muy observadora, con frecuencia suele dar a Lombardi un buen punto de vista que
lo ayuda a ser más objetivo. Nieta de un emigrante italiano y una santa catalinesa,
de quienes aprendió el oficio. Hermana de Thomas Gelbero

Thomas Gelbero: Joven de veinte y tanto años. Periodista en El Santa Catalina


Journal. Vive con su hermana. Excelente siguiendo pistas y creando escándalos.
A veces es de ayuda otras veces no.

Alfred Evans: Joven de veinte años. Botones en el Hotel Mendieta. Vive con sus
padres. Estudia y trabaja para convertirse en un contable. Muy bueno con los
números.

Penélope Andrakis: De origen griego, radicada en Santa Catalina dos años


atrás. Secretaria en el Hotel Mendieta.

Mariano Calvet: Gobernador de Santa Catalina. Político y fanático religioso de


setenta años de edad. Aunque lleva una doble moral. Viudo.

Erick Calvet: hijo del gobernador, de veinte y ocho años. Sobreprotegido por su
padre. Enajenado por él. En excelente condición física. Sociópata.

Johnson y Harry: indigentes de edad avanzada pero indeterminada. No se


conocen más datos de ellos.

Francis Beckham: Doctor en Patología Forense. Graduado en la Universidad de


Sata Catalina, especializado en el extranjero. Practicante en artes marciales,
imparte clases de defensa personal en su tiempo libre. En sus cuarenta, sin
especificar.
Jules Pinkman: Asistente de Medicina Forense. Graduado en la Universidad de
Santa Catalina. Mayor de treinta. Una hija en secundaria. Divorciado.

Gabriel Morrison: Ingeniero Forense. Joven y eficiente en su trabajo.


Trasladado de otra ciudad recientemente. También estudió arquitectura aunque
aún no se licencia.
PROLOGO

La camioneta Chevrolet del año se detuvo despacio en el terreno yermo


junto a la fábrica textil, cerrada gracias al fin de semana largo. A pesar de ser una
camioneta nueva y blanca nadie la notó en ese lugar; él ya sabía que a esa hora
todos los testigos posibles estarían en casa disfrutando del día libre. Su conductor
abrió la puerta para descender con una tonada silbada en los labios y una sonrisa
satisfecha en su boca, luego rodeó su auto con calma para abrir la puerta lateral;
de adentro sacó la caja que traía consigo para montar el escenario debidamente.
Con ella en los brazos caminó unos metros hasta encontrar el punto preciso, una
especie de claro entre los matorrales áridos y las piedras, allí dejó todo en su
sitio, ordenado como quería.

Unos treinta minutos después donde antes solo existía tierra y alguna
basura dejada por los recurrentes del lugar se levantaba una suerte de trono
donde una nueva hembra resurgiría. La silla de madera fue cubierta por la tela
roja con brocados, una bandeja con comida y agua situada junto a ella, sus pies
ungidos en aceite de cocina, su cuerpo perfumado, el cabello trenzado. Estaba
limpia y purificada según las instrucciones de su esposa, lo había hecho bien.

Todo estaba listo, ahora podía traerla, su obra maestra merecía ser
depositada en el nuevo trono que le construyó, desde donde podría renacer como
una nueva mujer. Fue tan fácil llevarla hasta allí, tan cooperadora al final de
cuentas que era obligatorio darle un trato especial, un premio por ser buena chica
y aceptar las indicaciones que le fue dando todo el camino.

Es obvio que ha aceptado su lugar pensó. En adelante sería una mujer


humilde, sumisa, callada, como debe ser una buena mujer, sí… desde ahora no
daría más problemas, procedería adecuadamente y se vestiría de la misma
manera; por supuesto debía agradecérselo a él por haber tomado la decisión de
acabar con su mal comportamiento.

Su esposa se lo dijo muchas veces, “Debes actuar como un hombre y


hacerle frente”, ¿no es así? …pues ahora lo había hecho, ahora podía respirar de
nuevo. Cielos que descanso sentía, un alivio reflejado en sus facciones casi
juveniles. El rostro de su esposa estaba grabado en su mente, esa sonrisa que no
había visto desde su boda el año anterior, sí, ella también estaba finalmente
satisfecha con él y lo recompensaría con una tregua. Por fin el silencio.

Momentos después todo estuvo hecho. Depositó su cuerpo desnudo en la


posición adecuada; no debía equivocarse. Sus manos y sus piernas en el ángulo
correcto, situadas en bienvenida a su nueva vida. Su cabeza descansaba sobre el
espino. Todo quedó listo cuando se marchó. Todo era como debía y el mundo
entero volvía a ser perfecto gracias a él.

UNAS HORAS ANTES:

Paseaba por el centro comercial buscando un regalo para Vera su esposa


cuando la vio, entonces supo que era la indicada, todas las señales que debía
buscar estaban presentes, una mirada sugerente, una invitación sin palabras, un
ligero movimiento de cabeza fueron suficientes para acercarse. Mostró su mejor
sonrisa y ella le correspondió por supuesto.

Bajaron juntos hasta el estacionamiento en el sótano del edificio color


naranja con amplios ventanales que iluminaban la parte superior donde las tiendas
dominaban la atención de los clientes. En el sótano en cambio la única luz que
existía provenía de los fluorescentes empotrados en el cielorraso. Dejaron el volvo
amarillo de ella donde estaba, su auto era mejor, más cómodo, discreto y con un
polarizado oscuro que ocultaba completamente sus rostros.

Ya en su departamento la miró despojarse de su ropa, pero permaneció con


las joyas y los zapatos puestos. Era una erótica visión, de estatura media alta,
rubia, de fisonomía escultural gracias al ejercicio; su cuerpo desnudo estaba
dispuesto… llamándole. Con un solo gesto de ella supo que anhelaba ser
purificada. Él la tomó por el cabello mientras ella reía embargada por él placer, la
empujó contra la pared haciendo caer un caro Basquiat que colgaba. La primera
embestida fue ruda, avasalladora. Fue poseyendo su alma con cada arremetida.
La acarició pellizcándola una y otra vez; acción que parecían disfrutar en partes
iguales.

---- Un momento --- exclamó él con el aliento entrecortado --- Tengo algo para ti---

---- ¿Un regalo? , oh… Tú si sabes entender a una chica.

---- Bueno, me esfuerzo.--- contestó con una rara sonrisa en los labios y la mirada
completamente fría

---- Un esfuerzo que será recompensado… te lo juro.--- fue lo último que dijo antes
de que el ataque iniciara. La enorme mano rodeo su garganta aplicando una
poderosa presión sobre las vértebras, cortando la respiración hasta llevarla a la
inconciencia en minutos.

Luego todo fue distinto, ella despertó atada sobre la cama, abrió los ojos
aturdida y en un instante entendió que él había esperado solo para hacerla entrar
en una pesadilla. Rogaba por su vida mientras su llanto era cubierto por la música.

Él sabía que ella no opondría mayor resistencia, casi sintió pena por el dolor
que le causaba, pero desde su perspectiva limpiaba con golpes su piel y con cada
puñalada santificaba su esencia para liberarla. Estaba higienizándola de esa
putrefacción que solo el vicio y el libertinaje da. No podría detenerse, no ahora.
Su esposa observaba desde el sillón dispuesto en el rincón de la habitación
sin emitir sonido alguno, solo miraba la acción y lo miraba a él con una sonrisa en
su boca maquillada con ese perfecto rosa medio que tanto amaba. Aprobó con la
vista cada movimiento ejecutado dentro de las cuatro paredes del lujoso
departamento.

Cuando había terminado con ella su obra estaba completa, era una nueva
mujer y se sentía orgulloso, su dama seguía sonriendo también sin moverse un
centímetro de su posición. Estaba hecho, para ambos no habría marcha atrás.
CAPITULO UNO

Es domingo por la noche en la ciudad de Santa Catalina, un buen momento


para disfrutar de una buena copa de vino frente a una muy agradable fogata,
leyendo esa increíble novela que recién has adquirido y nada aprecia más el
detective Enrico Lombardi que un buen tiempo de calma en su muy bien surtida
biblioteca. Amante de la lectura, ha pasado su vida adulta coleccionando los
volúmenes más completos posibles de cada clásico que se ha encontrado,
además de otras obras más recientes pero siempre de buena calidad. Esa noche
en particular quería terminar su ejemplar de La Luz y la Sombra, una novela que
recién recibió por pedido especial. El teléfono móvil con su peculiar tono sonó
sacándolo de su cómodo sillón lo que le puso un poco mal humorado, aun así no
perdió su habitual tono de cordialidad.

----- Diga… Sí, sí, voy enseguida… ¿Cuál es la dirección…? … Bien sé dónde es,
los veré en veinte minutos.

Tras un recorrido de quince minutos conduciendo llegó al lugar de los


hechos, a esa hora es aún muy temprano y no hay demasiado tráfico. Con su
habitual calma descendió de su automóvil para dar un paso directamente sobre un
charco de agua y lodo, manchando su par de mocasines nuevos, lo que no
contribuyó a mejorar su humor.

----- Detective, detective, por acá… ¿Se encuentra bien? ---- preguntó Gabriel
Morrison, el recién trasladado Ingeniero Forense, un hombre joven pero un muy
eficiente Técnico en ingeniería Forense.
----Sí, sí. ----- contestó el aludido mirando con enojo sus pies para luego caminar
en la dirección que le indicaban.

---- ¿Qué tenemos?

---- Una mujer, joven en apariencia. Creo que la escena fue montada, según los
testigos el lugar estaba limpio esta mañana cuando salieron de aquí… También
hay un detalle que no termina de encajar, no se decirle en este momento pero algo
está de más

----- ¿Además del cadáver muchacho?

----Sí… señor, además de eso. Sabré lo que es cuando haya terminado de revisar
el terreno.---- diciendo esto se marchó con un aparato parecido al que usa un
oculista pero montado sobre un trípode y con una pequeña pantalla llena de
información imposible de distinguir a simple vista.

Enrico Lombardi caminó entre los matorrales y la basura desperdigada por


el terreno baldío, tratando de no manchar de más sus zapatos, empresa
totalmente inútil debido al estado del lugar. Unos pasos más allá se encontró con
el Médico Forense Francis Beckham, vestido con el característico traje blanco
cerrado, sus guantes y el cubre bocas examinaba con detenimiento el cuerpo de la
mujer, recogiendo en el proceso tantos datos como le fuera posible. Así determinó
que ya estaba muerta cuando la dejaron en ese lugar, además de que la agresión
que sufrió fue extrema, entre golpes y puñaladas las heridas sumaban más de una
veintena. Mientras su asistente Jules Pinkman escribía en su Tablet lo que el
doctor dictaba, Lombardi miraba con detenimiento el cadáver. Era cierto la víctima
no podría ser mayor de veinticinco años.

---- Lombardi, ¿está usted bien?

---- Sí, si doctor, es solo que parece muy joven.

---- Lo era, No llega a los veinticinco. Aunque le diré más con la autopsia. El parte
forense estará listo mañana a la tarde.
---- ¿Quién reportó el cuerpo?

---- AHhh, dos oficiales, los encontrará en el cordón de la escena.

---- Bien hablaré con ellos, gracias Beckham.

---- No hay porque.

Unos pasos más allá reconoció la patrulla cero veinticinco, asignada a sus
dos uniformados favoritos, ambos hombres en sus treinta con buena condición
física como lo exige el trabajo. Diligentes y profesionales con más de diez años en
la fuerza cada uno; eran personas de confianza a las que recurría cuando
necesitaba un brazo fuerte y una acción discreta. Emilio Abellán era del tipo
nórdico, de estatura media; su experiencia en artes marciales mixtas era
invaluable. Alfonso Barrios era más bien un latino bajito pero con los pantalones
bien puestos. Lo agradable en él es que nunca llega a ser el típico macho que
esperas sino más bien un hombre muy encantador cuando no necesita usar esos
movimientos callejeros perfeccionados con lucha libre semi-profesional para
someter por lo general a un muy sorprendido delincuente o dos.

---- Hola muchachos, ¿cómo va la noche?

---- Bastante bien señor.--- dijo Emilio

---- Lo usual detective ---- respondió a su tiempo Alfonso

---- Bien ¿quién me cuenta cómo se dio el descubrimiento del cuerpo?

---- Para realizar un breve resumen ---- dijo Alfonso, quien ostentaba un grado más
alto que su compañero ----- El cuerpo fue localizado por Johnson y Harry, dos
indigentes asiduos del lugar, ambos acostumbran pasar aquí la noche. Nos
aseguran no haber tocado nada cuando nos detuvieron en nuestro recorrido
normal por esta zona para informar del hallazgo.

