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UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN ANTONIO ABAD

DEL CUSCO
FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS SOCIALES
ESCUELA PROFESIONAL DE HISTORIA

TEMA: UTOPIA Y MUSEO PERUANO. LA QUIMERA DEL


MUSEO PERUANO
CURSO: Museología y Museografía
INTEGRANTES:
 HUAYPAR ZAVALA EDWAR HONORIO
 HILARES INQUIL HUGO

DOCENTE DEL CURSO:


 LIC. FERNANDEZ PHARRY FERNANDO MOISES

CUSCO
2018-I
PRESENTACION
El presente trabajo titulado LA QUIMERA DEL MUSEO PERUANO está basado
en el libro Museo Peruano: Utopía y Realidad de Alfonso Castrillón Vizcarra.
El titulo nos ofrece la verdad de la realidad acerca de los Museos en el Perú, el
termino quimera hace alusión a los Museos que en realidad no cumplen con las
verdaderas funciones que debería hacer un Museo ni se hace uso adecuado de
la museografía, por tal motivo vivimos en la quimera (ilusión)
La falta de conocimiento y capacitación en dichas ciencias. Influye en la cultura
de manera directa y especialmente en los Museos que son lugares donde
nuestra cultura está expuesta a los ojos del mundo por tal motivo nuestra
identidad cultural se quedado estancada en el pasado, no hay conexión con el
presente y menos un proyección al futuro.
El objetivo del presente trabajo manifestar las falencias de las ciencias de
Museología y Museografía persistentes aun en nuestros tiempos y de esta
manera concientizar y posteriormente contribuir hacia el mejor desarrollo de
nuestra identidad y cultura atreves de la investigación, capacitación y servicios.
LA QUIMERA DEL MUSEO PERUANO
1. Museo y Cultura

Se concibe al museo como lugar privilegiado de la cultura, también como


un ambiente donde se guarda tesoros incalculables comúnmente
considerados como cultura. Pues ambos conceptos dan a entender al
“museo como manipulador de cultura”.

Pues así se tiene que replantear el problema del museo desde el concepto
de cultura, ideología y ciencia.
Es necesario el planteamiento de un museo moderno como reproductor
de una cultura en constante movimiento y al servicio del hombre de hoy.
Desde 1815 el museo ha sido instrumento de una ideología liberal
burguesa caracterizada por la exaltación del individualismo y libertad
como lema de todo proceso creativo, por tanto el museo es una creación
cultural de esa ideología liberal.

“Todo lo que entra en el museo es cultura, paradigma y modelo”


Por tanto lo que no puede entrar y se queda fuera, no es cultura o no es
arte, así pues dentro de este esquema se han desarrollado los museos de
Europa y América dominada; llegando a la conclusión de que el museo de
que el museo es un instrumento de la ideología dominante a través del
cual se trasmiten modos de pensar determinados.

En gran mayoría de los museos se presenta a la cultura como pasado,


que de por si los prestigia, y consecuentemente ante este pasado el
presente palidece y se menosprecia.

Otro problema es la manera en que se presentan los objetos obedeciendo


sólo a un factor estético, dejando al lado el marco referencial; el gusto que
se practica es el del grupo de poder y su ideología estética.

El museo debe permitir la lectura más variada de los objetos (social,


política, económico, religioso y estético), revelar los misterios de las
sociedades y desmitificarlas, esto a través de la investigación y ciencia
del museo.

2. Un Museo para Turistas

Debemos tomar conciencia del valor y significado de nuestro patrimonio


cultural, el museo moderno debe crear la conciencia crítica del pasado y
del presente y de esta manera superar el estado de dependencia del
pasado.

Necesitamos museos para servir antes que a los turistas a los peruanos
en busca de su identidad cultural; cambiar la concepción de museo
faraónico por la del museo pequeño con salas temporales renovables
periódicamente con grandes y modernos depósitos.
Necesitamos museos provinciales que le den al hombre la idea de sus
raíces, le presenten el proyecto de su futuro y releje en sus muros y
vitrinas su afanosa vida; es decir conectar con el pasado desde el
presente y proyectarse al futuro.

