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DERECHO ADMINISTRATIVO

Y CONSTITUCIONAL

La Masacre de Barrios
Altos

3 de Noviembre de 1991

INTEGRANTES
 Cruz Valverde Karen
 Gómez Otiniano Eireen Kristine
 Melgarejo Valverde Geanina

DOCENTE
Honores Yglesias Carlos Antonio

Trujillo, 1 de Setiembre de 2018


INDICE

I. Introducción

CAPITULO I....................................................................................................................................... 4
1.1 Barrios Altos ...................................................................................................................... 4
1.2 Hechos ............................................................................................................................... 4
1.3 Amnistía ............................................................................................................................. 6
1.3.1. En el presente caso: ..................................................................................................... 6
1.3.2. Invalidez de las leyes de amnistía N° 26479 y N° 26492. ..................................... 7
1.3.3. Procedimiento ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos:.................. 9
CAPITULO II ..................................................................................................................................... 9
REAPERTURA DEL CASO ...................................................................................................... 10
2.1. El Crimen y La Organización ........................................................................................ 10
CAPÍTULO III .................................................................................................................................. 12
3.1. SENTENCIA DE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS EN
EL CASO BARRIOS ALTOS .................................................................................................... 13
CAPÍTULO IV .................................................................................................................................. 16
4.1. DERECHOS VULNERADOS ............................................................................................ 16
Derecho de la víctima a saber .............................................................................................. 17
Derecho de la víctima a la justicia o al derecho de un recurso justo y efectivo ........... 17
El Derecho de la víctima a una reparación......................................................................... 17
Los derechos a la vida, a la integridad, al acceso a la justicia, a contar con garantías
judiciales, a la tutela judicial efectiva:.................................................................................. 18
Derecho a la Integridad Física .............................................................................................. 20
Acceso a la Justicia, Tutela Jurisdiccional Efectiva y Debido Proceso.......................... 21
CAPITULO V ................................................................................................................................... 21
5.1. La Jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos sobre las
Leyes de Amnistía antes de la Sentencia en el Caso “Barrios Altos” ................................ 21
5.2 La invalidez de los procesos ante la justicia militar por graves violaciones a los
derechos humanos ..................................................................................................................... 23
CONCLUSIONES ........................................................................................................................... 24
BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................................................... 26

Caso Barrios Altos: Derecho a la vida y Derechos Humanos | CAPITULO I 1


Caso Barrios Altos: Derecho a la vida y Derechos Humanos | CAPITULO I 2
INTRODUCCION

El Perú de finales de los años 80 e inicios de los años 90 se encontraba bajo el flagelo de
un grupo extremista llamado Sendero Luminoso. Los ataques contra el gobierno y
colateralmente contra la población se daban a diario. El mayor problema o violencia fue en
los gobiernos de Alan García y Alberto Fujimori que causo las muertes de gentes inocentes
mayormente sucintados en las sierras del Perú como en el departamento de Ayacucho.

Las políticas estatales se orientaban al exterminio de los focos terroristas casi a cualquier
costo. Con la llegada al poder de Alberto Fujimori se dieron aún más intentos de eliminar a
este grupo y como casi todo lo que sucedió en el Gobierno peruano de aquella época, fue
polémico.

En este caso que se suscitó en el cercado de Lima en la zona conocida como Barrios Altos,
15 personas murieron y otras fueron heridas en esta masacre que se dio por las fuerzas
armadas del Perú en el gobierno de Alberto Fujimori.

En los años 80 hubo muchos problemas que causaron grupos terroristas como sendero
luminoso y el MRTA, estos grupos causaron muchas muertes de personas inocentes y lo
peor fue que el grupo colina causo más víctimas pues no se hiso justicia en su totalidad.

Caso Barrios Altos: Derecho a la vida y Derechos Humanos | CAPITULO I 3


CAPITULO I

1.1 Barrios Altos

La Masacre de Barrios Altos sucedió el 3 de noviembre de 1991 en los Barrios Altos, una
zona tradicional y popular del cercado de Lima en Perú ubicada en Jirón Huanta N° 840,
quince personas murieron y cuatro más fueron heridas por atacantes que posteriormente
fueron identificados como miembros del Grupo Colina, un destacamento militar formado por
miembros de las Fuerzas Armadas del Perú. Esta masacre es vista como un símbolo de las
violaciones a los derechos humanos perpetradas durante el gobierno del presidente Alberto
Fujimori y fue uno de los crímenes citados por el gobierno peruano en su solicitud de
extradición presentada a Japón en el 2003. El hecho perpetrado en Barrios Altos fue por el
grupo colina que fue formado por Vladimiro Montesinos, por encargo de Alberto Fujimori."1
Este caso fue uno de los acontecimientos que ocurrió en Lima en los años de la violencia
interna que fueron víctimas personas inocentes por las fuerzas armadas del Perú.

Los muertos fueron: Luis Antonio León Borja, Luis Alberto Díaz Astovilca, Alejandro Rosales
Alejandro, Filomeno León León, Odar Méndez Sifuentes Núñez, Teobaldo Ríos Lira,
Máximo León León, Octavio Benigno Huamanyauri Nolasco, Lucio Quispe Huanaco,
Manuel Isaías Pérez, Benedicta Yanche Churi, Placentina Marcela Cumbipuma Aguirre,
Nelly María Rubina Arquíñigo, Tito Ricardo Ramírez Alberto y Javier Díaz Borja, estas
personas fueron víctimas entre estas están menores de edad.

1.2 Hechos

Aproximadamente a las 22:30 horas del 3 de noviembre de 1991, seis individuos


fuertemente armados irrumpieron en el inmueble ubicado en el Jirón Huanta No. 840 del
vecindario conocido como Barrios Altos de la ciudad de Lima. Al producirse la irrupción, se
estaba celebrando una "pollada", es decir, una fiesta para recaudar fondos con el objeto de
hacer reparaciones en el edificio. Los atacantes llegaron al sitio en dos vehículos, uno de

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marca Jeep Cherokee y otro Mitsubishi. Estos automóviles portaban luces y sirenas
policiales, que fueron apagadas al llegar al lugar de los hechos;

Los individuos, cuyas edades oscilaban entre los 25 y 30 años, encubrieron sus rostros con
pasamontañas y obligaron a las presuntas víctimas a arrojarse al suelo. Una vez que éstas
estaban en el suelo, los atacantes les dispararon indiscriminadamente por un período
aproximado de dos minutos, matando a 15 personas e hiriendo gravemente a otras cuatro,
quedando una de estas últimas, Tomás Livias Ortega, permanentemente incapacitada.
Posteriormente, con la misma celeridad con que habían llegado, los atacantes huyeron en
los dos vehículos, haciendo sonar nuevamente las sirenas;

Las personas sobrevivientes declararon que las detonaciones sonaban "apagadas", lo cual
permite suponer que se utilizaron silenciadores. Durante la investigación, la policía encontró
en la escena del crimen 111 cartuchos y 33 proyectiles del mismo calibre, correspondientes
a pistolas ametralladoras;

Las investigaciones judiciales y los informes periodísticos revelaron que los involucrados
trabajaban para inteligencia militar; eran miembros del Ejército peruano que actuaban en el
"escuadrón de eliminación" llamado "Grupo Colina" que llevaba a cabo su propio programa
antisubversivo. Diversas informaciones señalan que los hechos del presente caso se
realizaron en represalia contra presuntos integrantes de Sendero Luminoso.