---- Al llegar acordonamos el sitio, hicimos el reporte a la central y esperamos.----


dijo Emilio completando así el informe.
---- Bien… envíenme una copia del parte policial en cuanto puedan.

---- Sí señor.---- respondieron al unísono como frecuente mente les sucedía.

Lombardi se despidió de ellos y sin fijarse más en su calzado caminó de


regreso a su automóvil, meditando en el grado de violencia que la joven sufrió,
rogando que haya muerto rápidamente en lugar de lenta y dolorosa como la
evidencia sugería.

II

Los lunes por la mañana siempre son caóticos, todos llegan tarde a alguna
parte, la mayoría ansiado el descanso del fin de semana siguiente. Tratando de
llegar al departamento de policía Lombardi pasó de cerca tres accidentes de
tránsito y una pelea de peatones en pleno cruce. Pero su mente no estaba en la
agresividad creciente que cada día muestran los habitantes de la ciudad, estaba
en la joven hallada el día anterior; sin duda se ensañaron mucho con ella.

Llegando a la estación dejó su confiable descapotable azul en el parking


reservado para él, una consideración que muy pocos policías tenían en la
actualidad. Caminó meditabundo por los pasillos restringidos únicamente al
personal de la estación hasta llegar a su escritorio situado en medio de una sala
abarrotada por el personal en servicio y los civiles; como siempre el ruido era
considerable, pero en esa época del año no tan alto como lo era en enero o
marzo. Junio era por mucho su mes favorito, cuando hay un buen descanso de
actividades y celebraciones que tienden a convertirse en más trabajo para todos,
principalmente para los que llevan una placa. Mientras miraba los documentos
frente a él, seguía pensando en el estado del cuerpo, de algún modo sabía que
había algo sobre la joven occisa, algo importante que no lograba descifrar. Una
llamada del teléfono en su escritorio lo sacó con brusquedad de sus
pensamientos, era el sargento Ada Miller de evidencias, quien reconoció la
fotografía de la joven en su licencia de conducir, según le explicó hace unos años
atendió una llamada de violencia doméstica en la que ella era la víctima ---- estaba
muy golpeada---- dijo la mujer dándole a Lombardi toda la información que podía
recordar. Para las ocho de esa mañana Lombardi ya disponía de una dirección y
un nombre para su víctima.

Mientras se disponía a salir hacía el estacionamiento se encontró de frente


con Thomas Gelbero, un periodista local que por lo general era una pesadilla para
él, aunque en ocasiones solía ser muy útil y un buen aliado cuando era necesario.

---- Detective, venía a verlo en este momento.

---- ¿A sí?, voy con algo de prisa joven.

---- Vamos, Lombardi, que hoy he venido a ayudarle, necesito contarle algo
importante sobre la joven que encontraron ayer noche.

---- No quiero saber cómo lo supiste tan rápido, pero no puedo darte detalles que
todavía no tengo.

---- Pero yo sí tengo algunos para usted. Ya sabe quién es no es así, lo que creo
que no sabe es que ayer durante la tarde un conocido la vio salir del Centro
Comercial Imperio, y no va a creerme con quien.

Lombardi se detuvo en seco al escucharlo, ese comentario disparó las


alarmas del detective porque cuando Gelbero se hacía el interesante, siempre
significaba un escándalo de mayúsculas proporciones y por supuesto muchas
complicaciones para la investigación en curso.
--- De acuerdo muchacho tienes mi atención, pero te advierto que no te daré
detalles sobre el caso.

---- Bien, bien detective. Soy yo quien va a contarle algunas cosas

---- Su nombre era Julia Bianchi, ¿no es así?--- dijo el hombre más joven mirando
con cierta expectativa al policía.

---- Sí, es el nombre que tengo. ¿Qué sabes sobre ella?

---- Iniciaré por decirle que ayer un conocido mío la vio en el centro de la ciudad,
paseando en un centro comercial. Eso fue en la tarde del domingo

---- ¿En la ciudad hay cuatro centros comerciales, puedes ser más específico?

--- Si claro, en el Centro Comercial Imperio, ya sabe dónde las tiendas más caras
cobran por el servicio de entrada

---- Si, sé de cual me hablas… un lugar muy exclusivo

--- Pues, ayer durante la tarde este conocido estaba paseando por el lugar y se
detuvo cerca de uno de estos kioscos de dulces y cafés gourmet cuando una rubia
pasó a su lado para sentarse y esperar ser atendida. Por como la describió era
una chica de impacto, un poco más alta que el promedio, escultural, con piernas
torneadas. Unos instantes después un hombre joven se le acercó, ya conoce el
tipo, fornido, vestido a la moda, rubio castaño, sonrisa asesina, un sujeto con buen
porte para generalizar. Hablaron unos instantes y se marcharon juntos.

--- Supongo que tu amigo reconoció al sujeto

--- El hijo de Mariano Calvet, nuestro Gobernador--- terminó la frase mientras


Lombardi trataba en vano de mantener una expresión calmada.

--- ¿Estás seguro qué de hablas era Erick Calvet?

--- Sin lugar a dudas. Hasta reconoció su foto en el archivo que llevo de los Calvet

--- ¡Estás investigando al gobernador y su familia!... ¿Algo que yo deba saber?


--- De eso no puedo decirle mucho, salvo que nuestro gobernador no es la
persona que todos piensan.

--- Eso es lo que suele pasar con los políticos Thomas

--- Sí pero hay niveles y este hombre juega bastante más fuerte que la mayoría.

--- Y este amigo tuyo, ¿hablará con migo?

--- Bueno, tendría que preguntarle. Es un twink muy nervioso y ya sabe cómo se
la montan los policías con chicos así.

--- No te preocupes, no me interesa su vida privada, solo que hable sobre su tarde
en el centro comercial. Siempre hay detalles que se ignoran y son los más
importantes en la historia. Dile que me busque para conversar. Es más que vaya
esta tarde al centro de la avenida, en el Café de Le-Marais. A eso de las cuatro
estaré por ahí.

--- Ok, se sentirá más cómodo para hablar de esa manera. Gracias.

El reportero se despidió de Lombardi rogando no haber cometido un error


de juicio con él, prefiriendo omitir el hecho de que se trataba de su pareja y no de
un testigo común para él.

En ese instante al otro lado de la ciudad el mecánico de profesión Andrés


Bianchi, un hombre en los treinta camina de un lado a otro en su sala de estar
esperando una llamada telefónica o la llegada del volvo amarillo que su esposa
conducía cuando salió de la casa el viernes anterior hecha una furia con él.

No era la primera vez que peleaban, pero por alguna razón le pareció fue
peor en esta ocasión, como si algo en su interior le avisará que su matrimonio
llegaba ya a su esperado final. Después de los dos últimos años las cosas se
habían deteriorado muy rápido; las peleas constantes y las mentiras hicieron mella
en la confianza del hombre. Cada vez que trató de arreglar las cosas, de hablar
con ella y posiblemente llegar a un acuerdo para separarse parecía que
reaccionaba con más ira, en algún punto de ese camino el marido empezó a
considerar la ayuda profesional para su esposa.

De una u otra forma Julia necesitaba ser tratada por alguien con más
capacidad que él. Una decisión que jamás se comunicaría.
CAPITULO DOS

Lombardi retomó su camino rumbo a la dirección anotada en el expediente


del caso recién abierto después de haber hablado con Gelbero, sopesando los
datos que el periodista recién le dio; sin duda alguna detalles muy interesantes
que podrían ser de utilidad en algún momento. Entre tanto tenía un marido, ahora
viudo con el cual hablar. Durante el trayecto, aún sopesaba las ideas variadas que
cruzaban en su cabeza sobre los hechos de este homicidio; en su interior
presentía que este solo era el inicio. Al llegar al domicilio de la víctima lo primero
que notó es que era una buena residencia, bastante más elevada de lo que un
mecánico como él señor Bianchi pudiera pagar. Esto hizo que surgieran preguntas
importantes sobre quién era el ahora viudo.

----- Buenas tardes, ¿El Señor Bianchi?

----- Sí… ---- contestó el aludido con expresión de desconcierto al principio y de


entendimiento después.

----- Déjeme presentarme, Detective Enrico Lombardi, a sus órdenes.


----- ¡Oh, cielos…! ----, exclamó Andrés sin saber muy bien que le iban a decir pero
entendiendo que no sería la noticia que esperaba.

----- Me preguntaba ----- dijo Lombardi midiendo muy bien el rostro de Bianchi

----- ¿Podría hablar con la Señora Julia Bianchi?

----- No sabría decirle donde está ahora ----- contestó extrañado Andrés. ----- Salió
el viernes en la tarde y no ha regresado. Por un momento creí que venía a darme
alguna mala noticia sobre ella.

---- Sí señor, verá… en realidad así es. Le importa que pase.

---- No, no, claro. Adelante

-----En realidad Señor Bianchi, es por ella que estoy aquí, necesito que se
presente en el departamento de policía lo más pronto posible para identificar
algunas fotografías ----dijo el detective sin agregar nada más al cruzar la puerta de
madera pulida.

---- Fotografías! … ¿Qué fotografías?... Cielos!!! ¿Esto no es bueno verdad? ---


contestaba un Bianchi cada vez más pálido en el momento de dar vuelta y
enfrentar al detective; ambos se quedaron un instante detenidos en el hall de la
entrada.

----Mucho me temo que no señor. Encontramos el cuerpo de su esposa anoche a


eso de las nueve en un lote baldío de la zona industrial de la ciudad.

---- ¡¡ Por Todos los cielos!! ¿Cómo? … ¿Qué le sucedió?...---- empezó a


preguntar el Señor Bianchi con la cara totalmente desencajada y la mirada
horrorizada. Hasta ese momento Lombardi notó las manos del hombre manchadas
con grasa y aceite de motor. Algo que no encajaba en el ambiente general de la
vivienda, como el bello pero demasiado mullido sillón reclinable o alguna de las
sillas del ornamentado juego de comedor. Mientras Bianchi se sentaba en el sillón
individual de la sala, el voluminoso cuerpo de Lombardi ocupaba el sofá delante
del hombre.

II

En tanto Bianchi trataba de encontrar de nuevo su respiración, Lombardi lo


observaba con detenimiento, cada reacción se podía notar en la cara del hombre,
su desconcierto, su angustia, hasta remordimiento. Esta última le indicó al
detective que había una historia en esa relación que podría tener alguna
importancia para su investigación.

---- Cuénteme señor Bianchi, ¿Cómo era la relación con su esposa?--- empezó a
preguntar Lombardi, buscando en su respuesta algún indicio útil --- ¿Tenía ella
algún enemigo?

---- No, sí… realmente no lo sé. De un tiempo para acá es difícil comunicarse con
ella. No…. No tengo idea. ¿Puedo preguntar cómo pasó?, ¿La asaltaron… la… la
lastimaron?.--- preguntó Bianchi realmente abatido

---Lamento no poder darle esa información, como comprenderá es Secreto de


Sumario, al menos hasta que la investigación termine y haya un juicio.

--- Yo, no entiendo. ¿Qué pasó?... esto no puede estar pasando de verdad.

--- Cuando dice que era difícil comunicarse, ¿a qué se refiere con exactitud?,
podría empezar con el último día en que habló con ella.

---- Eso fue el viernes, llegué tarde a casa debido a un choque en la autopista
central cuando venía de mi trabajo, ella empezó a discutir primero sobre la hora
que era, luego sobre mis escasas ambiciones en la vida. La verdad es que nada la
conforma, últimamente esta irritada siempre y no sé cómo manejarlo.

--- Creo señor que eso ya no es importante ahora.--- dijo Lombardi para recordarle
al hombre la razón de su visita.

---- ¡Cielos, parece una mala broma!... realmente está muerta, ¿no es así?

--- Si señor, pero continúe

---- La dejé hablar hasta que se cansó, luego escuché el auto marcharse

--- ¿Cuánto llevan casados?

--- Tres años y medo.

---- ¿Se levaban bien, en su matrimonio?

--- No la verdad es que no. En los dos últimos años todo ha sido una pela tras otra.
No importa la razón nunca esta contenta.

---- ¿Qué tipo de auto conducía su mujer?

---- Un Volvo Amarillo del año. Ella lo está…estaba pagando con su trabajo.

---- ¿sabe dónde estuvo ella desde que se fue de aquí hasta el domingo?

--- No tengo ni idea. Cuando está en ese estado no contesta el teléfono, así que
no tenía caso llamarla

---- ¿Dónde trabajaba?

