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Asignatura: GEOMORFOLOGÍA

Cátedra: Prof. Rodolfo O. Worschitz

TOPOGRAFÍA E HIDROGRAFÍA

1. La cuenca hídrica como unidad sistémica

Las cuencas hídricas, en cuanto superficies más o menos extensas, presentan caracteres topográficos, litológicos y
fitogeográficos propios del ambiente geográfico en que se desarrollan y tales condiciones actúan sobre la
alimentación y el escurrimiento. La forma, tamaño y longitud de una cuenca de drenaje tienen fundamental
importancia en la cantidad de agua que escurre e infiltra. La topografía del relieve rige la intensidad de flujo del
escurrimiento y la manera en que el agua es descargada de la cuenca. A su vez, los sedimentos transportados
dependen de la pendiente y la geometría de la cuenca.

La cuenca hídrica es una unidad espacial compuesta de una gran diversidad de componentes bióticos y abióticos
que interactúan entre sí. Desde el punto de vista hidrográfico se la define como el territorio que ocupa el río principal
y sus afluentes, cuyos límites son definidos por la topografía del terreno a partir de las divisorias de aguas.

Desde una perspectiva sistémica, constituye una unidad espacial integrada por una red de drenaje jerarquizada, en
la que se desarrollan complejas interrelaciones y procesos funcionales de acuerdo a determinados factores
hidrológicos y geomorfológicos y en donde se producen vinculaciones longitudinales, laterales (entre las márgenes,
la planicie fluvial y el cauce) y verticales (intercambio entre los distintos subsistemas fluviales) a distintas escalas
temporales y espaciales.

La energía solar y las precipitaciones constituyen los principales "ingresos" de energía, materia e información
desencadenando procesos e interrelaciones en la cuenca hidrográfica a partir de lo cual se generan respuestas de
"salidas" de acuerdo a la estructura y dinámica interna. La cuenca actúa entonces como un "operador sistémico" por
lo cual, cualquier alteración cualitativa y/ o cuantitativa producida en los ingresos o en la estructura incidirá tanto en
el funcionamiento global como en el de sus subsistemas componentes.

Las principales características de las cuencas como unidades sistémicas son:

- Son sistemas naturales, con límites espaciales precisos, definidos por las divisorias de aguas.
- Son sistemas abiertos, lo que implica que realizará intercambios de materia, energía e información con su
entorno y en el que se producirán flujos varios que determinan la estructura y dinámica de los mismos. De esta
forma, toda perturbación ejercerá su influencia directamente en el sistema en que ocurra e indirectamente sobre los
sistemas conexos.
- Presentan determinado grado de organización, ya que conforman la expresión espacial necesaria para la
elaboración de un plan de aprovechamiento y conservación integral de los bienes ambientales asociados al espacio
geográfico.

El enfoque sistémico constituye una herramienta metodológica para el abordaje de las cuencas hídricas que permite
identificar los componentes o subsistemas que las integran, describir los atributos de cada uno de ellos y analizar en
forma interdisciplinaria los procesos e interacciones que se producen al interior de las cuencas hídricas producto del
balance cualitativo y cuantitativo entre los ingresos y circulación de materia, energía e información en el sistema y
los egresos que se producen desde el mismo.

2. Cuenca hidrográfica y cuenca hidrológica

La cuenca hidrográfica es una unidad natural definida por la existencia de una o varias divisorias de aguas en un
territorio dado. Es una unidad morfográfica superficial. Sus límites quedan establecidos por la divisoria geográfica
principal de las aguas de las precipitaciones; también conocido como “divisoria de aguas o parteaguas”.
Teóricamente, es una línea imaginaria que une los puntos de máximo valor de altura relativa entre dos laderas
adyacentes pero de exposición opuesta; desde la parte más alta de la cuenca hasta su punto de emisión. Presentan

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características topográficas propias del ambiente en que se desarrollan y tales condiciones interactúan sobre la
alimentación y el escurrimiento.

Las cartas topográficas al incluir el trazado de las curvas de nivel, permiten evaluar las características planimétricas
de las cuencas para integrarlas luego en sus conjuntos naturales y evaluar los resultados sobre casos concretos de
comportamiento hidrológico. Resumiendo, la cuenca hidrográfica es una zona de la superficie terrestre definida
topográficamente en donde las gotas de lluvia que caen sobre ella tienden a ser drenadas, por uno o varios cursos
de agua interconectados entre sí, hacia un único punto de salida.

Aun cuando dos cuencas estén sometidas a condiciones climáticas similares, los regímenes de escorrentía
superficial pueden ser diferentes, dadas las características físicas de cada una de las cuencas. Por ejemplo,
suponiendo que ambas cuencas posean las mismas características de cobertura vegetal y tipo de suelo
(permeabilidad), si en una de ellas predominan las pendientes pronunciadas mientras que en la otra no, la respuesta
de la primera en cuanto a producción de caudal superficial, ante una precipitación, tenderá a ser más violenta que
en la segunda. De esta forma se puede inferir que, aunque resulta evidente que factores como el tipo de suelo y el
espesor de la capa permeable ejercen un gran efecto sobre el régimen de flujo, la morfología juega un papel
importante en la respuesta de la cuenca hidrográfica a las precipitaciones.

La cuenca hidrológica es una unidad morfológica que, además de incluir todo el concepto de cuenca hidrográfica,
abarca la estructura hidrogeológica subterránea del acuífero como un todo. En terrenos permeables o con marcado
control morfoestructural (litología y tectónica), la cuenca real puede diferir de la hidrográfica, esta alternativa no es
frecuente y suele darse en el caso de escurrimiento subterráneo de magnitud en ambientes calcáreos afectados por
disoluciones, terrenos afectados por fallamientos, rocas impermeables muy fisuradas o diaclasadas o serie de rocas
permeables muy potentes. La concepción de cuenca hidrológica es más integral que la de cuenca hidrográfica.

Reproducción de “Geología práctica” (ob.cit.)