Aunque el Congreso peruano ordenó una investigación del caso, ésta no finalizó pues en
el transcurso de la misma se instauró un Gobierno de “Emergencia y Restitución Nacional”
que disolvió el cuerpo Legislativo.

La investigación seria se inició cuatro años después en 1995 y se logró identificar a varios
de los atacantes como miembros del ejército peruano, lo que complicó el proceso judicial al
gozar de un fuero de protección militar lo que los eximió de brindar su declaración ante la
jueza que tramitaba el caso. Aunque la jueza quiso pedir la competencia del caso ante la
Corte Suprema de Justicia, el Congreso aprobó una ley relámpago para exonerar de culpa
a los militares, policías e incluso a civiles que hayan participado en hechos que pudieran
resultar violatorios a los derechos humanos entre 1980 y 1995, por lo que los sospechosos
resultaron inimputables bajo dicha legislación. Cabe destacar que algunos de los
sospechosos de Barrios Altos estaban también siendo investigados por una masacre similar
en otra comunidad peruana, por lo que esta ley les traería doble beneficio. Pese a que la

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jueza de trámite quiso invocar la legislación peruana vigente que establecía la posibilidad
de no aplicar leyes que resultaran contrarias a los derechos humanos y convenciones que
en ese sentido hayan sido ratificadas por el Perú, la Corte Suprema de Justicia en una
decisión arbitraria anuló la decisión de dicha jueza y la calificó de un error, por lo que dejó
una vez más en impunidad a los sospechosos. El caso se tornó aún más complejo cuando
el Congreso peruano dictó una ley específica para amnistía de los sospechosos de Barrios
Altos dejándolos permanentemente fuera del alcance judicial.

1.3 Amnistía

La amnistía es la eliminación de la responsabilidad penal de un delito. Es un acto jurídico,


normalmente emanado del Poder Legislativo, por el que una pluralidad de individuos que
habían sido declarados culpables de un delito pasan a considerarse inocentes por
desaparición de la figura delictiva. A diferencia del indulto, que extingue la responsabilidad
penal actuando sobre la pena derivada de un delito (la persona sigue siendo culpable, pero
se le ha perdonado el cumplimiento de la pena), la amnistía actúa sobre el delito mismo.
Por ello, la amnistía suele tener efectos retroactivos y, entre otros, extingue toda
responsabilidad penal o a veces civil y anula los antecedentes penales, lo que lo convierte
en un olvido total. “La amnistía obedece siempre a razones de alta política” la amnistía no
se fundamenta “en las condiciones personales”, “sino en un interés público que exige o
aconseja el olvido y el perdón.

1.3.1. En el presente caso:

La corte, conforme a lo alegado por la comisión y no controvertido por el estado, considera


que las leyes de amnistía adoptadas por el Perú impidieron que los familiares de las
víctimas y de las victimas sobrevivientes en el presente caso fueran oídas por un juez
conforme a lo señalado en el artículo 8.1 de la convención; violaron el derecho a la
protección judicial consagrado en el artículo 25 de la convención: impidieron la
investigación, persecución, captura, enjuiciamiento y sanción de los responsables de los
hechos ocurridos en barrios altos, incumpliendo el artículo 1.1 de la convención, y
obstruyeron el esclarecimiento de los hechos de caso. Finalmente, la adopción de las leyes
de amnistía incompatibles con la convención incumplió la obligación de adecuar el derecho
interno consagrado en el artículo 2 de la misma.

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1.3.2. Invalidez de las leyes de amnistía N° 26479 y N° 26492.

En efecto, las leyes de amnistía N° 26479 y N° 26492, afectan deliberadamente la


investigación y sanción de graves violaciones a los derechos humanos, que se oponen
frontalmente al artículo 1º de la Constitución, ya que se trata del derecho a la vida y la
integridad personal. Esta norma constituye el fundamento no sólo del orden social sino
también de la organización del Estado y por ende del ordenamiento jurídico. En ese sentido,
nos encontramos ante supuestos de colisión constitucional excepcionales, donde está en
juego el fundamento del orden social y del Estado constitucional y democrático de Derecho.

Del necesario balance de los bienes constitucionales involucrados, teniendo en cuenta los
principios de unidad de la Constitución y concordancia práctica resulta evidente que las
garantías de la cosa juzgada, "ne bis in idem" y prescripción, no pueden prevalecer, en este
caso, sobre el artículo 1º de la Constitución y por ende sobre la vida y la integridad personal.
Se trata de supuestos excepcionales donde de prevalecer las citadas garantías, no sólo se
afectarían los derechos mencionados, sino que además se desviarían de sus fines, dado
que no estarían al servicio de la seguridad jurídica y la prohibición de excesos, sino por el
contrario de la impunidad de graves afectaciones a los derechos humanos, ya que
impedirían la investigación y sanción de dichas conductas.

Es decir, favorecerían la afectación precisamente de lo que pretenden garantizar, la


vigencia de los derechos humanos y la prohibición de excesos en el ejercicio del poder. De
este modo, resulta obligado reconocer que en estos supuestos excepcionales donde se
niega un principio fundamental de la organización del Estado a través de graves
afectaciones a los derechos humanos, las garantías de la cosa juzgada, “ne bis in idem” y
prescripción deben relativizarse. De este modo, la seguridad jurídica no puede entenderse
en términos absolutos, sino que debe aplicarse conforme al Estado constitucional de
derecho y los valores y principios que lo sustentan.

Siguiendo la línea jurisprudencial precedente, la Corte Interamericana de Derechos


Humanos, en su sentencia de fecha 14 de marzo del presente año, recaída en el caso
Barrios Altos, se pronunció expresamente sobre la incompatibilidad de las leyes Nº 26479
y Nº 26492 con la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Así, la Corte calificó
a estas normas como “leyes de auto amnistía”, indicando que las mismas “conducen a la
indefensión de las víctimas y a la perpetuación de la impunidad, por lo que son
manifiestamente incompatibles con la letra y el espíritu de la Convención Americana”

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De este modo, al calificar la Corte Interamericana a las leyes N° 26479 y N° 26492, como
“leyes de auto amnistía” está reconociendo de manera implícita pero contundente, que tales
normas obedecieron a una situación de desviación de poder, tal como lo señalamos en el
presente informe. En efecto toda “auto amnistía” implica la manipulación perversa del poder,
en este caso del Congreso y del Poder Ejecutivo, para favorecer a los militares o agentes
involucrados en estos hechos, toda vez que ello resultaba políticamente favorable para el
régimen de turno.