--- En el Hotel Mendieta, en el centro de la ciudad, como recepcionista desde hace


cinco años.

---- ¿Puede decirme qué sucedió?

--- Quisiera decirle más pero de momento es imposible---- dijo Lombardi sacando
una tarjeta de presentación oficial del departamento para entregarla en las manos
de un Bianchi desconcertado y abatido.
--- Una pregunta más, ¿Conoce usted al señor Erick Calvet?

---- Uhh… sí le conozco, fue gracias a su padre que Julia y yo pudimos casarnos y
nos ayudó con la compra de esta casa. No habría forma de que pudiera pagarla
por mi cuenta, pero Julia trabajaba para él en esa época y nos ofreció su ayuda
como regalo de bodas.

---- Ya veo. Gracias señor Bianchi. Por favor preséntese mañana a las ocho de la
mañana, conversaremos más en la estación.---

Lombardi se retiró de la casa Bianchi con una enorme sensación de duda


sobre el hombre. Aún no le quedaba claro si era totalmente inocente o estaba
implicado en el hecho, lo único cierto es que había algo que parecía ocultar. En
sus años de experiencia el detective había aprendido a esperar, todo sale tarde o
temprano.

III

Era cuatro con diez cuando Lombardi llagaba a su café favorito, en el fondo
del local un joven de veintitantos le esperaba un poco aprensivo. Justo en el
momento que se disponía a marcharse Enrico se le acercó con paso tranquilo
cuidando mantener su expresión facial relajada. No quería que su testigo se
cerrara antes de obtener la información que necesitaba. Diego es un muchacho de
diecinueve años, medio artista en su tiempo libre, trabaja normalmente como
programador informático, un trabajo que le permite ser independiente
económicamente. Enrico jamás se entrevistaba con alguien sin conocer un poco
sobre esa persona, tal vez no era lo más apropiado para un defensor de la ley
pero si lo más prudente. Cuando llegó al café ya sabía que este joven no solo era
su testigo, también el novio del periodista; permitirle hablar con él es un voto de
confianza que agradecía.

---- ¿Diego?... soy el detective Enrico Lombardi, podemos hablar un poco

---- Claro, ¿le importa si vamos al grano?, realmente no me gusta la policía. No se


ofenda. Solo… bueno, es que he tenido malas experiencias en el pasado---- dijo el
joven apenas sosteniendo la mirada pero muy atento a cualquier movimiento del
policía frente a él

---- Algo me explico Thomas, empecemos entonces por la tarde del domingo en el
centro comercial. Con exactitud ¿qué viste?

---- Ah, bueno empecemos por eso: estaba caminando por ahí pensando en mis
cosas, nada del otro mundo cuando me detuve en uno de esos kioscos de café
gourmet y dulces. Yo… --- expresó Diego algo nervioso--- ya debe saber que no
estoy interesado en el género femenino, pero esta chica realmente llamaba la
atención, muy bonita, aunque con un aura triste, no sé cómo explicarlo mejor.

---- Ok, ¿puedes describirla?

--- Sí, no muy alta pero tampoco baja, rubia, con una figura increíble, joven, solo
un poco mayor que yo imagino. Vestía muy bien. Se sentó en una de las mesitas y
esperó. Luego en otra de las mesitas del kiosco un hombre también joven la miró
como si la estuviera esperando. Y él sí que es de impacto, alto, rubio, musculoso,
con una sonrisa devastadora, pero su mirada parece un tempano de hielo, casi
cruel no sé si me explico con claridad.

---- Sí muchacho de hecho lo haces, continua

---- Bueno ellos se miraron y conversaron tan solo unos minutos luego se
marcharon juntos.

---- ¿Te dio la impresión de que estaba de acuerdo?


---- Realmente no sé decirle pero era obvio que se conocían de antes. Después
de eso Thomas me dijo que ella apareció muerta.

---- ¿Reconociste al joven o a la mujer?

---- A ella no, pero estoy seguro que él es el hijo de nuestro gobernador. Es
imposible no reconocerle si sale cada tres por cuatro en algún periódico o revista.
El hombre debió ser modelo a algo así. Le habría ido de lujo.

--- Podría ganarme un café contándole esto a Thomas chico --- dijo Lombardi con
una expresión divertida en su cara

Diego respondió colocando un delgado dedo sobre sus labios sonriendo


muy tranquilo ahora. Su principal temor era encontrarse con otra mente cerrada
como suele llamar a las personas que le juzgan por sus preferencias a pesar de
no tener nada que ver con su vida.

--- Me despido detective, espero que algo de lo que le conté le sirva. Saludaré a
Thomas de su parte.

---- Gracias muchacho, puedes estar seguro de lo será.

Después de que él joven se fuera Enrico se quedó pensativo unos


instantes, pagó la cuenta y se marchó a casa. Así que su víctima y uno de los
Calvet se conocían, aparentemente mucho más íntimamente. Esto empezaba a
tomar un rumbo que no le gustaba.
CAPITULO TRES

Eran casi las doce de la noche cuando el teléfono móvil que descansaba en
su mesita de noche sonó sacando a Lombardi de un cómodo descanso, miró un
momento el aparato considerando ignorarlo, pero es un policía y su deber es
contestar a la hora que sea.

---- Diga. Sí, voy para allá. Envía la dirección exacta al móvil, estoy en camino---
dijo levantándose con una gran agilidad de la cama y vistiéndose en tiempo
record.

En diecisiete minutos, un aletargado Lombardi arribaba a una nueva


escena, esta vez en un viejo y abandonado parque utilizado únicamente por
indigentes y drogadictos. El nuevo hallazgo no hizo sino confirmar los temores
iniciales del detective. En condiciones similares una mujer joven yacía sin vida
sobre un montículo preparado, presentando en su cuerpo las mismas heridas que
la primera víctima. Sin necesidad de preguntar era un hecho tangible que era obra
de la misma mente perturbada.

---Detective, por aquí--- lo llamó el asistente Jules Pinkman, cubierto por el traje
especial, hacía el trabajo de Beckham, al parecer le tocó trabajar solo esta vez,
entre tanto Morrison revisaba la topografía de la escena usando el mismo aparato
montado sobre un trípode y que al parecer poseía además un sistema infrarrojo.

---- Disculpe si no le doy la mano señor, ya conoce el protocolo.


--- Claro muchacho, no hay problema. ¿Qué tenemos?

--- Para iniciar la joven estará en el rango de los veinte a treinta años señor, la
posición del cuerpo no es natural pero sí relajada. Fue colocada y lleva muerta tal
vez unas seis horas, lo sabré mejor después de la autopsia.

--- Bien --- dijo Lombardi al tiempo en que daba la vuelta para retirarse, por un
segundo consideró seguir su camino, reconsiderándolo después al volverse y
preguntar ---- ¿Tiene las mismas heridas que la otra?---

--- Sí señor, a simple vista parece obra del mismo atacante, presenta las mismas
abrasiones, golpes y cortes, sumando una veintena o más. Lo sabré con precisión
en unas horas.

---- De acuerdo, espero el parte forense entonces.

No había caminado diez metros cuando se encontró con Henderson y


Philip, asignados a la patrulla cero sesenta y siete. Ambos buenos elementos,
pero en general tienden a cometer el mismo error que la mayoría de las personas:
confían demasiado en las primeras impresiones, lo que los lleva con frecuencia a
equivocarse.

--- Oficiales, noche ajetreada cierto

--- Detective… Sí, mucho y aún falta la madrugada.

--- ¿A qué hora termina su turno?

--- Entregamos reporte a las ocho de la mañana. Esta semana son doce horas.

--- Vaya, un horario pesado, ¿quién me dice los pormenores?

--- Solemos revisar este parque ya que es una zona frecuentada por indigentes y
drogadictos, así que los pequeños robos son cosa común en esta área. La mujer
estaba en una posición extraña y obviamente desnuda. Reportamos a la central y
se nos indicó esperar. Unos diez minutos después llegaron los técnicos y el
forense.--- dijo Henderson apenas haciendo pausa al hablar en su corto pero
bastante exacto informe.

--- ¿Es todo?--- les preguntó Lombardi

Esta vez fue el turno de Philip --- Hay algo… una de las regulares que suele
trabajar por aquí vio una camioneta tipo van alejarse del sitio. No distinguió
matricula o marcas pero asegura que es de color claro.

---- Eso es bastante, gracias a ambos--- diciendo esto se retiró a su casa


nuevamente, pero ya no logró dormirse de nuevo haciendo de su madrugada una
tortura llena de hipótesis y suposiciones.

Por la mañana aún trataba de dilucidar una idea concreta de su caso ahora
con dos víctimas en lugar de una, mientras desayunaba frugalmente sentado en
su amplia cocina. Dentro del horno un pírex de porcelana contenía lo que sería
una crema de naranjas horneadas; era un secreto bien guardado que Lombardi
amaba cocinar cuando necesitaba pensar.

II

Llegando a la delegación inició su día releyendo el primer parte pericial que


tenía en su escritorio, comparando los datos recabados con las notas preliminares
del segundo hallazgo proporcionadas por los especialistas, mientras esperaba al
esposo de la señora Bianchi. Demasiadas similitudes entre ambas víctimas como
para no considerar algún tipo de conexión, ambas eran jóvenes mujeres, bonitas,
posiblemente se conocían aunque no podía probar eso hasta saber el nombre de
la segunda mujer. Meditaba y comparaba las imágenes cuando Emilio y Alfonso
se presentaron en el recinto acompañados por dos mujeres de mediana edad, en
pésimas condiciones, sus ropas rotas y el cabello revuelto hablaban claramente de
una riña de vecindario que no había acabado. Nada fuera de lo ordinario hasta
que escuchó el motivo, una de ellas encontró un collar bastante llamativo y se
negaba a compartirlo con su compañera.

Al estudiar la joya el especialista estableció que era de muy buena talla y no


una de bisutería como las mujeres afirmaban, con pequeños rubíes auténticos
incrustados en oro; no era un artículo común en su opinión, pero dejaría que el
encargado del tema encontrara al fabricante y determinara si era robado o un
extravío. Entre tanto él seguía cotejando y comparando dato por dato, mientras
sus informantes buscaban el volvo amarillo de la señora Bianchi por la ciudad,
tarde o temprano aparecería dándole posiblemente un punto de partida sobre las
actividades de la mujer hasta su muerte. De su segunda víctima aún no tenía
indicio alguno sobre su identidad, salvo que junto a la chica había una pulsera en
apariencia de oro. Todo parecía indicar que se trataba de algo dejado con toda la
intención junto al cuerpo. Fue entonces que pensó verdaderamente en ese collar,
pero las mujeres ya habían sido liberadas después de registrarlas con una multa
por causar desorden en la vía pública.

Alrededor de una hora después uno de esos informantes le llamó dándole la


ubicación del automóvil en el centro comercial, donde había estado abandonado
desde el domingo por la tarde. Por un instante deseo jalarse el mismo las orejas,
al recordar su conversación anterior con Thomas Gelbero el periodista.

--- Diablos ¿Por qué no pensé en eso?--- se levantó prácticamente de un salto


para salir casi corriendo de la sala

Enrico Lombardi se dirigió al lugar acompañado por Emilio y Alfonso,


esperando encontrar la escena por lo menos útil, pero en estos casos siempre se
convertía en una carrera contra los curiosos y los periodistas que entorpecían
muchísimo su trabajo al irrespetar el cordón de seguridad. Afortunadamente solo
un guardia del centro comercial estaba junto al vehículo custodiándolo por si
acaso. De manera discreta Emilio abrió el automóvil sin dañar la puerta mientras
Alfonso vigilaba que nadie se acercara. En las cámaras de seguridad del centro el
guardia conocido de Lombardi cuidaba de que nadie llamara a la delegación
denunciando la intrusión.

Dentro del vehículo todo parecía normal, un par de zapatos extra, un


paraguas femenino, una gabardina para la lluvia, incluso una caja con productos
de belleza. Iban a cerrar de nuevo y esperar a ver si alguien venía a recogerlo
cuando Emilio notó la pequeña luz en el suelo en el lado del pasajero.

---- Señor miré…--- dijo mostrando el pequeño celular blanco envuelto en su


propio pañuelo. La luz intermitente mostraba la urgencia de una recarga.

---- Fantástico, ¿deja lo demás en su lugar?

---- ¿Tal y como lo encontramos?

---- Si, lo único que nos llevaremos es el aparato y esperemos que los de
Informática puedan sacar algo útil de él.

