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A medida que Freud amplió y complejizó su teoría, las metas del tratamiento
psicoanalítico se volvieron más ambiciosas. Fue a partir de la teoría de la evolución
de la libido que el tratamiento psicoanalítico comenzó a preocuparse por
reestablecer la libido que queda obturada debido a las dificultades y conflictos que
implica el desarrollo. De igual manera, a partir de la teoría de las pulsiones, la
capacidad para sublimar quedó implícita como uno de los objetivos de la cura en el
psicoanálisis.
La analista Melanie Klein tampoco mostró preocupación por recuperar las lagunas
del recuerdo ni reconstruir el pasado infantil. Su propuesta se encaminó en permitir
que el sujeto comprendiera las fantasías inconscientes y se responsabilizara por su
contenido mental para lograr establecer relaciones objetales menos deformadas.
Siguiendo esta idea, Klein hizo hincapié en la importancia de las partes agresivas
de la mente. Para ella, uno de los objetivos del tratamiento fue integrar los aspectos
sádicos a la personalidad, sin tener que recurrir a mecanismos de defensa primitivos
que merman la mente y las posibilidades de evolución del sujeto.
Actualmente, todas las escuelas coinciden en que las metas del psicoanálisis no
pueden alcanzarse por completo. Es al final del tratamiento que el paciente tendrá
que apropiarse o identificarse con la función del analista para adquirir la capacidad
del autoanálisis.
Tesis: La posición esquizoparanoide de Melanie Klein
en la teoría y en la práctica
La posición esquizoparanoide
El término “esquizoparanoide” proviene, por un lado, de la esquizofrenia, que implica
que la mente de una persona no está integrada: se divide en lo bueno (idealización–
amor) y en lo malo; por lo tanto, sus emociones se “parcializan”. Por el otro, retoma
la característica de lo paranoide, que significa que alguien tiene miedo a que otro le
inflija un daño. La posición esquizoparanoide busca explicar una mente que está
fragmentada en cuanto a sus sentimientos, específicamente los de amor y odio. El
odio que el paciente siente en esta posición hacia alguien también genera una
reacción de miedo hacia la persona odiada, pues ésta podría reaccionar en su
contra —como lastimarlo— si se da cuenta de que la odia; por ello, busca agredir
antes de que lo lastimen. El temor a la retaliación suele distinguirse con mayor
claridad que el odio que lo produce. Hay que considerar que todos estos
pensamientos existen solo en la mente del paciente en esta posición.
Un día antes de su sesión conmigo, el paciente me avisó que no podría asistir, así
que le ofrecí un cambio, el cual dejó pasar sin aceptar el horario de reposición.
Cuando por fin llegó su sesión usual, dijo tener un sentimiento de culpa y temor de
ser atacado: “si yo se lo hice a ellos, luego me va a tocar a mí; se me va a regresar…
si no acepto la entrevista o no vengo a sesión, tú no me vas a escuchar hablar”. Su
conflicto se basa en que siente que lastimó a las personas que buscaban ayudarlo
y ahora teme que éstas se conviertan en personas malas que intenten hacerle daño
como forma de venganza. Es por eso que no sabe si confiar y aceptar la ayuda, o
rechazarla. Favorecer la posibilidad de que una persona logre observar estos
sentimientos es una forma de hacerle entender que el mundo a su alrededor no
busca lastimarlo. Por el contrario, se trata de una reacción que el paciente percibe
y que siente que sucederá si demuestra odio hacia algo o alguien.