Asimismo, la Corte señaló en dicha sentencia que este tipo de normas “impide la
identificación de los individuos responsables de violaciones a derechos humanos, ya que
se obstaculiza la investigación y el acceso a la justicia e impide a las víctimas y a sus
familiares conocer la verdad y recibir la reparación correspondiente”. Y agregó “que son
inadmisibles las disposiciones de amnistía, las disposiciones de prescripción y el
establecimiento de excluyentes de responsabilidad que pretendan impedir la investigación
y sanción de los responsables de las violaciones graves de los derechos humanos tales
como la tortura, las ejecuciones sumarias, extralegales o arbitrarias y las desapariciones
forzadas”. Con ello, la Corte señala la incompatibilidad de las leyes de amnistía sobre
graves violaciones a los derechos humanos, con la vigencia de estos derechos, los mismos
que se ven excluidos o anulados por la presencia de tales normas.

La Corte consideró que las leyes Nº 26479 y Nº 26492, impidieron a los familiares de las
víctimas y a las víctimas sobrevivientes de la matanza de los Barrios Altos que fueran oídas
por un juez, de acuerdo al artículo 8.1 de la Convención Americana. Asimismo, señala que
estas normas violaron el derecho a la protección judicial reconocida en el artículo 25º de la
Convención Americana, así como en el inciso 1) de su artículo 1º, pues impidieron la
investigación, persecución, captura, enjuiciamiento y sanción de los responsables de los
hechos ocurridos en los Barrios Altos. Por su parte, de acuerdo a la Corte, las normas en
cuestión resultan incompatibles con el artículo 2º de la Convención Americana que
establece la obligación de los estados parte de adecuar su legislación interna para
garantizar los derechos reconocidos en ella.

Por estas consideraciones, la Corte Interamericana resolvió por unanimidad “Declarar que
las leyes de amnistía Nº 26479 y Nº 26492, son incompatibles con la Convención Americana
sobre Derechos Humanos y, en consecuencia, carecen de efectos jurídicos”. De este modo,
la Corte Interamericana, concordando con el análisis realizado en el presente informe, les

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niega efectos jurídicos a las leyes N° 26479 y N° 26492, desde el parámetro de la
Convención Americana.

1.3.3. Procedimiento ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos:

Después de todos los contratiempos que el Perú trató de interponer para retrasar el
juzgamiento del caso ante la Corte, la misma CIDH felicita al Estado peruano por haber
asumido sus responsabilidades, lo que da paso a que prosiga la tramitación ante la Corte
de una manera menos turbulenta que como se vislumbraba al inicio.

La Corte tiene por admitidos los hechos que se relataron en la denuncia presentada y al
haber sido reconocido expresamente por el Estado peruano se procede a analizar los
alegatos de las partes. Lo primero que hace ésta institución es declararse en contra del
argumento de las leyes de amnistía que pretendían la impunidad de los sospechosos al
contravenir los derechos inderogables que son reconocidos por el Derecho Internacional
Humanitario.

Otro punto importante es el reconocimiento que hace la Corte sobre el hecho de que, a los
familiares de los fallecidos, y a los heridos y sus familiares se le negó el acceso a la verdad,
la justicia y la justa reparación de sus daños, lo que contraviene los artículos 8 y 25 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos.

CAPITULO II

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REAPERTURA DEL CASO

Luego de la caída del gobierno de Fujimori en el año 2000, por la sentencia de la corte fue
considerada sin efectos formalmente y el caso reabierto con lo que un buen número de los
acusados fueron detenidos. El 21 de marzo del 2001, la Fiscal de la Nación Nelly Calderón
denunció a Fujimori ante el Congreso, sindicándolo como "co-autor" de la masacre.
Presentó evidencia que Fujimori, actuando de acuerdo con Vladimiro Montesinos, jefe del
SIN, tuvo control sobre el Grupo Colina. La denuncia señala que dicho grupo no hubiera
podido cometer crímenes de esa magnitud sin el consentimiento expreso o las órdenes
directas de Fujimori, y que tanto la formación como el funcionamiento del grupo Colina fue
parte de una política integral de contra insurgencia que implicó sistemáticas violaciones a
los derechos humanos.

Después de la denuncia de estos hechos el presidente de ese entonces fugo a Japón y


renuncio por fax, pues regreso y fue juzgado por la justicia del país, pues este hecho no se
pudo quedar impune. En la actualidad el ex presidente cumple una condena de 35 años de
prisión pues con la enfermedad que sufre y su edad sus hijos pedirán el indulta para su
padre.

"Un parlamento y un general del ejército que se exilió, denunciaron que Barrios Altos y La
Cantuta eran obra de la cúpula militar y gubernamental. Aunque hubo una comisión
investigadora en el congreso, a investigación estaba en un punto muerto por la falta de
cuerpos. Se hizo un primer descubrimiento de fosas en julio de 1993 y la maquinaria
dictatorial inventó cargos contra el director del semanario periodístico para acusarlo de
coludirse con el terrorismo."2

2.1. El Crimen y La Organización

Una de las declaraciones más relevantes que hace la sentencia respecto del crimen de
Barrios Altos es que éste es, nada menos que una acción militar perpetrada como parte de
la ejecución de una estrategia del Estado. La sentencia señala que de las evidencias
analizadas se puede concluir que, quienes conducían el Estado, definieron una doble
estrategia para enfrentar a la subversión. La utilización de métodos de guerra sucia fue una

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de ellas, implementada a partir de decisiones políticas tomadas en las más altas esferas
del Estado.

Por ello el contenido de la sentencia destaca el elemento de la existencia de una


organización encargada de cometer este tipo de crímenes. Para la sentencia, la
organización militar es una nota clave, que da cuenta de la existencia de una planificación,
de una división del trabajo y una suma de esfuerzos encaminados a obtener un resultado
criminal: la eliminación de personas sospechosas de pertenecer a una agrupación terrorista
como Sendero Luminoso. A partir de este elemento, el tribunal resalta la figura jurídica de
la asociación ilícita para delinquir. Se trata, por tanto, de una organización que funciona
para cometer delitos.

Sobre esto mismo, la sentencia destaca que esa organización perpetró diversos crímenes
en un lapso corto de tiempo, y que dicho grupo estaba altamente organizado y funcionaba
sobre el principio de jerarquía y de la división del trabajo. Resalta también que esos
crímenes fueron ordenados desde las más altas esferas de la organización. En ese sentido,
señala de manera precisa que el asesor presidencial Vladimiro Montesinos, el ex
Comandante General del Ejército Nicolás Hermosa Ríos, el Jefe de la Dirección de
Inteligencia del Ejército Juan Rivero Lazo y el Jefe formal del Servicio de Inteligencia
Nacional Julio Salazar Monroe deben ser ubicados en la parte de la organización encargada
de planificar, tomar decisiones y emitir las órdenes a los estamentos inferiores de la
organización encargados de ejecutarlas.