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Las divisorias de aguas de una cuenca, es decir, los límites del escurrimiento superficial en la cuenca pueden
determinarse de manera sencilla en las áreas montañosas a teniendo en cuenta las crestas y picos, a partir de la
observación directa de imágenes satelitales o de fotos aéreas. También se puede determinar el límite de una
cuenca a partir de las cartas topográficas, siguiendo la denominada “regla de la V”. En valles y vaguadas por las que
corren las aguas superficiales, las curvas de nivel adoptan una forma de V cuyo vértice apunta aguas arriba, hacia
las mayores alturas indicando el sentido contrario al del movimiento del agua. En las divisorias de aguas el vértice
indica la dirección en que están las alturas menores. Debe tenerse en cuenta que en los sectores de poca pendiente
y de llanura, los límites de las cuencas son mucho más difíciles de establecer, debido a que en general los cauces
presentan diferentes diseños, las divisorias de aguas son confusas o tenues y muchas veces los ríos adyacentes
presentan desbordes del cauce principal generando entrecruzamientos de diferentes ríos.

Regla de la V. Las líneas llenas indican cursos fluviales y las líneas punteadas las divisorias.

3. Forma y textura de las cuencas hidrográficas

Las cuencas hidrográficas están afectadas por varios factores entre los que se hallan: pendientes iniciales de la
superficie del suelo, diferencias de dureza y de estructura de las rocas, textura del suelo, topografía, canales
artificiales, vegetación, evaporación, frecuencia y cantidad de lluvias, etc. El agua que fluye va buscando el camino
más fácil, normalmente es la pendiente más fuerte pero si la misma está interrumpida por un afloramiento de rocas o
por fallas el agua desvía su curso y si encuentra suelos fácilmente lavables puede modificar nuevamente las
pendientes haciéndolas más fuertes. Entender las formas de las cuencas hidrográficas ayuda a una mejor
comprensión del significado de las formas del relieve.

Las cuencas hidrográficas o redes de avenamiento se clasifican por su forma y textura; la forma de la red viene
supeditada a la estructura de las rocas y la textura depende en un principio de a) la permeabilidad del suelo, es
decir, la facilidad con que el agua puede penetrar en el suelo y de b) el volumen de agua disponible para penetrar en
la superficie en un período de tiempo dado.

Las seis formas básicas de red de avenamiento son las siguientes:

1. Dendrítica (ramificada, como un árbol)


2. En enrejado
3. Radial
4. Paralela
5. Anular
6. Rectangular

- Red dendrítica: es la más común, generalmente los tributarios fluyen hacia los ríos del orden inmediato superior
con el mismo ángulo aproximadamente; hay pocos recodos o cambios bruscos en el trazado de los ríos. Son tan
universales que si la forma básica de un área no es dendrítica, la estructura o forma de relieve es poco usual y
requiere un estudio particularizado. Indica que los materiales superficiales son relativamente homogéneos, con
rocas uniformemente resistentes y horizontales.
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- Red en enrejado: la forma en enrejado parece una parra en una reja de jardín. Los tributarios de primer orden son
largos y de trazado recto. Son a menudo paralelos al canal principal y a los otros. Muchos tributarios cortos pueden
confluir con los canales mayores formando ángulos aproximadamente rectos. Las formas en enrejado se desarrollan
en zonas donde el sustrato rocoso está fuertemente plegado. Los tributarios cortos se deslizan por los lados de las
capas más resistentes levantadas.
- Red radial: puede compararse con una rueda. La red puede ser centrífuga o centrípeta. En la red centrífuga, el
centro de la rueda es el punto más alto y los ríos fluyen hacia la periferia. En la red centrípeta, la periferia es más
elevada y los ríos fluyen hacia el centro. Las formas radiales centrífugas se desarrollan cuando el agua fluye hacia el
exterior y hacia abajo de una elevada colina o domo. Este tipo de red indica que el sustrato está plegado en forma
de domo. Las formas radiales centrípetas se forman cuando el agua fluye hacia el interior y baja hacia una cubeta o
cuenca. Esta forma es muy común en las regiones áridas o en depresiones formadas en rocas solubles, de manera
que el avenamiento va dirigido a una cuenca cerrada y se evapora o filtra.
- Red paralela: en esta forma los tributarios fluyen todos paralelamente o casi paralelamente entre sí. Confluyen al
canal principal formando casi el mismo ángulo. Esta forma a veces indica que una gran falla se extiende a través de
un área que está fuertemente plegada, formando un cierto ángulo con la dirección de los pliegues. Los tributarios
siguen las capas de roca menos resistentes. El curso principal sigue la falla. Esta forma recuerda una “cola de
caballo”.
- Red anular: las formas anulares se desarrollan cuando los cursos fluviales se ajustan alrededor de domos
resistentes. Esta forma puede producirse como modificación de la forma radial, si un domo ha plegado capas
alternas de distinta resistencia. Pueden desarrollarse entonces tributarios que siguen las capas menos resistentes,
cortando los canales radiales casi en ángulos rectos.
- Red rectangular: se desarrollan en áreas en las que el sustrato presenta una red de diaclasas. Muchos trazados
tienen recodos abruptos. Los cursos de los ríos confluyen formando aproximadamente ángulos rectos. Diferencias
locales en la composición del sustrato pueden alterar la forma.

Red dendrítica Red en enrejado Red radial

Red paralela Red anular Red rectangular.

La textura se refiere al número y espaciado relativo de los cursos de agua por unidad de área de la cuenca. Se
separa en dos componentes: densidad de drenaje/avenamiento y frecuencia de los cursos. Los términos
comparativos y relativos textura fina (alta densidad de drenaje), textura media y textura gruesa (baja densidad de
drenaje) se utilizan normalmente para describir texturas de la red, también es utilizada la comparación numérica.

Hay muchos factores que afectan a la textura de la red, entre los principales están: clima, litología, permeabilidad del
suelo, estructura geológica, topografía y condiciones biológicas.

