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LA IMPORTANCIA DE LA SEGURIDAD JURÍDICA EN LA

INVERSIÓN PRODUCTIVA

Autor: Ciro Añez Núñez

“Seguridad Jurídica” es un principio del


Derecho, universalmente reconocido, que
contempla el rol del Estado en resguardar que
el orden normativo se cumpla a cabalidad en
todos aspectos de la vida nacional. De allí que
involucra tanto “certeza jurídica” (la
previsibilidad de las reglas de juego)
como “calidad institucional”; pues en
sentido amplio implica la eficacia en el
cumplimiento de las disposiciones legales,
esto es, el respaldo de los poderes ejecutivo,
judicial y legislativo a los derechos y deberes
que tienen las personas en virtud de la ley.

La certeza jurídica consiste en “saber a qué atenerse” basado en el conocimiento


de la ley. El saber “a qué atenerse” es conocer los derechos y los límites de
actuación que la ley otorga (saber lo que es permitido y lo que no lo es).

Desde una proyección económica, cuando existe “previsibilidad de las reglas de


juego”(es decir, cuando las normas realmente se cumplen tanto para los
administrados como para los administradores del Estado), son posibles los
emprendimientos formales comerciales y productivos generadores de empleos a
gran escala, por cuanto, un ambiente sano de reglas claras permite asumir los
riesgos de inversión.

Esos riesgos del capital si están enfocados a asuntos de mercado (precios,


costos, competencia, etc.) los negocios formales tienden a prosperar y crecer; sin
embargo, ocurre totalmente lo contrario cuando existe un cambio constante de las
normas (generadora de incertidumbre generalizada) sumado a ello, conductas
autoritarias e irrespetuosas de la ley más un incentivo al ahorro improductivo y a
las inversiones de mala calidad, dan por resultado la fuga de inversiones
productivas tanto nacionales como extranjeras.

De allí que es comprensible que el Tribunal Constitucional en Bolivia (Sentencia


Constitucional Nº 462/2001-R) definió a la seguridad jurídica como la “condición
esencial para la vida y el desenvolvimiento de las naciones y de los individuos que
la integran; representa la garantía de la aplicación objetiva de la ley, de tal modo
que los individuos saben en cada momento cuáles son sus derechos y
obligaciones, sin que el capricho, la torpeza o la mala voluntad de los gobernantes
pueda causarles perjuicio”.

Ahora bien, entendamos por inversión, el ahorro presente destinado a una mayor
producción de bienes y servicios en el futuro. En ese sentido, en los activos
inmobiliarios, las casas no son bienes de capital porque no se fabrica nada con
ellas por ende son bienes de consumo durable más que una inversión productiva.

Se considera que una inversión es productiva, cuando el dinero se destina a la


adquisición, renovación y mejoramiento de bienes para que generen nuevos
bienes y servicios, que beneficien a la sociedad, por ejemplo, es todo aquel dinero
que se utiliza para generar bienes o servicios y que estos a su vez generen
empleo directamente por dicha inversión (contratar gente para tu empresa), etc.

Esa inversión productiva únicamente fluye en un ambiente de seguridad jurídica


donde existe un verdadero cumplimiento al principio de autoridad, el respeto a la
ley y a la voluntad popular.

Es necesario entender que la verdadera autoridad en un Estado moderno consiste


en leyes que respetan los principios y valores constitucionales donde las
autoridades se someten francamente a las normas preestablecidas, sin buscar
como evadirlas o cambiar su sentido.

Cuando se cumplen dichas condiciones, resulta que la seguridad jurídica también


posee una proyección moral, lo cual conlleva a la confianza, la fe en el trabajo
honrado y transparente, siendo éstos alicientes a la inversión

Si no se cumplen dichas condiciones se tiene desconfianza y mayor crecimiento


de la delincuencia informal (lavado de dinero, narcotráfico, contrabando, entre
otros). En ese escenario la gente no busca construir en el ámbito formal una
marca, un nombre, ni se esfuerza por una mayor transparencia, empleo y
productividad formal, sino más bien, prefiere tan solo hacer dinero para sí
(mientras más mejor de la manera que sea) sin importarle las formalidades,
transitando por la vía de la corrupción, llegando inclusive dentro de sus
emprendimientos a la asignación de dinero destinado para corrupción como si se
tratasen de gastos operativos en la obtención de mejores ingresos para la
adjudicación de trabajos, obras, etc.

Con todo ello, es bastante clara y evidente la relación directa que existe entre
seguridad jurídica e inversión productiva.

