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Peretó Rivas, Rubén

La kephálaia gnóstica de Evagrio Póntico. Sus


dos versiones y la discusión contemporánea

Stylos Nº 24, 2015

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Peretó Rivas, Rubén. “La Kephálaia gnóstica de Evagrio Póntico : sus dos versiones y la discusión contemporánea” [en
línea]. Stylos, 24 (2015). Disponible en:
http://bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/revistas/kephalaia-gnostica-evagrio-pontico.pdf [Fecha de consulta:....]
LA KEPHÁLAIA GNÓSTICA DE EVAGRIO PÓNTICO.
SUS DOS VERSIONES Y LA DISCUSIÓN CONTEMPORÁNEA

RUBÉN PERETÓ RIVAS1

RESUMEN: La Kephálaia gnóstica es una de las obras más importantes de


Evagrio Póntico, en la que desarrolla los aspectos centrales de su doctrina
espiritual además de cuestiones también centrales de su teología. La obra
original fue escrita en griego; sin embargo, solamente se conservan dos ver-
siones siríacas, una breve y otra más extensa en la que aparecen con fuerza
muchos elementos claramente origenistas.
Antoine Guillaumont, en los años 60, determinó que la versión original era
la más extensa, lo cual implicaba, indirectamente, situar a Evagrio dentro de
la más dura corriente de pensamiento origenista. Sin embargo, Augustine
Casiday, en su último libro publicado en 2013, sostiene que la versión que
reproduce el escrito original evagriano es la breve, lo que conlleva ubicar al
autor fuera de los ámbitos de la herejía y, además, exige reconstruir parte de
su teología.
En esta ponencia expondremos las dos posturas acerca de esta obra evagria-
na aportando algunos elementos de análisis que pueden resultar útiles a la
hora de tomar posición al respecto de la controversia señalada.

Palabras clave: Evagrio Póntico – Kephálaia gnóstica – Antoine


Guillaumont – Augustine Casiday – Origenismo

ABSTRACT: The Kephalaia gnostica is one of the main works by Evagrius of


Pontus. It was written in Greek but we only have two syriacs versions: a
longer one, with a strong stress on origenism doctrine, that Antoine
Guillamont asserts that is the one that reproduce the original text of
Evagrius, and a shorter version.
In his most recent book, published in 2013, Augustine Casiday considers that
the original version is the shorter one. This assertion implies that Evagrius is
“beyond heresy” and then his theology must be reconstructed.

1
UNCuyo – CONCIET. E-mail: rpereto@gmail.com
Fecha de recepción: 26/2/2014; fecha de aceptación: 29/4/2014

Stylos. 2015; 24(24); pp. 193-201; ISSN: 0327-8859


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In this paper I present the two positions and propose some elements to
contribute to the debate.

Keywords: Evagrio Póntico – Kephalaia gnostica – Antoine Guillaumont –


Augustine Casiday – origenism

Evagrio Póntico (345-399) es el Padre del Desierto egipcio que posee


una mayor producción escrita en la que, entre otros temas, desarrolló una
doctrina relacionada con la vida espiritual, que fue seguida, en líneas genera-
les, por toda la ascética cristiana posterior, tanto oriental como occidental.
De una cuidada formación intelectual –teológica y filosófica-, distri-
buyó su vida en la zona del Ponto, en Asia Menor, donde conoció a sus
maestros y amigos, los grandes Padres Capadocios Basilio y Gregorio de
Nacianzo, en Constantinopla, Jerusalén y, sus últimos quince años, en los
desiertos de Nitria y las Celdas, al sur de Alejandría. Es durante este período
cuando escribe su obra, sobre la base de los conocimientos teóricos recibidos
durante su etapa de formación, pero, sobre todo, a partir de su propia expe-
riencia y la de los monjes que lo rodeaban. Es por este motivo que, en sus
libros, no solamente pueden encontrarse afirmaciones teológicas sino tam-
bién elementos antropológicos que delatan una sorprendente agudeza y pro-
fundidad en el conocimiento de la psicología humana.
Evagrio estratifica la vida espiritual en tres etapas a las que llama
práctica, gnóstica y teológica. En la primera, el objetivo es adquirir el domi-
nio de la sensibilidad y alcanzar la apátheia; el objetivo de la segunda es po-
seer la contemplación de las razones naturales y el de la tercera la contem-
plación de las razones divinas. A cada uno de estos momentos Evagrio le
dedica un libro. Se trata del Tratado práctico o El monje; El gnóstico o Pa-
ra aquel que se ha convertido en digno de la ciencia y la Kephálaia gnósti-
ca.2