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El clima afecta al desarrollo textural del avenamiento directa e indirectamente. La cantidad total, frecuencia e
intensidad de las lluvias son factores importantes. El clima también ejerce controles indirectos donde la temperatura
y el viento afectan la evaporación, lo cual afecta a la cantidad y tipo de vegetación lo que afecta la cantidad y la
proporción de agua de escorrentía.

Si las condiciones litológicas o estructurales son similares, se desarrollará generalmente una textura de
avenamiento más fina en regiones áridas y semiáridas que en regiones húmedas y semihúmedas. Esto es debido a
que las escasas lluvias en las regiones áridas y semiáridas normalmente son en forma torrencial, la mayor parte de
la lluvia corre superficialmente en lugar de infiltrarse en el terreno. Siendo iguales los otros factores, estas
condiciones de circulación superficial rápida pueden motivar el desarrollo de mayor número de cursos donde la
ausencia de cobertura vegetal es una de las razones principales para que ocurra.

La permeabilidad superficial es el factor individual más importante; la densidad de cursos fluviales en zonas donde
predominan las areniscas es menor que en aquellas donde predominan las arcillas. La estructura geológica es muy
importante ya que el gradiente viene influenciado por el buzamiento de las capas y también debido a la influencia de
las fallas y fracturas. El relieve topográficamente más alto que el fondo del valle, es un factor muy importante ya que
controla el gradiente de energía que existe para el agua de escorrentía y la capacidad erosiva de la misma. Los
controles biológicos son importantes tanto desde el punto de vista de la vegetación en la superficie como debido al
efecto de cuña de las raíces en la rotura de la capa de suelo o la presencia de micro y meso-organismos.
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4. Escalas de trabajo en estudios hidrográficos

Para el estudio y determinación de los parámetros geomorfológicos se requiere de la información cartográfica de la


topografía, del uso del suelo y de la permeabilidad de la región en estudio. Los planos para estos análisis son
usados en escalas desde 1:25.000 hasta 1:500.000, dependiendo de los objetivos del estudio y del tamaño de la
cuenca en cuestión. En la definición del límite y características de toda cuenca hidrográfica, es importante el
estudio de la topografía, uso del suelo y de la permeabilidad, por lo tanto será necesario contar con planos y cartas
en escalas de 1:25.000 a 1:500.000, dependiendo de los objetivos del estudio y del tamaño de la cuenca en
cuestión.

Superficie de la cuenca (km²) Escala


área < 100 1:25.000
100 a 1.000 1:50.000 /1:100.000
1.000 a 5.000 1:100.000 / 1:250.000
5.000 a 10.000 1:250.000 / 1:500.000
área > 10.000 1:500.000

En caso de cuencas muy llanas se debe prestar atención a la correcta identificación del contorno de la cuenca, dado
que las modificaciones en el uso del suelo o en el sistema de drenajes, puede tener efectos apreciables sobre los
límites y la parte activa de la cuenca. En regiones de estas características con divisorias de difícil definición suele
ser conveniente efectuar consultas con otras fuentes, como fotografías aéreas y/o imágenes satelitales. Desde el
punto de vista de la formación del escurrimiento, la divisoria superficial topográfica es importante pero debe
incorporarse el conocimiento de la cuenca subsuperficial (hidrológica). En cuencas de montaña, debido a las altas
pendientes esta última es irrelevante,

5. Superficie / área de la cuenca

Es la que corresponde a la superficie de la misma y está limitada por las divisorias de aguas, que permiten
identificarla. En la práctica, se la determina en mapas topográficos, fotografías aéreas o imágenes de satélite. Para
delimitar la cuenca es necesario trazar la línea divisoria de aguas, separando las cabeceras de los afluentes que
convergen a un colector común mediante una línea que coincida con las mayores alturas. Para delinear los cursos
fluviales y delimitar las cuencas y subcuencas deben observarse detalladamente las curvas de nivel, siguiendo la
“regla de la V”. Para facilitar los análisis posteriores, es mejor representar el avenamiento calcándolo sobre un papel
transparente superpuesto a la fotografía o a la carta. Es preferible trazar las cuencas y subcuencas con distintos
colores (Fig. 5.1).

Se debe tener en cuenta que la superficie de una cuenca es la suma acumulativa de todas las cuencas de orden
menor en ella contenidas y que en áreas de gran permeabilidad la divisoria topográfica o superficial puede no
coincidir con la divisoria de aguas subterránea.

El área puede ser calculada mediante diferentes técnicas, ya sea recorriendo el perímetro de la cuenca por medio
del planímetro, por conteo sobre una hoja milimetrada a partir del dato de la escala de interpretación de la cuenca
(Fig. 5.2), por el “método de los trapecios” o mediante el uso de herramientas SIG. En el método de los trapecios la
estrategia más simple consiste en subdividir el espacio para el cálculo del área en intervalos de pequeño tamaño
(trapecios) y aproximar el área como la suma de las áreas de los trapecios que se forman (Fig. 5.3)

Verstappen (1983), indica que al calcular la superficie de una cuenca, se considera el área completa entre las altas
cumbres y la desembocadura con todas las subcuencas e interfluvios. Por convención las áreas son determinadas
en km2.

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Figura 5.1.

Figura 5.2 Figura 5.3.

6. Análisis numérico de la cuenca

Además de la forma de la red de avenamiento, es importante el análisis numérico de la cuenca para conocer el
grado de ramificación del sistema de drenaje. Hay básicamente dos sistemas y cada uno de ellos es en esencia
inverso del otro y cada uno tiene sus ventajas y sus inconvenientes. La elección del sistema a utilizar depende de la
finalidad del análisis.

En el primero de los dos sistemas todos los cursos fluviales que van directamente al océano se consideran de
“primer orden”; todos los cursos fluviales que desembocan en ríos de primer orden se consideran de “segundo
orden”; todos los ríos que desembocan en ríos de segundo orden son de “tercer orden” y así sucesivamente, hasta
que se alcanza la cabecera de los ríos. Este sistema es el utilizado universalmente para los análisis de suministros
de agua y controles de polución. Con este método, la designación del curso principal es la misma desde la cabecera
del río hasta el océano.

