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Para Immanuel Kant, la filosofía engloba la relación de todos los acontecimientos con los fines
esenciales a los que tiende la razón humana. Por eso, una vez que la descubrió, se entregó a
ella por entero, sin condiciones: la estudió, la analizó, la criticó, la escribió, la divulgó…
Desde el idealismo trascendental a las categorías, pasando por su ética formal y su conocido
imperativo categórico. Este es un resumen en diez conceptos del pensamiento del filósofo
Immanuel Kant.
¿Qué puedo conocer? La filosofía establece los límites y los principios que hacen posible un
conocimiento científico de todo lo que existe, de los seres físicos y de la naturaleza.
¿Qué debo hacer? La filosofía determina los principios de las acciones del hombre y las
condiciones de su libertad.
¿Qué puedo esperar? A la filosofía corresponde delinear el destino del ser humano y evaluar
las condiciones y posibilidades de su realización.
A cada una de las tres preguntas, Kant dedicó una de sus obras capitales. A la primera, la
Crítica de la razón pura; a la segunda, la Crítica de la razón práctica; a la última, la Crítica del
juicio. A la respuesta, a la filosofía, le entregó su vida entera.
"Kant. El giro copernicano en la filosofía", de Joan Solé, formó parte de la Biblioteca Descubrir
la filosofía, que dirigió Manuel Cruz.
“Kant. El giro copernicano en la filosofía”, de Joan Solé, formó parte de la Biblioteca Descubrir
la filosofía, que dirigió Manuel Cruz.
3 Giro copernicano: el ser humano en el centro del universo. Se anuncia de alguna manera en
el punto anterior. En la filosofía anterior a Kant se aceptaba la realidad de un sujeto que
conoce y de otra, ajena a él, que es conocida. Bien. Esto puede ser válido en todo caso para un
conocimiento empírico. La operación de Kant es situar al ser humano en el centro del tablero y
decir que ese sujeto que conoce lo hace de una manera activa y que, de alguna manera, filtra,
se imbrica y hasta modifica la realidad que está conociendo. Reivindica, para hacer su idea más
comprensible, el hallazgo de Copérnico, desmintiendo que el sol y los demás astros giraran
alrededor de la Tierra y colocando al sol en el centro. Siglos más tarde es Kant el que coloca al
ser humano en esa posición central.
4 A priori, a posteriori. Estos términos, básicos en el idioma kantiano, están relacionados con la
posibilidad del conocimiento y también con la moral. En el primer caso, el término a priori se
aplica a todo aquello que no procede de la experiencia, sino que tiene que ver con las
facultades propias del sujeto cognoscente. Se refiere a condiciones universales y necesarias y
son, además, previas a la experiencia. Kant creyó que la matemática y la física pura tienen un
origen apriorístico, como también lo tienen las coordenadas espacio-tiempo. Las condiciones a
posteriori o empíricas, por contra, son particulares, fácticas y contingentes.
De ese modo existen juicios a priori, que son verdaderos sin necesidad de recurrir a la
experiencia. Que el todo –por ejemplo– es mayor que las partes es un juicio evidentemente
verdadero sin que haya que medir ni el todo ni las partes. Sin embargo existen juicios a
posteriori que sólo pueden ser verdaderos si se hacen comprobaciones. De nuevo los primeros
son universales y necesarios. No así los segundos. La extensión de las características de los
juicios a priori en el ámbito de la moral dará lugar al imperativo categórico.
6 Kant, ética formal. La ética puede ser de dos tipos: material o formal. La primera –las
primeras, mejor dicho pues tienen diversos contenidos– son empíricas porque esos contenidos
proceden de la experiencia; tienen preceptos condicionales, abocados a conseguir fines y son
heterónomas; el sujeto se determina mediante leyes ajenas a sí mismo o su propia razón. La
ética de Kant las rechaza: rechaza el contenido que le puede otorgar la experiencia, la
determinación que establezca unos fines o cualquier ente externo al sujeto. Kant es un tipo
formal y su ética también lo es. La ética kantiana no tiene fines y no determina lo que
debemos hacer. La ética de Kant se centra en cómo debemos actuar. Y ¿cómo hemos de
actuar? La respuesta es por deber. “Una acción hecha por deber tiene su valor moral, no en el
propósito que por medio de ella se quiera alcanzar, sino en la máxima por la cual ha sido
resuelta”. Fundamentación de la metafísica de las costumbres.
7 El imperativo categórico. Esa sumisión al deber de la ética de Kant recibe el nombre de
imperativo categórico. No puede ser hipotético, parcial como sucede en el caso de las éticas
materiales. Del imperativo categórico existen distintas formulaciones en el mencionado libro
Fundamentación de la metafísica de las costumbres, de las que las más conocidas son:
Obra sólo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne en ley
universal.
Obra de tal modo que uses la humanidad tanto en tu persona como en la persona de cualquier
otro siempre como un fin y nunca como un medio.
9 Categorías, en detalle. Las categorías son un tipo de concepto de los que hacen posible el
entendimiento. Hay dos, los generados a partir de la experiencia y otros innatos, a priori: las
categorías. Kant estaba muy satisfecho con este descubrimiento hasta el punto de catalogarlo.
Serían doce categorías, tres por cada tipo de juicio:
A este cuadro de categorías elaborado a partir de la clasificación lógica de los juicios se le llama
“deducción metafísica de las categorías”.
10 ¿Qué hay de Dios? Kant examinó y criticó los argumentos tradicionales que demostraban la
existencia de Dios en la Crítica de la razón pura. En ese mismo libro había puesto de manifiesto
la imposibilidad de la metafísica como ciencia y, se entiende, de las materias de las que esta se
ocupa: el alma, la inmortalidad, Dios… Pues bien, Kant parece decir a continuación que “con
Dios hemos topado” y nunca negó su existencia ni la de la inmortalidad del alma. Sostuvo que
ambos conceptos no son cognoscibles por la razón teórica, pero que se imponen en la razón
práctica como postulados, es decir, como algo indemostrable, pero necesario para la moral. En
el caso de Dios entiende que una separación tan grande entre el ser y el deber ser como la que
aqueja a este mundo hace necesaria la existencia de Dios como entidad en la que ser y deber
ser se unifican por fin en una unión perfecta de virtud y felicidad.