Ambos policías se encaminaron hacia su compañero que esperaba a una


distancia discreta para no llamar la atención innecesariamente. Al salir del centro
comercial Enrico dirigió su vista a la cámara de seguridad en el techo y se
despidió con un saludo.

Cuando regresó a la delegación le informaron que Andrés Bianchi todavía


no se había presentado, decidió llamarlo pero no tuvo respuesta. Antes de pensar
lo peor del hombre Lombardi le brindó el beneficio de la duda, enviando una
patrulla para recordarle su cita. Media hora después los uniformados le informaron
que la casa estaba cerrada, del propietario no había ninguna señal. Sin nada más
que hacer Enrico solo podía esperar ya que no había ninguna razón lógica para
hacer buscar al hombre.
CAPITULO CUATRO

El jueves se presentó con un cielo encapotado, se sentía un bochorno en el


ambiente general de la ciudad. Las nubes grises anunciaban un buen aguacero a
la vuelta de la esquina y Lombardi empezaba a sentir una leve frustración debido a
la falta de evidencias más claras en este caso. Para empeorar el inicio de su día la
visita inesperada del Subintendente Moore le anuncia problemas de orden político
en su complicada investigación. Charles Moore siendo un hombre acostumbrado a
ser obedecido dentro y fuera de su trabajo siempre representó un serio problema
para Lombardi así como también para la mayoría de los oficiales y detectives de
su Sede Regional; su tendencia a interferir en casos de relevancia nunca es
bienvenida pero si aceptada por obligación.

---- Buenas tardes Lombardi.---- Dijo Moore caminando directamente hasta él.

---- Buenas Tarde señor, ¿Qué le trae por aquí?

---- No se haga el desentendido detective. Quiero ponerme al corriente de la


situación de su caso.

---- Aún no tenemos mucho, de hecho, nada sobre la segunda víctima. Sobre la
primera apenas empezamos a recabar los datos pertinentes.

---- ¿Qué hay sobre él marido, ya lo investiga usted?

---- Sí, aunque no es mucho lo que hay sobre él. Básicamente es un ciudadano
tranquilo, no existen antecedentes penales, un par de multas de tránsito menores,
ambas descartadas en el sistema. Tengo a alguien comprobando su ubicación
durante el fin de semana.

--- Ya veo. Alguna otra cosa de interés.

--- En realidad ninguna. El caso avanza lentamente debido a la ausencia de datos


relevantes sobre la segunda víctima. Hoy conversaremos con los compañeros de
trabajo de la señora Bianchi, podría salir algo de allí, al menos eso esperamos.

---Bien, bien. Infórmeme cuando avance y llámeme si necesita alguna ayuda.

---- ¿Ayuda señor?

----Sí… ayuda. Nunca se sabe cuándo una llamada telefónica puede ser realmente
oportuna ¿no lo cree?

---- Si… sí. Lo tendré presente.--- respondió Lombardi cuando el Subintendente


Moore se marchaba.

II

El Hotel Mendieta es sin duda alguna el más exclusivo en toda la ciudad,


tanto así que únicamente exhibían un enorme diamante en la pared de su hall la
clasificación más alta poniéndolo por encima de los hoteles de cinco estrellas que
había en la ciudad; con todos los servicios, su discreción y la calidad de su
atención se ha convertido en los últimos años en el destino favorito de casi todos
los adinerados que no cuentan con una propiedad en la ciudad. Lombardi y dos
agentes más pasaron varias horas entrevistando al personal entre los que había
varias mucamas, botones, personal de cocina, de lavandería, administrativo y un
par de choferes. Esto se le permitió ya que acordó con su gerente no hablar con
ninguno de los huéspedes del hotel.

Destacaron sin embargo tres entrevistas que revelaron datos muy


interesantes sobre la personalidad de la víctima y su comportamiento en últimas
fechas. En tanto sus compañeros más cercanos la describieron como una mujer
interesada y manipuladora, su mejor amiga Penélope Andrakis, una griega
radicada desde dos años atrás en la ciudad la describió como todo lo opuesto; era
obvio que ambas mujeres eran muy cercanas. No le sorprendió al detective
cuando la mujer le revelo que mantenía una relación amorosa con la víctima y que
esta pensaba abandonar al marido. Lo que si despertó su interés fue la forma en
que el jefe de personal del hotel le informó que la mujer era cercana del
Gobernador de la ciudad antes de empezar a trabajar en el hotel como
recepcionista. No recibió bien la orden de darle el empleo directamente del dueño
del hotel. Sus frases concretas fueron “No estaba preparada para el puesto y
hubo que darle un entrenamiento relámpago intensivo”

El joven botones Alfred Evans dejó una impresión muy favorable en


Lombardi; un chico de mente ágil con objetivos muy claros para su futuro. Al ser
estudiante de contabilidad no le fue difícil notar que Julia Bianchi gastaba más
dinero del que debería y que parecía vivir muy por encima de sus posibilidades
lógicas. Esto por supuesto también llamó la atención de Lombardi.

III

Unas horas más tarde tanto Alfonso como Emilio seguían dando vueltas
sobre una idea, era extraño que no hubiera un solo reporte sobre el collar del día
anterior; una joya tan cara no es algo que alguien deje por ahí, ¿verdad?,
entonces, ¿por qué nadie la había reportado hasta ese momento? esa pregunta
seguía girando en sus cabezas; con la convicción de que las mujeres de la riña del
día anterior no les habían dicho todo, ambos fueron a buscarlas en la zona que
ambas frecuentaban.

En ese momento Lombardi por su lado se dirigía a la oficina forense para


hablar con el Jefe del departamento Francis Beckham, mientras caminaba por los
pasillos escuchó como Morrison les explicaba a algunos pasantes de medicatura
forense la diferencia que había entre una escena de crimen montada y una
improvisada, lo que básicamente se resume en que la primera fue preparada por
el o los perpetradores y la segunda no presenta mayor intervención que el crimen
en sí, dejando todo lo demás tal como estaba. Eso le hizo recordar que este último
le había hablado sobre algún detalle fuera de lugar en la primera escena.

---- Detective, que bien que está aquí quería hablarle.--- dijo el técnico al mirarlo
pasar tras el grupo de estudiantes. Lombardi se detuvo para darle tiempo a
Gabriel Morrison de poderle alcanzar.

---- Claro Morrison, dígame usted.

---- ¿Recuerda en la primera escena, la del domingo, recuerda que le dije que
había algo de más en la escena? ... Ahora sé que es…

--- Y me lo vas a contar ahora o me harás esperar al informe muchacho

---Sí, sí… ya le cuento. Verá en la escena era obvio que solo se trata de un
asesino que montó y dejó el cadáver, axiomáticamente lo trajo desde otra
ubicación, lo que la convierte en una escena secundaria.

--- Sigue muchacho hasta ahora te entiendo perfectamente

--- Bien, pues disimuladas en el lugar hay otro par de huellas.

--- ¿Otro par? !!! ¿Estás seguro?


----Muy seguro. El dueño de esas huellas se esmeró en no dejar ninguna, pero
paso por alto dos que no pudo cubrir del todo.

--- ¿Un segundo asesino?

--- No…no… no lo creo; más bien parece ser alguien que fue posterior al
abandono del cadáver, observó y se fue tan cuidadosa y discretamente como
llegó.

--- Eso es sumamente interesante, ¿En el segundo cuerpo pasó lo mismo?

---- Aún no verifico mis datos, pero en cuanto lo haga le aviso.

----Trata de hacerlo pronto y llámame directamente al móvil. Buen trabajo Gabriel.

---- Claro detective.

Lombardi siguió su camino hasta Beckham, meditando en ese nuevo dato.


Hay un testigo o un segundo asesino del que no sabían nada; identificarlo y
encontrarlo ahora sería un asunto completamente distinto.

Llegando por fin a su destino se encontró con un Beckham completamente


absorto en la pantalla del televisor de treinta pulgadas que tenía en su oficina; en
ella el Subintendente Moore precedía una rueda de prensa en la que mostraba
una imagen digital editada de la segunda víctima, las letras blancas en grande en
la parte inferior del aparato daban un número al cual llamar para brindar de forma
anónima cualquier dato que permitiera identificar a la joven.

Era una suerte que el hombre fuera lo suficiente mente inteligente como
para no brindar mayores detalles del caso, nadie en la delegación querría lidiar
con el pánico de la población si las palabras Asesino Serial llegaran a filtrarse.

Por fortuna el llamado a la prensa rindió sus frutos cuando el ex marido de


la mujer se comunicó a la central de policía, ahora tenían un nombre para la
segunda víctima, Lidia Andrákos y al parecer llevaba separada cerca de un año,
justo después de haber empezado a trabajar para el gobernador Calvet como su
asistente. Además el ex les indicó que ella conducía un sedán azul que fue
hallado ese mismo día en el parking de un club de moda. Aun cuando el hombre
no parecía en absoluto consternado por el deceso de la mujer, no hubo ninguna
señal de alarma que le indicara al detective la necesidad de una mirada más
cercana en la vida de él.
CAPITULO CINCO

A las ocho de la noche, estaba claro para Lombardi que ya no podría hacer
más por ese día, llovía a cántaros cuando se disponía a salir con su chaqueta
colgando del brazo; Emilio y Alfonso le alcanzaron sumamente agitados, en las
manos traían algunos papeles, unas fotografías de cámaras de seguridad y un
periódico.

---- Señor, señor espere, debe ver esto.--- dijeron ambos al mismo tiempo mientras
le entregaban las hojas

---- ¿Qué es esto?...--- dijo el detective tomando las hojas sueltas y mirando a
ambos críticamente--- tomen un poco de aire, parece que van a desmayarse…
ahora explíquenme.

---- Estos son copias de facturas, de diversas joyas compradas por el Gobernador
Calvet, entre ellas está el collar que las dos mujeres de la riña encontraron el otro
día---- dijo Emilio al tiempo que le pasaba las hojas destacando la del collar.

---- Esto es de la cámara de seguridad de la Joyería D´Marco, en el centro de la


ciudad. ¿Sabe lo exclusiva que es?...---- decía Alfonso sin poder terminar de
creerse el valor de un simple anillo en ese lugar.

---- Y esto --- continuó Emilio --- es un reportaje hecho hace cuatro años… miré
quien acompaña al Gobernador en un acto público en el hospital infantil de la
ciudad.
--- ¿Cómo se les ocurrió buscar esta información?

--- Recuerda a las mujeres de la pelea, las que trajimos por escándalo y desorden,
nos pareció raro que solo encontraran el collar, así que las buscamos para
conversar un poco a fondo sobre cómo lo encontraron. Resulta que no lo
encontraron en la acera como dijeron, si no que estaba en un terreno baldío junto
a la fábrica textil, la misma donde encontramos el cuerpo.

--- ¡¿Esas dos son testigos?! Válgame--- dijo Lombardi poniendo los ojos en
blanco.

--- Ellas aseguran no haber visto el cadáver, encontraron el collar y fue todo lo que
vieron, se marcharon tan rápido como pudieron para tratar de venderlo.

Lombardi miró las fotos y el reportaje sin decir una palabra, luego estudió
las facturas antes de mirar a ambos oficiales.

--- ¿Alguien sabe de esto?

---- No señor ---- respondieron al mismo tiempo

---- Excelente… hay que manejar esta información con mucho cuidado; desde este
momento es parte del Secreto de Sumario, ¿está claro? Una palabra y lo ocultarán
bajo la alfombra sin mencionar la muerte súbita de la carrera de los tres. Ni una
palabra a nadie ¿entendido?

--- Entendido señor--- volvieron a responder al mismo tiempo.

---- Vayan a casa, lo que sigue lo discutiremos mañana. Vengan vestidos de civil.
Yo me encargo de hablar con el Sargento Griffin.

Emilio y Alfonso lo miraron asintiendo con la cabeza sin decir nada más.
Los tres hombres salieron en silencio del edificio, tratando de parecer tan
normales como siempre. En su interior sabían que entraban en un juego muy
peligroso, uno de poder y supervivencia.
II

Al día siguiente llevaban varias horas de la mañana buscando información


sobre el Gobernador Calvet y su familia cuando el teléfono móvil sonó. Su
experiencia le decía que de alguna manera alguien relacionado con él estaba
implicado en todo, ya fuese por orden suya o por algún tipo de lealtad mal
encausada, pero dar con la conexión que había o posiblemente resolver el caso
sería casi imposible, siempre sucedía así cuando alguien de alto nivel estaba
implicado.

---- Aquí Lombardi… sí, estoy escuchando… bien nos veremos allí. — dijo
Lombardi un tanto desconcertado. No era la llamada que esperaba.