La existencia de la organización garantizaba que las órdenes ilícitas se cumplieran de


manera efectiva. La sentencia señala que existe una profusa prueba que da cuenta que las
Operaciones Especiales de Inteligencia, comprendían la eliminación física de personas, y
que esa eliminación era una orden que provenía del comando que era transmitida a través
del jefe del destacamento Colina. De igual manera, destaca que la existencia de una
organización ha determinado que se puede demostrar de manera fehaciente la existencia
de un modus operandi en la realización de los diversos crímenes perpetrados por el
destacamento Colina durante el lapso de su existencia.

Los cargos contra Fujimori

En noviembre de 2000, cuatro meses después de que Alberto Fujimori jurara su cargo
para un tercer mandato presidencial, entre denuncias de fraude electoral, el Congreso

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declaró vacante el cargo de Presidente de la República, por la "incapacidad moral" de
Fujimori para gobernar.(5) El ex-Presidente había ya renunciado a su cargo mientras
se encontraba de visita en Japón, semanas después de que se revelara que Vladimiro
Montesinos, persona muy cercana al Presidente, quien fuera asesor presidencial para
asuntos de "inteligencia", había sobornado a congresistas de la oposición, así como
su implicación en la venta de armamento a la oposición armada colombiana
.

Vladimiro Montesinos fue detenido en junio del 2001 en Venezuela y devuelto a Perú,
donde se enfrenta actualmente a más de 60 procesos por cargos relacionados con la
violación de derechos humanos, actos de corrupción y blanqueo de dinero. Por cargos
similares se encuentran también en espera de ser enjuiciados diversos miembros de
las fuerzas armadas durante el régimen de Alberto Fujimori, así como otros miembros
de su gabinete. Sin embargo, el propio Alberto Fujimori, el jefe del Estado durante toda
esa década, aún no ha sido puesto en manos de la justicia.

Son 20 los cargos por corrupción y violaciones de derechos humanos que existen en
contra de Alberto Fujimori.

Entre estos se encuentra la acusación de la Fiscal de la Nación por delitos de homicidio


calificado, lesiones graves y desaparición forzada, en relación a la masacre de Barrios
Altos, y al asesinato y "desaparición" de nueve estudiantes y un profesor en la
universidad Educación Enrique Guzmán y Valle, conocida como La Cantuta, en Lima,
en 1992. Crímenes atribuidos a un escuadrón de la muerte denominado "Grupo
Colina", un grupo paramilitar creado en 1992 dentro del Servicio de Inteligencia
Nacional bajo el mando de Vladimiro Montesinos en el contexto de la nueva estrategia
contra-subversiva puesta en práctica por Alberto Fujimori. En base a esta acusación
fiscal, el mismo mes de septiembre de 2001, un juez de la Corte Suprema de Justicia
de Perú ordenó la detención de Alberto Fujimori, afirmando que había pruebas
convincentes que indicaban que el ex-Presidente había tenido pleno conocimiento de
la existencia del "Grupo Colina".

CAPÍTULO III

Caso Barrios Altos: Derecho a la vida y Derechos Humanos | CAPÍTULO III 12


3.1. SENTENCIA DE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS EN
EL CASO BARRIOS ALTOS

Se reconoce la responsabilidad del Perú ante la violación del derecho a la vida de los
fallecidos (artículo 4 de la Convención), el derecho a la integridad personal de los heridos
(artículo 5 de la Convención), el derecho a las garantías judiciales (artículos 8 y 25 de la
Convención), la violación a la Convención por la promulgación de leyes contrarias a ésta
(artículos 1.1 y 2) y disponer que el Perú debe investigar los hechos para determinar
quiénes son los responsables subjetivos de los hechos de Barrios Altos, divulgar los
resultados de la investigación y fijar las reparaciones a los daños causados.

La historia del caso de la matanza de Barrios Altos es una buena forma de conocer la forma
cómo el Estado (con sus personajes más encumbrados) y la sociedad peruana han
transitado el muy difícil camino de la vigencia de los derechos humanos y la democracia
durante casi dos décadas. Hoy, casi veinte años después de haberse perpetrado el crimen,
la justicia pareciera comenzar a cerrar ese círculo de impunidad que parecía impregnado a
ese y otros casos de graves crímenes contra los derechos humanos y crímenes contra la
humanidad.

El caso Barrios Altos no solo es una muestra del tipo de estrategia que el Estado
implementó para derrotar a la subversión senderista en la ciudad utilizando métodos de
guerra sucia, sino que también es una muestra de la reacción del Estado para lograr
impunidad vía las leyes de amnistía tras una primera, pero fundamental intervención de la
justicia a mediados de la década de los noventa. Pero de igual manera, el caso Barrios
Altos es una trascendental muestra de intervención del Sistema Interamericano de
Derechos Humanos en casos emblemáticos. La sentencia de la Corte Interamericana del
14 de marzo del 2001 definitivamente marca un antes y un después en la obligación de los
Estados de investigar, juzgar y sancionar estos delitos, y en el desconocimiento del valor
jurídico a las leyes de amnistía.

El 07 de marzo del 2000, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, mediante el


Informe N° 28/00, caso 11.528, analizó las denuncias presentadas por la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos como de la Asociación Pro Derechos Humanos –
APRODEH -, respecto del ataque y asesinato de 15 personas y de los 04 heridos
sobrevivientes al mismo (conocido como la matanza de “Barrios Altos”), concluyéndose
conforme a Jurisprudencia, que el Estado Peruano violó los artículos 4° y 5° de la

Caso Barrios Altos: Derecho a la vida y Derechos Humanos | CAPÍTULO III 13


Convención Americana, relativos al derecho o a la vida e integridad física así como su
obligación de “respetar y garantizar”, los derechos asegurados, de acuerdo al artículo 1° de
la Convención, recomendando que el estado investigue y castigue a los responsables de
estas violaciones y proceda a otorgar una reparación completa, incluyendo compensación
para las víctimas y/o sus familiares.