En el segundo sistema, ideado por Strahler (1952) (figura 6.1.), los cursos de la cabecera del río se consideran de
primer orden. Los cursos fluviales se convierten a segundo orden cuando confluyen dos cursos de primer orden, a
tercer orden cuando confluyen dos cursos de segundo orden y así sucesivamente. Sin embargo, si un curso fluvial
de primer orden se une a otro de segundo orden, a partir del punto de unión no se produce incremento de orden. El
río principal de la cuenca es el que tiene el número más elevado del sistema, por lo tanto el orden de la cuenca es el
mismo que el de su cauce principal a la salida. Los cauces de primer y segundo orden solamente suelen llevar agua
en tiempo húmedo. Cuando se utiliza el método de Strahler, todas las cuencas de primer orden son cuencas de
cabecera y el rango de las cuencas de cabecera es el mismo. El método ideado por Strahler es el preferido para
estudiar las características físicas únicas de los cursos de primer orden tal como se definen por este método porque
permite subdividir las cuencas en subcuencas. En general, a mayor orden, más energía y por tanto erosión y mayor
control estructural de la cuenca.

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Figura 6.1. Método de Strahler

7. Perfil fluvial longitudinal y transversal: La realización de estos estudios permiten evaluar los gradientes, el
recubrimiento del suelo, el tipo de sustrato rocoso y la estructura geológica. El perfil longitudinal de un río se
construye a partir del dibujo de la distancia horizontal entre curvas de nivel a lo largo del río (figura 7.1).

Los perfiles transversales son cortes trazados formando ángulo recto con el eje fluvial (figuras 7.2 y 7.3).

El perfil longitudinal refleja gráficamente la capacidad erosiva de un río en sus partes principales (superior, media e
inferior) a través del estudio de la pendiente del propio río. Indica la relación entre la distancia recorrida por un río
desde su nacimiento y la altura relativa de cada punto de dicho perfil. Se mide sobre el talweg o vaguada de un río o
valle, es decir, sobre la línea que recorre los puntos más bajos del cauce de ese río o del fondo del valle o cauces
secos en el caso de torrentes, uadis, cañadones. Los perfiles longitudinales de los ríos suelen presentar forma
cóncava, su pendiente disminuye desde las zonas más erosivas (zonas de cabecera), a las zonas donde predomina
la sedimentación (zonas de desembocadura o bajas). El perfil real del río es mucho más complejo. En la práctica
todos los ríos se apartan de este perfil ideal por diversos motivos: diferencias de caudal, la velocidad y la carga,
diferencias de la naturaleza de la roca, cambios del nivel de base y la geometría del canal. El río colector aumenta
su pendiente cuando recibe un afluente importante, que le aporta mucho caudal y mucha carga. Sin embargo se
reduce la pendiente si el afluente aporta aluviones más finos, o si está menos cargado. La configuración litológica
puede determinar la existencia de rupturas de pendiente o estrechamientos del lecho que hacen aumentar la
velocidad de las aguas.

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El perfil transversal refleja gráficamente el valle en sentido transversal, permite entre otros evaluar el canal, las
terrazas y bardas y los lechos de inundación. El lecho menor es el cauce por la que corre el agua de un río en
épocas de estiaje, incluye el canal; sus márgenes están bien definidos y puede presentar una alternancia de zonas
hundidas (surcos y pozas) y de fondos altos (umbrales), que pueden llegar a formar islas fluviales. El lecho mayor es
el cauce del río cubierto por el agua en época de máximo caudal anual. Puede observarse y analizar el lecho mayor
esporádico producto de inundaciones en las grandes crecidas.

Figura 7.1.

Figura 7.2.

Figura 7.3.

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8. Curva hipsométrica: Se define como la representación gráfica del relieve medio de la cuenca. Proporciona una
información sintetizada sobre la altitud de la cuenca, representa gráficamente la distribución de la cuenca por tramos
de altura. Se construye llevando en el eje de las abscisas (eje x), longitudes proporcionales a las superficies
proyectadas en la cuenca en porcentaje o en km, comprendidas entre las curvas de nivel consecutivas hasta
alcanzar la superficie total. Y llevan al eje de las ordenadas (eje y) la cota de las curvas de nivel consideradas. La
forma de la curva se puede asociar a los niveles de actividad de los diferentes procesos de erosión y sedimentación,
o al grado de madurez de la red de la cuenca, según diferentes autores.

Según Strahler la importancia de esta relación reside en que es un indicador del estado de equilibrio dinámico de la
cuenca. La curva A refleja una cuenca con gran potencial erosivo, la intermedia B es característica de una cuenca
en equilibrio y la inferior C es típica de una cuenca de acumulación sedimentaria.

Scheidegger (1987) rechaza esta clasificación aduciendo que el levantamiento tectónico es un proceso continuo y
que a lo largo de la evolución de la cuenca hay una tendencia a equilibrar las fuerzas antagónicas de construcción
tectónica y degradación por erosión u otros mecanismos. Si un paisaje muestra un carácter permanente estos dos
procesos opuestos están en equilibrio dinámico y atribuye las distintas formas de las curvas hipsométricas a los
niveles de actividad de los procesos mencionados. Así la curva A presenta alta actividad, la B una actividad media y
la C una actividad baja (el nivel de actividad no tiene porque estar relacionado con la edad de la cuenca).

La curva hipsométrica también permite clasificar las cuencas según su edad, dónde la curva A describe a los ríos
jóvenes, que se encuentran en los cauces de montaña, tienen pendientes altas y sección transversal tipo, son muy
irregulares y presentan gran poder erosivo y altas pendientes; la curva B indica ríos maduros que presentan valles
amplios, tienen pendientes relativamente suaves y la erosión de las márgenes ha reemplazado a la erosión del
fondo y por último, la curva C indica ríos viejos, se encuentran en valles amplios y planicies cuyo ancho es varias
veces mayor que el ancho de los meandros y las pendientes son muy reducidas.