Esa seguridad jurídica se empieza por cumplir la Constitución, respetar la división


e independencia de poderes, de que existan reglas claras y que éstas sean
verdaderamente respetadas por los servidores públicos, debiendo ser las
principales autoridades quienes deban dar el ejemplo de respeto y cumplimiento
evitando legislar por decreto lo cual constituye un atropello en un Estado social y
democrático de Derecho tampoco promoviendo leyes “caballo de Troya”, esto es,
aquel uso de leyes de otra naturaleza (no orgánicas ni sustantivas) que modifican
otras leyes, como ocurrió con las leyes financiales (ley del presupuesto general del
Estado) que han ido modificando disposiciones por ejemplo de orden tributario
aduanero como ser el delito de contrabando; asimismo, se requiere una ley de
inversión que respete y proteja derechos y garantías constitucionales, como ser la
propiedad privada, la libertad individual, entre otros. Urge menos judicialización de
la política, más protección efectiva de todos los derechos humanos y de las
libertades, más equidad de género, más seguridad jurídica, una democracia
representativa más sólida, más confianza y menos corrupción.

La diferenciación de un país a otro en cuanto a mayor inversión productiva se


debe al ambiente amigable a la inversión. Al igual que las personas, los países no
se enriquecen porque inviertan mucho sino porque invierten bien. La oferta de
bienes y servicios con calidad y en cantidad no se logra únicamente con inversión
pública sino que se requiere de suficiente inversión privada y para esto, se
necesita fomentar las actividades de inversión nacional y extranjera.

En ese sentido, para poder captar “inversión productiva” de calidad es de vital


importancia brindar ante todo “seguridad jurídica” a las personas y a las empresas
privadas.

Téngase en cuenta que no se trata de ofrecer únicamente “certeza jurídica” sino


principalmente de “seguridad jurídica”.

Entre las condiciones para que el sector privado nacional e internacional pueda
desarrollar sus actividades para lograr mayores índices de crecimiento, se
encuentra:

a) garantizar la seguridad jurídica,

1. b) reducir el infierno fiscal y la presión tributaria mediante la eliminación de


las exoneraciones tributarias (eliminar el régimen simplificado),ampliar la
base tributaria bajando significativamente las tasas impositivas,

2. c) achicar el gasto público y el tamaño del Estado (exhortaciónque hace


tiempo se viene diciendo y que ahora lo menciona tanto el BID como la
propia “CEPAL”, siendo que antes prevalecían los aduladores del llamado
“proceso de cambio”),

3. d) luchar contra la evasión además de simplificar sustancialmente los


trámites administrativos para todo el aparato estatal, eliminando los
incentivos perversos a costa de los formalismos(es decir, inventarse en la
función pública una serie de pasos bajo la solapada lógica de que a mayor
cantidad de trámites que se crea, se tiene más ingresos para financiar sus
presupuestos, para pagar al personal, para alimentar la caja chica,
etc). Esto necesariamente debe cambiar en todo el aparato estatal en
general porque cuando los trámites por norma resultan siendo morosos y
complicados, usualmente y en muchos países acaban siendo un caldo de
cultivo para la corrupción. Cuando toda la maquinaria es concebida de
manera compleja empiezan los sobornos por agilización, etc.
e) sinceramiento y reducción de los niveles de inflación junto con una
reforma laboral que implique una reducción del coste de contratación para
ponerlo en línea con el valor que cada empleado aporta a la empresa, por
cuanto, subir el salario mínimo de forma permanente y a libre discreción
política no trae consigo los resultados que supuestamente se busca, dado
que el aumento de salario está en función a la productividad de la
compañía, y en ello también el aporte del trabajador en dicho rendimiento y
productividad. Aquella senda de ir subiendo los salarios por simple voluntad
política resulta catastrófica a las empresas, dado que ante bajos índices de
productividad resulta que posee muchos trabajadores con salarios altos, lo
cual motiva a la reducción de personal(con todo el conflicto laboral que ello
representa por inamovilidad laboral) o el cierre de la empresa.

4. f) una adecuada reglamentación a varias disposiciones legales, como ser la


ley de inversiones, entre otras, que incide en la afectación de esa certeza
jurídica que hablamos en un comienzo y es parte integrante de la seguridad
jurídica.

El otro factor de la seguridad jurídica, como ya hemos mencionado es la “calidad


institucional”, misma que tiene un gran impacto en el incentivo de la inversión
privada productiva en cualquier país.

Si un país cuenta con calidad institucional existen mayores posibilidades de


mayor inversión productiva, pero si por el contrario, existen más corrupción pública
en los diferentes sectores como ser: municipios, gobernaciones, ministerios,
órgano judicial, fiscales, entre otros, esto afecta directa y enormemente a
la certidumbre jurídica (esto es, que las personas no saben a qué atenerse dado
que una ley o una disposición es interpretada y aplicada de manera
absolutamente arbitraria sin tener reparo alguno) y en consecuencia una ausencia
total en la credibilidad el sistema, lo cual causa una terrible alarma generalizada
que ahuyenta a aquella inversión sana y productiva; por lo tanto, es de suma
importancia la existencia de transparencia en la función pública y el conocimiento
cabal de la actividad de los órganos de la función pública, la libertad de expresión,
libre acceso a la información, la libertad de denuncia, de crítica y proposición, así
como la existencia de medios jurídicos y mecanismos prácticos que la faciliten, la
estimulen y le asignen consecuencias jurídicas.

