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Inundada de aquel gozo que proclaman los ángeles, vestida de aguadas ropas las cuales se

deshacían con la mas leve brizna de viento, recordaba bellos y celestiales parajes que solo
se hallaban en lugares infinitos lejos del tiempo, pero que en los labios de su amado
estaba un atajo para llegar a ellos.

Al ver el rostro de su hombre. Impaciente y desesperado su corazón salto a los brazos de


el, una mirada era suficiente para que aquel cuerpo cayera a sus pies, podía con sus
pupilas deshojar pétalo a pétalo las rosa que guardaba entre sus piernas aquella mujer, su
cuerpo se desdoblaba de pensar en lo infinito y el placer le humedecía los misterios que
guardaba en la piel.

Al posar sus manos sobre la superficie de aquella mujer, este le se hacia agua la piel,
desbordando los limites de su cuerpo, pescando el placer en tan honda humedad, aquel
era el capitán de los mares que habitaban en las cavernas de esa mujer.

El aire se evaporaba por los poros de aquellos amantes, el placer era un visitante y el
deseo el anfitrión de aquel momento tan esperado, rose con rose, la piel ardía como el
fuego que los consumía, en medio del vacío, gritaban los suspiros, los gemidos eran
testigos de la profundidad en las que se encontraban sus pieles.

El placer se deshacía en sus bocas, como dulce manjar de miel, los labios se enredaban en
el espesor de la piel, los orgasmos acaban con la paz de aquel cuerpo femenino, que se
contraía con cada caricia la cual ahogaba con un gemido, bañada en líquidos celestiales,
abierta en dos caminos, dispuesta y sumisa ante su destino se entraba ella.

El tiempo era su mayor testigo, los limites del cuerpo se desdibujan, el placer se mezclaba
con aquel dolor provocado con fines de gozo, aquel gozo que la desnudaba ante su
hombre, derritiendo sus piernas en aquellas sensaciones de infinito estaxis.

Su flor era consumida por los labios del amante, extrayendo aquel néctar jugoso y
caprichoso que emana de sus misterios, sus fluidos regaban su jardín, la suavidad de los
labios del apasionado la llevaban al mismísimo cielo.

Así mismo los labios de aquella mujer devoraban arras la masculinidad de ese hombre
que la hacia vibrar, con sus labios dibujaba su gruesor, delineaba cada borde con su
humedad y con los segundos encontraba su paz, en aquel manjar celestial.
Cómo no amarlo si cada poro de su piel me turba
Y su mirar agrieta mi calma?

El tiempo se me va en contar sus recuerdos

Sobre mi rosa como una frágil mariposa sus labios posa.


sus manos tiene mis secretos

mi cuerpo entra en el por completo.

Como no amarlo, si con solo palparnos cada poro de su piel me turba besa mi alma, si en
cada beso me desnuda el cuerpo, si sus manos me abrigan en los días fríos.

Como no amarlo, si de solo mirarme me agrieta la piel, si en, si en

Como no amarlo, si, si en sus suspiros están mis deseos, si

Como no amarlo, si mas de una vez le consumí la piel, si fue el primero en convertirme en
mujer, si con una caricia paraliza mi día.

Como no amarlo, si posa sus labios delicadamente como una frágil mariposa sobre mi
rosa, si cada rasgo de su cuerpo lo he besado, si con su mirada mas de una vez me ha
matado.

Como no amarlo, si toca mi cuerpo con maestría, si mi piel son las cuerdas de su alegría, si
vuelve mis besos melodías, si con mis suspiros hace una sinfonía.

Como amarlo, si lo siento tan cercado con el viento toca mis cabellos, cuando el sol
estremece mi cuerpo, cuando el agua moja mi piel.

Como no amarlo… si le pertenezco desde el día que descubrió mi alma.

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