Terminando la llamada Lombardi se dirigió a sus acompañantes con un


gesto grave, una nueva víctima fue encontrada, esta vez en una zona restringida
del parque central de la ciudad.

--- Vamos tomarnos un descanso muchachos, vayan ustedes dos a almorzar, yo


voy a atender esto --- les dijo a ambos antes de dejarlos sobre la acera justo al
frente de un restaurante familiar donde sin duda podrían comer algo antes de
seguir buscando.

Unos veinte minutos después Lombardi llegó solo a la nueva escena donde
encontró a al detective Johansson revisando sus propias notas.

---Lombardi, te tomaste tu tiempo ¿cierto?

--- Estaba algo lejos cuando me avisaron… ¿Necesitas ayuda con tu caso? Mira
que estoy algo ocupado en este momento

--- Y lo vas a estar más amigo mío, al parecer esta también es tuya
--- ¿Mía, estas seguro?

--- No hay duda, no está desnuda o en pose, sin embargo según el forense
las heridas son muy consistentes con tus otras chicas. Además está también tiene
una joya bastante cara encima. Inicialmente el forense no creyó hubiese relación
pues esta chica lleva ya un tiempo enterrada, está semidesnuda y fue
estrangulada. Al mirar más de cerca, el especialista descubrió marcas, moretones,
abrasiones en la piel y un collar largo de perlas colocado en su cuello que en
conjunto eran demasiado similares a las encontradas en las víctimas
recientemente halladas en la ciudad.

--- Diablos… ¿Cómo la encontraron?

--- Por casualidad. Los jardineros vinieron a trabajar en esta área, uno de ellos
hincó la pala junto a esos arbustos y sacó la pierna de la muchacha. Nos llamaron
justo antes de llamar a una ambulancia para su amigo.

---- ¿El testigo está bien?

---- Sí, solo una crisis de nervios por el susto que se dio. Es el que se fuma un
cigarro sentado en esa camilla. ---- terminó de explicar el detective al tiempo que
señalaba con la cabeza a un empleado municipal que temblaba entre calada y
calada de humo.

--- ¿Estas bien con esto? No quisiera entrometerme en tu camino.

--- Tengo dos casos abiertos de asaltos con agresión, estoy bastante lleno de
momento, pero gracias por la cortesía al preguntar, pero si necesito ayuda te
aviso--- luego se giró haciendo camino en dirección de la salida del parque
dejando a Lombardi solo en el sitio. Unos minutos después se le unió el Forense
Beckham con cara de pocos amigos.

---- Lombardi, esto pasa a ser un asunto muy rudo ¿no cree usted?

---- ¿Eso parece Doctor? … ¿Está ligada a las dos primeras?


---- En realidad creo que esta es la inicial o al menos está antes que las otras, fue
enterrada aquí desde el viernes anterior al primer hallazgo. Al igual que la
segunda viene con una joya bastante cara, el collar en su cuello es de perlas
auténticas.

Lombardi emitió un silbido de asombro al reconocer el valor de una sola


perla en el mercado actual.

--- Las heridas presentes son consistentes con las dos que ya encontramos, salvo
que ella esta semidesnuda y fue enterrada tras su muerte.

--- Gracias Doc., ¿Alguna otra cosa?

--- No realmente, le avisaré cuando tenga listo el informe.

----Bien, gracias Beckham, lo estaré esperando.

Lombardi se marchó con un mal sabor de boca, ahora había una gran
cantidad de curiosos hablando entre sí, señalando el lugar del hecho. Entre ellos
reconoció tanto a Gelbero como a otros periodistas con los cuales se relacionaba
en las ocasiones en que era necesario para un caso.

III

--- Buenas tardes Gelbero, necesito un favor--- decía Lombardi mientras llevaba al
periodista de manera discreta hacía un lado para conversar con él.

--- Claro detective, siempre es bienvenida la cooperación entre profesionales ----


soltó el hombre más joven con una sonrisa interesada en sus labios
--- Bien, sé que nos entendemos así que te lo voy a explicar: necesito que me
dejes ver todo lo que tengas sobre Calvet y su círculo.

--- ¡¿Calvet?! … Detective, ¿cree que está implicado?

--- Sé que lo está Thomas, lo que necesito es averiguar hasta donde y desde
cuándo.

--- De acuerdo, vaya a mi casa esta noche, mi hermana Sonia cocina una de sus
cazuelas caseras, es comida italiana tradicional, le va a gustar.

--- Tenemos un trato, nos vemos esta noche, ¿cómo a las ocho menos treinta te
parece aceptable?

--- Excelente, le veo esta noche… Aquí está mi dirección.---- respondió Thomas
extendiendo un papel recortado de su libreta donde anotó la dirección al
despedirse.

Eran ya las seis de la tarde cuando el detective pudo entrar en la


delegación para dejar en orden su escritorio y preparar el informe diario que debía
entregar a su jefe inmediato el Sargento Griffin; en su mente existían muchas
preguntas y la más importante rondaba en torno al gobernador de la ciudad.

Revisó algunos documentos cuando vio las hojas que Emilio y Alfonso le
trajeron el día anterior, de pronto su mente se iluminó al recordar el collar con
incrustaciones de rubíes.

---- ¡¡Claro!!..., en la segunda escena había una pulsera y la tercera mujer hallada
un collar de perlas. Son regalos, regalos muy caros para dárselos a cualquier
mujer. Solo pueden significar dos cosas, los dejaron allí como ofrenda para las
víctimas o fue un pago anterior a sus muertes, un pago por su silencio. --- se decía
así mismo, su mente inquisitiva empezó a dar vueltas alrededor de ambas teorías
sopesando las posibles fallas en cada una.

Apenas terminó su informe lo dejó en su sitio y salió del edificio rumbo a su


auto, esperaba que el ofrecimiento de una comida tradicional italiana de Gelbero
no se convirtiera en una tortura alimenticia como solía ocurrir con las mujeres que
trataban de pasar por chef experimentadas cuando no lo eran. Camino a su
destino se detuvo en la Licorería Portobello; según determinaba la etiqueta en
estos casos no debía llegar con las manos vacías a una invitación a cenar.
Después de sopesar varias opciones, compró un par de botellas de vino Marqués
de Cáceres, desde su perspectiva era la elección más apropiada para presentarse
en casa de Gelbero.

Llegando a la residencia, fue recibido por una mujer en sus cuarentas, de


piel sanamente sonrosada. Ataviada con un mandil rojo, Sonia Gelbero no era en
absoluto lo que Lombardi se había imaginado. Muy por el contrario su mirada
denotaba una personalidad observadora y una serena inteligencia; aún sin
maquillaje y con el cabello completamente recogido Lombardi no pudo más que
admirar su cuerpo entrado un poco en carnes, sin llegar a la obesidad, lo que
decía que era una mujer de apetito saludable. La cena tampoco fue lo que temía,
en realidad la mujer tenía una empresa de Catering Service que empezaba a tener
mayor demanda gracias a su buena cuchara.

---- Buenas noches, soy…

---- Sé quién es ---- contestó Sonia con una sonrisa que iluminó el día de Enrico

--- Pase, mi hermano está adentro.

---- Usted debe ser Sonia, de quien me habló… ah, tome, esto es para acompañar
la cena---- dijo Lombardi entregándole las dos botellas de vino al entrar a la casa

---- ¡Vino blanco y tinto!... Gracias, es una gran elección.

---- Bueno señora, no sabía cuál sería más apropiada realmente, así que me
simplifique al elegir ambas. Espero haber acertado.

---- Definitivamente lo hizo… mi hermano está en su oficina, solo siga el pasillo


hasta la puerta del fondo, está abierta no hay pérdida.
---- Muchísimas gracias señora.--- respondió Enrico al dirigirse por el camino que
le habían indicado; mirando a su paso los distintos retratos que colgaban sobre las
paredes color crema de la casa. Algunos de escenas cotidianas de la familia, otros
un poco más recientes donde empezaban a faltar algunos miembros de ella. Los
más nuevos correspondían a los dos hermanos únicamente.

En la cocina, Sonia colocaba las dos botellas junto a las que ella ya tenía
dispuestas para la cena, justamente la misma marca de vino.

IV

---- Buenas noches Thomas--- saludó Lombardi al cruzar el umbral de una oficina
de buen tamaño, con paredes cubiertas por una amplia biblioteca y una pantalla
de cuarenta y seis pulgadas empotrada en la pared, frente a un escritorio de
madera amarilla en el que una computadora reemplazó el espacio que
seguramente fuese de la antigua máquina de escribir desplazada ahora a una
mesa auxiliar a un lado de la ventana. Para rematar la decoración una hermosa
imitación de Goya lucía sobre ella.

---- ¿Cómo está detective?... Pase, está es su casa---- expresó Thomas con una
sonrisa igual de agradable que la de su hermana, fue cuando Enrico notó el gran
parecido familiar entre ambos

---- Qué lugar tan agradable muchacho

---- Era el espacio favorito de mi abuelo… la decoración es la que él mantenía.

---- ¿Hace cuánto que falleció?


----- Unos diez meses, ni Sonia ni yo hemos decido cambiar nada de la casa aún,
sabe, siempre nos gustó el ambiente general. Cuando nuestros padres murieron
ellos se hicieron cargo de nosotros. Los abuelos eran muy buenas personas y
teníamos una vida muy tranquila. Ahora solo somos Sonia y yo.---- dijo el
periodista con mucha nostalgia en la voz

----- Eso veo, se respira mucho cariño en todo el espacio.

---- Si bueno, empezamos si le parece. Cuando Sonia nos llame a cenar, más nos
vale ir.

---- Encantadora, ¿es casada?

---- Qué, no… no. En realidad no tiene mucho tiempo para socializar, con su
negocio creciendo está siempre muy ocupada cocinando.

---- En serio. ¿Cómo se llama su empresa?

--- Es un servicio de Catering Service llamado Buen Gusto, tiene mucha demanda
ahora, lo que me alegra mucho. ---decía el joven mientras sacaba una carpeta
repleta de folios con marcadores de papel y movía la pantalla de la computadora
para darle acceso a Lombardi. --- Es todo lo que tengo de momento además de
estas dos tarjetas de ocho gigas cada una. Lo encontrará bastante revelador.

Al mirar de cerca el archivo Lombardi se da cuenta de que allí está su


tercera víctima, una joven pelirroja llamada Hannah Dover, relación actual de uno
de los empresarios más prominentes de la ciudad. En otros documentos se prueba
que los Calvet están relacionados con diferentes empresas, compra de viviendas y
edificios, algunos en apariencia abandonados. Al parecer los negocios privados
del Gobernador lo han hecho un hombre muy rico y muy poderoso. Y su nueva
víctima también estaba vinculada con él.

---Nada puede ser más peligroso que al concentración de tanto en un solo


hombre---. Pensó Enrico en voz alta
---- Estoy de acuerdo… Lea con más atención el material que sigue ---- le
respondió Thomas mirándole directamente.

Lombardi continuó leyendo poco a poco hasta darse cuenta de lo que


Thomas trataba de hacerle ver sin decirlo abiertamente. Allí había evidencia de
desvío de fondos públicos, de especulación con bienes inmuebles, desapariciones
de varias personas, ninguna reportada que supiera, tráfico de influencias, y solo
dios sabe cuántas cosas más

---- ¿Cómo obtuviste la información?

---- De la manera usual, haciendo mí trabajo con diligencia y discreción. Todo es


fidedigno, lo he constatado.

---- Esto es una bomba de tiempo esperando estallarte en las manos Thomas,
¿alguien sabe que tienes estos documentos?

---- Nadie detective, si algo he aprendido en este oficio es a no levantar banderas


antes de tiempo…. Pero quiero que lea mi nota de primicia, solo porque confío lo
suficiente en usted ---- respondió Thomas sosteniendo una hoja en las manos

Lombardi la leyó con cautela, luego hizo algunos gestos con su rostro
tratando de sopesar el grado de peligro en que el hombre más joven estaba sin
darse una verdadera idea. Lo miró un instante a los ojos y suspiró sabiendo que
hablaba con un adulto profesional. Nada podría hacer hasta que los Calvet se
movieran, después de leer los periódicos

---- Necesito una copia de todo esto Thomas, puedes dármela y necesitaré las
fotografías también

---- Claro, todo está digitalizado,… siempre tengo una o dos copias en caso de
necesidad… Todo está aquí--- respondió el periodista entregándole a Lombardi
una pequeña tarjeta de memoria.--- Pero si algo llegara a pasar necesitaré dos
cosas de usted Lombardi

--- Las que quieras


---- La primera asegúrese de que mi hermana no se verá implicada en alguna
situación desagradable y la segunda es que vaya con Diego, nadie sabe de mi
relación con él pero me preocupa que lo descubran. Él tiene otra copia de todo
solo por si acaso; si algo sucediera él va a dárselo a un amigo mío que es editor
de la Voz de Santa Catalina, sé que no es de gran circulación pero es de mi
confianza. Lo publicará todo si tiene conque respaldarse.