Características del ciclo de erosión


según Strahler según Scheidegger según la edad
Curva A cuenca con gran potencial erosivo alta actividad ríos jóvenes
Curva B cuenca en equilibrio actividad media ríos maduros
Curva C cuenca con acumulación sedimentaria actividad baja ríos viejos

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9. Aporte pluviométrico en la cuenca: Los principales factores que actúan en la generación de los caudales
sólidos y líquidos que llegan a los cauces naturales y son transportados por ellos, están relacionados con las
características de las precipitaciones y de la cuenca, la erosión y la dinámica del sistema.

La red pluviométrica, nos da información de carácter puntual y aislado, referido a aquellos lugares donde la misma
se obtiene; sin embargo de la misma puede obtenerse un valor representativo del conjunto de la cuenca.
Para el cálculo de la precipitación media en una cuenca o un área, a partir de los datos de las estaciones de la red
pluviométrica pueden utilizarse varios procedimientos.

- Método de la media aritmética de la precipitación en la cuenca: se obtiene de un procedimiento aritmético


simple que consiste en obtener el promedio del valor de cada puesto pluviométrico (figura 9.1.)

- Método de las isohietas: es producto del trazado de las isohietas (líneas que unen puntos de igual precipitación)
y luego de determinar la superficie de las áreas limitadas se multiplica por el valor pluviométrico promedio entre las
isohietas que las limitan y la suma de estos resultados parciales se divide por la superficie de toda la cuenca (figura
9.2.). Es más preciso y complejo. Las áreas comprendidas entre las isohietas se calculan mediante el empleo de
papel milimétrico, del planímetro o de sistemas de información geográfica.

- Método de Thiessen: la técnica geométrica de Thiessen pondera los valores aislados de cada pluviómetro en
función de su área de influencia. Para establecer esas áreas se localizan las estaciones en el mapa y se las une
entre sí mediante líneas rectas auxiliares; en cada punto medio entre dos estaciones contiguas se trazan
perpendiculares que terminarán formando polígonos alrededor de cada estación. Luego se determinan las
superficies de esos polígonos y sus resultados se multiplican por el valor de precipitación correspondiente. La suma
de estos resultados parciales se divide finalmente por la superficie total de la cuenca y se obtiene la cantidad de
agua precipitada, es decir, un valor compensado, válido para toda la extensión considerada (figura 9.3). Las áreas
de los polígonos se calculan mediante el empleo de papel milimétrico, del planímetro o de sistemas de información
geográfica.

Figura 9.1. Figura 9.2. Figura 9.3.

Estos métodos si bien nos dan una interesante información sobre la cuenca, no contemplan la evaporación ni el
déficit de escurrimiento, entre otras.

10. Morfología de la cuenca

Una de las herramientas más importantes en el análisis hídrico es el análisis de la morfología (morfografía y
morfometría) de cuencas, ya que permite establecer parámetros de evaluación del funcionamiento del sistema
hidrológico de un área o región. Puede servir también como análisis espacial para el manejo y planeación de los
recursos naturales al manejar ciertos componentes como el tamaño de la cuenca, la red de drenaje, la pendiente
media, la densidad de los cursos, etc. Dichos componentes pueden ser obtenidos y modelados mediante el uso de
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sistemas de información geográfica y combinados con la geomorfología, pueden dar un diagnóstico hidrológico útil
para la planeación ambiental.

¿Cuáles son los elementos básicos de un paisaje de erosión fluvial?

Los primeros y más simples son las propiedades lineales del sistema cauces. Consiste en analizar un sistema
ramificado de líneas. Si no tenemos en cuenta las diferentes anchuras de los cauces, todos los ríos pueden
considerarse como simples líneas. Las propiedades lineales están limitadas a cifras, longitudes y a combinaciones
de las diferentes series de segmentos lineales. Aunque estas líneas, de hecho, se inclinan respecto a la horizontal
(todos los ríos deben tener un gradiente), el análisis de las propiedades lineales se lleva a cabo con las
proyecciones del sistema de cauces al plano horizontal (carta topográfica).

El segundo tipo de elementos de un sistema fluvial lo constituyen las propiedades superficiales de las cuencas
de drenaje. De nuevo se proyecta la superficie del terreno en un plano horizontal (carta topográfica). Las
propiedades superficiales son el área ocupada por la cuenca de drenaje y la descripción de las formas (contornos)
de estas cuencas. El área es una propiedad bidimensional, el producto de la longitud por la anchura, mientras que
las líneas tienen una sola dimensión, la longitud.

Generalizando, podemos decir que el área tiene la función de interceptar las precipitaciones y aportar derrubios,
mientras que las líneas (cauces) cumplen mejor la función de transportar el agua y los derrubios fuera del área.
El tercer tipo de elementos lo constituyen las propiedades del relieve del sistema fluvial. El relieve se refiere a las
alturas relativas de las superficies y las líneas con respecto a la base horizontal de referencia. Las propiedades del
relieve están relacionadas con la tercera dimensión, perpendicular a la base horizontal sobre las que se llevan a
cabo las mediciones planimétricas. Un grupo de elementos sería un estudio del propio relieve, definido como la
altura de un punto dado' con respecto a la base planimétrica, o como la diferencia de altura entre dos puntos dados.
En otras palabras, el relieve expresa la magnitud de la dimensión vertical del paisaje. Otro grupo de elementos de
esta clase lo constituyen los gradientes o pendientes de las superficies topográficas y de los cauces fluviales. Estos
parámetros condicionan la velocidad de la escorrentía y constituyen medidas de la intensidad del proceso de erosión
y de transporte.

