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CARACTERÍSTICAS

- Proponer la introducción de cambios que incluyan la perspectiva de género en la práctica docente


y que favorezcan prácticas educativas correctoras de estereotipos sexistas.

- Contemplar en su planificación objetivos y actuaciones que permitan evitar y corregir las


desigualdades y discriminaciones derivadas de la diferencia de sexo.

- Promover la autoformación específica y el trabajo en equipo del profesorado, así como su


implicación y participación activa en la búsqueda, adopción y consolidación en el tiempo de las
prácticas coeducativas.

- Atender a problemas o cuestiones que sean relevantes para la atención a la diversidad de género.

- Fomentar el uso del lenguaje no sexista.

Objetivo 1: ¿Qué se entiende por Coeducación?

• Exponer las ideas claves en las reuniones de Equipo Técnico,

Tutorías, etc.

• Buscar canales para informar a la Comunidad Educativa de las

actividades previstas en relación al tema

Objetivo 2: Reconocer las situaciones sexistas a nuestro alrededor

• Revisión y propuestas de cambio del Proyecto de Centro y otros

documentos

• Diseño de actividades deportivas atractivas para las chicas

• Celebración del Día Internacional de la Mujer

• Diseñar actividades en las que se realicen trabajos

tradicionalmente asociados a roles masculinos o femeninos,

participando todos y todas en ambas tareas

Objetivo 3: El trabajo doméstico y el cuidado de la familia es


responsabilidad de todos y todas

• Visualización de un video donde se muestra el trabajo desigual

entre el hombre y la mujer. Discusión y conclusiones


• Actividades con el alumnado y con las madres y padres sobre el

trabajo doméstico

Objetivo 4: Implicar a padres y madres en la tarea coeducativa

• Actividad "Encuentros coeducativos en el Picasso"

• Taller de cocina o de actividades domésticas

Objetivo 5: Analizar y reflexionar sobre violencia en parejas


adolescentes

• Aplicar el material elaborado en las tutorías

• Celebrar el "Día Internacional contra la violencia hacia las

mujeres"

Objetivos Generales de la Coeducación

• Transformar la realidad que arrastra la herencia injusta de una

construcción social androcéntrica.

• Compensar las desigualdades provocadas por esa construcción

jerarquizada.

• Posibilitar el desarrollo integral de las capacidades de mujeres y

hombres sin restricciones de género.

• Descubrir y educar según las diferencias entre unas y otros.

Sólo la realización de un buen diagnóstico de la organización escolar,


contribuirá a persuadir al profesorado para intervenir con acciones
que redunden en un mejor presente y futuro para quienes nos
seguirán.
Anexo 2: Las palabras importan

El lenguaje no solo supone intercambio comunicativo sino también un


mecanismo para acceder al conocimiento del mundo en que vivimos.
Este concepto se puede apreciar en la categoría gramatical de
género. En castellano se utiliza normalmente el masculino como
término no marcado para referirnos indistintamente a los dos sexos.
No obstante, este masculino genérico no sólo oculta a la mujer en la
designación lingüística sino que también, frecuentemente, conlleva
malentendidos interpretativos y cierta inexactitud semántica:

• en las formas de tratamiento

• duales aparentes (zorro/ zorra)

• estereotipos (hombre estresado/ mujer histérica)

• insultos (cojonudo/ coñazo)

• refranes sexistas…

No sólo hay razones éticas para argumentar que podemos y debemos


nombrar el mundo en femenino, sino también de carácter lingüístico:
la lengua es un sistema dinámico, en continua transformación, que
potencialmente puede acoger la expresión del universo femenino.

Frente a los argumentos más extendidos opuestos a las ideas


anteriores:

• Economía y rentabilidad lingüística

• Atentar contra la espontaneidad

Podemos aportar lo siguiente:

• La mayoría de los usos lingüísticos, salvo la conversación

espontánea, conllevan una cierta elaboración textual

( ortografía, coherencia, adecuación léxica…). Por tanto, en la


mayoría de los intercambios comunicativos podríamos utilizar el

lenguaje en masculino y en femenino. En una conversación

espontánea, aunque es cierto que engendra bastante dificultad

por la inercia del uso del masculino y la propia espontaneidad

de ese tipo de comunicación, también se debería hacer un

esfuerzo para expresar en femenino lo que corresponde a esa

esfera.

• La economía lingüística no es un valor en sí mismo; la mayoría

de dichos usos revisten cierta complejidad y extensión.

Además, hay que señalar que no derrochamos el lenguaje al

utilizar términos genéricos masculinos o femeninos que

engloban a los dos sexos ( profesorado, ciudadanía,

personas…), ni es redundante señalar “niños/ niñas” como no lo

es cuando decimos “ dulce y salado”. Hombres y mujeres

tenemos derecho a ser y a existir y el lenguaje lo debe respetar.

Nuestro diccionario acoge frecuentemente palabras procedentes de


otras lenguas, jerga adolescente, argot informático… De la misma
manera, podría hacer visible a la mujer y su derecho a las palabras.
La lengua castellana posee recursos:

• Términos genéricos que incluyen a los dos sexos

• Términos abstractos ( tutoría, dirección…)

• Formas impersonales de tercera persona

Si la educación debe evitar cualquier tipo de discriminación, tiene que


hacer posible también el aprendizaje de una ética lingüística que
elimine prejuicios y estereotipos sociales y sexuales.

También, se pone de manifiesto que los libros escolares, junto a las


materias objeto de conocimiento, trasmiten una parte de nuestra
cultura y unos modelos de vida que conforman en el alumnado, de
manera inconsciente, una imagen genérica profundamente sexista.
Los estereotipos presentes en los libros aún marcan modelos arcaicos
a seguir y no ofrecen una imagen realista de la multiplicidad de
actividades que las mujeres y los hombres realizan.

La violencia sexista, en la mayor parte de los casos, tiene como fin


infringir sufrimiento a las mujeres (en su cuerpo, en su identidad, en
su persona), por el hecho de ser mujeres.

La violencia sexista responde al patrón de relación de poder y


ejercicio de la fuerza. Representa una amenaza para que las mujeres
construyan su autonomía.

Uno de los logros de los últimos años ha sido poder denominar a este
tipo de violencia, como violencia sexista. Así, ha permitido visibilizar a
quienes la ejercen y a quienes la sufren. También se habla de
violencia de género. La denominación de violencia doméstica, nombra
sólo aquella que se produce en el ámbito privado, lo cual, además de
restringir, invisibiliza su carácter social.

Las causas que fundamentan las relaciones de poder son sociales,


que están en la base de las relaciones de poder y que, incluso,
intentan legitimar el ejercicio de la fuerza contra las mujeres. Estas
causas refuerzan el aprendizaje del modelo de relación entre los
hombres y las mujeres. Sólo la toma de conciencia y el compromiso
social podrán abrir el camino a otras formas de relación entre los
sexos

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