Al respecto cabe precisar que “en el análisis de los hechos”, los peticionarios denunciaban
que los involucrados en la matanza de “Barrios Altos”, trabajaban para la inteligencia militar
y eran miembros del ejército que actuaban como “escuadrón de eliminación”, bajo el
nombre de “Grupo Colina”, llevando adelante su “propio programa antisubversivo”; tesis
corroborada el cinco de mayo de 1993, con la declaración del General Rodolfo Robles
Espinoza, respecto de la identidad de los sujetos que habrían perpetrado éste crimen,
denunciando públicamente la existencia de un escuadrón de la muerte conocido como
“Grupo Colina”, creado por el Servicio de Inteligencia Nacional (SIN), al que se había
encomendado la eliminación física de terroristas, los peticionarios alegaban que fueron
privados de sus derechos establecidos por los artículos 1° (obligación de respetar los
derechos), 4° (derecho a la vida), 5° (derecho a un tratamiento humanitario), 8° (derecho a
un juicio justo) y, 25° (derecho a la por atención judicial) de la Convención Americana.
Durante la etapa procesal, el Estado Peruano en ningún momento negó que sus agentes
fueran responsables de los muertos y heridos de “Barrios Altos”, sino que se basó sólo en
sustentar la validez jurídica de la Ley N° 26479 (Ley de Amnistía), así como la Ley N°
26492 , normas que por el contrario sirvieron para crear una presunción en cuento a la
participación de los agentes del Estado acusado de la matanza así como la relación de
culpabilidad por estos delitos, pues las muertes y lesiones ocasionadas constituían
violaciones de prima facie del artículo 4° (derecho a la vida) y del 5° (derecho a la integridad
física ), de la Convención Americana, no siendo necesario que el Estado recurriese a dichas
leyes y aferrarse a la “validez” de las mismas, si los acusados fueran inocentes de los delitos
imputados, motivando por ello dicha presunción en la misma comisión.

Llevado el caso ante la CIDH por la Comisión Interamericana, en la audiencia pública, el


agente del Estado Peruano se allanó, reconociendo responsabilidad internacional por los
hechos ocurridos el 03 de Noviembre de 1991, así como reiterar su disposición de iniciar
un diálogo directo para llegar a una solución eficaz; la CIDH consideró que las leyes N°
26479 y 26492, como leyes de “auto amnistía” que conducen a la indefensión de las
víctimas y a la perpetración de la impunidad, eran manifiestamente incompatibles con la

Caso Barrios Altos: Derecho a la vida y Derechos Humanos | CAPÍTULO III 14


letra y el espíritu de la Convención Americana, no siendo admisible el allanamiento
realizado por el Estado Peruano, por lo que decide admitir el reconocimiento de
responsabilidad internacional efectuado por el Estado Peruano y declarar que éste violó el
derecho a la vida e integridad física de los muertos y heridos en el caso “Barrios Altos”, así
como derecho a las garantías judiciales y protección judicial en dicho caso como
consecuencia de las leyes N° 26479 y 26492, las declaraban incompatibles con la
Convención, careciendo de efectos jurídicos, debiendo el Estado Peruano de investigar los
hechos para determinar a las personas responsables, violadores de derechos humanos por
dicho caso, así como divulgar públicamente los resultados de la investigación y se
sancionen a los responsables, disponiendo que las reparaciones sean fijadas de común
acuerdo dentro de un plazo de 03 meses.

Dictámenes y Resoluciones emitidas en el Consejo Supremo de Justicia Militar: Tanto el


Fiscal General como el Auditor General del CSJM, opinaron se diera cumplimiento a lo
dispuesto por la Sentencia expedida por la CIDH, al respecto en el dictamen del Auditor se
consideró las nuevas evidencias surgidas con relación a “Barrios Altos” en el 2001, teniendo
en cuenta que “...de las informaciones periodísticas del día 22 de mayo de los corrientes en
alusión a lo dicho por el Mayor (R) MARTÍN RIVAS, quien desde la clandestinidad habría
conversado con el Editor General de Canal “N”, indicándole que asumía la responsabilidad
en el crimen de Barrios Altos y sobre la existencia del grupo denominado Colina, versión
contradictoria a todo lo anteriormente investigado. Al respecto la Sala plena del CSJM,
mediante ejecutoria resolvió declarar nulas las ejecutorias de sobreseimiento, remitiendo
los autos a la Sala Revisora, donde declararon nulas las resoluciones de sobreseimiento e
insubsistentes, los dictámenes del Auditor y Fiscal, inhibiéndose del conocimiento de la
causa a favor del fuero común y remitiendo los actuados al Juzgado Penal Especial
competente, con conocimiento de la Corte Suprema de la Republica.

En la denuncia presentada por la Secretaria Ejecutiva de la Coordinadora de Derechos


Humanos, ante la Fiscalía Competente a fines del año 2000, que fuera de público
conocimiento por las declaraciones vertidas por la citada coordinadora, se consignan otras
“notita criminis” conocidas, entre ellas la “Desaparición de 09 estudiantes y un profesor de
la Universidad Enrique Guzmán y Valle – La Cantuta”, así como las torturas y otros
irrogados a la Agente de Inteligencia Operativa del SIE Leonor La Rosa; disponiendo la
Fiscalía Provincial Especializada abrir Investigación Preliminar y que la División de
Investigaciones Especialices de la DIRCOTE éste a cargo, por cuanto los imputados como

Caso Barrios Altos: Derecho a la vida y Derechos Humanos | CAPÍTULO III 15


agentes agresores eran miembros activos de inteligencia del Ejército Peruano, a la fecha
en que sucedieron dichos hechos, los delitos imputados eran comunes y se afectaban
derechos humanos en prima facie, sin embargo en su momento cuando dichos casos fueron
objeto de denuncia pública, el proceso penal instaurado en su contra fueron seguidos ante
la Justicia Militar, desnaturalizándose los mismos, a pesar que por Jurisprudencia
vinculante de la CIDH, ha quedado establecido que el fuero militar carece de competencia
para juzgar delitos que afectan derechos humanos, careciendo de efectos jurídicos las
resoluciones que emitan.

La Defensoría del Pueblo en su Informe Defensoría N° 57, en sus conclusiones coincide


con lo estipulado en la doctrina y jurisprudencia de la CIDH, precisando además que el
fuero militar estaba alejado de las garantías constitucionales del proceso penal y que fue
utilizado en nuestro país para garantizar la impunidad de graves violaciones a los derechos
humanos, además de apartar el caso del fuero común.

En la actualidad
El Estado peruano no ha terminado de cumplir con las indemnizaciones motivo por el cual
la Corte citó a las partes a una audiencia privada en febrero de 2010 para compeler al
cumplimiento acordado en sentencia. Al día de hoy aún está pendiente el pago de los
intereses por el retraso en el pago y la aplicación de las medidas de atención a los
perjudicados por parte del Ministerio de Salud. Tampoco se han aprobado en el Perú las
leyes necesarias para juzgar a los sospechosos, y algunos de ellos se encuentran en
libertad por no podérseles mantener en prisión sin un juicio.