3. Un Proyecto Obsoleto

El deseo de emular en nuestro país la tipología grandiosa del Museo


Antropológico de México hizo que se realizara los estudios de factibilidad
del dicho proyecto, la comisión encargada de dichos estudios estuvo
presidida por el Dr. Luis Guillermo Lumbreras, así pues el 17 de octubre
de 1978 las conclusiones del estudio fueron las siguientes:

 Primero: Ubicación inadecuada, por la abundancia de polvo, su


cercanía al mar que provocaba alta humedad y salinidad.

 Segundo: Escases de acceso a zonas abiertas y excesos en el


cambio de nivel con uso de escaleras (dificultan la visita de
personas adultas y limitados físicos).

 Tercero: Se recomienda eliminar las vitrinas estructurales (las que


forman cuerpo con la construcción misma) ya que generan un
esquema demasiado rígido; preferir las vitrinas modulares de fácil
desplazamiento que generen nuevos espacios.

 Cuarto: el sótano se ha concebido como áreas de depósito; no se


ha tenido en cuenta lugar para los laboratorios, así que el sótano
tuvo que ser adaptado para funciones no previstas.

 Quinto: Hay riesgo en la evacuación de aguas del sótano, el cual


tendría que realizarse por medio mecánicos, frente a un eventual
deterioro, las colecciones que se guardan en la parte baja corren
riesgo de perderse.

Todo este hecho hace notar la clara desinformación sobre técnicas de


presentación, recorridos, almacenaje y otras funciones del museo
moderno.
4. La Museología, Ciencia Desconocida entre Nosotros

La necesidad de un profesional que sobre la base de las ciencias sociales


encare el problema de la creación y el funcionamiento del museo indujo a
la sistematización de conocimientos y experiencias de los trabajadores
del museo e hizo posible la formación de una ciencia que se llamó
museología.

La museología es una ciencia que se ocupa de dar sentido a los objetos


culturales en correspondencia con el ambiente llamado museo o fuera de
él, por medio del diseño, desarrollando funciones (archivo, catalogación,
conservación, exhibición, etc.) y de acuerdo a técnicas llamadas
museografía. “Se debe guardar equilibrio entre forma y contenido”.

El museólogo al conceptuar el museo le deben interesar las formas,


espacios y colores, ya que así lo exige el contenido que no sólo es
histórico, sino también semiótico y psicológico.

Un museo no se debe hacer pensando en el turismo, sino en cómo nos


sirve a nosotros y la imagen que de nosotros da.

5. Alternativas Frente al “Nuevo Museo”

Los museos del Cusco se encuentran en estado de abandono e inercia,


no cuentan con personal capacitado; ante esto no se necesita mucho
dinero, sino conocimiento e imaginación; por otro lado las exposiciones
de pintura cusqueña siguen siendo un conglomerado de representaciones
religiosas puestas sin ningún criterio cronológico, histórico-social y
cultural, esto demanda una explicación histórica de los mismos y su
función en la sociedad que los produjo.

Un plan alternativo frente al centralismo sobre la concepción de un museo


en Lima sería:

a) Defensa y promoción del pequeño museo de provincia, ya que


funcionan como factores cohesionadores de cultura regional y
universal.
b) Creación de los museos de fronteras como signos de unidad
pluricultural.
c) Formación de técnicos al más alto nivel (claro está en museología
y museografía).