----- Gracias muchacho… Avísame un día antes de que sea publicado, es


importante en caso de que necesites algo de protección de la policía

---- En realidad no creo que sea necesario, se cuidarme. Pero le prometo que le
informaré solo porque quiero una exclusiva sobre su investigación Lombardi,
cuando haya concluido.---- respondió Thomas al mirar la expresión de
preocupación en el rostro de su invitado.

---- Bien Thomas, si cumples tu palabra te prometo una primicia con el


subintendente Moore en persona.

---- ¿En serio detective? … Le acepto la palabra yo lo mantendré informado de lo


que encuentre — contestó el periodista con una brillo de expectación en los ojos y
una sonrisa de alegría en la cara algo aniñada que aún conserva a pesar de tener
casi los treinta.

---- Es un trato entonces.--- dijo Lombardi ofreciendo su mano para sellar el


acuerdo entre caballeros, justo en el instante en que Sonia les llamó desde el
pasillo.
CAPITULO SEIS

Al día siguiente en la calle empiezan a darse las primeras especulaciones


en la prensa, como si se tratara de un secreto a voces todos los diarios se niegan
a usar las palabras Asesino Serial juntas, pero tácitamente las implican en cada
artículo publicado ese sábado. Lombardi revisa uno a uno los informes forenses
de cada víctima, entre los cuales también una similitudes ineludibles como la
causa de la muerte que en los tres casos fue por desangramiento, además las
víctimas presentaban serias señales de violación y tortura. Las tres eran mujeres
muy jóvenes y de buen aspecto físico, pero lo más interesante fue cuando al
investigar los datos generales de cada una saltó a la luz una coincidencia con el
Gobernador Calvet, ya que las tres habrían trabajado para él en algún momento.
Lo que aún no entendía era la joya dejada en cada caso, como si el victimario
buscará establecer esa conexión sin lugar a dudas.

Mientas Lombardi revisa los documentos en su escritorio una inesperada


llamada telefónica lo hace estremecerse por dentro. Nuevamente no era la
llamada que espera.

---- Detective, me alegra poder hallarle

---- Así, bueno supongo que siempre estoy un tanto ocupado, puedo ayudarlo.

---- Sí, he estado llamando a su número, pero es difícil encontrarle allí.


---- Bueno,… debo desquitar mi sueldo. ¿Me dice su nombre y en qué le puedo ser
útil?

---- No a lo primero, usted mismo lo deducirá en su momento

---- Supongo que al menos me dirá el motivo de esta llamada--- dijo Lombardi
tratando de ubicar en su memoria la voz que escuchaba por el auricular.

--- Bueno, en realidad quería conocerlo, es usted un hombre muy interesante


policía, la mayoría haría un gran escándalo tratando de hacerse notar, pero usted
en cambio toma las cosas con mucha calma, con mucha elegancia

---- ¿Llamó para hacerme cumplidos?

--- Claro que no, llamé para que me ayude a detenerlo

---- ¿Detenerlo?

--- Si, policía… ¡¡DETENERLO!!... Le enviaré hoy mismo algunos papeles,


Mírelos. Yo le volveré a llamar cuando lo haya hecho.--- así cortó la llamada el
incógnito

Lombardi se quedó sentado en su escritorio muy pensativo por un tiempo,


¿quién lo había llamado, el asesino o el dueño del par de huellas desconocidas?
Solo le quedaba esperar por esos documentos que podrían ser de mucha ayuda o
una gran complicación. Eso solo lo sabría cómo dijo el hombre que le llamó: “En
su momento”.

En ese instante Santa Catalina recibía la edición de la tarde con una


publicación en su diario principal El Santa Catalina Gaceta, donde una carta
dirigida a su oficina de redacción expresaba con mucha precisión que las mujeres
santacatalinesas debían abandonar sus errados caminos, adoptando el lugar que
les corresponde según su condición de mujer. En el artículo pueden leerse las
líneas amenazantes de un hombre completamente convencido de su superioridad
sobre el género opuesto:
“…soy un devoto de las mujeres, por eso he asumido la obligación de
cuidarlas salvándolas de sí mismas… les pido que enderecen sus caminos
regresando al lugar que les corresponde, su hogar… no hay labor más digna que
la de atender a sus familias dejándonos a los hombres el deber de cuidarlas…
aquellas que no acaten esta máxima serán debidamente corregidas… es la única
advertencia que tendrán… Llámenme Doctor Muerte”

Junto al artículo una imagen de una tarjeta negra en la cual la radiografía


de un cráneo se usaba a modo de presentación, en el detalle la frase Llámame
Doctor Muerte en letras blancas. Ahora el asesino tenía un nombre, y el pánico
que tanto temía se había desatado, inundando la central telefónica con llamadas
de diversos periodistas y público en general.

Todo llegó en un solo paquete sellado, sin remitente lo que por supuesto
desató la curiosidad de toda la oficina periodística. Bajo el titular en grandes letras
rojas la pregunta ¿quién es el Doctor Muerte?, dejaba abierta la puerta a una serie
de especulaciones que no se hicieron esperar.

II

---- Justo lo que más temía---- pensó Lombardi mientras miraba el título del
reportaje y escuchaba el pandemonio telefónico a su alrededor, cuando recibió la
orden directa del Sargento Griffin, quien lo necesitaba en su oficina en ese
instante.

---- Sargento, ¿quería hablarme?


---- Sí Lombardi, pase y cierre la puerta

---- ¿Me puede explicar qué está pasando? ¿Sabe lo que se nos viene encima?

---- Sí señor, estoy muy claro en lo que van complicarse las cosas.

---- ¿Qué piensa hacer? ¿Tiene un plan en marcha para detener a este victimario?

---- Señor, tengo una sospecha muy fuerte pero no va gustarle el rumbo que tiene

---- ¿A qué se refiere Lombardi?

---- Bueno, estoy convencido que todo el asunto viene desde el Gobernador
mismo o alguien muy cercano a su círculo. Antes era una conjetura pero cada dato
que encuentro me lleva más y más en esa dirección.

--- ¡Válgame Detective!, ¿Sabe en lo que se está metiendo? El sujeto tiene una
larga trayectoria y una reputación bien blindada, casi es un suicidio profesional
meterse en su camino.

---- Estoy consciente pero no puedo determinar el rumbo de la investigación señor


solo seguirlo, usted lo sabe

---- Sí, si… lo entiendo, pero se pondrán las cosas muy complicadas para usted y
para mí, así que esté atento a lo que se presente.---- dijo Griffin suavizando el tono
un poco. ---- Por lo pronto vaya usted a ese periódico en busca de esa carta y de
cualquier otra cosa que nuestro desconocido victimario les haya facilitado. Sí
necesita ayuda avíseme, aún tengo un par de favores por cobrar, es muy posible
que los vayamos a necesitar ---- dijo terminando la entrevista.

Lombardi asintió con la cabeza y se dirigió a recoger la chaqueta para salir


hacía el periódico, en su escritorio un sobre amarillo marcado como confidencial
esperaba junto con otros papeles por su atención. Antes de que pudiera tomarlo la
inesperada visita de Alison Kelly de Informática Forense lo distrajo.

Alison es una chica delgada y de aspecto simple quien en su tiempo libre se


hace llamar Espectro, un hacker de alto nivel. Ella no solía descender a la sala
donde civiles y oficiales se encontraban, enviando por lo general los resultados en
un informe digital directamente a cada investigador, pero esa tarde fue a buscar a
Lombardi personalmente. Tras unos minutos de trabajo había logrado acceder a la
información del teléfono para conseguir sus registros de llamadas, de mensajes y
algún otro archivo de relevancia. Al entender lo que su contenido podría acarrear
prefirió esperar para entregar los resultados en persona y librarse del asunto.

Entre toda la información proporcionada por la experta, Lombardi pudo


destacar que muchas de las llamadas iban y venían de la oficina de gobernación,
lo que dejaba en claro la estrecha relación entre la víctima y alguien de esa
oficina. Lombardi miró el sobre nuevamente y decidió que era mejor llevárselo
consigo, podría revisarlo con más calma en su casa. Salió del departamento
rumbo al periódico donde se encontraría con la frustrante sorpresa de que alguien
ya había recogido todo lo enviado por el Doctor Muerte.

Aunque todavía era temprano Lombardi no regresó a la delegación, en su


lugar se dirigió directo a casa donde podría analizar su caso sin mayores
distracciones.

En el departamento de policía el sargento Griffin tenía un día de campo con


los dos abogados y el secretario personal de Calvet Padre, un hombre de mediana
edad llamado Brad Aston III. Desde la oficina de gobierno, la presión para silenciar
la investigación empezó a ser cada vez mayor, Griffin optó por no llamar a Enrico,
esperando darle algo de tiempo para llegar a una o dos respuestas sobre todo el
caso. Desde su escritorio trató en vano de evitar que los tres hombres recogieran
toda la evidencia recabada gracias a una orden sellada y proveniente de la misma
oficina de los Calvet. Minutos después de que llegaran se marchaban de allí con
dos cajas llenas, dejando a Griffin una gran sensación de pérdida.

Lo único que aligeraba su pesadumbre era el conocimiento de que


Lombardi se había llevado una buena cantidad de documentos y archivos, la
mayor parte digitalizados. Al menos la investigación seguiría su curso a pesar de
las acciones políticas de la familia Calvet.
III

---- Señor, lamento molestarlo en su casa pero tengo noticias ----

---- Noticias, ¿Qué pasó?..... ¡Thomas! --- dijo Lombardi con voz alarmada

---- Sí señor, lo atacaron en el centro, dos sujetos armados que huyeron en una
camioneta azul oscuro a toda velocidad. Lo lamento no tenemos una identificación
clara de los hombres tampoco ningún testigo viable sobre el hecho.

----- ¿Él está bien?

---- Él está bien, pero inconsciente. Alfonso está con él en el Hospital General---
contestó Emilio por el móvil

---- Bien, voy para allá, no se separen de él

---- Hecho señor.

Unos quince minutos después Lombardi entraba por una puerta secundaria
al centro médico, topándose de frente con uno de los hombres asignados a la
seguridad en la oficina de gobernación. Para su suerte este no lo reconoció.
Lombardi optó por no hacerse notar esperando en cambio que el hombre le
pasara a la par sin verlo. Decidido a no llamar la atención sacó su móvil y testeo a
Emilio y Alfonso avisándoles de la situación; estos a su vez respondieron ocultos
desde una de las habitaciones donde ambos mantenían bajo vigilancia al
periodista.

---- Señor por aquí…. --- dijo Alfonso desde una esquina unos minutos más tarde

Enrico se movió ágilmente siguiendo de cerca a su hombre de confianza


hasta llegar a un cuarto del fondo que rara vez era usado por algún paciente. Era
el lugar más seguro por el momento.
---- ¿Qué pasó?...

---- Lo seguimos como usted nos pidió, cerca de una de las intersecciones justo
antes de llegar al barrio donde vive dos hombres le cruzaron de frente obligándolo
a parar, mientras uno cuidaba el otro se le fue encima golpeándolo en la cabeza
con una porra. Intervinimos y lo trajimos directamente aquí.

----- ¿Cuántas personas saben que está aquí? --- habló el detective con una
expresión indescifrable en su rostro

---- Nadie, nos valimos de una novia de Emilio para ocultarlo. Ni siquiera está
ingresado por lo que no van a encontrarlo fácilmente.

---- ¿Ha despertado?

---- No en realidad, pero Helga, la novia de Emilio es enfermera aquí, ella lo ha


atendido hasta ahora. Asegura que hay una doctora que es de fiar, estamos
esperando a que llegue para que la traiga aquí de manera discreta.

---- Por lo que parece el golpe fue fuerte pero no hizo mayor daño. La doctora nos
dirá más....

----- ¿Seguros que nadie sabe?, a fuera estaba….

---- Deben estar buscando en cada centro médico de la ciudad. ¿Cree que tratarán
de rematarlo?