2
Evagre le Pontique, Traité pratique ou Le Moine, 2 vols., eds. Antoine et Claire
Guillaumont, Cerf, Paris, 1971 (SC 170 y 171); Le Gnostique ou À celui qui est devenu digne
de la science, eds. Antoine et Claire Guillaumont, Cerf, Paris, 1989 (SC 356); Les six

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Es esta última la más extensa de las tres obras y en la que se desarro-


lla, al modo de kephálaia o breves “capítulos” o sentencias, la doctrina espi-
ritual y teológica más profunda de Evagrio. Sin embargo, es también la más
compleja no solamente por su contenido, que aparece como intencionalmen-
te oscurecido a fin de que pueda ser comprendido solamente por los inicia-
dos, sino también por su transmisión. Así como del Tratado práctico se con-
serva la versión original íntegra en griego y del Gnóstico algunos capítulos
se conservan solamente en la traducción siríaca, de la Kephálaia gnóstica
solamente se cuenta con el texto siríaco.
Es objetivo de este trabajo discutir el nuevo status quaestionis de la
Kephálaia gnóstica surgido a partir de la publicación en 2013 del libro de
Augustine Casiday Reconstructing the theology of Evagrius Ponticus:
beyond heresy y aportar algunos elementos que pueden ser relevantes para el
esclarecimiento de la situación.3

La Kephálaia gnóstica es, como la ha calificado Guillaumont, una de


las obras “más vigorosas y más originales del siglo IV”.4 En ella se expresan
al unísono las enseñanzas tradicionales y empíricas de los primeros Padres
del Desierto, recogidas y codificadas por un espíritu dotado de una notable
agudeza psicológica.
La mayor parte de las obras de Evagrio que habían llegado a Occiden-
te lo hicieron bajo el nombre de Nilo de Ancira, y como tal aparecen, por
ejemplo, en el tomo setenta y nueve de la Patrología Griega de Migne. Fue
Irenée Hausherr quien, en el década del 30, restituyó la verdadera autoría de
esos textos.
Para la espiritualidad oriental, Evagrio es un personaje central, aún
más que Dionisio, quien aparece cuando la doctrina espiritual estaba ya defi-
nitivamente organizada por Evagrio y transmitida a través de Juan Clímaco,

centuries des Képhalaia Gnostica d´Évagre le Pontique, ed. Antoine Guillaumont, Patrologia
Orientalis 28, Brepols, Turnhout, 1958.
3
A.Casiday, Reconstructing the theology of Evagrius Ponticus: beyond heresy, Cambridge
Univesity Press, Cambridge, 2013.
4
A. Guillaumont, Les "Kephalaia gnostica" d´Évagre le Pontique et l´histoire de
l´origénismechez les grecs et chez les syriens, Patristica Sorboniensia 5, Cerf, Paris, 1962; p.
15.

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Hesequio, Máximo, Nicetas Stéthatos hasta los hesicastas, entre los bizanti-
nos; y a través de Filoxeno de Mabbug, Isaac de Nínive, Juan Bar-Kaldoun
hasta Barhebraeus, entre los sirios.5
La Kephálaia gnóstica, el texto que nos ocupa, tiene como objeto cen-
tral el tratamiento de la ciencia espiritual, con todos sus diferentes grados o
contemplaciones y, sobre todo, los misterios reservados solamente a los
gnósticos, concernientes al origen de los seres, su evolución y su fin. Como
adelantamos más arriba, este libro es conocido en su totalidad a través, so-
lamente, de dos versiones siríacas y una versión armenia.
El texto está integrado por seis centurias, lo cual constituye una origi-
nalidad de Evagrio. Después de él, serán numerosos los autores que escri-
birán también sus tratados ascéticos y místicos en grupos de cien sentencias.
Un motivo es que el cien era un número sagrado y que poseía un valor místi-
co: “El número cien indica la plenitud y la perfección; en él se contienen
místicamente la totalidad de las criaturas racionales tal como lo leemos en el
Evangelio donde se dice que el que tenía cien ovejas perdió una… Este
número cien, o más bien el conjunto de las criaturas racionales […]”, expli-
caba Orígenes en su Homilías sobre el Génesis.6 Sin embargo, lo extraño es
que las seis centurias evagrianas, tal como las conocemos, cuentan solamen-
te con noventa sentencias cada una, de modo tal que el libro completo con-
tiene quinientas cuarenta sentencias y no seiscientas como en principio debi-
era suponerse.
En el primer estudio crítico sobre el libro, su editor, Antoine Guillau-
mont, propone algunas posibles explicaciones para este hecho, pero se incli-
na por considerar que el número noventa debe ser entendido como la suma
de cuarenta y cincuenta. Cuarenta, representado por la cuarentena que prece-
de la Pascua, simboliza lo que Evagrio llama “la contemplación natural se-
gunda”, es decir, la contemplación de los cuerpos formados por los cuatro
elementos. El cincuenta representa los cincuenta días de Pentecostés, y es el
símbolo de “la contemplación natural primera”, que se ejerce por los cinco
sentidos espirituales y tiene por objeto las naturalezas inmateriales. De este