6. Museo Nacional o monumento a la obstinación


Hace ya algunos meses los habitantes de Lima vimos atónitos en las
pantallas de televisión el desalojo más violento y encarnizado contra los
moradores del cruce de las avenidas Venezuela y Riva-Agüero, frente a
la Universidad de San Marcos. Los bulldozers en pocas horas dejaron
el grupo de casas, algunas de material noble, como restos miserables
después de un bombardeo. A los desencajados e insomnes moradores se
les dio la tardía justificación de que esos terrenos eran una zona
arqueológica intangible. Exhaustos ante la impotencia dejaron el lugar,
aunque con la esperanza de ser escuchados algún día. Frente a una de
las casas destruidas, en un paño de concreto salvado a la barbarie, se
podía leer: “Lo que el pueblo construye el Gobierno destruye” y debajo,
con feroz ironía, se había pintado una lampa quebrada. Si la justificación
que se esgrimía era la salvaguarda del patrimonio arqueológico, todos los
que presenciamos el desalojo por la televisión quedamos sorprendidos
ante el ridículo argumento, acostumbrados como estamos a ver cómo han
ido desapareciendo los restos arqueológicos en el Perú. Cómo una
urbanizadora acometió contra parte del Reducto de Surquillo, cómo se
construyen viviendas sobre las ruinas de Cerro Azul, cómo se han
vendido impunemente terrenos en el área arqueológica de Pachacámac y
cómo, a dos cuadras del desalojo que nos ocupa, frente a la Universidad
Católica, con un extraño sentido de ironía, se ha cavado un foso de burla
para conmemorar los años de incuria y violación de las leyes de
protección del patrimonio nacional. Se trata de los trabajos preliminares a
la construcción del nuevo Museo Nacional e Antropología y Arqueología,
realizados en zona arqueológica, con evidencia de entierros, cerámica,
acequias y otros restos culturales de los hombres que habitaron Maringa.
En efecto, se pretendió buscar la mejor ubicación para el museo y se ha
caído en una de las peores: zona arqueológica, gran índice de salinidad,
polvo de las huacas vecinas, intenso tráfico aéreo, etc. Como el personaje
del cuento que salió de su pueblo en busca de un tesoro sin darse cuenta
que estaba debajo de su cama, así los responsables del proyecto han
desestimado la posibilidad de hacerlo en su actual ubicación, en Pueblo
Libre, zona de fácil acceso y llena de tradición museológica. Allí se
dispone del terreno suficiente para hacer un museo de regular tamaño,
pero con todos los adelantos técnicos hoy requeridos.
7. Museos regionales del Perú (I)
En un coloquio sobre museos en los países en desarrollo organizado por
el ICOM (Internacional Council of Museum) en Neuchatel, junio de 1962,
se estableció tajantemente como premisa que “todo museo, cualquiera
sea su disciplina de base, sus estatutos y su nivel, debe asumir las tres
funciones siguientes: investigación, conservación, educación y acción
cultural”36. Como si no fuera suficiente se especificó que “un
establecimiento no será reconocido como tal si no responde a esta
definición”. De acuerdo a lo dictaminado por la asamblea, donde se
encontraban especialistas del tercer mundo, en el Perú se podría llamar
museo a muy pocas instituciones, pues la mayoría de éstos no cumplen
con los requisitos arriba anotados. Sin embargo ahí estén nuestros
museos, sobreviviendo al desdén de las autoridades, haciendo lo que
pueden por salvar el legado cultural que se les ha encomendado,
trabajando heroicamente con el exiguo presupuesto que se les asigna.
Hace unos meses iniciamos un trabajo de investigación sobre el estado
de los museos peruanos, cuyo primer paso fue la elaboración de una
encuesta, la primera que se hace en este campo y por iniciativa de la
Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Con tal motivo he viajado al
norte para conocer de cerca la realidad de nuestras instituciones
museales y poder hablar con conocimiento de causa.
Es cierto que la drástica definición del ICOM poco tiene que ver con esa
suerte especial de institución que nosotros llamamos museo y que en
realidad son colecciones de objetos, gabinetes de amateurs del siglo
pasado. Podría parecer que lo imperativo de la definición proviene de una
mentalidad europea intolerante hacia otros patrones que no sean los
suyos aun para medir una realidad ajena. Pero comprendemos que el tono