CAPÍTULO IV

4.1. DERECHOS VULNERADOS

Caso Barrios Altos: Derecho a la vida y Derechos Humanos | CAPÍTULO IV 16


Derecho de la víctima a saber

La Comisión en su Informe N° 1/99, caso N° 10.480 - Lucio Parada Cea y Otros, en El


Salvador, la designó como la “doctrina sobre el derecho a conocer la verdad”. El derecho a
conocer la verdad y su corolario del deber de recordar, son parte de un derecho colectivo
que hace tanto que el individuo como la sociedad del que forma parte, sea efectivo evitando
así la renuencia de violaciones en el futuro. Por este derecho se permite que la sociedad
tenga acceso a la información esencial para el desarrollo de los familiares a las víctimas,
pues permite una forma de reparación, ya que toda la sociedad tiene el irrenunciable
derecho de conocer la verdad de lo ocurrido, así como las razones y circunstancias en las
que aberrantes delitos llegaron a cometerse a fin de evitar que estos hechos vuelvan a
ocurrir en el futuro.

Derecho de la víctima a la justicia o al derecho de un recurso justo y efectivo

Exige garantizar que el opresor sea sometido a juicio, conllevando a las obligaciones del
Estado de investigar las violaciones, procesar a quienes las perpetran y si se establece su
culpabilidad, sancionarlos. Solo después que quienes han perpetrado las violaciones, han
sido juzgados y sancionados, pueden ser amnistiados siendo que la ley peruana de
amnistía N°26479 y 26 492 por la propia naturaleza de su competencia resulto ilegitima,
pues las ejecuciones extrajudiciales violan la norma inderogable del ius cogens,
tergiversándose la naturaleza de la misma, concepto distorsionado en los tiempos
modernos, pues uno encuentra “auto amnistías”. El homicidio en gran escala no puede ser
considerado un crimen político aun cuando se haya cometido por motivos políticos, siendo
que la evolución del derecho internacional ha establecido que los crímenes internacionales
generan responsabilidad penal. El derecho a la justicia comporta la obligación del estado
de proteger y sancionar a los responsables de las violaciones. El principio de exclusividad
de la jurisdicción del Poder Judicial es un imperativo constitucional, según el artículo 25°de
la Convención.

El Derecho de la víctima a una reparación

Caso Barrios Altos: Derecho a la vida y Derechos Humanos | CAPÍTULO IV 17


La indemnización es un remedio necesario, pero no suficiente. Una reparación efectiva
incluye una indemnización, pero también puede incluir otro tipo de medidas no pecuniarias
como por ejemplo la investigación y el castigo de los individuos responsables de la violación.
Pero incluso con la indemnización hay un problema serio, desde que una amnistía impone
el silencio sobre los eventos de la víctima no se puede obtener solo una compensación
pecuniaria por medio de una indemnización de carácter penal, pues en este supuesto el
obtener una compensación por tortura, representa solo una parte de las reparaciones, sería
inaceptable que el Estado sostuviera que sus obligaciones se satisfacen con el pago de
una indemnización, desde ello significaría que el Estado paga por tener derecho a torturar;
es por ello que para combatir la impunidad, este derecho tiene que concurrir con los dos
anteriores.

En este orden de ideas y teniendo presente lo expuesto, la sentencia de la Corte


Interamericana de Derechos Humanos ( CIDH ) en el caso denominado “Barrios Altos”,
tiene alcance general para otros casos similares, puesto que las leyes N° 26479 y 26492
eran nulas ipso iure y sin validez alguna, debido a la naturaleza normativa de los actos
violatorios de derechos humanos, como en los casos conocidos de “La Cantuta”, “Los
desaparecidos del Santa” y, de “Leonor La Rosa”, pues teniendo en cuenta el artículo 138°
de la Constitución Política del Perú, el Poder Judicial y por extensión el Ministerio Público
como custodio de la Ley y la defensa de los derechos humanos, están habilitados para
ejercer el control difuso de constitucionalidad, respetando las normas imperativas
estatuidas en el artículo 139° de nuestra Carta Magna y desechando la impunidad
conseguida merced a procesos penales “simulados” incoados ante el fuero militar en la
última década, pues por adolecer de vicios insubsanables conlleva a nulidad en los mismos
y por ende carecen de efectos jurídicos, debiéndose establecer mecanismos que admitan
la relativización de los principios de cosa juzgada, ne bis in idem, prescripción, entre otros
cuando se trate de casos similares al de “Barrios Altos”, como lo son de “La Cantuta” y de
“Leonor La Rosa”, donde se desvió el poder destinado a consolidar la impunidad de los
graves delitos cometidos, afectándose el derecho de las víctimas y de sus familiares a
acceder a la justicia y a la verdad, contando con mecanismos de defensa de sus derechos
conforme a un debido proceso y la consecuente reparación de los daños irrogados.

Los derechos a la vida, a la integridad, al acceso a la justicia, a contar con garantías


judiciales, a la tutela judicial efectiva:

Caso Barrios Altos: Derecho a la vida y Derechos Humanos | CAPÍTULO IV 18


La Corte considera apropiado que la determinación de las reparaciones se haga de común
acuerdo entre el Estado demandado, la Comisión Interamericana y las víctimas, sus
familiares o sus representantes debidamente acreditados, para lo cual se establece un
plazo de tres meses contados a partir de la notificación de la presente sentencia. La Corte
estima, asimismo, pertinente señalar que el acuerdo a que llegaren las partes será evaluado
por ésta y deberá ser en un todo compatible con las disposiciones relevantes de la
Convención Americana. En caso de que no se llegue a un acuerdo, la Corte determinará el
alcance y monto de las reparaciones.

Por tanto, LA CORTE, decide: por unanimidad

1. Admitir el reconocimiento de responsabilidad internacional efectuado por el Estado.

2. Declarar, conforme a los términos del reconocimiento de responsabilidad internacional


efectuado por el Estado, que éste violó:

a) el derecho a la vida consagrado en el artículo 4 de la Convención Americana sobre


Derechos Humanos...,

b) el derecho a la integridad personal consagrado en el artículo 5 de la Convención


Americana sobre Derechos Humanos...

c) el derecho a las garantías judiciales y a la protección judicial consagrados en los artículos


8 y 25 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en perjuicio de los familiares
[las víctimas].

3. Declarar, conforme a los términos del reconocimiento de responsabilidad efectuado por


el Estado, que éste incumplió los artículos 1.1 y 2o. de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos como consecuencia de la promulgación y aplicación de las leyes de
amnistía núm. 26479 y núm. 26492 y de la violación a los artículos de la Convención
señalados en el punto resolutivo 2 de la sentencia.

4. Declarar que las leyes de amnistía núm. 26479 y núm. 26492 son incompatibles con la
Convención Americana sobre Derechos Humanos y, en consecuencia, carecen de efectos
jurídicos.

5. Declarar que el Estado del Perú debe investigar los hechos para determinar las personas
responsables de las violaciones de los derechos humanos a los que se ha hecho referencia

Caso Barrios Altos: Derecho a la vida y Derechos Humanos | CAPÍTULO IV 19


en esta Sentencia, así como divulgar públicamente los resultados de dicha investigación y
sancionar a los responsables.