---- Estoy seguro, pero antes querrán saber qué sabe, la idea era secuestrarlo.
Bien yo llamaré… No, no mejor iré en persona a buscar a su hermana, ustedes
quédense con él y yo lo arreglaré con el sargento Griffin. Llámenme directamente
si cualquier cosa sucede.---- dijo Lombardi dirigiéndose a la casa de Thomas
directamente.
CAPITULO SIETE

Le tomó cerca de veinte minutos a Enrico llegar hasta la casa del periodista,
donde al parecer sus sospechas eran confirmadas, dos hombres trataban de
entrar a la vivienda posiblemente buscando cualquier archivo que Thomas pudiese
tener en su poder sobre los Calvet.

---No podían ser otros --- pensó Lombardi, quién más tendría interés en Gelbero
en este momento.

Recordó que la casa era pequeña al estilo colonial ubicada en una esquina
de la calle, por lo que tendría un pequeño portón lateral o trasero, una vez allí
cruzó rápidamente el patio interior para entrar por el cuarto de lavandería, esa
parte no fue difícil hasta que llegó a la cocina donde Sonia le recibió con tremendo
sartenazo que el esquivó por centímetros.

--- Sonia espere ---- susurró el policía sabiendo que era la única en la casa

---- ¿Detective, es usted…?

---- Sí señora,… baje el arma quiere

---- No… no es un arma, es mi mejor sartén

---- Bueno casi me atina con él, venga… la voy a sacar de aquí

----- No puedo irme Thomas está por llegar


---- Thomas está con unos amigos… venga con migo y trate de no hacer ruido,
saldremos por atrás ---- dijo Enrico tomando a la mujer de la mano guiándola a la
salida, facilitando su huida la caída rápida de la noche

En el frente de la casa los dos hombres enviados a buscar la información


del periodista aún trataban de forzar la puerta de seguridad que Thomas hizo
instalar cuando empezó a trabajar como independiente. Por el lado posterior
Lombardi y Sonia salían a la calle donde el descapotable de Lombardi esperaba
bajo un frondoso árbol. En minutos estaban ya en la carretera y no parecían ser
seguidos, aun así Enrico decidió llevar a Sonia a su casa para evitar guiar a los
dos hombres hasta Thomas.

II

Mariano Calvet estaba furioso cuando lanzó el móvil al suelo haciéndolo


pedazos en el piso artesanal de su casa, su hijo lo miraba sin inmutarse por el
estallido de su padre.

---- ¡Lo perdieron!!!... ¡Ineptos!

----- Bueno padre, eso no ayudará, tenemos que pensar en algo mejor

---- ¿Algo como qué?--- alegó furioso el anciano embutido en un fino traje oscuro
de corte ingles.

---- Es obvio que el periodista trabaja solo y que no se venderá, tampoco lo hará el
policía, lo mejor es desaparecerlos. El primero es cuestión de encontrarlo, cuando
lo hagamos simplemente lo eliminamos. Al policía,… creo que un desafortunado
accidente en su coche será muy conveniente. Nos desligaría de cualquier
problema --- dijo pasivamente el joven de veintitantos, como si hablasen de la
compra de un terreno o un viaje a la playa mientras su padre lo miraba con una
expresión de orgullo total.

---- Eso me gusta, has aprendido del mejor ¿no es así?

---- Claro padre, ¿de quién sino?--- terminó de decir el joven Calvet con un brillo
en su mirada

---- Quería preguntarte ¿sabes algo de Andrés?, creí que con la muerte de Julia el
aparecería por aquí pero no lo hizo

---- No, no he escuchado nada de él, yo pensé que me llamaría al menos para
informarme, pero en su lugar me enteré por los periódicos. ¿Por qué no te acercas
a su casa? Solo para ver si está bien.--- Dijo Mariano Calvet poniendo su mejor
cara de inocencia.

--- Claro, lo haré hoy mismo

En el escritorio auxiliar el secretario particular se mantenía silencioso como


era habitual, por ello confiaban tanto en él, jamás decía nada ni se movía sin que
lo ordenasen antes, gracias a eso ello pudo recabar una gran cantidad de
información sobre los Calvet con la que esperaba frenar sus excesos de una vez
por todas. Tal vez enviarla a Lombardi no fue lo más prudente, pero era la única
oportunidad que tendría para lograr hacer lo correcto; cuando notó al policía salir
llevando el sobre amarillo entre otros documentos sintió un gran alivio.

Brad Aston III no era un hombre acostumbrado a los enfrentamientos,


tampoco le agradaban las acciones violentas ni se jactaba jamás de ser un
hombre valiente a pesar de ejercitarse con frecuencia. Era un hombre preparado
que gustaba mucho de las cosas pacíficas y gentiles que había en su vida; como
su perro Dogma, un joven labrador color chocolate oscuro de 2 años de edad.
III

Lombardi estuvo caminando en su sala de estar por dos horas enteras,


Sonia descansaba en la habitación de huéspedes gracias al Te de Camomila que
él le preparó, pero aún no había podido hablar con Alfonso y Emilio para saber
sobre Thomas, cuando el móvil vibró en su bolsillo casi lo hizo saltar.

---- Diga…

---- Señor, quería informarle que Thomas está bien, despierto y con un dolor de
cabeza marca infierno pero bien. La doctora Baguette le hizo una placa, y no
parece haber nada malo excepto el golpe.--- dijo Emilio pasándole el teléfono a
Alfonso

---- Señor la doctora se apellida Bugatti, ella y su novia trabajan aquí y se las han
ingeniado para atender a Thomas sin hacer ningún trámite, ahora ¿A dónde lo
llevamos?.. No podemos llevarlo a su casa--- terminó Alfonso

---- Hay que ocultarlo, lo mejor es en casa de alguien a quien no relacionen con
ninguno de nosotros--- respondió Lombardi pensativo --- ya sé, recuerdan a
Monsieur Ditry, él vive solo, nadie lo buscará ahí. Voy a llamarlo, ustedes salgan
del hospital sin que los vean--- les indicó Lombardi

---- Bien señor, lo dejamos en su casa y vamos para allá.

---- Háganlo con discreción, muchachos, entre menos ruido más fácil nos será
salir de esta indemnes--- expresó Enrico cerrando la conversación.

Desde la puerta Sonia lo mira en silencio cubriéndose la espalda con la


pequeña colcha tejida que Lombardi le pusiera cuando la creyó dormida.

---- ¿Mi hermano corre peligro verdad?

--- Eso temo, Sí.


---- ¿Qué va a pasar ahora?

---- Bueno será mi invitada, y su hermano tendrá que mantenerse oculto por unos
días. Lo resolveremos créame.

---- ¿Tengo su palabra señor Lombardi?

---- Sí mi bella dama la tiene.

--- ¿Dónde está mi hermano?

--- Por el momento está seguro y lo mantendremos así. Usted se quedará aquí los
días que sean necesarios y si todo sale bien muy pronto ambos estarán en su
casa. ----respondió En rico anticipándose a todas sus preguntas--- ¿qué le parece
si envío a alguien a su casa para verificar que todo esté en orden?

---Se lo agradecería mucho --- contestó Sonia apenas sosteniéndole la mirada.

Era claro que estaba angustiada pero era admirable que se mantuviera
fuerte a pesar de lo complicado del escenario actual. Enrico no podía más que
admirar esa entereza propia de una verdadera dama. No iba a explorar ningún
sentimiento más profundo por el momento.

Recordando su otra promesa Enrico le pidió el número de Diego, sabía que


al ser hermanos tan unidos ella tendría como comunicarse con él y no se
equivocó, unos minutos después trataba de tranquilizar a un histérico novio en
tanto le pedía que no enviara nada a la prensa todavía.

--- ¿Él está bien me lo jura?

--- Sí pero él y su hermana permanecerán escondidos unos días y necesito que


usted haga lo mismo hasta que yo le avise

--- ¿Pero no puedo ir con él? ¿Por qué no puedo ir?


--- No joven, no quiero que nadie sepa dónde está. Sonia está aquí con migo.
¿Podría hacer lo que le digo y dejar de protestar?--- exclamó Lombardi perdiendo
un poco su legendaria paciencia.

--- Ahh…--- exclamó el twink al otro lado de la línea

Sonia sonreía a pesar de la situación, solo imaginar la cara airada de Diego


era suficiente para causarle gracia. Si estuviera frente a frente con el detective
tendría ambas manos sobre su pecho con cara horrorizada mientras le decía lo
salvaje y mal educado que era, o tal vez no, ya que conocía su aprensión hacía el
gremio policiaco.
CAPITULO OCHO

Hoy en casa de Andrés Bianchi todo estaba muy diferente al día en que
Lombardi la visitó; ya no era la casa ordenada e inmaculada de la pareja, más bien
era un caos total de cosas rotas y muebles desperdigados por todo el salón, los
que no habían sido destrozados en la pelea.

El día de la visita del detective Lombardi

Andrés estaba impactado por la noticia y no fue hasta unas horas más tarde
de la salida del detective Lombardi de su casa cuando que se le ocurrió llamar no
al gobernador como se hubiese esperado ya que este le daba su apoyo gracias a
su amistad con Julia, prefirió en cambio llamar al único amigo en el que confiaba
de verdad, su jefe del taller Tyago Vasilis. El y su hermana Katarina eran más una
familia para él que su propia esposa. Justo cuando estaba a mitad de la llamada
dos hombres se presentaron en su casa, vestidos de negro y bien armados, era
definitivo que no venían como amigos.

Tras una fuerte pelea con los dos hombres Andrés apenas pudo salir de su
casa, llegó hasta una salida de la calle cuando reconoció el auto del gobernador
justo unos metros más allá. No necesitaba ser un genio para darse cuenta de que
era la última persona en la que podría confiar. Discretamente se escabulló por otra
de las salidas laterales rogando que este no lo hubiese visto, para su suerte
consiguió dar con un teléfono público en servicio para realizar una llamada de
emergencia a Katarina Vasilis, unos instantes más tarde su hermano Tyago lo
recogía en la grúa del taller. En su interior Andrés agradecía a uno de sus
molestos vecinos quien siempre decía que era indispensable tener un teléfono
público en el vecindario en caso de emergencia; siendo un hombre mayor no se
fiaba de los móviles actuales. Andrés se prometió silenciosamente no volver a
pensar en él como un viejo chocho.

Andrés era un hombre promedio que no destacaba realmente de la


población general, a pesar de eso Katarina ha vivido enamorada de él desde que
tiene uso de razón, sin importarle que este fuera diez años mayor. Era un hombre
amable de carácter pacífico y un buen amigo de su hermano. A pesar de eso en
su interior sabía que no podía competir con su esposa, pues ella misma no era tan
hermosa y educada o eso era lo que pensaba.

--- ¿Estas bien hermano?—preguntó Tyago preocupado por el estado de las ropas
de su amigo

--- Solo algo apaleado. Me zafé a tiempo

--- Lo mejor será que te ocultes por unos días, sabes que puedes quedarte en
casa. A mi hermana le encantará tenerte ahí

La mirada de aprobación que Tyago le lanzó le dijo que estaba al tanto de


sus sentimientos por la muchacha, algo que jamás habría confesado ni bajo
tortura.

---- ¿Sabes que jamás de propasaría con ella verdad?

--- ¿Cómo si ella se fuera a quejar?--- caviló mentalmente el ruso --- estoy seguro,
por eso te invito a mi casa--- respondió con una tranquilidad en la voz que Tyago
solo usaba con él.
El día de hoy

Andrés estaba sentado en la pequeña sala de estar mirando a Katarina


dibujar una caricatura de su hermano mayor sosteniendo una llave de tuercas
mientras regañaba a un automóvil pequeño con expresión cómicamente culpable,
es una chica con talento decía su hermano mayor cada vez que tenía la
oportunidad de su presumirla y en su oficina conservaba un mural completo con
trabajos y dibujos de ella.

Ambos reían al mirar el dibujo; cuando se miraron un momento, sin pensar


en nada más se estaban besando. Tyago se acercó sigilosamente por detrás.

----Muy bonito los dos eh--- dijo riéndose al ver a su hermana y amigo
completamente avergonzados como adolescentes atrapados ---- Ahora eres un
hombre viudo, lo dijeron los diarios --- le dijo a Andrés mirándolo directamente a
los ojos

---- Si lo soy--- corroboró Andrés apenas captando lo que su amigo espera que
respondiera--- Sabes que la trataré bien, no tendrás queja, tienes mi palabra

---- Lo sé --- dijo Tyago con una gran sonrisa en la cara al tiempo que miraba a su
hermana Katarina completamente iluminada por la emoción.

II

En la oficina de Mariano Calvet las cosas se ponían cada vez más intensas,
desde que su hijo le preguntara por Andrés no había tenido ni un memento de
descanso. Sus hombres lo buscaban pero el muy ladino se había escondido bien.
En un principio se imaginó que iría a buscar a ese ruso amigo suyo pero cuando
sus informantes le dijeron que este había levantado una denuncia de persona
perdida era obvio que no.