5
Cfr. I. Hausherr, “Le Traité de l’Oraison d’Évagre le Pontique (Pseudo-Nil)”, en Revue
d’Ascetique et Mystique 15 (1934), p. 117.
6
Evagrio Póntico, Traité pratique…, II, 5; p. 102.

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modo, el noventa simboliza la ciencia espiritual del conjunto de las naturale-


zas creadas en el curso de los seis días de la creación.7
Sin embargo, los problemas más importantes para la crítica provienen
del texto mismo de la Kephálaia gnóstica. El original griego completo está
perdido. Solamente restan en esa lengua algunas sentencias que aparecen ci-
tadas por otros autores. En su totalidad fue conservado en dos versiones
orientales y, por eso mismo, permaneció durante siglos desconocido para el
mundo occidental. En 1907, Barsel Sarghisian publicó la versión armenia y,
en 1912, Frankenberg publicó la versión siríaca acompañada por una retro-
versión griega.8 En este caso, el editor utilizó un manuscrito, el Vat. Syr.
178, que reproduce el texto evagriano junto al comentario de Babai el Gran-
de.
Sin embargo, en 1952 se produjo una importante novedad. Antoine
Guillaumont descubrió en el manuscrito Additional 171674 del British
Museum, una versión diferente de la Kephália Gnóstica que había sido edi-
tada por Frankenberg, y que presentaba en la mayoría de las sentencias un
texto distinto y, en general, más largo. De inmediato surgió el problema:
siendo ambos textos irreductibles el uno al otro, ¿a cuál de ellos había que
darle la preferencia? El estudioso francés, después de un detenido examen,
consideró que el manuscrito británico conservaba el verdadero texto de la
obra de Evagrio, la que, hasta ese momento, había sido conocida en una ver-
sión gravemente alterada. La primera versión –breve- fue designada como
S1, y la segunda, más extensa, como S2.
Guillaumont presenta dos argumentos para sostener su tesis. El prime-
ro de ellos se basa en la colación de los dos textos siríacos con los fragmen-
tos griegos conservados. El resultado permite concluir que, para las setenta y
cinco sentencias conservadas en griego, la versión siríaca S2 es siempre más
fiel que la S1. Este número pareciera ser suficiente para generalizar y afirmar
que la versión más extensa es la más conforme al griego y que, por tanto, es

7
A. Guillaumont, Les "Kephalaia gnostica" d´Évagre le Pontique…, p. 22.
8
La versión armenia es de H. Barsel Sarghisian, Srboyhawrn Ewagri Potas woyvarkew
maténagrow tiwnktarg manealk i yownè, Venise, 1907. El texto de las Seis Centurias se
encuentra en p. 143-207. La versión siríaca es de W. Frankenberg (ed.), Evagrius Ponticus,
Abhandlungen der Königlichen Gesellschaft der Wissenschaften zu Göttingen. Philologisch-
Historische Klasse XIII nº 2, Waidmannsche Buchhandlung, Berlin, 1912.