6. Disponer que las reparaciones serán fijadas de común acuerdo por el Estado
demandado, la Comisión Interamericana y las víctimas, sus familiares o sus representantes
legales debidamente acreditados, dentro de un plazo de tres meses contado a partir de la
notificación de la presente sentencia.

7. Reservarse la facultad de revisar y aprobar el acuerdo señalado en el punto resolutivo


precedente y, en caso de no se llegue a él, continuar el procedimiento de reparaciones.

Derecho a la Integridad Física

Toda persona tiene derecho a que se respete su integridad física, psíquica y moral. Nadie
debe ser sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes. Toda
persona privada de libertad será tratada con el respeto debido a la dignidad inherente al ser
humano.
La Corte admitió el reconocimiento de la responsabilidad internacional del Estado peruano
y decidió, entre otros, declarar que aquél violó el derecho a la vida y el derecho a la
integridad personal consagrados en los artículos 4 y 5 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos en perjuicio de los agraviados, así como la obligación de investigar los
hechos para determinar las personas responsables de las violaciones de los derechos
humanos a los que se hizo referencia en la Sentencia y divulgar públicamente los resultados
de dicha investigación y sancionar a los responsables.

En este sentido ha precisado el Tribunal Constitucional:


“El principio-derecho de dignidad proscribe la posibilidad de que la persona, al margen de
la situación concreta en la que se encuentre, pueda ser concebida como objeto del Estado.
Por el contrario, la defensa de la persona y el respeto por su dignidad son el fin supremo
de la sociedad y del Estado (artículo 1° de la Constitución). Y, en tal sentido, la Constitución
y la ley son instrumentos para protección y promoción de la dignidad humana. Aceptar que
los miembros de la Policía Nacional se encuentran siempre obligados a obedecer las
órdenes de sus superiores, con absoluta prescindencia de si dicho mandato es, o no,
compatible con el orden constitucional, supondría convertirlos en meros instrumentos de la
voluntad de sus superiores, con a consecuencia negación de su dignidad humana.”

Caso Barrios Altos: Derecho a la vida y Derechos Humanos | CAPÍTULO IV 20


Por ello, los alcances de la obediencia debida, dentro del marco de la Constitución, supone,
ante todo, reconocer que, bajo los principios de supremacía constitucional y de Estado
social y democrático de derecho, quienes ejercen el poder del Estado “lo hacen con las
limitaciones y responsabilidades que la Constitución y las leyes establecen” (artículo 45° de
la Constitución). Este es el motivo por el cual no cabe aceptar la existencia de deberes que
resulten manifiestamente contrarios a los derechos fundamentales o, en general, a los fines
constitucionalmente legítimos, perseguidos por el ordenamiento jurídico. Por consiguiente,
tanto quien exige el cumplimiento de una orden ilícita, como quien la acata, quebrantan el
ordenamiento jurídico, en mayor o menos gravedad, y en proporción directa a la relevancia
del bien jurídico mellado a consecuencia de la ejecución del acto.

Acceso a la Justicia, Tutela Jurisdiccional Efectiva y Debido Proceso

Por su parte el Tribunal Constitucional sostiene que, “la tutela judicial efectiva es un derecho
constitucional de naturaleza procesal en virtud del cual toda persona o sujeto justiciable
puede acceder a los órganos jurisdiccionales, independientemente del tipo de pretensión
formulada y de la eventual legitimidad que pueda o no, acompañarle a su petitorio. En un
sentido extensivo la tutela judicial efectiva permite también que lo que ha sido decidido
judicialmente mediante una sentencia, resulte eficazmente cumplido. En otras palabras, con
la tutela judicial efectiva no sólo se persigue asegurar la participación o acceso del
justiciable a los diversos mecanismos dentro de un proceso, que habilita el ordenamiento
dentro de los supuestos establecidos para cada tipo de pretensión, sino que se busca
garantizar que, tras el resultado obtenido, pueda verse este último materializado con una
mínima y sensata dosis de eficacia.

Ahora bien, al ser el debido proceso el derecho de toda persona a un proceso justo y
equitativo, es necesario reivindicar su calidad de derecho fundamental, pues como tal no
sólo es un derecho subjetivo, sino, es uno de los elementos esenciales del ordenamiento
jurídico, de ahí su carácter subjetivo y objetivo.

CAPITULO V

5.1. La Jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos sobre las


Leyes de Amnistía antes de la Sentencia en el Caso “Barrios Altos”

Caso Barrios Altos: Derecho a la vida y Derechos Humanos | CAPITULO V 21


a) En su sentencia de fondo del caso Velásquez Rodríguez de fecha 29 de julio de 1988, la
Corte Interamericana de Derechos Humanos señaló que los estados partes están obligados
a investigar toda situación en la que se hayan violado los derechos humanos protegidos por
la Convención. En tal medida, “Si el aparato del Estado actúa de modo que tal violación
quede impune y no se restablezca, en cuanto sea posible, a la víctima en la plenitud de sus
derechos, puede afirmarse que ha incumplido el deber de garantizar su libre y pleno
ejercicio a las personas sujetas a su jurisdicción”.

b) En esa misma línea, en la sentencia de fondo del caso Castillo Páez de fecha 3 de
noviembre de 1997, relativa a la desaparición forzada de un estudiante universitario por
parte de miembros de las fuerzas de seguridad del Perú, la Corte consideró que el Estado
peruano estaba obligado a investigar los hechos que produjeron la violación de los derechos
humanos de la víctima, consagrados en la Convención Americana. No obstante, el Estado
peruano señaló que dicha obligación no podía ser cumplida debido a la vigencia de las 42
Observaciones finales del Comité de Derechos Humanos: Perú. CCPR/C/79/Add.67 (25 de
julio de 1996). Párrafo 9. 43 Observaciones finales del Comité de Derechos Humanos: Perú.
CCPR/CO/70/PER (15 de noviembre de 2000). Párrafo 9. 37 leyes de amnistía Nº 26479 y
26492. Frente a esta respuesta, en la sentencia de reparaciones del caso Castillo Páez de
fecha 27 de noviembre de 1998, la Corte reiteró lo afirmado en su sentencia de fondo,
señalando que el Estado peruano tiene el deber de investigar las violaciones ocurridas,
procesar a los responsables y evitar la impunidad (párrafo 107).

c) Asimismo, en la sentencia de reparaciones del caso Loayza Tamayo, de fecha 27 de


noviembre de 1998, la Corte Interamericana se pronunció sobre las leyes Nº 26479 y Nº
26492 (párrafos 165-171). En este sentido, la Corte Interamericana rechazó el argumento
del Estado peruano de no poder investigar, identificar y sancionar a los responsables de las
violaciones a los derechos humanos de María Elena Loayza Tamayo, en aplicación de las
citadas leyes de amnistía, por cuanto los estados no pueden incumplir sus obligaciones
internacionales invocando su derecho interno.

d) De otro lado, en opinión de la Corte, dichas normas obstaculizan la investigación y el


acceso a la justicia de la víctima, por cuanto “La Convención Americana garantiza que toda
persona sujeta a la jurisdicción de un Estado tiene la posibilidad de acudir ante la justicia
para hacer valer sus derechos y asimismo impone a los Estados la obligación de prevenir,
investigar, identificar y sancionar a los autores intelectuales y encubridores de violaciones
de los derechos humanos” (párrafo 168).