tajante quiere operar sobre las autoridades de los países en desarrollo
que no han puesto ninguna atención en las instituciones culturales. Y esto
es cierto, porque en la misma declaración de Neuchatel se dice: “En la
mayoría de los países en vía de desarrollo, no existen todavía estatutos
de museos; los museos son dirigidos, en algunos casos por disposiciones
legislativas de circunstancias, en otros casos por leyes heredadas de las
colonias, más o menos adaptadas a las necesidades del país”.
Entre nosotros ningún gobierno ha definido una política museal ni ha
creado el órgano que la aplique para un desarrollo armónico de estas
instituciones. Por tal motivo se observa en todo el país una incuria
generalizada, que se traduce en el deterioro cada vez más acelerado de
las colecciones y en su nula aportación cultural.
El caso de los museos de Trujillo podría servir de ejemplo de lo que
venimos comentando. Trujillo es una ciudad hermosa, llena de tradición,
poseedora de un legado cultural de siglos que debería estar orgullosa de
exhibir. Sin embargo, uno busca el lugar donde los trujillanos guardan esa
cultura preciosa y encuentra locales pequeños, mal iluminados,
incómodos e inseguros, teniendo tan bellas casonas donde los objetos
culturales nos ofrecerían su mensaje generosamente.
Trujillo cuenta con cinco museos, de los cuales tres pertenecen a la
Universidad Nacional (Museo Arqueológico, Museo de Zoología y
Museo de Botánica), uno al INC (Museo de sitio del templo Arcoiris) y uno
particular (Museo José Cassinelli).
En el Perú la Universidad Nacional, por motivos curriculares y en vista de
los programas de investigación establecidos, ha sido la pionera de los
museos universitarios al servicio de un público estudiantes, aunque no
exclusivamente. La Universidad Nacional es la que más museos tiene, por
lo menos en Lima y Trujillo, pero por esta misma razón, la que más lo ha
descuidado. Los museos de la Universidad de Trujillo – como los de San
Marcos de Lima –, poseen un plantel de directores, excelentes
profesionales, con la mejor intención de cambiar la actual situación y
conscientes del rol moderno del museo universitario, pero atados de
manos por razones administrativas y presupuestales. Contestando la
encuesta en Trujillo, uno de los directores me dijo que en cierta manera
ella le resultaba humillante y lo avergonzaba por tener que consignar tanta
carencia. En el fondo tenía razón, es humillante llegar a ciertas
constataciones y no poder cambiar el estado de las cosas. Le contesté
que era necesario pasar por el mal rato del examen para poder
diagnosticar la enfermedad y hacerla conocer públicamente. En este
sentido los directores de museos pueden actuar positivamente, a favor
del cambio, proporcionando datos reales que sirvan para evaluar
debidamente sus instituciones. Mal harían ocultando la información
necesaria para hallar la medicina.
8. Los museos regionales (II)
Volver al Cuzco todos los años es ciertamente un privilegio, pero para los
limeños una medicina insustituible. Los largos y grises inviernos en la
capital adormecen los sentidos hasta el punto de facilitar una percepción
anodina que se alimenta de hábitos. Llegar al Cuzco es pues romper con
estos hábitos perceptivos, es llegar a su imprevisible panorama y sus
colores violentos. Levantar la vista y ver grandes y algodonosas nubes
viajando lentamente a su destino; o más allá, la iglesia de tejas rodeada
de eucaliptos y olorosas retamas. Oh, my city, / he dejado los carros y la
ansiedad de los días; / tú me bautizas y me curas/ con tu lluvia caliente /
y el airecillo que seca mis ojos en la tarde.
Pero volver al Cuzco es sorprenderse cada año por el cambio violento que
se opera en la ciudad, es observar atónitos cómo se va haciendo cada
vez más cosmopolita y cómo el turismo la ha tomado por dentro. Oh, mi
city, / una vez más mi confidente, entre tejas y eucaliptos / y el rumor de
otras lenguas / de tanto buscarte/ casi / no te encuentro.
Toda la ciudad se organiza en relación al turismo, desde la
infraestructura hotelera hasta la cultura. Nada se hace en favor de los
cuzqueños y en general para los peruanos, sino para el extranjero, de
donde ha ido tomando cuerpo una cultura de vitrina, para los que vienen
a mirar, sin personalidad ni fuerza.
Los museos cuzqueños se prestan a este juego implantado por el turismo,
