LA HUMILDAD: es una virtud moral, que posee el ser humano en
reconocer sus habilidades, cualidades y capacidades, y aprovecharlas para
obrar en bien de los demás, sin decirlo. La humildad permite a la persona ser digna de confianza, flexible y adaptable.
La humildad es una virtud que hoy está mal entendida y subvalorada.
Inclusive, lo más común es que se confunda con “humillación”. Sin embargo, la humildad es la virtud por la cual una persona sabe cuál es el lugar que le corresponde, reconociendo sus cualidades, capacidades y, por supuesto, identificando sus propias limitaciones. Es ser realista y además, así uno sea el mejor del mundo en algo, ser humilde implica mantener en el ámbito de lo razonable las ansias de reconocimiento, adulación, honor y fama. Bajo ninguna circunstancia implica sentirse menos o dejar que lo pisen. Es saberse digno de ser valorado como ser humano y además, saber valorar al resto por esa misma dignidad.
Es una virtud que debe cultivarse continuamente y más aún cuando uno va creciendo materialmente en la vida.
Por la humildad, el hombre reconoce y acepta con sencillez quién es
realmente pero sin dejar de lado su grandeza y dignidad, lo que lo aleja de la humillación. Ser humilde es una virtud de los grandes. Por eso es tan difícil hacerse de ella.
“La humildad es la verdad sobre nosotros mismos. Un hombre que mide un
metro ochenta de alto pero que dice “sólo mido un metro cincuenta de alto” no es humilde. El que es un buen escritor no es humilde si dice “soy un mal escritor”. Tales afirmaciones se hacen para que alguien pueda negarlas y, en consecuencia, obtener un elogio a partir de dicha negación. Sería humildad más bien quien dice:” Cualquiera sea el talento que tenga, éste es un don de Dios y se lo agradezco”.
La virtud de la fortaleza
La fortaleza es la virtud moral que asegura en las dificultades la firmeza y
la constancia en la búsqueda del bien. Reafirma la resolución de resistir a las tentaciones y de superar los obstáculos en la vida moral. La fortaleza exige necesariamente la superación de los miedos y ansiedades propias, lleva a la persona a ser fuerte y valiente ante las múltiples dificultades internas o externas que se presentan al momento de luchar contra el mal y de hacer el bien.
La fortaleza nos enseña a ser responsables y perseverantes para alcanzar
nuestras metas.
Patriotismo es el valor que procura cultivar el respeto y amor que
debemos a la patria, mediante nuestro trabajo honesto y la contribución personal al bienestar común; nos hace vivir plenamente nuestro compromiso como ciudadanos y fomentar el respeto que debemos a nuestra nación.
El verdadero patriota puede quejarse de su nación observando su
errores y deficiencias, pero al mismo tiempo busca y propone los medios para poder solventarlos, pues no es correcto quejarnos sin que hagamos algo al respecto.