Según la forma y la topografía las cuencas constituyen un complejo de factores que pueden actuar en forma
conjunta o sucesiva sobre el escurrimiento y puede sintetizarse del siguiente modo:

COMPORTAMIENTOS HIDROLÓGICOS

MODERADOS POR LA CUENCA ACENTUADOS POR LA CUENCA


- cuencas extensas que cubren diversas áreas
- cuencas pequeñas con un sólo tipo de alimentación
climáticas con ritmos complementarios
- cuencas alargadas con confluencias distanciadas y - cuencas aproximadamente circulares con afluentes
alta sinuosidad convergentes poco sinuosos
- cuencas distribuidas en altura con diversos pisos de
- cuencas insuficientemente distribuidas en altura
alimentación
- pendientes débiles y perfil longitudinal suave - fuertes pendientes y perfil longitudinal marcado
- lecho mayor amplio y presencia de lagos - cauces profundos, con altas barrancas, sin lagos
reguladores regulares

11. Propiedades morfométricas de las cuencas hidrográficas

Se utilizan para realizar la descripción cuantitativa de las cuencas hidrográficas como unidades espaciales y de la
red de drenaje propiamente establecida. Si bien los antecedentes se remontan a los S. XVI y XVII es a partir de los
inicios del S. XX con el “Índice de Compacidad” (Gravelius, 1914) que los estudios de morfometría fluvial y de
cuencas hidrográficas comenzaron a tener relevancia, principalmente en los Estados Unidos.

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Robert Horton (1875-1945) desarrolló la descripción cuantitativa de las cuencas y las redes de drenaje y formuló
algunos de los principios que rigen el desarrollo de los mismos. Horton ideó un estudio de la red fluvial en la que los
parámetros principales que son necesarios cuantificar son: clasificación jerárquica y longitud de los cursos, área,
longitud, anchura y relieve de las cuencas. Posteriormente y continuando el marco teórico consolidado por Horton se
fueron desarrollando aportes conceptuales que enriquecieron los estudios morfométricos de las cuencas
hidrográficas y la red de drenaje. Se proponen así, el “Índice de Circularidad” (Miller, 1953), la “Razón de
Elongación” y la “Razón de las Áreas” (Schumm, 1956), la “Jerarquización Corregida de la Red de Drenaje”
(Strhaler, 1957) y las “Relaciones de Pendiente en la cuenca hidrográfica” (Morisawa, 1962).

Las propiedades morfométricas de la cuenca hidrográfica proporcionan una descripción física de la extensión y
formas de las mismas y permite realizar comparaciones entre distintas cuencas hidrográficas. Al mismo tiempo que
se pueden extraer conclusiones preliminares sobre las características ambientales del territorio a partir de la
descripción precisa de la geometría de las formas terrestres, principalmente las que tienen como origen los procesos
de erosión.

Strahler (1986) diferencia tres aspectos de la morfometría fluvial. Los más simples corresponden a las propiedades
lineales del sistema de cauces, las longitudes y combinaciones de las diferentes series de segmentos lineales.
Luego destaca las propiedades superficiales de las cuencas de drenaje, que incluye el área superficial y la
descripción de las formas. Y por último, las propiedades del relieve del sistema fluvial perteneciente del dominio
geomorfológico.

A continuación se detallan algunos índices simples de la cuenca hídrica y del diseño de la red de drenaje, además
de aportar datos numéricos básicos, permiten utilizar los mismos para establecer razones e índices más complejos a
los efectos de relacionar la forma de la cuenca con figuras geométricas.

- Área de la cuenca: ver punto 5. Superficie / área de la cuenca.

- Número de orden de los ríos: ver punto 6. Análisis numérico de la cuenca.

- Longitud del cauce principal: este parámetro suele coincidir con la longitud del cauce más largo, y es un criterio
muy representativo de la longitud de una cuenca. Puede medirse considerando toda la sinuosidad del cauce o la
longitud del eje del mismo.

- Perímetro de la cuenca: es la longitud de la línea divisoria de aguas y conforma el contorno del área de la
cuenca. Cuando se compara cuencas de la misma área, este parámetro es útil para diferenciar la forma de la
cuenca. Es decir, si es alargada o redondeada.

- Densidad de drenaje (textura): ver punto 3. Forma y textura de las cuencas hidrográfica. Horton (1945) definió la
densidad de drenaje de una cuenca como el cociente entre la longitud total de los cauces que conforman el sistema
fluvial de la cuenca, expresados en kilómetros y el área total de la cuenca expresada en kilómetros cuadrados.
D = Lt / A
Se interpreta el resultado como el número de cauces existentes por km².
La densidad de drenaje expresa las características geomorfológicas y ecológicas del territorio de la cuenca. Los
factores que controlan la densidad de drenaje son: la litología del sustrato, la permeabilidad del suelo y la capacidad
de infiltración y la cobertura vegetal y tipo de la misma.

- Extensión media del escurrimiento superficial (E): se la puede definir como la “distancia media” que el agua
tendría que recorrer sobre el terreno, en el caso que el escurrimiento se realice en línea recta, desde el lugar en que
el agua precipita, hasta el lugar más próximo de un curso cualquiera de esa cuenca y por el cual se encauza.
Matemáticamente, se la expresa por la relación entre el área de la cuenca y cuatro veces la longitud de todos los
cursos de agua existentes en la misma.
E = A / 4 Lt
Donde: A es el área de la cuenca y Lt la longitud total de los cursos de agua.

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- Disección vertical del relieve: también se denomina amplitud del relieve o profundidad de disección; se obtiene
de la diferencia entre la elevación máxima y la elevación mínima dentro de la cuenca. Expresa el grado de
profundización alcanzado por las corrientes de agua superficiales en su acción erosiva sobre la superficie terrestre.
La disección vertical del relieve es un indicador del trabajo erosivo realizado por el escurrimiento concentrado de las
aguas superficiales.
Dv = H – h
Donde H es la elevación máxima en la cuenca y h la elevación mínima.

- Índice de alargamiento (Ia): este índice, propuesto por Horton, relaciona la longitud máxima de la cuenca (L), con
su ancho máximo (A), medido perpendicularmente a la dimensión anterior.
Ia = L/A
Para un índice de alargamiento pequeño, cercano a uno, la cuenca es poco alargada y su red de drenaje se
presenta en forma de abanico, donde las confluencias pueden estar cerca una de otra y el cauce principal es corto.
Si el índice toma valores muy por encima de la unidad, la cuenca tiende a buscar una forma rectangular o alargada.