especialmente los religiosos, donde el brillo y el boato de las iglesias
parece que llena los ojos de esos visitantes ávidos de tesoros. Dos
museos religiosos están conectados a un circuito turístico, junto con otros
monumentos incaicos, pero paradójicamente desconectados de la historia
del Cuzco colonial. Estos monumentos brillan esplendorosamente pero no
dicen nada al visitante de la sociedad que los produjo. No ha habido un
diseño museológico que contextualice los objetos y les devuelva la vida
que tenían. Es cierto que todos los museos sufren por falta de
presupuesto, pero la crítica tiene que ver con un primer nivel
organizativo (inventario) e informativo, para el cual lo que se necesita es
iniciativa, más que dinero. El mal llamado museo de la iglesia de San
Francisco no funciona como tal: no existe información al público, ni
vigilancia, no se ha inventariado el patrimonio, ni se intenta restaurar
lienzos y esculturas. Con el tiempo perderemos el patrimonio que
guarda esta iglesia, por acción de la incuria o por el contrabando
internacional que sabemos opera con gran eficacia.
La Universidad de San Antonio Abad cuenta con dos museos, el de
Arqueología, fundado en 1948, y el de Historia Natural fundado en 1960.
El primero ha ido mejorando año tras año, gracias al esfuerzo de su
director, pero las autoridades universitarias parecen no darse cuenta de
la importancia de este museo, tanto para la imagen del pasado cuzqueño
como para el desarrollo de la investigación dentro de la Universidad, y
siguen regateándole un presupuesto digno, lo cual hace imposible un
diseño museológico adecuado.
El INC del Cuzco tiene a su cargo el Museo Histórico Regional del
Almirante y el Convento de Santa Catalina. El primero se terminó de
adaptar gracias a un acuerdo entre la UNESCO y el INC y el arreglo
museográfico se debe a José de Mesa, historiador del arte y arquitecto
boliviano. El ordenamiento de los objetos se ha hecho didácticamente,
valiéndose de una sala de iniciación que informa al público sobre el
desarrollo y las características de la escuela cuzqueña de pintura. Pero la
intención didáctica se pierde en las salas sucesivas atiborradas de
Vírgenes y Cristos donde no se informa sobre el contexto social y el poder
que tuvo la religión en el virreinato, único medio de explicarle al público de
hoy la abundancia de pintura religiosa.
El convento de Santa Catalina, adaptado como museo desde 1975, es
una pinacoteca que podrá resultar muy interesante al historiador del arte,
pero que aburre soberanamente al visitante de la calle. Hubiese sido más
atrayente presentar el convento como cuando vivían las monjas y hacer
ver la realidad de la vida monacal desde la colonia hasta nuestros días.
Lo que el público quiere sabes es cómo se realizaba la vida ahí dentro y
no el estilo de las pinturas colgadas en los muros del convento.
Queda, por último, el Museo de Arte Popular del Instituto Americano de
Arte, que sobrevive gracias al empeño y entusiasmo de sus socios. Este
podría ser un pequeño pero hermoso museo, donde se exhibiría lo mejor
del arte popular, acervo riquísimo en el Cuzco, relacionándolo con las
tradiciones vivas de los pueblos. Pero la falta de presupuesto y la
ausencia de una museología adecuada, le dan el carácter de un depósito
desordenado.
Gracias a la colaboración de los directores de este Instituto, desde 1977
venimos haciendo allí las prácticas del curso de Introducción a la
museología, con alumnos de conservación del bienes muebles
e inmuebles, especialidad seguida en Cuzco con el aporte de la UNESCO-
OEA y del INC. Ese año realizamos el inventario de toda la colección y el
año pasado la encuesta de los museos del Cuzco. Es de esperar que en
el presente se pueda trabajar con los alumnos un proyecto para esta
colección tan importante y que merece una exhibición adecuada.
Volver al Cuzco, cada año, es retomar la iniciativa y demostrar que
podemos enfrentar al turismo un proyecto cultural donde se ponga en
acción lo mejor que tenemos en busca de nuestra identidad. Cuzco / no
permitas / que escondan tus estrellas / que ovillen tu río / y lo guarden en
un cofre / para saciar la sed del oro.
9. Significado y futuro del museo universitario
La Universidad Nacional Mayor de San Marcos tiene a su cargo tres
museos donde se guardan colecciones de pintura, arte popular,