Su hijo le tenía gran aprecio al sujeto pero no entendía el porqué, sin


embargo eso no tenía la menor importancia, cuando lo encontraran lo harían
desaparecer. No podía dejar cabos sueltos, no ahora que estaban a punto de
desaparecer del todo y empezar de nuevo en otro país; uno sin extradición. Sabía
que no podía dejar a su hijo por más tiempo aquí, pronto llegarían a él por las
muertes de esas mujeres y sabrían de las otras cuando escarbaran un poco más.
Era un riesgo que no pensaba correr.

Erick se habían acercado a casa de Andrés ese mismo día, tras unos
instantes no le fue difícil suponer lo que había pasado, su padre pensó en
deshacerse de él, no contó con el hecho de que su amigo tan común y simple
tenía un buen gancho y un instinto de auto preservación únicos. Debió huir y eso
significaba que no lo encontrarían a menos que él lo quisiera.

III

--- ¡Padre! ¿Qué diablos hiciste?---gritó Erick entrando furioso a la mansión de la


familia Calvet ubicada en uno de los barrios más exclusivos de la ciudad

--- Baja el tono muchachito, todavía mando en mi casa--- contestó molesto el


anciano

--- Trataste de desaparecer a Andrés, ¿por qué?... No había ninguna razón para
ello. Él es un amigo leal, mi amigo--- dijo Erick ahora hablándole como lo hacía de
adolescente y le reclamaba algo de atención al anciano.
--- No podemos arriesgarnos hijo, estamos muy cerca de irnos. Entiéndelo, eres lo
más importante y no dejaré que nada te lastime. Nos iremos en dos días, no
podemos dejar ningún cabo suelto muchacho.

--- Está bien--- respondió resignado el joven, entendía la situación, además no


quería que su padre supiera su secreto. Eso era lo más importante para él en esos
momentos. Su labor de limpieza continuaría pero más discretamente. Por eso
decidió eliminar la carta que envió al periódico y la tarjeta de presentación, era
mejor no dejar nada atrás.
CAPITULO NUEVE

Eran las poco más de las cinco de la mañana cuando Lombardi recibió la
llamada de Gabriel Morrison que tanto esperaba

----Diga, si soy Lombardi, ¿Quién esperabas que respondiera en mi casa


muchacho?--- dijo un Lombardi irritado por lo incómodo de su propio sofá

--- Bueno señor, quería saber de las otras huellas, cierto.

---- Cierto, cierto ¿qué tienes sobre eso?--- respondió Enrico totalmente alerta

---- Básicamente esto: las huellas en sí son de hombre, zapatos hechos a medida.
La huella de la suela es particularmente exclusiva por lo que solo unos cuantos
fabricantes las usan, le di la información al sargento Griffin, dijo que él se haría
cargo.

---- Bien, yo me comunico con él. Gracias Gabriel

---- De nada señor---- dijo el hombre antes de colgar

Unos minutos después el Sargento Griffin llegaba a casa de Lombardi con


una hoja doblada en el bolsillo y cara de pocos amigos.

---- Lombardi no me gusta hacer de mandadero, quiero que lo sepa, pero en vista
de las circunstancias no me ha dejado alternativa. Quiero que eso también lo
sepa. Y que no se repetirá.

---Lo entiendo señor. Vino porque era muy importante


---Sí, ayer los hombres del Gobernador llegaron a la delegación y se llevaron todo
lo que encontraron del caso, afortunadamente usted se trajo una parte del material
y Morrison aún no había entregado lo último. Mire --- dijo al darle la hoja con la
lista que había recabado haciendo una de esas llamadas secretas que solía hacer

---- ¡Este es un solo nombre y justamente ese nombre!—exclamó Lombardi casi


emocionado.

--- Sí, ese nombre--- reiteró Griffin---- Ahora que hacemos, sabe que no podemos
solo ir por él

---- Tengo suficiente para ir con él fiscal general, que si no me equivoco estará
más que encantado con la idea de quitarse de en medio a uno de sus rivales
políticos más fuertes.

---- ¿Considera buena idea ayudarlo?

--- Bueno si no es él lo hará otro. Al menos al hombre lo conocemos y es entre


todos el menos corrupto moralmente.

--- Bien en eso tiene razón, se lo concedo. Ahora ¿Cómo quiere hacer esto?

---- Moore --- dijo Lombardi sin decir nada más

--- Claro --- agregó Griffin sabiendo que ambos hombres les apoyarían porque así
les convenía

Vestidos formalmente y con una copia de todo el material los dos se


dirigieron a la oficina de Moore con la esperanza puesta en el interés político de
este y de su gran amigo el fiscal general de la ciudad. Sonia escuchó la
conversación desde la alcoba y consideró que era mejor no revelar su presencia,
si el detective la quería escondida, así se quedaría, solo para que su hermano no
tuviera razones para salir a buscarla.

Llegaron a la oficina del subintendente solo para ser recibidos por una mal
geniuda secretaria, el señor Moore y el fiscal estaban en una reunión desde las
cuatro de la mañana les confió nada contenta la mujer con cara de haber sido
sacada del mejor de los sueños.

---Perfecto--- expresó Griffin sin darle oportunidad a cerrarle el paso. Abriendo la


puerta donde los hombres discutían sobre algunos papeles y planos, entró con
Lombardi y la mujer siguiéndole atrás

--- Necesitamos hablar señores, créanme que a los dos les interesa---

Lombardi dejó los documentos y la tarjeta de memoria sobre la mesa y


esperó a que estos los revisaran. Por las expresiones de sus rostros no esperan
que la navidad llegara tan pronto. Ciertamente no en pleno julio.

--- Tienen toda nuestra atención--- habló el Fiscal invitando a ambos a sentarse
mientras les ponían al corriente de todo.

La secretaria disgustada salió para permitir que la nueva reunión se


realizara dentro del despacho.

II

En casa de Tyago Vasilis dueño del mejor taller mecánico de la ciudad, al


menos así lo pensaba, se celebraba una boda y no podía estar más contento. Su
hermana era la novia más hermosa y más feliz, su amigo ahora era familia de
verdad, no solo de nombre. En su mundo todo estaba bien, hasta que un grupo
de hombres irrumpió en la celebración disparando casi a todo lo que había, fue un
alivio comprobar que solo destrozaron la casa, todos los presentes estaban
ilesamente asustados. Dos de ellos se acercaron a Andrés, lo tomaron por los
brazos mientras otro apuntaba a la novia que miraba aterrorizada a su marido y
hermano impotentes.

---No se lo lleven--- les gritó desesperada en medio de las amenazas en ruso que
Tyago les profirió.

Tan rápido como llegaron se marcharon cargando a un hombre recién


casado que luchaba inútilmente por liberarse. Un golpe en la cabeza y ya no luchó
más. Sin mediar palabra Alik, unos de los ahijados de su camarada más antiguo
salió en su motocicleta siguiendo a los hombres que llevaban al novio cautivo.

Tyago no esperó a que llamaran a la policía, él mismo iría por su cuñado, el


mismo y sus amigos con los cuales un ruso recio como él podría contar cuando
tenía un problema. En menos de diez minutos tres vehículos negros, blindados
discretamente salían de su casa siguiendo las instrucciones que el muchacho de
diecisiete años les daba vía telefónica. Al rato llegaron a una casa situada en un
mal barrio de la ciudad.

---- No me gusta Tyago ---- estos lugares siempre son un problema dijo aprensivo
uno de los hombres

--- ¿Te acobardas?--- le respondió suspicaz

---Jamás--- dijo el otro indignado, solo soy cauteloso

--- Que bueno, vamos cuatro por atrás Alik, si alguno trata de escapar nos lo
avisas, dos a cada lado los otros tres con migo en el frente---- dictó Tyago en
modo comando. Trece hombres para rescatar a su amigo, sabían que sería una
buena lucha y nada era mejor para celebrar una boda en su opinión.
III

Entraron según su antiguo entrenamiento, como si el tiempo no pasara por


ellos, eran tan ágiles y coordinados como en los viejos días. Una señal apenas
audible y todos entraron al mismo tiempo desde todos los flancos. Dentro de la
casa se armó tremenda contienda ya que el secuestrador de Andrés tenía buenos
elementos con él.

Los muebles que había empezaron a caer, todo se rompía junto con brazos,
piernas y un cuello que sonó en alguna parte. También había dientes
desperdigados por el piso, sangre salpicada, si Andrés no estuviera atado
posiblemente habría disfrutado de la lucha también pero lo sujetaban para que
Calvet pudiera terminarlo el mismo. La herida que el desgraciado le hizo solo para
verlo desangrarse estaba drenándolo con mucha velocidad. Casi estaba
inconsciente cuando empezaron a oírse disparos por todos lados. La guerra era
campal y sin cuartel.

Al poco tiempo de haber iniciado, casi todo había terminado, los hombres
que Calvet contrató a dedo yacían muertos en su mayoría, los rusos estaban
bastante bien salvo dos heridos de menor importancia. Pero todo quedó en
silencio cuando un grito desesperado se oyó en medio de todo el caos. Erick
estaba en el suelo tendido sobre su estómago con una herida en la espalda. El
anciano se apresuró a socorrerlo pero ya era tarde para él, lo llamo desesperado,
pero no hubo respuesta alguna. Ciego empezó a disparar de nuevo, los rusos
respondieron el fuego pero de alguna manera no lograban atinarle de lleno al
hombre enfurecido delante de ellos. Cinco tiros hicieron el trabajo finalmente.
Tyago se acercó a Andrés y supo que estaba vivo, su herida era profunda pero
pudo vendarla para que esperara la atención médica que necesitaba. Recogió a
sus hombres y salieron de allí tan rápido como pudieron. Ninguno quería dar
explicaciones a la policía.
IV

Una llamada a la central de policía alertó a Griffin sobre lo que sucedía en


el lugar, de la delegación central salieron cinco patrullas a atender la situación.
Cuando Lombardi; Griffin y sus efectivos llegaron, Bianchi descansaba sobre un
charco de su propia sangre en la sala de la casa, afortunadamente seguía
respirando. Calvet padre se hallaba despatarrado sobre un sillón sujetándose el
pecho, el paramédico lo revisó unos instantes antes de mirar a los oficiales
moviendo negativamente la cabeza. La causa de muerte oficial determinó un
infarto masivo, nadie mencionó los cinco agujeros de bala en su cuerpo. En el
interior del dormitorio la escena era un caos aún mayor, los cuerpos de los
mercenarios contratados estaban regados por todo el lugar. En la cama las
sabanas ensangrentadas estaban revueltas y en el respaldar las sogas usadas
colgaban prolijamente a cada lado. Lo único intacto era el Basquiat colgado justo
en la misma pared donde siempre había estado. El cuerpo de Erick no estaba por
ninguna parte.

La curiosidad de los vecinos hizo del escenario general un verdadero acto


de circo. Como polillas atraídas por la luz, rodearon el cordón policial tratando de
mirar mejor y de primera mano lo que sucedía. En los titulares del día siguiente
la nota en grandes letras rojas rezaba “Fallece el doctor Muerte durante un
enfrentamiento con la policía, testigo clave se encuentra delicado en el Hospital
Central de la ciudad”. A un lado en letras un tanto más pequeñas y con un lazo
negro sobre una esquina el retrato del Gobernador Mariano Calvet precedía la
nota luctuosa publicada de rigor.

Días más tarde el escándalo hizo que la indignación pública surgiera en un


verdadero hervidero. Toda la investigación de Thomas salió a la luz en una serie
de artículos, revelando cada hecho oscuro en la vida del que fuera gobernador de
santa Catalina por casi treinta y cinco años. Cuando fueron a revisar la mansión
Calvet estaba casi vacía, las cuentas de banco se habían esfumado y los bienes y
terrenos que habían adquirido fueron vendidos rápidamente. Estaba claro que
Erick Calvet había huido llevándose una fortuna con él.

En algún lugar de Europa el cuerpo sin vida de una sexo servidora


fue hallado sobre un montículo de basura. Un joven de veintitantos se aleja
condiciendo una camioneta blanca por las calles de la ciudad.
Glosario

Encapotado: cielo gris y cubierto de nubes. Dicho costarricense cuando está a punto de
llover.

Secreto de Sumario: concepto usado en la novela para especificar partes de la


investigación como material clasificado.

Twink: Jovencito homosexual, delgado y de aspecto aniñado. Generalmente adolescente


o en los veinte.

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