Universidad Nacional Experimental Politécnica de la Fuerza Armada U.N.E.F.A Núcleo- Sucre / Sede-Cumaná
Profesor: . Bachilleres:
Neira Carias, Daniel A.
CI: 27.690.632
Corvo Astudillo, Arturo J.
C.I: 26.419.396
7to Semestre Sección “01”
Ingeniería, Telecom
Cumaná octubre del 2018
El pensamiento militar es la conjunción de un conocimiento acumulado por siglos la teoría de la guerra y las actividades conexas con la conducta concreta en el espacio y el tiempo para realizar las tareas que el entorno, nacional e internacional, demanda. El cambio en las condiciones políticas, tanto en el ámbito nacional como en el internacional, son la fuente de orientación del nuevo pensamiento militar en Venezuela y es lo que imprime cambios en el ejercicio profesional militar. Frente a nuevos desafíos las operaciones militares clásicas resultan insuficientes. De allí la necesidad de incorporar nuevos conceptos y nociones que posibiliten enfrentar con éxito, desde el punto de vista militar, las nuevas realidades. Es por ello que entran en juego el derecho internacional humanitario y el derecho internacional de los Derechos Humanos puesto que son complementarios. La finalidad de ambos es proteger a la persona. Pero, la protegen en circunstancias y según modalidades diferentes. El derecho humanitario se aplica en situaciones de conflicto armado, mientras que los Derechos Humanos o, al menos, algunos de ellos protegen a la persona humana en todo tiempo, haya guerra o paz. Si el derecho humanitario tiene por objeto proteger a las víctimas procurando limitar los sufrimientos provocados por la guerra, los Derechos Humanos protegen a la persona humana y favorecen su completo desarrollo. Al derecho humanitario competen, principalmente, el trato debido a las personas que están en poder de la parte adversaria y la conducción de las hostilidades. La principal finalidad de los Derechos Humanos es impedir la arbitrariedad, limitando el dominio del Estado sobre los individuos; no es su objeto regular la conducción de las operaciones militares. Para garantizar su respeto, el derecho humanitario establece mecanismos que instituyen un tipo de control continuo de su aplicación y hace resaltar la cooperación entre las partes en conflicto y un intermediario neutral, con miras a impedir las eventuales violaciones. Por lo que atañe a los Derechos Humanos, los mecanismos de control son muy variados. En muchos casos, las instituciones previstas se encargan de determinar si un Estado ha respetado o no el derecho. Los mecanismos de aplicación de los Derechos Humanos están esencialmente orientados hacia las acciones de reparación de los perjuicios sufridos. La Seguridad de la Nación venezolana se fundamenta en el desarrollo integral entre el Estado y la sociedad Civil, promoviendo el goce y ejercicio de los derechos y garantías en los ámbitos económicos, social, político, cultural, geográfico, ambiental y militar, correspondiéndole a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana el establecimiento de una sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural, que consolide la libertad, la independencia, la solidaridad, el bien común, la integridad territorial, la convivencia, el imperio dela ley y el mantenimiento de la paz.
La lucha del hombre por la libertad y la justicia es tan antigua como la
especie. Ninguna de estas dos metas ha podido alcanzarse bajo regímenes despóticos, en los que el Estado prevalezca sobre el individuo, no como entidad ordenadora de la vida colectiva, sino como expresión del poder omnímodo de un monarca, un dictador o una oligarquía política. Términos tales como derechos naturales, derechos civiles, derechos del individuo, derechos del hombre o la acepción derechos humanos otorgada en la era contemporánea por la Organización de las Naciones Unidas, más que combinación de palabras expresan una inquietud secular: la de obtener respeto por la dignidad de la persona humana y por sus libertades fundamentales. Cuando se forma parte de la autoridad constituida, la filosofía de los derechos humanos debe formar parte inseparable del criterio y de la conciencia de quien la ejerce. Existe una tendencia, muy humana por cierto, a considerar la autoridad como incontestable. Quien se ve investido de ella, se resiente con facilidad ante los disentimientos, la contradicción, la simple presencia de una actitud opositora. En esta forma se desdibuja la necesaria separación entre la firmeza para controlar el desorden o evitar la invasión del derecho ajeno por quien sobredimensione los ámbitos del propio, y la intolerancia para admitir la objeción o aceptar el desacuerdo. Si esta actitud suele acompañar al funcionario civil, con más veras tiende a hacerse presente en las organizaciones militares y de policía, donde la disciplina, el rigor del mando, la subordinación, necesarios dentro de sus marcos respectivos, no pueden ejercitarse de la misma manera cuando se entra en relación con la sociedad civil. Las anteriores consideraciones preliminares, conducen a realzar la importancia de inculcar en el hombre de armas y en quien desempeña funciones policiales, el respeto inviolable a los derechos humanos. No se trata de una concesión graciosa al ciudadano corriente, sino de un deber consagrado en las Constituciones de los países democráticos, en las leyes que les dan desarrollo, y en convenios internacionales que comprometen al respectivo país con la comunidad internacional.