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ésta la traducción del texto original de Evagrio. Sin embargo, hay un detalle
importante que debe ser tenido en cuenta: la diferencia mayor entre las dos
versiones siríacas se da en aquellas sentencias en las que no se posee el texto
griego. ¿Podría, por tanto, sostenerse este argumento?
Es justamente esta circunstancia la que lo lleva a Guillaumont a con-
solidar su teoría. Las razones que explican la desaparición del texto griego
–dice- son las mismas que empujaron a uno de los traductores a modificar el
texto que traducía. El estudio comparado de las dos versiones muestra que
las diferencias existentes entre ellas y que afectan no solamente a la forma,
sino al contenido en lo esencial de las sentencias, tienen que ver, en general,
con las sentencias en las que se expresan opiniones origenistas. Estas opi-
niones están plenamente formuladas en la S2, mientras que, en la S1, apare-
cen atenuadas o bien eliminadas. Las diferencias existentes entre ambas son
entonces principalmente de carácter doctrinal y conciernen a una doctrina
precisa: el origenismo.
Las dos controversias origenistas, surgidas a partir de la interpretación
de los textos del Alejandrino, habían sido muy intensas y habían marcado
profundamente a la cristiandad oriental. La primera de ellas estalló en los de-
siertos de Egipto e invadió gradualmente los monasterios de Palestina y,
desde allí, a otras zonas del mundo cristiano. Finalizó en el año 405, luego
de numerosas discusiones e, incluso, del empleo de la fuerza por parte de los
sostenedores o impugnantes de la obra de Orígenes.
Años más tarde, en torno a 543, el emperador Justiniano escribió su
Liber adversus Origenem, que contenía, además de una exposición de las ra-
zones para condenarlo, veinticinco textos censurables del De principiis y
diez proposiciones que debían ser anatematizadas. Justiniano hizo que el pa-
triarca Mennas reuniera a todos los obispos que estaban en Constantinopla y
les hiciera suscribir esos anatemas. Copia del edicto imperial se había entre-
gado a los patriarcas, incluido el papa Virgilio, y todos dieron su adhesión.
El segundo concilio de Constantinopla, en 553, ratificó los anatemas. Sobre
la validez de estas condenas, mucho se ha escrito y no hay acuerdo entre los
estudiosos al respecto, pero lo cierto es que ellas provocaron la persecución
del origenismo, o de aquellas afirmaciones que sonaran ligeramente orige-
nistas y, aparejadamente, el silenciamiento de los autores y la desaparición
de las obras que podían ser incluidas dentro de esa categoría.

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Lo que Guillaumont propone, entonces, es que la sospecha de que las


Képhalaia gnóstica pudieran contener en muchas de sus sentencias elemen-
tos doctrinales pasibles de ser adscriptos al origenismo, llevó a sus traducto-
res a modificar el texto, expurgando en él toda expresión sospechosa. Este
habría sido el origen de la S1, mientras que la S2 contendría el texto tal cual
fue escrito por Evagrio. Y esto implica, consecuentemente, sostener que el
Póntico profesaba un abierto origenismo en su retiro del desierto de Nitria –
caracterizado por ser simpatizante de esa corriente-, lo cual lo situaría, aún
hoy, como un escritor eclesiástico hereje o, al menos, muy emparentado con
la herejía.

Augustine Casiday ha discutido recientemente esta hipótesis a partir


de cuatro argumentos que él basa en lo que denomina la “reputación” de
Evagrio.9
El primero de ellos sostiene que no existe evidencia en las fuentes
contemporáneas a Evagrio que lo impliquen en los debates de la primera
controversia origenista, lo cual indicaría que no tuvo activa participación en
el movimiento. No significa poner en duda que fue un heredero doctrinal de
Orígenes –lo cual no es lo mismo que ser “origenista”- sino que no existe
evidencia directa que ubique a Evagrio como el arquitecto intelectual de la
corriente surgida en el siglo IV.
En segundo lugar, la falta de evidencia de que Evagrio haya sido con-
siderado un autor problemático antes del siglo VI significa, simplemente,
que no hay evidencia de ninguna necesidad de “domesticar” la obra evagria-
na durante el primer período y durante su rápida expansión posterior a través
del original griego y de las traducciones a otras lenguas. Entonces, si, como
se dijo en el primer argumento, Evagrio no participó en la primera contro-
versia, no se ve la necesidad de que su Kephálaia gnóstica haya debido ser
expurgada por alguno de sus discípulos. Por otro lado, no hay evidencia
tampoco que muestre una mejor comprensión de la doctrina de Evagrio a
partir del contexto de la S2 que de la S1. En resumen, la evidencia del siglo
IV no provee ningún contexto que pueda explicar por qué los lectores de
Evagrio habrían tenido necesidad de expurgar su libro.