- Relación de bifurcación (Rb): conocida con “ley de Horton”, expresa que el número de cauces varía con el
orden, de una manera que sugiere una progresión geométrica. Se trata de una serie geométrica inversa, donde la
relación de bifurcación (Rb) es la base. Constituye un número adimensional resultante del cociente entre el número
total de ríos de un orden dado y el número total de ríos del orden inmediato superior.
Rb = Nu / Nu +1
Donde u representa el orden de un segmento, Nu es el número de segmentos de un orden dado y Un + 1 es el
número de segmentos pertenecientes al orden inmediato superior.

La “ley del número de cauces”, formulada por Horton (1945), que dice “el número de segmentos de cauce de
órdenes progresivamente decrecientes forma una progresión geométrica cuyo primer término es el número de
cauces de menos orden (1) y cuya razón es la relación de bifurcación”. Por ejemplo, si la relación de bifurcación
(Rb) es 3 y el río principal es de sexto orden, el número de segmentos será 1, 3, 9, 27, 81 y 243. Numerosos
estudios de cuencas hídricas confirman esta ley, ya que en una región de clima, litología y estado de desarrollo
uniforme, la relación de bifurcación tiende a permanecer constante de un orden al siguiente. Los valores de Rb
varían entre 2 y 5 (Strahler, 1957; Langbein y Leopold, 1966); Woldenberg (1966), considera que nunca la Rb puede
ser superior a 7 y da como valores inferiores los cercanos a 3. Verstappen (1983) considera que diseños de drenaje
con moderada influencia geológica tienen un rango de Rb que varía entre 3 y 5, estableciendo como 2 el valor
mínimo.

- Porcentaje de número de ríos de cada orden: es la relación porcentual entre el número de ríos del orden
considerado y el número total de ríos de la cuenca.
Pru = Nru / Nt x 100
Donde Nru es número de ríos pertenecientes al orden “u”; y Nt el número total de los ríos de la cuenca.

- Coeficiente de Compacidad (Kc): también conocido como “Índice de Gravelius”, relaciona el perímetro de la
cuenca con el perímetro de una cuenca teóricamente circular y de igual área. Se representa a través de la
expresión:
Kc = 0.28 P/A
Donde, P es el perímetro de la cuenca en km y A el área de la cuenca en km².

A medida que el valor de este índice se encuentre más cerca de la unidad se considera que la cuenca tiene
tendencia a la circularidad y por lo tanto es más compacta. La interpretación de este parámetro se puede entender
en el sentido de que una cuenca circular tendrá una mayor probabilidad de producir avenidas grandes debido a su
simetría de drenaje con tendencia radial, es decir una simetría en el patrón de escurrimientos. Por tanto, la forma de
la cuenca y el modelo de drenaje se combinan para influenciar en la forma y el caudal pico del hidrograma de
escurrimiento.

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Índice Kc Descripción
1 – 1.25 Redonda-óvalo redonda
1.25 – 1.5 Óvalo redonda-óvalo oblonga
1.5 – 1.75 Óvalo oblonga-rectangular oblonga
+ de 1.75 Rectangular – Muy lobuladas

- Factor de forma (F): enunciado por Horton (1932) expresa la relación existente entre el área de la cuenca y el
cuadrado de la longitud máxima o longitud axial de la misma.
F = A/L2
Donde A es el área de la cuenca y L la longitud máxima de la misma. La longitud axial se mide siguiendo el
desarrollo longitudinal del cauce principal, hasta llegar a la divisoria de la cuenca en el punto más alejado.

El escurrimiento resultante de una lluvia sobre una cuenca de forma alargada, no se concentra tan rápidamente,
como en una cuenca de forma redonda; además, una cuenca con un factor de forma bajo (forma alargada) es
menos propensa a tener una lluvia intensa simultáneamente sobre toda su superficie, que un área de igual tamaño
con un factor de forma mayor.

El valor máximo que se pude obtener del factor de forma es para una cuenca completamente circular y a medida
que la cuenca se hace más alargada, el valor tiende a cero.

A = 100 km2 2
A = 25 km

10 km 5 km

2
F = 100/15 = 0,44 F = 25/52 = 1

Nota: la precipitación es igual en ambas cuencas

- Nota: uno de los significados más relevantes de la forma de la cuenca se manifiesta en la relación con los
hidrogramas de crecientes en los que se relaciona tiempo contra descarga en m3/seg.

En las cuencas elongadas (cuenca A), con un largo canal principal recolector y tributarios cortos y pocos
ramificados, el hidrograma de crecientes se presenta achatado ya que el agua que proviene de los tributarios
presenta una larga circulación a través del cauce principal, además el agua de los tributarios cercanos a la cabecera
tarda mucho tiempo en llegar a la desembocadura de la cuenca y el agua de los tributarios próximos al cierre lo
hace más rápido, por lo que el caudal se atenúa en la salida.

En las cuencas de forma circular a semicircular (cuenca C), el tiempo de traslado del agua dentro del perímetro de la
cuenca es aproximadamente igual, los tributarios son más abundantes y el cauce principal es corto, del orden de
magnitud de los tributarios, por lo que el hidrograma de creciente presenta una forma de campana de Gauss más
elevada que las cuencas elongadas de similares condiciones y la descarga es más elevada y demora menos tiempo
ante lluvias iguales. El caudal pico es menor en la cuenca elongada, pero se alcanza más rápido que en la cuenca
circular, mientras que el retorno al nivel base es más lento en la elongada que en la circular.

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12. Riesgos asociados a los sistemas fluviales: inundaciones en áreas urbanas

En primer lugar es necesario entender que las causas que originan las inundaciones en áreas urbanas son de
naturaleza múltiple lo que implica necesariamente un trabajo interdisciplinario. Una interpretación demasiado simple
plantea que las mismas son consecuencia de fenómenos naturales que siempre han existido y que, cuando ocurren
provocan pérdidas y daños materiales y humanos, actualmente y desde una óptica multisectorial se consideran no
solo el impacto socio-económico y ambiental que ellas generan sino también las causas sociales, económicas y
ambientales que.las provocan.