El control social es el conjunto de prácticas, actitudes y valores destinados a


mantener el orden establecido en las sociedades.

Existen dos clases de control social: 1) el positivo o de acción y 2) el negativo, de


respuesta o de reacción. El primero, parte del criterio que en cualquier
organización social, desde las más primitivas hasta el Estado moderno, requiere
de un consenso de los miembros para establecer un conjunto de reglas y
principios; y, para asegurar dicha conformidad, la organización social dispone de
recursos cuyo objetivo es asegurarse que los comportamiento de sus miembros se
someterán a ese conjunto de reglas y principios establecidos; y, el segundo,
consiste en la respuesta que da a los transgresores, esto es, a los que al haber
desconocido las reglas y principios señalados, son definidos como indeseables,
corruptos, enemigos.

Ahora bien, el control social de respuesta o de reacción frente al comportamiento


desviado puede ser informal o formal, según el órgano que lo ejerza. El primero
(control informal) es llevado a cabo por instituciones cuya primera función es otra,
pero que simultáneamente produce disciplina. En este caso se encuentran, por
ejemplo, la familia, la escuela, el sindicato, las juntas vecinales, Comités Cívicos,
asociaciones, etc. El segundo (control formal) es el que ejercen entidades que
tienen por finalidad exclusivamente el control, es decir, es el sistema penal que
forma parte de una cadena en la que cada uno de los eslabones constituye un
momento de su objetivo único que es el control penal. Forman parte de este
sistema, diversas instituciones como la policía, jueces y tribunales, funcionarios
judiciales y de prisiones, etc.

La Constitución Política del Estado (artículos 241 y 242) señala que el pueblo por
medio de la sociedad civil organizada, participará en el diseño de las políticas
públicas y ejercerá el control social a la gestión pública en todos los niveles del
Estado, y a las empresas e instituciones públicas, mixtas y privadas que
administren recursos fiscales; además, establece que la participación y el control
social implica una gama de atribuciones, entre ellas desarrollar el control social en
todos los niveles del gobierno y las entidades territoriales autónomas,
descentralizadas, etc.; generar un manejo transparente de la información y del uso
de los recursos en todos los espacios de la gestión pública; conocer y
pronunciarse sobre los informes de gestión de los órganos y funciones del Estado;
etc.

Considerando que la lucha contra la corrupción es de interés colectivo, reviste de


mayor importancia el “control social informal” sobre la administración pública tanto
judicial como ejecutiva y legislativa en los diferentes niveles de actuación y de
autoridad (sea de carácter nacional, departamental, municipal, líderes de
comunidades indígenas, ámbito dirigencial, etc.).

El art. 9 de la Ley de lucha contra la corrupción Marcelo Quiroga Santa Cruz,


afirma que el Control Social será ejercido para prevenir y luchar contra la
corrupción; y, que los participantes del control social pueden ser todos los actores
sociales, de manera individual y/o colectiva.

De esta manera una Ley de Participación y Control Social debería tener por
propósito establecer un marco general sobre el desenvolvimiento del control social
pero de ninguna manera deber ser limitativo o restrictivo porque dicho control
social posibilita además que se realice de forma individual y no necesariamente
mediante grupos o sectores sociales.

La sociedad civil podría organizarse en Fundaciones o Asociaciones legalmente


constituidas, cuyo objeto principal sea la lucha contra la corrupción, siendo
oportuno y de vital importancia que carezcan de fines lucrativos y su fuente de
financiamiento provengan de contribuciones y/o donaciones de personas naturales
como organizaciones tanto a nivel nacional como internacional, comprometidos
con esta lucha y que no guarden relación laboral con el Estado, con las empresas
estatales ni con la administración pública en otros países. Esto con la finalidad de
garantizar la imparcialidad de estas Fundaciones o Asociaciones que también
podrían ejercer legítimamente el control social de manera especializada y
probablemente más efectiva, dado que la víctima de corrupción de esta manera se
sentirá más fortalecida y respaldada por una institución que abogará por ella,
saliendo en su defensa.

Finalmente, recordar que en la medida que la Ley de Control y Participación Social


(ley Nº 341 de 5 de febrero de 2013) tenga por espíritu la búsqueda
de “certidumbre jurídica” y “calidad institucional” estará en concomitancia con
la Constitución; caso contrario, no tendría sentido su existencia porque su esencia
estaría siendo totalmente desvirtuada.

*Abogado de litigios y Asesor Jurídico de Empresa.

Publicado por: Patricia Cadena


Con el siguiente link: http://eju.tv/2017/12/la-importancia-de-la-seguridad-juridica-
en-la-inversion-productiva/

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