Caso Barrios Altos: Derecho a la vida y Derechos Humanos | CAPITULO V 22


e) Cabe mencionar que en su sentencia de fondo en el caso Paniagua Morales, la Corte
definió la impunidad como “la falta en su conjunto de investigación, persecución, captura,
enjuiciamiento y condena de los responsables de las violaciones de los derechos protegidos
por la Convención Americana” y estableció que “el Estado tiene la obligación de combatir
tal situación por todos los medios legales disponibles ya que la impunidad propicia la
repetición crónica de las violaciones de derechos humanos y la total indefensión de las
víctimas y sus familiares”44.

5.2 La invalidez de los procesos ante la justicia militar por graves violaciones a
los derechos humanos

El juzgamiento de graves violaciones a los derechos humanos por parte de la justicia militar,
como el caso del oficial EP Telmo Hurtado, fue otro de los mecanismos frecuentemente
utilizado para garantizar impunidad a los autores de estos hechos. Ello en una clara
afectación no sólo del principio del juez natural, las garantías orgánicas de imparcialidad e
independencia que implica el ejercicio de la función jurisdiccional, sino, además, de los más
elementales principios del debido proceso, toda vez que la justicia militar es el ámbito del
derecho que más distanciado se encuentra de las garantías constitucionales del proceso
penal.

En efecto, de acuerdo al ordenamiento constitucional, la justicia militar carece de


competencia para juzgar delitos contra los derechos humanos. Así, tanto el artículo 282º de
la Constitución de 1979 como el artículo 173º de la Constitución de 1993, establecen que
la justicia militar sólo juzga a los miembros de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional,
cuando éstos cometen delitos de función. Tal como señaló la Defensoría del Pueblo en un
informe sobre la materia32, los delitos contra los derechos humanos no constituyen delitos
de función, toda vez que independientemente de que el autor o la víctima sean militares en
actividad, el bien jurídico protegido trasciende el ámbito castrense.

Caso Barrios Altos: Derecho a la vida y Derechos Humanos | CAPITULO V 23


CONCLUSIONES

- El caso barrios altos un caso muy indignante que se suscitó en los años noventa en
el transcurso de la violencia interna que ocurrió en el Perú que duro 20 años
aproximadamente y que trajo un número excesivo de victimas que fueron torturados
y matados cruelmente por senderistas y la mayoría del grupo colina y el ejército del
Perú.

- Como consecuencia de la lucha contra la subversión, se cometieron graves


violaciones a los derechos humanos. En muchos casos se denunció la participación
de miembros de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional e incluso de grupos
especiales de aniquilamiento al interior de las Fuerzas Armadas, así como de los
cuerpos de inteligencia.

- La investigación y el juzgamiento de estos funcionarios –que ocurrió en ocasiones


excepcionales–, motivó que el gobierno anterior promoviera y promulgara las leyes
de amnistía Nº 26479 y Nº 26492, durante los meses de junio y julio de 1995, cuando
se investigaba judicialmente una ejecución extrajudicial ocurrida en Barrios Altos,
luego de casi cuatro años de sucedidos los hechos. El objetivo de las normas de
amnistía era lograr que graves violaciones a los derechos humanos quedaran
impunes, pues impedían la investigación, juzgamiento y sanción de los
responsables.

- La Corte señaló que las leyes Nº 26479 y Nº 26492, impidieron a los familiares de
las víctimas y a las víctimas sobrevivientes de la ejecución extrajudicial en Barrios
Altos, que fueran oídas por un juez, de acuerdo al artículo 8.1 de la Convención
Americana. El fallo también señaló que estas normas violaron el derecho a la
protección judicial reconocida en el artículo 25º de la Convención Americana, así
como en el inciso 1) de su artículo 1º, pues impidieron la investigación, persecución,
captura, enjuiciamiento y sanción de los responsables. Asimismo, de acuerdo a la
Corte, las normas en cuestión resultan incompatibles con el artículo 2º de la

Caso Barrios Altos: Derecho a la vida y Derechos Humanos | 24


Convención Americana que establece la obligación de los Estados Parte de adecuar
su legislación interna para garantizar los derechos reconocidos en ella.

- La justicia militar, además de carecer de competencia para juzgar delitos que


afectan derechos humanos, es uno de los ámbitos del ordenamiento jurídico que
más alejado se encuentra de las garantías constitucionales del proceso penal.
Asimismo, la justicia militar en el Perú ha constituido otro de los mecanismos
utilizados para garantizar la impunidad de graves violaciones a los derechos
humanos.

- El Estado peruano se encuentra obligado a cumplir con las sentencias de la Corte


Interamericana de Derechos Humanos, en la medida que es parte de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos y aceptó la competencia contenciosa de la
Corte.

Caso Barrios Altos: Derecho a la vida y Derechos Humanos | CONCLUSIONES 25


BIBLIOGRAFÍA

 Javier Chinchon Alvares, Derecho internacional y transiciones a la democracia y la


paz: hacia un modelo para el castigo de los crímenes pasadas a través de la
experiencia iberoamericana, lima, 2007, pág. 452
 Daniel Santoro, Técnicas de investigación. Métodos desarrollados en diarios y
revistas de América latina 2004,pag 198
 Carlos Rivera Paz, La sentencia en el caso Barrios Altos: el largo y difícil camino de
la justicia, Perú, 2010
 Beatriz Londoño Toro, Educación legal clínica y defensa de los derechos humanos,
Perú

LINKOGRAFIA

 es.wikipedia.org/wiki/Masacre_de_Barrios_Altos
 www.caretas.com.pe/2000/1640/articulos/barrios-altos.phtml
 http://www.derechos.org/nizkor/peru/doc/cidh14mar01.html
 www.justiciaviva.org.pe/notihome/notihome01.php?noti=387
 www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/Seriec_75_esp.pdf
 www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/Seriec_83_esp.pdf
 www.aprodeh.org.pe/index.php?option=com_k2&view=item&id=1:caso-barrios-
altos&Itemid=201
 www.aprodeh.org.pe/casos2007/lima/casobarrios.html

Caso Barrios Altos: Derecho a la vida y Derechos Humanos | BIBLIOGRAFÍA 26

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