Entre las causas señaladas se encuentra la confluencia de varios procesos que originan que un evento de orden
natural se convierta en un proceso catastrófico. Se trata de situaciones en las cuales prevalece un equilibrio precario
entre la población y el eco-sistema, impactando sobre todo a los sectores más postergados, producto de procesos
de concentración de la tierra urbana y rural y migraciones de población hacia zonas urbanas las que unidas al propio
proceso de crecimiento de la población urbana y a la incapacidad de absorción por parte del aparato productivo, van
creando asentamientos precarios e ilegales en áreas sujetas a riesgo que tornan a estos sectores vulnerables en
alto grado.

Los impactos de la urbanización sobre el ciclo del agua son numerosos: la impermeabilización del suelo, la
aceleración de los escurrimientos, la construcción de obstáculos que impiden el natural flujo del agua, la
"artificialización" de cauces en áreas urbanas y la contaminación de los medios receptores, tienen una influencia
significativa sobre el aumento de la frecuencia de las inundaciones. El escurrimiento pluvial puede producir
inundaciones e impactos en áreas urbanas debido a dos procesos, que ocurren aisladamente o combinados: 1º.-
inundaciones de áreas ribereñas, son inundaciones naturales que ocurren en el lecho mayor de los ríos debido a la
variabilidad temporal y espacial de la precipitación y del escurrimiento en la cuenca y 2º.- inundaciones debido a la
urbanización, son las inundaciones que ocurren en el drenaje urbano debido al efecto de la impermeabilización del
suelo, canalización u obstrucción del escurrimiento.

Las inundaciones son un riesgo de tipo recurrente, si del estudio de un cauce se evidencia que ha tenido
inundaciones, es muy probable que estas vuelvan a repetirse, de manera que la primera medida a adoptar consiste
en la realización de un mapeo de zonas que históricamente se han visto afectadas por desbordamientos.

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Una vez reconocidas las áreas pasibles a ser afectadas por inundaciones deben tomarse las medidas necesarias
para evitarlas o mitigar sus efectos. Existen varios métodos como presas para regular avenidas, canales de
desviación, malecones para evitar la erosión de las márgenes, presas de retención de sedimentos, etc. Otras
alternativas pueden ser el acortamiento artificial del cauce, aumentando la pendiente, lo que incrementa la velocidad
del agua y disminuye la sección inundable. Algunos de estos métodos no siempre han generado el resultado
previsto, incluso pueden aumentar los daños de las inundaciones.

En vez de actuar sobre los cauces, la lucha contra las inundaciones se dirige a permitir la dinámica natural de los
ríos, con sus ciclos de desbordamientos y atenuar su impactos por la vía del ordenamiento territorial contemplando
usos del suelo admisibles en las proximidades de los ríos e incluso permitir las inundaciones naturales en terrenos
donde el impacto social y económico sea bajo, para evitar que se vean afectadas zonas de alto riesgo.

Muchas cuencas hídricas tienen sistemas de alerta monitoreados en forma permanente. Consisten en una serie de
estaciones hidrológicas relacionadas con las inundaciones: caudal en los ríos y precipitaciones atmosféricas. Las
estaciones envían la información hasta un centro de control lo que permite prever la inundación con un corto
intervalo de tiempo, pero suficiente para tomar medidas que eviten y la inundación (por ejemplo, apertura de los
aliviaderos de las presas) o al menos alertar y evacuar a la población. El INA (Instituto Nacional del agua – sitio
oficial www.ina.gov.ar) a través de la Dirección de Sistemas de Información y alerta hidrológico (SIYAH) tiene por
objeto principal desarrollar y operar el servicio de pronóstico y alerta hidrológico de la Cuenca del Plata y coordinar
la información numérica y documental referida a los recursos hídricos junto a la Subsecretaría de Recursos hídricos
dependiente del Ministerio de Obras Públicas (sitio oficial: https://www.mininterior.gov.ar/obras-
publicas/subsecretaria-rh.php) y su base de Datos Hidrológica Integrada.

Todas las medidas contra las inundaciones anteriormente descritas parten de conocer cuál va a ser la altura del
agua en el cauce del río (calado) y que área va quedar cubierta por las aguas. A la hora de establecer esas zonas
inundables, una herramienta imprescindible es la carta topográfica, ya sea en formato papel, ya sea en soporte
digital y los MDE (modelos digitales de elevación). Actualmente el Instituto Geográfico Nacional (IGN) pone a
disposición de todos los usuarios un nuevo Modelo Digital de Elevaciones (MDE) desarrollado por la Dirección de
Geodesia a partir de una serie de datos capturados durante la misión espacial SRTM. Dicha misión - llevada a cabo
durante el año 2000 por la National Aeronautics and Space Administration (NASA), el German Aerospace Center
(DLR), la Agenzia Spaziale Italiana (ASI) y la National Geospatial Intelligence Agency (NGA) - le permitió al IGN la
generación y publicación de un MDE con una resolución espacial de aproximadamente 45 m en el año 2014
denominada MDE-Ar (http://www.ign.gob.ar/NuestrasActividades/Geodesia/ModeloDigitalElevaciones/Introduccion).

Bibliografía:

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Capitanelli, Ricardo; “Geomorfología”; Ed. Ceyne; San Isidro, Argentina; 1992.
Cayssials, Ricardo; Long, Martha; Pesce, Fernando; “Estudio Integrado de la Cuenca del Arroyo Tala”; Proyecto
financiado por CSIC Universidad de la República, Facultad de Ciencias, Departamento de Geografía; Montevideo,
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Maderey Rascón, Laura con la colaboración de Arturo Jiménez Román; “Principios de Hidrogeografía. Estudio del
Ciclo Hidrológico”; Serie Textos Universitarios, Núm. 1; Instituto de Geografía; Universidad Nacional Autónoma de
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Pozo Rodriguez, Manuel y otros; “Geología práctica”; Ed. Pearson/Prentice Hall; Madrid; España; 2004.
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