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Si bien estamos inmersos en una era tecnológica diferente, en mi caso a la que se daba al

momento en que transcurrió mi curso por la escuela secundaria, la importancia hoy reside en
adaptarse. En el capítulo de la serie, propuesto por la cátedra claramente podemos visualizar y
analizar la relevancia que se le da no solo a las redes sociales en la vida misma, la propia, sino
también al uso de las nuevas tecnologías. Más allá de plantear una idea extremista, esa podría ser
naturalmente una realidad no tan ficticia si dejamos que el uso de la tecnología nos aplaste con su
magnitud.

Si nos situamos en la postura de mero observador de la realidad, veríamos que esto que plantea el
capítulo, no dista mucho de lo que sucede en la actualidad, desde el compartir estados en las
redes sociales mostrando una vida feliz, colorida, impactante muchas veces, a partir de frases,
imágenes, y hasta en la selección del nombre del perfil utilizado. También sucede con la exposición
deliberada que generamos mostrando detalles de nuestra vida íntima, compartiendo cada uno de
los hechos que vivenciamos sin discriminar siquiera por importancia , los nacimientos, los
noviazgos, las rupturas, los fallecimientos, ascensos laborales o pérdidas de empleo, hechos de
inseguridad sufridos etc. Tomando distancia de la vanalidad y ejerciendo una mirada crítica y
profunda de lo que significa estar pendiente de una red social, no podemos pasar por alto que las
personas buscamos una cierta aprobación de nuestro entorno al mostrar nuestras vidas, lo que
nos lleva inconcientemente a tomar como verdad lo que pasa dentro de la aplicación, se trate de
una excesiva adulación, haciéndonos creer superiores, o más peligroso aún, bullying ejercidos por
pares o grooming.

El acceso a las redes sociales y herramientas tecnológicas, no tienen siempre una cara positiva o
una negativa, en nosotros como docentes esta la oportunidad de hacer uso de ellas de la manera
diferente. Desde el compartir con los alumnos/as estableciendo un vínculo, adaptándonos a sus
formas y costumbres, hasta encontrar herramientas que puedan utilizarse a través de los
teléfonos celulares, de modo que nos acercaríamos a su cotidianidad, acercándoles alternativas
con las que se puede acceder a un proceso de enseñanza-aprendizaje más significativo.

Alejándome un poco de la vida o experiencia de los alumnos/as, puedo verme a mí misma inmersa
en esta nueva realidad, desde el momento que accedí a internet, a través de las primeras redes
sociales, ICQ, MSN, Skype, etc. Siendo un modo de distracción, de conocer nuevas personas,
establecer nuevos vínculos, una nueva forma de comunicarse cuando aún no existían las
aplicaciones actuales en los teléfonos celulares teniendo estos solo las funciones básicas. Pero ya
en ese entonces las redes sociales comenzaban a implicar una dependencia, que hoy en día
trascendió muchos límites. Por ejemplo estamos acostumbrados a leer contratos didácticos en los
que se establece como pauta el NO uso del teléfono celular en el aula, cuando muchas veces
nosotros mismos como docentes hacemos uso y abuso del mismo, generando con el simple
aparato un vínculo tan estrecho que no podríamos pensarnos un momento sin el teléfono celular.

Así mismo encontrándome cursando en el profesorado, descubrí muchas más herramientas que
facilitan la transposición didáctica mediante el uso no solo de las redes sociales sino también con
la implementación de herramientas disponibles en los teléfonos celulares, con y sin conectividad
promoviendo el uso de los mismos en forma didáctica.

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