arqueología e historia natural, todas ellas de excepcional valor. Pero
además de su valor intrínseco estas colecciones contienen la promesa del
quehacer científico. Sin embargo estos museos son los más pobres
y descuidados del Perú y sus colecciones están a punto de perderse por
la incuria, la falta de medios y especialistas. Todo lo cual aleja a nuestros
museos universitarios de sus objetivos como instituciones modernas.
¿Cuáles son esos objetivo, cuál es el significado de un museo
universitario y cuál es su futuro?
El museo universitario no nace como la extravagante idea de un
coleccionista que quiere deleitarse con sus objetos, sino de la necesidad
de hacer ciencia. Si la universidad es el lugar donde se desarrolla un
programa científico, quiere decir que sus museos son parte consustancial
de ese programa. No se concibe cómo los museos puedan quedarse
fuera, a trasmano, de la actividad científica universitaria. Esto puede
significar dos cosas, de todas maneras graves: o no se hace investigación
en la universidad o la que se hace queda en los archivos de sus institutos
sin llegar a la comunidad.
El museo universitario vendría a ser algo así como el editor de los
descubrimientos científicos, el que “objetualiza”, hace “visibles” las ideas
científicas encontradas en los laboratorios. Su papel es pues dinámico y
da cuenta del desarrollo científico de la universidad.
En la historia de los museos europeos el primero con espíritu moderno,
es decir cuyo objetivo era la educación de un público, nace en Oxford, en
1659.
Según Benoist, la colección de John Tradescant compuesta por un
gabinete de objetos raros, colección de etnografía, pintura, mecánica y
jardín botánico, pasó, gracias a Elías Ashmole, a la Universidad de
Oxford, quien desde entonces comenzó a dotarla de salas, laboratorio y
biblioteca, hasta integrarla a sus programas.
Si pensamos en la lejana fecha de nacimiento del museo “de espíritu
moderno” y pasamos revista a la situación en que se encuentran todos los
nuestros, aparte de las consabidas conclusiones acerca del subdesarrollo
constatamos que estas instituciones, creadas por los vientos libertarios y
liberales del siglo XIX, no son sino fachada de algo que nunca se ha
conjugado: “modernos”, por la fecha de creación, pero “coloniales” por su
espíritu burócrata, donde la mediocridad campea sobre el espíritu
científico y obstaculiza cualquier desarrollo positivo. Tanto que el museo
peruano podrían servir para caracterizar nuestra psicología criolla: no
hacer y no dejar hacer.
Con motivo de la primera encuesta sobre los museos peruanos que el
autor de estas líneas está realizando, se pudo constatar la situación de
algunos museos universitarios de provincias, cuya precariedad de medios
y personal está poniendo en peligro sus colecciones. Por tanto en Lima
como en el interior los males son los mismos y se debería aplicar el mismo
remedio: un programa de activación de los museos universitarios que
haga posible mayores rentas y cualificada formación de personal.
¿Por qué un postgrado en museología?
Según un dato proporcionado recientemente por una especialista de la
UNESCO, en el Perú existen unos noventa museos entre grandes,
pequeños y mínimos. La cifra era insospechada y, sin embargo, están ahí,
desafiando la adversidad, preservando, aunque modestamente, la
memoria del Perú amnésico, dando cuenta de las diversas identidades
culturales que se decantan, mezclan o chocan en sus pliegues
geográficos.
La primera encuesta de los museos peruanos dio cuenta de una realidad
que todos intuíamos: descuido de las autoridades, falta de presupuesto y
ausencia de especialistas. Pero la encuesta no puede ser sólo el listado
de “carencias”, a veces vergonzosas, sino la materia de la que tiene que
surgir un proyecto general para los museos peruanos. Un país como el
nuestro, donde todo está por hacerse, necesita de proyectos con qué
imaginar el futuro; necesitamos cultivar entre nosotros una suerte de
“esperanza proyectual”, el anhelo indesmayable de crear soluciones para
una vida mejor.
En ese espíritu y dentro de esa perspectiva se ha lanzado la idea del
postgrado en museología, en el marco de otras acciones que nos permitan
salvar nuestro patrimonio y dar nueva vida a nuestros museos.
Esfuerzos dispersos
No cabe duda de que desde hace seis años, más o menos, se ha