9
A. Casiday, Reconstructing the theology …, p. 66-ss.

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El tercer argumento que aporta Casiday es sumamente interesante, y


se basa en la versión armenia del texto y su posible fecha de composición.
Hausherr determinó la estrecha dependencia de la traducción armenia de la
versión siríaca que luego Guillaumont llamó S1, y se habría realizado en tor-
no al año 450, a partir de cuatro manuscritos siríacos completos y de otros
cuatro incompletos. Es decir, existe un número relativamente importante de
testigos siríacos de la versión armenia, lo cual equivaldría a suponer que esta
versión –la S1- era la corriente en esa época.
Por otro lado, el texto armenio provee el terminus ante quem para la
S1 de la Kephálaia Gnóstica, que se retrotrae a cincuenta años luego de la
muerte de Evagrio. Si tenemos en cuenta que esta versión estaba basada en
otra traducción y, concediendo tiempo para la circulación del texto siríaco, la
traducción del griego a esta lengua y la circulación del mismo original grie-
go, pareciera que no hubiese habido el tiempo necesario para componer una
versión expurgada y que la misma hubiera tenido amplia circulación en va-
rias lenguas durante la vida de los discípulos de Evagrio.
En cuarto y último lugar, no hay evidencia de que la Kephálaia
Gnóstica haya significado un problema doctrinal antes del año 540, lo cual,
y sumado a los se dijo en el punto anterior, podría llevar a afirmar que la S1
estuvo en circulación antes de 450 mientras que la S2 se ubica mejor históri-
camente en los acontecimientos que provocaron las condenaciones al orige-
nismo un siglo más tarde. Y se suma a esto otro tipo de evidencia histórica
basada en estudios de los textos de Evagrio que prueban que su corpus litera-
rio estuvo abierto a desarrollos creativos y re-usos en décadas y centurias
posteriores a su muerte.
Así entonces, dado que las obras de Evagrio fueron claramente modi-
ficadas; dada la falta de evidencia para cualquier aproximación siquiera a las
posiciones doctrinales sostenidas por S2 en el siglo IV; dada la coincidencia
de las afirmaciones de esta versión con los acontecimientos de comienzos
del siglo VI; dada la evidencia por el interés en Evagrio durante ese período,
no pareciera ilógico afirmar que la versión S2 surgió de las manos de un ad-
mirador de Evagrio – Esteban bar Sudaili o el Pseudo-Hierotheos, por ejem-
plo-, el que luego fue condenado por sus posiciones origenistas. De este mo-
do, entonces, la S2 no sería un testimonio del pensamiento completo de Eva-

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grio sino más bien un precioso testigo contemporáneo del grupo origenista
de la Segunda Controversia.

Planteadas las dos posiciones de la discusión se impone algún comen-


tario al respecto. Considero que la postura de Casiday es mucho más atendi-
ble que la de Guillaumont, mientras que la argumentación aportada por este
último estudioso es débil. La contextualización que logra el primero, a fin de
enmarcar sus disidencias con respecto a la postura del francés, ofrece un
horizonte de comprensión en el cual la inversión de la explicación de la exis-
tencia de dos versiones para un mismo libro cobra verosimilitud.
Hablo de “debilidad” de los argumentos aportados por Guillaumont
porque justamente aquel que sería el más sólido y contundente –la colación
de las dos versiones con los originales griegos conservados en obras de ter-
ceros autores- se resiente al comprobar que la diferencia mayor entre las dos
versiones siríacas se da en aquellas sentencias en las que no se posee el texto
griego. Una situación de este tipo impide generalizar la conclusión a partir
de un grupo relativamente escaso –setenta y cinco sobre quinientas cuarenta-
a la totalidad de la obra. Y el recurso al que apela el estudioso reclama in-
mediatamente un non sequitur. En efecto, no se sigue que las diferencias en-
contradas entre las versiones indiquen una “expurgación” del texto a fin de
hacer ortodoxo a Evagrio y alejarlo de las sospechas origenistas.
Por el contrario, los argumentos que aporta Casiday son atendibles y
poseen la coherencia científica necesaria. Se percibe en ellos un desarrollo
orgánico de modo tal que sortean cualquier necesidad de petitio principiis.
Por otro lado, y tal como queda demostrado a lo largo de todo el libro de Ca-
siday, la postura doctrinal de Evagrio, y de modo particular su cristología, es
mucho más coherente con la S1 que con la S2.
En definitiva, y como el mismo estudioso lo señala, todo depende con
qué ojos se lee a Evagrio. Si se lo lee viendo en él a un representante señero
del origenismo, sus sentencias serán interpretadas en ese sentido. Sin embar-
go, si se lo lee a partir de un posición aséptica y viendo en él a un escritor
eclesiástico ortodoxo, sus enseñanzas pueden ser siempre recibidas en ese
mismo sentido.

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