despertado el interés por la museología en nuestro país. Desde entonces
se vienen dictando cursillos en Cuzco y Lima con el fin de dar
información a los conservadores sobre la materia museográfica, pero
hasta el momento no se ha enfrentado el problema de formar
museólogos. Los últimos cursos que se han ofrecido en Lima, si bien
tienen el aval profesional de los especialistas extranjeros que los dictaron,
enfocan el problema sólo parcialmente y desde fuera de nuestra realidad
social e histórica. Solucionan quizá el urgente problema de encontrar
personal capacitado para el nuevo museo, pero no tienen en cuenta las
reales necesidades del Perú.
Más grave resulta el intento irresponsable de formar museólogos y
lanzarlos al “diseño museológico” en dos meses, como se ha propuesto
alguno. Es tiempo de evitar falsas expectativas profesionales, haciendo
creer a los interesados que con unas semanas de aprendizaje se puede
ser museólogo. En cambio es el momento de preparar profesionales de
alto nivel, que tengan la capacidad crítica necesaria enfrentarse a los
problemas de nuestro medio creativamente.
La Propuesta
El proyecto de postgrado ha surgido de una necesidad concreta: formar
en el Perú los especialistas en museología que hacen falta. Tiene una
doble finalidad, captar el aporte de profesores peruanos y extranjeros y
captar, también, las potencialidades de alumnos hacia un nuevo campo
profesional. Para esto no es necesario crear especialmente una escuela
de museología, como ha hecho Colombia y sueñan algunos países
latinoamericanos, sino aprovechar la infraestructura y el aval de la
Universidad de San Marcos. Por eso el postgrado universitario es lo más
recomendable. Si el mercado ocupacional se satura a corto plazo, el
postgrado puede interrumpirse hasta que se vea la necesidad de
reabrirlo.
Los resultados por obtenerse se perfilan promisorios, ya que además de
lograr un grupo de técnicos nacionales con capacidad de multiplicar sus
conocimientos a favor del medio, durante el tiempo que dure el programa
se generará un buen número de trabajos de investigación sobre la
realidad de los museos y la manera de cambiarlos, así como de proyectos
arquitectónicos y de exposiciones aplicables a nuestra necesidades,
ratificando el importante papel que se atribuye a la investigación en el
diseño museológico.
El Método
La museología está abierta al aporte de diversas profesiones que la
enriquecerían con un diálogo interdisciplinario. El arquitecto, el
antropólogo, el arqueólogo, el administrador de empresas, el pedagogo,
el psicólogo, el historiador del arte y el artista plástico, tienen cabida en el
proyecto museológico. ¿Cómo hacer sin embargo, para que las disciplinas
que practican estos profesionales dialoguen armoniosamente en
provecho del museo?
La mayoría de los programas de estudio de museología agrupan una serie
de materias relativas a las funciones que se realizan en el museo, pero
que al final de cuentas quedan desarticuladas en compartimentos
estancos, sin una idea rectora que les dé sentido. La idea rectora que se
propone para el programa es el diseño museológico, que tiene como fin
conceptuar, crear, modificar y dotar de significación los ambientes y
objetos que posibiliten al hombre el desarrollo de una experiencia cultural
determinada. Todos los conocimientos que abarca el diseño museológico
están articulados por la noción de diseño, entendido como método de
selección y síntesis de alternativas frente a los problemas propuestos por
la realidad. El diseño como método no sólo tiene que ver con el dibujo,
sino con una manera de conocer, con una forma de analizar la realidad y
formular una propuesta o proyecto. Sólo de esta manera se evitará que la
museología se convierta en un ejercicio emocional e intuitivo, en un
conglomerado de conocimientos sin norte y ajenos a nuestra realidad
cultural.
10. Arquitectos jóvenes para nuevos museos
El tema de los museos nunca ha sido extraño en las facultades de
arquitectura de nuestro país. Viene y se va cíclicamente de los talleres,
dejando rumas de papel y muchas horas de desvelo. Pero llama la
atención que en estos últimos cuatro años los simples ejercicios tomen
cuerpo y se conviertan en proyectos o tesis de grado. En una sola
universidad de la capital la producción de tesis sobre museos ha sido del
ritmo de una al año desde 1980. En un medio como el nuestro, es
altamente significativo: quiere decir que los jóvenes arquitectos han
tomado conciencia de la urgente necesidad de hacer museos, aún más,
de saber hacerlos.
Si pasamos revista a los títulos de las tesis, nos damos cuenta que los
temas más atractivos son los museos de arqueología y de arte, pero
también los hay que se refieren a la historia natural, a la historia agrícola
y al museo de sitio.
En un país tan rico en vestigios arqueológicos monumentales como el
Perú, con una capital sembrada de huacas devastadas
irresponsablemente, se hacía urgente un planteamiento arquitectónico
para devolverles su valor y convertirlas en ámbitos vivos de cultura.
Hace unos meses se presentó en la Universidad Ricardo Palma una tesis
sobre el museo de sitio de la huaca Mateo Salado, cuyo autor, el joven
arquitecto Wenceslao Delgado, ofrece un original planteamiento que
trataré de explicar sucintamente.
Delgado ha partido de un hecho que se convierte casi en pie forzado: la
intangibilidad y respeto del monumento arqueológico. Sobre este hecho
basa su propuesta, una estructura desarmable que permite desplazar el
museo, o parte de él, en caso que se requiera hacer estudios o
excavaciones. De todas maneras el contacto con el suelo es mínimo.
Respetando, por otro lado, el diseño radial que impera en la zona, el
planteamiento de Delgado establece la total desmembración de las
funciones del museo conformando volúmenes autónomos unidos por
pasarelas que llevan a un punto focal o centro de actividades (teatro al
aire libre o plaza). Lo que significa que el público puede visitar las salas
del museo, salir, pasearse viendo las huacas para llegar a la plaza central
y, siguiendo el diseño de puentes, a la biblioteca, los talleres o servicios,
según desee.
El proyecto tiene otras virtudes. Siempre se dijo que la arquitectura en un
sitio arqueológico debía ser mimética para no restar importancia al
monumento histórico. Delgado – contracorriente, pero con gran
honestidad – nos dice: “La forma planteada de los volúmenes trata de
implantar una arquitectura de contraposición y no de mimetismo que sería
el comúnmente empleado, logrando con su forma y color diferenciar lo
nuevo de lo antiguo, reverenciando nuestro pasado sin cubrirnos,
mostrando el caracter actual”.
De todos los proyectos sobre museos que conozco, el de Delgado es el
primero que se ocupa únicamente de la arquitectura sin entrar al terreno
de la museografía, es decir al campo de la presentación de los objetos en
un espacio aparente. La idea de que el arquitecto también es un diseñador
de ambientes ya quedó superada ante la presencia de un nuevo
profesional, el museógrafo que m{s que “poner en valor” los objetos, les
da sentido, los contextualiza, los pone en la corriente de la historia para
que el visitante logre una verdadera experiencia cultural.
CONCLUSIONES
 El museo funciona como un instrumento de manipulación de la cultura,
identidad e ideología.
 Hay mucha dependencia del pasado, no hay conexión con el presente ni
proyección al futuro.
 En el Perú no se cuenta con personal capacitado en las ciencias de la
Museología y Museografía.
 La generación de nuevos museos demanda estudios preliminares de
factibilidad orientados hacia la identidad cultural y no hacia turistas.
 El Museo Nacional a pesar de ser unos de los principales lugares que
guarda nuestra historia no llega a tener los puntos claros lo que llamamos
museología ya que encontramos diversos paralelos administrativos.
 La museología y museografía de forma descentralizada es una idea que
se tiene desde hace ya unos 30 años las cuales no muestran ningún
avance en cuanto a estas ciencias pero son las que tienen capitales
privados que están rescatando estas ideas.
 Entre los mejores museos que podemos tener en el país tenemos los
museos cusqueños que rescatan el valor histórico pero el público toma un
desinterés creando una paradoja histórica.
 Los puentes que se están creando hoy para la creación de museos
universitarios es cada vez más factible ya que se está demostrada
dedicación por parte de estas instituciones.
 Finalmente las propuestas de grados y postgrados como profesión
Museográfica se plantean como ideales para un nuevo uso de estas
ciencias.

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